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Full text of "Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica. Libro Segundo. Investigaciones fenomenológicas sobre la constitución"

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Ideas relativas 
a una fenomenología 
pura y una filosofía 
fenomenológica 


Libro Segundo: Investigaciones 
fenomenológicas 
sobre la constitución 


Edmund Husserl 


IDEAS RELATIVAS A UNA FENOMENOLOGÍA PURA 
Y UNA FILOSOFÍA FENOMENOLÓCICA 


LIBRO SEGUNDO: 
INVESTIGACIONES FENOMENOLÓGICAS 
SOBRE LA CONSTITUCIÓN 


INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS 
Director: DR. GUILLERMO HURTADO 
Secretario Académico: DR. EFRAÍN LAZOS 


Colección: FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA 


EDMUND HUSSERI. 


IDEAS RELATIVAS 
A UNA FENOMENOLOGÍA PURA 
Y UNA FILOSOFÍA FENOMENOLÓGICA 


LIBRO SEGUNDO 
INVESTIGACIONES FENOMENOLÓGICAS 
SOBRE LA CONSTITUCIÓN 


TRADUCCIÓN: 
ANTONIO, ZIRIÓN Q. 


UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS 


FONDO DE CULTURA ECONÓMICA 
MEXICO 2005 


B8295 M6 

H818 

2005 

Husserl, Edmund, 1859-1938 

Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía feno- 
menológica : libro segundo investigaciones fenomenológicas so- 
bre la constitución / Edmund Husserl ; traducción de Antonio 
Zirión Q,— 2a ed.— México : UNAM, Instituto de Investigaciones 
Filosóficas, 2005. 

520 p. 

Traducción de: Ideen zu einer reinen Phánomenologie und 
phánomenologischen Philosophie zweites buch : Phánomenologi- 
sche Untersuchungen zur Konstitution 

ISBN 970-32-2666-3 

1. Fenomenología. 2. Materialismo dialéctico. 3. Zirión Q., An- 
tonio, tr. ll. t. 


Cuidado de la edición, composición y formación tipográfica: 
Laura E. Manríquez 
Título original: 
Ideen zu einer reirnen Phánomenologie und phánomenologischen Philosophie. 
Zweites Buch: Phánomenologische Untersuchungen zur Konstitution. 
Publicado dentro de la colección 
Husserliana (Edmund Husserl Gesammelte Werke), Band 1V, 
herausgegeben von Marly Biemel; Martinus Nijhoff, Haag, 1952. 
Copyright O 1984, Kluwer Academic Publishers B.V, 


DR O 1997 Universidad Nacional Autónoma de México: 
la, edición en castellano 

DR O 2005 Universidad Nacional Autónoma de México: 
2a, edición en castellano 


INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS 
Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, 
Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510, México, D.F. 
Tels.: 5622 7437 y 5622 7504; fax: 5665 1991 
Correo electrónico: librosOfilosoficas.unato.mx 
Página web: http://www. filosoficas. Unam. mx 


DR OE 2005 Fondo de Cultura Económica 
Carretera Picacho-Ajusco 227, 14200, México, D F. 
www.londodeculturaeconomica.con: 

Jodos los derechos reservados 
Impreso y hecho en México 
ISBN 970-32-2666- 3 


PRESENTACIÓN 


Con esta primera versión en español del Libro Segundo de /deas 
relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, 
el Instituto de Investigaciones Filosóficas inicia la publicación 
de los dos libros de esta obra que a la muerte de Husserl que- 
daron inéditos. La traducción del Libro Tercero será publicada 
próximamente. 

Esta versión del Libro Segundo aparece cuarenta y cuatro 
años después de la primera edición alemana, póstuma, de 
1952,! pero ochenta y cuatro años después de la fecha de su 
primer manuscrito, terminado en 1912 y estrictamente contem- 
poyáneo, por tanto, del Libro Primero de la obra, publicado en 
1913 (y, en la traducción al español de José Gaos, treinta y seis 
años después).* Husserl abandonó la redacción del Libro Se- 
gundo alrededor de 1928, después de trabajar sobre ella en 
forma intensa aunque discontinua durante un periodo de die- 
ciséis años. 

Pero a pesar de lo que pudiera hacer pensar esta serie de 
destiempos y contratiempos, /deas IÍ es sin duda una de las 


!' Edmund Husserl, ldeen zu einer reinen Phánomenologie und phánomenolo- 
gischen Philosophie. Zweites Buch: Phánomenologische Untersuchungen zur Konstitu- 
tion, herausgegeben von Marly Biemel, Husserliana. Edmund Husserl Cesammelte 
Werke, Band IV, Martinus Nijhoff, La Haya, 1952. 

? El Libro Primero fue publicado en el primer tomo del Jakrbuch fúr 
phánomenologische Philosophie, con el título de ldeen zu einer reinen Phánome- 
nologie und phánomenologischen Philosophie, Erstes Buch: Allgemeine Einfúhrung 
in die Phánomenologir (Halle, Max Niemeyer, 1913). La traducción de José Gaos 
(Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica) fue publi- 
cada por el Fondo de Cultura Económica, México, 1949 (2a. ed., 1962: 3a. ed., 
1986). 


6 PRESENTACIÓN 


obras más atractivas, singulares y densas del fundador de la fe- 
nomenología trascendental, y la riqueza de ideas filosóficas que 
contiene no se desvirtúa en modo alguno por el hecho de que 
Husserl la haya considerado, en última instancia, impublicable, 
Aunque en todo momento hay que tener en cuenta esta circuns- 
tancia, y en particular cuando se intente una interpretación y 
evaluación definitivas, si esto cabe, de la obra y de su significa 
ción filosófica, tampoco es posible dejar de apreciar por ello su 
gran valor y, tal vez, de aprender la lección de responsabilidad 
filosófica y editorial que entraña aquella decisión de Husserl,* 

En su ensayo de 1959 acerca de Ideas 1!, Luis Villoro afir- 
ma: "Aún sin publicar, el segundo tomo de /deas irradió sus 
influencias. Filósofos de nuevas generaciones conocieron sus 
hallazgos, o por haber escuchado las lecciones del maestro o por 
haber tenido acceso a los manuscritos. Su impresión ha venido 
a desvelar una de las raíces de muchos motivos centrales del 
posterior existencialismo fenomenológico, tanto alemán como 
francés. No es poca la sorpresa «del lector cuando, ojeando sus 
páginas, escucha la primera palabra de un lenguaje que creyó 
de últimas fechas.”* ¿Qué diremos ahora? 

No parecerá inoportuno traer a colación, en abono de lo 
dicho por Villoro, algunas referencias. El texto de /deas 11 fue 
conocido por Martin Heidegger antes de la publicación de El ser 
y el tiempo (1926), donde incluso aparece citado algún fragmen- 


En la Introducción de la editora alemana, que se publica en seguida, se 
alude a la situación que dio lugar a la insatisfacción de Husserl. En su reseña 
de la obra, Alfred Schútz informa que en 1934 Husserl le dijo “que dejo el 
segundo volumen de las /deas inédito porque no había encontrado en aquel 
momento una solución satisfactoria para el problema de la intersubjetividad” 
("Edmund Husserl's Ideas, Volume 1[”, en Philosophy and Phenomenological Re 
search, vol. XIII, no. 3, marzo de 1953 (pp. 394-413), p. 395. Dorion Cairns, 
en sus Conversations with Husserl and Fink (Martinus Nijhoff, La Haya, 19706). 
p. 39, relata que en una de las conversaciones que sostuvo con Husserl, éste 
mencionó un “sentimiento de incompetencia (inadequacy) para su tarea” que 
le “volvió imposible terminar el segundo volumen de /deas”. 

3 Luis Villoro, “La constitución de la realidad en la conciencia pura. (El 
segundo tomo de las Ídren zu einer reinen Phánomenologie und phánomenologische 
Phalosophie, de Husserl)”, Diánvia. Anuario de Filosofía, año NV, no. 3, 1959, UNAM 
FCE, México (pp. 195-212), p. 195. El ensavo fue reproducido en Luis Villoro. 
Estudios sobre Husserl, UNAM, México, 1975. 


PRESENTACIÓN 7 


to del mismo;* años más tarde fue estudiado con entusiasmo 
por Maurice Merleau-Ponty en los Archivos Husserl de Lovai- 
nas” fue Juego aptamente reseñado por Paul Ricceur cuando la 
edición alemana estaba a punto de aparecer? y, ya aparecida 
ésta, por Alfred Schiitz —quien, justamente en vista del carácter 
inacabado de la obra, pero también en vista de la magnitud del 
provecto (la descripción fenomenológica de la constitución in- 
tencional de la realidad), la Hama “una fase de transición en el 
desarrollo de la fenomenología, un campamento erigido para 
la conquista aún no lograda del Himalaya, en el aire delgado 
de una altitud impresionante”. El texto de Ideas 17 ha sido, 
en fin —antes y después de su aparición— conocido, utilizado y 
discutido por muchos otros que contribuyeron a la difusión y 
propagación más o menos soterradas de sus ideas y ayudaron 
así a conformar el clima intelectual desde el cual ahora, a la 
distancia, ya francamente no puede resultarnos asombroso. 
Aunque aquí no nos corresponde hacer la exposición o el 
análisis detenidos de la obra, ni tampoco la historia de su origen 
y su estructuración actual,? queremos señalar algunos aspectos 


% Véase la primera nota del $ 10; p. 59 de la 4a. edición en español del 
Fondo de Cultura Económica (trad. de José Gaos), 1971. Véase también la 
nota 9 de la reseña de Fred Kersten a la traducción inglesa del Libro Segundo: 
“Ideas 11", Journal of the British Society for Phenomenology, vol. 22, no. 2, mayo 
«dle 1991 (pp. 91-92). 

% De acuerdo con los traductores de la versión inglesa, en una ocasión 
Merleau-Ponty describió su estudio del mismo como “une expérience presque vo- 
luptueuse”. Véase su “Translators' Introduction” en /deas Pertaining to a Pure Phe- 
nomenology and to a Phenomenological Philosophy. Second Book: Studies in the 
Phenomenology of Constitution, trad. Richard Rojcewicz y André Schuwer, Klu- 
wer Academic Publishers, Dordrecht, 1989, p. xvi. 

7 Cfr. Revue de Metaphysique et de Morale, 36/4, octubre-diciembre de 1951, 
y 57/1 enero-marzo de 1952. La reseña de Ricorur se publicó en traducción 
como *Husserl's /deas 11: Analyses and Problems”, en Husserl. An Analysis of His 
Phenomenology, trad. Edward G. Ballard y Lester Embree, Northwestern Uni- 
versity Studies in Phenomenology and Existential Philosophy, Northwestern 
University Press, Evanston, 11, 1967, pp. 35-81. 

* A. Schútz, op. cil., p. 396. 

* Esta historia se consigna, por cierto, en la Introducción de la editora 
alemana que se incluye en seguida. Acerca de la significación filosófica de la 
obra, véase, por ejemplo, el ensayo de Ludwig Landgrcbe titulado “Regiones 
del ser y ontología regionales en la fenomenología de Husserl”, incluido en El 


8 PRESENTACIÓN 


muy generales en relación con su significación e importancia 
filosóficas, por los cuales puede conservar, aún hoy, muy vivo 
su interes. 

En primer lugar, desde un punto de vista didáctico, Ideas 11 
es peculiar porque Husserl no se dedica aquí a la fatigosa ex- 
posición del programa de la fenomenología, sino que penetra 
de leno en los análisis fenomenológicos constitutivos. En este 
sentido, representa una faceta distinta de la obra de Husserl res. 
pecto de sus obras hasta ahora más estudiadas y conocidas, al 
menos cn español, principalmente el Libro Primero de Ideas y 
las Meditaciones cartesianas. Pero precisamente por ello, permite 
tener una imagen más cabal y más justa de la empresa fenome- 
nológica en su conjunto. 

En segundo lugar, Ideas Il representa prácticamente el úni- 
co lugar (al menos entre los textos traducidos al español)!% en 
que Husserl expone su posición en relación con temas y proble- 
mas muy discutidos posteriormente: la cuestión de la distinción 
entre las esferas de la realidad —natural o material, anímica o 
biológica (animal), espiritual—; en conexión con ella, la cuestión 
de la condición o situación del hombre en cuanto organismo 
natural y en cuanto persona, y la cuestión subsiguiente relativa 
a la condición o situación de las formaciones u objetividades 
personales, espirituales, culturales; y finalmente, y a partir de 
todas las anteriores, la gran cuestión de la fundamentación y 
metodología de las ciencias naturales y las ciencias del espíri- 
tu (o humanas), y la relación entre ellas. En particular, como 


camino de la fenomenología. El problema de una experiencia originaria, trad. Mario 
Á. Presas, Sudamericana, Buenos Aires, 1968. 

10 No conozco más traducción de textos husserlianos con una temática 
cercana a la de Ideas II que la de César Moreno Márquez de los textos so: 
bre "El espíritu común” (Gemeingeist 1 y 11) que aparecen en el tomo XIV de 
Husserliana, traducción publicada en Thémata, 4, Universidad de Sevilla, 1987 
(pp. 131-158). Moreno dice en su introducción (p. 133): “El Husserl que nos 
habla en ellos [los textos que traduce] no se asemeja demasiado, por decirlo 
así, al modelo de su figura intelectual que se ha gestado a partir de la lectura 
de sus obras más tcoréticas y, valga este término, siempre ambiguo, “abstrac: 
tas. Este modelo no sería tan firme si fuera conocida la obra póstuma o si al 
menos se conociera —en nuestro país— el segundo volumen de /deen zu einer 
reinen Phánomenologir und phinomenologische Plilosophie.” 


PRESENTACIÓN 0) 


el mismo Schútz señala, “los temas tratados [en Ideas 11] son 
de importancia decisiva para la fundación de las ciencias so- 
ciales "0 

[in tercer lugar, de Ideas en su conjunto, pero en particular 
del Libro Segundo, se desprenden, y en algunos casos preci- 
sanente debido a la insatisfacción ante la formulación inicial 
de los problemas y las tentativas de solución, líneas de investi- 
gación que ocuparán a Husserl largo tiempo, aun después de 
abandonado el proyecto de publicarlo. Tal vez no sea exagerado 
afirmar incluso que toda la obra posterior, inédita o publicada, 
guarda alguna relación con la temática que se toca en este libro 
y en el Libro Tercero. 

En cuarto y último lugar, y como se insinuó arriba, Ideas JT (y 
aquí también hay que contar a Ideas HIT) viene a resultar, por ra- 
zones cliversas y complejas que sería imposible resumir aquí, un 
punto de partida privilegiado para el estudio de las relaciones 
del pensamiento de Husserl (de la fenomenología realmente 
ejercida por Flusserl, podríamos «decir) con el de otros filóso- 
fos y corrientes anteriores y posteriores. Aquí hay que volver a 
mencionar, desde luego, y muy especialmente, a Merleau-Ponty 
va Heidegger, no menos que a Ricceur mismo, y no menos tam- 
poco que a Emmanuel Levinas, recientemente fallecido; pero 
antes que ellos, y acaso sobre todos, hay que recordar aquí a 
Dilthey, y sólo en segundo lugar al neokantismo en general 
—para ya no referirnos a otros contemporáneos de Flusserl co- 
mo Max Scheler y Nicolai Hartmann, o a los desarrollos y ela- 
boraciones más directamente influidos por Flusserl, como por 
ejemplo los de Alfred Schútz y sus seguidores. 


Acerca de la edición 


La presente edición reproduce casi íntegramente el tomo IV de 
Husserbana sobre el cual fue hecha la traducción.!? En ella se 
conservan no solamente los Ánexos, sino también el Apéndice 
crítico prácticamente completo, con sus dos secciones: 1. So- 
bre la conformación del texto, y 1H. Notas críticas, así como la 


1 Cfr su reseña va citada, op. cit., pp. 396, 


» > .- .* 2. . . .a 
12 Véase la nota l de esta Presentación. Como texto básico nos sirvió la 
reimpresión "lotomecánica” de 1984, 


10 PRESENTACIÓN 

va mencionada Introducción de la editora alernana, Marly Bie- 
mel. Sólo se ha dejado fuera aquí el cuadro sinóptico que en la 
edición ajemana da cuenta de los manuscritos que sirvieron dle 
base documental a cada parte del texto publicado. 

La paginación del original de Itusserliana se incluye en esta 
edición al meuugen, entre diagonales; por esta razón no hemos 
alterado las referencias que se hacen a ella en varias partes de 
la obra (sobre todo en el Apéndice crítico y en las notas al pie), 
normalmente con números en negritas (seguidos del número 
de línea en tipo normal). 

Por otro lado, como en mis anteriores traducciones de obras 
de Husserl,5 se imprime aquí en VERSALITAS todo lo que en la 
edición de Husserliana apareceen composición espa- 
ciada. Esta última es la manera de verter lo que en los manus- 
critos de Husserl está subrayado. El uso de las versalitas para 
este fin nos permite utilizar las cursivas para ciertas distincio- 
nes de términos a las que me refiero más adelante. Fuera de 
estos casos de términos especiales, las cursivas se usan en esta 
edición solamente para los términos extranjeros (latinos). Creo 
importante hacer hincapié, pues, en el hecho de que en esta tra- 
ducción las cursivas no tienen en ningún caso su normal función 
resaltadora o enfatizadora. 

Las notas al pie que pertenecen al original están señaladas 
con letras voladitas. El resto de las notas al pie, señaladas con 
asteriscos, son del traductor, Los números voladitos remiten 
a las notas del Apéndice crítico (véanse pp. 461-493). Salvo 
indicación en contrario, en adelante todo lo que se encuentra 
entre corchetes ha sido agregado por el traductor, 


Advertencia sobre la traducción 


He intentado hacer una traducción técnicamente correcta, co- 
mo creo que corresponde a una obra de carácter científico. 
Desgraciadamente, la consecuencia de esto fue que cuando se 
hizo necesario romper cl equilibrio entre la corrección técnica 


oa ame eu Flors, ia Bri ¡ 

las conferencias de Paris y El artículo de la Encyclopedia Britannica, publi 
cados ambos por el Instituto de Invest igaciones Filosóficas dentro su colección 
Cuadernos (nos. 48 y 52, respectivamente) 


PRESENTACIÓN 11 


v la calidad literaria, lo hice siempre en favor de la primera. 
Sólo espero que la obra no haya perdido por ello claridad. 

La versión de José Gaos del Libro Primero de /deas significa, 
obviamente, una referencia inexcusable para esta traducción. 
Nunca dejé de tomarla cn cuenta, por lo menos respecto de 
los términos v expresiones más típicos del lenguaje de Husserl; 
busqué coincidir con ella, aun en contra de mis preferencias 
personales —empezando, dicho sea de paso, por el título mismo 
de la obra—, siempre que no me lo impidieron otras consi- 
deraciones objetivas. Habría sido preferible, sin duda, que la 
coincidencia con ella hubiera sido mayor de lo que de hecho 
pudo ser, pues ello habría significado, en mi opinión, un gran 
impulso hacia la uniformidad de la terminología husserliana en 
español. Sin embargo, y como una manera de ayudar a subsa- 
nar las dificultades que provocará de todos modos la falta de 
uniformidad total entre ambas traducciones, en el Glosario que 
aparece al final del volumen se listan también los vocablos ele- 
gidos por Gaos en /deas [. En este Glosario podrán apreciarse, 
pues, las principales coincidencias y discrepancias. * 

Tomé en cuenta también, aunque desde luego no en forma de 
un cotejo exhaustivo, las traducciones dle Ideas 11 ya existentes 
al italiano, al francés y al inglés. !? 

Por otro lado, debo Jlamar la atención expresamente sobre 
algunas peculiaridades terminológicas (y ipográficas) de la tra- 
ducción, pues de ellas puede depender una comprensión pre- 
cisa del texto, 


14 Espero publicar en no muy largo plazo un estudio sobre la traducción 
de Gaos, en particular sobre su terminología, en el cual expondre las razones 
por las cuales consideré más conveniente esperar que una futura traducción 
nueva de Ideas / se ciña en lo posible a mi traducción de Ideas H, que ceñir ésta 
a la actual de Gaos, y por las cuales, en definitiva, me parece deseable que se 
haga esa nueva traducción, a pesar de la innegable calidad de la de Gaos. 

Y Las cito en orden de aparición: /dee per una fenomenología pura e per una 
filosofia fenomenologica. L.ibro secondo: Ricerche fenomenologiche sopra la costituzao- 
ne. A cura dí Entvico Filippini, Giulio Einaudi editore, Perín, 1965 (Reprints 
Einaudi, 73: 1976). [dées directrices pour une phénoménologie et une phalosophie 
plurnomenologique pures, Livre Second: Recherches phénoménologiques pour la cons 
titution, traducido del alemán por Éliane Escoubas, Presses Universitaires de 
brarce, París, 082. Vease la referencia ala traducción al ingles en Leonora 6, 


12 PRESENTACIÓN 

En varios casos de parejas de términos alemanes que he con. 
siderado indispensable traducir por un sólo término castellano, 
la diferencia se manifiesta solamente en el uso de cursivas Pas 
ra uno de los términos de la pareja. Naturalmente, todos estos 
casos aparecen en el Glosario, pero los cito expresamente aquí 
para poder dar una explicación muy somera acerca de la dife. 
rencia de sentido entre los dos términos alemanes de cada par: 


Leib cuerpo 
leiblich corporal 
Kórper cuerpo 
kórperlich corpóreo 


“Cuerpo” [Leib] se entiende en el sentido del cuerpo (real o 
posible, vivo o muerto) que forma parte de un ser vivo o de un 
ser animado o lo integra o constituye. “Cuerpo” [Kórper) tiene 
en cambio el sentido de cuerpo físico, de sólido geométrico, 
de cosa con volumen, masa, extensión. Para “ eibkórper”, que 
reúne ambos sentidos (un cuerpo que es cuerpo), he elegido, 
entre otras posibles, la expresión “cuerpo corporal”. 


natúrlich natural 
naturhaft natural 
natural natural 


Traduzco igual los términos “natural” y “naturhaft”, pues no 
hallo mayor diferencia de sentido entre ellos: ambos se refieren 
alo que estrictamente forma parte de la naturaleza. “Natúrlich”, 
en cambio, designa lo natural en el sentido más amplio, que no 
necesariamente indica alguna relación con la naturaleza. 


Gegenstand objeto 
Gegenstándlichkeit objetividad 
gegenstándlich objetivo 
Objekt objeto 
Objektitá! objetidad 
objektiv objetivo 
Objektivitát objetividad 


NÑo es unánime reconocer una diferencia de sentido entre 
(las familias de) “Gegenstand” y “Objekt”, y entre quienes cree: 
mos reconocerla tampoco hay acuerdo acerca de su sentido. Lo 


PRESENTACIÓN 13 


común es que las traducciones traten ambos términos (y a sus 
familias) como sinónimos. Aquí los mantengo distinguidos de- 
hido a que hay pasajes en ésta y otras obras que parecen indicar 
alguna diferencia, así sea sólo de una manera localizada y pre- 
cisamente “pasajera”. La cuestión merecería un estudio propio. 


Sache cosa 
sachlich cÓSiCcO 
Sachlichkert cosidad 
Ding cosa 
dinglich cósico 
Dinglichkert cosidad 


En este caso, en cambio, la diferencia de sentido entre am- 
bos términos es más clara. En general, “Ding” mienta la cosa 
física, extensa, espacio-temporal, mientras que “Sache” tiene el 
sentido más amplio, y también vago, de “cualquier cosa”, de 
cosa en cualquier sentido (incluso, a veces, el sentido de cosa). 
Pero más específicamente, hay que tomar en cuenta que (para 
citar el acertado señalamiento de Ricocur) “en la terminología 
de Husserl, Ding nombra la cosa en oposición al ser animado, 
mientras que Sache nombra la cosa en oposición al estrato de 


valores”, 16 
wirklich real 
Wirklichkeit realidad 
unwirklich irreal 
Unwirklichkeit irrealidad 
real real 
Realitat realidad 
irreal irreal 
Irrealitát irrealidad 


Esta distinción es crucial: real [wirklich] es lo real en el sent- 
do de lo que en verdad existe, lo existente “actual” en oposición 
a lo posible (o a lo irreal, lo inexistente); por su lado, real [real] 
no se refiere a lo “actual” o efectivamente existente, sino a lo 
que posec el “modo de ser” de lo sujeto a causalidad dentro 


1 Paul Ricecur, “HusserEs Ideas 11: Analyses and Problems”, en op. cil, 
p.31n,90, 


_FB——— 7 


14 PRESENTACIÓN 


de la naturaleza espaciotemporal (en oposición a lo irreal, que 
carece de ese modo de ser pero no por ello es irreal). Por lo 
demás. la delimitación de este concepto de realidad es asunto 
central en esta obra. 

En Las conferencias de París y en El artículo de la Yancyclopiedia 
Britamica traduje como “read” también cl término “reell” —sólo 
poniendo el término alemán entre corchetes para distinguirlo 
tanto de “wirklich" como de “real”. Wusserl utiliza preferente. 
mente este adjetivo para referirse a los elementos o momnientos 
que real y efectivamente forman parte de la conciencia, que la 
integran o son ingredientes de ella (lo que explica la traducción 
de Gaos en Ideas 1), en oposición a los elementos o contenidos 
intencionales de la conciencia. Sin embargo, en Ideas 1 pueden 
encontrarse, al lado de ósta, otras aplicaciones del término. Pe- 
ro éste conserva en todas ellas, según parece, su sentido básico 
de lo que está efectivamente presente, de lo que forma efectiva: 
mente parte de una realidad más amplia. Lo traduzco por ello 
como “efectivo”, término que le dedico exclusivamente. 


ideal ideal 
idealitát idealidad 
ideell ideal 


Así como a lo real [real] se opone lo ideal [ideal] (lo que po- 
see ese otro “modo de ser” de la idealidad [/dealitát)), a lo efec- 
tivo [reell] se opone lo ideal [ideell]: si “efectivo” designa lo que 
forma parte integrante de la conciencia, “ideal” toma entonces 
un sentido muy cercano al de “intencional”. 


physisch físico 
physikalisch físico 


Esta distinción, muy importante en la obra, es paralela a la 
muy común entre “psíquico” (lo que pertenece a la psique O 
la mente, lo que tiene índole psíquica) y “psicológico” (lo que 
pertenece a la psicología, y en especial lo psíquico considerado 
desde la psicología). Lo físico es lo que pertenece a la naturaleza 
física, lo que tiene índole física; en cambio lo físico es lo que 
pertenece a la ciencia de la física [Physik] (término que también 
dov siempre en cursivas con el fin de resaltar el parentesco entlt 
arabos), y en especial lo físico visto o considerado físicamente. 


PRESENTACIÓN 15 


desde e por la física. No hay, por desgracia, un término en 
castellano paralelo a “psicológico”, pues cl que correspondería 
está va dedicado a otra disciplina. 


vernúnftig racional 
Vernúinfiigheil racionalidad 
rational racional 


Rationalitátl racionalidad 


Razón, en el sentido de Vernunft (de donde se derivan ver- 
ninftig y Verninftigkeit), es, como lo digo en la Presentación de 
El artículo de la Encyclopwdia Britannica (cfr. p. 12), “la facul- 
tad o cualidad del conocimiento evidente (intuitivo, justificado, 
fundamentado...) o del que tiende a serlo”, mientras que, en el 
sentido de Ratio (de donde derivan rational y Rationalitát), “va 
¿ón es la facultad o la cualidad de los conocimientos o verdades 
“intelectuales”, en oposición a los empíricos o de hecho”. 


Tier animal (sust.) 
tierisch animal (adj.) 
Animal animal (sust.) 
animal animal (adj.) 


Baste decir que, según el modo como Husserl usa estos tér- 
minos, lo animal [Aerisch] comprende sólo a los brutos (los ani- 
males [Tiere]), no al hombre; pero el hombre es, sin embargo, 
junto con todos los animales, un animal [Animal], un “ser ani 
mado”, como traduce Gaos. 


personal personal 


Personalitát personalidad 
personalistisch personalista 
persónlich personal 
Persónlichkeit personalidad 


La diferencia de sentido es sutil, pero en algunos casos deci- 
siva. Personal” [personal] se refiere a los rasgos de la persona 
en general o en esencia, es decir, a los rasgos que pertenecen 
a toda persona; por su lado, “personal” [persónlich] se refiere a 
lo que pertenece a la persona en cuanto persona, pero en tanto 
que es una persona individual, concreta. 


16 PRESEN TACIÓN 
Materie materia 
materiell material 
Stoff materia 
stofflich material 


"Materie” y "materiell” tienen en alemán, e igualmente en el 
uso de Husserl. todos los sentidos que en español tienen “ma. 
teria” y “material”. Pero “Staff” y “stofflich” tienen en Husserl el 
sentido peculiar de la materia (y lo material) que, como las viven. 
cias de sensación, tiene cn la conciencia el papel de “soporte” 
de la forma dada por la aprehensión (o un papel análogo). 


Sinnlichkeit sensibilidad 
Empfindlichkeit sensibilidad 


“Sensibilidad” [Sinnlichkeit] es el término más general y con 
mayor tradición filosófica. Designa, o puede designar, cual. 
quier tipo de sensibilidad, o sea, no sólo la capacidad de tenero 
vivir sensaciones, sino también la de tener sentimientos y emo- 
ciones, por ejemplo. “Sensibilidad” [Empfindlichkeit], en cambio, 
solamente designa la nombrada en primer lugar. 

Por último, en notas al pie introducidas en los lugares corres- 
pondientes, me refiero al par de neologismos que creí conve: 
niente introducir: “valicepción” para “Wertnehmung” y "Wertne: 
hmen”, y “ubiestesia” para “Empfindniss”. No encontré en estos 
casos un término español existente que tuviera, ni forzadamen- 
te, el sentido que Husserl le da a las palabras. 

Hay otro neologismo que requiere una explicación especial: 
el de "intracomprensión” (e “intracomprender”) para traducir 
“Elnverstándnis” (y “einverstehen”). La elección estuvo aquí de- 
terminada por la conveniencia de conservar el parentesco con 
la traducción de los demás términos de la familia de “verstehen” 
[“comprender”, "emender”], como “Verstándnis”, *Verstandlich: 
kei” y “nachuerstehen”. Pero además, en el sentido que importa 
en el contexto en que Husserl utiliza estos términos en esta obra, 
"Einverstáindnis” no es precisamente un “acuerdo” o “consenso”, 
como suele traducirse la palabra, ni es siempre una “inteligencia 
mutua”, como la traduce Gaos, va que la “inteligencia” puede 
ser unilateral; la “intracomprensión” es justamente una especie 
de comprensión de o hacia el interior del otro o del cuerpo 
del otro. 


A _ — A _—_ o A o sd 2 


PRESENTACIÓN 17 


Algunas otras peculiaridades terminológicas de la traduc- 
ción se explican por sí solas en el Glosario. 

Debo decir, para terminar, que la traducción se benefició 
incalculablemente del trabajo que he venido desarrollando des- 
de hace más de tres años para elaborar un glosario que sirva 
de guía para traducir las obras de Husserl al español. En es- 
te trabajo han colaborado conmigo varios especialistas en el 
pensamiento y el lenguaje de Husserl, y quiero hacer público 
mi agradecimiento a Julia V. Iribarne y Mario A. Presas, de Ar- 
gentina, y a Agustín Serrano de Haro y Miguel García-Baró, de 
España, por las aportaciones que ya han hecho a ese trabajo y 
por las que estoy seguro que aún tendrán oportunidad de hacer. 
Naturalmente, por ahora (y acaso por desgracia) sigue siendo 
uno solo el único responsable de las elecciones terminológicas 
hechas aquí. 

Con Hans Rainer Sepp, de Friburgo, he contraído una deuda 
de gratitud por la generosa e inteligente respuesta que dio a mis 
'arias consultas y por el modo como resolvió mis turbaciones 
ante el alemán de Husserl. También debo dar las gracias a Mar- 
lene Rall por sus valiosos comentarios sobre ciertas cuestiones 
terminológicas clave. 

Agradezco como siempre a mis colegas del Departamento 
de Publicaciones del Instituto su siempre dedicado y siempre 
confiable trabajo en todos los aspectos relativos a la publicación 
del libro. 


Antonio Zirión Q. 
NOTA SOBRE LA SEGUNDA EDICIÓN 


En esta segunda edición se han corregido todas las erratas y 
errores de traducción que han sido advertidos por mí o que se 
me han hecho notar, y que he ido consignando poco a poco en 
la página de Internet dedicada a ello: http://www.filosoficas. 
unam.mx/”77irion/Err-12.html. Desde ahora quedarán también 
incluidos en esa página otros dos cambios hechos con vistas a 
esta segunda edición y que toman en cuenta los comentarios crí- 
ticos que formuló Agustín Serrano de Haro en su reseña de la 
obra, publicada en la revista madrileña Diálogo filosófico (no. +3, 


pro rrro aimio 


13 PRESENTACIÓN 


enero-abril 1999, pp. 122-128). Estos cambios consisten en la 
sustitución de “región” por “dominio”, “ámbito” o “sector” co. 
mo traducción de “Gebiet”, y en la sustitución de “estésico” por 
“estético” como traducción de “aisthetisch” en el título del Ter. 
cer capítulo de la Primera sección (y en todas las cornisas del 
capítulo que llevaban el mismo título). El primero se hace para 
evitar la confusión entre los diversos dominios o ámbitos de 
que se habla en la obra y las regiones ontológicas propiamente 
dichas, para las que Husserl utiliza el término de Region; el se. 
gundo, para que no se pierda la distinción entre dos términos 
prácticamente correlativos: “aesthetisch” (“estético”, en el senti. 
do más usual y también como lo sentido en cuanto sentido, a lo 
que Husserl llama también “sinnlich”, esto es, “sensible”, y “ais. 
thetisch” (que significa más bien lo “sentiente”, aplicado en este 
caso al cuerpo que siente). Ahora bien, no son éstos los únicos 
casos en que los señalamientos de Serrano de Haro me han pa- 
recido pertinentes y atendibles; pero sí los únicos en que, en mi 
opinión, el cambio era inevitable. Se conservan, entonces, otras 
traducciones que cuestiona en su reseña, entre las cuales las de 
mayor trascendencia son tal vez la de “Wertnehmung” como “va: 
licepción”, la de “Umbestimmung” como “redeterminación”, y la 
de “Personenverband” como “conglomerado de personas” (don- 
de la discusión versa realmente sobre la traducción de “Verband” 
como “conglomerado”). En estos casos, y en los demás a los que 
no me he referido aquí, creo que mis traducciones, si no per- 
fectas, no comprometen tampoco la comprensión de la obra.!' 
Aprovecho la ocasión para agradecerle una vez más a Agustín 
Serrano de Haro su reseña, que tan ejemplarmente responde al 
ideal, que compartimos, de propiciar una filosofía en español 


vital y rigurosa. 


A.Z.Q. 


17 El lector interesado en las razones que creo tener para sostenerlo puede 
acudir a la sección de Discusión en la entrada relativa a cada uno de esos !ér- 
minos en el GTH: Glosario guía para traducir a Husserl: http:/ ¿www.filosoficas. 
unam.mx/"gth/gthi.htm. 


INTRODUCCIÓN DEL EDITOR“ 


A la aparición de las Investigaciones lógicas (1901) siguió para 
E. Husserl un periodo de duda, de trabajo y de escasa actividad 
de publicación. En esta época se efectuó una de las grandes 
transmutaciones de su pensamiento, la cual se caracteriza por 
el descubrimiento de la “reducción fenomenológica”. En 1907 
dio su primera lección sobre este nuevo método: La idea de 
la fenomenología? Por vez primera en 1913, apremiado por sus 
colegas y estudiantes, Husserl se decidió a publicar el resultado 
de este desarrollo en una obra sistemática, que habría de ser a la 
vez el verdadero programa de la fenomenología: Ideas relativas 
a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica. 


Plan del primer proyecto 


La obra debía comprender tres libros, cuyo contenido fue deli- 
neado en la introducción del primero de la siguiente manera: 
El primer libro, la Introducción general a la fenomenología," está 


2 Esta Introducción vale tanto para el libro 11 como para el 111 de las /deas, 
o sea, también para el siguiente tomo. 

? Die Idee der Phánomenologie, cinco lecciones dictadas como introducción 
a “Hauptstúcke aus der Phánomenologie und Kritik der Vernunft” [“Fragmentos 
principales de la fenomenología y la crítica de la razón”), Gotinga, Semestre de 
Verano, 1907; editadas por Walter Biemel, Husserliana, t. 11, Martinus Nijhott, 
La Haya, 1950. [Versión española: La idea de la fenomenología. Cinco lecciones, 
trad. Miguel García-Baró, FCE, Madrid, 1982.) 

* Apareció primero en Max Niemeyer, Halle a.d.S. 1913, 2a. y 3a. edicio- 
nes inalteradas, 1922 y 1928; nueva edición que toma en cuenta las anotaciones 
de Husserl en sus ejemplares propios, de Walter Biemel, Husserliana, t. MI, 
Martinus Nijhoff, La Haya, 1950. [Versión española: /deas relativas a una feno- 


20 INTRODUCCIÓN DEL. EDITOR 


dedicado a las consideraciones metodológicas fundamentales 
pax] yal análisis de la conciencia pura (posibilitado por la / reduc. 
ción fenomenológica, la cual también se expone en detalle) 
Apareció publicado en 1913. 

En la introducción al primero, Husserl anuncia el segundo 
libro como sigue: “En el segundo libro tratamos a fondo algu. 
nos grupos de problemas particularmente importantes, cuya 
formulación sistemática y solución típica es la condición previa 
para poder aclarar real y verdaderamente las difíciles relaciones 
de la fenomenología con las ciencias físicas de la naturaleza, con 
la psicología y las ciencias del espíritu, pero, por otra parte, 
también con todas las ciencias aprióricas.”? Este libro debía 
contener por tanto dos partes: A) análisis, y B) consideraciones 
de teoría de la ciencia, para así, como prosigue Husserl en la citada 
introducción, “ahondar considerablemente en la comprensión 
de la fenomenología lograda en el primer libro y adquirir una 
noción incomparablemente más rica de su amplio círculo de 
problemas”. 

Del tercer libro se dice en dicho anuncio: “Un tercero y último 
libro está dedicado a la idea de la filosofía. En él se suscitará 
la intelección de que la genuina filosofía, cuya idea es realizar 
la idea del conocimiento absoluto, radica en la fenomenología 
pura, y esto en un sentido tan serio que la fundamentación 
y el desarrollo sistemáticamente riguroso de esta primera de 
todas las filosofías es la indeclinable condición previa para toda 
metafísica y restante filosofía —*que pueda presentarse como 


> e 


ciencia”. 


Posteriores alteraciones de este plan 


El texto de la presente edición comprende: 
gl . sq o. , . . .._” 
Libro 11: “Análisis fesnomenológicos sobre la constitución , 
en tres secciones; 


menología pura y una filosofía fenomenológica, trad. José Gaos, FCE, México, 1949 
(3a. ed., 1986). Del original alemán hay una nueva edición en Husserliana. 
t. 11/1 y 111/2, de Karl Schuhmann, Martinus Nijhoff, La Haya, 1976.) 

4. Ideen 1, p. 5. [En la versión española citada, p. 11. En ésta y las restantes 
citas hemos modificado la traducción.] 

* Loc, cit, [Versión española: pp. 11-12.) 


A 


INTRODUCCIÓN DEL EDITOR 21 


Libro III: “La fenomenología y los fundamentos de las cien- 
cias”. Por tanto, éste corresponde, de acuerdo con el proyecto 
original, a la segunda parte del segundo libro. Falta en cam- 
bio el tomo que debía estar dedicado a la “idea de la filosofía”. 
¿Cómo ocurrió este desplazamiento? 

En el Archivo Husserl se encuentra un manuscrito del se- 
gundo libro, que fue escrito en 1912, o sea, inmediatamente 
después del primer libro. Corresponde enteramente al anuncio 
citado. Para el tercer libro, sin embargo, no hay ningún manus- 
crito de esta época —y ciertamente, todavía en 1922 Husserl se 
atenía al plan original, como se desprende de sus anotaciones 
en su propio ejemplar de la segunda edición de /deas 1. 


¿Por qué no publicó Husserl el segundo libro al lado del prime- 
ro, si de hecho contenía los anunciados análisis fenomenológi- 
cos —efectuados sobre la base del método expuesto en el primer 
libro— y la delimitación de la fenomenología frente a las otras 
ciencias, empíricas y aprióricas? 

Mientras que la parte del segundo libro llamada temporal- 
mente “de teoría de la ciencia” se mantuvo intacta en las poste- 
riores reelaboraciones y fue conservada en la versión de 1912, 
Husserl retocó los análisis repetidamente desde 1912 hasta casi 
1928: la cuestión de la constitución de las objetividades en 
la conciencia se convierte durante esos quince años en un pro- 
blema principal de la filosofía husserliana y adquiere, para la 
fenomenología, un singular significado. No se trata ya del esbo- 
zo de “bosquejos fenomenológicos”, sino de que la verdadera 
tarea de la fenomenología consiste ahora en esclarecer la cons- 
titución de toda realidad. Ya en 1913, Husserl redacta primero, 
bajo el título de “Naturaleza y espíritu”, un gran manuscrito 
sobre el problema de la constitución; y los ejercicios de semina- 
rio de los años siguientes están dedicados ante todo a este tema. 
Lo que al comienzo solamente debía ser indicación y transición, 
fue creciendo hasta convertirse en una tarea independiente. Es- 
te desplazamiento es atribuible no solamente al hecho de que 


Íf. Sobre el concepto de constitución de Husserl, cfr. el artículo de E. FINk, 
“Das Problem der Phánomcenologie E. Husserls”, Rev. Intern. de Philosophie, 
1939, no. 2, pp. 237-238. 


Ixv/ 


Vw 


99 INTRODUCCIÓN DEL EDITOR 


Husserl no estuviera conforme con el primer esbozo del segun: 
do libro, sino a que amplió tanto los análisis de la constitución, 
que el tratamiento de las relaciones de la fenomenología con las 
ciencias ya no hallaba sitio en el segundo libro y por ello tuvo 
que ser considerado como libro tercero. La llamada “parte de 
teoría de la ciencia” / tomó así el lugar de aquella “filosofía pri- 
mera” anunciada en 1912 pero que no fue escrita en el marco 
de las “Ideas”. Cuando se habla de esa parte, Husserl remite, 
dentro de las redacciones posteriores, al “tercer libro” y ya no, 
como antes, a la "segunda parte del segundo libro”. El vasto 
manuscrito de un curso de 1922-1923 con el título “Filosofía 
primera” será publicado como un volumen independiente, ya 
que Husserl mismo dejó de considerarlo como perteneciente a 
las “Ideas”. 

El libro II, la “parte de teoría de la ciencia”, fue acogido sin 
cambios en todas las redacciones posteriores, y se basa por tanto 
enteramente en el primer esbozo de 1912. En lo que sigue se 
dará un breve panorama de las diferentes reelaboraciones del 
segundo libro. 

En la muy apretada exposición del manuscrito de 1912 se trata 
la constitución de la naturaleza intuitiva-sensorial y en conexión 
inmediata con ella la de cuerpo y alma. Con una repetición de 
los resultados principales de estos análisis, Husserl pasa luego 
a las ciencias correspondientes a estas objetividades, ciencias 
que por su lado son fundadas por las ciencias aprióricas. Estas 
últimas reciben a su vez, de la fenomenología, la dilucidación 
efectiva. 

En 1915, Husserl hizo una nueva redacción del segundo libro, 
en la cual recogió mucho del manuscrito de 1912, así como de 
sus manuscritos para los cursos de 1913 y 1915. Edith Stein, 
que desde 1913 se contaba entre las discípulas de Husserl, hizo 
(tal vez alrededor de 1916) una transcripción en escritura nor 
mal de este manuscrito estenografiado, para lo cual también 
recurrió al primer borrador de 1912 (para el tercer libro, ex: 
clusivamente a este último). Esa primera transcripción de Stein 
comprendía 294 páginas tamaño folio para el segundo libro, y 
238 páginas para la “parte de teoría de la ciencia”. La primera 
transcripción que hizo Stein del segundo libro no se conserva 
completa: incluía los $$ 1-17 del texto que aquí se presenta, del 


A 


INTRODUCCIÓN DEL EDITOR 23 


$ 18 solamente la introducción, la primera mitad del punto a) y 
el punto f) entero, volvía luego a corresponder en los $$ 19-33, 
sólo que el 25 y el 33 eran menos extensos. En el $33 se corta 
el texto de la redacción de 1915;* / la primera redacción de 
Stein prosigue luego con el manuscrito de 1912, y corresponde 
Justamente al Anexo 1 del Tercer Libro, cuyo primer parágrafo 
se tomó como $34, etc., hasta el $6 que quedó como $39 de la 
primera redacción de Stein. 

Probablemente en 1918, Edith Stein hizo una segunda re- 
dacción del segundo libro, igualmente en escritura normal en 
hojas tamaño folio, pero de más del doble en extensión que la 
primera (más de 700 páginas). Ésta correspondía ya, a grandes 
rasgos, al texto que se presenta aquí, prescindiendo de los ane- 
xos. Mediante la inclusión de numerosos manuscritos distintos, 
Stein amplió los $$ 18, 25 y 33, y agrupó el texto en forma to- 
talmente nueva a partir de la página 143. De aquí en adelante 
no había ya para la segunda sección un manuscrito ininterrum- 
pido. En los $5 34 y 36-40 utilizó pasajes sueltos de su primera 
redacción. A partir del 833, las últimas hojas del manuscrito de 
1912 y 1915 se agruparon con numerosos manuscritos distintos, 
sobre todo de los años de la guerra, cuyas fechas llegan hasta 
enero de 1917. Es de suponer que Husserl le dio a Edith Stein 
una selección de manuscritos cuyo empleo dejó a su discreción, 
Ya en los primeros 33 parágrafos, todavía relativamente unita- 
rios según el manuscrito, fueron acogidas partes del borrador 
de 1912 en un cruzamiento a primera vista asombroso; para 
la segunda mitad de la sección se alternan, unos con otros, los 
más diferentes manuscritos. Este proceder, que corresponde a 
la reanudación, el recomienzo y la anticipación de la marcha 
del pensamiento, recibe su justificación cuando uno reflexio- 
na sobre lo dicho por Husserl: (es) “un resultado importante 
de nuestra consideración, que la naturaleza” y el “cuerpo”, en su 
entrelazamiento con éste también el alma, se constituyen en corre- 
ferencia unos a otros, a la vez que unos con otros”.£ La unidad de 


* En la edición alemana se hace referencia aquí a un cuadro sinóptico del 
manuscrito que aparece al final de la obra, y que no se incluye en la presente 
edición en español. 

YX Véase la conclusión del $4 del Anexo 1 del tercer libro. 


/ANU/ 


xVII/ 


94 INTRODUCCIÓN DEL EDITOR 


la constitución de cosa, cuerpo y alma, su “simultaneidad”, que 
hay que entender bien, excluye toda teoría de estratos psicolo. 
gista; en el primer borrador ella está enfatizada con más fuerza 
que en las versiones posteriores. 

Para la tercera sección (“La constitución del mundo espi- 
ritual”) tenemos de nuevo un gran manuscrito principal de 
Husserl, aun cuando Edith Stein también incluyó aquí otros 
análisis para ampliarlo. Si bien este manuscrito ya está escrito 
en 1913 (casi exclusivamente en escritura normal, en pliegos 
tamaño folio), fue considerado por vez primera en la segunda 
redacción de Stein, y justo las hojas parcialmente no escritas 
han sido intercaladas en la versión de Stein. 

En 1924 parece entonces haber descansado el trabajo en las 
“Ideas 1”. Solamente en la tercera sección de la segunda ver- 
sión de Stein incorpora Husserl anotaciones, complementos, 
modificaciones. 

En 1924-1925, el profesor Ludwig Landgrebe, que un año 
antes se había convertido en el asistente particular de Husserl, 
hizo una transcripción a máquina de las “Ideas 11 y 111”, tal co- 
mo se hallaban en el manuscrito de Edith Stein. Como se dijo, 
Landgrebe tuvo que tomar en cuenta, ante todo, propuestas 
de cambios de Husserl en la tercera sección, así como un gru- 
po de hojas suplementarias, y comparó también el texto con los 
originales para eliminar errores de escritura. Landgrebe no em- 
prendió ampliaciones independientes del texto principal, pero 
sí incluyó como anexos numerosos manuscritos y partes de ma- 
nuscritos: tanto textos paralelos como textos que están cerca 
de las “Ideas” en cuanto al contenido, pero que se salen de su 
planteamiento inmediato de los problemas y echan miradas so- 
bre el círculo de cuestiones que las rodean. Además, incorporó 
en los anexos las partes de los manuscritos no acogidas en el 
texto; así, por ejemplo, teniendo a la mano el Anexo I del tercer 
libro, puede reproducirse el primer borrador en su frescura y 
originalidad peculiares./ 


Á En relación con el origen y colocación de los anexos, y en general en 
relación con la descripción más detallada del manuscrito y las redacciones, 
véase el Apéndice Crítico al final del volumen. 


INTRODUCCIÓN DEL EDITOR 25 


Para el texto de la presente edición tuvo que servir como base 
la redacción de Landgrebe, ya que es la más tardía y la más 
completa. Fue necesaria una nueva transcripción, en vista de los 
numerosos complementos, anexos y anotaciones que Husserl 
añadió a esta versión entre 1924-1928, Estas adiciones fueron 
ya transcritas por el profesor $. Strasser a partir de la versión 
estenográfica. 

En la incorporación de posteriores añadidos se procuró for- 
mar un texto lo más completo posible, sin romper / la unidad 
de la obra. Las anotaciones fueron por ello manejadas según 
los principios siguientes: 


1) Las rectificaciones y los complementos pudieron casi siem- 
pre ser acogidos inmediatamente en el texto. 

2) Las perspectivas sobre nuevos círculos de problemas y las 
observaciones críticas fueron dadas en las notas al pie. 

3) Las hojas añadidas que no podían ser inmediatamente 
acogidas en el texto, fueron incorporadas como anexos, e igual- 
mente algunos pasajes que Husserl tachó en la versión de Land- 
grebe, así como partes de los manuscritos no recogidas en el 
texto principal. 

4) Las observaciones terminológicas y las anotaciones Críti- 
cas, que externan insatisfacciones sin dar una nueva exposición, 
fueron recogidas en el apéndice crítico. 


En el apéndice crítico se informa acerca de todas las adi- 
ciones que Husserl hizo en la redacción de Landgrebe (o sea 
después de 1924), en la medida en que son de interés en cuanto 
al contenido y no solamente mejoran el estilo o la redacción. 
Ahí en todo caso se dará cuenta de las variantes de las diferentes 
versiones, así como de las pocas intervenciones en el texto que 
fueron indispensables durante la edición. 

Por lo demás, se evitó en lo posible las intervenciones más 
o menos independientes; ni siquiera las repeticiones fueron ta- 
chadas, cuando no se trataba demostrablemente de un doble 
empleo de uno y el mismo manuscrito. Las libertades en la 
redacción que Husserl concedía a sus asistentes, nos permiti- 
mos tomarlas solamente en la medida en que Husserl mismo 
haya tenido la posibilidad de revisar tales intervenciones. Las 
peculiaridades estilísticas no fueron alteradas, e igualmente, en 


[XIN/ 


IX 


26 INTRODUCCIÓN DEL. EDITOR 


todos los casos en que la “precisión gramatical” podía alterar 
el sentido, se mantuvo la puntuación inicial; en casos de duda 
se volvió también al original, y en suma, todo el texto fue una 
vez más comparado con los manuscritos hasta donde éstos se 
han conservado (aproximadamente cuatro quintas partes). 

La división del texto en parágrafos fue tomada de la versión 
de Landgrebe; procede en gran parte ya de las redacciones de 
Stein, que también fueron la base para la división del libro 11 
en secciones y la del libro lll en / capítulos. La división en ca- 
pítulos del libro Il, en cambio, fue asentada por Husserl en 
la versión de Landgrebe sólo someramente: en la primera sec. 
ción, Husserl señala los cortes y los encabezados casi completos; 
en la segunda sección, los cortes e indicaciones a modo de cla- 
ves para el título; en la tercera sección anota solamente vagas 
insinuaciones en el índice de Landgrebe, y estos encabezados 
de capítulo proceden, pues, del editor. El título de los libros 
procede igualmente del editor. 

El agradecimiento más encarecido le corresponde en primer 
lugar al director del Archivo Husserl, profesor H.L. Van Breda 
O.F.M., que impulsó y dirigió constantemente los trabajos. De 
igual modo, quiero agradecer sinceramente al profesor Ludwig 
Landgrebe, de Kiel, quien nos dio datos e indicaciones de gran 
valor, así como a los colaboradores del Archivo: doctora L. Gel- 
ber, doctores $. Strasser y Sra., y a mi esposo, Walter Biemel, 
cuyo consejo y ayuda fue en todo momento de gran valor. 


ko y > 


Durante el 40, Congreso de la UNESCO (París, 1949), la asamblea 
general resolvió encomendar al Director General el fomento de la co- 
laboración internacional en la región de la filosofía y las ciencias del 
espíritu. 

En el marco de la ejecución de esta resolución, la UNESCO ha otor- 
gado al Archivo Husserl una subvención financiera para los trabajos 
preparatorios de la edición de los manuscritos de Husserl, a instan: 
cias del C.1.P.S.H. -al cual le fue recomendada la subvención por la 
Fédération Internationale des Sociétés de Philosophie. 


Lovaina, MARI Y BIEMEL 


Libro Segundo: 


Investigaciones fenomenológicas 
sobre la constitución 


SECCIÓN PRIMERA: 


LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


CAPÍTULO PRIMERO 


LA IDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL! 


$ 1. Delimitación provisional de los conceptos de naturaleza y de 
experiencia (exclusión de los predicados de significación) 


Comenzamos nuestras nuevas discusiones con la NATURALEZA, y 
justamente en cuanto OBJETO DE LA CIENCIA DE LA NATURALEZA. La 
naturaleza es, se dirá ante todo, EL “ORBE” ESPACIO-TEMPORAL EN 
SU TOTALIDAD, EL DOMINIO TOTAL DE LA EXPERIENCIA POSIBLE: por ello 
las expresiones ciencia de la naturaleza y ciencia de experiencia 
suelen usarse como sinónimas.? 
El orBE abarca todo lo “mundano”, pero no todo en senti- 
do pleno, no todos los objetos individuales en general.? Hay 
por tanto que preguntar: ¿cómo se determinan precisamente 
la naturaleza y la percepción de la naturaleza, la experiencia 
de la naturaleza? Ahora bien, desde un principio dijimos que 
LA NATURALEZA ES EL. CAMPO DE LAS REALIDADES TRASCENDENTES, y JUS- 
tamente de las ESPACIO-TEMPORALES. Pero, como en seguida se 
pondrá de manifiesto, el concepto de la objetividad espacio- 
temporal real no es suficiente. De inmediato se echa de ver que 
NO TODOS LOS PREDICADOS que es posible atribuir con verdad a LAS 
REALIDADES ESPACIO-TEMPORALES, y que realmente les atribuimos, 
pertenecen ya por eso a la esencia del objeto de la naturaleza / 
que es el correlato de la idea de la ciencia de la naturaleza. Mas 
nuestra consideración debía atenerse a la naturaleza en el sen- 
tido de esta correlación. Ahora bien, no es de ninguna manera 
propio del carácter de esta ciencia restringirse arbitrariamente 
en la selección de sus objetos o de los predicados que correspon- 
den a sus objetos. Más bien se encuentra en su base UNA IDEA ESEN- 
CIAL DE NATURALEZA, bien que una idea no definida. Correlativa- 


12/ 


A 


32 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


mente: la conciencia que funciona como experiencia científico. 
natural y por ello también como pensamiento de experiencia 
científico-natural, tiene SU UNIDAD FENOMENOLÓGICA ESENCIAL, 
Esta conciencia tiene su correlato esencial en la naturaleza; 
una “APERCEPCIÓN” dominante DETERMINA de antemano QUÉ €s 
y qué no es objeto científico-natural, y por ende qué es y qué 
no es naturaleza en el sentido científico-natural. Esto es lo 
que se trata de aclarar. En este respecto es desde luego eviden. 
te que TODOS LOS PREDICADOS que le atribuimos a las cosas bajo 
los rubros de encanto, belleza, utilidad, conveniencia práctica, 
perfección, quedan completamente fuera de consideración (va- 
lores, bienes, finalidades, instrumentos, bueno-para-algo, etc.). 
Éstos no le conciernen al investigador de la naturaleza; no per- 
tenecen a la naturaleza en su sentido. 


$ 2. La actitud cientifico- natural como actitud teórica 


Esto se comprenderá cuando consideremos más detenidamente | 
el CARÁCTER DE LA ACTITUD del sujeto que intuye y piensa de mo- | 
do científico-natural; mediante la descripción fenomenológica | 
de esta actitud reconoceremos que lo que él llama NATURALE- 
ZA es precisamente el correlato intencional de la experiencia 
ejecutada en EsTA actitud. Ensayamos primero la siguiente FOR- 
MULACIÓN: LA ACTITUD TEMÁTICA DE LA EXPERIENCIA y la investigación 
experimental NATURALES del CIENTÍFICO DE LA NATURALEZA, €s la ac- 
titud DÓXICO-TEÓRICA.* Frente a ella hay OTRAS ACTITUDES, a saber, 
la actitud valorativa (la que, en el más amplio sentido, valora lo 
bello y lo bueno) y la actitud práctica. Obviamente, hablar de ac- 
titudes remite al sujeto respectivo, y conforme a ello hablamos 
del SUJETO TEÓRICO O TAMBIÉN COGNOSCENTE, del SUJETO VALORATIVO 
y PRÁCTICO. 

/3/ La NATURALEZA ESTÁ AHÍ PARA El. SUJETO TEÓRICO; pertenece a 
la esfera de sus correlatos. Claro está que eso no quiere decir 
simplemente que la naturaleza quede ya perfectamente determi- 
nada como correlato de un sujeto teórico, de un sujeto cognos- 
cente posible. La naturaleza es objeto del conocimiento posible, 
pero no agota el reino total de tales objetos. LA NATURALEZA 
COMO MERA NATURALEZA NO INCLUYE VALORES, OBRAS DE ARTE, €tC. 


LA IDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL. 33 


que son, sin embargo, objetos de conocimiento y ciencia posi- 
bles. Pero consideremos inicialmente lo general. 


$ 3. Análisis de la actitud teórica, del interés teórico 5 


ACTITUDTEÓRICA: ¿qué quiere decir esto? La actitud teórica no es- 

tá meramente determinada por las vivencias de conciencia que 

designamos como actos dóxicos! (objetivantes), como actos de re- 

presentación, de juicio, de pensamiento (con lo cual queremos 

ahora tener a la vista siempre actos no-neutralizados);? pues en 

la actitud valorativa y práctica se presentan también vivencias 

dóxicas.? Más bien lo CARACTERÍSTICO estriba EN La MANERA COMO 
tales vivencias son EJECUTADAS en la función de conocimiento. 
Esto no solamente ocurre en general de tal modo que una mi- 
rada del sujeto se dirige a través de ellas a lo representado, lo 
percibido, recordado, pensado; más bien el sujeto vive en estos 
actos de una manera fenomenológicamente señalada. Una cosa 
es ver, esto es, en general, vivenciar, experimentar, tener en el 
campo de percepción, y otra ejecutar el ver en el sentido espe- 
cial, percatándose, “vivir” en el ver de una manera eminente, 
actuar en cuanto yo en el sentido especial “creyendo”, juzgan- 
do, ejecutar un acto de juzgar como un cogito, estar dirigido a 
lo objetivo con mirada activa, el estar-dirigido específicamen- 
te MENTANTE. Una cosa es tener en general conciente que el 
cielo azul es, y otra vivir en la ejecución del juicio —el cielo 
es ahora azul— percatándose, captando, mentando específica- 
mente. A las vivencias dóxicas en esta actitud, en este modo de 
ejecución (yo pienso, yo ejecuto un acto en el sentido específi- 
co, yo pongo el sujeto / y pongo a continuación el predicado, 
y así sucesivamente), las llamamos actos teóricos. En ellos, un 


% Sobre el concepto de neutralización, cfr. “Ideen”, Libro 1, p. 264 ss. 
(222 ss.) <El primer número de página se refiere a la nueva edición, amplia- 
da, de Husserliana; el número de página que aparece entre paréntesis, a la 
publicación de la editorial Niemeyer.> [La “nueva edición” en Husserliana a 
la que se refiere la editora es la de Walter Biemel de 1950, y no, obviamen- 
te, la de Karl Schuhmann de 1976 (que trae en los márgenes, por cierto, los 
números de página de la edición original de Niemeyer). En estas notas doy 


también la referencia de la versión castellana citada en la Presentación: /deas 
(Libro primero), p. 258 ss.] 


14/ 


__—FZ 22 


34 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL, 


objeto no está solamente ahí sin más para el yo, sino que el yo 
está, en cuanto yo, dirigido a él PERCATÁNDOSE (luego pensando, 
poniendo activamente), y con ello a la vez CAPTANDO; en cuanto 
yo “teórico”, es objetivante en el sentido actual. $ 


$ 4. Actos teóricos y vivencias intencionales “predadoras”? 
Supongamos que el sujeto (aquí entendido siempre como el 
ego que pertenece inseparablemente a todo cogito,*% como suje- 
to puro) es sujeto teórico en este sentido, cosa que no siempre 
es. Que es por ende “OBJETIVANTE” en el sentido específico: que 
capta y pone como existente (en el modo de validez de la men. 
ción de ser) una objetividad del sentido respectivo, y además 
la determina en síntesis explicitadoras, eventualmente en for. 
ma predicativajudicativa.!! Entonces, empero, la objetividad 
de que se trata ya está, ANTES de estos actos teóricos, consti- 
tuida concientemente mediante ciertas vivencias intencionales, 
y, no obstante, en modo alguno mediante todas las que en el 
sujeto puro pueden distinguirse como referidas a esta objeti- 
vidad. Con otras palabras: que éstas estén referidas a ella no 
quiere decir QUE LA MIRADA DEL MENTAR ESPECÍFICO, IMPERANTE EN 
TODOS LOS ACTOS TEÓRICOS, pase por así decirlo a través de ellas; 
más bien, pasa solamente a través de aquellas que para el ob- 
jeto teóricamente captado como tal son dadoras de sentido o 
determinantes. Las vivencias restantes, por ejemplo VIVENCIAS 
DE EMOCIÓN, vivencias de esta o aquella especie particular, son 
vivenciadas, y en cuanto vivencias intencionales son también 
CONSTITUYENTES; constituyen para el objeto de que se trata NUE: 
VOS ESTRATOS OBJETIVOS, pero estratos HACIA LOS CUALES EL SUJETO 
NO ESTÁ EN ACTITUD TEÓRICA; SON, pues, vivencias que no CONSTI- 
TUYEN el respectivo OBJETO TEÓRICAMENTE MENTADO Y JUDICATIVA- 
MENTE DETERMINADO COMO TAL (o no ayudan, en función teórica, 
a determinar este objeto). Sólo mediante un GIRO DE LA MIRA- 
DA TEÓRICA, mediante un cambio del interés teórico, salen ellas 
/5/ del / estadio del constituir!? preteórico al del teórico; LOS NUE: 
VOS ESTRATOS DE SENTIDO ENTRAN EN EL MARCO DEL SENTIDO TEÓRICO: 
un objeto nuevo, un objeto mentado en un sentido nuevo y más 


b Cfr. p. 8. 


LA IDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL 35 


propio, es objeto de la captación y la determinación teórica en 
nuevos actos teóricos. Aquí la ENTERA INTENCIÓN DE LA CONCIENCIA 
es una intención esencialmente CAMBIADA, y también los actos 
responsables de las OTRAS daciones de sentido han experimen- 
tado una MODIFICACIÓN FENOMENOLÓGICA. Se pone de manifiesto 
en qué medida es ésta una situación necesaria en el hecho de 
que INCLUSO LOS ACTOS TEÓRICOS, con los cuales el sujeto puro se 
refiere a un objeto dado, delimitado con un sentido constitutivo 
(por ejemplo, un objeto de la naturaleza), ya se presenten como 
actos que confieren el papel de sujeto o de atributo, como actos 
de coleccionar, de poner en relación, o como actos de otra ín- 
dole, EJERCEN AL PUNTO TAMBIÉN UNA OPERACIÓN CONSTITUYENTE; Se 
constituyen objetividades “CATEGORIALES” (en un sentido entera- 
mente determinado: objetividades de pensamiento), las cuales, 
sin embargo, sólo se convierten por su lado en OBJETOS TEÓRICOS 
precisamente cuando el sujeto teórico se orienta, mentándolas, 
hacia estas nuevas objetividades (ante todo, pues, estados de co- 
sas, colecciones, etc.), cuando ejecuta, pues, nuevos actos que 
las captan en su ser y las determinan teóricamente, es decir, 
actos-de-sujeto, actos-de-predicado, etc., de un nivel superior. 
Con referencia a estos actos de nivel superior —siempre ini- 
ciados por giros de la mirada del mentar específico, que po- 
drían decirse una especie propia de “reflexión”—,* las objeti- 
vidades categoriales constituidas mediante los actos teóricos 
precedentes son PREDACIONES. (Esta situación rige también, en 
forma análoga, en otros casos en que la función de preconstitu- 
ción es ejercida por actos emotivos.) Si tiene lugar el giro de 
la mirada, entonces los actos predadores, en nuestro caso los 
categoriales, han transcurrido ya en su modalidad de ejecución 
primigenia; ya no son ahora pasos actuales del mentar / es- 
pontáneo y el determinar teórico, del poner el sujeto, poner 
el consecuente, del coleccionar paso a paso, etc.; están vivos 
solamente en otra forma esencialmente modificada del tener 
“todavía” conciente lo constituido y mantenerlo asido (como 


* “Reflexión” se toma aquí en un sentido ampliado, que no comprende 
solamente la captación de actos, sino todo “giro retrospectivo”, toda desviación 
de la dirección natural de la actitud hacia el objeto. Por ejemplo, aquí entraría 
también el volverse hacia los noemata, cuya multiplicidad trae la cosa idéntica 
a la aparición. 


/6/ 


Í vá 


36 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


también ocurre ya en la conformación continuada de los ac. 
tos categoriales respecto de los que los preceden en la cadena) 
y además precisamente en la forma del proyectar un rayo de 
mención sobre sus “resultados” sintéticos. 

Estas difíciles relaciones tienen que ser, pues, bien compren. 
didas y atendidas. “Tiene uno que caer en la cuenta de que EN La 
PECULIARIDAD DE LA ACTITUD TEÓRICA Y DE SUS ACTOS TEÓRICOS (Cuyo 
ejercicio hace del sujeto un sujeto teórico) reside EL QUE EN CIERTA 
MANERA SE ENCUENTREN EN ELLOS DE ANTEMANO 1.08 OBJETOS que por 
primera vez LLEGAN A SER teóricos. Así pues, preteóricamente ya 
hay objetos constituidos, sólo que no son objetos teóricamente 
apropiados, mentados en el señalado sentido, y menos aún ob- 

jetos de actos que los determinen teóricamente. 

Como se desprende de lo que se acaba de decir, LOS 0BJ£TOS 
“PREDADOS” MISMOS PUEDEN “PROCEDER” PRIMIGENIAMENTE DE ACTOS 
TEÓRICOS, O sea, pueden ser ya en este respecto objetos teóricos, 
Esto puede suceder de diferentes maneras; ante todo en la for- 
ma siguiente: tales objetos teóricos acaban de ser constituidos 
primigeniamente en actos teóricos ejecutados “propiamente” 
(esto es, espontáneamente) y acto seguido una mirada de men- 
ción captadora del sujeto teórico se dirige a lo así constituido, 
Esto es posible porque los pasos espontáneos singulares de los 
actos permanecen, tras su ejecución, retencionalmente mante- 
nidos en la conciencia, y justamente en la forma modificada de 
estados PASIVOS, y porque, por último, al final de todo el pro- 
ceso de pensamiento se halla un estado unitario de conciencia 
que, en analogía a una simple representación, puede fungir co- 
mo conciencia que predá, y puede adoptar una nueva dirección 
teórica de la mirada a su objeto conciente unitariamente en él. 

Pero manifiestamente son también posibles otros casos. Así, 
por ejemplo, un estado de cosas constituido con anterioridad 
en el pensar / espontáneo y articulado puede “volver a emer- 
ger” en la forma de una OCURRENCIA recordativa, Lo hace en 
el medio de una modificación reproductiva del estado que es 
resultado final del pensar anterior, y ésta funge ahora como 
conciencia predadora para los actos de la nueva actitud teórl- 
ca. Lo mismo sucede con “ocurrencias” teóricas en las cuales 
emergen como certezas, posibilidades o probabilidades, estados 
de cosas NuEvos, es decir, no meramente vueltos a representa! 


LA IDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL 37 


recordativamente, y fungen como 'estímulo' para el pensar refe- 
rido a ellos. Obviamente, LAS PREDACIONES de actos cualesquiera 
de una actitud teórica (en otras palabras, los actos categoria- 
les ejecutados en primigenia espontaneidad del pensamiento) 
NO PUEDEN REMITIR SIEMPRE A ACTOS TEÓRICOS de los cuales proce- 
dan. LLEGAMOS, PUES, EN TODO CASO, A OBJETIVIDADES PREDADAS QUE 
NO PROCEDEN DE ACTOS TEÓRICOS, que sc constituyen por ende en 
vivencias intencionales que no les imprimen conformaciones 
lógico-categoriales de ninguna índole. 

Hasta aquí sólo hemos hablado de predaciones de actos teó- 
ricos. Pero lo mismo vale también respecto de otros actos es- 
pontáneos y sus predaciones;!* la discusión requiere aquí, pues, 
de un complemento. Paralelamente a la actitud teórica, corren 
como posibilidades la actitud axiológica y la actitud práctica. En 
este respecto pueden comprobarse resultados análogos. Áctos 
valorativos (en lo posible tomados en sentido amplio como cua- 
lesquiera actos de agrado y desagrado, de cualesquiera tomas 
de posición de la esfera emotiva y de cualesquiera síntesis ejecu- 
tadas en la unidad de una conciencia emotiva y esencialmente 
propias de ella) pueden referirse a objetividades predadas, y en 
ello su intencionalidad se muestra a la vez como constitutiva 
para objetividades de nivel superior, análogas a las objetivida- 
des categoriales de la esfera lógica. Nos las vemos, pues, con 
una clase de objetividades que se constituyen como produc- 
tos espontáneos, como conformaciones politéticas de los actos 
politéticamente unificados (enlazados en la unidad de un acto 
constituyente) que las producen. No son solamente, en general, 
objetividades fundadas y en ESTE sentido objetividades de nivel 
superior, sino / objetividades que precisamente se constituyen 
primigeniamente como productos espontáneos y que sólo co- 
mo tales pueden venir a darse originariamente.!! 

Aclarémonos esto con un ejemplo. Pusimos antes en con- 
traposición el mero tener conciente en la visión el cielo azul 
y la ejecución teórica de este acto.* Dejamos de ejecutar el ver 
de esta manera señalada cuando, viendo el cielo azul resplande- 
ciente, vivimos en el arrobo ante él. Si hacemos esto, no estamos 
en la actitud teórica o cognoscente, sino en la actitud emotiva. 


4 Cfr. p.3. 


/8/ 


19/ 


38 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


A la inversa, bien puede haber agrado mientras nos hallamos 
en actitud teórica, cuando como físicos estamos dirigidos, obser. 
vándolo, al cielo azul resplandeciente; pero entonces no vivimos 
en el agrado. Ésta es una modificación fenomenológica esen. 
cial del agrado, o del ver y el juzgar, según la cual pasamos de 
una actitud a la otra. ESTE PECULIAR CAMBIO DE ACTITUD PERTENE. 
CE COMO POSIBILIDAD IDEAL A TODOS LOS ACTOS, y en todos ellos le 
corresponde la modificación fenomenológica correspondiente, 
Es decir, todos los actos que no son desde un principio teóri. 
cos, pueden convertirse en actos teóricos mediante un cambio 
de actitud. Podemos contemplar un cuadro “disfrutándolo”, 
Entonces vivimos en la ejecución del agrado estético, en la ac- 
titud de agrado, que precisamente es una actitud “disfrutante”. 
Podemos luego, con los ojos del crítico de arte o del historiador 
del arte, juzgar el cuadro como “hermoso”. Entonces vivimos 
en la ejecución de la actitud teórica, judicativa, y ya no en la 
actitud valorativa, en la actitud del agrado. Si entendemos por 
“VALORAR”, “APRECIAR”, el comportamiento emotivo, y justamen:- 
te como un comportamiento EN EL CUAL VIVIMOS, entonces no se 
trata de un acto teórico. Si lo entendemos, como EQUÍVOCAMEN- 
TE sucede con frecuencia, como un tener-por-valioso judicativo, 
eventualmente como un predicar sobre el valor, entonces con 
ello se expresa un comportamiento teórico y no un comporta- 
miento emotivo. En el último caso, en el juicio sobre el valor, tal 
como nace de la actitud del abandono puramente disfrutante, 
la obra de arte es objetiva de una manera totalmente distinta: 
es intuida, pero / no solamente intuida sensiblemente (no vi- 
vimos en la ejecución de la percepción), sino AXIOLÓGICAMENTE 
INTUIDA. En el abandonarse activo del estético “estar-ocupado- 
con-ella-en-el-agrado”, del gozo estético entendido como acto, 
el objeto, dijimos, es objeto del disfrute. Por otro lado, en el juz: 
gar estético, en el estimar, ya no es objeto en el mero abandono 
disfrutante, sino objeto en el sentido particular doxotético: lo 
intuido está dado con el carácter de la amenidad estética como 
propiedad suya (constituyente de su ser-así). Ésta es una nueva 
objetividad “teórica”, y justamente una objetividad peculiar de nt 
vel superior. Viviendo en el INTUIR MERAMENTE SENSIBLE, €l del 
nivel inferior, ejecutándolo teóricamente, tenemos UNA MERA CO: 
sa captada teóricamente de la manera más simple. Pasando 4 la 


LA IDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL 39 


captación de valor y al juicio de valor estéticos, tenemos más 
que una mera cosa; tenemos la cosa con el carácter del valor co- 
mo propio de su ser-así (o con el predicado expreso del valor), 
tenemos una cosa valiosa. Este objeto de valor, que en su sentido 
objetivo encierra el carácter de la valiosidad como propio de su 
ser-así, es el correlato de la captación teórica del valor. Es por 
tanto un objeto de nivel superior. Observamos que el juicio de 
valor original-general, hablando en términos generales, toda 
CONCIENCIA QUE ORIGINARIAMENTE CONSTITUYE UN OBJETO DE VALOR 
COMO TAL, posee en sí necesariamente un COMPONENTE que per- 
tenece a la ESFERA EMOTIVA. La más primigenia constitución de 
valor se ejecuta en la emoción como aquel abandono disfrutan- 
te preteórico (en un sentido amplio de la palabra) del sujeto-yo 
sensible, para el cual ya desde hace décadas he usado en clase la 
expresión valicepción.* La expresión designa, pues, dentro de 
la esfera del sentimiento, un análogo de la percepción, la cual 
representa en la esfera dóxica el primigenio estar (captante) del 
yo cabe el objeto mismo. Así, en la esfera emotiva, aquel sen- 
tir en el cual el yo vive en la conciencia el estar cabe el objeto 
*mismo' sintiendo, y esto es precisamente lo que se quiere decir 
al hablar de disfrute. Empero, tal como hay por así decirlo un 
representar a distancia, un mentar representativo vacío que no 
es en sí mismo un estar cabe, así hay un sentir vacío referido a 
objetos; y así como aquél se cumple en el representar intuitivo, 
así el sentir vacío / se cumple mediante el disfrute. En ambos 
lados tenemos intenciones paralelamente aspirativas: el aspi- 
rar representativo (cognoscente, que tiende al conocimiento) 
y el valorativo, que tiende a la expectativa, al disfrute. Á esta 
similitud debía dar expresión el paralelismo de las expresiones 
percepción - valicepción. Sentir el valor sigue siendo la expre- 
sión más general para la conciencia del valor, y en cuanto sentir, 
se encuentra en todos los modos de dicha conciencia, incluso 
en los no originarios. 

A este respecto también hay que advertir que hasta en una 
conciencia valiceptiva (y, en giro dóxico, intuitiva del valor), 


* Como en el original, construyo la expresión “valicepción” (en alemán 
"Wertnehmung”) en analogía con “percepción” (en alemán “Wahrnehmung”). 
Ésta remite a un “tomar (recibir, acoger) lo verdadero”; aquélla quiere remitir 
a un “tomar (recibir, acoger) lo valioso (o el valor)”. 


/10/ 


A 


40 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL. 


la intuición puede ser “inadecuada”, o sea, anticipativa y pro. 
vista por ello de horizontes del sentimiento que se adelantan 
en vacío, a semejanza de una percepción externa. En una mi. 
rada capto la belleza de un gótico antiguo, belleza que sólo 
capto plenamente en la valicepción ininterrumpida, cuyo giro 
dóxico correspondiente suministra una plena intuición de va. 
lor. Finalmente, la mirada fugaz puede ser anticipativa de modo 
totalmente vacío, preapresar la belleza, por así decirlo, a partir 
de un indicio, sin que sea realmente captado lo más mínimo. Y 
esta anticipación del sentimiento le basta ya a un giro dóxico ya 
la predicación.!% Lo mismo ocurre por todas partes. Incluso en 
la esfera de la voluntad. Es la diferencia entre el querer actual, el 
vivir en la actitud volitiva, y, en actitud teórica, poner y juzgar lo 
querido como algo prácticamente exigido, y casos por el estilo, 
Podemos vivir en el resolverse volitivo o en el hacer que lo lleva 
a efecto: entonces están presupuestos ciertos actos representa- 
tivos, eventualmente actos de pensamiento de diferente nivel, y: 
actos valorativos. Pero en conjunto son actos que no son ejecu- 
tados en el sentido señalado. La ejecución propiamente dicha 
radica en el querer y el hacer. La actitud cambia y se vuelve 
teórica cuando echamos una mirada teóricamente captanteala 
resolución y a la acción y similares, y eventualmente juzgamos 
sobre la base de este comportamiento teóricamente intuitivo o 
representativo. 

De hecho, se trata aquí de PECULIARIDADES ESENCIALES gene: 
rales que pertenecen a todos los actos edificados de modo 
fundado. El sujeto que vivencia puede ante todo, en general, 
, vivir en la ejecución de un acto, y a ello es equivalente la ex- 

11/ presión: el yo está / DIRIGIDO en el SENTIDO SEÑALADO a lo dado 
objetivamente, está abandonado a lo objetivo. En ello, lo ob- 
jetivo está conciente como caracterizado de diferente manera 
según la especie fundamental del acto: OBJETO DE JUICIO, OBJETO | 
DE VALOR, OBJETO DE LA VOLUNTAD. Sin embargo, a esta situación 
pertenece a priori la “posibilidad” de un cambio de actitud del 
sujeto, en virtud del cual, siempre y cuando no esté desde un 
principio en una actitud teórica, PUEDE PASAR A UNA ACTITUD TEÓ: 
RICA, en la cual, pues, lo objetivo SE VUELVE OBJETO TEÓRICO, esto 
es, objeto de una POSICIÓN DE SER ACTUALMENTE EJECUTADA, en la 
cual el yo vive y capta lo objetivo, lo apresa y pone como ente: 


IIA 


LA IDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL. 41 


$5. Espontaneidad y pasividad; actualidad e inactualidad de la 
conciencia 


Esta capacidad, este YO PUEDO del sujeto, puede en cualquier mo- 
mento hacerse temático y, a su manera, ser visto. Y así, lo que era 
conciente y objetivo “preteóricamente”, se vuelve “propiamen- 
te” conciente en su objetividad en la captación teórica reflexiva 
que subsiguientemente lo “descubre”.!% Aquí hay por ende que 
observar que en las diversas combinaciones de actos tcóricos y 
otros actos se presentan diferencias fenomenológicas esenciales 
que resulta más fácil ver que describir distintamente. Ante todo, 
en atención a ellas hablamos de ACTITUDES TEÓRICAS, AXIOLÓGICAS 
Y PRÁCTICAS, insinuando a la vez con ello que “tener vivencias in- 
tencionales en el nexo de conciencia” e incluso “ejecutar actos 
como espontaneidades” no significa todavía tanto como ESTAR 
EN ACTITUD ORIENTADA HACIA SUS OBJETOS, en especial en actitud 
teórica o en actitud orientada hacia valores o hacia acciones en 
general, hacia lo práctico en todo sentido, por amplio que sea. 
Estamos en tal actitud solamente cuando vivimos en los actos de 
que se trata en un sentido eminente, es decir, cuando estamos di- 
rigidos a sus objetos de una forma eminente. SE CRUZAN AQUÍ DOS 
CLASES DE DIFERENCIAS. Por una parte, la diferencia DEL ACTO ESPON- 
TÁNEAMENTE EJEGUTADO (y en pasos articulados si se trata de actos 
de varios niveles) frente a la conciencia en la que / la misma 
objetividad que se constituye mediante el primero ES CONCIENTE 
“PASIVAMENTE” EN UN ESTADO CONFUSO; todo acto espontáneo pasa 
necesariamente, TRAS Su ejecución, a un estado confuso; la es- 
pontaneidad, o, si se quiere, la que propiamente denominamos 
actividad, pasa a pasividad, aunque una pasividad que —como 
ya dijimos— REMITE a la ejecución primigeniamente espontánea 
y articulada. Esta remisión se caracteriza como tal mediante el 
YO PUEDO O la capacidad, evidentemente inherente, de "reacti- 
var” este estado, esto es, de trasladarlo a la elaboración, que 
se hace conciente como “repetición”, de aquella producción de 
la cual antes había provenido y en la cual finalmente proviene 
“de nuevo” como el mismo estado y hace que provenga en sí EL 
MISMO resultado en cuanto el mismo sentido final y con la mis- 
ma validez.!” Pero, como vimos, un estado de tal índole puede 
igualmente presentarse en la conciencia sin que haya surgido 


/12/ 


13/ 


42 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


de esta manera, COMO PASIVIDAD SECUNDARIA, de Una espontane;. 

dad RECIÉN transcurrida. 2) Si permanecemos ahora en la esfera 

de la ejecución ESPONTÁNEA de los actos, entonces pueden pre. 

sentarse, según la anterior puntualización, espontancidades qe 

diferente especie que se traslapan unas COn Otras, y con dife. 

rente DIGNIDAD fenomenológica: una COMO DOMINANTE, por así 
decirlo, como aquella en la que preferentemente vivimos;!$ |, 
otra COMO SERVIDORA O COMO aparte, como permaneciendo en 
el fondo, aquella, pues, en que no vivimos preferentemente (ac. 
tos que se caracterizan, sin perjuicio de la índole peculiar que 
además tienen según su género intencional, como ACTOS DEL “1. 
TERÉS”). Recibimos, por ejemplo, una noticia alegre y vivimos 
en la alegría. En un acto teórico ejecutamos los actos de pen. 
samiento en los cuales se constituye para nosotros la noticia; 
pero este acto sirve sólo como soporte para el acto emotivo en 
el cual preferentemente vivimos. En la alegría estamos vueltos 
“MENTANDO” (CON MENCIÓN EMOTIVA), en la manera del “interés” 
emocional, al objeto de la alegría como tal; el acto del vol. 
verse con alegría tiene aquí la dignidad superior: es el acto 
PRINCIPAL. Puede ocurrir también a la inversa, o sea, puede ha- 
ber un cambio de actitud desde la actitud de la alegría hacia 
la teórica: entonces vivimos en la conciencia teórica (estamos 
“teóricamente / interesados”), el acto teórico ofrece el “ASUNTO 
PRINCIPAL”, ciertamente nos alegramos por ello, pero la alegría 
permanece en el FONDO: así ocurre en toda investigación teóri- 
ca. En ella estamos en actitud teórica, y al mismo tiempo puede 
ejecutarse espontánea y vívidamente un volverse con agrado, co- 
mo por ejemplo, en las investigaciones físico-ópticas, un vívido 
sentimiento por la belleza de los fenómenos que se presentan. 
Ahí también puede adoptarse en el fondo la resolución de mos 
trar a un amigo el bello fenómeno, sin estar, sin embargo, en 
la actitud práctica, sino más bien manteniendo continuamente 
el “tema” de la actitud teórica (en breve: el TEMA TEÓRICO). Á la 
inversa, puede ser que mientras estamos en actitud práctica y 
permanecemos en ella, manteniendo el “TEMA PRÁCTICO”, un fe- 
nómeno cualquiera cercano a nuestros otros intereses teóricos 
suscite incidentalmente nuestro interés. No por ello se convitt- 
te dicho fenómeno en tema teórico; permanece ahora como 
servidor para el nexo de la praxis —a no ser que troquemos 


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' 
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LACIDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL 43 


la actitud práctica por la teórica, abandonando el tema práct- 
co para abrazar el teórico, Quizá esta descripción imperfecta 
baste para que al lector le sean suficientemente nítidas las dife- 
rencias fenomenológicas que aquí tengo a la vista. 

Asf pues, en tales entrelazamientos temáticos SE CONSTITUYEN 
CADA VEZ OBJETIVIDADES NUEVAS, eventualmente con estratos Cons- 
titutivos cada vez más elevados, que, según el caso, se originan 
a partir de actos teóricos, valorativos, prácticos, y que pose- 
en, SEGÚN LA ACTITUD, significado temático en diferente sentido. 
En especial, pueden volverse siempre de nuevo temas teóricos 
mediante la transición a la actitud teórica; se vuelven entonces 
OBJETIVAS EN El. SENTIDO PARTICULAR: SON Captadas, se vuelven su- 
jetos de predicados que las determinan teóricamente, etcétera. 

Naturalmente, de modo correspondiente nos salen al en- 
cuentro en la ESFERA EXTRATEMÁTICA, EN LA ESFERA DE LA PASIVIDAD, 
múltiples objetividades que REMITEN en conciencia, es decir, me- 
diante la intencionalidad en que son concientes, por “confusa” 
que sea, a tales nexos. 


8 6. Distinción entre la transición a la actitud teórica y la transición 
a la reflexión 


Mucha atención hay que prestar a la distinción entre la tran- 
sición a la actitud teórica, a la que aquí nos referimos, y la 
transición, que todo acto admite por principio, a una percep- 
ción inmanente dirigida al acto, o a una retención inmanente 
cuando el acto ha pasado fugazmente. También ésta es una 
actitud teórica: la percepción, la retención, es una objetivación 
general, y en la llamada REFLEXIÓN INMANENTE SOBRE El. ACTO vivi- 
mos en la ejecución de esta objetivación, estamos por tanto en 
actitud TEÓRICA. Pero aquí tenemos a la vista OTRA ACTITUD TEÓ- 
RICA, mucho más notable y perteneciente por principio a todos 
los actos. En el agrado estético, algo es para nosotros conciente 
en cuanto estéticamente grato, en cuanto bello. Sea el punto 
de partida el hecho de que vivimos en el agrado estético, de 
que nos abandonamos con agrado, pues, al objeto aparente. Po- 
dríamos REFLEXIONAR SOBRE Fl. AGRADO, como cuando después 
enunciamos: eso me agrada. El juicio es ciertamente un juicio 


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15/ 


44 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


sobre mi acto de agrado. Pero dirigir la MIRADA AL OBJETO y su 
belleza es algo totalmente distinto, 

Intuyo la belleza en el objeto, claro que no como su color y 
su figura en la percepción sensible simple, pero ENCUENTRO Lo 
BELLO EN EL OBJETO MISMO. NADA significa MENOS lo bello Qui yx 
PREDICADO DE REFLEXIÓN, como cuando por ejemplo digo de algo 
que me resulta agradable. Lo “grato”, lo “alegre”, lo “triste” y 
todos los predicados objetivos equiparables, NO son, conforme 
a su sentido objetivo, PREDICADOS DE RELACIÓN, REFERIDOS A LOS AC. 
TOS. Surgen mediante el cambio de actitud que hemos descrito: 
los actos de que se trata están en ello co-presupuestos. Todavía 
tengo agrado, siento todavía alegría y tristeza y similares. Pero 
en vez de estar simplemente contento o triste, o sea en vez de 
ejecutar estos actos emotivos, los llevo mediante un cambio de 
actitud a otro modo, son todavía vivencia, pero no vivo en ellos 
en el sentido señalado. Miro hacia el objeto y encuentro en és- 
te, en mi / actitud cambiada, ahora teórica, los correlatos de 
estos actos emotivos, un estrato objetivo superpuesto sobre el Es. 
TRATO DE LOS PREDICADOS SENSIBLES, El. ESTRATO DE LO “ALEGRE”, DE 
LO “TRISTE” OBJETIVAMENTE-OBJETIVO, de lo “bello” y “feo”, etc. En 
la actitud teórica de la REFLEXIÓN no puedo hallar predicados 
objetivos, sino solamente predicados relativos a la conciencia.” 

Está claro que todo HABLAR DE OBJETOS, de sus predicados, 
propiedades, relaciones, de los estados de cosas que les son 
inherentes, como sus leyes, REMITE A ACTOS TEÓRICOS en que los 
objetos son o pueden ser dados, percibidos o vistos de algún 
otro modo, teóricamente explicitados, pensados, etc. Si ASIGNA- 
MOS OBJETIVIDADES A TODAS LAS VIVENCIAS INTENCIONALES, INCLUSO A 
LAS VIVENCIAS EMOTIVAS, Objetividades ante las cuales estas viven: 
cias toman posición a la manera de la emoción —objetos bajo el 
título de objetos de valor, objetos prácticos, etc.—, ello sucede 
manifiestamente EN VISTA DE QUE A LA ESENCIA DE TODO ACTO pér- 
tenecen, POR PRINCIPIO, POSIBILIDADES DE UNA DIFERENTE DIRECCIÓN 
TEÓRICA DE LA MIRADA, en las cuales tales objetos son captables 


” Habría que desarrollar, sin embargo, el hecho de que —y por qué-— tales 
predicados emotivos son en efecto en un sentido particular meramente subje- 
tivos, remiten a sujetos que valoran y, por tanto, a actos de estos sujetos en los 
cuales se constituyen para ellos y no para todos. 


LA IDEA DE 1.A NATURALEZA EN GENERAL 45 


como si yacieran IMPLÍCITAMENTE, por así decirlo, en el compor- 
tamiento emotivo, entre ellos los objetos pertenecientes pecu- 
liarmente a cada especie fundamental de actos, como los valores 
al valorar, etcétera./ * 


$ 7. Actos objetivantes y no objetivantes y sus correlatos 


A ello enlazamos en seguida otra diferencia. TODA ESPECIE FUN- 
DAMENTAL DE ACTOS ESTÁ / CARACTERIZADA POR UNA ESPECIE FUNDA- 
MENTAL PROPIA DE “CUALIDADES DE ACTO”. Así, los actos objetivantes 
por la cualidad de la pOxa, de la “creencia” en sus distintas mo- 
dificaciones; la especie fundamental de actos que en un sentido 
igualmente amplio designamos como VALORATIVOS, precisamen- 
te por la cualidad del VALORAR, etc. Los actos teóricos son los 
actos propia o explícitamente OBJETIVANTES; para el tener-objeto 
propiamente dicho, para el tener-objeto, se requiere la ACTITUD 
peculiarmente captante, PONENTE, del sujeto teórico. DE TODO 
ACTO NO OBJETIVANTE pueden sacarse objetividades MEDIANTE UN 
GIRO, mediante un cambio de actitud; en ello radica que to- 
do acto sea, conforme a su esencia, implícitamente A LA VEZ 
ORJETIVANTE, que, esencialmente, no sólo esté edificado en un 
nivel superior sobre actos objetivantes, sino que sea objetivante 
respecto de lo nuevo que él mismo aporta. Se vuelve así posi- 
ble un ponerse a vivir en esta objetivación, mediante la cual no 
solamente viene a darse teóricamente el objeto de la objetiva- 
ción subyacente, sino también lo recién objetivado mediante el 
nuevo estrato emotivo.£ Cuando el agrado está fundado sobre 
un percibir simplemente objetivante, entonces puedo captar teó- 
ricamente no solamente lo percibido, sino también lo recién 


Í Aquí hay que añadir de inmediato: los predicados emotivos significa- 
ban: predicados determinantes de objetos, pero precisamente sólo aquellos 
que se constituyen en la emoción en la forma precisada, y en esa medida se lla: 
man predicados objetivos, en el sentido del lenguaje común también objetivos. 
Por otro lado, en efecto, legítimamente se llaman también en un buen sentido 
“subjetivos”, como predicados que en su sentido mismo remiten a sujetos que 
valoran y a sus actos valorativos. Pero esto en oposición a los predicados me- 
ramente naturales, puramente relativos a cosas, que en su sentido propio no 
denotan nada del sujeto ni de sus actos. 

K Cfr. las exposiciones del libro I de las “Ideen”, p. 81 ss., 237 ss., 283 ss. 
(65 ss., 197 ss.. 238 ss.). [Ideas [, pp. 83 ss., 231 ss., 276 ss.] 


/16/ 


A a 


46 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL, 


objetivado mediante el agrado; puedo, por ejemplo, captar la 
belleza como un predicado teórico de lo percibido, como se 
expuso antes. Ahora nos encontramos, manifiestamente, Ante 
DOS POSIBILIDADES: 1) si un acto es desde un principio SOLAMEN. 
TE objetivante (si ello es en general posible),2% o bien, si tiene 
además un estrato cualificado de otro modo, aunque sea un 
estrato entrelazado esencialmente con una nueva objetivación, 
dejamos este estrato fuera de juego, no vivimos en él, entonces 
captamos MERAS COSAS y meros caracteres lógicos de las cosas, 
Los caracteres objetivos correspondientes a los nuevos actos o 
a las nuevas cualidades, o bien no están ahí desde un principio 
(si algo semejante es en general posible),?! o bien permanecen 
FUERA DE ACCIÓN, fuera de consideración. NO HAY ENTONCES NADA 
BELLO O FEO, nada ameno o inameno, nada útil, nada bueno, nin. 
/17/ gún objeto de uso corriente, ningún vaso, / cuchara, tenedor, 
etc. Todas las palabras de esta índole encierran ya, conforme 
a SU SENTIDO, predicados que derivan de actos no objetivantes. 
2) O BIEN nos movemos en la esfera de las cualidades nuevas y 
fundadas. LLEVAMOS AL DOMINIO DEL. INTERÉS TEÓRICO, al marco de 
la actitud teórica, también los predicados correlativos de estos 
actos; entonces no tenemos solamente meras cosas, sino preci- 
samente valores, bienes, etcétera. 


$8. Los objetos de los sentidos como protoobjetos constitutivos 


Manifiestamente, ENTODAS ESTAS FORMAS DE LA CONSTITUCIÓN DE OB: 
JETOS NOS REMONTAMOS a Objetos que YA NO REMITEN A OBJETOS PRE- 
DADOS DEL.TIPO de los que primigeniamente se originan mediante 
cualesquiera espontaneidades teóricas, valorativas, prácticas; 
con otras palabras: si perseguimos la estructura intencional 
de cualesquiera objetos dados, y las INDICACIONES RETROSPECTIVAS 
que concientemente se hallan en forma DE RECEPTIVIDADES SECUN- 
DARIAS, y si producimos las espontaneidades que llevan a las ob- 
jetividades respectivas a darse de un modo plenamente propio 
y originario, entonces regresamos, acaso en una serie de pasos, 
A OBJETIVIDADES FUNDANTES, a noemata que ya no incluyen nada de 
tales indicaciones retrospectivas, que están captados o son cap* 
tables primigeniamente EN LAS TESIS MÁS SIMPLES y no remiten 4 
tesis anteriores —ante todo a tesis que podrían ser reactivadas- 


a 


LA IDEA DE LA NATURALEZA EN CENERAL 47 


que suministren aportaciones a la composición constitutiva del 
objeto. Los objetos caracterizados fenomenológicamente en es- 
ta peculiaridad —por decirlo así, los PROTOOBJETOS a los cuales 
remiten todos los objetos posibles conforme a su constitución 
fenomenológica— son los OBJETOS DE LOS SENTIDOS. 

Con todo, la caracterización dada no es todavía perfecta, las 
circunstancias son más difíciles de lo que al principio parecen. 
Ello está en conexión con el hecho de que el concepto de “cosa 
DE LOS SENTIDOS” NO €es UNÍVOCO, como tampoco lo es, correla- 
tivamente, el concepto de representación en sentido estricto, 
el / de representación SENSIBLE (percepción SENSIBLE, recuerdo 
SENSIBLE, etcétera). 


$ 9. Síntesis categorial y estética (“sensible”) 


Partamos de la diferencia entre síntesis CATEGORIAL (formal, en 
cierto sentido analítica) y SÍNTESIS ESTÉTICA (sensible). Sabemos 
que, COMO QUIERA QUE LOS OBJETOS ESTÉN CONSTITUIDOS (objetos de 
absolutamente cualquier región, de absolutamente cualesquie- 
ra géneros y especies), pueden ser SUSTRATOS PARA CIERTAS SÍNTESIS 
CATEGORIALES, pueden ingresar como ELEMENTOS constitutivos en 
CONFORMACIONES “CATEGORIALES” DE OBJETOS DE NIVEL SUPERIOR. Es- 
tos últimos comprenden colecciones, disyunciones, estados de 
cosas de toda índole, como relaciones entre un A cualquiera y 
un B cualquiera, o estados cualitativos, como el de que A es au 
y similares. Hallamos tales conformaciones en la esfera dóxica, 
donde las tesis dóxicas están edificadas una sobre otra: posi- 
ciones de sujeto como soportes para posiciones de predicado, 
etc.; también en la esfera de la emoción y en la de la voluntad: 
posiciones volitivas ejecutadas sobre la base de posiciones voli- 
tivas (fin-medio) y similares.* Tropezamos así con unidades de 
comportamiento emotivo y volitivo, así como con formaciones 
esencialmente articuladas con ellas, con lo que vienen a darse 
de modo más explícito, aunque no sea intuitivamente, estados 
de cosas, y así en general formaciones lógicas, todas las cuales 
son conforme a su esencia estados de cosas o partes o momen- 
tos posibles de estados de cosas.*? 


R Para esto, cfr. “Ideen” 1, p. 293 (246). [fdeas 1, p. 285.] 


/18/ 


/19/ 


AAA 


48 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


Ahora bien, los objetos pueden estar constituidos median. 
te múltiples tesis no sólo CATEGORIALMENTE,' O sea, de modo 
que estas tesis están UNIFICADAS categorialmente en su operación 
constitutiva; MÚLTIPLES TESIS pueden contribuir A LA CONSTITUCIÓN 
de objetos TAMBIÉN DE OTRA MANERA. La constitución originaria 
DE UN ÚNICO ORJETO siempre se lleva a cabo naturalmente me. 
diante una única conciencia tética, y lo que / FUNGE COMO “MATE. 
RIA” PARA LA TESIS UNITARIA, procurando el “CONTENIDO” OBJETIVO, 
el seNTIDO objetivo, puede, por su lado, REMITIR A MÚLTIPLES TESIS, 
Pero la unidad del objeto no tiene que presuponer por todas 
partes una síntesis CATEGORIAL, es decir, encerrarla en su sentido, 
Así, toda PERCEPCIÓN SIMPLE DE COSAS (esto es, una conciencia que 
da originariamente la existencia presente de una cosa) nos re- 
monta intencionalmente, reclama de nosotros CONSIDERACIONES 
SINGULARES, RECORRIDOS SINGULARES, TRANSICIONES A SERIES DE PER. 


CEPCIONES, las cuales por cierto están abrazadas por la unidad : 


de una tesis continua, pero manifiestamente de tal modo que 
las diversas tesis singulares no están en modo alguno unificadas 
en la forma de una síntesis categorial. Lo que presta unidad a 
ESTAS tesis singulares es una síntesis de una especie enteramen- 
te diferente: la llamaremos la síntesis ESTÉTICA. Si tratamos de 
delimitar la una frente a la otra en su peculiaridad, encontra- 
mos como primera nota diferenciante que la síntesis CATEGORIAL 
es, COMO síntesis, un acto espontáneo; la SÍNTESIS SENSIBLE, POR EL 
CONTRARIO, NO LO ES. En una, la vinculación es ella misma un ha- 
cer espontáneo, una actividad propia; en la otra no. El sentido 
objetivo de un objeto puro de los sentidos (cosa pura) es una 
síntesis de ELEMENTOS que no han llegado a ser a su vez median- 
te síntesis estética: son las últimas notas sensibles, j% 


* Por “categorial” no se entiende aquí meramente lo lógico-formal, sino 
lo formal de todas las regiones de objetos en el sentido de la doctrina de las 
categorías formulada en el primer capítulo de las "Ideen” 1, 

! Acerca de la síntesis estética: ¿no tiene que establecerse la diferencia 
básica: 1) síntesis como vinculación propiamente dicha, como enlace, e 
sión que remite a lo SEPARADO, y 2) sintesis continua como fusión continua? 
Toda síntesis estética de la primera especie conduce a elementos últimos. La 
cosa como formación de una vinculación estética se construye a partir de notas 
sensibles, que por su lado proceden de síntesis continua. 


LA IDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL 49 


Respecto de la caracterización de la síntesis estética puede 
ademas mencionarse que la captación singular de una cosa, o 
de sus partes y lados esencialmente propios, alberga en sí men: 
ciones parciales en la forma de “pasividades secundarias” A 2 
que como tales son determinantes del sentido y motivan el ulte- 
rior curso de la percepción: así, en la aprehensión de la figura 
de una cosa, por un lado están comprendidos intencionalmente 
cursos continuos de aprehensiones de otros lados de esta misma 
figura. 

Claro esta que estas indicaciones no bastan para la descrip- 
ción exhaustiva. de la síntesis estética: para ello se requeriría 
una gran investigación propia. Aquí solamente debe recalcarse 
todavía que la función de la síntesis estética puede observarse en 
DIFERENTES ESTRATOS, Si miramos una cosa, la miramos siempre 
necesariamente en algún RESPECTO, esto es, estamos dirigidos a 
una “nota” que viene especialmente a la captación como mo- 
mento particular del sentido puramente estético: en el ejemplo 
mencionado se trataba de la figura. Podemos también limitar- 
nos a la captación puramente visual y entonces hallar dentro 
de este dominio las menciones parciales sintéticamente unifi- 
cadas, No es en ello necesario, por ende, que estas menciones 
parciales tengan siempre la forma de la “pasividad secundaria”, 
que remitan, pues, en sí a actos que pongan de relieve algo 
que ya estaba aprehendido POR sf. Así, en la aprehensión de 
una superficie unitaria yacen encerrados potencialmente actos 
que traerían a la experiencia superficies parciales singulares, 
aunque éstas no estaban antes co-dadas como separadas. Algo 
análogo cabe mostrar para toda “esfera sensorial”. 

Otra función de la síntesis estética es unir unas con otras 
las objetividades que se han constituido en diferentes esferas 
sensoriales singulares: por ejemplo, el estrato visual de la cosa 
con el táctil. 

Por último, hay que referirse a las síntesis que producen la re- 
lación entre los momentos de la "aparición de la cosa”, a través 
de los cuales pasa el rayo aprehensivo, y las correlativas “cir- 
cunstancias de la percepción” (por ejemplo, la posición de los 
ojos en el ver, la posición del brazo, de la mano y los dedos en 


£ Sobre el concepto de “pasividad secundaria”, cfr. p. 12. 


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50 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


el palpar), las cuales no vienen a la captación o a la co-mención 
propiamente dicha en la actitud natural orientada hacia el Objeto 
de la percepción. 

Aquí la cosa se da continuamente como algo que es así y 
asá, aun sin la mediación de ningún concepto, de ningún jui. 
cio en el sentido predicativo. Nos fijamos siempre en alguna 
“nota”, y mientras miramos la cosa bajo el punto de vista de 
esta única nota, la cosa está ahí a la vez intencionalmente como 
provista de otras notas; éstas están en parte determinadas: / 
se encuentran ya, no captadas, en el campo de la percepción, 
y sólo necesitamos echarles una mirada captadora para cum. 
plir las intenciones o, si no, para convertirlas en intenciones 
determinada o indeterminadamente captadoras, aunque no in- 
tuitivamente dadoras, lo que en última instancia vale también 
naturalmente para lo no visto de la cosa. En parte están indeter- 
minadas. En este caso se reactivan horizontes y eventualmente 
rayos de mención determinadamente dirigidos que en forma 
de “confusiones” no-activadas contribuyeron al sentido apre: 
hensivo. Sin embargo, el análisis —como ya se mencionó-— no 
NECESITA ser una reactivación. Ciertamente, podrá decirse que 
ningún análisis puede poner de relieve lo que no estaba ya en 
cierta manera ocultamente implicado en una síntesis implícita; 
que solamente podemos sacar FUERA partes donde, bajo cam: 
bio de la aprehensión, hemos mentado partes DENTRO, así sea 
en forma de co-menciones confusas. Así, en efecto, se desplaza 
constantemente nuestra aprehensión de cosas, acogiendo mo- 
mentos aprehensivos dentro del estilo unitario que le prescribe 
la conciencia de cosas; la explicitación subsiguiente convierte 
entonces la co-aprehensión confusa en una tesis eventualmente 
temática, en una captación teórica con la que la mayoría de las 
veces se emparejan también una determinación más precisa y, 4 
una con los cursos cinestésicos, una intuitivación más estrecha. 
Pero en tanto que tales cambios aprehensivos son de antemano 
posibles por la esencia de la aprehensión de cosas (pero posibi- 
lidades no vacías, sino motivadas), hay aprehensiones parciales 


(Que la síntesis estética —como estética-causal— también es eficiente en 
los estratos superiores de la constitución de cosas (es la única que tiene Kan! 
a la vista en su concepto de síntesis) se mostrará tan pronto como hayamo* 
alcanzado esc punto en la investigación de la constitución de cosas (cfr. p.41 ss.) 


LA IDEA DELLA NATURALEZA EN GENFRAL 51 


“implicitas” que, sin embargo, no figuraban efectivamente en 
la aprehensión primigenia. 


$ 10, Cosas, fantasmas espaciales y datos de sensación 


Los objetos que hasta ahora nos sirvieron como representantes 
de objetos de los sentidos eran cosas reales, tal como están da- 
das en la “percepción sensible” antes de todo pensar (de todo 
poner en marcha actos sintético-categoriales). No son produc- 
tos espontáneos (productos en sentido propio, que presuponen 
una actividad o acción genuina) pero sí unidades “sintéticas” de 
componentes (que, al igual que ellas, no tienen que estar nece- 
sariamente vinculados sintéticamente). La unidad de la cosa de 
los sentidos visual no exige necesariamente la vinculación con 
la unidad de la cosa de los sentidos táctil. Y no sólo eso. Ya en 
la / constitución de algo espacial de los sentidos como tal, aun- 
que sea un puro fantasma espacial visual (una pura figura llena 
de color, no solamente sin referencia a datos táctiles o de otros 
sentidos, sino también sin referencia alguna a momentos de 
la “materialidad” y por tanto a ninguna determinación causal- 
real), tenemos una formación de una síntesis constitutiva oculta 
que puede mostrarse analíticamente; es una “aparición” que re- 
mite a “circunstancias” cinestésicas a las que es inherente. Nos 
seguimos remontando analíticamente y llegamos finalmente a 
objetos de los sentidos en otro sentido, los cuales se hallan en la 
base (entendido, claro, constitutivamente) de todos los objetos 
espaciales y por ende también de todos los objetos-cosas de la 
realidad material, y que de nuevo nos remontan a ciertas síntesis 
últimas; pero a síntesis que son previas a TODA tesis. Tomemos 
como ejemplo cómodo un sonido de violín que está sonando. 
Puede estar aprehendido como sonido de violín real, por en- 
de como suceso espacial-real, Es entonces el mismo si me alejo 
de él y si me acerco a él, si el cuarto contiguo en el que suena 
permanece abierto o se cierra. Haciendo abstracción de la reali- 
dad material, puedo todavía conservar un fantasma espacial de 
sonido, aparente en una orientación determinada, procedente 


7 A , mm ” 5 - Ñ 
' Cn objeto espacial que no es “cosa” es, por ejemplo, el “fantasma” que 
acabamos de mencionar. 


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59 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


de un sitio en el espacio, sonando a través del espacio, etc, Por 
último, también la aprehensión espacial puede ser puesta fuera 
de ejecución, y tener así, en vez de un sonido que suena espa. 
cialmente, el sonido como mero “dato de sensación”. En lugar 
de lo que durante el acercamiento y el alejamiento era concien. 
te como el sonido inalterado afuera en el espacio, aparece, a] 
volver la mirada al dato de sensación sonido, algo que está en 
continua mudanza. 

Puede verse con intelección que este dato de sonido podría 
estar constituido sin que se hubiera ejecutado en general una 
aprehensión espacial, la cual en nuestro ejemplo está puesta 
a un lado sólo abstractivamente —o, para mejorar esta expre: 
sión falsa: la cual está puesta fuera de ejecución pero todavía 
es vivencia en el modo cambiado, precisamente la vivencia que 
predá el sonido espacial. Pero éste no es, decimos, una preda. 
ción necesaria. Sería pensable un sonido desprovisto de toda 
aprehensión espacial. Aquí, en el / puro dato de sensación, 
tropezamos con una predación que se encuentra como objeto 
aún antes de la constitución del objeto. 

Podemos describir esto mediante la contraposición de dos ca: 
sos posibles: la primera posibilidad consiste en que en el fondo 
de la conciencia suene un sonido que ya está aprehendido como 
objeto, pero no está captado; el yo, digamos, está vuelto a otra 
parte. En el caso de la segunda posibilidad, hablar de un sonido 
que suena quiere decir un estado de sensación, que ciertamente 
funciona para el yo como estímulo, pero no posee la peculia: 
ridad de una conciencia de objeto en la que es objetivamente 
conciente un sonido que suena. Los términos genéticos pueden 
servir aquí para distinguir mejor. A un sujeto de conciencia que 
nunca hubiera “percibido” un sonido, o sea, que no lo hubiera 
captado como un objeto por sí, no podría obligársele a aceptar 
ningún OBJETO sonido en cuanto objeto. Una vez ejecutada, la 
captación (la primigenia conciencia de objeto) puede condu: 
cir a aprehensiones de objeto sin un volverse mentante, sea eN 
forma de recuerdo de sonidos similares, sea en forma de una 
conciencia de fondo de un nuevo sonido que suena, caso esté 
último del que aquí nos valemos. Naturalmente, no todo volvet- 
se a un sonido puede remitir genéticamente a un volverse a Un 
objeto sonido constituido: tiene que haber un sentir el sonido 


LA IDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL 53 


que no sea un aprehender o captar objetivos; tiene que haber 
una constitución primigenia del objeto sonido que se antepon- 
ga como conciencia predadora, una conciencia propiamente 
nO PREDADORA, sino precisamente ya objetivamente aprehensi- 
va. Si dejamos a un lado las consideraciones genéticas (que no 
por ello tienen que ser todavía psicológico-empíricas), se distin- 
guen dos casos fenomenológicamente posibles: precisamente el 
de una aprehensión meramente objetiva, que es una conciencia 
objetivante, pero una conciencia modificada frente a la concien- 
cia señalada como volverse y captación, y por otro lado, el caso 
de un estado de sensación que todavía no es aprehensión ob- 
jetiva. La mera aprehensión [aurfassung] se da aquí por tanto 
como una derivación intencional de la captación [£rfassung], 
así como, de un modo en alguna medida análogo, el recuerdo 
reproductivo es una derivación de la percepción. 

Un objeto se constituye primigeniamente mediante / la es- 
pontaneidad. La espontaneidad ínfima es la de la CAPTACIÓN. 
Pero la captación puede ser una especie de reactivación, a sa- 
ber, reactivación de una captación modificada, que lleva a la 
mirada del yo captante algo objetivo ya conciente. 

O puede ser un acto primigenio, que constituye el objeto de 
la manera más primigenia. 

Vemos, por tanto, que toda objetivación de cosas espaciales 
se remonta en última instancia a la sensación. Con todas las 
objetividades nos vemos remontados desde las objetividades ca- 
tegoriales a las sensibles. Como tales, mencionamos POR UNLADO 
a las objetividades sensibles que en cierto sentido son aioBnrá 
¿éóLa, es decir, que solamente incluyen representantes DE UNA 
esfera sensorial, y justamente de tal modo que no incluyen apre- 
hensiones particulares implícitas, esto es, que intencionalmente 
no remiten a tesis ocultas que mediante reactivación pudieran 
volverse tesis propiamente dichas. 

Un ejemplo es el sonido ya aprehendido como espacial, en 
la medida en que sea correcto, como de hecho lo creemos, 
que en tales objetividades no yacen remisiones intencionales 
a circunstancias perceptivas, remisiones que hubieran de ser 
cumplidas mediante menciones propias. 

De tales objetos nos vemos conducidos finalmente a los datos 
de sensación constituidos de la manera más primitiva, los cua- 


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54 LA CONSTUTUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


les se constituyen como unidades en la conciencia primigenia 
del tiempo. 

Todos los objetos primitivos, sean objetos de la sensación y 
ya unidades con carácter de cosa constituidas en una esfera sen. 
sorial (aunque no sean en pleno sentido objetos reales), están da. 
dos originariamente como OBJETOS mediante mera “recepción” 
unirradial. En sentido más amplio, también son receptivos los 
objetos-cosas constituidos mediante la concurrencia de varias es. 
feras sensoriales, pero para darse propiamente, éstos requieren, 
conforme a lo expuesto, de procesos articulados, dle cadenas de 
recepciones. Podríamos también decir: aquellos objetos serían 
meramente aceptados, éstos recibidos y aceptados a la vez, Re. 
cibidos, en tanto que incluyen componentes intencionales que 
remiten a aceptaciones no actuales como fragmentos integran- 
tes implicados. 


$ 11. La naturaleza como esfera de meras cosas 


Volvamos ahora de nuevo a la idea de la naturaleza como corre: 
lato / de la ciencia moderna de la naturaleza, cuya delimita 
ción fenomenológica radical era la meta de nuestra investi 
gación hasta ahora. Está claro que “naturaleza” en este sentido 
es una esfera “de meras cosas”, una esfera de objetividades que 
mediante una demarcación trazada a priori en la esencia de la 
conciencia constituyente se disocia de todas las otras esferas de 
objetos que pueden tratarse teóricamente. Fácilmente podemos 
y pudimos ya antes decir: la ciencia de la naturaleza no sabe de 
predicados de valor ni de predicados prácticos. Conceptos co 
mo valioso, bello, encantador, atractivo, perfecto, bueno, útil, 
acción, Obra, etc., pero igualmente también conceptos como 
Estado, Iglesia, derecho, religión y demás conceptos u objetivi 
dades a cuya constitución han contribuido esencialmente acto5 
valorativos y prácticos, no tienen en ella ningún sitio, no son 
conceptos de la naturaleza. Pero tiene que comprenderse des 
de dentro, a partir de fuentes fenomenológicas, que con esta 
abstracción de predicados de la esfera del valor y de la esfera 
práctica no se trata de una arbitraria abstracción discrecional, 
que como tal no tendría como resultado, en efecto, una idea 


LA IDEA DE 1.A NATURALEZA EN GENERAL 55 


radicalmente cerrada en sí de un dominio científico, y por en- 
de <tampoco> la idea de una ciencia conclusa en sí a priori. 
Sin embargo, alcanzamos tal idea conclusa a priori de la natu- 
raleza como el mundo de las meras cosas cuando nos volvemos 
sujetos puramente teóricos, como sujetos de un interés pura- 
mente teórico, y desde ahí procedemos a satisfacer puramente 
este interés. Pero esto en el sentido antes descrito. Llevamos 
a cabo según ello una especie de “reducción”. En cierto modo 
ponemos entre paréntesis todas nuestras intenciones emociona- 
les y todas las apercepciones originadas en la intencionalidad 
de la emoción, en virtud de las cuales las objetividades espacio- 
temporales nos aparecen constantemente, antes de todo pensar, 
en inmediata “intuitividad”, cargadas de ciertos caracteres de 
valor, caracteres prácticos —caracteres todos que trascienden 
el estrato de la mera cosidad. En esta actitud teórica “pura” 
o depurada ya no experimentamos, pues, casas, mesas, calles, 
obras de arte; experimentamos cosas meramente materiales, y 
de aquellas cosas cargadas de valor precisamente sólo su es- 
trato de materialidad espacio-temporal; e igualmente, de los 
hombres y las sociedades humanas, solamente el estrato de la 
“naturaleza” anímica ligada al “cuerpo” espacio-temporal.? 
Pero en ello todavía hay que hacer cierta restricción:? no 
sería correcto decir que el correlato de la mera naturaleza es 
un puro “sujeto-yo objetivante” que no ejecuta ninguna suerte de 
valoraciones. Es, en efecto, un sujeto que ante su objeto, ante la 
realidad constituida en apariciones, €s INDIFERENTE, €es decir, no 
valora tal ser por mor de él mismo, y por eso no tiene tampoco, 
prácticamente, interés en conformar sus transformaciones, etc. 
ESTE SUJETO VALORA EMPERO EL SABER DEL SER APARENTE, la determi- 
nación de este ser mediante juicios lógicos, mediante la teoría, 
mediante la ciencia. Valora por ende el “esto es así”, el “có- 
mo es esto?”. Y valora también prácticamente, tiene interés en 
transformaciones, las produce prácticamente en el experimen- 
to: pero no por mor de ellas mismas, sino para hacer visibles 
en ellas nexos que puedan promover el saber del ser aparente. 
Así pues, el correlato de la naturaleza no es un sujeto que no 
aspira, no quiere, no valora. Esto es impensable. En el conoci- 
miento de la naturaleza se abstrae solamente de todos los demás 
valores fuera de los VALORES DEL SABER: no quiero nada más que, 


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56 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


en la “experiencia teórica”, experimentar con más riqueza la 
naturaleza, y en el saber teórico, conocer sobre la base de la 
experiencia qué es lo aparente, qué es la naturaleza, 

Tona teoría pura, toda actitud puramente científica, tiene sy 
origen en el interés teórico ante una objetividad o un género de 
objetos que hay que constituir primigeniamente; con respectoa 
la ciencia de la naturaleza, esta objetividad que hay que consti. 
tuir primigeniamente es la naturaleza, la unidad real de todas las 
objetividades de la naturaleza. Aquí, “objetividad de la naturale. 
za” designa un género de objetos que, en cuanto a sus ejemplares 
coexistentes, se reúnen por necesidad esencial en una unidad 
realmente enlazada, mientras que a la vez es característico pa- 
ra estos objetos que a su composición esencial, es decir, a su 
contenido de sentido, no haya aportado nada una conciencia 
valorativa como “constituyente”. Y precisamente porque las va. 
loraciones que el sujeto que experimenta la naturaleza y ejerce 
la ciencia de la naturaleza ejecuta como tal, no son constituti- 
vas para los objetos con los que tiene que ver, pudo decirse, con 
justicia, que en su dominio no hay ningún objeto de valor ni na: 
da semejante. Pero hay en este respecto algo que advertir. Los 
actos valorativos y volitivos: / el sentir, el querer, el resolverse, 
el actuar, no están desconectados de la esfera de las cosas, sino 
que pertenecen íntegramente a ella, aun cuando ellos mismos 
no se presentan tampoco como portadores de predicados de va: 
lor o predicados análogos. Llevamos con nosotros la conciencia 
entera como objeto, pero nos permitimos “constituir objetos” 
solamente mediante la conciencia dóxica objetivante y no me- 
diante la conciencia valorativa. La esfera de cosas que nos es 
así experimentable ha de determinar para nosotros ahora la es 
fera científico-natural. Así pues, actuamos de ahora en adelante 
puramente en la actitud científico-natural, y tenemos en claro 
que con ello ejecutamos una especie de desconexión, UNA ESPE: 
CIE DE érox%. En la vida corriente no tenemos nada que ver con 
objetos de la naturaleza. Lo que llamamos cosas son pinturas, 
estatuas, jardines, casas, mesas, vestidos, herramientas, etc. To- 
das ellas son objetos de valor de diferente índole, objetos de uso, 
objetos prácticos. Éstos no son objetos científico- naturales. 


CAPÍTULO SEGUNDO 


LOS ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA 
INTUITIVA COMO TAL 


$ 12. Naturaleza material y animal? 


Dirigimos nuestra atención al todo de las cosas “reales”, al mun- 
do de las cosas en su totalidad, el “orbe”, la naturaleza, que en 
sus formas de espacio y tiempo abarca todas las realidades fác- 
ticas, pero obviamente también, por razones esenciales, todas 
las realidades posibles a priori. 

Ya en la primera mirada salta aquí a la vista la distinción, 
esencialmente fundada, entre la naturaleza en el sentido más 
estrecho, ínfimo y primero, a saber, la NATURALEZA MATERIAL, y 
la naturaleza en el segundo sentido, ampliado, O NATURALEZA 
animada, “viviente” en el sentido genuino, ANIMAL. Todo lo que 
designamos como existente en el sentido corriente (por ende, 
en actitud naturalista), también, por tanto, las sensaciones, re- 
presentaciones, sentimientos, actos y estados psíquicos de toda 
especie pertenecen precisamente en esta actitud a la naturaleza 
viviente; son actos o estados “reales”, caracterizados ontológi- 
camente precisamente por ser actividades o estados animales o 
humanos, / dispuestos como tales en el mundo espacial tempo- 
ral; están sujetos, por consiguiente, a las determinaciones que 
convienen a “toda objetividad individual en general”. 

Todo ser cósico está temporalmente extendido; tiene su du- 
ración y con su duración se ubica de manera fija en el tiempo 
objetivo, Tiene así con su duración un sitio fijo en el tiempo úni- 
co del mundo, que es una forma general de existir para toda 
cosidad. Todo lo que la cosa en otros respectos “es”, conforme 
a cualquier otra determinación esencial que le convenga, lo es 


/28/ 


99. 


8 LA CONDICIÓN DE LA NA DURALEZA MADERAS 


cuosu duracion, lo es con lamas precisa determinación de un 
cuando, Es por ello apropiado diferencia entre be ERMINACIÓN 
VEMPOR MO a duracion de la (054) y NOJA KEAL (UE, COMO tal, 
lens da duracion, se dilata sobre da dr ación. Precisamente por 
ello, a priora toda nota de unarova es necesariamente, lo largo 
desu dinacion, e continuamente cambiante respecto de su con. 
tenido, o no cambiante, siendo admisibles, en el primer Caso, 
nabos discretos sigues. La cosa Se "altera? sí el Henado tem 
poral de su dnracion es « ambiante, continuamente o a saltos; la 
cosa permanece inalteradiosi ése no es el caso.” 

Ademas, todo ser vosico tiene su puesto en el espacio del mun. 
do, y este puesto es relativo a todo otro ser cósico y alterable por 
principio. Es algo movible en el espacio merced a su extensión 
corporea, que le es esencialmente inherente y exclusivamente 
propia, la cual puede alterar constantemente su posición en el 
espacio. Estas proposiciones pueden entenderse de modo tan 
general que valgan de hecho y a priori para TODO SER CÓSICO EN 
GENFRAL. 

Ahora se distinguen, empero, respecto de la extensión corpó: 
rea, la COSIDAD MATERIAL y la cosidad en el sentido de la NATURALEZA 
ANIMAL. No sin razón designa DESCARTES la EXTENSIO COMO ATRIBU- 
TO ESENCIAL DE LA COSA MATERIAL, que / por ello se llama también 
pura y simplemente corpórea, frente al ser anímico o espiritual, 
que en su espiritualidad no tiene como tal ninguna extensio, 
sino que más bien la excluye por esencia. De hecho, tiene ante 
todo que traerse a intelección que la extensio, entendida co: 
rectamente, distingue la naturaleza en el primer sentido de la 
naturaleza en el segundo sentido, aunque el atributo esencial 
plenamente abarcante del ser material no es la mera EXTENSIÓN, 
sino la materialidad, en tanto que ésta exige en sí misina tanto 
la extensión espacial como la temporal. Pero lo que ahora in» 


2 Habría que discutir expresamente si la duración de una cosa tiene que 
estar Mena con determinaciones cásicas sin hatos o si es posible un desapd 
recer y recomenzar de las cosas «con determinaciones iguales o alteradas en 
la dusación discreta. Ello querría decir que una y la misma cosa podría tene? 
varias duraciones separadas, y la cuestión sería si una cosa semejante, que S€ 
prolonga a lo largo de dos duraciones separadas, se diferenciaría de dos co 
sas existentes una tras otra, Sin embargo, nuestro contexto actual no requiere 
incondicionalmente el by atamiento de estas cuestiones, 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA INTUITIVA COMO TAL 59 


porta es el conocimiento de la manera señalada como todo lo 
que conviene en otros respectos a una cosa material, está a priori 
(esto quiere decir siempre por esencia) referido a su extensión. 
La naturaleza espiritual, entendida como naturaleza animal, es 
un complejo que consiste en un estrato inferior de naturaleza 
material con la nota esencial de la extensio y un estrato supe- 
rior inseparable que es de esencia radicalmente diferente y que 
ante todo excluye la extensión. Así pues, aunque la nota esen- 
cial abarcante de la cosa material es la materialidad, puede, no 
obstante, entenderse que la extensión se tome como nota dife- 
renciante entre lo material y lo anímico o espiritual. 


$ 13. Lasignificación de la extensión para la estructura de las “cosas” 
en general y en particular de las cosas materiales 


Lo que ahora importa es esclarecer de qué peculiar manera 
TODO LO QUE UNA COSA ES EN OTROS RESPECTOS y conforme a su 
esencia, ESTÁ REFERIDO A LA EXTENSIÓN QUE LE CONVIENE NECESARIA- 
MENTE, y como ulterior consecuencia, de qué modo enteramente 
distinto las determinaciones psíquicas inherentes a las realida- 
des animales ALCANZAN, MEDIANTE LA FUNDACIÓN DE LO ANÍMICO EN LO 
MATERIAL, DETERMINACIÓN ESPACIAL, la cual también a ellas les es 
necesaria. Por EXTENSIÓN espacial, o mejor, corpórea, de una cosa 
entendemos la CORPOREIDAD ESPACIAL perteneciente a su com- 
posición esencial concreta, exactamente tal como pertenece a 
esta composición, en plena determinación. Según esto, no sólo 
toda alteración del tamaño en que se conserve la figura espacial 
similar, todo cambio de figura en que se conserve el tamaño, 
toda deformación / en cualquier sentido, significan una alte- 
ración de la extensión, también toda alteración de la posición 
es una alteración de la extensión. 

La extensión no es, por ende, un mero fragmento del espacio, 
por más que coincida con uno en cada punto del tiempo de la 
duración cósica. Conforme a su esencia, ni el espacio mismo ni 
ninguno de sus fragmentos puede moverse; el espacio mismo 
no puede nunca? (ener un AGUJERO, esto es, un sitio vacío de 
espacialidad y que sólo se llenara por detrás, digamos, mediante 
un fondo de reserva. El espacio es absolutamente “rígido”; sus 


131/ 


60 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


partes no son “extensiones” en nuestro sentido determinado 
A » ) 
no son “cuerpos”, ni siquiera cuerpos rígidos en el sentido de la 


física, 


Digo ahora que esta determinación alterable —la extensión 
espacial o corporeidad— tiene un puesto completamente pecu. 
liar entre las propiedades constitutivas de una cosa material, A 
la esencia de la extensión pertenece la posibilidad ideal de la 
FRAGMENTACIÓN, Ahora es evidente que toda fragmentación de 
la extensión fragmenta la cosa misma, es decir, la descompone 
en partes, cada una de las cuales tiene a su vez pleno carácter 
cósico, el carácter de la cosidad material. A la inversa: toda par- 
tición de la cosa en cosas, toda fragmentación de la cosa como 
tal, fragmenta también la extensión cósica. Con otras palabras, 
la cosa no está extendida solamente en el sentido de que en ge- 
neral posee, entre otras determinaciones, una determinación 
llamada extensión corpórea: sino que con todo lo que en ge- 
neral es en cuanto a su contenido, y lo que es justamente en 
sí misma (lo que es con arreglo a su plena esencia que llena el 
tiempo, con arreglo a sus notas), se extiende, llena su corporei- 
dad espacial. Por principio se distinguen las determinaciones 
extensionales corpóreas de la cosa, tamaño, forma, figura y simi- 
lares (idealmente hablando: las determinaciones geométricas), 
y sus cualidades reales, o bien los modos-estados de éstas en las 
circunstancias respectivas, mejor: en las respectivas fases del 
tiempo. 

Toda cualidad corpórea de una cosa “llena el cuerpo espa- 
cial":2% en ella se difunde la cosa; en cada una, la cosa llena su 
corporeidad (extensión), y ésta es la misma en el mismo punto 
del tiempo para todas las cualidades reales. Y naturalmente, lo 
que vale para el todo, vale para cada fragmento. En particular, 
cada cosa es otra, cada una tendrá su diferente extensión espa- 
cial y la tendrá cualitativamente llena de muy diferente manera; 
la manera del llenado / del cuerpo, la cualificación del cuerpo, 
el llenado del espacio? (si queremos emplear esta expresión no 


$ Llenado del espacio es ambiguo. La cualificación de un CUERPO da por 
resultado el concepto de cualidad corpórea, de cualidad “secundaria”. El cuer 
po mismo como determinación (“cualidad”) de la cosa no es fragmento del 
espacio, sino que “llena” el espacio mismo, junto con las cualidades secunda: 
rias que a él lo llenan cualificándolo. 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA INTUITIVA COMO Tal. 6] 


del todo correcta, pero usual) serán diferentes según la indo- 
le de las notas y segun tomemos en consideración cualidades 
duraderas o meramente estados reales (en cuyo cambio se mani- 
tiestan las cualidades idénticas): pero el tipo general es siempre 
y necesariamente el mismo. De toda especie de cualidades pue- 
de decirse que ha de tener sus maneras particulares de llenar la 
corporeidad espacial, de cubrirla, de extenderse en ella. Pero 
necesariamente es una cualidad llenante. La cosa no conoce más 
determinaciones extensivas que la pura corporeidad (cualidad 
primaria) y las cualidades sensibles modificantes, sus cualida- 
des secundarias “cualificantes”. La coloración momentánea de 
una cosa (esto es, su estado óptico momentáneo entre la multi- 
plicidad posible de estados ópticos en los cuales se manifiesta 
cambiantemente la unidad de las propiedades ópticas idénti- 
cas de la cosa) cubre de determinada manera la superficie del 
cuerpo de la cosa. Obviamente, el calor llena el cuerpo caliente 
de una manera enteramente diferente, o también la propiedad 
del olor el cuerpo oliente. De otra manera, a su vez, el peso 
y determinaciones reales semejantes. El peso tiene su extensión 
en tanto que toda fragmentación de la cosa, por amplia que sea, 
precisamente también fragmenta el peso. En el cambio de las 
circunstancias de su existencia, la cosa puede adquirir y volver 
a perder alguna de las propiedades llenadoras SINGULARES. Sin 
extensión corpórea no hay peso alguno. Pero está claro que 
la extensión nunca puede existir sola; su puesto particular no 
es el de una propiedad real entre otras. La cosa es lo que es 
en sus propiedades reales, que tomadas singularmente no son 
necesarias en el mismo sentido; cada una es un rayo de su ser. 
Pero la extensión corpórea no es, en el mismo sentido, rayo del 
ser real; no es de la misma (“propiamente de ninguna”) manera 
propiedad real, sino una forma esencial de todas las propieda- 
des reales. De ahí que un cuerpo espacial vacio sea, realiter, una 
nada; sólo es en tanto que una cosa con sus propiedades cosicas 
seextiende en él. Mejor: / el cuerpo es determinación A£Af., pero 
determinación básica en cuanto fundamento esencial y forma 
para todas las otras determinaciones. 
En este sentido, pues, la extensión es la característica esencial 
de la materialidad, aunque es, y Justo porque es, de una manera 
enteramente distinta, “propiedad real" es atributo esencial, si 


¿QO 


dem 


62 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


así se quiere usar la frase ATRIBUTO ESENCIAL. Expresa una forma 
esencial de la existencia, característica para el ser material o 
físico (forma esencial que lo es para todas las determinaciones 
reales en las cuales la existencia cósica se explicita). Esto para 
la mera cosa física, pero no para la cosa plena en general. La 
esencia de un ente cósico en general comprende la temporali- 
dad. Los HOMBRES Y LOS ANIMALES tienen su puesto en el espacio; 
se mueven en él como meras cosas físicas. Naturalmente se di. 
rá: eso lo hacen “gracias a” sus cuerpos corpóreos. Pero sería 
peregrino decir: sólo los cuerpos de los hombres se mueven, 
no los hombres; los cuerpos de los hombres caminan por la 
calle, viajan en carro, viven en el campo o en la ciudad, pero 
no los hombres. También parece desde el principio que en este 
respecto hay diferencias entre las propiedades del cuerpo. Se 
diría que hay propiedades del cuerpo como peso, tamaño y si- 
milares, que en verdad atribuimos a los hombres y a nosotros 
mismos, pero con plena conciencia de que PROPIAMENTE sólo son 
inherentes al cuerpo material. Yo tengo un tamaño y tengo un 
peso naturalmente sólo en tanto que tengo un cuerpo. Cuando 
me atribuyo un LUGAR, el lugar es también el del cuerpo. ¿Pero 
no sentimos desde el principio cierta diferencia, gracias a la 
cual la localidad me pertenece algo más esencialmente? Pero 
reflexionemos sobre el asunto sistemáticamente. 


$ 14. La significación de la extensión para la estructura de los 
animales 


Los objetos de la naturaleza en el segundo sentido ampliado, 
están tomados en plena concreción: REALIDADES ANIMALES Ca 
racterizadas Como CUERPOS ANIMADOS. Son realidades fundadas, 
que en sí presuponen como estrato inferior realidades materia: 
les, los llamados cuerpos materiales. Ahora bien, éstos tienen 
además —esto es lo nuevo—, junto a las determinaciones espt- 
/33/ cificamente materiales, NUEVOS SISTEMAS DE PROPIEDADES, / LAS 
ANÍMICAS, a propósito de lo cual dejamos en suspenso si bajo 
este título no habrá que distinguir propiamente dos especies: 
un estrato sensible (estético) y uno propiamente PSÍQUICO. En 
la experiencia, las propiedades nuevas respectivas se dan como 


A 


63 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA INTULEIVA COMO TAL. 


PERTENEGIENTES al cuerpo respectivo, y por mor de ellas éste se 
llama cuerpo, “GueERPO” PARA UN ALMA O para un espíritu, Por 
otro lado, estas propiedades son precisamente propiedades no 
materiales, y esto quiere decir a su esencia pertenece no te- 
ner extensión, no ser dadas de la manera en que son dadas 
todas las propiedades que Henan la extensión corporal. Pero 
no es cosa de accidente, sino de esencia, que las propiedades se 
extiendan o no: y, por ende, que los objetos que tienen estas 
propiedades sean materiales o no. L.os hombres y los animales 
TIENEN cuerpos materiales y en csa medida tienen espacialidad 
y materialidad. Pero en cuanto a lo específicamente humano 
y animal, esto es, en cuanto a lo anímico, no SON materiales, y 
por ello TAMPOCO tomados COMO TODOS CONCRETOS son realidades 
MATERIALES en sentido propio. Las cosas materiales son fragmen- 
tables, lo que corre parejas con la extensión perteneciente a su 
esencia. Los hombres y los animales no son fragmentables. Los 
hombres y los animales están LOCALIZADOS ESPACIALMENTE; inclu- 
so lo psíquico en ellos tiene ubicación espacial, por lo menos en 
virtud del hecho de estar esencialmente fundado en lo corpo- 
ral, Hasta diremos que mucho de aquello a que nos referimos 
bajo el título amplio y al principio no aclarado de lo psíquico, 
tiene algo así como difusión (aunque no dilatación en el espa- 
cio). Pero, por principio, NADA por este lado está EXTENDIDO EN EL. 
SENTIDO PROPIO, en el sentido específico de la extensión descrita. 


$ 15. La esencia de la materialidad (sustancia) 


Antes de que nos adentremos más en las diferencias, suscepti- 
bles de aclaración ulterior, entre la localización y la extensión, 
y así, en general, en la MANERA DE LA VINCULACIÓN entre el cuer- 
po material y aquello que consuma la animalidad, lo anímico, 
'AMOS a examinar primero con más detalle los MIEMBROS DE LA 
VINCULACIÓN. 

La cosa física o material es res extensa. Discutimos ya el sentido 
de su “atributo esencial”, la extensio. Ahora, ¿cómo se / compo- 
ne el concepto de esta res, qué quiere decir REALIDAD extendida, 
QUÉ, REALIDAD EN GENERAL? Se habla también de SUSTANCIA exten- 
dida. ¿Qué quiere decir, preguntamos, esta sustancialidad, y en 
la mayor generalidad posible? 


134/ 


/35/ 


b4 LA CONSTIUFUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


La cosa material se ordena bajo la categoría LÓGICA de INpy, 
DUO PURO Y SIMPLE (objeto “absoluto”). A ella se refieren las varia. 
ciones lógicas (u ontológicas formales) de propiedad individua] 
(aquí contextura cósica), estado, proceso, relación, complexión, 
etc. En todo dominio de ser hallamos variantes análogas; por 
ello la meta de la claridad fenomenológica exige volver al indivi. 
duo en cuanto la protoobjetividad. “Todas las variaciones lógicas 
reciben de él su determinación de sentido. 


a) El análisis fenomenológico de la dación de cosas como vía 
para la determinación de la esencia “cosa material” 


Si consideramos, pues, la cosa misma, entonces es preciso, si 
queremos captar y determinar conceptualmente la esencia co. 
sa, que no nos atengamos a las expresiones vagas y a las opi. 
niones filosóficas preconcebidas que heredamos, sino que la 
saquemos de la clara dación misma. Tenemos, pues, que volver 
ejemplarmente a la conciencia en que se nos dan cosas origina: 
riamente y de modo tan perfecto que no pueda faltarnos nada 
para la captación de la forma esencial general que prescribe la 
regla apriórica a los objetos de esa índole. Que de tal suerte 
las cosas sean llevadas ejemplarmente a la dación, no significa 
solamente percibirlas Oo ponerse a fantasear claramente en un 
percibir. Eso no basta. No basta con ver esta mesa y echar so- 
bre ella una mirada perceptiva, y tampoco tomar juntas varias 
percepciones de la mesa y luego, además, percepciones de otras 
cosas. Más bien es necesario “PERSEGUIR” lo perceptivamente pre: 
sunto, percibiéndolo, experimentándolo, sea experimentándo- 
lo realmente o fantaseándolo. Es preciso representarse series de 
percepciones continuamente conexas (eventualmente, fingirlas 
libremente) en las cuales el objeto percibido sea uno y el mis 
mo, y muestre así, en la marcha de las percepciones, de modo 
cada vez más perfecto lo que yace en él, lo que pertenece a su 
esencia. * 

En el nóema del percibir, esto es, en lo percibido, tomado 
fenomenológicamente caracterizado con exactitud tal como €s 
ahí objeto intencional, yace encerrado un señalamiento deter: 
minado a todas las demás experiencias del objeto de que se 


* Cfr.p.90s, 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA INTUITIVA COMO TAL 65 


trata. En el percibir está ahora dada esta mesa, pero está dada 

cada vez de determinada manera. El percibir tiene su SENTIDO 

PERCEPTIVO, su algo presunto tal como es presunto, y en este 

sentido yacen señalamientos, yacen indicaciones anticipadoras 

y restrospectivas no cumplidas que sólo tenemos que seguir. La 

mesa-aparente es mesa-aparente por el lado de delante con un 

color del lado de delante, una figura del lado de delante, etc. 

En el sentido de este algo presunto yace que la figura-presunta, 

o el color-presunto, vuelva a remitir a apariciones de figura o 

apariciones de color cada vez nuevas en un progreso determi- 
nado, a través del cual no solamente viene a mejor aparición 

lo ya realmente aparente, sino que los lados no aparentes (pero 
lados ciertamente co-presuntos de una manera más o menos 
indeterminada) vienen a la dación acreditante. En ello están de 
antemano delineadas todas las diferentes DIRECCIONES DE DETER- 
MINACIÓN que yacen en la cosa-presunta como tal, y esto para cada 
uno de los inherentes cursos perceptivos posibles motivados, a 
los cuales, en fantasía libremente figurativa, puedo abandonar- 
me, y a los cuales tengo que abandonarme si quiero ahora traer 
a claridad el sentido de las maneras de determinación respecti- 
vas, y con ello el contenido de la esencia de la cosa. Solamente 
cuando se consulta el nóema de cosa mismo, la mención misma 
de cosa, por así decirlo, llevándola a la dación que la despliega 
en todas direcciones, y se deja que la respuesta la dé esta men- 
ción de cosa en la ejecución de sus señalamientos, se alcanzan 
realmente los componentes esenciales de la cosidad y los entre- 
lazamientos esenciales necesarios sin los cuales la cosa-presunta 
no puede en general ser pensada. 

Con este método, si quisiéramos seguirlo in extenso, se ten- 
drían como resultado muchas comprobaciones fundamentales 
respecto de la esencia cosa. Á nosotros deben bastarnos sólo 
unas cuantas particularmente destacadas. 


b) Movilidad y alterabilidad como elementos constitutivos de la 
cosa material; el esquema de cosa 


En primer lugar, fácilmente nos convencemos de que en la esen- 


cia de la cosa material en general /se fundan por principio las /36/ 


CI 


66 LA CONSTITUCIÓN DE TA NATURALEZA MATERIAL, 


posibilidades del movimiento y el reposo, de la alteración y la 
inalteración cualitativas. Una cosa puede, por ejemplo, estar tác. 
ticamente inmóvil e inalterada; pero es un Contrasentido que 
sea por principio inamovible e inalterable. Por otro lado, Putpg 
estr absolutamente inalterada: en la intuición podemos Captar 
en ejemplos adecuados la idea de una COSA INALTERADA en todo 
respecto (así sea solamente Cono Un Caso límite ideal), Si par 
timos de esta idea y nos aferramos a la cosa por sí, sin reparar 
en el nexo de cosas, entonces nos salta a la vista que en este 
caso no contamos absolutamente con ningún medio para dife. 
renciar la esencia de la cosa de la esencia de un FANTASMA vacío, 
que el excedente por el lado de la cosa no llega realmente a darse 
acreditadamente en el sentido expuesto. Estamos ante un mero 
fantasma, por ejemplo, cuando en el estereoscopio aprende. 
mos a llevar agrupamientos adecuados a una fusión corpórea.* 
Vemos entonces un CUERPO ESPACIAL, ante el cual pueden plan. 
tearse preguntas con sentido respecto de su figura, respecto de 
su color, también respecto de su lisura o aspereza y otras de- 
terminaciones de orden semejante, preguntas que pueden, por 
tanto, hallar una respuesta conforme a la verdad, por ejemplo 
en las palabras: ésta es una pirámide roja y áspera. Por otro 
lado, lo aparente puede estar dado de tal modo que la pregunta 
de si es pesado o ligero, si es elástico, magnético, etc., no tiene 
ningún sentido; mejor: ningún soporte en el sentido percepti: 
vo. No vemos precisamente una cosa material. En el contenido 
de sentido de la apercepción que ejecutamos en el ejemplo ele- 
gido, falta el grupo entero de determinaciones materiales. Éstas 
no están, digamos, meramente indeterminadas y dejadas abier 
tas, como en efecto toda percepción de cosa deja mucho abierto 
en virtud de los componentes de indeterminación en la apre- 
hensión, por ejemplo, la coloración determinada del lado de 
atrás invisible: si ésta, que ya fue, digamos, apercibida como 
roja, es roja de modo plenamente uniforme o contiene man: 
chas, listas, etc.; cómo discurre en lo invisible la figura de la 
cosa aprehendida solamente como cerrada de alguna manera; 
si el cuerpo es duro o blando, metálico o no metálico, ee 
Más bien se trata de que, sin menoscabo de las indetermina: 
ciones que por lo demás siguen abiertas, EN LA APREHENSIÓN NO 
/37/ ESTÁN EN GENERAL REPRESENTADOS GRUPOS ESENCIALES DE NOTAS, / 4 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA INTUITIVA COMO TAL 67 


saber, los de la MATERIALIDAD ESPECÍFICA. De esta suerte vemos 

cunbién un arco iris, el cielo azul, el sol, etc, De ahí inferimos 

que cuerpo espacial lleno (cuerpo cualificado) mediante la pleni- 

tud cualitativa que se extiende, no es todavía tanto como una 

cosa, una cosa en el sentido corriente de algo REAL MATERIAL. Está 

claro igualmente que toda cosa sensible requiere en su dación, 

como un fragmento básico de su esencia (por ende, siempre, 

insuprimiblemente), de esa índole de cuerpo espacial lleno. Una 

cosa está siempre dada, necesariamente, como extensión espa- 

cial llena, pero también como algo más. Decimos que la esencia 

de una cosa comprende un ESQUEMA SENSIBLE, y con ello enten- 
demos este armazón básico, esta figura corpórea (“espacial”) 
con la plenitud extendida sobre ella. La cosa que aparece en 
reposo y cualitativamente inalterada no nos “MUESTRA” más que 
su esquema, o más bien la apariencia, mientras que, ciertamen- 
te, está a la vez "APREHENDIDA” como material. En este respecto, 
empero, no se “MUESTRA”, no llega propiamente a la visión, a 
la dación original. En lo “propiamente” dado no se alteraría 
nada si el ESTRATO DE LA MATERIALIDAD entero fuera TACHADO de 
la apercepción. Ello es de hecho pensable. En la experiencia 
original, en la percepción, el “cuerpo” es impensable sin cuali- 
ficación sensible; pero el fantasma está originalmente dado y 
por ello también es pensable sin los componentes de la mate- 
rialidad, mientras que éstos por su lado son no independien- 
tes (desprendimiento unilateral).9% Si traemos a la considera- 
ción las diferentes ALTERACIONES, las extensivas (cambio de lugar, 
deformación) y las cualitativas, observamos de nuevo lo mismo: 
lo que en la PERCEPCIÓN de alteraciones cósicas, y justamente de 
alteraciones en el contenido propio de la cosa aparente, llega pa- 
ra nosotros a PERCEPCIÓN REAL, son solamente cursos continuos 
de esquemas sensibles; o como también podemos decir: SE ALTE- 
RA CONTINUAMENTE EL ESQUEMA SENSIBLE DE LA COSA. Pero de nuevo 
queda claro que aquí no está dado nada que no pudiera tam- 
bién estar dado como puro “fantasma”. También los fantasmas 
(en el sentido indicado de la pura dación espacial, sin ningún 
estrato de aprehensión de la materialidad) pueden ser fantas- 
mas que se mueven, se deforman, se alteran cualitativamente en 


cuanto al color, el brillo, el sonido, etc. / De nuevo, por tanto, /38/ 


ÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


OS LA CONS UD 


la marettalidad puede escu desde un principio co-aprehendida 


y, Si etbargo, no estar co-dada, 

En seguida hay que hacer hincapié expresamente en que el 
concepto del esquema (del fantasma) no se restringe en modo 
alguno meramente a una esfera sensorial. Una cosa percibida 
tiene uanbién su ESQUEMA TÁCTIL, que se da a conocer en su 
captación táctil; en general PUEDEN DISTINGUIRSE EN EL PLENO Es. 
QUEMA PRECISAMEN UE TANTOS ESTRATOS GUANTOS GÉNEROS DE DATOS 
SENSIBLES PODAMOS Hal Lar, los cuales se extienden sobre la exten. 
sión espacial, que aparece conto idéntica, de la cosa. El esquema 
no se multiplica a tenor de este múltiple llenado. Las cualida. 
des sensibles llenan la corporcidad espacial una y absolutamen. 
te idéntica en varios estratos que, merced a esta identidad y 
merced a la esencial inseparabilidad respecto de la extensión, 
tampoco pueden por principio dividirse en varios esquemas 
SEPARADOS, 

Examinemos esto con mayor precisión: sea dado uno y El. MIS 
MO CUERPO, cuya figura es una y cuya extensión es una, la cual se 
exhibe, empero, de manera doble, como corporeidad vista y to 
cada. El cuerpo es de color, o sea, está coloreado por todas partes, 
en toda su extensión, uniformemente o con colores diferentes 
en las diferentes partes de su extensión (de su superficie). Pero 
el cuerpo es de color solamente en la “aparición óptica”. En el 
"espacio táctil”, en la corporeidad táctilmente aparente (táctil: 
mente dada), el color no está dado.* 9 Por otro lado, la lisura es 
dada táctilmente, el brillo visualmente. La humedad no puede 
ser vista, sino sólo tocada. Puede ser sólo “co-vista”, así como hh 
aprehensión de la tactilidad sedosa co-representa el brillo mate. 
La aspereza puede ser tocada y también “vista”, e igualmente el 
acanalado de una superficie. La especie o la forma del llenado 
visual o táctil de la corporeidad, la forma de las vivencias de 
transición en la aprehensión ininterrumpida, es exactamente 
análoga, de igual forma. También para la figura misma de ka 
/39/ cosa, / la pura corporeidad espacial, subsiste al parecer esta 


4 Ciertamente, las expresiones espacio visual, espacio táctil, por usuales 
que sean, son bien peligrosas. El. espacio, el mismo, se exhibe, aparece, visual 
y táctilmente; la cuestión es cómo entender la identidad y, por otra lado, hasta 
dónde puede hablarse de estratos. 


a A 


ESTRATOS DESENTIDO ONTICOS DE LA COSA INTOLTIVA COMO TAL 60 


analogía de la forma de complexión, a pesa de las diferentes 
maneras de darse sensibles, 

Pero aquí tio hablamos de analogía, sino de identidad, ¿Cómo 
se lega a la posición de la identidad? Fs LA MISMA PROMEDAD 
osjeriva la que se manifiesta en el brillo y en la lisura. Y en 
todos los casos tomo el cuerpo como el mismo. El CUERPO ene 
solumente UNA FIGURA, sohiumente una extensión; mejor: la cosa 
perceptiva Gene solamente una corporeidad espacial (figura 
espacial). Junto a esto, La cosa tiene su color, su brillo (captado 
en el veo), su lisura (captada táctilmente), etc, Más aún: ahora 
suena, emite calor o frío, y así por el estilo, 

También el MOVIMIENTO del cuerpo puede ser captado MEDIAN. 
TE SENTIDOS DIFERENTES como cambio de lugar de la corporeidad 
espacial cásica. 

EL GOLPE Y LA PRESIÓN NO pueden propiamente ser VISTOS; pue- 
de verse solamente lo que con ellos ocurre en el espacio y en la 
figura. Tampoco LA PRESIÓN, LA TENSIÓN, LA RESISTENCIA pueden 
experimentarse mediante el mero tocar. Se tienen que “tensar 
los musculos”, “hacer fuerza contra ello”, etc. Pero, no obstante, 
cuando un cuerpo ejerce presión sobre otro, capto visualmente" 
diversos sucesos, por ejemplo, que un cuerpo que golpea a otro 
lo hace a un lado, que el movimiento de un cuerpo se retarda 
o se acelera por un golpe, etc. Algo similar, aunque no tan có: 
modamente, capto mediante el sentido muscular y del tacto, 
Se distinguen aquí el movimiento geométrico y el mecánico, y 
lo mecánico no se aprecia exclusivamente mediante un sentido, 
También de otro modo encontramos un paralelismo entre cuali- 
dades sensibles y sucesos extensionales: calor y frío - expansión 
y contracción OCURREN JUNTOS DE MANERA REGULADA. Por todas 
partes, la aprehensión por medio de un “sentido” encierra en 
sí horizontes vacíos de “percepciones posibles”, de modo que en 
cada caso puedo entrar a un sistema de nexos de percepciones 
posibles y, al llevarlos a cabo, reales. Podemos decir: el cuerpo 
espacial es una unidad sintética de una pluralidad de estratos 
de “apariciones sensibles” de sentidos diferentes. Cada estrato 
es en sí homogéneo, inherente a un sentido: una / percepción 
aperceptiva o una multiplicidad perceptiva que va corriendo 
y puede proseguirse homogéncamente. Cada percepción y ca 
da serie de percepciones semejante tiene sus complementos de 


/40/ 


V41/ 


70 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


apercepciones paralelas de los otros estratos, los cuales CONsti, 
tuyen “CO-DACIÓN”, no real dación, y hacen posible una POSterio, 
resolución en la percepción real. La plenitud óptica dada del q, 
quema visual señala al lado táctil del esquema y eventualmente 
a la plenitud determinada del mismo. El uno recuerda “agp, 
ciativamente” al otro. La experiencia me da a conocer nueva 
plenitudes, que son aprehendidas como no recién originadas 
sino como ya existentes y permanentemente inherentes, etc, L, 
mismo ocurre ya en un estrato solo. Veo el lado de delante gy; 
esquema, y en el lado de atrás queda mucho indeterminado, pe. 
ro el esquema tiene un lado de atrás. Así tiene el cuerpo también 
un lado o estrato táctil, sólo que éste está aún indeterminado, 
El cuerpo es una unidad de la experiencia, y en el sentido de 
esta unidad radica el ser índice para una multiplicidad de expe. 
riencias posibles en las cuales el cuerpo puede venir a darse en 
formas siempre nuevas. Aquí hemos tomado ante todo el 

con independencia de toda condicionalidad causal, merament 
como una unidad que, mediante multiplicidades de sensación, 
se exhibe visual o táctilmente como provista de un contenido 
interno de notas. Ciertamente, algunos de los ejemplos elegi- 
dos (la apercepción de las cualidades mecánicas) nos llevaron 
ya más allá de ello. 

Sin embargo, en lo dicho también radica que, bajo la mer- 
cionada presuposición (la de que tomamos la COSA FUERA DE 
NEXO DE COSAS), al ejecutar experiencias NO ENCONTRAMOS NINCL 
NA POSIBILIDAD de DECIDIR acreditadamente Si LA COSA MATERIAL 
EXPERIMENTADA ES REAL O si sucumbimos a un mero engaño ylo 
experimentado es un MERO FANTASMA. Apelar a la concordandi 
subsistente de los diferentes sentidos significaría malentender 
nuestro problema. Naturalmente, la posición de cosa (la doxa! 
que yace en la percepción está motivada mediante lo dado at: 
tualmente en cada caso, es decir, mediante el esquema qu 
aparece, y también naturalmente, un esquema que aparece ple 
rilateralmente tiene que tener un plus de fuerza motivante. Pero 
si la materialidad de la cosa no se diera real / y propiameni 
en otra parte (genéticamente hablando: si el contenido de de 
terminación de la materialidad específica no nos hubiera sid0 
dado alguna vez en casos parecidos), entonces no habría abso 


A 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA INTUITIVA COMO TAI, 71 


lutamente nada para lo cual la intuición del esquema pudicra 
ejercer una función de motivación, 


e) Acreditación de la materialidad de la cosa mediante su de- 
pendencia de circunstancias 


Ya es ciertamente cl momento de decir lo que nos ha estado 
faltando, o sea, de abordar la presuposición que hemos hecho. 
Hasta aquí hemos tomado la cosa en aislamiento. Pero la cosa 
es lo que es en referencia a “circunstancias”. Si ponemos frente 
a frente la alteración de fantasmas y la alteración de cosas, está 
claro que ambas no son lo mismo y que no se diferencian me- 
ramente mediante un componente del contenido que, bajo el 
título de niaterialidad, se hallara presente en la una y faltara en 
la otra. Es patente que pueden tener lugar alteraciones de cosas 
con un esquema sensible inalterado, y a la inversa, con un esque- 
ma alterado la cosa puede permanecer inalterada. Esto último, 
por ejemplo, cuando la misma cosa inalterada es percibida bajo 
una cambiante iluminación diurna o bajo una iluminación de 
color cambiante y similares. 

La realidad propiamente dicha, que aquí se llama materiali- 
dad, no radica en el mero esquema sensible, no en aquello que 
podría convenir a lo percibido si para este mismo no hubiera, 
y no tuviera sentido, nada semejante a una referencia a “cir- 
cunstancias”; más bien radica precisamente en esta referencia y 
en las maneras de aprehensión correspondientes a ella. Bajo 
una iluminación cambiante, en referencia, pues, a otra cosa 
que la ilumina, la cosa tiene constantemente otro aspecto, y ello 
no caprichosa, sino determinadamente. Aquí subsisten paten- 
temente nexos funcionales que ponen en referencia las modi- 
ficaciones esquemáticas de uno de los lados con las de otros 
lados. En el sentido de la aprehensión de una cosa como cosa 
(y no del mero fantasma) radica que tales esquemas, y transcu- 
rriendo justamente en series determinadas de modificaciones 
y, de manera determinada, ya alterándose, ya no alterándose, 
sean experimentados como manifestaciones de uno y lo mis- 
mo. Pero los experimentamos como tales en la medida en que 
transcurren como “dependientes” de las “circunstancias reales” 
inherentes. Así pues, en nuestro ejemplo experimentamos la 


PA E E is E A A A 


72 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


misma cosa con respecto a sus propiedades ópticas, las cuales 
(32/ conservan su unidad y determinación en el cambio de la / ilu, 
minación por el cambio de las fuentes de luz correspondientes. 
La unidad atraviesa los esquemas en la medida en que éstos 
estén llenos de color. Lo que en ello se constituye es el color 
“objetivo”, aquel que la cosa tiene, ya se halle a la luz del sol o en 
una luz de día más tenue, o cuelgue en la oscuridad del ropero, 
y así en cualesquiera condiciones de iluminación, a las cuales 
pertenecen funcionalmente esquemas enteramente determina. 
dos, incluyendo el completo llenado de un esquema visual. 

En tanto que las circunstancias permanecen inalteradas, tam. 
bién el esquema permanece inalterado. Un cambio constante de 
las circunstancias tiene como consecuencia un cambio constan. 
te del esquema, e igualmente, con la inalteración constante, con 
el comportamiento inalterado de las apariciones que fungen co- 
mo circunstancias, hay en la misma duración una inalteración 
constante del esquema dependiente. 

Así pues, la inalteración es caso límite de la alteración: se 
conforma a la regla merced a la cual a iguales circunstancias 
pertenecen iguales dependencias funcionales. Tomemos otro 
ejemplo. Un muelle de acero que es impulsado efectúa ciertas 
oscilaciones y recorre ciertas secuencias de estados del cambio 
de lugar y la deformación relativos: el muelle de acero tiene 
la propiedad real “elasticidad”. Tan pronto como tiene lugar 
cierto impulso, tiene lugar una desviación pertinente del esta- 
do de reposo y cierta manera de oscilar pertinente; tan pronto 
como tiene lugar otro cierto impulso, tiene lugar otra mane: 
ra de oscilar pertinente de tipo intuitivo similar. Si se suprime 
todo impulso, entonces otras circunstancias pueden experimen: 
tar un cambio y actuar de la misma manera que aquéllas. Si las 
circunstancias permanecen por completo inalteradas (todas las 
que precisamente son “circunstancias” respecto de la elastict 
dad), entonces el muelle permanece en el estado de la inaltera: 
ción. En circunstancias iguales, consecuencias iguales: a igual 
cambio de circunstancias, iguales maneras de oscilar. La regía 
general a la que se conforma la inalteración como caso límite de 
la alteración, no es conciente como tal: aquí expresa una for? 
perteneciente a la apercepción de la propiedad real; la ape" 
cepción de la propiedad real encierra en sí esta articulación € 


A 


ESTRATOS DE SENTIDO ON DICOS DE DA COSA INTULUTIVA COMO TAL 73 


circunstancias y alteraciones esquemiticas funcionalmente de. 
pendientes, pero de modo tal que la dependencia se presenta 
cu un caso dado y no ¿n abstracto. Por otro lado, ciertamente 
la cose y la propiedad son captadas de modo objetivante, 10 así 
el esquema A y las circunstancias (apresadas también como al. 
go esquematico), 

Precisamente de esta manera se constituye toda propiedad 
“objetiva”, “real”, de la cosa tenomenal, Lo real de la cosa misma 
cs tan diverso como propiedades reales tenga en cste sentido 
la cosa, propiedades que son integramente unidades en refe- 
rencia a multiplicidades de las regulaciones esquemáticas en 
relación con circunstancias correspondientes. 


d) El esquema como determinación real de la cosa material 


El esquema respectivo adquiere, gracias a esta aprehensión reali 
zadora (a saber, como constituyente para la cosa real en cuanto 
sustrato de propiedades reales), el carácter de una determina- 
ción real de sentido particular. Frente a la propiedad real unita- 
ria, en nuestro ejemplo el color objetivo inalterado, está el ESTADO 
real momentáneo, que corresponde a las “circunstancias” y cam- 
bia según leyes. Éste coincide con el esquema, pero no es mero 
esquema (la cosa no es un mero fantasma). Á la aprehensión 
cambiada le corresponde un correlato cambiado. O sea, en la 
aprehensión-de-cosa, el esquema no es percibido como mera 
extensión sensiblemente llena, sino que es percibido precisa 
mente como “protomanifestación” (manifestación originaria) 
de una propiedad real, y precisamente por ello como estado de 
la sustancia real en el punto temporal respectivo. La propiedad 
misma viene solamente a la dación que da realmente cumpli- 
miento, por ende originaria, cuando llegan a desenvolverse de 
modo originario las series funcionales en las cuales vicnen a 
darse originariamente las DEPENDENCIAS respecto de las circuns- 
tancias inherentes; en otras palabras: las DEPENDENCIAS CAUSALES, 
Las CAUSALIDADES no son, en este caso, causalidades meramen- 
tc supuestas, sino “vIsTAs”, “PERCIBIDAS”, Es patente que aquí la 
dirección de la mirada en la captación mentante de la propie- 
dad real y la dirección de la mirada en la captación mentante 
de la dependencia causal de sus respectivos estados respecto de 


/43/ 


__AA>+A>=> > 


74 1.4 CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL, 


las circunstancias inherentes (que entonces alcanzan ellas ms, 
mas captación objetiva), son diferentes, aunque en ambas partes 
la mirada recorre en cierta manera el esquema o más bien el 
estrato correspondiente de su plenitud. Y de nuevo cambia la 
dirección de la mirada, eventualmente dentro del mismo estado 

/44/ dela situación predada para estas / diferentes captaciones, al jr 
ala cosa misma en cuanto sustrato idéntico de esta o aquella pro. 
piedad que se manifiesta, o bien de los respectivos estados refe. 
ridos a estas o aquellas circunstancias. Están delineadas tantas 
direcciones de la unidad en la aprehensión causal del esquema, 
es decir, direcciones para series de percepciones posibles en re. 
ferencia funcional a series de circunstancias perceptibles, como 
diversamente determinable POR PROPIEDADES, conforme al senti. 
do aprehensivo mismo, es lo real-cosa, la “SUSTANCIA” material 
unitaria; y esto tiene realmente esas propiedades (propiedades 
REALES, sustanciales) si la experiencia que da cumplimiento las 
acredita originariamente en los estados (maneras de comporta: 
miento) cósicos dependientes de circunstancias. Por lo demás, la 
aprehensión-de-cosa lleva consigo, como se establece ya con toda 
percepción singular y serie singular de percepciones, diferen- 
tes modos de determinación e indeterminación. Lo percibido 
es ciertamente conciente como lo real del estado dado, pero so- 
lamente como más o menos determinado. Pero la manera como 
la indeterminación puede determinarse con más precisión, está 
delineada por la esencia formal de la aprehensión-de-cosa como 
tal y además por la particularidad de la aprehensión particular 
respectiva, o sea, por lo que ella deja abierto justamente en esta 
particularidad. 


e) Determinación más precisa, redeterminación y supresión de 
la experiencia de cosas 


En la esencia general de la aprehensión-de-cosa radica, además, 
que en el progresar de las experiencias que protomanifiestal 
la cosa respectiva de una manera cada vez más rica, también 


* Sustancia no significa aquí absolutamente nada más que cosa material 
como tal, considerada en tanto que es lo idéntico de propiedades reales, actu3: 
lizándose temporalmente en multiplicidades reguladas de estados en depel: 
dencia regulada de circunstancias inherentes. 


A) 


ESTRATOS DE SENTIDO ONTICOS DELLA COSA INTUITIVA COMO TAL 75 


se presentan direcciones de determinación cada vez más ricas 
y en ellas pueden siempre establecerse nuevos sitios vacios de 
la determinabilidad. A priori, solamente en el progreso de las 
experiencias progresivas protomanifestadoras se hace patente 
lo que es la cosa misma respectiva. Como posibilidades de prin- 
cipio, aquí se hallan (según lo que ya señalamos antes) siempre 
lado a lado: 1) la posibilidad de experiencias concordantes sin 
excepción y / que sólo determinan con más precisión; 2) la 
posibilidad de experiencias parcialmente concordantes, parcial- 
mente discrepantes, y justo determinantes de LA MISMA cosa en 
formas nuevas y distintas; 3) finalmente la posibilidad de las dis- 
cordancias incompatibles, con las cuales se patentiza el no-ser 
de lo experimentado en concordancia provisional o también de 
la cosa determinada “de otra forma” en sus pormenores. Pero 
si la cosa Es, entonces es en cuanto lo real idéntico de sus pro- 
piedades reales, las cuales, por así decirlo, son los meros rayos 
de su ser unitario. En cuanto esto idéntico, la cosa está puesta 
de manera motivada en toda experiencia, por imperfecta que 
sea, por mucho que deje abierto, y la fuerza legitimadora de 
la motivación aumenta con la riqueza de las protomanifestacio- 
nes que sobrevienen en la marcha de la experiencia. La cosa ES 
constante en tanto que bajo las circunstancias inherentes a ella 
se comporta así y asá: REALIDAD O, lo que aquí es lo mismo, sus- 
TANCIALIDAD, Y CAUSALIDAD, SE CONCIERTAN INSEPARABLEMENTE. Las 
propiedades reales son eo ipso causales. Conocer una cosa quie- 
re por ende decir: saber por experiencia cómo se conduce al 
presionarla y golpearla, al doblarla y romperla, al calentarla y 
enfriarla, esto es, cómo se comporta en el nexo de sus causali- 
dades, en qué estados entra, cómo al atravesarlos sigue siendo 
la misma. 

Indagar estos nexos y determinar en el pensamiento científi- 
co las propiedades reales sobre la base de la experiencia progre- 
siva —ésta es la tarea de la física (en un sentido ampliado de la 
palabra), la cual, guiada aquí desde las unidades más próximas 
en el escalonamiento de las experiencias y las protomanifesta- 
ciones de la experiencia, progresa hacia unidades siempre más 
elevadas. *? 


/45/ 


46/ 


76 LA CONSTEFUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


$ 16. Constitución de las propiedades de la cosa en multiplicidade 
de relaciones de dependencia 


Asi pues, con referencia a las circunstancias reales, las reales 

tas posibles, una UNIDAD atraviesa por entre todos los cambios 
de estado, de tal modo que, por el lado de la aprehensión, to. 
do cambio de estado, ya pertenezca a la misma propiedad en 
cuanto inalterada, ya a propiedades en alteración constante o 
discreta, se halla o puede hallarse como unívoco en el nexo 
real dado. La cosa en cuanto unidad de sus propiedades / 
puede, pues, en el cambio de cualesquiera estados o maneras 
de comportamiento, alterar“se” o permanecer inalterada. Toda 
propiedad real es, en cuanto real, alterable. Por tanto, las unida: 
des de la protomanifestación en su continuidad temporal son 
aprehendidas, en su dependencia de las unidades de las circuns 
tancias, como fases de una unidad de duración que se sostiene 
en ellas. El hierro se funde y cambia su estado físico, el cual por 
su lado tiene manifiestamente el carácter de una propiedad real 
en nuestro sentido. El peso de un cuerpo material se altera cons 
tantemente al ser llevado hacia los polos terráqueos, y así por 
el estilo. Bien mirado, la conformación de la unidad como con- 
formación de una identidad en el flujo del cambio temporal no 
es nada que sea específicamente peculiar de la cosa. A la esencia 
de toda unidad —incluso de toda unidad no sustancial— como 
mera unidad de duración, pertenecen a priori posibilidades de 
que la duración esté provista de un llenado temporal igual o, 
prescindiendo de saltos singulares, continuamente alterable. Y 
por todas partes interviene en esto la conciencia de unidad, la 
cual en tales continuos temporales tiene individualmente Ccon- 
ciente lo idéntico que ahí dura y se altera, y cuando es posible 
lo capta en forma mentante. Por ejemplo, el sonido, el dato 
puro de sensación, que ciertamente no es algo sustancialmentt 
real, se “altera” con respecto a su intensidad, y entre tanto per 
manece inalterado con respecto a su altura, etc. Ahora hay qué 
observar que la constitución de propiedades reales también put 
de ejecutarse en niveles superiores; que son, por ende, posibles 

conformaciones escalonadas, según lo cual en unidades de la 

protomanifestación se protomanifiestan por su lado unidades 

a su vez superiores y eventualmente se determinan a partir de 


——— 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA INTULITVA COMO TAL. 77 


ahi con ayuda del pensar basado en la experiencia. Lo mismo 
vale con generalidad. 

Teníamos antes el principio de la coordinación de las dacio- 
nes esquemáticas, principio que en la apercepción de lo real 
es formalmente determinante: iguales circunstancias - iguales 
consecuencias. Este principio requiere, sin embargo, cierta va- 
riación del sentido que se le ha dado hasta ahora: las circuns- 
tancias eran daciones esquemáticas, e igualmente las conse- 


cuencias. 

Eso está bien cuando tenemos que ver con propiedades de 
nivel inferior y experimentamos lo real como unidad duradera 
de una y la misma propiedad INALTERADA.%% 

Pero en la esencia de toda cosa (tal como la captamos en la 
esencia de la experiencia, o sea, en la experiencia idealmen- 
te posible) radica la / posibilidad ideal de su alteración: de /47 
la alteración de lo real. Por ejemplo, el muelle es elástico. En 
iguales circunstancias esquemáticas experimentamos (o, ideal- 
mente hablando, podemos experimentar) cómo se presentan 
iguales series esquemáticas de alteraciones o de inalteraciones: 
siempre de nuevo las mismas maneras de oscilar con impul- 
sos igualmente dirigidos, igualmente fuertes, etc., hasta llegar 
naturalmente al caso límite en que el impulso es 0 y la oscilación 
es siempre 0, 

Ahora bien, el golpe puede ser tan fuerte que se rebase el 
“límite de elasticidad”; el muelle se quiebra, se desbarata en 
varios fragmentos separados. Ya no tenemos ahí la unidad de 
algo real uno con la contextura elástica una. O de otra manera: 
el muelle se pone al rojo, pierde su elasticidad, o la elasticidad 
se altera en tanto que aún permanece. 

Éstas son ALTERACIONES DE PROPIEDAD: la propiedad alterada 
tiene a su vez, respecto de sus esquemas, la regla formal: en 
iguales circunstancias, iguales consecuencias. Pero, pese a la 
forma igual, cs ciertamente distinto el nexo funcional fáctico, 
los esquemas y circunstancias recíprocamente coordinados. Y 
cuando el acero se funde y la elasticidad ha desaparecido, la 
cosa se ha alterado, ya conserve propiedades, pero que estas 
propiedades se alteren, ya pierda propiedades y reciba nue- 
vas propiedades de otro tipo, o eventualmente muestre también 


/48/ 


78 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


alteraciones en propiedades del tipo ya presente tras la cesación 
de aquellas propiedades. 

Tenemos entonces no solamente UNIDAD EN LAS ALTERACIONES 
DE LAS PROPIEDADES y en la propiedad que se altera singular. 
mente, así como en general tenemos unidad en las series de 
alteraciones, sino que A TRAVÉS DE LAS ALTERACIONES DE PROPIEDAD 
PASA UNA NUEVA UNIDAD; O sea, la cosa es de tal índole que, con 
alteraciones enteramente determinadas de las circunstancias 
reales, cambia precisamente las propiedades reales de manera 
determinada. Las series de alteraciones de las propiedades ren. 
les, en su dependencia de las alteraciones de las circunstancias 
reales, manifiestan de nuevo una unidad. Para todas las alte- 
raciones de propiedad tenemos inherentes alteraciones de las 
circunstancias. En todas sus maneras de comportamiento es de- 
pendiente de ellas y es lo que es con referencia a circunstancias, 
Y en las maneras de comportamiento yace una / UNIDAD como 
propiedad unitaria, en tanto que tenga lugar tal referencia a cir- 
cunstancias que la cosa se conciba en ESTADOS, estados que sean 
tan dependientes de los de las circunstancias que sean posibles 
alteraciones motivadas de circunstancias, con las cuales vayan 
de la mano alteraciones reguladas de los estados de la cosa; y 
justamente de tal manera que iguales series de alteraciones de 
circunstancias de una y la misma especie, originen “siempre 
de nuevo”, dentro del respectivo trecho de la duración de la 
cosa, iguales series de alteraciones de estados de la especie co 
rrespondiente. “Siempre de nuevo”: siempre de nuevo puedo 
poner la cosa, que tiene su carácter óptico inalterado, idéntico, 
bajo diferentes iluminaciones y series de iluminaciones. Siem: 
pre de nuevo puedo impulsar la cosa, que es elástica y tiene su 
carácter elástico inalterado, de una manera diferente, etcétera: 

Así pues, tengo un segmento en la duración de la cosa €N 
el cual ésta tiene precisamente unidad de una propiedad real 
—y una propiedad inalterada. Si el muelle se ha puesto al rojo, 
entonces da comienzo un nuevo segmento del ser cósico: ahorá 
es inelástico y tiene de nuevo una propiedad correspondiente. 
pero nueva, “EN LUGAR” de la elasticidad. Igualmente si la cos 


ha perdido su coloración cromática por haberse desteñido po! 
completo. 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTIGOS DE LA COSA INTUETIVA COMO TAL. 79 


LA DURACIÓN DEL-SER CÓSICO SE DESCOMPONE ASÍ EN SEGMENTOS RES- 
MECTO DE CADA PROPIEDAD. PERO ALLÍÚTENEMOS LA ABARCANTE UNIDAD 
DELA COSA: CADA PROPIEDAD DEL PRIMER NIVELES ALTERABLE, PERO LAS 
ALTERACIONES DE LAS PROPIEDADES SE HALLAN DE NUEVO BAJO REGLAS 
DE LA DEPENDENCIA DE CIRCUNSTANCIAS, 

Por todas partes se distinguen dependencias y constitu- 
ciones de propiedades del primer nivel de las de nivel supe- 
rior, y la conformación de unidad de nivel superior es de nuevo 
una conformación de propiedades reales, porque precisamen- 
te en el nexo de la experiencia, las alteraciones de propiedad 
del nivel inferior no son inmotivadas, sino que, por su lado, 
se ponen de nuevo de manifiesto como dependencias de cir- 
cunstancias reales, El hierro no se pone al rojo por sí mismo, 
alterando con ello ciertos complejos de sus propiedades rea- 
les en la experiencia, sino que lo hace en circunstancias reales, 
también ellas experimentables, las cuales, en su intervención re- 
gulada, / son cognoscibles, primigeniamente experimentables. 
En la duración de la cosa se presentan siempre nuevas propie- 
dades o alteraciones de propiedad, a veces aparicionalmente 
inconstantes; pero por el conjunto de las alteraciones atraviesa 
una unidad de realidad, una unidad de referencias ininterrum- 
pidamente reguladas a circunstancias reales, una unidad de tal 
índole que toda alteración que ya pertenece al nivel de la reali- 
dad está ella misma de nuevo regulada causalmente. 

La cosa intuitiva no es aprehendida directamente en el pleno 
rigor de esta idea de realidad, aunque ésta, como puede reco- 
nocerse, ya está esbozada en la misma conformación de unidad 
que está dada sin más en su aprehensión. Fue la nueva CIENCIA 
DE LA NATURALEZA la que por vez primera captó esta idea de una 
identidad rigurosa en dependencias absolutamente determina- 
das y unívocas de la causalidad —idea que cabe sacar de la apre- 
hensión de la experiencia—, y la que desarrolló las exigencias 
contenidas en ella, exigencias que determinan esencialmente la 
marcha de la investigación*! científico-natural. Con ello está en 
conexión el hecho de que la ciencia de la naturaleza concibe en 
rigurosa universalidad el principio “en iguales circunstancias, 
iguales consecuencias”, ya esbozado en la aprehensión primi- 
genia de cosas, precisamente como correlato de la idea rigurosa 
de la cosa (de lo real); igualmente el principio: no hay cambio 


/49/ 


/50/ 


$0 LA GONS IFCUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


sin causa, no hay transformación sin identidad de lo cósico Que 
se transforma; por lo cual, pues, no puede haber en verdad yn 
milagro en forma de transformación de una cosa en una segun. 
da cosa, sino en el mejor de los casos un saltar (eventualmente 
sólo en apariencia discreto) de grupos principales de propieda. 
des a otros, pero entonces sólo en referencia a circunstancias 
conforme a leyes causales fijas. / No obstante, acaso ésta no sea 
una necesidad apriórica. Á priori, acaso sea pensable que una 
cosa se altere, esto es, que se transforme en sus propiedades 
reales, por sí misma. Considerémoslo con más detalle. ¿Sería 
pensable, por ejemplo, que una cosa perdiera por sí misma su 
elasticidad, que una coloración se destiñera por sí misma, que 
el agua se secara por sí misma? 

En la aprehensión de cosa, por ejemplo, de la cosa como co- 
loreada, elástica, etc., radica precisamente aquella aprehensión 
de propiedad de la que hablamos, / con su referencia a circuns 
tancias. Ahí está encerrada la posibilidad ideal de que, referida 
a ciertas circunstancias, la propiedad permanezca inalterada. 
Ciertas circunstancias pueden alterarse sin que ello tenga nin: 
gún influjo sobre la cosa. Entonces, esto significa: en el mundo 
en torno pueden ocurrir muchas cosas sin que la cosa dada 
(en tanto que la tenemos en la intuición) muestre alteraciones 
de ninguna clase. Estas circunstancias carecen realmente de in: 
fluencia, no pertenecen al nexo causal que para la realidad de 
esta cosa es constitutivo por un lado cualquiera. Puede ser, de 
nuevo, que subsistan ciertas dependencias, que ciertas altera 
ciones de circunstancias tengan consecuencias para la cosa, esto 
es, que en la cosa transcurran cambios de estado correspon: 
dientes de tal manera que se manifieste ahí una y la misma 
propiedad real inalterada. Y si transcurren iguales series de cir 
cunstancias, entonces transcurren iguales series de estados, yl 
propiedad permanece inalterada. Un caso especial es aquel en 
que en las circunstancias causales tiene lugar, en vez de un curso 


/ Acaso no requiera una discusión particular la conformación de un col!” 
plejo de propiedades reules del modo como, mediante relación causal Co” 
circunstancias complejas, se destacan experimentalmente caracteres unilaS y 
de cosa, mientras que éstos, en un análisis causal más preciso, se deshacen en 
propiedades parciales. 


AAA 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA INTUITIVA COMO TAL. 81 


de alteración, un transcurso de inalteración (duración inaltera- 
da), “nada se altera”. Entonces también causalmente puede no 
alterarse nada, en caso de que la consecuencia dependa unívo- 
camente de estas circunstancias. 

Ahora bien, la concepción ingenua opina que UNA COSA PODRÍA 
ALTERARSE POR SÍ MISMA. Toda aprehensión de cosa sucede bajo co- 
aprehensión de circunstancias como condicionantes. Pero, en 
efecto, la cosa nunca llega a darse perfectamente. Y por lo que 
toca a las enunciaciones que hacemos sobre la cosa, de ningún 
modo*? obedecen a lo que en cada caso está realmente dado; 
lo que la aprehensión de cosa, con generalidad y según el con- 
tenido concreto de la aprehensión, exige para la cosa, no está 
acreditado, y la enunciación no se guía meramente por lo acre- 
ditado, por la dación que da cumplimiento; la percepción de 
cosas no es una experiencia plenamente informativa. En ocasión 
de ello hay que pensar que en una cosa tenemos que diferenciar 
entre circunstancias externas e internas, alteraciones o proce- 
sos externa e internamente causados. 

Tiene que tomarse en consideración que lo que la ciencia 
de la naturaleza admite como EDIFICACIÓN DE UNA COSA A PARTIR 
DE. MOLÉCULAS Y ÁTOMOS, en todo caso ya está delineado como 
posibilidad en la cosa intuitiva en la manera en que una cosa 
es posible como agregado de cosas dentro de nexos causales. 

En general, LA PARTICIÓN es UN TEMA IMPORTANTE: la aprehen- /51/ 
sión de una cosa como un sistema de cosas, su edificación a partir 
de moléculas, etc., donde el problema es precisamente este edi- 
ficar. ¿Cómo hay que concebir a priori la idea del todo real de 
fragmentos reales, los cuales por su parte fungen de nuevo co- 
mo cosas? ¿Qué posibilidades aprióricas subsisten aquí? ¿Qué 
ocurre con la posibilidad apriórica del llenado “continuo” del 
espacio, y justo como un llenado real, por ende también con la 
posibilidad de la aprehensión de la totalidad de los objetos de 
la naturaleza como una cosa continua y la posibilidad de una 
multitud de objetos de la naturaleza que están espacialmente se- 
parados pero cada uno de los cuales es en sí continuo? ¿Y qué 
con la posibilidad de la aprehensión de una cosa continua como 
un continuo de cosas? ¿Puede cada parte de la partición ideal 
de una cosa continua ser concebida como una unidad continua 
de cosas? ¿Y qué es lo que hace la unidad de un continuo real 


89 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


semejante? ¿O se exige a priori la fragmentación real, según la 
cual necesariamente cada cosa es en sí realmente simple o est 
compuesta a partir de reales simples? ¿Hasta el punto de quelo 
realmente simple en verdad llena el espacio en forma continua 
pero de tal modo que la partición geométrica ideal no conduce 
ni puede conducir a una partición en lo real? ¿Qué significaría 
entonces enlace o composición? Aquí todo parece ser más fáci] 
que desde el punto de vista de la continuidad. ¿Qué distingue 
la partición física de la química? Podría decirse así: una cog 
está compuesta efectivamente en sí cuando es un agregado de 
cosas que se hallan en ciertas interacciones, y justamente de ta] 
manera que muestran, frente a causalidades externas, una uni. 
dad de relaciones legales, tienen un estado total que remite a 
los estados legales singulares de los elementos, y en general de 
tal manera que el “todo” se comporta formaliter como una cosa 
en relación con ciertas clases englobantes de “circunstancias”, 
Por el contrario, en otras circunstancias correspondientes se 
“desharata” en sus partes, las cuales, como en el todo, también 
pueden ser por sí. Por otro lado: un todo no necesita conte: 
ner las partes separadas, lo que también se evidenciaría en ha 
aprehensión de continuidad, pero en ciertas circunstancias se 
tiene como consecuencia una pluralidad cósica** de cosas sepa: 
radas, que antes no estaban por sí en el “todo” (química). Un 
proceso iniciado por una acción causal externa, que al princi 
52/ pio / afecta inmediatamente a una “molécula”, se propaga en 
el agregado gracias al nexo causal-real en el mismo. Y así, en el 
agregado ocurren toda clase de cosas una vez que todos los pro 
cesos externos han dejado de ejercer su fuerza. Ciertamente, las 
circunstancias externas están todavía ahí, y son todavía circuns 
tancias. Pero tal como ahora son, y aunque acaso se mantengan 
inalteradas, no hacen al caso por lo que se refiere a las altera: 
ciones en el interior de la cosa. Pero aquí tampoco ocurre nada 
“por sí mismo”. Ahí ocurre lo que ocurre como consecuencii 
de los procesos externos anteriores y gracias al conjunto entero 
de leyes de la causalidad, que atraviesa lo externo y lo internoé 


* También hay que considerar aquí el problerna de la inercia y el move 
mento umforme. ¿Pueden acaso equipararie inalter ación cualitativa y canbe 
cualitativo uniforme y, de manera correspondiente, 1eposo y mov inuento UN! 


A 


ESTRATOS DESENUIDO ONTIGOS DE LA COSA INTUITIVA COMO TAL 83 

¿Puede cealmente dectuse de todos modos que ESTÁ EXCLUL 
DO ALTERARSE POR SEMISMO, “PRANSFORMARSE” en sus propiedades 
y orsarare CR” del mundo por sí mismo? Y esto naturalmente 
por la esencia dela apercepción-de-cosa. Lo que en general pue- 
de verse y encontrause en la experiencia científica, lo prescribe 
valla experiencia general de cosas. Sólo lo que queda abier- 
to idealiter puede acreditarse en la marcha de la experiencia y 
en determinaciones más precisas, Un desaparecer de las cosas, 
un transformarse sin fundamento, pudiera ser posible ideali- 
ter, y sin embargo, tendríamos derecho a rechazarlo. El curso 
de li experiencia real puede en efecto elevar una protesta con- 
tra aseveraciones como: ello está excluido por el carácter de 
la experiencia científico-natural, incontables transformaciones 
ilusorias se han explicado de modo plenamente suficiente, et- 
cétera. 

Lo dicho basta para entender el TIPO GENERAL DE LA edifica: 
ción CONSTITUTIVA de cosas en la esfera de la intuición, en su 
notable estratificación, la cual, como puede por lo demás verse 
con intelección, solamente es una especie de continuación de 
una estratificación distinta, pero análoga, en la que el ESQUEMA 
SENSIBLE, el nivel ínfimo de la conformación de unidad que aho- 
ra consideramos, / ya se constituye por su lado como unidad. 


APÉNDICE 


Hay que observar que en nuestros análisis nos hemos ceñido a un tipo 
determinado de cosidad material: el del cuerpo sóLiDO. Esta limitación 
no es arbitraria, sino que más bien muestra que tenemos que ver ahí el 
terreno básico de la constitución de la naturaleza material. Los cuerpos 
sólidos se constituyen como cosas con una figura espacial rígida trans- 
portable con el movimiento. Pueden estar en un MEDIO cósico como las 
ranas en el agua, que —como mar o río o estanque— es una cosa y carga 
cosas en sí. Todas las cosas del “mundo” primigenio están así en el me- 


forme? ¿Qué suerte de legalidad es la de la inercia? No se ha dicho que un 
movimiento uniforme y la alteración cualitativa carezcan de causa, sino que 
se ha dicho que, cuando se ha presentado (cuando la causa “desaparece”, Jo 
cual es una idea), subsiste (o que el movimiento o la alteración que, mientras 
había una causa, era no uniforme, se transforma en uno uniforme): una ley 
de la alteración de los efectos. 


A Sobre el concepto de medio, cfr. también p. 60, 


/53, 


8-1 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


dio del aire, el cual, sin embargo, no es en su mayor parte Observable 
y sólo es captado como medio mediante movimientos voluntarios 
fuertes de la mano o algo similar, o mediante el rápido movimiento q, 
otro cuerpo que me hace perceptible el *vientecillo”. Un medio pued; 
ser “más denso” o “más tenue” y ceder ante el movimiento más fácil 
o más difícilmente. La resistencia puede ser tan ligera que se vuela 
imperceptible, Los medios pueden ser transparentes y visibles o tra, 
parentes e invisibles, o también, por último, no transparentes. 

Mientras que el cuerpo sólido dado en primer lugar se constituye 
como algo idéntico en el movimiento y el reposo, en la alteración e 
inalteración cualitativa, como algo que, siendo por sí, es identificable 
cou referencia al caso normal de la inalteración cinemática y cualitaí: 
va, y mediante el sentido de la vista y el sentido del tacto se constituye 
ante todo en dos estratos relativamente cerrados y que dan "íntegra 
mente” la figura cualitativamente llena —con los medios sucede de 
otra manera. También ellos se constituyen para nosotros como cue 
pos líquidos o gaseosos en el sentido de las cosas materiales, pero se 
dan como llenado del espacio o espacialidades llenas que albergano 
pueden albergar en sí, como movibles en ellos con mayor o menor 
resistencia, cosas materiales de la especie primera y primigeniamente 
constituida, la de los cuerpos sólidos. No están constituidos como cur. 
pos de figura fija, sino que tienen su figura solamente cuando existe 
otro cuerpo que sirve para ellos como “RECIPIENTE” O que ejerce de otra 
manera un influjo determinante sobre su figura. 

Si tomamos en consideración la posibilidad de un cuerpo líquido, 
entonces tenemos que decir que algo semejante NO puede ser PRIM: 
GENIAMENTE PERCIBIDO, sino que solamente puede ser alcanzado en pro 
cesos mediatos de experiencia y pensamiento. Pero aquí se trata de 
seguir el escalonamiento de la constitución de tal manera que comet 
cemos con las cosas protodadas y que se proto-acreditan, y éstas son 
los cuerpos sólidos. 

También los cuerpos sólidos transparentes representan ya una des 
viación respecto del caso normal de la constitución primigenia. Por 
ejemplo, un plato de vidrio liso e incoloro, tan grande, digamos, qu 
ocupe enteramente el campo visual, no se ve en cierta orientación 
no tiene ningún color superficial y en general ningún aspecto visual. 
Pero, con los cambios de orientación, los “bordes” resaltan por Y 
relación con otros cuerpos y, con ellos, apariciones visuales que, sin 
embargo, no ofrecen el objeto entero como esquema visual, pues se il 
terponen el brillo (que también en los cuerpos no transparentes oculli 
eventualmente el color), los reflejos y las imágenes de las cosas vistas 

54/ a través de él. Por otra parte, estos cuerpos están / dados táctilmenté 


A 


ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA INTUITIVA COMO TAL 85 


como cuerpas normales, pero a la constitución “normal” le pertenece 
precisamente el estar dado paralelamente a la vista y al tacto. 


$ 17, Materialidad y sustancialidad 


En nuestras consideraciones hemos dejado a propósito que re- 
salte con más intensidad lo general de la cosidad sin más, la 
“realidad", frente a aquello que pertenece a la materialidad co- 
mo tal en cuanto lo específico de la realidad extensiva. Aquello 
general, que sin duda habría que designar de preferencia co- 
mo realidad, se llama SUSTANCIA. (Desgraciadamente, todos estos 
términos filosóficos están cargados de equívocos y carecen de 
toda aclaración profunda.) Frente a ello tenemos aquí un com- 
ponente esencial fijo sacado de la intuición, que es evidente en 
su significado fundamental. Para la separación de estas genui- 
nas “realidades” del difundido sentido MÁS AMPLIO de la palabra, 
que abarca CUALQUIER ser individual (o temporal), decimos REALI- 
DAD SUSTANCIAL; así, en adelante debe entenderse precisamente 
esto siempre que hablemos simplemente de sustancialidad, o 
de sustancia o cosa. De este modo, la sustancia extensiva debe 
valer para nosotros solamente como una particularización. Del 
papel de la extensión (corporeidad) ya hemos hablado antes. Se- 
gún ello, está claro que determinaciones como posición, figura, 
etc., en cuanto pertenecientes a la extensión, no son propieda- 
des sustanciales, sino más bien por completo causales. Por lo 
que atañe a su manera de darse, no son unidades de la “pro- 
tomanifestación”, sino que MÁS BIEN PERTENECEN YA AL ESQUEMA. 
Ello no impide que también la figura y la posición de una cosa 
dependan de circunstancias en lo que respecta a la inalteración 
y la alteración, y que sean experimentables en esta dependencia 
causal. Con referencia a ello, las determinaciones extensiona- 
les específicas llegan a ser protomanifestación de las propias 
propiedades reales de la cosa, de las cuales dependen funcional- 
mente, por su lado, las propiedades que se protomanifiestan en 
la plenitud del esquema. De esta manera experimentamos en 
la cosa solidez y liquidez, elasticidad, etc. Por ejemplo, reaccio- 
nar a un impulso con oscilaciones, y además de cierta especie 
e intervalo temporal, protomanifiesta elasticidad, y justamen- 
te elasticidad de determinada particularidad, digamos la de un 


DD 


86 La CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 

muelle de reloj. Estas s0n, por encle, propiedades sustancial 
como otras; pertenecen a la cosa material que se extiende, 
el espacio con ellas como con todas las propiedades sustanc; 
les, y tiene su figura espacial y su posición, las que no so, 


por su lado, propiedades materiales, Y 


CAPÍTULO TERCERO 


LOS A/STHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO 
ESTÉSICO 1 % 


$ 18. Los factores subjetivamente condicionados de la constitución de 
cosas y la constitución de la cosa material objetiva? 


Nuestro análisis entero se movió en un estrecho marco deter- 
minado, que tenemos que delimitar con fijeza. La unidad real, 
que se constituyó para nosotros en forma escalonada, no alcan- 
zÓ, pese a todos sus niveles, el último, en el cual se constituye 
la Cosa realmente MATERIAL OBJETIVA. Lo que hemos descrito es 
La cosa*ó que se constituye en la multiplicidad CONTINUAMENTE: 
UNITARIA de las INTUICIONES sensibles?” de un yo experimentante, 
en la MULTIPLICIDAD DE LAS “COSAS DE LOS SENTIDOS” de diferentes 
niveles:*$ multiplicidades de unidades esquemáticas, de estados 
reales y unidades reales de diferentes niveles. Ésta es la COSA PARA 
EL SUJETO SINGULAR, idealmente pensado en aislamiento; sólo que 
este sujeto permanece en cierta manera OLVIDADO DE SÍ MISMO y 
también olvidado de quien lleva a cabo el análisis. 


a) Dependencias de las contexturas intuitivas de la cosa material 
respecto del cuerpo del sujeto experimentante* 


Con todo, para la producción de una dación plena de una 
cosa material, la dación en que acredita su realidad real, este 


2 “Aistheta” quiere decir aquí, como en el capítulo anterior: casas materia- 
les como tales en su estructura estética. 

? Sobre este parágrafo, véase también el Capítulo tercero de la Segunda 
Sección. 


/35/ 


/56/ 


88 LA CONSTITUCIÓN DE. LA NATURALEZA MATERIAL 


olvido de sí mismo no es acaso conveniente. Solamente nece; 
tamos considerar cómo se acredita una cosa como tal, según yy 
esencia, para reconocer que tal aprehensión tiene que conteney 
desde un principio componentes que remiten al sujeto, y justa. 
mente en cuanto sujeto humano (o mejor: animal) en un sen. 
tido fijo. 

Se pone de manifiesto que la contextura de las cosas materia. 
les como ajstheta, tal como se encuentran ante mí intuitivamen. 
te, son dependientes” de mi CONTEXTURA, LA DEL SUJETO EXPERI 
MENTANTE, referida a MI CUERPO Y MI “SENSIBILIDAD NORMAL”. 

El cuerpo es, ante todo, el MEDIO DE TODA PERCEPCIÓN; es el ór. 
CANO DE LA PERCEPCIÓN; CONCUFT€ NECESARIAMENTE en toda percep- 
ción.” En el ver, el ojo está dirigido a lo visto y pasa corriendo 
sobre las esquinas, las superficies, etc. Al palpar, la mano se 
desliza sobre los objetos. Moviéndome, acerco el oído para es: 
cuchar. La aprehensión perceptiva presupone contenidos de 
sensación que desempeñan su necesario papel para la consti 
tución de los esquemas y por ende de las apariciones de las 
cosas reales mismas. Á LA POSIBILIDAD DE LA EXPERIENCIA PERTENE 
CE, EMPERO, LA ESPONTANEIDAD DE LOS TRANSCURSOS de los actos de 
sensación exhibidores, acompañados por series de sensaciones 
cinestésicas y motivados por ellas en cuanto dependientes: CON 
EL ESTAR-LOCALIZADO DE ESTAS SERIES EN EL MIEMBRO CORPORAL MOV! 
BLE RESPECTIVO está dado que en toda percepción y acreditación 
perceptiva (experiencia) el cuerpo TAMBIÉN CONCURRE COMO ÓRGA: 
NO SENSORIAL LIBREMENTE MOVIDO, COMO TODO LIBREMENTE MOVIDO 
DE LOS ÓRGANOS SENSORIALES, y Que, por tanto, por este funda: 
mento primigenio, todo lo real-cósico del mundo circundante 
del yo tiene su referencia al cuerpo. 

Y patentemente también está en conexión con ello el distin: 
tivo que hace del cuerpo el portador del punto de orientación 
cero, del aquí y ahora, desde el cual el yo puro intuye el espacio 
y el mundo entero de los sentidos. Así, toda cosa que aparece 
tiene por ende, eo ipso, una referencia de orientación al cuerpo: 
y no solamente la cosa realmente aparente, sino toda cosa que 
haya de poder aparecer. Si me imagino un centauro, no puedo 


* La falta de concordancia se halla en el original. 
* Cfr. también la p. 128 ss, 


LOS A/STHETA EN RELACIÓN CON EL. CUERPO ESTÉSICO 89 


más que imaginármelo en cierta ORIENTACIÓN y en cierta refe- 
rencia a mis Órganos sensoriales: el centauro se encuentra a mi 
“derecha”, se “acerca” o se “aleja”, se “voltea”, se vuelve dándo- 
me “a mí” la cara o la espalda. Á mí, a mi cuerpo, a mi / ojo, 
que está dirigido a él; yo lo contemplo en la fantasía, esto es, mi 
ojo, movido libremente, acomodándose así y asá, va de acá para 
allá, y las “apariciones” visuales, los esquemas, se suceden unos 
a otros en el orden motivado “inherente”, en el que dan por re- 
sultado la conciencia experiencial del objeto-centauro existente, 
visto de diferente manera. 

Prescindiendo de su distintivo como centro de orientación, 
El. CUERPO cobra SIGNIFICACIÓN PARA LA EDIFICACIÓN DEL MUNDO ES- 
PACIAL gracias al papel constitutivo de las sensaciones. En toda 
constitución de la cosidad espacial participan DOS ESPECIES DE SEN. 
SACIONES CON FUNCIONES CONSTITUYENTES COMPLETAMENTE DIFEREN- 
TES, y necesariamente participan, si las representaciones de lo 
espacial han de ser posibles. —En primer lugar, LAS SENSACIONES 
que mediante las aprehensiones que les caen en suerte CONS. 
TITUYEN matizadamente las correspondientes NOTAS DE LA COSA 
como tales; así los colores de la sensación con sus difusiones de 
sensación, en cuya aprehensión aparecen las coloraciones cor- 
póreas con la extensión corpórea de estas coloraciones. En la 
esfera táctil, las sensaciones de aspereza con cuya aprehensión 
aparece la aspereza cósica, e igualmente la sensación de calor 
frente al calor corpóreo, etcétera. 

EN SEGUNDO LUGAR, las “sensaciones” que no experimentan 
tales aprehensiones, pero que, por otro lado, son necesaria- 
mente PARTÍCIPES en toda esa índole de aprehensiones de otras 
sensaciones, en tanto que en cierta manera MOTIVAN las mis- 
mas aprehensiones, con lo cual ellas mismas experimentan una 
APREHENSIÓN DE ÍNDOLE enteramente DISTINTA, la cual, por ende, 

pertenece CORRELATIVAMENTE a toda aprehensión constituyente. 
En toda constitución y en todos los niveles tenemos necesa- 
riamente “CIRCUNSTANCIAS” referidas unas a otras y lo “PERTENE: 
CIENTE” a todas las circunstancias; por todas partes hallamos EL. 
"SLENTONCES” O El “PORQUE-ENTONCES”. Aquellas sensaciones que 
experimentan aprehensiones extensionales (hacia notas cósica- 
mente extendidas), están MOTIVADAS en sus transcursos reales y 
posibles, y cstán aperceptivamente REFERIDAS A SERIES MOTIVANTES, 


/51/ 


/58/ 


90 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


A SISTEMAS DE SENSACIONES CINESTÉSICAS que transcurren libremen. 
te en su bien conocido nexo de ordenación. de tal modo que: 
si / tiene lugar un transcurso libre de una serie de este siste. 
ma (si tiene lugar un movimiento cualquiera de los ojos o de 
los dedos), entonces, a partir de lo múltiple entretejido con 
ello como motivante, tiene que transcurrir la serie correspon: 
diente de manera motivada. De esta manera, a partir del sis- 
tema ordenado de las sensaciones del movimiento ocular, de 
los movimientos de la cabeza que se mueve libremente, etc, 
transcurren en la visión estas o aquellas series. Mientras esto 
ocurre, transcurren EN ORDENACIÓN MOTIVADA. las “imágenes” de 
la cosa aprehendida perceptivamente al inicio de este movimien- 
to, y en todo caso con las sensaciones visuales inherentes a ella, 
Una aprehensión de la cosa en cuanto situada a tal distancia, 
orientada de tal modo, coloreada de tal modo, etc., no es pen 
sable, como puede verse con intelección, sin tales REFERENCIASDE 
MOTIVACIÓN. En la esencia de la aprehensión misma radica la po 
sibilidad de dejar que la percepción se deshilvane en “posibles 
series de percepciones, que tienen todas el tipo: sl el ojo se vuet 
ve de tal modo, ENTONCES la “imagen” se muda de tal modo; si se 
vuelve de alguna otra manera determinada, entonces la imagen 
se muda correspondientemente de otra manera. Encontramos 
ahí constantemente la doble articulación: sensaciones cinesté 
sicas por un lado, el motivante, y las sensaciones de las notas 
por el otro, el motivado. Lo mismo, naturalmente, en todo pal 
par, y así por todas partes. La PERCEPCIÓN es por todas partes 
una UNIDAD DE OPERACIÓN, que surge esencialmente de la labor 
de conjunto de dos FUNCIONES CORRELATIVAMENTE REFERIDAS. Se ll” 
fiere a la vez que a TODA PERCEPCIÓN pertenecen FUNCIONES DELS 
ESPONTANEIDAD. Los cursos de las sensaciones cinestésicas sol 
aquí CURSOS LIBRES, y esta LIBERTAD EN LA CONCIENCIA DEL TRANSC 
RRIR es una pieza esencial de la constitución de la espacialidad. 


h) La significación de las condiciones NORMALES de la perceP 
ción para la constitución de la cosa intuitiva y las anomalidade 
(alteración del cuerpo, alteración en la cosa) 


Ahora bien, los cursos de percepción gracias a los cuales EN 
ante mí uno y el mismo mundo externo, no siempre muestral 


—— 


LOS AÍSTHETA EN RELACIÓN CON El. CUERPO ESTÉSICO 91 


el mismo estilo, sino que pueden observarse diferencias. Ante 
todo, los mismos objetos inalterados se ven, según las circunstan- 
cias cambiantes, tan pronto de un modo, tan pronto de otro. La 
misma figura inalterada tiene un ASPECTO CAMBIANTE según la 
posición / respecto de mi cuerpo; aparece en ASPECTOS CAMBIAN- /59/ 
TEs, los cuales LA EXHIBEN A “ELLA MISMA” MÁS O MENOS “FAVORABLE: 
MENTE”. Si prescindimos de ello y consideramos las PROPIEDADES 
REALES, entonces el mismo objeto, idéntico en cuanto a la figura, 
tiene, según su puesto respecto de un cuerpo luminoso, diferen- 
tes COLORES APARENTES (llenado de la figura) y diferentes a su vez 
con diferentes cuerpos luminosos, pero de una manera regulada 
y que, por lo que toca a la aparición, puede ser determinada 
con mayor precisión. En ello, CIERTAS CONDICIONES se ponen de 
manifiesto COMO LAS “NORMALES”: el ver con luz de sol y cielo 
despejado, sin influencia de otros cuerpos que determinen el 
color aparente. Lo “óptimo” que aquí se alcanza vale como el 
COLOR MISMO, en oposición, por ejemplo, al arrebol vespertino, 
que “eclipsa” todos los colores propios. "TODOS LOS OTROS COLO. 
RES, EN CUANTO PROPIEDADES, SON “ASPECTOS DE”, “apariciones de” 
este color aparente señalado (que se dice “APARICIÓN” sólo en 
OTRO sentido, a saber, en atención al nivel superior de la cosa 
física, del que después habremos de tratar). Pero pertenece a 
la cosa que este color normal se mude de nuevo, dependiendo 
precisamente de los cuerpos iluminadores que se presenten, de 
la claridad o turbiedad de la luz diurna; sólo que, al volver a 
las circunstancias normales, vuelve el mismo color: al cuerpo 
le pertenece “en sí” un color como existente en sí, el cual es 
captado en la visión, pero que cada vez se ve distinto —y su as- 
pecto depende por completo de las circunstancias objetivas—, 
y se destaca más o menos fácilmente (con el caso límite de la 
invisibilidad), con lo que el grado de visibilidad también está 
en conexión con la figura. 

También hay que ponderar si todas las CIRCUNSTANCIAS OBJE. 
tivas son apercibidas desde un principio COMO CAUSALES, Como 
derivadas de cosas. Ciertas circunstancias muestran variaciones 
periódicas —como las relaciones de día y noche— y correspon- 
dientemente las cosas, que por lo demás se experimentan como 
inalteradas, que se dan, por ejemplo, inalteradas al sentido del 
tacto, pasan por variaciones periódicas en el transcurso de sus 


eS 


92 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


caracteres visuales. Respecto de los modos de darse visuales, 

en que se destacan los caracteres de color y los caracteres de 

figura que se hacen visibles con ellos, resulta que la LUZ biUrx; 
/60/ CLARA tiene la / ventaja de que en ella no solamente se hace 
visible la figura de modo particularmente favorable hasta en 
sus más finos momentos, sino también aquellos caracteres glo- 
bales mediante los cuales se denuncian a la vez propiedades de 
las restantes esferas sensoriales, propiedades que están dadas 
en el nexo de estas experiencias como no afectadas por el mu- 
damiento del color (por ejemplo, la contextura material, que 
sale a la luz al hacerse visible la estructura superficial). Por lo 
tanto, en la serie de las apariciones posibles, una dación de la 
cosa tiene la ventaja de que con ella está dado RELATIVAMENTE LO 
MEJOR DE LA COSA EN GENERAL, y esta dación recibe el carácter de 
lo PARTICULARMENTE INTENCIONADO, a ella va el “interés” predo 
minantemente, la TENDENCIA DE LA EXPERIENCIA TERMINA en ella, se 
cumple en ella, y las restantes maneras de darse reciben una 
referencia intencional a la “óptima”. 

A LA EXPERIENCIA NORMAL, en la que el mundo se constituye 
PRIMIGENIAMENTE como mundo, “TAL COMO Es”, pertenecen todo 
vía otras CONDICIONES NORMALES DE LA EXPERIENCIA: por ejemplo. 
la visión a través del aire —que vale como visión inmediata, sin 
cosas intermediarias—, el palpar con contacto inmediato, etc 
tera. Si intercalo entre mi ojo y la cosa vista un MEDIO ajeno, 
entonces todas las cosas experimentan una alteración de apar: 
ción; dicho con más precisión: todas las unidades fantásmicas 
experimentan una alteración. Se dice ahora: la misma cosa, pt 
ro vista a través de diferentes medios. La cosa no depende de 
tales alteraciones; es la misma. Pero los “modos de aparición 
de la cosa (en este caso del fantasma) dependen de si entré él 
ojo y la cosa se interpone este o aquel medio. Que un vidr0 
transparente permita en verdad ver a través, pero que cambie 
las imágenes de las cosas de modo diferente con diferente cu" 
vatura, y que, cuando es de color, les transmita su color, ello 
pertenece también al dominio de la experiencia. Y finalmen" 
te, si me pongo unos LENTES de color ante los ojos, todo sé ve 
de color cambiado. Si no supiera nada de este medio, pará mi 


4 Cfr. antes, p. 53. 


RR 


_AAA_ _—_——Z_-- loz A 


LOS AISTHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO ESTÉSICO 93 


todas las cosas estarían coloreadas. Tan pronto como sé de él 

por experiencia, este juicio queda suprimido. La DACIÓN / DE /61/ 
LA COSA DE LOS SENTIDOS vale como dación ILUSORIA respecto del 
color, e ILUSIÓN SIGNIFICA a su vez una manera de darse que po- 
dría entonces presentarse posiblemente también en el sistema 
de la dación normal en circunstancias apropiadas, y que, don- 
de existen motivos de equivocación, que aquellas circunstancias 
sugieren adoptar, provoca una aprehensión OBJETIVAMENTE FAL. 
sa. LO “FALSO” RADICA EN EL CONFLICTO CON EL SISTEMA NORMAL DE 
EXPERIENCIA. (La alteración de la aparición es para todas las co- 
sas una alteración unitaria, reconocible como tipo-de-alteración 
unitario.) 

Igualmente ocurre cuando en vez de la intercalación de un 
medio entre Órgano y cosa consideramos una ALTERACIÓN ANÓMA- 
LA DEUN ÓRGANO mismo: si palpo con una ampolla en el dedo, si 
la mano está excoriada, entonces todas las propiedades táctiles 
de las cosas están dadas de otro modo. Si veo con ojos bizcos, si 
palpo con los dedos cruzados, entonces tengo dos “cosas visua- 
les”, dos “cosas táctiles”, pero declaro que solamente hay una 
cosa real ahí delante. Ello pertenece a la cuestión general de 
la constitución de una unidad cósica como una UNIDAD APERCEP- 
TIVA DE MULTIPLICIDAD DE DIFERENTE NIVEL, las cuales SON YA ELLAS 
MISMAS apercibidas COMO UNIDADES de multiplicidades.”* La aper- 
cepción adquirida con referencia a las condiciones corrientes de 
la percepción, recibe un nuevo FSTRATO APERCEPTIVO al tomar en 
cuenta la nueva “experiencia” de la disociación de la cosa visual 
una en un par y de la convergencia del par en la forma de una 
continua aproximación y COINCIDENCIA en el consecuente regre- 
so a las antiguas condiciones de la percepción. Las cosas visuales 
dobles son en verdad completamente análogas a las demás cosas 
visuales, pero ÉSTAS tienen además el significado de “cosas”, y la 
VIVENCIA el significado de una VIVENCIA DE PERCEPCIÓN, solamen- 
Le CON REFERENCIA A CIERTA “POSICIÓN DE 1.OS DOS OJOS”, la posición 
HOMÓLOGA o una del sistema de las posiciones normales de los 
ojos. Si ahora sobreviene una HETEROLOGÍA, entonces tengo en 
verdad imágenes análogas, pero éstas SIGNIFICAN cosas solamen- 
te en CONTRADICCIÓN con todas las motivaciones normales. Las 


" Ls falta de concordancia es del original. 


94 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


imágenes alcanzan ahora de nuevo la aprehensión “cosa rear 
precisamente mediante el nexo constitutivo, o sea, median 

/62/ la / MOTIVACIÓN QUE LAS PONE EN REFERENCIA CONCORDANTE CON y, 
SISTEMA DE LAS MULTIPLICIDADES DE PERCEPCIÓN MOTIVADAS. Si lleyo 
los ojos de la posición normal a la desigual POSICIÓN BIZCA, en, 
tonces surgen dos imágenes ilusorias: “imágenes ilusorias”, e 
decir, imágenes que solamente si les adjunto motivaciones nor. 
males exhibirían, cada una por sí, “la cosa”. 

Otra consideración importante concierne A OTROS GRUPOS DE 
ANOMALIDADES. Si ingiero santonina, el mundo entero se muda 
“ilusoriamente”, su color “se altera”. La “alteración” es “iluso 
ria”. Tras ella, como en todo cambio de la iluminación de color 
y similares, tengo de nuevo un mundo que se iguala al normal 
todo es ahora concordante y se altera o no se altera, se mueve 
o reposa como antes, y da los mismos sistemas de aspectos que 
antes. 

Pero ahora hay que prestar atención: REPOSO Y MOVIMIENTO, 
ALTERACIÓN E INALTERACIÓN, tienen su sentido mediante la cons 
titución de la cosidad como realidad, en la cual estos sucesos, en 
particular los casos límite del reposo y la inalteración, desem: 
peñan un papel esencial, 

Así pues, la coloración global de todas las cosas vistas pue 
de muy bien “alterarse”: debido a que un cuerpo comienza 4 
irradiar luz que “inunda con su brillo” todas las cosas, etc. La 
CONSTITUCIÓN DE LA “ALTERACIÓN DE LAS COSAS en cuanto a su color” 
comprende más que un mudamiento de los esquemas plenos 
respecto de su color: LA ALTERACIÓN DE LAS COSAS ESTÁ CONSTITU? 
DA DESDE UN PRINCIPIO COMO ALTERACIÓN CAUSAL con referencia 4 
circunstancias causales, precisamente como aquel surgimiento 
de un cuerpo luminoso. Puedo aprehender la alteración sin “tl 
un cuerpo semejante, pero entonces la circunstancia causal está 

co-apercibida de modo indeterminado. Pero estas CIRCUNSTAN 

CLAS CAUSALES son cósicas. El. RELATIVISMO DE LAS COSAS ESPACIALD 

EN REFERENCIA A OTRAS DETERMINA EL SENTIDO DE LA ALTERACIÓN DÉ 

COSAS. PERO EN ELLO NO ESTÁN COMPRENDIDAS EN MODO ALGUNO LA5 
CONDICIONALIDADES PSICOFÍSICAS. Esto tiene que tenerse en cuel* 

ta. Pero ahora, en los nexos causales interviene también, comó 

es obvio, mi CUERPO: si es aprehendido COMO COSA EN EL ESP 

/63/ cio, entonces no es aprehendido como / mero esquema, sino 


A — —2A2>+l- 


(SAA 


LOS AJSTHETA EN RELACIÓN CON El. CUERPO ESTÉSICO 95 


como punto de intersección de causalidades reales en el nexo 
real (exclusivamente cósico-espacial). A este dominio pertenece, 
por ejemplo, el hecho de que un golpe de mi mano (consi- 
derado puramente como golpe corpóreo de una cosa, esto es, 
con exclusión de la vivencia del “yo golpeo”) actúa exactamen- 
te como el golpe de cualquier otra cosa material, e igualmente 
la caída de mi cuerpo corporal como cualquier otra caída, et- 
cétera.” 

Ahora bien, por lo que atañe a la INGESTIÓN DE SANTONINA, 
ésta es entonces igualmente, prescindiendo de todos los “he- 
chos psíquicos concomitantes”, un proceso material, y éste muy 
bien podría, si la constitución del mundo de la experiencia o 
la formación más detallada de la constitución experimental de 
este mundo en la marcha de nuevas experiencias lo exigiera, 
entrar en una relación real con una alteración óptica del resto 
del mundo material. En sí, es por ende pensable que encontra- 
ra yo motivos de experiencia para ver una alteración universal 
de color del mundo visible entero y considerarla, en esta apre- 
hensión, como consecuencia causal-real del proceso material 
de la ingestión de santonina (con sus consecuencias materiales- 
corporales). Sería ésta una percepción normal como cualquier 
otra. En tanto que y cuando quiera que experimente yo el cam- 
bio de todos los colores visibles como alteración óptica de las 
COSAS, tengo que suponer una relación causal entre cosidades 
causantes cualesquiera; una alteración SOLAMENTE ES, en efec- 
to, alteración DE cosa en el nexo CAuSaL. Desde el momento en 
que se oponen a ello motivos de experiencia, tiene necesaria- 
mente que sobrevenir un MUDAMIENTO EN LA APREHENSIÓN merced 
al cual la “alteración” vista pierde el sentido de alteración y 
adquiere con ello el CARÁCTER DE LA “ILUSIÓN”. Una ALTERACIÓN 
ILUSORIA es una variación esquemática que bajo relaciones nor- 
males es aprehendida como alteración, esto es, en referencia 
a experiencias constituyentes de causalidad, pero ahora está 
dada de una manera que suprime la aprehensión causal. La 
aprehensión causal está sugerida por la variación esquemática 


* Por lo demás, todavía se discutirá hasta dónde tiene el sujeto aislado la 
posibilidad de aprehender su cuerpo como un cuerpo material igual a otros. 
Cf. p. 158 ss. 


A 


96 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


dada; es como si ésta exhibiera alteración, pero ésta está exclui 
da en las circunstancias dadas. La ingestión de santonina no 

/64/ es / con respecto a la “alteración de color” universal un proce 
so aprehendido y aprehensible como causa; el cambio de color 
de todas las cosas visuales es tal que tampoco hay motivo alguno 
para considerarlo como una alteración real de la iluminación 
(quizá mediante una fuente radiante de luz colorida). Por ello 
está ante nosotros como alteración ilusoria; todo se ve “como" 
con la radiación de una nueva fuente de luz o “como si” otras 
causas reales (si bien indeterminadas, desconocidas) hubieran 
obrado una alteración óptica universal: pero tales causas no 
son de suponerse ahora, están excluidas por la situación expe: 
rimental entera. 

¿Pero qué puede SUPRIMIR COMPLETA MENTE de este modo, sobre 
LA BASE DE LA VARIACIÓN EN LAS COSAS DE LOS SENTIDOS, la APERCEPCIÓN 
DE LA ALTERACIÓN R£AL, en Oposición a los casos en que una aper- 
cepción ejecutada semejante experimenta una mera variación 
debido a que el nexo causal supuesto se sustituye por otro, esto 
es, se abandona la causa supuesta, pero se admite otra causa? la 
respuesta reza: una variación en la esfera de la “CAUSALIDAD”, 
o mejor diríamos, de la “CONDICIONALIDAD”, PSICOFÍSICA. (Pues 
una causa [causa] en el sentido propio es precisamente una Ca: 
sa REAL. Pero lo subjetivo es frente a la realidad una irrealidad. 
Realidad e irrealidad se copertenecen esencialmente en la for 
ma de realidad y subjetividad, ambas excluyéndose y por ot 
parte ambas, como hemos dicho, exigiéndose esencialmente) 
Fuera de las relaciones de lo real con lo real que pertenecena 
la esencia de todo lo real, como relaciones espaciales, tempor* 
les, causales, pertenecen precisamente a esta esencia tambió 
relaciones de condicionalidad psicofísica en la experiencia po% 
ble. Las cosas son “experimentadas”, son “dadas intuitivamenté 
al sujeto, necesariamente como unidad de un nexo espacio 
temporal-causal, y a este nexo pertenece necesariamente una 
cosa señalada, “mi cuerpo”, como el sitio donde, y siempre po 
necesidad esencial, se entrelaza un sistema de condicionalida 
subjetiva con este sistema de la causalidad, y precisamente 
tal modo que en el tránsito de la ACTITUD NATURAL (direcció 
de la mirada a la naturaleza y la vida en la experiencia) 4 ; 
ACTITUD SUBJETIVA (dirección de la mirada al sujeto y los mome? 


RR 


LOS AJSTHETA EN RELACIÓN CON EL. CUERPO ESTÉSICO 97 


tos / de la esfera subjetiva), la existencia real, y también múl- 
tiples alteraciones reales, son dadas como en nexo condicional 
con el ser subjetivo, con un componente de ser de la esfera sub- 
jetiva. Lo cósico se experimenta (se apercibe perceptivamente, 
para dar preferencia a la experiencia originaria) de tal manera 
que, mediante un mero giro de la mirada, resaltan relaciones 
de dependencia del componente aperceptivo de la cosa respecto 
de la esfera de la sensación y la esfera subjetiva restante. Éste 
es el PROTOCOMPONENTE DE LA CONDICIONALIDAD PSICOFÍSICA (título 
bajo el cual comprendemos TODAS las relaciones CONDICIONALES 
que corren de un lado a otro entre el ser cósico y el subjeti- 
vo). Toda condicionalidad psicofísica incluye necesariamente 
CAUSALIDAD SOMATOLÓGICA; inmediatamente, atañe siempre a las 
relaciones de lo irreal, de un suceso en la esfera subjetiva, con al- 
go real del cuerpo; mediatamente, luego, con algo real exterior 
que está con el cuerpo en nexo real, es decir, causal. 


c) La significación de la condicionalidad psicofísica en los dife- 
rentes niveles de constitución 


El mundo real se constituye primigeniamente en forma esca- 
lonada de tal manera que como estrato inferior se edifica la 
multiplicidad de las cosas de los sentidos (de los esquemas ple- 
nos) en la unidad de la forma espacial. Ahí las cosas de los 
sentidos se constituyen en la manera subjetiva de la “orienta- 
ción”, y para nosotros (es un problema particular saber si esto 
es una necesidad) de tal manera que una cosa de los sentidos 
señalada, “CUERPO”, está dada como portadora constante del 
CENTRO DE LA ORIENTACIÓN. La REALIZACIÓN se consuma luego de 
tal forma que las cosas de los sentidos se vuelven estados de las 
cosas reales; se constituye el sistema DE LAS CONTEXTURAS REALES, 
un sistema de referencias recíprocas reguladas de las cosas de 
los sentidos bajo el título de CAUSALIDAD. 

La constitución del ESTRATO INFERIOR es la que confiere a to- 
das las cosas en la experiencia, esto es, en tanto que sean, en 
sus estados momentáneos, COSAS DE LOS SENTIDOS, la condiciona- 
lidad psicofísica más primigenia. Las cosas de los sentidos son 
lo que son en cuanto unidades “en” una multiplicidad de / 
percepciones y constelaciones cinestésicas de la subjetividad; 


/65/ 


/66/ 


98 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


son ahí concientes siempre COMO MOTIVANTES PARA LOS ASPECTOS 
INHERENTES como motivados. Sólo en este nexo, los aspectos son 
ASPECTOS DE COSAS DE LOS SENTIDOS. A ello pertenece esencialmen. 
te un POSIBLE CAMBIO DE ACTITUN, que hace a la cosa de los sentidos 
en su estar dada, condicionalmente dependiente de la corpora 
lidad, de mi ver hacia ella con ojos abiertos, de mis movimientos 
oculares, de mi deslizar las manos subjetivamente movidas a] 
palpar, etc. Este sistema entero de la condicionalidad, que enla 
za reguladamente cosas de los sentidos y sucesos subjetivos, es 
el soporte del estrato superior de la apercepción y se convierte 
luego en la condicionalidad psicofísica entre mi cuerpo y susen- 
trelazamientos causales en la naturaleza exterior al cuerpo, por 
un lado, y los transcursos subjetivos de sensaciones, los trans 
cursos de aspectos, etc., por el otro. Á este PROTOCOMPONENTE 
de condicionalidades psicofísicas se agregan luego NUEVAS con: 
dicionalidades, que presuponen ya su constitución, mediante 
las ANOMALIDADES DEL CUERPO. 

En el sistema de las APARICIONES normales —de las “ORTOESTE 
TICAS”— que se reúnen para formar la unidad de una experien: 
cia concordante, se presentan ocasionalmente rupturas. Todas 
las cosas aparecen repentinamente CAMBIADAS, incluso el cuerpo. 
El sistema de las apariciones ortoestéticas de la misma cosa $ 
desbarata en GRUPOS, y pueden presentarse apariciones disco" 
dantes por grupos. Si nos restringimos a estos grupos, en los 
cuales la cosa ya aparece POR SÍ como concordantemente idéntica 
entonces, en el tránsito de los anteriores nexos en el mismo gl” 
po a los nuevos, la cosa se da como “repentinamente cambiada , 
mientras que en los demás grupos está dada como inalterada 
En sí, cada sistema parcial tiene su igual derecho como siste 
ma perceptivo: tenemos por ende discordancia, y al principio 
no significa nada declarar de improviso que las percepcione* 
de uno de los sentidos podrían ser “rectificadas” mediante las 
de los demás sentidos. Acaso complementadas, en la medida 
en que todas ellas contribuyen constitutivamente a lo dado (” 
mo cosa; la cosa aparente remite por ende a todas ellas y €N las 
diferentes esferas sensoriales deja mucho abierto como apar 
ciones momentáneas, lo cual puede ser determinado con mM 

precisión, y por ende complementado, mediante nuevas percep 


tae] 


L.OS AÍSTHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO ESTÉSICO 99 

ciones y recurriendo a / percepciones de una esfera sensorial 
que no ha intervenido, pero a la cual hemos sido indetermina- 
damente remitidos. 

Pongamos primero el caso en que SOLAMENTE UN SENTIDO falla, 
en que un órgano sensorial cae en condiciones anómalas. Los 
otros sentidos funcionan normalmente. Con la desconexión del 
sentido que falla, tenemos una aprehensión del mundo concor- 
dantemente sostenida y, hasta el momento del fallo, también 
para aquel sentido. 

Para los otros, para los que funcionan normalmente, EL ÓR- 
GANO SENSORIAL AFECTADO €S EXPERIMENTABLE, y también son ex- 
perimentables las circunstancias particulares, cósicas causales, 
en las cuales se encuentra. Veo, por ejemplo, cómo se que- 
ma mi mano, o veo que mi mano está hinchada, etc. Además, 
eventualmente se presentan SENSACIONES ANÓMALAS EN EL CAMPO 
DE SENSACIONES DEL ÓRGANO AFECTADO, o sea, del lado de la cor- 
poralidad estesiológica; las daciones alteradas del campo táctil 
son ciertamente apercibidas todavía de modo aparicional, pero 
precisamente de modo anómalo, en oposición a las apariciones 
concordantes de la sensibilidad que funciona normalmente, en 
las cuales las mismas cosas están dadas con referencia a las par- 
tes del cuerpo que son en todo caso concordantes y aparecen 
normalmente y al cuerpo entero. La alteración del órgano sen- 
sorial afectado condiciona, en referencia a ello, un grupo de 
daciones de cosa anómalas. Entonces experimento: es la misma 
cosa, que con la mano enferma está dada de manera modifi- 
cada, con la sana de manera normal. La conformidad no es 
enteramente suprimida; aparece algo similar, sólo que “teñido” 
de otro modo para la mano que tiene tal o cual aspecto, que 
está dada así o asá mediante los otros sentidos. En suma, para 
los órganos sensoriales alterados así o asá aparecen todas las 
cosas a su manera, y esta dación modificada remite a la normal. 
También en el dominio de las condiciones perceptivas subjeti- 
vas surge, pues, un aparecer “óPrIMO” (el cual, eventualmente 
—al sanar un órgano primitivamente enfermo o al utilizar re- 
cursos artificiales—, puede también ponerse de manifiesto sólo 


con posterioridad, en la oposición con la percepción “normal” 
anterior). 


/61/ 


————— 


100 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL. 


Sin embargo, la constitución subjetiva de la naturaleza TIEN 
QUE ejecutarse de tal suerte que EN PRIMER TÉRMINO se Constituye 
/68/ NORMALMENTE precisamente una naturaleza / con un Cuerpo, 
con un horizonte abierto de otras posibles propiedades expe. 
rimentables de las cosas y del cuerpo. La CONSTITUCIÓN NORMA; 
es aquella que constituye la PRIMERA REALIDAD del mundo y del 
cuerpo, aquella que tiene que estar constituida para que pue. 
dan constituirse las transmutaciones aperceptivas precisamente 
COMO transmutaciones, como inclusión de circunstancias de ex. 
periencia “ANÓMALAS”, tomando en cuenta la realidad de nivel 
superior como las nuevas relaciones de dependencia. 

El sistema de la causalidad, en el cual está enlazado EL CUERPO 
en la apercepción normal, es de tal índole que el cuerpo, en to 
das las alteraciones que experimenta, PERMANECE, sin embargo, 
en el marco DE UNA IDENTIDAD EN CUANTO AL TIPO. Las alteracio 
nes del cuerpo en cuanto sistema de Órganos perceptivos son 
movimientos LIBRES del cuerpo, y los órganos pueden volver de 
nuevo, a voluntad, a la misma posición inicial; éstos no se al 
teran por ello de tal modo que la sensibilidad se modifique en 
cuanto al tipo: pueden siempre obrar lo mismo y siempre de 
la misma manera, a saber, para la constitución de experiencias 
externas. (Hay igualmente una praxis normal del emprender y 
el actuar voluntarios en el interior del mundo sensible.) “Sensibi 
lidad” hace aquí, empero, referencia a lo objetivo: precisamente 
tengo que poder captar de manera normal el reposo como tt: 
poso, la inalteración como inalteración, y en ello tienen qué 
concordar todos los sentidos. 

Resaltan ANOMALÍAS cuando la alteración causal-real del cuet: 
po en órganos singulares perturba de entrada su función not" 
mal como órganos de percepción: por ejemplo, el dedo s 
quema; esta alteración del cuerpo físico (del dedo en cuant0 
material) tiene como consecuencia psicofísica que el cuerpo pal 
pado aparezca provisto, en su composición cósica-táctil, de una 
manera enteramente distinta que antes, y esto vale para todos 
los cuerpos palpados con este dedo. La posibilidad de la constr 

tución de cosas se mantuvo en nuestro ejemplo —en la afección 
de una mano. Pero tenemos dos manos, la superficie enterá 
del cuerpo sirve como superficie para el tacto, el cuerpo sirve 
como un sistema de órganos del tacto. Todos ellos suministran 


TO 


LOS A/ISTHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO ESTÉSICO 101 


Las propiedades táctiles, sólo que con perfecciones diferentes y 
también acaso con diferentes “coloraciones”. Por lo menos am- 
bas manos pueden suplirse la una a la otra y, / en lo esencial, 
dan “imágenes” iguales. Pero en todo caso, frente a la diferen- 
cia de las imágenes táctiles está constituida la misma propiedad 
cósica. 

¿Pero qué pasaría si el sentido del tacto fallara enteramente 
o experimentara una alteración patológica TOTAL? ¿O si ambos 
ojos enfermaran y dieran imágenes esencialmente alteradas, en 
las cuales las cosas aparecieran alteradas, eventualmente con 
cualidades sensoriales alteradas? Ciertamente, con los otros 
órganos no veo y no capto colores, que son cualidades espe- 
cificamente visuales. 

Pero en el sentido del tacto se mantiene firme la identidad 
de la cosa y además también la referencia de las “imágenes” vi- 
suales a la misma cosa; se mantiene, así sea de manera alterada, 
la coordinación de los sentidos (de otro modo tendría yo quizá 
manchas de color en el campo de la sensación, pero no apari- 
ciones de cosa): es siempre la misma cosa que palpo y veo. Que 
las figuras espaciales no se hayan alterado y que la borrosidad 
sea una variante meramente subjetiva de las apariciones, seme- 
jante a una visión normal con una acomodación cambiada, es 
resultado del sentido del tacto y los trechos anteriores de la per- 
cepción visual antes de la alteración patológica. No es que el 
sentido del tacto tenga como tal una ventaja.%% Pero a la cosa le 
conviene su contenido constitutivo ÓPTIMO, al cual remiten in- 
tencionalmente todas las otras daciones; y si el sentido de la vista 
suministrara desde un principio solamente contornos borrosos, 
y en cambio el sentido del tacto diferencias nítidas y sutiles, 
entonces en verdad la figura vista y la palpada estarían “en coin- 
cidencia”, pero a la figura del tacto le convendría una ventaja. 
Mejor dicho: la cosa misma no tiene dos figuras coinciden- 
tes, sino UNA figura (e igualmente una superficie) que puede 
ser palpada y vista. En idea, cada sentido podría suministrar 
lo mismo e igualmente bien, pero de facto uno ofrece a menu- 
do más que el otro, y unas buenas gafas pueden transformar 
mi visión, que ha sido siempre y de costumbre poco clara, en 
una visión tan buena que el sentido de la vista adquiera una 
ventaja. 


/69/ 


70/ 


102 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL, 


El color es, sin embargo, una cualidad que no es dada como 
la misma mediante varios sentidos en diferentes maneras de 
aparecer. Si faltan las circunstancias de iluminación normales 
(luz diurna, etc.) y estoy completamente ciego, entonces para 
mí es de noche, no veo nada, tengo solamente mi campo visual] 
oscuro. Lo mismo ocurre si / cierro los ojos o me los tapo, 
En este caso decimos: los objetos tienen su color, pero yo no 
los veo. No los miro, pero ellos no dejan de ser, y puedo en 
efecto percibirlos por el tacto. Mediante la percepción táctil 
estoy siempre perceptivamente en el mundo, me oriento en él y 
puedo agarrar y conocer lo que quiera. Luego puedo también 
ver (visualmente e! mundo no está dado sin cesar; esto es más 
bien una ventaja de la sensibilidad táctil), y son las mismas cosas 
las que tienen el color, aun cuando no las vea directamente, pues 
en efecto puedo, si no estoy impedido, avanzar hasta verlas, 
o levantar los párpados, volver o fijar la cabeza, etc. En esto 
el sentido del tacto desempeña siempre su papel, ya que en 
efecto está manifiestamente privilegiado en las aportaciones a 
la constitución de la cosa. 

Ahora bien, si por ejemplo me quedo ciego por un golpe en 
los ojos, ¿podría nacer en mí como sujeto solipsista la concien- 
cia: se ha hecho de noche, todas las cosas tienen todavía color, 
pero es permanentemente de noche, ya no hay luz ahora? ¿O 
está mejor motivada la conciencia: hay día y noche como antes, 
pero yo ya no veo nada? Eso depende de la apercepción de las 
circunstancias perceptivas objetivas y subjetivas del caso como 
tales. Una cosa queda en pie en todo caso: todavía tengo ojos, 
me lo dice la percepción táctil, pero ya no veo con ellos. Para 
los normales, las cosas no se estructuran como cosas a partir de 
cosas visuales y cosas táctiles. Hay La MISMA cosa y hay sus propie- 
dades, de las cuales unas son predominante o exclusivamente 
captadas visualmente (como los colores y sus diferencias), las 
otras táctilmente. La cosa no está separada por los dos grupos 
de apariciones, sino constituida en apercepción unitaria. La vi- 
sualidad no ofrece complejos de propiedades que pudieran ser 
retirados, COMO SILA COSA MISMA TUVIERA EN SÍ UN ELEMENTO VISUAL 
como algo que pudiera ganar o perder. Esto no tiene senti: 
do —como TAMPOCO las propiedades “PRIMARIAS” son, digamos, 
PROPIEDADES DOBLES, coordinadas a cada sentido como compo- 


LOS AJSTHETA EN RELACIÓN CON El. CUERPO ESTÉSICO 103 


nentes. Pero el color, que ciertamente se da como cosa de la 
cosa misma, como propiedad constitutiva, está dado perceptiva- 
mente justo sólo en la visión. No es representable que apareciera 
—como color— mediante el tacto. También ser espejo y brillar 
son propiedades visibles. / Pero al BRILLO como propiedad vista 
le corresponde la LISURA como propiedad palpada, ¿y no es ello 
lo mismo en la cosa misma? Los colores podrían tener por en- 
de un paralelo en la esfera de las apariciones táctiles, series de 
diferencias exactamente paralelas, series de alteraciones corres- 
pondientemente paralelas en iguales circunstancias. Entonces 
aquí sucedería como con las propiedades primarias. Se diría 
entonces: “lo mismo que aparece así sólo al sentido de la vista, 
aparece también paralelamente, a su manera, al sentido del tac- 
to”. De hecho no sucede así con las apariciones constituyentes 
de las cosas de los sentidos (entre ellas las cosas de la percep- 
ción). El color es visto y sólo visto, y, sin embargo, le conviene a 
la cosa: tendría por ende que ser pensable que todo sentido que 
hiciera aparecer LA COSA originariamente, lo hiciera para TODA 
PROPIEDAD de esta cosa. El color es color DE LA figura espacial, 
así como la lisura es lisura de la figura espacial; el color está 
precisamente ahí donde está la lisura. Podría por ende pronun- 
ciarse como una exigencia ideal para todo sentido: en tanto 
que pretenda dar la cosa en el original, tiene que existir una 
posibilidad ideal para series de apariciones de este sentido, en 
las cuales TODA propiedad constitutiva de la cosa viniera a darse 
originariamente. 

Por otro lado, hay que reflexionar si ahí donde no existe 
aquella corrección idealmente posible mediante los otros sen- 
tidos, es posible la apercepción: las cosas “pierden su color”. 
Decimos en efecto con cierto derecho: “el color cambia con la 
iluminación y desaparece cuando se hace de noche”. El color 
desaparece, en el crepúsculo llega a lo “incoloro”, pero enton- 
ces no desaparece meramente el color de las cosas, sino que las 
cosas se vuelven cada vez menos nítidas y finalmente ya no son 
en absoluto visibles. Obviamente, ahí tenemos que distinguir 
entre el COLOR DE LA SENSACIÓN (en el sentido generalizado), que 
se inunda de negrura, y el color cósico, que para nosotros real- 
mente desaparece. 


I0/ 


y12/ 


104 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


En la medida en que la cosa “está constituida para mí”, en 
la medida en que tengo abierta la posibilidad (la facultad) de 
experimentar las propiedades cósicas y eventualmente de ex. 
perimentar en especial los colores bajo las circunstancias de 
la experiencia que pertenecen al contenido de la apercepción 
constitutiva, en esa medida juzgo legítimamente: las cosas tie- 
nen color —determinado por motivos que o bien / radican en 
la misma apercepción de la cosa, o bien mediatamente en las 
apercepciones del nexo que se adhieren a otras cosas experj- 
mentadas. Para ello no necesito de momento ver el color de 
la cosa y en general no necesito ver nada. (Lo esencial es el es. 
tar co-experimentado del cuerpo como ejerciendo una función 
en el percibir. Y que la cosa con su ser-así actúe causalmente, en 
la percepción, sobre el cuerpo y sus Órganos respectivos, y que 
a ello se vincule en condicionalidad psicofísica la sensación, 
etc., todo esto está comprendido aquí constitutivamente, por 
ende, de modo enteramente comprensible de suyo. Y ahora se 
presentan las anomalías.) Las anomalías como tales solamente 
pueden presentarse, por lo tanto, en la forma según la cual el 
mundo normal permanece constitutivamente conservado, esto 
es, experimentado, mediante los órganos perceptivos restantes, 
los cuales, pues, funcionando ellos mismos como tales órganos 
recíprocamente unos para otros, quedan en pie con una expe: 
rimentabilidad normal; por otro lado, el miembro anómalo y 
la causación que lo ha alterado pertenecen al mundo normal 
mente dado gracias a estos sentidos, pero el miembro pierde, 
con su figura normal, su condicionalidad psicofísica normal, 
por lo cual se introduce una nueva. Percibidas por estos miem- 
bros, todas las cosas aparecen en aspectos distintos, no normales. 
El órgano “herido”, enfermo, al funcionar en la percepción, 
condiciona apariciones cambiadas de las cosas. O más bien: las 
cosas no son tal como aparecen ahí; eventualmente aparecen 
como las cosas cambiadas aparecerían normalmente, pero esto 
es MERA ILUSIÓN: es una consecuencia psicofísica-condicional re- 
gulada de la enfermedad del órgano. ¿Qué gana el mundo, 
pues, gracias a tales experiencias? El mundo material sigue 
siendo mundo experimentado. Se da tal como es cuando la 
corporalidad es normal; en cambio, cuando la corporalidad 
es anómala se da en apariciones anómalas (éstas son, empt 


LOS AISTHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO ESTÉSICO 105 


ro, cosas normales de los sentidos o, dicho con más claridad, 
fantasmas normales). Así ocurre, pues, cuando el sujeto expe- 
rimentante en el interior del sistema firmemente mantenido de 
las experiencias normales o, lo que es lo mismo, de las expe- 
riencias continuamente constituyentes del mundo, descubre un 
miembro corporal anormal y con ello su “inhabilidad”, su “in- 
utilidad” o utilidad disminuida para las “legítimas” funciones 
de la experiencia, o experimenta en ello una propia clase anó- 
mala de condicionalidades psicofísicas. Luego también puede 
experimentar el “volver a sanar”, el ser transitoriamente anor- 
mal / (como en el caso de un fuerte golpe), etc. Si la función del 
órgano está deteriorada, o él mismo está anómalamente altera- 
do, digamos “patológicamente”, sin que el sujeto sepa nada al 
respecto, entonces, naturalmente, en la “experiencia por medio 
de este órgano” experimentará cosidades alteradas si los nuevos 
datos de sensación son aprehensibles como cosas de los sentidos 
de modo enteramente análogo a los motivados normalmente, 
y son aprehendidos conforme a ello. Los órganos sensoriales 
sanos dan entonces “declaraciones” contradictorias. Los senti- 
dos pugnan unos con otros: entonces la pugna puede venir a 
decidirse porque, justamente después, un miembro tenga que 
ser eliminado como anómalo; todos los sentidos restantes jun- 
tos dan un mundo que prosigue concordantemente, mientras 
que el sentido eliminado no concuerda con la marcha de la 
experiencia anterior, reclama un cambio general e inmotivado 
del mundo, que ante las restantes declaraciones de los senti- 
dos, si valen como normales, queda eludido. Naturalmente, 
ahí también puede haber una completa indecisión; es posible 
que ninguna ventaja experimental hable a favor de ninguno de 
los lados (nota bene: en la medida en que tomemos al sujeto ex- 
perimentante como solipsista). 

51Es cosa de experiencia, incluso ya para el sujeto solipsista, 
que también mediante el comer tengan lugar influencias so- 
bre el cuerpo, y justamente de una especie que influya sobre 
la sensibilidad sensible y la función perceptiva de las partes del 
cuerpo. La santonina actúa como unos lentes amarillos; otras 
influencias provocan entumecimientos, anestesian parcial o to- 
talmente el cuerpo, etcétera. 


/13/ 


TT 


106 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


Lo único importante es que yO TENGA EXPERIENCIA de estas in. 
fluencias, que al percibir sepa simultáneamente que mi cuerpo 
está en un estado anómalo y que entonces, de modo corres. 
pondiente y susceptible de ser mejor determinado mediante 
la experiencia, se presentan, como consecuencia de la modifi. 
cación anómala del cuerpo, maneras de sensación cambiadas 
o falta de ciertos grupos de sensaciones, y con ello maneras 
de darse cambiadas de las cosas. La intromisión de las ano. 
malías ensancha, por ende, el sistema de las condicionalidades 
psicofísicas que primigeniamente encontramos, con la constitu: 
ción normal, mediante mero cambio de actitud. Hay EL MUNDO 
UNO NORMALMENTE CONSTITUIDO COMO EL MUNDO VERDADERO, como 

/74/ “norma” de la verdad, y hay MÚLTIPLES ILUSIONES, desviaciones / 
de las maneras de darse, que hallan su “explicación” mediante la 
experiencia de la condicionalidad psicofísica. En ello vemos: las 
anomalidades no pueden aportar nada, o mejor, las condiciona- 
lidades psicofísicas no pueden aportar nada, a la constitución 
de la cosa. Lo que aportan es solamente la regla de mi subjetivi- 
dad, que precisamente radica en que las cosas, para los sujetos, 
son cosas experimentables y en que hay reglas condicionales de 
las series de sensaciones, etc., que están en conexión con las 
causalidades cósico-corporales. 

En ello se pone de manifiesto que las actividades percepti- 
vas, consideradas puramente como relaciones causales físicas 
(el lado puramente físico del palpar, oler, ver, etc.), no son rela- 
ciones causales CUALESQUIERA entre el cuerpo y las cosas que han 
de ser percibidas; se trata más bien de CAUSALIDADES DE ESPECIE 
TÍPICA. El cuerpo, en cuanto una cosa como cualquier otra, ad: 
mite todavía, además de éstas, una infinidad de causalidades, a 
saber, todas aquellas especies de causalidades que pertenecen 
en general a las cosas que tienen como él una contextura física. 
Así pues, si lo típico es rebasado, entonces siguen siendo posi- 
bles las consecuencias PSICOFÍSICAS que se desvían de las típicas. 
Pero lo típico es aquí el enlazamiento de grupos regulados de 
sensaciones, aprehensibles y aprehendidos como apariciones 
normales de cosas, pero como apariciones tales que rompen 
la concordancia de la experiencia de la naturaleza. También 
sigue abierta, empero, la posibilidad de un cambio tal de los 
miembros del cuerpo afectados, que no se presenten en abso- 


LOS AISTHETA EN RELACIÓN CON EI. CUERPO ESTÉSICO 107 


luto ningunas sensaciones o solamente aquellas que ya no son 
aprehensibles como apariciones de cosa. Todos esos grupos de 
apariciones y de sensaciones se destacan como rupturas del 
sistema de las percepciones “ortoestéticas”, en el cual se experi- 
menta concordantemente la realidad una y misma. Decimos que 
el cuerpo funciona por completo ortoestética o “normalmente” 
en la medida en que las percepciones o apariciones psicofísica- 
mente dependientes son ortoestéticas. Entonces, para un sujeto 
solipsista solamente tiene sentido hablar de una corporalidad 
patológica, que funciona anómalamente, si tiene su sistema de 
experiencias ortoestéticas y con él constantemente frente a sí la 
naturaleza espacio-temporal-causal una. Esto a su vez presupo- 
ne que su cuerpo esté constituido en sistemas de percepciones 
ortoestéticas: éste no puede ser, pues, por completo patológi- 
co, sino que tiene que ser tan “normal” que una parte de sus / /75/ 
órganos funcione normalmente y merced a ellos los miembros 
y partes corporales enfermos puedan ser dados como objetiva- 
mente reales. 

Con las alteraciones del cuerpo, que condicionan modifica- 
ciones de las apariciones de cosas, marchan de la mano otras 
modificaciones inherentes al sujeto por lo que toca a su vida 
anímica. 

De los cuerpos dependen también las REPRODUCCIONES y con 
ello las apercepciones. Las reproducciones están en el nexo 
asociativo de la subjetividad. Mediante ellas se determinan las 
apercepciones, y esto es de nuevo significativo para las cosas que 
hacen frente al sujeto. Depende del cuerpo Y DE LO PROPIO DE La 
PSIQUE, QUÉ tiene frente a sí EL. SUJETO COMO MUNDO. Incluso pres- 
cindiendo de los elementos%? reproductivos que intervienen en 
la apercepción de cosas, lo psíquico adquiere significación para 
la dación del mundo externo merced a las relaciones de de- 
pendencia que existen entre lo corporal y lo psíquico. El uso 
de estimulantes, las afecciones corpóreas, tienen como efecto 
la presentación de sensaciones, sentimientos sensibles, tenden- 
cias, etcétera. A la inversa, un estado anímico como la hilaridad, 
la melancolía y semejantes, ejerce influencia sobre los procesos 
corporales. Y gracias a estos nexos, el MUNDO EXTERNO APAREN- 
TE se muestra COMO RELATIVO NO meramente al CUERPO, sino 
al SUJETO PSICOFÍSICO EN SU TOTALIDAD. Se distinguirá por ende 


A 


AAA A 


108 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL. 


entre la cosa MISMA idéntica y sus MANERAS DE APARECER subjeti. 
vamente condicionadas, esto es, sus notas subjetivamente con. 
dicionadas que subsisten en referencia a mí, a mi cuerpo y a 
mi alma. 

En la esfera intuitiva se destacó de la serie de las multiplicida. 
des de apariciones la “dación óptima”, en la cual la cosa resalta 
con las propiedades que “le convienen a ella misma”. Pero tam. 
bién esta dación es dación en ciertas circunstancias objetivas 
y subjetivas, y no obstante es “la misma” cosa la que se exhi- 
be más o menos “favorablemente” en estas o aquellas circuns- 
tancias. 


d) La cosa física 


La objetivación ejecutada en estos RELATIVISMOS DE LA EXPERIENCIA 
en el nexo de experiencia, pone la cosa como sustrato idéntico 

/76/ de propiedades idénticas. La / cosa tiene, por cierto, diferente 
aspecto según que me presione los ojos (doble imagen) o no, 
según que ingiera santonina o no, etc. Pero concientemente es 
la misma y el cambio de la coloración no cuenta como cambio, 
o más bien alteración, de la propiedad que el color denuncia, 
que está dada en él. Y así por todas partes. La cosa es lo que es 
en el nexo de cosas y “con referencia” al sujeto experimentante, 
pero es con todo la misma en todos los cambios de estado y 
de aparición que padece a consecuencia de las circunstancias 
cambiantes, y en cuanto la misma cosa, tiene un acervo de pro- 
piedades “permanentes”. Esto nos recuerda la lógica formal, 
que habla de objetos en general y formula condiciones de posi- 
bilidad para que una objetividad cualquiera pueda valer como 
idéntica, esto es, como susceptible de ser mantenida concordan- 
temente en identidad. Todo objeto es lo que es, es decir, tiene 
contexturas propias, propiedades en las cuales se explana su 
ser idéntico, y con estas propiedades, que son sus propiedades 
permanentes, pertenecientes a su identidad, entra el objeto en 
relaciones, etcétera. 

Si la cosa es (y la concordancia en la posición de ser en tl 
nexo de la experiencia es un fundamento de razón primigenio 
para la enunciación “esto es”), entonces tiene que ser determ! 
nable de un modo% en que se extraiga y determine lo irrelati- 


LOS AISTHETA EN RELACIÓN CON EL. CUERPO ESTÉSICO 109 


vo en las relatividades, y, por otro lado, se determine a partir 
de lo que contiene todo fundamento de legitimidad, a partir de 
las daciones de la experiencia, es decir, a partir de las relati- 
vidades sensibles. Por supuesto, la experiencia no excluye que 
la experiencia futura la suprima y tampoco que lo real en ge- 
neral no sea, pese a haber sido dado concordantemente. Pero 
ahora encontramos fundamentos de legitimidad para el ser y 
por consiguiente para que la meta de la determinación lógico- 
matemática pueda y tenga que ser planteada.** 

En esta elaboración hay que prestar atención al diferente 
papel de las determinaciones geométricas de la cosa y de las 
“cualidades sensibles”, lo que al comienzo de la época mo- 
derna se expresó en la distinción entre CUALIDADES PRIMARIAS Y 
SECUNDARIAS. En la constitución de la cosa, que para el sujeto 
singular se ejecuta con referencia a una relativa constancia de 
la corporalidad, hay que diferenciar ante todo, como nivel in- 
ferior: 

1) la cosa misma (como ella misma es) con sus notas consti- 
tutivas, como ellas mismas son, frente a las diferentes, y / más 
perfectas o menos perfectas según el caso, maneras de darse. 
Las notas que convienen a la cosa “misma” son las “óptimas” del 
caso. Ello vale para todas las notas, para las geométricas tanto 
como para las cualidades sensibles. 

2) Ahora bien, si está constituida la “cosa de los sentidos” 
misma y, fundada en ella, la cosa real-causal del nivel de la expe- 
riencia sensible y propia, entonces resulta una nueva constitu- 
ción de nivel superior en atención a la relatividad de esta “cosa” 
con respecto a la corporalidad igualmente constituida: esta re- 
latividad es la que reclama la constitución de una COSA FÍSICA 
que se manifiesta en la cosa intuitiva. Pero en esta relatividad 
las determinaciones geométricas y las “cualidades” específica- 
mente “sensibles” desempeñan un papel enteramente distinto 
(ambas tomadas en su esfera constitutiva como “mismas”, co- 
mo óptimas).%% Las determinaciones geométricas convienen al 
objeto físico mismo; lo geométrico pertenece a la naturaleza física 
en sí; pero no las cualidades sensibles, que pertenecen íntegra- 
mente a la esfera de la naturaleza aparente. Pronto tiene que 
mostrarse, por ende, que éstas, y por qué éstas, son las que para 


I11/ 


/18/ 


110 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


este relativismo entran en consideración de un modo particular 
o, en efecto, único./ 5? 


e) Posibilidad de la constitución de una “naturaleza objetiva” en 
el nivel solipsista 


Hemos perseguido la constitución de la naturaleza material a 
través de diferentes estratos, y hemos visto que ya para el suje- 
to “solipsista” —el sujeto en aislamiento— existen motivos para 
la distinción entre una cosa “aparente”, que en su composición 
cualitativa es relativa a mi subjetividad, y la cosa “objetiva”, que 
sigue siendo la que es incluso cuando en mi subjetividad, y en 
las “apariciones” de la cosa que dependen de ella, se presentan 
cambios. Aquí todavía puede entenderse el título de cosa “ver- 
dadera” u “objetiva” de dos maneras: 5% 

1) La cosa tal como se me exhibe en CONDICIONES “NORMA: 
LES”, ante la cual todas las otras unidades de índole cósica —las 
constituidas en condiciones “anómalas”— se hunden en “mera 
ilusión”; 

2) la composición idéntica en cuanto a cualidades, que es 
posible elaborar con PRESCINDENCIA DE TODA RELATIVIDAD y fijar 
lógico-matemáticamente: la cosa física. Si esto se conoce y se 
posee además conocimiento objetivo de la contextura psicofísi- 
ca del sujeto experimentante, así como de las condicionalida- 
des que subsisten entre cosa y sujeto, entonces a partir de ello 
puede determinarse objetivamente qué contextura intuitiva tiene 
que tener la cosa de que se trata para la subjetividad respectiva 
—normal o anómala £ 

Plantéase ahora la pregunta de si los motivos para la dis 
tinción necesaria entre cosa subjetivamente condicionada y cosa 
objetiva, que se ofrecen en la experiencia solipsista, son suficien: 
tes, O bien si tienen que estar presentes. En tanto que tomamos 
casos en los cuales las alteraciones del mundo externo, que a 
nosotros nos simula un órgano perceptivo anómalo, resultan 
ser “ilusorias” en vista del testimonio de los otros órganos, la 


Íf” Para más detalles sobre la cosa física, véase más adelante, p. 84 ss. 
* Con esto se determinan, como luego se mostrará pormenorizadamente. 
las tareas de la fisica, de la psicofísica y de la psicología. 


LOS AISTHETA EN RELACIÓN GON El. CUERPO ESTÉSICO 111 


distinción entre “ilusión” y realidad está siempre dada, aunque 
en casos singulares pueda quedar indeciso QUÉ es ¡ilusión y QUÉ 
es realidad. Pero si por un momento suponemos que un sujeto 
tuviera siempre solamente percepciones normales y nunca ex- 
perimentara una variación de ninguno de sus órganos, O que 
sí experimentara una variación, pero no hubiera para ella la 

osibilidad de la corrección (pérdida del campo táctil en su to- 
talidad, padecimientos psíquicos que alteran el tipo perceptivo 
en su totalidad), entonces faltarían los motivos que hasta aquí 
hemos supuesto para la distinción entre “ilusión” y “realidad”, 
y el nivel de la “naturaleza objetiva” no podría ser alcanzado por 
tal sujeto. El peligro de que en las condiciones supuestas no 
pudiera llegarse en absoluto a la constitución de la naturaleza 
objetiva, se aparta, empero, tan pronto como levantamos la abs- 
tracción que hasta ahora hemos mantenido en pie, y tomamos 
en cuenta las condiciones en las cuales se encuentra la consti- 
tución FÁCTICA: a saber, que en verdad el sujeto experimentante 
NO ES SOLIPSISTA, sino uno entre muchos. 


f) Transición de la experiencia solipsista a la intersubjetiva 


Consideremos más detenidamente la posibilidad de un MUNDO 
SOLIPSISTA, que hasta aquí dimos por supuesta. Yo (cada uno lo 
sustituirá aquí por su propio yo) experimentaría un mundo, y és- 
te sería exactamente el mismo que experimento realmente; todo 
permanecería igual, sólo que en mi dominio de experiencia ha- 
brían de faltar todos los cuerpos que pudiera aprehender como 
cuerpos de sujetos psíquicos AJENOS. Si este ámbito aperceptivo 
falta, entonces, por ende, tampoco determina mis aprehensio- 
nes de cosas, y puesto que en todo caso en mi experiencia real 
sí las determina, los giros pertinentes quedarían fuera de mi 
imagen del mundo ahora modificada. Por lo demás, tengo las 
mismas multiplicidades de sensaciones, me aparecen “las mis- 
mas” cosas reales con las mismas propiedades, y se acreditan, 
cuando todo concuerda, como “realmente siendo”, o en caso 
contrario, cuando por excepción intervienen discordancias de 
especie conocida, se ponen de manifiesto como siendo “dis- 
tintas” o no siendo en absoluto. En apariencia no ha cambiado 


/19/ 


80/ 


112 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 

nada esencial; en apariencia falta sólo un fragmento de mi mun. 
do de experiencia: el mundo animal, así como los grupos de 
causalidades en el nexo del mundo que éste trae precisamente 
consigo. Pero pensemos entonces que repentinamente, en un 
punto temporal en el interior del tiempo co-constituido con es. 
te mundo solipsista, se presentan en mi dominio de experiencia 
cuerpos, cosas entendibles y entendidas como cuerpos de hom. 
bres, Ahora, de repente y por vez primera, hay para mí hombres, 
con los cuales puedo entenderme. Y me entiendo con ellos so- 
bre las cosas, que en el nuevo periodo están ahí en común para 
nosotros. Entonces se mostraría algo muy notable: que exten- 
sos complejos de enunciaciones cósicas que YO he hecho sobre 
la base de las experiencias anteriores en los trechos temporales 
anteriores, experiencias todas que concordaban esmeradamen- 
te, NO SON CONFIRMADOS por mis compañeros de ahora; que esas 
experiencias no meramente, digamos, les faltaban a ellos (en 
efecto, uno no necesita haber visto todo lo que otros han visto, 
y viceversa), sino que se encuentran en consecuente conflicto 
con lo que ellos experimentaron: lo que, como presuponemos, 
experimentaron de manera necesariamente concordante y si- 
guen experimentando en continuada confirmación.* 5% / ¿Qué 
pasa ahora con la acreditada realidad del primer periodo% 
¿Y conmigo mismo, el sujeto empírico de esta realidad? La res- 
puesta es clara. Tan pronto como le comunico a los compañeros 
mis experiencias anteriores, y ellos se percatan del consecuente 
conflicto de las mismas con su mundo constituido intersubje- 
tivamente y constantemente acreditado gracias al intercambio 
concordante de experiencias, me vuelvo para ellos un interesan- 
te objeto PATOLÓGICO, y mi realidad tan lindamente acreditada se 
llama para ellos alucinación de alguien que hasta este momento 
ha estado loco. Piénsese la perfección de la acreditación de mi 
mundo solipsista tan ampliamente acrecentada como se quie: 
ra, en la situación descrita —cuya posibilidad ideal está fuera de 
cuestión— no cambia nada en cuanto situación apriórica. 


% Este conflicto, sin embargo, no puede ser cabal. Pues para que pueda 
tener lugar un entendimiento mutuo está presupuesto un acervo básico de 
experiencias COMUNES, 


LOS AISTHETA EN RELACIÓN CON El. CUERPO ESTÉSICO 113 


Hay que hacer ahora claridad sobre un problema: cómo la 
referencia a una pluralidad de hombres que tienen trato unos 
con otros se integra en la aprehensión de cosas y es constitutiva 
para la aprehensión de una cosa como “objetivamente real”. Este 
“cómo” es al principio muy enigmático, pues según PARECE, cier- 
tamente nosotros, cuando ejecutamos una aprehensión de cosa, 
no tenemos todo el tiempo co-puesto a un grupo de congéneres, 
y justamente como si por así decirlo pudiéramos interpelarlos. 
Se podría también preguntar: ¿no nos movemos en un círculo, 
puesto que ciertamente la aprehensión de hombres presupone 
la aprehensión del cuerpo y, por tanto, la aprehensión de co- 
sas? Para resolver el problema solamente hay un camino, que 
la fenomenología nos prescribe: tenemos que consultar con 
la aprehensión de cosas misma dónde es ella experiencia de 
una cosa “objetivamente real”, y tenemos que consultar con la 
experiencia que aún no es acreditante, sino necesitada de acre- 
ditación, acerca de lo que le es inherente en cuanto necesitada 
de acreditación, qué componentes de intención no cumplida 
encierra. (En este respecto, hay que advertir ahora que de he- 
cho no hemos descrito íntegramente la constitución de cosas, 
al ocuparnos sólo de las multiplicidades de la sensación, las 
matizaciones, los esquemas y en general las cosas visuales de los 
diferentes niveles. Tenemos que suprimir, en un punto decisivo, 
el recién mencionado / olvido de sí mismo del yo.) Toda cosa de /81/ 
mi experiencia pertenece a mi “entorno”, y esto significa ante 
todo que MI CUERPO también está ahí y en cuanto cuerpo. No 
como si ello fuera en todo sentido una necesidad esencial. Jus- 
tamente esto enseña en efecto el experimento de pensamiento 
solipsista. Mirándolo bien, el solus-¿pse no conoce un CUERPO 08- 
JETIvO en el sentido pleno y propio,' aunque tenga el FENÓMENO 
de su cuerpo y los sistemas de multiplicidades de la experien- 
cia inherentes, y los tenga exactamente tan perfectos como el 
hombre social. Con otras palabras, el solus-¿pse no es en verdad 
digno de su nombre. La abstracción que hemos efectuado co- 
mo intelectivamente justificada, no procura el HOMBRE aislado 
o la personalidad humana aislada. Esta abstracción no consistía 
tampoco, en efecto, en la organización de un asesinato en ma- 


* Al respecto, cfr. las secciones sobre la constitución del cuerpo, p. 158 ss. 


aros 


114 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


sa de los hombres y animales de nuestro mundo circundante 
que sólo respetara al propio sujeto humano. El único sujeto 
que tras ello quedara sería todavía sujeto-hombre, esto es, sería 
todavía el objeto intersubjetivo, que seguiría aprehendiéndose 
y poniéndose a sí mismo como tal. Pero el sujeto construido 
por nosotros no sabe nada de un entorno de humanidad, no 
sabe nada de una realidad o siquiera de la posibilidad real “de 
otros” cuerpos susceptibles de ser comprendidos en el sentido 
de la aprehensión de humanidad, no sabe nada, por ende, del 
propio cuerpo como un cuerpo susceptible de ser comprendi. 
do por otros, nada acerca de que otros sujetos puedan ponerse 
a ver el mismo mundo que aparece diferentemente a los dife. 
rentes, donde las apariciones estarían referidas en cada caso a 
“sus” cuerpos, etc. Se advierte que LA APREHENSIÓN DEI. CUERPO 
desempeña UN PAPEL PARTICULAR PARA LA INTERSUBJETIVIDAD, en la 
cual todos los objetos son aprehendidos “objetivamente”, como 
cosas en el TIEMPO OBJETIVO uno, en el ESPACIO OBJETIVO uno del 
mundo objetivo uno. (En todo caso, la acreditación de cualquier 
objetividad aprehendida exige una referencia a la aprehensión 
de una pluralidad de sujetos que se entienden.) La cosa que se 
constituye para el sujeto singular en multiplicidades reguladas 
de experiencias concordantes, que en las percepciones pasaje: 
ras se halla continuamente frente al yo intuitiva-sensorialmente 
82/ como una, / adquiere tras ello el carácter de una mera “apari- 
ción” subjetiva de la cosa de la “realidad objetiva”; cada uno de 
los sujetos que se entienden intersubjetivamente sobre el mis: 
mo mundo, y en él sobre la misma cosa, tiene de esta misma sus 
percepciones, o sus apariciones perceptivas, y en ellas su uni- 
dad de aparición, la cual es ella misma aparición, sólo que en 
sentido superior, con predicados de aparición que no pueden 
valer sin más como predicados de la “cosa verdadera” aparente. 
Llegamos aquí, pues, por las vías del entendimiento mutuo, 

a la misma distinción que ya señalamos como posible en el ni- 
vel solipsista. La “cosa verdadera” es ahora el objeto que en las 
multiplicidades de apariciones de una multitud de sujetos se 
mantiene idénticamente firme, y precisamente, de nuevo, el 06: 
jeto INTUITIVO referido a una comunidad de sujetos normales, 
o, prescindiendo de esta relatividad, la cosa Física determina 
da lógico-matemáticamente. La cosa física es naturalmente la 


LOS A/ÍSTHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO ESTÉSICO 115 


misma, esté constituida solipsista o intersubjetivamente. Pues 
objetividad lógica es eo ¿pso también objetividad en el sentido de 
la intersubjetividad. Lo que un cognoscente conoce en objetivi- 
dad lógica (o sea, de tal modo que lo conocido no esté afectado 
por ningún índice de dependencia del contenido de verdad res- 
pecto de este sujeto y su composición de subjetividades) puede 
igualmente conocerlo todo cognoscente, en tanto que cumpla 
las condiciones que tiene que satisfacer TODO cognoscente de 
tales objetos, Esto quiere decir aquí: tiene que experimentar las 
cosas y LAS MISMAS COSAS; si ha de conocer también esta identidad, 
tiene que encontrarse con los otros cognoscentes en relación de 
empatía; tiene que tener para ello corporalidad y pertenecer al 
mismo mundo, etcétera. 

Pertenece al SENTIDO DE LA PERCEPCIÓN y la EXPERIENCIA en ge- 
neral, que se encuentren en ella cosas que hayan de ser deter- 
minadas en sí y diferenciadas de todas las demás. Pertenece al 
sentido de los juicios de experiencia que pretendan valer obje- 
tivamente. Si una cosa está determinada en sí y diferenciada de 
toda otra cosa, entonces tiene que ser determinable judicativa- 
mente, por ende predicativamente, de tal modo que resalte su 
diferenciación de todas las demás. 

Conforme al sentido de la percepción, la cosa de la percep- 
ción y de la experiencia es de antemano / ESPACIO-TEMPORAL: /83/ 
tiene figura y duración, y tiene también un sitio en el espacio 
y el tiempo. Tenemos que diferenciar aquí la figura APARENTE y 
la FIGURA MISMA, el tamaño espacial aparente, el lugar aparente, 
y el tamaño y el lugar mismos. Todo lo que experimentamos 
en la cosa, incluso la figura, hace referencia al sujeto experi- 
mentante. Todo ello aparece en aspectos cambiantes, con cuyo 
cambio también las cosas están ahí como sensiblemente altera- 
das. También el espacio intermedio entre las cosas, y la forma 
intermedia, aparecen mediante aspectos diferentes según las 
circunstancias subjetivas. Pero siempre y necesariamente “apa- 
rece” el espacio uno y mismo como la forma de todas las cosas 
posibles, no susceptible de ser multiplicada ni de ser altera- 
da. Todo sujeto tiene su “espacio de orientación”, su “aquí” y 
su posible “allí”, y este allí se determina según el sistema de 
direcciones de derecha-izquierda, arriba-abajo, delante-detrás. 
Pero la forma fundamental de toda identificación de daciones 


OP PeOn 


/84/ 


116 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


intersubjetivas de contenido sensible es de tal índole que éstas 
pertenecen necesariamente a uno y el mismo SISTEMA DE LUGAR; 
y la objetividad de este sistema se manifiesta en que todo “aquí” 
es identificable con todo “allí” relativo respecto de todo nuevo 
aquí resultante de toda “locomoción” del sujeto, y luego tam. 
bién respecto de todo aquí perteneciente a otro sujeto. Ésta es 
una posibilidad ideal y constituye un sistema objetivo de lugar, 
el cual no puede ser visto sensiblemente, pero es comprensible, 
o “visible” en una especie superior de intuición fundada en el 
cambio de lugar y la empatía. Se resuelve así el problema de 
la “forma de la intuición” y de la intuición espacial. Ésta no es 
sensible y, sin embargo, en otro respecto es sensible. Sensible- 
mente dado está el espacio primario de la intuición, que aún 
no es el espacio mismo. No sensible, y, sin embargo, intuitivo 
en un nivel superior, es el espacio objetivo, que viene a darse 
a través de la identificación en el cambio de orientación, y ex: 
clusivamente, por cierto, en el cambio de orientación libre, el 
que el sujeto mismo ejecuta. Ya el espacio de la orientación (y 
con él eo ipso el espacio objetivo) y todas las figuras espaciales 
aparentes, admiten una idealización, pueden ser captados en 
pureza geométrica y determinados “exactamente”. 

La FIGURA OBJETIVA €s objetiva en cuanto dispuesta en el ESPACIO 
OBJETIVO. Todo LO DEMÁS que / en la cosa es objetivo (desligado 
de todo relativismo) lo es por su enlazamiento en lo fundamen- 
talmente objetivo, en el espacio, el tiempo, el movimiento. En 
el movimiento y la deformación de la figura espacial se mani- 
fiestan propiedades reales en cuanto unidades reales, sustancia: 
les-causales. Son éstas las PROPIEDADES MECÁNICAS, las cuales ex- 
presan dependencias causales-legales de las determinaciones 
espaciales de los cuerpos. La cosa es en todo tiempo FIGURA en 
una POSICIÓN, Pero en cada posición, la figura está CUALIFICADA. 
Las cualidades son plenitudes, se extienden sobre la superficie 
y a través de la corporeidad de la figura. Pero de las cosas se 
extienden CUALIFICACIONES hacia el “espacio vacío”, RAYOS DE LUZ 
RADIACIONES DE CALOR, etc, Esto significa: las cualidades cósicas 
condicionan cualidades y cambios cualitativos en otras cosas, y 
justamente de tal modo que el efecto es una función constante 
de la posición: a toda alteración posicional corresponde una al: 
teración del efecto. Gracias a esta coordinación con relaciones 


LOS A/STHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO ESTÉSICO 117 


espaciales exactamente determinables, también las cualidades 
sensibles son susceptibles de una determinación exacta. Llega- 
mos así a una comprensión de la visión física del mundo o la 
estructura física del mundo, o a una comprensión del método 
físico como método a través del sentido de un mundo de los 
sentidos determinable intersubjetiva-objetivamente (esto es, irre- 
lativamente y por ello a la vez intersubjetivamente). 


g) Caracterización más precisa de la cosa física 


Conforme a nuestras exposiciones, la “naturaleza física”, en la 
que nos hemos internado ahora, se exhibe de la siguiente ma- 
nera: La COSA EN SÍ MISMA consiste en espacio continua o discre- 
tamente lleno que se halla en estados dinámicos, estados que 
se llaman formas de energía. Lo que llena el espacio está su- 
jeto a ciertos grupos de ecuaciones diferenciales y responde a 
ciertas leyes físicas fundamentales. Pero cualidades sensibles no 
hay ahí. Y ello significa que no hay ningunas cualidades. Pues 
cualidad de lo que llena el espacio Es cualidad sensible. Pero 
desde luego: ¿cómo es pensable el espacio lleno sin cualidad? 
Es inadmisible atribuir realidad en sí a las cosas aparentes 
con sus cualidades sensibles, como con todo derecho dicen 
los / investigadores de la naturaleza. Pues las cualidades sen- 
soriales cambian según la índole y temple de los órganos senso- 
riales: son dependientes de los órganos sensoriales y en general 
dependientes del cuerpo y de la contextura entera del sujeto 
experimentante. También se muestra que los hechos físicos ver- 
daderos que corresponden a las diferencias cualitativas como 
rojo y verde, caliente y frío, se PONEN DE MANIFIESTO sin transi- 
ción cualitativa como meras diferencias cuantitativas de uno y 
lo mismo, como temperatura, oscilaciones del éter, etcétera. 
¿Hemos de decir que Dios ve las cosas como son en sí, y noso- 
tros por medio de órganos sensoriales, que son una especie de 
lentes deformantes? ¿Son las cosas espacio lleno con cualidad 
absoluta, sólo que nosotros no la conocemos? Pero si estas cosas 
han de ser las mismas que a nosotros nos aparecen como apare- 
cen, entonces ciertamente tendría que ser posible una unidad 
de entendimiento entre Dios y nosotros, así como, entre dife- 
rentes hombres, solamente mediante el entendimiento se da la 


/85/ 


/86/ 


118 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL, 


posibilidad de RECONOCER que las cosas que el uno ve y las co. 

sas que el otro ve son LAS MISMAS. ¿Pero cómo sería pensable 

la identificación, dado que el espíritu absoluto supuesto tam. 

bién ve las cosas precisamente mediante apariciones sensibles, 

las cuales tendrían que ser intercambiables en un entendimien. 

to mutuo —O por lo menos unilateral— de modo parecido a 

como lo son nuestras apariciones entre nosotros los hombres? 

Dios sería en tal caso precisamente ciego para los colores, etc, 

y nosotros ciegos para sus cualidades. ¿Pero tiene sentido deba. 
tir cuáles son las cualidades correctas? Las nuevas cualidades 
serían a su vez secundarias y serían justamente eliminadas por 
la física, que tiene que ser la misma para todos si las cosas son 
las mismas. Naturalmente, para los fines del entendimiento mu. 
tuo, el espíritu absoluto también tendría que tener un cuerpo, 
con lo cual también se presentaría en efecto la dependencia 
respecto de los órganos sensoriales.%! El resultado es que tene- 
mos que entender bien el SENTIDO DE LA DIFERENCIA ENTRE CUALI. 
DADES SECUNDARIAS Y PRIMARIAS, y solamente podemos entender 
la no-objetividad de las primeras por cuanto no escapan de nin- 
guna manera al relativismo de las apariciones, ni siquiera de 
aquella manera que fácilmente pasamos por alto al pensarnos 
involuntariamente como seres de sensibilidad normalÉ? en un 
mundo de seres de sensibilidad normal. Un rasgo principal del 
relativismo radica en la dependencia del sujeto. Y ahí radica, 
sin embargo, una gran / diferencia: los sujetos que en general 
tienen un mundo de cosas COMÚN, al que realmente se refieren, 
al que por ende pueden referirse mediante apariciones, como 
lo exige el ser cósico, pueden por principio ser relativamente 
“ciegos” respecto del color, el sonido, etc., respecto de senti: 
dos singulares, que dan sus especies particulares de cualidades 
sensoriales. Los sentidos pueden también ser completamente 
distintos, con tal que posibiliten un entendimiento común y 
constituyan una naturaleza común en cuanto naturaleza apa 
rente. Por principio, empero, los sujetos no pueden ser ciegos 
respecto de TODOS los sentidos y por consiguiente a la vez cie- 
gos para el espacio, ciegos para el movimiento, ciegos para la 
energía. De otro modo no habría para ellos un mundo de cosas, 
y en todo caso no el mismo que para nosotros, precisamente El 
mundo espacial, 1.4 naturaleza. 


LOS AISTHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO ESTÉSICO 119 


La naturaleza es una realidad intersubjetiva y realidad no so- 
lamente para mi y mis congéneres fortuitos, sino para nosotros 
y todos los que hayan de poder entrar en trato con nosotros y 
entenderse con nosotros acerca de las cosas y los hombres. 
Permanece abierta la posibilidad de que entren en este nexo 
espíritus cada vez nuevos: pero tienen que hacerlo mediante 
cuerpos que estén representados en nuestra conciencia median- 
te apariciones posibles y en la de ellos mediante apariciones 
correspondientes. 

La cosa es una regla de apariciones posibles. Esto significa: la 
cosa es una realidad en cuanto unidad de una multiplicidad de 
apariciones reguladamente copertenecientes. Y esta unidad es 
una unidad intersubjetiva. Es una unidad de estados; la cosa 
tiene sus propiedades reales y a cada momento le correspon- 
de un estado actual (pues las propiedades expresan facultades, 
son propiedades causales referidas a un “si-entonces”). Pero 
mientras que para la PRIMERA consideración, apoyada en la EXPE- 
RIENCIA DIRECTA,** el ESTADO es idéntico con el espacio lleno con 
cualidades sensibles (esquema), que sólo puede ser una unidad 
intersubjetiva en referencia a una suma de sujetos normales “de 
igual sensibilidad”, la posibilidad y la realidad reales DE SUJETOS 
DOTADOS CON FACULTADES SENSORIALES DIFERENTES y el conocimien- 
to de la DEPENDENCIA, existente en todo individuo, de las cuali- 

dades sensoriales respecto de procesos fisiológicos, conduce a 
tomar en cuenta precisamente esta dependencia COMO UNA NUEVA 
DIMENSIÓN DE RELATIVIDADES y a construir mediante el PENSAMIEN- 
TO la cosa puramente / física: al mismo estado físico-objetivo de la 
cosa pertenecen entonces múltiples “espacios llenos” referidos 
a diferentes facultades sensoriales y a desviaciones sensoriales 
individuales. La cosa física es INTERSUBJETIVAMENTE común en tal 
forma que vale para todos los individuos que estén en posible 
trato con nosotros. La DETERMINACIÓN OBJETIVA determina la cosa 
mediante aquello que le conviene y le tiene que convenir si ha 
de poder aparecer para mí o para cualquiera que esté en tra- 
to conmigo, y si ha de poder valer como la misma para todos 
los miembros de la comunidad comunicativa —también para 
mí en todas las variantes posibles de mi sensibilidad. Es común 
la determinación espacial y temporal, y es común un conjun- 
to de leyes que, con sus conceptos referidos a la “cosa física”, 


/81/ 


E 


120 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


es una regla unitaria de todas las apariciones de la comuni. 
dad intersubjetiva que constituyen la misma cosa y que tienen 
que constituirla en el entendimiento racional. El sentido de lo 
que una cosa es en “realidad objetiva”, esto es, en la realidad 
aparente, y aparente a todos los sujetos en comunicación, y que 
es identificable mediante identificación intersubjetiva, solamen. 
te podemos extraerlo de las apariciones (y del nexo intersub. 
jetivo). 

Lo objetivamente real no está en mi “espacio” o en el de algún 
otro en cuanto “fenómeno” (“espacio fenomenal”), sino en el 
ESPACIO OBJETIVO, que es una UNIDAD formal de la identificación 
que pertenece a las cualidades cambiantes. Mientras que para 
mis fenómenos espaciales vale que solamente pueden estar da: 
dos con cualidades sensibles, para el espacio objetivo vale que no 
puede estar dado con cualidades sensibles, sino que sólo puede 
aparecer en espacios subjetivos con cualidades sensibles. Esto 
también vale para el solus-¿pse y su espacio “objetivo”, que ya pue- 
de constituirse en él, pero todavía no intersubjetivo.* (Así pues, 
la cosa intersubjetiva es figura espacial “objetiva” con cualidades 
“objetivas”, y éstas son las físicas.) El ESPACIO PURO (la figura es- 
pacial puramente objetiva)?5 No surge de mi espacio aparente 
POR ABSTRACCIÓN, sino POR UNA OBJETIVACIÓN, la cual toma como 
“aparición” a toda figura espacial sensiblemente aparente, ca- 

/88/ racterizada con cualidades sensibles, / y la coloca en multiplici- 
dades de apariciones que no pertenecen a una conciencia indi- 
vidual, sino a una conciencia social como un grupo global de 
apariciones posibles que se edifican a partir de grupos indivi- 
duales. Cada sujeto tiene su espacio total y sus figuras singula- 
res, pero en la intersubjetividad éstas son apariciones.*É 

Por principio, la cosa solamente está y puede estar dada me: 
diante apariciones que pueden cambiar su contenido de apa: 
rición con los sujetos. Este contenido (la cosa aparente tal co- 
mo aparece, como roja, como caliente, etc.) es lo que es en 
cuanto aparición de un sujeto real o de un sujeto posible en 
el nexo de la realidad. Nos vemos remontados a una multitud 
de sujetos reales, y en conexión con ellos también de sujetos 
posibles, que intuyen una cosa, ejecutan un experimentar, etc., 
donde, como correlato, es conciente de manera cambiante algo 
aparente en cuanto tal, con momentos de aparición como rojo, 


LOS AISTHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO ESTÉSICO 121 


caliente, dulce, redondo, etc., sujetos que están en relación de 
empatía y que, pese al cambio de lo dado en la aparición, pue- 
den cerciorarse intersubjetivamente de la identidad de lo ahí 
aparente. 

Así pues, la cosa es por principio intersubjetivamente-idéntica 
y de tal indole que no tiene ningún contenido sensible-intui- 
tivo? en absoluto que PUDIERA SER DADO intersubjetivamente DE 
MODO IDÉNTICO: más bien solamente un algo idéntico vacío co- 
mo correlato de la identificación, posible conforme a reglas 
lógico-experimentales y fundada en ellas, de lo aparente en las 
“apariciones” cambiantes, diferentes en cuanto al contenido, de 
los sujetos que están en el nexo intersubjetivo con sus correspon- 
dientes actos del aparecer y del pensar lógico-experimental. En 
la física como mera teoría de la naturaleza de la cosa intersubjeti- 
vamente-objetiva existente “en sí”, se determina objetivamente la 
cosa como un algo vacío, determinado mediante las formas in- 
tersubjetivamente constituidas de espacio y tiempo y mediante 
las “cualidades primarias” referidas a espacio y tiempo. Que- 
dan fuera todas las cualidades secundarias y, mirándolo bien, 
TODO lo que puede ser dado intuitivamente, lo cual incluye to- 
das las FIGURAS ESPACIALES Y TEMPORALES INTUITIVAS, qUe no son en 
absoluto pensables, en efecto, sin llenado secundario, todas las 
diferencias de orientación, etcétera. 


h) Posibilidad de la constitución de una “naturaleza objetiva” 
en el nivel intersubjetivo de la experiencia 


Como para el nivel solipsista, ponderemos ahora análogamente 
para el nivel intersubjetivo de la experiencia qué condiciones 
tienen que cumplirse para que pueda llegarse, o tenga que lle- 
garse, ala constitución de una naturaleza “objetiva”. Partiríamos 
de las relaciones como fácticamente ocurren: de un acervo 
básico de experiencias comunes se destacan diferencias indi- 
viduales y conducen a la distinción de las determinaciones que 
convienen a la cosa “misma” respecto de las condicionadas de 
modo meramente subjetivo. Ahora pueden construirse a prio- 
ri también otras condiciones. Podemos pensar en un mundo 
de hombres en el cual no hubiera enfermedad alguna, en el 
que no se presentara ninguna ilusión, alucinación o similares. 


/89/ 


= 


122 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA MATERIAL 


Podemos suponer además que todos los hombres que están en 
trato unos con otros, aprehenden el mundo de modo comple- 
tamente igual (prescindiendo de la diferencia de orientación, 
que siempre es necesaria). ¿Valdrían entonces las cosas con las 
cualidades secundarias pura y simplemente como objetividad úl. 
tima? ¿O se reconocería que esta situación era contingente y 
no una situación necesaria? Á esto puede decirse: naturalmen. 
te hay que distinguir la constitución del MUNDO SENSIBLE y la 
constitución del MUNDO “VERDADERO”, del mundo para el sujeto 
CIENTÍFICO, que se dedica al pensar y en general al investigar 
ESPONTÁNEO, “libre”. O sea: si vivimos pasiva, animalmente “en 
el mundo” y en trato mutuo con nuestros iguales, todos los cua- 
les son tan normales como nosotros, entonces se constituye un 
mundo de experiencia que nos es común. Pero ahora somos 
SERES INTELIGENTES LIBRES. Si no nos salen al paso anomalida- 
des, podemos, sin embargo, ejercer INTROMISIONES VOLUNTARIAS 
en nuestros cuerpos y en los de otros, y entonces se presentan 
“ANOMALÍAS”. Perseguimos en el pensamiento los nexos causales 
y nos configuramos la “imagen física del mundo”. 

Vemos sin cesar:é$ por un lado, ya para el nivel solipsista 
existe la POSIBILIDAD de avanzar HASTA LA CONSTITUCIÓN DE LA CO. 
SA “OBJETIVA” (FÍSICA). Por otro lado, para el nivel intersubjetivo 
no existe tampoco la NECESIDAD incondicionada de llegar tan le- 


/90/ jos. Pero existe —prescindiendo de que / FÁCTICAMENTE la cons- 


titución se lleva a cabo intersubjetivamente— una diferencia de 
principio entre estas dos posibles vías de la edificación de una 
“naturaleza objetiva”. El sujeto solipsista podría ciertamente te- 
ner frente a sí una naturaleza objetiva, pero NO podría APREHEN- 
DERSE A SÍ MISMO COMO UN MIEMBRO DE LA NATURALEZA, no podría 
apercibirse como sujeto psicofísico, como animal, tal como su- 
cede en el nivel intersubjetivo de la experiencia. Naturalmente 
esto sólo puede ser visto con intelección cuando se sigue de cer- 
ca la constitución de la naturaleza animal. Como lo ha mostrado 
en efecto la indicación de las referencias de dependencia entre 
naturaleza experimentada y sujeto experimentante, para una 
aclaración plena del sentido y la edificación de la naturaleza fisi- 
ca se requiere incondicionalmente el estudio de la subjetividad. 


1 Cfr. p. 158 ss, 


SECCIÓN SEGUNDA: 


LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


AAN A 


A 


eE 


INTRODUCCIÓN 


$19. Tránsito a la consideración del alma como objeto de la 
naturaleza 


Pasemos ahora a la exploración de la esencia del alma, del alma 
humana o animal, tal como es objeto de investigación científico- 
natural en su vinculación con el cuerpo material. También aquí 
queremos atenernos, como lo exige un método rigurosamente 
fenomenológico, a lo que nos enseñe la experiencia originaria. 
Dejamos de lado toda vaga noción empírica, todas las interpre- 
taciones no aclaradas de lo anímicamente dado que proceden 
de la experiencia pero que en sí son confusas, así admitan ser 
rectificadas o se compruebe que son inadmisibles y llenas de 
contradicciones; todo saber, en sentido bajo o elevado, desde 
el cual más bien, como desde una función de conocimiento 
mediata, nos vemos remontados —y nos hacemos remontar— 
precisamente a estas experiencias simples. Por tanto, también 
rehuimos todas las convicciones predominantes en la ciencia 
psicológica, sin disputar por lo demás acerca de sus derechos. 
Lo que buscamos no radica en la PROSECUCIÓN del pensamiento 
teórico, mediato, sino en su COMIENZO; buscamos sus más pri- 
migenias / presuposiciones. Ninguna teoría puede derribar el 
sentido del alma que nos prescribe la perfecta intuición de lo 
anímico. Este sentido traza una regla absolutamente obligatoria 
para toda investigación teórica. Toda desviación de la misma 
desemboca en el contrasentido. Esto resulta patente, en efec- 
to, por razones enteramente generales. Una teoría legítima no 
puede lograr nada más que determinar predicativamente, en el 
pensar mediato, lo que la intuición que da originariamente (en 


/9/ 


a AAA A 


UN 


126 1.A CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


nuestro caso la experiencia) ha puesto al principio de mane. 
ra simple como ente y, además, como ente de un determinado 
“contenido” o sentido. Así pues, lo que el “análisis primigenio” 
ha extraído de la intuición originaria como sentido originario 
del objeto, no puede ser suprimido por ninguna teoría. Este 
sentido es la norma que hay que presuponer, a la cual está 
sujeto racionalmente todo conocimiento teórico posible. Con 
ello se indica una regla general de aclaración fundamental pa. 
ra todos los conceptos regionales —o sea, todos los conceptos 
que circunscriben la región objetiva de una ontología regional 
(y por tanto de todas las disciplinas particulares y empíricas 
de la esfera regional respectiva)— y, en consecuencia, para el 
concepto del alma. Se trata, pues, de “extraer de la experien- 
cia” el concepto genuino de lo anímico. Naturalmente, empero, 
esto aquí, como en el resto de la fenomenología, no significa 
ejecutar directamente experiencias actuales, es decir, proceder 
empíricamente, como si la tesis empírica, que se sujeta a los 
facta contingentes, viniera de algún modo al caso. Se trata más 
bien DE EXAMINAR EN LA INTUICIÓN DE ESENCIAS LA ESENCIA DE LO EX. 
PERIMENTADO EN CENERAI. Y COMO TAL, tal como se explicita en un 
experimentar cualquiera, sea ejecutado real o imaginativamen- 
te (en un fingirse-en-un-experimentar-posible),” para luego, en 
el despliegue de las intenciones que yacen esencialmente en tal 
experimentar, captar con la vista el sentido de lo experimen- 
tado como tal —el sentido del género respectivo de objetivi- 
dades regionales— y darle expresión en análisis y descripción 
rigurosos. 


$ 20. El sentido del discurso corriente sobre lo “anímico” 


Comencemos nuestro análisis, Lo anímico nos es dado en enla- 
/92/ ce con lo material. Entre las cosas materiales hay / algunas, O, 
desde el punto de vista de la consideración de esencias, son a 
priori posibles algunas, que son inanimadas, “meramente” ma: 
teriales; por otro lado, hay también algunas que tienen el rango 
de “cuerpos”, y como tales muestran vinculación con un nuevo 
estrato de ser que se denomina el anímico. ¿Qué cae bajo este 


2 Cfr. p. 35. 


INTRODUCCIÓN 127 


título? Lo primero que la experiencia nos trae aquí a la dación 
es una CORRIENTE DE VIVENCIAS” SIN PRINCIPIO NI FIN, de las cuales 
múltiples tipos nos son bien conocidos por percepción inter- 
na, por “introspección”, en la cual cada uno de nosotros capta 
sus “propias” vivencias en su originariedad; y puede captarlas 
también intuitiva, si bien ya no originariamente y existiendo en 
“realidad”, en recuerdos internos, libres fantasías internas, re- 
presentaciones imaginativas internas. Vivencias similares están 
además dadas como realidades presentes también en la forma 
de la captación interpretativa de la vida anímica ajena, con una 
intuitividad más o menos clara. 

Como ya lo indica la expresión figurada CORRIENTE DE VIVEN- 
cias (o corriente de conciencia), las vivencias, esto es, sensa- 
ciones, percepciones, recuerdos, sentimientos, afectos, etC., NO 
nos son DADAS EN LA EXPERIENCIA COMO ANEXOS, EN SÍ DESCONECTA- 
DOS, DE CUERPOS MATERIALES, COMO si estuvieran unidas unas con 
otras solamente mediante el común enlazamiento fenomenal a 
éstos. Más bien SON ALGO UNO POR SU PROPIA ESENCIA, enlazadas y 
entretejidas unas con otras, fluyendo estratificadamente unas 
en otras, y sólo posibles en esta unidad de una corriente. Na- 
da puede desgajarse de esta corriente; nada puede ser acotado, 
por decirlo así, como una cosa por sí. 

Sin embargo, esta corriente unitaria encierra en sí, en cierta 
manera, otras unidades, o está entretejida en unidades, que en 
todo caso pueden captarse intuitivamente disponiendo adecua- 
damente la mirada, y tienen que tomarse más en consideración 
si queremos Jlevar claridad sobre el campo fenomenológica- 
mente primigenio de lo psíquico. A éste se refieren en efecto 
los CONCEPTOS DE YO que pueden tomarse en diferente sentido, 
así como el concepto de alma propiamente dicho, que en mo- 
do alguno coincide, ciertamente, con el concepto de vivencia 
y corriente de vivencias. Para nosotros, lo primero que hay 
que considerar es LA UNIDAD DEL / YO PURO (TRASCENDENTAL), 
y luego la del YO ANÍMICO REAL, O sea, el empírico, el sujeto 
inherente al alma, donde el alma está CONSTITUIDA como una 
REALIDAD ENLAZADA CON LA REALIDAD DEL CUERPO O ENTRETEJIDA EN 
ELLA. Un estudio particular exigirán aquí el CUERPO y la cues- 
tión de si sus determinaciones esenciales son solamente las de 
una cosa material particular, o si no porta un nuevo estrato 


/93/ 


/94/ 


128 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


constitutivo extramaterial que, en sentido preciso, no puede 
designarse aún como un estrato anímico. Bajo el título “yo 
empírico”, que está necesitado de aclaración, hallamos luego 
también la unidad “YO.HOMBRE”, es decir, el yo que no solamente 
se adjudica sus vivencias como sus estados psíquicos, e igual. 
mente se adjudica sus conocimientos, sus rasgos de carácter 
y otras contexturas permanentes similares que se manifiestan 
en las vivencias, sino que también designa sus contexturas cor- 
porales como las “suyas” y las incluye, por ende, en la esfera. 
del-yo. 


$ 21. El concepto de “yo-hombre” 


Partamos de inmediato de este último concepto de yo, el co- 
tidiano, particularmente rico en cuanto a su contenido. En la 
“percepción de sí mismo” cada hombre se capta precisamente 
a sí mismo, e igualmente en el experimentante tomar conoci- 
miento de otro, capta precisamente a este otro hombre. Cada 
quien habla en PRIMERA PERSONA DE SUS ACTOS Y ESTADOS, en la for- 
ma “yo percibo, yo juzgo, yo siento y quiero”; así mismo habla 
también, en la forma “yo soy asío asá”, de sus propiedades perso- 
nales, de sus PREDISPOSICIONES DE CARÁCTER Y HABILIDADES innatas 
o adquiridas, de sus DISPOSICIONES pasajeras y sólo RELATIVAMENTE 
PERMANENTES. E igualmente cuando se trata de los OTROS. Deci- 
mos que alguien tiene mucho carácter, que es virtuoso, alegre o 
melancólico, que tiene un temperamento colérico, que está ena: 
morado, etc. Pero a la vez se dice: él baila, hace gimnasia, come, 
escribe cartas, él tiene habilidades psicofísicas, él es un buen bai- 
larín, un gimnasta mediocre, etc. Igualmente dice alguien: ÉL 
ha sido golpeado, pinchado, tocado, cuando su cuerpo ha ex- 
perimentado las acciones correspondientes, cuando éste, como 
aquí también decimos, ha sido golpeado, pinchado, / tocado. 
Decimos de alguien que es sucio cuando su dedo está lleno de 
mugre. Y más aún, que él está anémico o pletórico de salud, 
que él está débil del corazón o enfermo del estómago, etc. Así 
pues, en el discurso normal en primera persona (o en el uso 
normal de los pronombres personales en general), en el yo está 
comprendido el hombre “entero” con cuerpo y alma. De ahí 


INTRODUCCIÓN 129 


que pueda muy bien decirse: yo no soy mi cuerpo, sino yo TEN- 
Go mi cuerpo; yo no soy un alma, sino yo TENGO un alma. 

Ahora bien, si es correcto que la unidad del hombre abraza 
los dos componentes no como dos realidades sólo externamen- 
te ligadas una a otra, sino como componentes íntimamente 
entretejidos y en cierta manera compenetrados (tal como se 
confirma de hecho), entonces se vuelve comprensible que es- 
tados y propiedades de cada uno de estos componentes valgan 
como componentes del todo, del “yo-hombre” mismo. 

6%Por otra parte, es fácil ver con intelección QUE LO ANÍMICO 
TIENE UNA VENTAJA y ES LO ESENCIALMENTE DETERMINANTE DEL CON- 
CEPTO DE YO, Si falta el alma, tenemos materia muerta, una cosa 
meramente material que ya no tiene en sí nada del hombre-yo. 
El cuerpo, por otro lado, no puede faltar. Hasta el espectro tie- 
ne necesariamente su cuerpo espectral. Claro que éste no es 
una cosa material real, y la materialidad aparente es un enga- 
ño, pero con ello lo es a la vez el alma inherente y por tanto el 
espectro entero. 

Considerado con más exactitud, tenemos aquí diferentes po- 
sibilidades. O el CUERPO nos está DADO PERCEPTIVAMENTE Como 
realidad material sin ninguna conciencia de engaño. Enton- 
ces no vemos un “espectro”, sino un hombre real. Por otro 
lado, si existe la conciencia del engaño respecto de la mate- 
rialidad, entonces también renunciaremos al hombre en cuan- 
to engaño, pero por eso no hablamos ciertamente de un es- 
pectro. En cuanto engaño, pues la experiencia enseña que la 
espiritualidad real solamente está enlazada con cuerpos ma- 
teriales y no acaso con meros fantasmas espaciales subjetivos 
O intersubjetivos (puros esquemas espaciales), y siguiendo esa 
experiencia, para nosotros cuerpo material y alma se concier- 
tan necesariamente en la idea de un hombre real. Pero esta 
necesidad es sólo una necesidad empírica. En sí sería pensa- 
ble el caso / (y este caso haría patente un espectro real) de /95/ 
que un ser anímico apareciera y fuera real faltándole un cuer- 
PO MATERIAL, una cosa normal de la naturaleza como soporte 
de las determinaciones anímicas. De aquí no se deriva aún 
en modo alguno que en general un cuerpo falte y pueda fal- 
tar. Reconocimos, en efecto, que las determinaciones especí- 
ficamente materiales se fundan en las captadas bajo el título 


A o o | 


/96/ 


130 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


“puro esquema” y a la vez son unilateralmente desprendibles 
de éstas. Un espectro se caracteriza porque su cuerpo es py. 
ro “fantasma espacial”, sin ningunas propiedades materiales, 
las cuales más bien, cuando co-aparecen, están concientemen. 
te tachadas, caracterizadas como irrealidades.? 7 En sí sería 
pensable ahora que los espíritus aparecieran no sólo suhjetiva, 
sino también intersubjetivamente, o que se acreditaran conse. 
cuentemente mediante un experimentar intersubjetivo, sobre 
la base de meros cuerpos fantasmales, quizá hasta meramen. 
te visuales, Si con ello está también concedida la posibilidad 
apriórica (aunque enteramente vacía) de espectros reales, en. 
tonces resalta a la vez que un sujeto anímico sea en verdad 
pensable sin cuerpo material, esto es, como espectro en vez de 
como ser animal natural, pero de ninguna manera sin cuerpo 
en general. Si un ser anímico ha de ser, si ha de tener existen- 
cia OBJETIVA, entonces tienen que CUMPLIRSE LAS CONDICIONES DE 
POSIBILIDAD DE LA DACIÓN INTERSUBJETIVA. Pero tal experimentabi- 
lidad intersubjetiva sólo es pensable mediante la “empatía”, la 
cual, por su lado, presupone un cuerpo intersubjetivamente ex- 
perimentable, que es entendible justamente por quien ejecuta 
la empatía como cuerpo del ser anímico respectivo, exige en 
su dación la intracomprensión de lo anímico, y puede luego 
acreditarlo en experiencia ulterior. Precisamente con ello re- 
salta la ventaja de lo anímico o, si se quiere, de lo espiritual 
frente al cuerpo, la cual se funda, pues, en la / indesprendibi- 
lidad del cuerpo. Para poder ser objetivamente experimentable, 
el espíritu tiene que ser animación de un cuerpo objetivo (sólo 
que precisamente no a priori justo de un cuerpo material),” 


? Para la diferenciación del espectro y la corporalización real de una sub- 
jetividad con su yo, la referencia retrospectiva a los fantasmas no es del todo 
correcta, Y no se ha tomado en cuenta el papel fundamentalmente esencial de 
la ARTICULACIÓN de la propia voz generada con espontaneidad, perteneciente 
a las propias cinestesias de los músculos de la voz dadas primigeniamente. Esto 
también falta en la doctrina de la empatía originalmente esbozada, que tuvo 
que ser desarrollada primero. Según mi observación, en el niño la voz gene: 
rada espontáneamente y luego oída analógicamente parece pasar primero el 
puente para la objetivación del yo, o la conformación del “alter”, antes de que 
el niño tenga y pueda tener ya una analogía sensible de su cuerpo visual con 
el del “otro”, y con más razón antes de que pueda adjuntar al otro un cuerpo 
táctil y un cuerpo con voluntad. 


INTRODUCCIÓN 131 


mientras que, a la inversa, la experimentabilidad objetiva de un 
fantasma espacial o de una cosa material no requiere anima- 
ción alguna. Si vemos por ende con más precisión lo que es el 
alma y la animación, y también lo que está presupuesto para la 
posibilidad de su conocimiento objetivo, entonces tropezamos 
con que aquí no puede existir, y de hecho no existe,?? un me- 
ro enlace, y ni siquiera un enlace simultáneo. El cuerpo no es 
solamente en general una cosa, sino expresión del espíritu, Y 
ESA LA VEZ ÓRGANO DEL ESPÍRITU. Y antes de que nos metamos en 
discusiones más profundas, reconocemos ya que todo lo propia- 
mente “subjetivo”, yoico, se halla del lado espiritual (del lado 
que encuentra expresión en el cuerpo), mientras que el cuer- 
po solamente en virtud de esta animación se dice “yoico”, o 
sus estados y contexturas se dicen contexturas “mías”, del yo, 
subjetivas. En la peculiaridad de la animación radica que lo cor- 
poral, y que finalmente TODO lo corporal desde cualesquiera 
puntos de vista, pueda adquirir significado anímico, por ende 
también ahí donde no porta fenomenalmente un alma desde un 
principio. 

Puesto que ahora, además, en la unidad de la apercepción 
total “hombre”, lo anímico que le es “empatizado”, intracom- 
prendido, al cuerpo, está aprehendido como realmente unido 
con este cuerpo, se entiende que los sucesos corporales se apre- 
hendan como peculiaridades de este sujeto humano, que se 
aprehendan como “míos”. 


Ocurre algo distinto con las cosas extracorporales que por 
su referencia al hombre han adquirido igualmente significados 
yoicos, como obras, bienes, como valores estéticos, como objetos 
de uso y similares. Estas cosas tienen ciertamente un “significa- 
do”, pero no un alma, no un significado que indique un sujeto 
anímico realmente vinculado con ellas mismas, vinculado en una 
única realidad fundada. Esto se expresa en que ellas se dicen en 
verdad mi obra, mi ropa, mi patrimonio, mi favorita, etc., y, 
sin embargo, sus propiedades no son designadas igualmente 
como mías, sino que cuando mucho son aprehendidas como 
marcas, como reflejos de las mías. Todo esto requeriría todavía 
una exposición más precisa y una más honda fundamentación. 


/91/ 


132 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


Éstas / se obtendrán reiteradamente aún en nuestros análisis 
posteriores.” 

El concepto de yo que hasta aquí hemos discutido, yo, el 
hombre, nos retrotrae, según lo precedente, a un yo puramente 


anímico, En este respecto, sin embargo, todavía tenemos que 
establecer varias diferencias. 


CAPÍTULO PRIMERO 


EL YO PURO 


$ 22. El yo puro como polo-yo 73 


Pensemos en una percepción de sí mismo ejecutada, pero ahora 
de tal suerte que hacemos abstracción del cuerpo. Nos en- 
contramos entonces a nosotros mismos como el yo espiritual 
referido a la corriente de vivencias —espiritual significa aquí, 
con mera generalidad, que es el yo que precisamente no tiene 
su morada en la corporalidad; por ejemplo, yo “pienso” (co- 
gito), esto es, yo percibo, yo concibo de un modo cualquiera, 
yo juzgo, yo siento, yo quiero y me encuentro en ello como el 
uno y el mismo en el cambio de estas vivencias, como “sujeto” 
de los actos y estados. (Este sujeto tiene individuación abso- 
luta como el yo de la cogitatio respectiva, la cual es a su vez, 
en sí, algo absolutamente individual.) Aquí podemos, empero, 
wazar diferentes líneas y hacerlo primero de tal manera que 
arribemos al yo como YO PURO, precisamente aquel del cual ya 
hemos hablado mucho en el libro primero. Con este propósito 
nos limitamos, por ende, a vivencias intencionales que “noso- 
tros” en cada caso hemos “ejecutado” y a través de las cuales 
nosotros —o digamos más pulcramente: yo, que en cada caso 
“pienso”— hemos dirigido el rayo del yo a lo objetivo del ac- 
to. Fijamos ahora el yo que impera en el “yo pienso” mismo, 
y puramente como el que ahí impera, por ende, el yo que en 
absoluta indubitabilidad está dado como el “sum cogitans”. En 
cuanto absolutamente dado, o susceptible de ser llevado a darse 
en la mirada posible a priori de la reflexión fijadora, no es en 
modo alguno nada misterioso o aun místico. Yo me tomo como 


A ió 


134 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


el yo puro en tanto que mc tomo puramente como el que en 
el percibir está dirigido a lo percibido, en el conocer a lo co. 
nocido, en el fantascar a lo fantaseado, en el pensar lógico a lo 
pensado, en el valorar a lo valorado, en el querer a lo querido; 
/98/ en toda ejecución de un acto / yace un rayo del estar-dirigido 
que no puedo describir de otra manera más que diciendo que 
tiene su punto de partida en el *yo”, el cual evidentemente per. 
manece ahi indiviso y numéricamente idéntico, mientras que 
vive en estos múltiples actos, actúa en ellos espontáneamente y 
en rayos siempre nuevos va a través de ellos a lo objetivo de su 
sentido, Hablando con más exactitud, el yo puro está además 
referido a objetos en modos muy diferentes, según la especie del 
acto ejecutado. En cierto sentido, en su dirección a lo mismo 
es en todo tiempo un yo libre; por otro lado, la imagen del “di. 
rigirse a” la aparición no es perfectamente idónea. En cierto 
sentido general, el yo en verdad se dirige por todas partes al 
objeto, pero en sentido particular, a veces un rayo del yo lanzado 
por el yo puro va hacia el objeto, y desde éste vienen, por decirlo 
así, contrarrayos en dirección opuesta. Así me hallo en el de- 
sear atraído por el objeto deseado; estoy dirigido a él, pero de tal 
modo que aspiro a él, sin alcanzarlo, sin embargo, en el mero de- 
sear. En el amar me siento inclinado hacia lo amado, atraído por 
ello, eventualmente entregado totalmente a ello, absorto en ello. 
Por el contrario, en el odio estoy ciertamente también dirigido 
hacia lo odiado, y no obstante repelido por ello. En tales ca- 
sos me comporto tan pronto obedeciendo a la atracción o a la 
repulsión, cediendo a ellas, tan pronto resistiendo a ellas; tan 
pronto soy “movido” en el comportamiento del acto, tan pronto 
no movido; tan pronto soy el que “se” mueve activamente, tan 
pronto el que no se mueve. Así, estoy, por ejemplo, “abismado" 
en la tristeza pasiva, en una tristeza rígida, inmóvil, en una pura 
pasividad. O estoy colmado de una tristeza apasionada, como 
de una “emoción”, y sin embargo pasivamente; o también me 
muevo manteniéndome activo con la tristeza dominada, etc. En 
el actuar, en cambio, estoy prácticamente cabe la cosa; estoy en tl 
“fiat” ante todo en cuanto el que pone prácticamente en escena; 
la acción que ahora va corriendo se constituye como ocurrida 
“en el sentido” de mi voluntad, como ocurriendo a TRAvÉs de mi 
como quien libremente quiere; estoy ahí constantemente como 


El. YO PURO 135 


el introductor de lo ambicionado, como el que voluntariamen- 
te consigue.” Y cada fase de la consecución misma es de tal 
indole que en ella el sujeto volitivo puro “alcanza” lo querido 
como tal. El yo puro no solamente vive en actos singulares como 
ejecutante, activo, padeciente; va de acto en acto libremente y, 
sin embargo, objetivamente atraído, experimenta impulsos / de 
los objetos constituidos en el “fondo”; sin responder a ellos de 
inmediato, deja que se intensifiquen, que llamen a la puerta 
de la conciencia; cede, y eventualmente también “sin más ni 
más”, volviéndose de un objeto a otro. En esto, con el cambio de 
sus actos, ejecuta giros particulares y se construye libremente 
estas o aquellas unidades de acto de varios niveles. Así, como su- 
jeto teórico en la unidad de un nexo temático, impera al referir 
y enlazar, al dar papel de sujeto y de predicado, al presuponer y 
sacar conclusiones; en el interior de la unidad de un interés teó- 
rico, mantiene firme el tema, pero se permite esporádicamente 
una distracción, retoma el hilo temático, etc. De tal modo, en el 
estudio de los múltiples actos en que el yo puro vive, encontra- 
mos, de hecho y en cada dominio de actos, estructuras diversas 
susceptibles de ser descritas, estructuras que conciernen a los 
modos peculiares de la participación del sujeto y a la manera de 
la correlativa participación del objeto, y en este último respecto 
a las maneras como el objeto afronta al sujeto puro referido a él: 
atrayendo o repeliendo, requiriendo o reprimiendo, impulsan- 
do o “determinando” de alguna otra forma. 

En los actos del cogito polimorfo aislado o vinculado por él, 
el yo puro practica sus “funciones” puras, y en tal medida que- 
rríamos designar, en sentido traslaticio, los actos mismos como 
funciones. Aquí, el yo puro puede, por un lado, diferenciarse 
de los actos mismos en cuanto que funciona en ellos y se refiere 
aobjetos a través de ellos; por otro lado, sin embargo, sólo puede 
diferenciarse de ellos abstractamente. Abstractamente, en tanto 
que no puede ser pensado como algo separado de estas viven- 
cias, como algo separado de su “vida” —tal como, a la inversa, 
estas vivencias no son pensables a no ser como el medio de la 
vida del yo. En ello es importante advertir que el yo puro no es 
solamente yo ejecutante, como lo hemos considerado hasta aho- 
ra en los actos en sentido específico, en los de la forma “cogito”. 
Tan pronto como el cogito del caso se hunde en la inactualidad, 


/99/ 


136 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


húndese también en cierta manera el yo puro en la inactuali. 

dad. Éste se retira del acto de que se trata, ya no es en él un yo 

ejecutante y posiblemente tampoco lo es en ningún acto en ge- 

neral. No es entonces algo separado de todo vivenciar, como si 

/100/ ahorala / conciencia completamente inejecutada y el yo puro 

estuvieran juntos sin conexión. Más bien la diferencia entre la 

actualidad y la inactualidad designa una diferente estructura 

esencial de las vivencias intencionales y a una con ello una di. 

ferencia, inseparable de ellas, en el “cómo” del vivenciar-el-yo, 

El yo no puede desaparecer jamás, siempre está en sus actos; 

pero ahora depende: si éstos son o se vuelven actos actuales, 

entonces el yo, por decirlo así, se presenta en ellos, sale a la 

luz, ejerce una función actual viva, se dirige en un rayo actual 

a lo objetivo; o si es por así decirlo un yo latente, entonces no 

lanza una mirada actual a algo: experimenta, obra, padece, no 

actualmente. No se trata, ciertamente, de cualesquiera posibi- 

lidades de existir y presentarse repentinamente en la ejecución 

de los actos, sino de una variación fenomenológica de la refe- 

rencia pura del yo, la cual siempre existe; por cierto, en esta 

variación surge algo nuevo, un fenómeno cambiado, que se de- 

nomina dirigirse actual del yo, por ejemplo, enviar a algo una 

mirada que al notarlo lo pone de relieve, y similares, pero de 

tal suerte que ya en el antiguo fenómeno, en el de la inactuali- 

dad, hallamos una estructura del yo; una estructura del yo que 

precisamente permite y exige decir que el yo en el estadio de 

la “inconciencia” específica, de la latencia, no es una nada o 

la vacía potencialidad de la variación de los fenómenos en los 

de la actualidad-del-yo, sino un momento de su estructura. Las 

imágenes del presentarse el yo, del dirigirse actual a algo, del 

retirarse o recaer en la latencia tienen, por tanto, un significado 

efectivo. Pero todo ello lo conocemos en la reflexión, en la cual 

precisamente no captamos, al mirar atrás, sólo vivencias de fon- 

do singulares, sino también trechos enteros de la corriente de 

conciencia desprovistos de toda actualidad-del-yo. Pese a toda 

la oscuridad y toda la evasividad que pertenecen al carácter pro 

pio de tales trechos, podemos captar intelectivamente las más 
generales peculiaridades esenciales apuntadas. 

Pero para la caracterización del yo puro todavía tenemos al: 

guna otra cosa que añadir. También es necesario exponer más 


EL YO PURO 137 


claramente los puntos ya aludidos. Podríamos referirnos ahora 
mismo a la posibilidad de la “reflexión”, de la que acabamos de 
hacer uso. 


$ 23. Captabilidad del yo puro (del poloyo)”? 


Con generalidad, a la esencia de todo cogito pertenece que sea 
por principio posible un nuevo cogito de la especie que ltama- 
mos “reflexión-del-yo”, el cual, sobre la base del anterior, que 
por ello se transforma fenomenológicamente, capta al sujeto 
puro del mismo. Por consiguiente, a la esencia del yo puro per- 
tenece, como también podemos decir (pues también para este 
cogito reflexivo vale naturalmente lo mismo), captarse a sí mis- 
mo como lo que es y en la manera como ejerce su función, y 
poder erigirse así en objeto. El yo puro no es, pues, en modo 
alguno sujeto que nunca pueda ser objeto, con tal que precisa- 
mente no circunscribamos desde un principio el concepto de 
objeto, y no lo circunscribamos en particular a objetos “naturales”, 
mundanos, “reales”, con referencia a los cuales, sin embargo, la 
proposición se sostendría en un sentido bueno y valioso. Pues 
es ciertamente muy significativo que el yo puro ocupe, frente 
a todo lo real y en general frente a todo lo demás que pueda 
ser aún designado como “existente”, un puesto completamen- 
te aislado. Y es que podemos decir: todo lo objetivo, en el 
más amplio sentido, es pensable solamente como correlato de 
la conciencia posible, o más precisamente: de un posible “yo 
pienso” y por ende en cuanto referible a un yo puro. Esto vale 
también respecto del yo puro mismo. El yo puro es susceptible 
de ser puesto objetivamente por el yo puro, idénticamente el 
mismo. 

Á La ESENCIA DEL. YO PURO PERTENECE, PUES, LA POSIBILIDAD DE UNA 
CAPTACIÓN ORIGINARIA DE SÍ MISMO, DE UNA “PERCEPCIÓN DE SÍ MISMO”, 
pero luego también la posibilidad de las correspondientes mo- 
dificaciones de la captación de sí mismo, o sea, de un recuerdo- 
de-sí-mismo, fantasía-de-sí-mismo y similares. A la esencia del 
recuerdo de sí mismo pertenece patentemente que el yo puro 
recordado por sí mismo sea conciente como pasado; que, por 
otro lado, sea posible un giro de la mirada gracias al cual el yo 


/101/ 


A e a 


138 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL. 


puro se capta como yo puro del recordar, esto es, como pre. 
sente actual percibido por sí mismo, e igualmente, que sc capte 
como temporalmente duradero desde el ahora pasado hasta el 
fluyente ahora-presente actual, etcétera. 

Algo semejante vale patentemente para los otros actos para- 
lelos, pero con las modificaciones correspondientes. Hay que 
advertir en ello que por todas partes pueden en verdad diferen. 
ciarse lo objetivado y lo “primigeniamente” no objetivado, por 
ejemplo, el yo puro percibido y el percipiente. Pero por mucho 

/102/ que con ello / se exprese una variación fenomenológica res- 
pecto del cogito —que una vez es cogito irreflejado, primigenio, 
el cogito del yo puro primigeniamente ejecutante, y la otra vez es 
reflejado, es decir, esencialmente mutado, objeto intencional o 
medio de un nuevo acto a través del cual el yo ejecutante capta 
el ejecutar del antiguo acto— es no obstante evidente, gracias a 
ulteriores reflexiones de nivel superior, QUE EL UNO Y EL OTRO YO 
PUROS SON EN VERDAD UNO Y EL MISMO, sólo que precisamente una 
vez dado, la otra vez no dado, o, en reflexión superior, una vez 
simplemente dado, la otra vez dado en un nivel de mediatez 
ulterior. De igual manera, en efecto, también el cogito primige- 
nio mismo y el cogito reflejadamente captado son el mismo, y 
mediatamente, en una reflexión de nivel superior, puede ser 
captado indudablemente como absolutamente el mismo. Cier- 
tamente, la vivencia entera se altera en el tránsito desde el acto 
primigenio a la reflexión sobre él; ciertamente, el cogito ante- 
rior ya no está presente efectivamente en la reflexión, esto €s, 
presente tal como era viviente irreflejado; pero la reflexión, 
en efecto, no capta ni pone como existente lo que en la viven: 
cia de ahora es fragmento integrante efectivo en cuanto modifi- 
cación del cogito. Lo que pone es (como precisamente lo capta 
con evidencia una reflexión de nivel superior) lo idéntico, que 
una vez está dado objetivamente y la otra vez no. Tanto más 
es ahora el yo puro en verdad algo que viene a la captación 
en el cogito respectivo, pero no acaso un momento efectivo del 
mismo. Lo que se altera fenomenológicamente cuando el yo es 
objetivo o no objetivo, no es el yo mismo que en la ref lexión 
captamos y tenemos dado como absolutamente idéntico, sino la 
vivencia. 


A 


EL YO PURO 139 


Hay que poner atención, por lo demás, en que las unida- 
des que aquí por todas partes consideramos, como, por ejem- 
plo, el cogito idéntico, en cuanto unidades de una duración, 
transformándose en ésta así y asá, son justo ellas mismas ya 
unidades concientemente constituidas; esto es, se constituyen 
en una “conciencia” de otro sentido, más profunda, correspon- 
dientemente múltiple, en la cual todo lo que hasta aquí llamá- 
bamos “conciencia” o vivencia no figura efectivamente, sino 
como unidad del “tiempo inmanente”, con el que ella misma 
se constituye. Esto más profundo, el tiempo inmanente y to- 
das las unidades de vivencias que tienen lugar en él, incluida 
toda conciencia que constituye un cogito, lo hemos dejado deli- 
beradamente fuera de consideración en este ensayo / y hemos 
mantenido nuestra investigación por completo en el interior de 
la temporalidad inmanente. Y a esta esfera pertenece también 
el yo puro idéntico. Éste es en cuanto idéntico de este tiempo 
inmanente. Yo soy y era el mismo que, al durar, “impera” en éste 
y en cada uno de los actos de conciencia; aunque, por otro la- 
do, no soy un momento efectivo del acto mismo a la manera de 
un fragmento integrante. No soy un momento efectivo: en esto 
hay que poner la atención particularmente.?$ Tono cociro CON 
TODOS SUS FRAGMENTOS INTEGRANTES SE ORIGINA O CESA EN EL FLUJO DE 
LAS VIVENCIAS. PERO EL SUJETO PURO NO SE ORIGINA NI CESA, aunque a 
su modo “entra en escena” y de nuevo “sale de escena”. Entra 
en acción y queda de nuevo fuera de acción. Qué es esto y en 
general qué es y qué obra él mismo, lo captamos, o él lo capta, 
en el percibirse a sí mismo, que es justo una de sus acciones, y 
una acción tal que fundamenta la absoluta indubitabilidad de 
la captación del ser. De hecho, el yo puro no es otro, en efecto, 
que aquel que DESCARTES captó con mirada genial en sus mag- 
níficas meditaciones y estableció como tal para siempre, sobre 
cuyo ser no es posible ninguna duda, y que en toda duda vol- 
vería él mismo a encontrarse necesariamente como sujeto de la 
duda. Ahora bien, si tuviera algún sentido decir que este yo se 
origina o cesa, entonces tendríamos que verificar precisamente 
esta posibilidad en la dación pura, tendríamos que poder captar 
en la intuición pura la posibilidad esencial del originarse y el 
cesar. Pero tan pronto como intentamos hacerlo, el contrasen- 
tido salta a la vista. El yo puro mismo de tal intuición, a saber, 


/108/ 


Point 


140 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


el yo que observa y fija con la mirada, viviría por un lado en la 
continuidad de este observar, como lo idéntico de la duración 
inherente a él, y a la vez tendría que encontrar precisamente en 
esta duración un trecho temporal en que él mismo no fuera, 
y un punto inicial en el que entrara por vez primera en el ser, 
Tendríamos el contrasentido de que el yo absolutamente exis. 
tente se hallaría a sí mismo, en la duración de su ser, como no 
existente, mientras que evidentemente la única posibilidad de 
que el yo puro no se halle a sí mismo es que no reflexione sobre 
sí mismo. 

Al yo puro le pertenece por consiguiente, en vez del origi. 
narse y el cesar, solamente la peculiaridad esencial de que tiene 
su presentarse y su ausentarse, de que comienza a funcionar 
actualmente, comienza a imperar, y termina de hacerlo. “El yo 
se presenta” y “en la corriente de conciencia acontecen actos 

P104/ en el sentido específico / del cogito”, dicen lo mismo, pues pre- 
cisamente la esencia de tales actos consiste en ser vivencia in- 
tencional “ejecutada” por el yo puro. 


g 24. “Mutabilidad” del yo puro 


Podemos ver con intelección evidente en qué sentido el yo puro 
se muda en el mudamiento de sus actos. Es mudable en sus ac- 
tuaciones; en sus actividades y pasividades, en su estar atraído 
y estar repelido, etc. Pero estos mudamientos no lo mudan a él 
mismo. Más bien él es en sí inmutable. No es un algo idéntico 
que tenga que manifestarse y verificarse primero en múltiples 
estados de propiedades permanentes determinados por circuns: 
tancias cambiantes. Por eso no ha de confundirse con el yo en 
cuanto yo de la persona real, con el sujeto real del hombre real; 
no tiene predisposiciones de carácter primigenias y adquiridas, 
ni habilidades, disposiciones, etc. No está referido a cambian- 
tes circunstancias reales con cambiantes propiedades y estados 
reales, y por ello no está aparicionalmente dado con referen- 
cia a circunstancias aparentes. Para saber qué es un hombre 0 
qué soy yo mismo como personalidad humana, tengo que entrar 
en la infinitud de la experiencia, en la que me conozco por la: 
dos cada vez nuevos, según propiedades cada vez nuevas y de 


A 


EL. YO PURO 141 


modo cada vez más perfecto: sólo ella puede acreditar, y even- 
cualmente también desmentir, mi ser-así e incluso ya mi ser-ahí. 
Que yo, esta personalidad, no sea, es siempre una posibilidad de 
principio, así como es una posibilidad que mi cuerpo material 
valguna otra cosa material, pese a su dación en la experiencia, 
no sea, que en la experiencia futura pudiera ponerse de mani- 
fiesto como inexistente. Por otro lado, para saber que el yo puro 
es y lo que es, ningún cúmulo por grande que sea de experien- 
cias de mí mismo puede instruirme mejor que la experiencia 
singular de un único cogito simple. Sería un contrasentido decir 
que yo, el yo puro, realmente no soy o soy algo enteramente 
distinto del que ejerce su función en este cogito. “Todo “lo apa- 
rente”, todo lo que de algún modo se exhibe o se manifiesta, 
puede también no ser, y acerca de ello puedo engañarme. Pero 
el yo no aparece, no se exhibe meramente de modo unilateral, 
no se manifiesta meramente según / determinaciones, lados o /105/ 
momentos singulares, que por su lado además meramente apa- 
recieran; más bien está dado en mismidad absoluta y en su 
inmatizable unidad, y puede captarse adecuadamente en el giro 
reflexivo de la mirada que regresa a él como centro de función. 
En cuanto yo puro, no entraña riquezas internas escondidas; es 
absolutamente simple, está absolutamente al descubierto; toda 
riqueza yace en el cogito y en la manera de la función que puede 
captarse adecuadamente en él. 


$ 25. Polaridad de los actos: yo y objeto 


En tanto que todo cogito exige un cogitatum, y en tanto que éste 
está en la ejecución de un acto en referencia al yo puro, en- 
contramos en todo acto una notable polaridad: POR UN LADO EL 
POLO-YO, POR EL OTRO EL. 0BJETO COMO CONTRAPOLO. Cada uno una 
identidad, pero una identidad de especie y origen radicalmente 
diferentes. 

El yo es el sujeto idéntico de la función en todos los actos de 
la misma corriente de conciencia; es el centro de irradiación, 
O centro de recepción de radiación, de toda vida de concien- 
cía, de todas las afecciones y acciones, de todo atender, captar, 
referir, vincular, de todo tomar posición teórico, valorativo, 
práctico, de todo estar alegre y estar triste, esperar y temer, 


on E 


149 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


hacer y padecer, etc. Con otras palabras, todas las polimorfas 
particularidades de la referencia intencional a objetos que se de- 
nominan actos, tienen su necesario terminus a quo, el punto-yo, 
del cual irradian. Frecuentemente, si no casi siempre, encontra. 
mos aquí propiamente radiaciones dobles, en marcha adelante 
y en marcha atrás: desde el centro hacia afuera a través de los 
actos hacia sus objetos, y de vuelta rayos en marcha atrás desde 
los objetos hacia el centro en peculiaridades fenomenológicas 
diversamente cambiantes. Así, en el experimentar con interés 
teórico, el actuar sobre el objeto, apropiárselo, penetrar en él, 
pero siendo a la vez incesantemente estimulado, cautivado, con- 
movido, determinado por el objeto. La coincidencia de todos los 
actos en el centro-yo numéricamente idéntico se halla en el lado 
noético. 

La estructura de los actos que irradian del centro-yo, o el yo 
mismo, es una forma que encuentra una analogía en la cen- 
tralización de todos los fenómenos sensibles en la referencia 
al cuerpo. En la conciencia absoluta tenemos siempre un “cam- 
po” / de la intencionalidad y la “mirada” espiritual del atender 
se “dirige” tan pronto a “esto”, tan pronto a aquello. — La cues: 
tión es si estas imágenes tienen un significado primigenio y 
expresan una analogía primigenia. Esto es, ¿radica en el aten- 
der, prescindiendo de lo espacial”? que da origen a la imagen, 
algo de la índole de una dirección que parte de un punto? Ha- 
llamos sin duda una multiplicidad de vivencias conexas y datos 
intencionales y con ello un “campo”, al cual se agregan modifi- 
caciones atencionales cambiantes. Toda serie atencional es, en 
cuanto serie, una suerte de rayo, y en cada una está captado 
intencionalmente “lo mismo”; es una serie de una captación 
cada vez más rica y más perfecta de uno y lo mismo: en forma 
análoga a como, en el acercarme a un objeto, o sea, en la corres 
pondiente serie de la orientación, obtengo un conocimiento 
cada vez más rico del objeto, capto de él cada vez más y mejor. 
De ahí la metáfora: yo me aproximo" la cosa (aun cuando és 
ta sea inespacial). Si prescindimos de esta analogía, entonces 
está dada una serie gradual y un acercamiento ¿deal al objeto 


* Enalemán, el verbo aquí usado, nákerbringen, que traduzco literalmente. 
significa también “explicarse algo”, “familiarizarse con algo”. 


EL YO PURO 143 


perfectamente captado, y esto en todo proceso de captación 
atenta de un objeto. Y todos estos rayos parten vivencialmente 
del único punto de partida, del yo idéntico.“ 

Si ahora volvemos la mirada a la unidad totalmente distinta 
del objeto (y del objeto, vamos a suponerlo, que no es sujeto él 
mismo), entonces también ella nos remite a múltiples actos a 
los cuales otorga unidad en un sentido determinado, pero en 
un sentido completamente distinto de aquel en que lo hace la 
referencia del acto al sujeto centralizante. 

Ante todo: ni cualesquiera ni mucho menos todos los actos 
están unidos en la / referencia al objeto, sino precisamente só- 
lo aquellos que, así sea de diferentes maneras, son “conciencia 
de” el mismo objeto. Si también respecto de estos actos decimos 
que están “dirigidos” a este su objeto, esto significa, cuando no 
mentamos más bien el Yo que en estos actos se dirige al objeto, 
algo fundamentalmente diferente de ello. Esto se muestra en 
la manera fundamentalmente diferente de la “coincidencia” de 
los actos en la referencia al mismo objeto, que aquí, sin perjuicio 
de la unidad de coincidencia que enlaza a todos los actos real 
opotencialmente en el centro-yo, no concierne al “lado” noético 
de los actos, sino al noemático: una coincidencia de lo “presun- 
to como tal” (por el yo) en los actos. Por lo demás, yo-acto- 
objeto están esencialmente concertados; en idea no pueden 
separarse. 


“ La aclaración más precisa de la analogía señalada requeriría considera- 
ciones sistemáticas propias. Aquí solamente han de darse algunas indicaciones 
al respecto: si tomamos el campo de los objetoscosas sensiblemente aparentes, 


los cuales están dados en una orientación, entonces puede comprenderse aquí 


la coincidencia con la “orientación-del-yo”: los procesos de adaptación (mis 
movimientos) pertenecen a la constitución de la cosa, y paramento a ello 
Capto cada vez más de la cosa, y el captar es primigeniamente un?3 proceso de 
atender. Aquí parece, por ende, haber una vía para captar la centralización-yo 
como un análogo de la orientación paralela y lo que pueda estar entrelazado 
con ella. Ahora bien, con las objetividades espirituales está, empero, entre- 
lazado lo sensible; por ejemplo, los pensamientos están entrelazados con sig: 
nos verbales, que son aprehendidos en una orientación. La atención pasa a 
través de los signos verbales. O bien: cuando veo datos de sensación, éstos 
hacen exhibición de cosas objetivas, es decir, ya están entrelazados con orienta- 
ción. Habria que considerar con más detalle cuán lejos se llega por esta vía. 


/107/ 


/108/ 


144 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


$ 26. Conciencia en vigilia y conciencia sorda 


El yo puro, dijimos arriba, se presenta y luego se ausenta: la 
esencia de la conciencia está de tal manera en la unidad del 
flujo, que el yo puro no puede iluminarla con su luz por todas 
partes, sino en actos singulares y SOLAMENTE en actos singulares, 
Pues pertenece insuprimiblemente a la esencia de la conciencia 
que todo acto tenga su horizonte oscuro, que toda ejecución 
de acto se hunda en la oscuridad al dar el yo un giro sobre 
nuevas líneas de cogitación (acción). Tan pronto como la mi. 
rada del yo se distancia del acto, éste se muda y entra en el 
horizonte vago. En la esencia de la conciencia no radica, em. 
pero, que en ella tenga que ser necesariamente ejecutado un 
cogito actual. Nuestra “conciencia en vigilia” puede ser inte- 
rrumpida a trechos por una conciencia durmiente, completa- 
mente sorda, en la cual no hay diferencia entre campo actual 
de la mirada y fondo oscuro. Todo es ahora fondo, todo es 
oscuridad. Al despertar del sueño sordo podemos llevar ha: 
cia atrás la mirada reflexiva, captar lo recién pasado en su 
ensordecimiento y abandono del yo: su abandono del yo ac- 
tivo, el que puede concebir, pensar, padecer-en-vigilia, etc. Que 
nos esté permitido decir que en lugar de este yo actualmen- 
te ejecutante existe un yo sordo como otro modo-del-yo, y que 
precisamente ese modo existe también por todas partes como 
modo-de-entorno del yo actual (correspondiente al fondo oscu- 
ro), es algo que podría ser puesto en duda. Pues es difícil enviar 
miradas reflexivas al reino de las oscuridades y llegar a estar se- 
guro de lo que en esta esfera / se da. Lo que nosotros logramos 
captar como yo puro con absoluta claridad e indubitabilidad, 
no es de este modo aquí postulado. Si lo tomamos por tanto 
como lo tenemos en esta claridad completa, entonces es en to- 
do caso cierto que puede presentarse y también no presentarse. 
Nada nos impide pensar, en tal caso, que lo que a nosotros nos 
es conocido como interrupción de la conciencia despierta, se 
extiende sin fin. Ninguna necesidad de esencia habla en contra 
de que una conciencia sea por completo sorda. Por otra parte, 
ésta, como a toda conciencia en general, le cabe sin duda la in- 
condicionada posibilidad esencial de poder llegar a La VIGILIA; 
de que una mirada actual del yo se establezca en un sitio cual: 


EL YO PURO 145 


quiera de la misma en la forma de un cogito que se le añadiera a 

esta conciencia o que más bien brotara de ella; de que este pro- 

ceso se repita después, etc. O para decirlo con LEIBNIz, de que 

la mónada transite del nivel de la evolución al de la involución y 

en actos superiores se convierta en el “espíritu” conciente de sí 
mismo. El yo que ahí llega a ser actual no es nada introducido o 

añadido desde fuera, nada que llegue a ser por vez primera en 
el momento del presentarse actual para lucgo desaparecer de 
nuevo en la nada. El. YO PURO TIENE QUE PODER ACOMPAÑAR TODAS 
MIS REPRESENTACIONES. Esta proposición kantiana tiene un buen 
sentido,?? si aquí entendemos por representaciones toda con- 
ciencia oscura. Por principio, el yo puro puede ponerse a vivir 
en todas las vivencias intencionales inejecutadas (en un sentido 
determinado inconcientes, no en vigilia); puede llevar la luz de 
la conciencia en vigilia a las vivencias que vuelven a hundirse 
en el fondo, a las ya no ejecutadas; el yo IMPERA solamente en la 
ejecución, en las cogitaciones propiamente dichas. Pero puede 
enviarle su mirada a todo lo que pueda precisamente recibir el 
rayo de la función-del-yo. Puede mirar hacia todo lo constituido 
intencionalmente en el flujo de la conciencia, captarlo, tomar 
posición respecto de él, etcétera. 


$ 27. “Yo-hombre” como parte integrante del entorno del yo puro 


Con ello está en conexión todavía otra Cosa. GRACIAS A LA POLA- 
RIDAD QUE PERTENECE A LA ESENCIA DEL COGITO, EL YO EN VIGILIA ESTÁ 
INTENCIONALMENTE REFERIDO A / LO OBJETIVO DE LAS COGITACIONES 
EJECUTADAS. Son sus objetos, y por cierto exactamente en cuan- 
to los objetos noemáticos que ellos son en estas cogitaciones 
(y puestos o cuasipuestos, según el caso). Pero esto vale poten- 
cialmente de los objetos de las nóesis no ejecutadas, de las dur- 
mientes en el fondo, que componen por así decirlo el campo de 
la libertad del yo. Sus objetos forman el campo espiritual de la 
mirada, el campo de la actualidad del yo. Pero si lo observamos 
mejor, para este campo de la mirada no entran en considera- 
ción solamente los objetos de las nóesis adormecidas (que para 
el yo son propiamente ob-jetos* por vez primera en la vigilia), 


* La palabra española “objeto” no conserva tan claramente como la ale- 


/109/ 


146 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


sino también los objetos de las nóesis POSIBLES, a las que condu. 
cen las motivaciones de conciencia pertenecientes a los compo. 
nentes de la conciencia. De tal modo, si partimos de los Obje. 
tos reales actualmente experimentados, mi mundo circundante 
—el del yo puro— no es solamente el entorno cóstco constituido 
realmente como fondo, el realmente aparente o incluso también 
el que solamente está representado, sino el “mundo” entero, el 
mundo entero con todas las cosas, congéneres, animales que en 
él figuran y que, aunque me sean aún desconocidos, son expe- 
rimentables, y aquí se cuenta el hombre que yo designo en todo 
caso como yo, a saber, yo, el hombre que se llama así o asá, que 
tiene tal y cual contextura. Yo en cuanto el hombre soy fragmen- 
to integrante del mundo circundante real del yo puro, que como 
centro de toda intencionalidad también ejecuta aquella con la 
que se constituye precisamente yo, el hombre y la personalidad, 
En primero y en último lugar, toda cosa que experimento es- 
tá constituida para mí, justamente mediante las vivencias del 
experimentar, como cosa en el mundo espacio-temporal, y por 
indeterminada que sea esta posición, por infinitamente múlti- 
ple lo que deja abierto, lo deja abierto conforme al sentido de 
esta apercepción; lo que se capta en la marcha de la experien- 
cia continua se presenta como cumplimiento de motivaciones 
ya existentes que sólo en el interior de la unidad del sentido se 
enriquecen y delimitan. Y lo que vale para la constitución de 
una cosa cualquiera, vale también a priori, en correspondencia 
con la estructura óntica del nexo de cosas que converge en la 
unidad del orbe, precisamente para la constitución de este orbe. 
Éste se constituye necesariamente, como se ve en una considera: 
ción más exacta, de tal manera que, a pesar de la circunstancia 
de que el yo puro es centro de toda intencionalidad en general, 
(110/ el / yo empírico, en la forma del yo-hombre, funciona como 
miembro central fenomenal-real para la constitución aparicio- 
nal del mundo espacial-temporal en su totalidad: para toda 
experiencia de la objetividad espacio-temporal está presupuesta 
la co-aparición del HOMBRE que experimenta, pero también, en 


mana Gegenstand el significado etimológico que el autor quiere destacar: el 
ob-jelo es el “contra-estante” o “contra-puesto”, el que hace frente... 


A 


_— 


El. YO PURO 147 


efecto, la referencia aperceptiva a la co-aparición de sus próji- 
mos (o animales próximos)" reales o posibles. 

El yo puro es, para subrayarlo expresamente, un yo numéri- 
camente único con respecto a “su” corriente de conciencia. Si 
en su cogito, en sus experiencias, pone a un hombre yenéla 
una personalidad humana, entonces le pone de modo inherente- 
mente implícito un yo puro con su corriente de conciencia. Es 
decir, las vivencias intencionales que pone en la representación 
empatizante, exigen su yo puro como sujeto de la función, como 
quiera que éste también, en la apercepción-hombre, se vuelve el 
contenido nuclear de una apercepción global. Por principio, el 
yo puro empatizado (y con ello también el empírico) es “otro”; 
por consiguiente, si pongo a varios hombres, entonces también 
pongo a varios yo puros por principio separados y a sendas co- 
rrientes de conciencia. Hay tantos yo puros cuantos yo reales 
hay, mientras que al mismo tiempo estos yo reales están consti- 
tuidos en las corrientes de conciencia puras, puestos por los yo 
puros o susceptibles de ser puestos en posibilidades motivadas. 
Todo yo real pertenece, como el mundo real entero, al “entor- 
no”, al “campo de la mirada” de mi yo puro y de todo yo puro 
—como se pone de manifiesto con necesidad apriórica en un 
estudio más detenido de la constitución intencional del mun- 
do objetivo (intersubjetivo). Y con ello, como ya se dijo, todo yo 
puro que ejecuta la apercepción “yo, el hombre”, se tiene a sí, 
al yo- hombre, a la personalidad, como objeto de su entorno. Por 
otro lado, vuelve a encontrarse como yo puro en el hombre y 
en la personalidad, en tanto que estos objetos están puestos con 
un sentido aprehensivo conforme al cual el yo real encierra al 
yo puro a la manera de un contenido nuclear aperceptivo. 


$ 28. El yo real constituido como objeto trascendente - el yo puro 
dado inmanentemente 


Por lo demás, LOS YO REALES, ASÍ COMO LAS REALIDADES EN GENERAL. 
SON MERAS UNIDADES INTENCIONALES. / Mientras que los yo puros /111/ 
pueden recogerse originariamente y en mismidad absoluta de 


" Ésteesun juego de palabras entre Mitmenschen ("prójimos”, literalmente 
“o-hombres”) y Mit-Animalien (“co-animales”, aquí “animales próximos"). 


/112/ 


148 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


la dación originaria de cada cogito en el cual ejercen su función 

y por ende, como Jos datos de la conciencia pura misma eh 
la esfera del tiempo fenomenológico inmanente, NO SE PRESTAN 
A UNA CONSTITUCIÓN MEDIANTE “MULTIPLICIDADES” NI LA REQUIEREN, 
ocurre lo inverso con el yo real y con todas las realidades. Y és. 
tas son unidades constituidas no solamente con referencia a un 
yo puro y una corriente de conciencia con sus multiplicidades 
de apariciones, sino con referencia a una conciencia intersuh. 
jetiva, es decir, a una multiplicidad abierta de yo puros —o de 
sus corrientes de conciencia— separados monádicamente unos 
de otros, que están unificados por empatía mutua en un nexo 
constituyente de objetividades intersubjetivas. 


$ 29. Constitución de unidades en el interior de la esfera inmanente. 
Las menciones permanentes como sedimentos en el yo puro 


"TODOS LOS DATOS DE CONCIENCIA, NIVELES DE CONCIENCIA Y FORMAS 
NOÉTICAS QUE “PUEDEN SER ACOMPAÑADOS” POR EL YO IDÉNTICO DE UN 
“YO PIENSO” REAL Y POSIBLE, PERTENECEN A UNA MONADA En el in- 
terior de una corriente de conciencia monádica absoluta se 
presentan ahora ciertas conformaciones de unidad, que son, 
empero, completamente diferentes de la unidad intencional del 
yo real y sus propiedades.? De éstas forman parte unidades ta: 
les como las “MENCIONES” PERMANENTES de uno y el mismo sujeto. 
Se puede llamarlas, en cierto sentido, “habituales”, pero no se 
trata de un hábito de costumbre, como si el sujeto empírico 
adquiriera disposiciones reales, que en tal caso se denominan 
disposiciones de costumbre. El hábito del que aquí se trata 
no pertenece al yo empírico, sino al puro. La identidad del 
yo puro no solamente radica en que yo (de nuevo el yo puro) 
puedo captarme, con respecto a todo cogito, como el yo idénti- 
co del cogito; / más bien: también soy, y a priori, el mismo yo, 
en tanto que en mis tomas de posición soy necesariamente con 
secuente en un sentido determinado; toda toma de posición 


* Si bien nosotros designamos también estas unidades como constitu: 
das, porque son objetividades de nivel superior que se edifican a partir de 
objetividades primitivas, no se constituyen, sin embargo, como los objetos tras: 
cendentes. Sobre la constitución de las vivencias, efr. antes p. 102 s.; véase 
también el Anexo MH, p. 310 s. 


EL YO PURO 149 


“nueva” instituye?! una “mención”” o un tema (un tema de 
experiencia, un tema judicativo, un tema de alegría, un tema 
volitivo) permanente, de modo que de ahora en adelante yo, 
siempre que me capte como el mismo que era antes, o como 
el mismo que ahora es y antes era, habré de mantener también 
sujetos mis temas, habré de asumirlos como temas actuales, tal 
como antes los he puesto. Y esto quiere decir: primigeniamen- 
te, los temas son puestos o sin más ni más o por motivos (la falta 
de motivos se toma como caso cero de la motivación); sobre la 
base de los mismos motivos no puedo yo, el yo que toma po- 
sición, comportarme de otro modo. Mis tesis, mis tomas de 
posición, mi decidir-me en vista de tales motivos (incluido el ca- 
so cero) es asunto mío. Si soy el mismo que soy, entonces la toma 
de posición no puede más que “permanecer” y yo permanecer 
en ella; solamente puedo efectuar un cambio en el momento 
en que los motivos cambien. En tanto y en cuanto yo sea un 
yo actualmente racional, que toma posición intelectivamente, 
sólo puedo decidir de una manera, de la manera racional, y 
mi decisión es entonces idéntica a la de todo sujeto racional 
en general que tenga la misma intelección: o si otro no puede 
tener los mismos motivos, entonces puede entenderlos y apro- 
bar intelectiva-racionalmente mi decisión. Yo solamente puedo 
(para generalizar de nuevo el caso particular de la razón) llegar 
a serme “infiel” en mis tomas de posición, solamente puedo 
llegar a ser “inconsecuente”, precisamente por volverme otro, 
en la medida en que sucumbo a otras motivaciones. Pero en 
verdad no me soy infiel a mí mismo; yo soy siempre el mismo, 
pero en la corriente cambiante de las vivencias, en las cuales 
muy frecuentemente se constituyen motivos nuevos. 

Veo aquí por tanto una legalidad esencial del yo puro. Per- 
tenece, en cuanto este yo idéntico, numéricamente uno, a “su” 
corriente de vivencias, que está constituida como una unidad 
del tiempo inmanente infinito. El yo puro uno está constituido 
como unidad con referencia a esta unidad de la corriente, esto 
es, puede hallarse como idéntico en su curso. Puede por tanto 
mirar atrás, en recuerdos, las cogitaciones anteriores y hacerse 


NN "Mención” = Meinung. Es de tomarse en cuenta, en este contexto, el 
significado corriente, no técnico, de Meinung como “opinión”. 


SA AAA 


150 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


'113/ conciente de sí / como el sujeto de estas cogitaciones recor. 
dadas. Ya en ello hay una especie de consecuencia del yo. Pues 
un yo “estable y permanente” no podría constituirse si no se 
constituyera una corriente de vivencias estable y permanente, 
o sea, si las unidades de vivencias originariamente constituidas 
no fueran acogibles de nuevo, si no fueran capaces de presen. 
tarse de nuevo en recuerdos, y presentarse con la asunción de 
su cualidad de ser (como existentes en el tiempo inmanente), y 
si no hubiera la posibilidad de llevar la oscuridad a claridad y 
contrastar lo que se mantiene consecuentemente según su rea- 
lidad inmanente, de recurrir, pues, a la consecuencia racional. 
En todo caso, también es ciertamente una ley de esencia de la 
identidad del mismo yo, y está por tanto co-dada en el conoci: 
miento de la identidad, que yo mantenga sujeta una toma de 
posición actual interna, la reconozca y la asuma como la mía en 
actos repetidos. Y así también es ley que toda “mención” sea 
una institución que sigue siendo posesión del sujeto mientras 
no se presenten en él motivaciones que exijan un “cambio” de 
la toma de posición, un abandono de la antigua mención, o 
bien que exijan, tratándose de sus componentes, una renuncia 
parcial, tratándose del todo, una alteración. Toda mención de 
uno y el mismo yo permanece necesariamente en la cadena de 
recuerdos mientras no sea tachada en vista de ciertos motivos. 

Todavía podemos ponderar con más precisión lo que hay 
que entender por este permanecer “de la” vivencia. Tengo una 
convicción permanente, “alimento un rencor”; en diferentes 
momentos tengo diferentes vivencias de rencor (o vivencias de 
juicio), sólo que “el” rencor vuelve a darse, es un rencor perma: 
nente (o una convicción permanente). El juicio de contenido 
determinado, EN CUANTO VIVENCIA, dura un rato (duración in: 
manente)% y luego se pierde irremisiblemente. Más tarde pue: 
de presentarse una nueva vivencia del mismo contenido, no la 
misma. Pero puede presentarse también de manera que ten 
ga yo la conciencia de que sólo se presenta de nuevo la VIEJA 
convicción que antes fue ejecutada y ahora es ejecutada de nut- 
vo, pero es la convicción permanente una, la que yo llamo la 
mía. Las diferentes vivencias duraderas, inherentes a trechos de 
duración que están separados en el interior del tiempo fenomé 
nológico, tienen una referencia unas a otras y constituyen alg0 


El. YO PURO 151 


permanente que dura, / la convicción, el rencor, que surgió 
alguna vez, en este o aquel punto del tiempo, por estos o aque- 
llos motivos, y es desde entonces propiedad permanente del yo, 
y está también en los intervalos de la duración fenomenológi- 
ca en los cuales no fue vivencialmente constituido. Igualmente 
sucede con la unidad de una resolución, de una aspiración, de 
un entusiasmo, de un amor, de un odio, etcétera.* 

Para la más precisa aclaración de estas conformaciones de 
unidad, puede recurrirse a las diferencias de nóesis y nóema. 
Si ejecuto ahora un juicio “originariamente”, por ejemplo al des- 
cribir un paisaje, y más tarde ejecuto otra vez “el mismo” juicio 
describiendo de nuevo originariamente, el juicio es en sentido 
lógico el mismo. E igualmente si ejecuto intelectivamente un 
juicio matemático en tiempos diferentes. Pero la unidad de la 
convicción, de la que antes hablamos, no es ya por ello la misma. 
Se trata, por consiguiente, de algo diferente. Cuando “obten- 
go de nuevo” una vieja convicción en el momento de ejecutar 
el juicio respectivo, la convicción obtenida “permanece” conmi- 
go (una “obtención permanente”) en tanto que pueda acogerla 
“de nuevo”, en tanto que ella pueda llevarme de nuevo a la 
dación (en la nueva ejecución). Puedo abandonar la convic- 
ción: ahora desecho las razones, etc. Puedo luego retornar 
a “la misma” convicción; pero en verdad la convicción no se 
ha mantenido: tengo dos convicciones, de las cuales la segun- 
da viene a reproducir la primera después de que ésta ha sido 
derribada.8% Podemos estudiar las relaciones que aquí subsisten 
ya en el sencillo caso de una percepción simple. Experimento 
algo, hago una percepción. Ésta se prolonga originariamente so- 
bre una duración (hablando inmanentemente); tengo entonces 
una objetividad aparente, una objetividad presunta que aparece 
en cierto aspecto, en las circunstancias dadas con este o aquel 
contenido objetivo, motivada en tal o cual aprehensión. Luego 
esto se explicita y eventualmente se apresa y enuncia concep- 
tualmente. Tengo originariamente “mi juicio” sobre ello. En 
el recuerdo volvemos a mirar atrás hacia las cosas: éstas han 
sido. Eventualmente lo sido se toma como persistente. / En la 


* Tales unidades pueden constituirse también intersubjetivamente; sin 
embargo, no vamos a introducir esto en el presente contexto. 


/114/ 


/115/ 


A 


152 LA CONSTITUCIÓN DE 1.A NATURALEZA ANIMAL 


percepción tiene desde un principio un horizonte de futuro so. 
bre el cual se prolonga como persistente, y es apercibido como 
ser persistente en reposo o también como movimiento periódi- 
co que se mantiene persistentemente (la rotación de una rueda 
de molino y semejantes). La cosidad no se encuentra ahora 
meramente en general como sida (y eventualmente como per- 
sistente), sino como RECORDADA. Puedo ahora recordarla con 
tanta frecuencia como quiera, y en los nuevos recuerdos se ha- 
lla frente a mí de nuevo lo mismo sido y recordado. Puedo 
tener al mismo tiempo recuerdos de los anteriores recuerdos, y 
frente a la cadena de las vivencias de recuerdo permanece una 
unidad: la unidad de lo mismo recordado como tal, del mis- 
mo recuerdo. ¿Qué es lo que se mantiene como permanente? 
En cada recuerdo tengo el mismo aspecto de lo sido, la misma 
“percepción anterior” con lo mismo presunto como tal, con la 
misma aparición y tesis de ser anteriores. El “contenido” del 
recuerdo es el mismo. La unidad no está ahí mentada de tal 
modo que permita diferenciar respecto de la claridad y la fal- 
ta de claridad de la dación. Es el correlato de la posición del 
recuerdo, la “proposición del recuerdo”, lo sido, pero en el mo- 
do del recuerdo, en el cual se exhibe para mí idénticamente 
en repetidos recuerdos posibles. En recuerdos repetidos, es- 
ta unidad llega a la coincidencia: está ahí como algo objetivo. 
Si refiero esta unidad del recuerdo al tiempo fenomenológico 
en el cual se ubican todas las vivencias de recuerdo singula- 
res, en el cual éstas, en cuanto multitud, en cuanto sucesión de 
vivencias, se encuentran llenando trechos de duración, enton- 
ces esta unidad se prolonga en el tiempo, atraviesa el tiempo 
de manera peculiar. Se encuentra ahí una primera vivencia en 
la cual “el” recuerdo se instituye, y a través de los trechos en los 
cuales éste falta, éste permanece como algo, como uno y lo mis- 
mo en las siguientes vivencias de recuerdo reales y posibles. Si 
ahora lo acojo, entonces está en sí motivado, y en cada sitio del 
tiempo la repetición de este recuerdo sería algo motivado. Este 
recuerdo “subsiste” en todo tiempo, mientras no se presenten 
motivos que lo supriman y que por ello le retiren también sus 
derechos al recuerdo primigenio. La tachadura tacha todo re- 
cuerdo futuro de este contenido y todo recuerdo pasado hasta 
116/ la percepción originaria (que se mantiene en cada uno / Co 


El. YO PURO 153 


mo motivación). El contenido del recuerdo como materia de la 
tesis del recuerdo permanece entonces ciertamente como algo 
identico, pero la tesis ya no está ahí. 

La unidad de la que aquí hablamos no es un mero abstrac- 
tum, una idea, sino una concreta unidad vivencial. La idea del 
recuerdo A no es “el” recuerdo A, que poseo como una unidad 
siempre vigente (si bien no por ello como objetivamente válida). 
Sucede con ello igual que en el caso de “la” convicción predi- 
cativa, que es mi convicción permanente que se ha mantenido, 
mi propiedad, que puedo captar como la convicción una y mis- 
ma en actos repetidos y repetibles tantas veces como quiera, 
como la que siempre tengo.4* Sobre la base de una meditación 
y de ciertos motivos llego a la convicción A: ésta se instituye 
aquí como mi convicción permanente. Más tarde recurro a ella 
como a mi convicción conocida; surge un recuerdo, sin clari- 
dad o claro, los motivos, los fundamentos del juicio están quizá 
completamente oscurecidos: mi antigua convicción, instituida 
ya no sé cuándo, tiene sus fundamentos, y acaso los busco, lo 
cual es distinto que buscar nuevos fundamentos para ella. No 
se trata aquí del contenido doquiera idéntico de la convicción 
en cuanto unidad ideal, sino del contenido en cuanto algo idén- 
tico PARA EL SUJETO, en cuanto algo suyo propio, obtenido por 
él en actos anteriores, pero no efímero como los actos, sino 
inherente al sujeto que dura como lo permanente que dura pa- 
ra él. La convicción sigue siendo la misma si los testigos son 
los mismos.” Es un juicio, más exactamente una materia de jui- 
cio con una tesis inherente y referida a ciertos fundamentos. 
Ciertamente, los fundamentos pueden cambiar con el paso del 
tiempo, nuevos fundamentos pueden agregarse, la corrobora- 
ción repetida puede irse incrementando: “tengo la convicción 
desde hace mucho, y con el paso del tiempo siempre la he co- 
rroborado, o confirmado...” La referencia a los motivos del 
juicio puede ser ahí muy poco clara, e igualmente la referen- 
cia a los diferentes casos de renovación y corroboración de la 


* La extrañeza que puede suscitar esta frase desaparece al revisar el sen- 
tido etimológico de la palabra Uberzeugung (= “convicción”): “probanza ante 
un tribunal de la culpa de alguien por medio de testigos”. El con-vencido por 
los testimonios es el “convicto”. 


SS 


J17/ 


154 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL. 
convicción. Pero está claro que la unidad que aquí está cons. 
tituida no es unidad de la VIVENCIA del que juzga, sino unidad 
“del” juicio, que permanece para el sujeto que juzga, quien, en 
referencia a diferentes casos de recuerdo y renovación, / lo 
capta como el mismo, como algo propio de él, sólo que preci. 
samente retomado, re-captado. La TESIS DE CREENCIA tiene que 
ser aquí (como en el recuerdo de lo percibido) “co-hecha” de 
nuevo: si no, se dice que ERA mi convicción, pero ahora ya no 
lo es. Por tanto, estas unidades, que se denominan convicciones, 
tienen su DURACIÓN, pueden terminar y eventualmente volver 
a ser instituidas. Si obtengo una convicción y me represento 
un futuro en el cual regreso a esta convicción, entonces me 
represento a mí mismo “co-haciendo”, sin más, la convicción, 
y no meramente recordando la vivencia. Se requieren funda- 
mentos supresores para renunciar a la antigua convicción. La 
pregunta es, por supuesto, qué se encierra aquí, en este “se re- 
quieren”. No es un factum empírico-psicológico —en efecto, nos 
las vemos con la conciencia pura antes de la constitución del 
sujeto psíquico real. La convicción (experiencia, etc.) anterior 
conserva para mí validez —esto no quiere decir más que: la “asu- 
mo”, co-hago la creencia al reproducirla. No es un asentir, un 
aprobar inmediato, como en el caso de una pregunta, de una 
duda, de un mero reclamo. Y sin embargo tengo que hacer algo 
así como asentir, en la medida en que podamos diferenciar los 
dos estratos: el recuerdo con el sujeto anterior, la creencia ante- 
rior, el estar convencido, el experimentar, etc., sin que el sujeto 
de ahora co-haga. Y lo mismo a una con el co-hacer, donde el 
co-hacer no es por supuesto un paso propio, un “sí” propio, 
sino que en una unidad homogénea del recuerdo lo recordado 
se encuentra ahí para mí, y la cualidad de posición de ahora 
entra en lo recordado. Igualmente en actos de todo género, en 
vivencias de cualquier cualificación. 

Sin duda, en todos estos casos el RECUERDO parece desempe- 
ñar su papel y por todas partes de igual manera. Si se trata del 
RECUERDO PERMANENTE de que $ era p, entonces el recuerdo de- 
sempeña un doble papel. Este recuerdo permanente se consti: 
tuye en actos de experiencia singulares: en la cima se encuentra 
el acto de la percepción anterior como protoinstitución*”, Por 
lo menos veo, en una cadena de tales actos, que el recuerdo 


EL YO PURO 155 


es realmente uno, (Casi lo mismo es la UNIDAD DE LA “EXPERIEN- 
cial: veo ahora que Á es y con ello se “instituye” la experiencia; 
ella es de ahora en adelante mi / posesión experimental, mi 
experiencia de que en el punto temporal respectivo Á era.) 

Si tenemos ahora, por ejemplo, la UNIDAD DE UNA CONVICCIÓN 
MATEMÁTICA PERMANENTE, entonces lo que instituye la unidad no 
es una percepción en cuanto acto que pone un ser fijado tempo- 
ralmente. Por supuesto, cada acto es una “impresión”, él mismo 
un ente en el tiempo interno, algo constituido en la concien- 
cia primigenia constituyente del tiempo. Podemos reflexionar 
sobre cada acto y hacerlo objeto de un acto de “percepción” 
inmanente Ántes de esta percepción (a la que pertenece la for- 
ma del cogito) tenemos la “conciencia interna”, la cual carece 
de esta forma, y a ella le corresponde como posibilidad idea) 
la reproducción interna, en la cual el acto anterior es de nuevo 
conciente de manera reproductiva y por ende puede volverse 
objeto de un recuerdo reflexivo. Con ello está por tanto dada la 
posibilidad de ref lexionar, en la reproducción, si no sobre el an- 
terior haber-percibido propiamente dicho, sí sobre el anterior 
haber-vivenciado-originariamente, sobre el haber-tenido-como- 
impresión. 

Si se trata, pues, de una convicción matemática, entonces el 
acto primigenio es el juicio respectivo (en la conciencia inter- 
na un acto originario, constituido impresionalmente, con tal o 
cual duración en el tiempo inmanente). Una materia de juicio 
con una posición de ser. Esta materia de juicio no contiene na- 
da de temporalidad. Un estado de cosas intemporal está puesto 
como existente. En el repetido surgimiento del juicio tenemos 
eventualmente cadenas de reproducciones de la impresión ju- 
dicativa primigenia. La mirada puede dirigirse a ellas y hacia 
dentro de ellas. Tengo entonces posibilidades de recuerdos de 
diferente nivel. Recuerdo mi recuerdo de antes: ahora tengo 
una reproducción de segundo nivel y puedo mirar hacia ella; 
entonces tengo un recuerdo de un recuerdo; o puedo mirar ha- 
cia dentro de ella: miro el estado de cosas que era mentado en 
la reproducción reproducida, el juicio anterior. Lo mismo tengo 
en lodo caso en que, en una serie de actos reproductivamente 
repetida, mire atrás hacia el contenido noemático del acto pri- 
migenio. (En esto hay que advertir que una cosa es concebir la 


/118/ 


156 


LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


convicción matemática en varios actos temporalmente separa. 

119/ dos, / y por cierto originariamente, y otra distinta retornar a 
la antigua convicción. Y puedo simultáneamente concebir de 
nuevo la convicción y estar conciente de que ya la he formado 
una vez, y eventualmente varias veces.) La convicción perma- 
nente es permanente y una y la misma que se prolonga, no con 
respecto a una eventual concepción nueva, sino con respecto a 
la mera asunción de la antigua, ya instituida, admitida de nuevo 
como válida. 

Esto vale por tanto para todos los actos, y en los actos de per- 
cepción tenemos la peculiaridad de que en ellos tiene lugar esta 
duplicidad: 1) ellos mismos son percepciones, constituyen un 
ser temporal y con respecto a éste son originariamente dadores; 
2) son, en cuanto actos de la conciencia interna, impresiones; 
están originariamente dados en la conciencia interna; la con- 
ciencia interna es para ellos originariamente dadora. Conforme 
a ello, en ellos se presenta el DOBLE RECUERDO: 


1) el recuerdo de lo sido en el TIEMPO TRASCENDENTE; 


2) el recuerdo de lo que fue dado en el TIEMPO INMANENTE, 
de la percepción anterior y lo percibido en ella como tal, 
o la reproducción de la percepción anterior y de su tema 
perceptivo. 


En todos los casos, la constitución de la unidad del tema 
permanente se refiere al segundo. Lo que un acto de cogito 
pone, el tema, es, respecto de las repetidas reproducciones 
y las re-posiciones del tema primigenio reproducido en ellas 
—re-posiciones que se prolongan “a través” de la cadena de las 
reproducciones—, algo permanente, mientras la reproducción 
no sea precisamente mera reproducción en general, sino *re- 
posición”, o mejor, co-posición actual, asunción, de lo “antes” 
puesto. 

Todas las unidades mencionadas son unidades con referen 
cia a un yo puro, a cuya corriente de conciencia son inherentes, 
constituyéndose como su “haber”. Y la corriente de concien: 
cia, como un todo, se edifica como una unidad fenomenal. 
Todas mis vivencias, a las cuales miro, sucesivas y coexisten 
tes, tienen la unidad de un flujo temporal. Lo que pertenece 


El. YO PURO 157 


inmanentemente a un flujo temporal tiene una unidad percep- 
tible, adecuadamente captable. La unidad de la inmanencia es 
la unidad / de un flujo constante, en cuyo nexo se constitu- /120/ 
ye toda duración y alteración inmanente. Todas las unidades 
de duración que se edifican en el flujo continuo del tiempo 
inmanente, se encadenan en la unidad de la corriente de con- 
ciencia monádica en constante devenir y crecer, con el yo puro 
inherente a ella, Aquí, este yo puro se fija mediante un cogito 
determinado cualquiera; se prolonga hacia la esfera total de lo 
que, en el sentido de la posibilidad ideal, es por él absoluta 
e inmanentemente perceptible, recordable, esperable, incluso 
fantaseable, según todos los modos temporales. Si, por ejem- 
plo, me entrego a fantasías de que emprendo un viaje a Marte 
y ahí tengo vivencias como Gulliver, etc., entonces las vivencias 
de conciencia fingidas, aunque como fantasías vacías, me perte- 
necen a mí: el mundo fingido es correlato de un yo fingido, que 
está fingido, empero, como El. MISMO que mi yo actual. Por lo 
tanto, no solamente la idea del mundo real puesto por mí, sino 
la de todo mundo posible y fingible como mundo para este yo 
puro, tiene una delimitación fija precisamente por la referencia 
al yo puro actual. 


CAPÍTULO SEGUNDO 


LA REALIDAD ANÍMICA 


$ 30. El sujeto anímico real 


Del yo puro o trascendental distinguimos, siguiendo siempre 
fielmente lo intuitivamente dado, el SUJETO ANÍMICO REAL O el 
alma, el ser psíquico idéntico que, vinculado realmente con el 
respectivo cuerpo humano o animal, compone el ser doble 
sustancial-real hombre o animal, animal. Sólo más tarde po- 
dremos ponderar hasta qué punto haya que diferenciar entre 
el alma y el sujeto anímico, por ejemplo, en tanto que el sujeto 
anímico es perteneciente al alma, pero no es identificable sin 
más con ella misma. Por el momento hablamos sin esta dife- 
renciación. Con la insistencia en la realidad sustancial del alma 
quiere decirse que el alma, en un sentido similar a la cosa-cuerpo 
material, es una unidad sustancial-real, en oposición al yo puro, 
que, según nuestras exposiciones, no es una unidad semejante. 
Se trata ahora de poner esto en claro más profundamente de 
lo que lo hemos hecho hasta aquí. / El yo anímico, o el alma, /121/ 
es una unidad enteramente distinta del yo puro, aunque igual- 
mente referida por principio a un nexo de conciencia moná- 
dico. Reconocemos lo que yace esencialmente en él cuando 
partimos de la idea-de-yo psicológica, de las expresiones relati- 
vas a sujetos humanos, en general a sujetos animales, y conforme 
a nuestro método nos aclaramos el sentido de estas expresio- 
nes mediante el retroceso a la experiencia acreditante. Se echa 
de ver entonces que bajo este yo anímico, digamos el humano, 
pero excluyendo la corporalidad, no está mentado el flujo mo- 
nádico que conforme a la experiencia pertenece a este cuerpo, 
y tampoco nada que se presente en este flujo como momento 


A 


122/ 


160 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


efectivo, sino una unidad que está en efecto referida esencial. 

mente a él pero que en cierto sentido le es trascendente. El 

sujeto es ahora un sustrato para propiedades (propiedades per. 

sonales en un sentido amplísimo determinado) análogamente a 

como una cosa material es sustrato para propiedades cósico-reales, 

Así como no todo lo que una cosa material tiene, por ejemplo, 

su extensión y su esquema, es propiedad real en sentido especí- 

fico, algo similar ocurre respecto del sujeto anímico. Éste está 
referido a las vivencias de conciencia de tal manera que él las 
tiene, las vivencia y vive en ellas; pero estas vivencias no son sus 
propiedades, sino sus meras maneras de comportamiento, sus 
meros “estados anímicos”. El sujeto también “tiene” su cuerpo 
y con el cuerpo están “enlazadas”, se dice, sus vivencias aní- 
micas. Pero está claro que el sujeto anímico no está referido 
primariamente al cuerpo corporal en cuanto cosa material y me- 
diatamente a las vivencias vinculadas a él, sino a la inversa: el 
sujeto anímico tiene una cosa material como su cuerpo PORQUE 
éste está animado, esto es, porque el sujeto tiene vivencias aní- 
micas que, en el sentido de la apercepción-hombre y de manera 
peculiarmente íntima, son uno con el cuerpo. La analogía de la 
unidad anímica con la unidad de la cosa material llega tan lejos 
que podemos decir que, en cuanto a lo formal, existe analogía 
plena entre las propiedades materiales que se manifiestan en 
el comportamiento físico cambiante de las cosas, y las propieda- 
des anímicas que se manifiestan en vivencias correspondientes 
como maneras de comportamiento anímicas. Las propiedades 
anímicas son, por ende, “unidades de manifestación”. Entre 
las propiedades anímicas, en / el sentido que aquí es perti- 
nente, está toda propiedad personal, el carácter intelectual del 
hombre y todas las disposiciones intelectuales pertenecientes 
a él, el carácter emotivo, el carácter práctico, cada una de sus 
habilidades y destrezas espirituales, su talento matemático, su 
sagacidad lógica, su magnanimidad, amabilidad, abnegación, 
etcétera... También son propiedades anímicas sus sentidos y 
las disposiciones en el comportamiento sensible$? que le son 
propias, que son características de él, las disposiciones de su 
fantasía y similares. Toda propiedad anímica, según este sentido 
que ilustran los ejemplos, tiene referencia a determinados gru: 
pos copertenecientes de vivencias reales y posibles, las cuales 


LA REALIDAD ANÍMICA 161 


guardan respecto de ella una relación semejante ala que guarda 
roda propiedad material tespecto de las “apariciones” esquentá- 
ticas reales y posibles en las cuales se manifiesta o se manifes- 
taría. En anbos lados está por tanto delineada la vía por donde 
las propiedades respectivas vendrían a darse intuitivamente en 
esencia y set; con otras palabras, a intuición y experiencia acre- 
ditantes. Ver suuplemnente una cosa, esto es, traer a la dación 
aurextensión con la plenitud sensible inherente (o sea, el esque- 
made la misma en el momento) todavía no quiere decir haber 
experimentado realmente la cose como cosa material, Se tiene 
que perseguir exactamente el nexo delincado en la respectiva 
aprehensión-de-cosa, en el cual transcurre una multiplicidad es- 
quemática en la conciencia de unidad, multiplicidad en la cual 
la propiedad de que se trata no meramente se manifiesta, sino 
que se protomanifiesta a la manera del cumplimiento constante 
de las imenciones de la aprehensión. De igual modo, las pro- 
piedades anímicas remiten a multiplicidades de la experiencia 
anímica, a vivencias inherentes correspondientes y aprehensi- 
vamente vinculadas en una conciencia de unidad, las cuales en 
la manera en que corren, en que se mudan una en otra y en 
que están vinculadas, manifiestan los rasgos de carácter de que 
se trata, y no los manifiestan sólo vagamente, sino que los pro- 
tomanifiestan en el modo del cumplimiento y originariamente, 
o, en otras palabras, los llevan a la experiencia acreditante. Por 
ambos lados hallamos cierta regulación fija en la relación entre 
propiedades y una infinidad de estados reales y posibles, sobre 
la cual a nosotros naturalmente sólo nos instruye la reflexión 
sobre la hase de los nexos de experiencia que constituyen inse- 
parablemente a ambos, / mientras que al vivir irreflejadamente 
en la conciencia experiencial de que se trata (o trasponiéndo- 
nos en la fantasía a una conciencia semejante) observamos, EN 
EL transcurso de los estados, la propiedad permanente de que 
se trata, y en el transcurso de una serie de estados protoma- 
nifestantes experimentamos la propiedad en sentido pleno y 
en la forma de evidencia que le pertenece. Las unidades son, 
enambos lados, unidades de diferente nivel. En la esfera aními- 
ca encontramos grupos de disposiciones como propiedades de 
nivel inferior, y, edificadas sobre ellas, no a la manera de una 
mera “suma”, sino a la manera de una “constitución”, unida- 


/128/ 


162 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL. 


des de propiedades de nivel superior, como propiedades que 
en consecuencia se protomanifiestan en forma unitaria en las 
propiedades inferiores y en su mudamiento experimental. Así 
—para tomar un ejemplo de la esfera sensible—, en la facultad 
de la vista, cambiante según las circunstancias, se manifiesta 
la propiedad unitaria y mudable de la “agudeza visual”. Ahj 
el alma misma, tal como la cosa misma, no es más que la uni. 
dad de sus propiedades; en sus estados se “comporta” así y 
asá, “es” en sus propiedades, y cada una de sus propiedades es 
un mero rayo de su ser. Esto también podemos expresarlo así: 
el alma es la unidad de las “facultades espirituales” edificadas 
(y ellas mismas escalonadas a su manera) sobre las facultades 
sensibles inferiores, y nada más. Siendo la antigua psicología 
TEORÍA DE LAS FACULTADES, fue lo que, precisamente como TEORÍA 
DEL ALMA, Única y exclusivamente pudo ser y tuvo que ser, Si 
falló, no se debió a la supuestamente “torcida psicología de las 
facultades”, sino a que fracasó metodológicamente, esto es, no 
cultivó el método que tenía delineado para ella en cuanto teoría 
del alma, en cuanto una teoría de las facultades correctamente 
entendida. Hablando en términos generales, falló particular- 
mente en que omitió, o tomó demasiado a la ligera, el estudio 
sistemático de los estados anímicos, es decir, en lo más bajo, de 
los “estados de conciencia”, mientras que ciertamente éstos, en 
cuanto material de la protomanifestación de todo lo anímico, 
habrían requerido del estudio más radical.* 

Sin embargo, tenemos que tomar nota expresamente del PUx- 
TO PRINCIPAL EN QUE SE APOYA LA ANALOGÍA. Las maneras de com- 
portamiento, en cuanto reales en la esfera material, apuntan 
retrospectivamente a “circunstancias reales”, y sólo en el cam: 
bio de las maneras de comportamiento y las circunstancias del 
comportamiento se protomanifiesta la propiedad sustancial-real 
en el marco de la experiencia que da originariamente. Así exac- 
tamente ocurre con el alma en cuanto realidad que se protomar 


1% No corresponde al presente contexto el hecho de que también falló en 
otro respecto, en tanto que no supo distinguir aún una psicología en cuanto 
ciencia de la naturaleza y en cuanto ciencia del espíritu, y, más interesada 
por la ciencia del espíritu, como lo estaba generalmente, no captó las tareas 
y métodos de una ciencia de la naturaleza de lo anímico (mientras que de la 
psicología moderna podría decirse lo contrario). 


LA REALIDAD ANÍMICA 163 


nifiesta en las vivencias de un nexo monádico (vivencias que 
naturalmente han experimentado ahí una apercepción corres- 
pondiente). El alma (o el sujeto anímico) se comporta en las 
circunstancias pertinentes y de manera regulada. Aquí, como 
dondequiera en casos análogos, esto no es meramente un factum 
objetivo, sino que está encerrado en las aprehensiones experi- 
mentales, y por tanto hay que tomarlo fenomenológicamente 
de ellas. En las maneras de comportamiento aprehendidas con 
referencia a las circunstancias fenomenalmente pertinentes, se 
manifiesta, o en la experiencia originaria se protomanifiesta, la 
propiedad anímica de que se trata. También aquí la aprehensión 
de las vivencias anímicas como maneras de comportamiento de 
lo real es una aprehensión fenomenológicamente peculiar. La 
regla de la copertenencia es reconocible en el pensar fenome- 
nológico con posterioridad, puesto que ya está ante nosotros 
la especie de experiencia. Pues solamente por la esencia de la 
especie de experiencia y no de un modo empírico-inductivo ha 
de alcanzarse el conocimiento de la regulación constitutiva para 
las unidades de la realidad de tal especie. 

Si le echamos de nuevo una mirada al Yo PURO, entonces, 
en COMPARACIÓN CON EL ANÍMICO, hay que notar que en verdad 
también de aquél se dice, en tanto que está activo en sus actos 
o padece en ellos, etc., que se “comporta” en ellos así y asá; 
también respecto de él se habla de estados, y en sentido lato 
y estricto (como cuando, por ejemplo, a las actividades se les 
contraponen estados como pasividades). Pero está claro que 
este concepto de maneras de comportamiento y estados es to- 
talmente distinto del que rige en la esfera de la realidad, donde 
todas las maneras de comportamiento o estados, conforme a la 
aprehensión constituyente, están causalmente referidos a “cir- 
cunstancias”. Ésta es una diferencia de sentido radical, pues 
ciertamente causalidad y sustancialidad no son anexos exter- 
nos, sino que remiten a especies fundamentales de apercepción. 
Según el caso, la mirada captante puede / estar orientada en /125/ 
actitud diferente: al estado, a la dependencia causal, etc., y a 
todos los actos que se forman ahí los llamamos realmente expe- 
rimentantes. 

Hay que decir, por último, que así como en el caso de la cosa 
material nada de lo que puede distinguirse en el esquema res- 


/126/ 


164 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


pectivo se sustrae a la regulación desde el punto de vista de la 
realidad, así tampoco se sustrae nada en la esfera de las viven. 
cias: por lo menos la aprehensión empírica del alma? es 12] que, 
finalmente, todo lo que es aprehensible como estado real en la 
esfera de que se trata lo aprehende también así en realidad, 
y es cosa de la experiencia que determina con más precisión 
construir las series de experiencias en las cuales se protoma. 
nifestaría la propiedad, eventualmente postulada sólo de una 
manera vaga. La palabra EXPERIENCIA se usa corrientemente en 
el sentido limitado de experiencia de lo real (brevemente, de 
“experiencia real”). Con ella se designa, por ende, el acto que 
da en sí mismo (y en lo más bajo, que da originariamente), en el 
cual está dada una realidad como mero sustrato de propiedades 
reales, protomanifestada en estados reales y en referencia causal 
a circunstancias. 

Conforme a nuestras consideraciones, se ordenan legítima- 
mente, una al lado de la otra, DOS ESPECIES DE EXPERIENCIA REAL, 
la EXPERIENCIA “EXTERNA”, la física, como experiencia de cosas ma- 
teriales, y la EXPERIENCIA ANÍMICA como experiencia de realida. 
des anímicas. CADA UNA DE ESTAS EXPERIENCIAS ES FUNDAMENTAL Pa: 
RA CIENCIAS EXPERIMENTALES CORRESPONDIENTES, las ciencias de la 
naturaleza material y la psicología como ciencia del alma. 


$ 31. Concepto formal-general de realidad 


Las ANALOGÍas que hemos comprobado ENTRE MATERIA Y ALMA, 
y que sin duda podrían examinarse todavía más, SE FUNDAN EN 
UNA COMUNIDAD DE FORMA ONTOLÓGICA que se ha destacado níti- 
damente en nuestros análisis y mediante la cual se determina, 
a partir de fuentes originarias, un concepto de realidad formal: 
general y patentemente de la mayor importancia, a saber, El 
DE REALIDAD SUSTANCIAL. Si conforme a ello hablamos, agrupán: 
dolas, de / REALIDAD material y anímica, el término común ex 
presa un sentido común o una forma común en los dos di 
ferentes conceptos. En generalidad formal, los conceptos de 
SUSTANCIA REAL (entendida concretamente como cosa en un sen: 
tido amplísimo), PROPIEDAD REAL, ESTADO REAL (comportamiento 
real), CAUSALIDAD REAL, SON conceptos esencialmente copertent: 
cientes. Digo: CAUSALIDADES REALES, pues con los estados N05 


LA REALIDAD ANÍMICA 165 


vemos remitidos a circunstancias reales en la forma de la depen- 
dencia de algo real RESPECTO DE OTRO ALGO REAL. Las realidades 
son lo que son solamente en referencia a otras realidades reales 
y posibles en el entrelazamiento de la “causalidad” sustancial. 
Estas dependencias son DEPENDENCIAS DE LA ALTERACIÓN (de la 
que la inalteración es el mero caso límite, y por lo demás, en 
cuanto modo de la alteración en sentido amplio, desempeña 
el mismo papel que cualquier otro modo), y justo de la altera- 
ción de algo real en SUS propiedades respecto de las alteraciones 
de otros algos reales en SUS propiedades. En la referencia entre 
propiedades reales y maneras de comportamiento, estas depen- 
dencias implican dependencias funcionales en el cambio de las 
correspondientes multiplicidades de ambos lados, respecto de 
maneras de comportamiento posibles, de tal modo que tiene 
lugar, por ende, una continua regulación recíproca en la alte- 
ración y la inalteración, tanto conforme a todo lo que los reales 
sON como conforme a todo lo que tienen. 


$32. Diferencias fundamentales de la realidad material y la anímica? 


Nos preguntamos ahora en qué medida puede de igual mane- 
ra hablarse de realidad en el sentido indicado tratándose de la 
naturaleza material y de la anímica. Por lo que toca a la CAUSA- 
LIDAD, ésta es una idea constitutiva para la naturaleza material, 
para la idea de la cosa física: esto es, todas las notas “internas” 
de la cosa, como notas de un ser permanente, de una duración, 
son ellas mismas persistentes, y cada una de estas notas expresa 
un comportamiento persistente (una persistente ley de compor- 
tamiento) en el nexo causal de la alteración. 

¿Pero qué ocurre ahora con la realidad del alma? También 
ella es un ser persistente frente a circunstancias cambiantes, 
pero se requiere una inspección más detallada para saber de 
qué especie son estas “circunstancias” y qué clase de “persis- 
tir” es éste. El alma es portadora de una vida anímica con su 
haber subjetivo y, como tal, una unidad que se prolonga a tra- 
vés del tiempo (el mismo tiempo en el que el cuerpo dura), 
y produce “efectos” en la physis y experimenta efectos a partir 


5 Cfr. también el $ 3 del Anexo XII, p. 344 ss. 


/127/ 


/128/ 


166 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


de ella: muestra una identidad en tanto que, en conjunto y en 
circunstancias físicas dadas, se “comporta” reguladamente al re. 
accionar, siente así y asá, percibe así y asá, etc. Gracias a estas 
maneras de comportamiento reguladas se le adscriben propi. 
DADES PSICOFÍSICAS.* Pero éstas no son propiedades persistentes 
de la misma especie que las cósicas. Para verlo más distintamen. 
te, tenemos que representarnos de qué modo se constituyen 
las propiedades cósicas y de qué modo las anímicas. La cosa se 
constituye como unidad de esquemas, más precisamente, como 
unidad de la necesidad causal en el nexo de las dependencias, 
la cual se exhibe en multiplicidades de esquemas. El alma, en 
cambio, no se esquematiza. Dicho con más exactitud: para lo 
material, lo múltiple que funciona como estado es del tipo es. 
quema (extensión corpórea sensiblemente llena). 

Ya el esquema mismo es una unidad de manifestación, o más 
precisamente: unidad en las multiplicidades de las matizacio- 
nes. El puro esquema espacial es la mera figura corpórea (la 
extensión plenitud sensible), la cual se da en la intuición em- 
pírica, necesariamente, de un modo meramente unilateral y 
siempre de nuevo sólo de modo unilateral. En la protomani- 
festación originaria se exhibe la figura en una multiplicidad 
de lados originariamente dados, en una multiplicidad de as 
pectos que en todo momento podemos captar en un giro de 
la mirada apropiado (el cual, en cuanto desvío de la mirada 
del espíritu normalmente orientada hacia la cosa misma, lo está 
respectivamente? a su figura en cuanto orientada a sus aspec- 
tos, maneras de aparecer, lados aparentes). El aspecto respectivo 
tiene su referencia necesaria al punto cero de la orientación, 
al “aquí” absoluto y al sistema que le es inherente de la di- 
mensión de / profundidad (delante-detrás), de la dimensión 
de la anchura y la altura (derecha-izquierda, arriba-abajo), con 
lo cual está designada en efecto una forma general en la que 
tiene que estar dado todo lo espacialcósicamente aparente y en 
primer lugar toda extensión de ello mismo. Observamos tam: 
bién que los aspectos mismos son ya unidades constituidas y 


* Porlo que se refiere a las “propiedades anímicas” que no son psicofísicas 
(los llamados rasgos de carácter), mencionadas en la página 121 s. pero n0 
consideradas aquí, cfr. también más adelante, p. 139 ss. 


LA REALIDAD ANÍMICA 167 


que, como corresponde a la esencia de su constitución aper- 
ceptiva, albergan en sí unidades en diferente dirección y en 
diferente nivel, en cierto modo las co-constituyen implícitamen- 
te, unidades que yacen aun antes de la figura corpórea aparente 
y que en referencia a ella son designadas igualmente como as- 
ectos. Si nos mantenemos en la esfera meramente visual 
y en las unidades constitutivas que residen únicamente en ella, 
entonces a cada posición de los ojos (para indicarlo con una 
expresión objetiva), con el cuerpo y la cabeza en postura fija, 
le corresponde un nuevo aspecto de la cosa vista y en espe- 
cial de su extensión. E igualmente respecto de toda alteración 
de la postura de la cabeza que afecte la orientación fenome- 
nal (en particular la del “alejamiento”). Cada uno de estos as- 
pectos y el transcurso de los aspectos en continua mudanza, 
está referido fenomenológicamente a “circunstancias” corres- 
pondientes; se muestra (como es evidente en nuevas direccio- 
nes reflexivas de la “mirada espiritual” captante) referido a 
complejos inherentes a él de sensaciones de movimiento. Don- 
de esta misma inherencia es algo constituido concientemente 
y captable en la reflexión. La conciencia originaria o en to- 
do caso plenamente intuitiva de la identidad de la figura en el 
cambio continuo de estas sus maneras de darse, que nosotros 
aquí llamamos sus aspectos, presupone esencialmente el trans- 
curso continuo, que ocurre en el fondo de la atención, de los 
inherentes complejos cinestésicos de sensaciones, o bien de 
los correspondientes fenómenos de transición (“fenómenos de 
movimiento”) de los complejos de sensaciones, que, por ejem- 
plo, son diferentes según, objetivamente hablando, los ojos tran- 
siten desde la posición inicial hacia esta o hacia aquella otra 
posición. En ello se alteran, en la conciencia de la inherencia 
y de manera aperceptivamente regulada, los aspectos referidos 
a estas circunstancias de aparición (las apariciones en cierto 
sentido), y durante este transcurso nosotros vemos en actitud 
normal “en” estos aspectos (que entonces no se convierten en 
objetos) continuamente la / cosa una y misma, o, en la con- 
sideración abstractiva que hasta aquí seguimos, LA FIGURA UNA 
Y MISMA. 
Ahora está claro, empero, que la constitución aperceptiva 
de los aspectos es de tal índole que se constituyen aspectos de 


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168 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


nivel superior como “unidades” en continuos adecuadamente 
señalados de sus variantes, unidades respecto de las cuales los 
aspectos en el último sentido fungen como “multiplicidades”; 
por ejemplo, para volver a indicarlo con una expresión objefj 
va, si con el resto de las circunstancias perceptivas ya fijadas 
(posturas del cuerpo y la cabeza fijadas, y similares) meramente 
movemos los ojos a discreción, entonces nos está dada como 
uno y el mismo aspecto no sólo la figura, sino también la apari- 
ción de la figura. Podemos ponernos en tal actitud que estemos 
dirigidos no a la cosa, sino a la “cosa por este lado”, o al lado, 
a la manera de aparecer de la cosa y, sin reparar en el cambio 
del movimiento de los ojos y las modificaciones de la aparición, 
vemos la “aparición” como una y la misma. Igualmente cuando, 
manteniendo fijas todas las demás circunstancias, procuramos 
intuir el objeto sólo fenomenalmente “alejado” o “acercado”, 
cuidando sólo de la alteración en el orden de la profundidad, 
mientras que es indiferente si en el respecto objetivo, debido a 
diferencias aperceptivas correspondientes, el objeto conciente- 
mente se aleja de mí o si yo me alejo del objeto. 

Hay también un aspecto de nivel superior cuando movemos 
a la vez los ojos y con ello hacemos que se mude la dimen- 
sión de altura y anchura, y hacemos que el aspecto se mueva 
a la vez hacia lo profundo. Y siempre quedan variaciones de la 
unidad-aspecto aquí constituida, que hacen evidente la diferen- 
cia fenomenal frente a la figura misma: ésta siempre está dada 
en “una” mera manera de aparecer junto a la cual son posibles 
otras; la figura puede darse vuelta, volverse paulatinamente, 
etcétera. 

Ciertamente, con todo ello se entrelazan todavía otras mo 
dificaciones% que son constitutivas para conformaciones de 
unidad. Por ejemplo, las que tienen su expresión objetiva en el 
“cambio de la acomodación” (por así decirlo). Pues si fijamos 
de nuevo todas las demás circunstancias de la aparición y hace- 
mos que cambie sólo la acomodación, entonces “la” aparición, 
determinada como una fase en el continuo de las diferencias 
hasta aquí insinuadas, tiene sus cambiantes / maneras de dar 
se. Hay aquí obviamente grandes tareas para el análisis fenome- 
nológico de la cosa. Habría que perseguir todos los “estratos” de 
la constitución de la cosa; lo que aquí se ha insinuado para el es 


LA REALIDAD ANÍMICA 169 


trato visual, habría que desarrollarlo en integridad y precisión 
sistemáticas no solamente para él, sino también para todos los 
demás estratos y todas las direcciones constitutivas en las cuales 
se destacan unidades frente a multiplicidades y se constituyen 
aparicionalmente en ellas. Por todas partes llegamos —cuando 
regresamos escalonadamente desde las respectivas unidades a 
las multiplicidades que las constituyen, y a su vez desde éstas 
(en tanto que ellas mismas son a su vez unidades de multiplici- 
dades) a las multiplicidades que las constituyen— finalmente a 
los datos del nivel más bajo, a los datos sensibles de sensación 
en el tiempo inmanente, a los “representantes” sensibles para 
las “aprehensiones” de nivel más bajo. 

Se ve aquí que la expresión “matización” es multívoca. De 
cada aspecto puede decirse que la cosa se matiza en él; pero 
en lo más bajo se llaman matizaciones los múltiples datos de 
sensación; ellos son los materiales ínfimos?! en los cuales se 
“matizan” las determinaciones cósicas. 

Ciertamente ya hemos hablado con generalidad, si bien al 
principio enlazamos nuestra consideración solamente a la fi- 
gura (la extensio) de la cosa material. Se comprende de suyo 
que lo que hemos expuesto vale respecto del esquema concre- 
tamente pleno, o respecto de él según todos sus componentes 
abstraíbles, o sea, también respecto de las cualidades sensibles 
que “manifiestan” la figura, que la “llenan”, las cuales se cons- 
tituyen como unidades paralelamente a la figura y de modo 
enteramente inseparable de ella; por ejemplo, los colores del 
cuerpo, la coloración corpórea que le pertenece unitariamente 
al cuerpo, a la extensión aparente, y con ella la coloración total 
que le pertenece unitariamente a su superficie como “la colora- 
ción superficial”, coloración total que, por lo demás, conforme 
ala esencia de la extensión, se “distribuye” sobre todas las partes 
discernibles de la misma, de manera que a cada fragmentación 
de la extensión le corresponde una fragmentación de la colo- 
ración; hablando con generalidad, a cada fragmentación del 
esquema le corresponden partes que tienen el carácter esque- 
mático pleno. La coloración, y en general la “cualidad sensible” 
llenante, se matiza a su manera / de modo exactamente para- 
lelo a la extensión visual. Lo que ellas “son” se protomanifiesta 
perceptivamente exclusivamente en determinados continuos de 


ado 


/13 


/132/ 


170 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


matización esencialmente inherentes, de modo que, por ejem. 
plo, es impensable la “coloración” sin extensión y la extensión 
sin coloración: si la extensión o la coloración corpóreas han de 
poder aparecer visualmente, entonces, a priori, esto sólo es posi. 
ble en multiplicidades de matización, en aspectos de la especie 
pertinente, y es posible sólo cuando se matizan paralelamente 
una con otra: no pueden aparecer la una sin la otra. 

Esta PROTOMANIFESTACIÓN MEDIANTE MATIZACIONES €S, empero, 
pese a toda la comunidad formal que es común a toda constitu: 
ción de unidades “trascendentes” en multiplicidades, algo por 
principio distinto de la MANIFESTACIÓN DE LAS PROPIEDADES REALES 
A TRAVÉS DE ESTADOS, como ya hemos expuesto antes. En el nivel 
del esquema no se trata de la realidad sustancial y de la cau- 
salidad. Mientras que ahora estamos, respecto de los estados 
materiales, en la esfera de la trascendencia, esta manifestación 
de la unidad anímica, del yo psicológico, nos conduce inmedia- 
tamente, así parece, a la esfera de la inmanencia. Los estados 
anímicos ya no son, prescindiendo de la aprehensión superior, 
unidades trascendentes, sino nada más que las vivencias inma- 
nentemente perceptibles del flujo inmanente de vivencias, de 
aquel en el cual todo ser “trascendente” se manifiesta en última 
instancia mediante protomanifestación. 

Se encuentran así frente a frente el estado anímico inmanen- 
temente dado y los estados momentáneos constituidos como 
unidades trascendentes, las manifestaciones de las propiedades 
reales persistentes, cuyo algo idéntico es la cosa. En el progreso 
desde la constitución perceptiva hacia la constitución superior 
de la cosa, la cosa intuitiva —como se expuso antes— muestra 
en su dación óptima su relatividad respecto de la subjetivi- 
dad normal. La identidad de la cosa exige ahora, para no ser 
sÓlO INTERSUBJETIVAMENTE-NORMAL, Sino “COSA EN SÍ” en cuanto Co- 
rrelato DE TODO SUJETO RACIONAL (de todo sujeto lógico), una 
determinación de cosa de forma lógica, que es índice para ne 
xos de experiencia sensibles, o mejor, para contexturas de cosa 
intuitivo-sensoriales del / nivel más bajo. Esta constitución su- 
perior de cosa atribuye a la cosa un ser persistente, un acervo de 
propiedades matemáticas persistentes, pero de tal modo que se 
preserva la estructura general de la cosa, la forma de la realidad: 
causalidad. También los estados se matematizan y se vuelven 


LA REALIDAD ANÍMICA 171 


indice de los estados sensibles. La causalidad matemática de la 
cosa-en-sí es índice de la multiplicidad de las causalidades sen- 
sibles. Si ante ello afianzamos el ama, y desprendemos (como 
lo hizo Kanú) la idea de SUSTANCIA de la cosa matemática, en- 
tonces tenemos sin duda que decir que no hay una sustancia 
del alma: el alma no tiene un “en sí” como la “naturaleza”, 
ni una naturaleza matemática como la cosa de la física, ni una 
naturaleza como la cosa de la intuición (puesto que no es una 
unidad esquematizada). Y por lo que toca a la causalidad hay 
que decir: si llamamos CAUSALIDAD a la relación de dependencia 
funcional o legal que es correlato de la constitución de propie- 
dades persistentes de algo real persistente del tipo naturaleza, 
entonces TRATÁNDOSE DEL ALMA NO PUEDE hablarse EN GENERAL DE 
CAUSALIDAD. No toda funcionalidad legalmente regulada en la 
esfera de los hechos es causalidad. El flujo de la vida del alma 
tiene en sí su unidad, y si el “alma” perteneciente a un cuerpo 
está en nexo funcional de dependencia recíproca con el cuer- 
po cósico, entonces el alma tiene ciertamente sus propiedades 
anímicas permanentes, que son expresión de ciertas DEPENDEN- 
cias reguladas DE LO ANÍMICO RESPECTO DE LO CORPORAL. Es ella un 
ente condicionalmente referido a circunstancias corporales, a 
circunstancias en la naturaleza física. E igualmente caracteriza 
al alma que los sucesos anímicos tengan consecuencias en la 
naturaleza física de modo regulado. Por otro lado, este nexo 
psicofísico y su regulación caracterizan también al cuerpo mis- 
MO: pero NI CUERPO NI ALMA reciben por ello “propiedades de la 
naturaleza” en el sentido de la naturaleza lógico-matemática. 
Además: la cosa material PUEDE, como posibilidad de princi- 
pio, estar completamente inalterada, inalterada respecto de sus 
propiedades y también inalterada respecto de sus estados. Lo 
esquemáticamente múltiple llena en tal caso la duración / en /1337 
una igualdad continua y sin cambios. Pero la “cosa” anímica, por 
principio, no puede permanecer inalterada; no puede, ante to- 
do, persistir en un estado de alma inalterado. Por necesidad 
esencial, la vida del alma es un flujo; obviamente le falta, por 
ende, algo análogo a una forma espacial en cuanto forma de 
realidades existentes posiblemente inalteradas. Ahora bien, con 
la necesidad de la alteración de los estados está dada en el al- 
ma la NECESIDAD DE LA MENCIONADA ALTERACIÓN DE LAS PROPIEDADES 


AA] 


/134/ 


172 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


ANÍMICAS mediante innovación de disposiciones: toda vivencia 
lega disposiciones y crea algo nuevo con respecto a la realidad 
anímica. Esta misma, es por ende, una realidad que constante. 
mente se altera. Con ello no está dicho que no se someta en 
todo caso, junto* con todas las demás almas, a una forma de 
constancia, análogamente a como la cosa material se somete a 
la forma espacial. Esta FORMA DE LA EXISTENCIA ANÍMICA, pertene- 
ciente al ser anímico y a su constitución del mismo modo que 
la forma espacial en el caso paralelo, consiste en la forma de la 
COMUNIDAD SOCIAL —fundada sobre la forma (propia y que aún 
tenemos que discutir) de la corporalidad (que quiere decir mu- 
cho más que materialidad)— como forma de una comunidad 
de existencia unitaria mediante el lazo del mutuo entendimien- 
to. Por lo demás, en este contexto hay que advertir que lo que 
en cuanto múltiple es inherente a la unidad PLENA del alma (en 
analogía con el esquema de la cosa material) es el respectivo 
ESTADO TOTAL DE CONCIENCIA, mientras que las vivencias que se 
destacan singularmente son en este respecto “estados” del alma 
plena solamente en tanto que se disponen en la conciencia total 
y son, en su nexo total, punto de paso para líneas particulares 
de manifestación. 

Todavía hay que enfatizar una diferencia: la cosa material 
en cuanto res extensa es por principio FRACMENTABLE; en corres- 
pondencia con la extensión, a la cual recubre, se fragmenta en 
realidades parciales. Con referencia a tales posibilidades de par- 
tición extensivas, resulta evidente lo siguiente: en este sitio, en 
este fragmento, la cosa tiene tal contextura, en otros tiene tal 
otra. El alma, por el contrario, no tiene sitios ni fragmentos. 
Es una unidad absolutamente infragmentable, bien entendido, 
en el sentido genuino y riguroso de UN alma en la que pudie- 
ran diferenciarse almas como partes y luego también fraccio- 
narse. No está excluido / que el YO ANÍMICO, que se manifiesta 
en la continuidad del nexo de conciencia, cambie, en rápida 
transición o repentinamente, algunas de sus disposiciones sin- 
gulares, o incluso grupos y nexos enteros de disposiciones 0 
el “carácter” en su conjunto, y se vuelva así “ENTERAMENTE DIS 
TINTO”. Cabría en efecto pensar si la continuidad en la realidad 
misma no pudiera romperse, justo como en el ámbito parale 
lo puede ponderarse la posibilidad de si en la continuidad de 


LA REALIDAD ANÍMICA 


173 


las variaciones esquemáticas la cosa no pudiera repentinamente 
convertirse en OTRA cosa. Como se sabe, la ciencia sostiene la 
idea de una realidad que también en tales casos (que en efec- 
to se ofrecen realmente en la experiencia de nivel inferior) se 
mantiene firme; el mudamiento de la realidad lo refiere a CIR. 
CUNSTANCIAS CAUSALES desconocidas y que hay que buscar, pero 
con ello lo concibe como mudamiento ILUSORIO, en tanto que 
en lo que vale en primer lugar como lo real mismo se mani- 
fieste ahora una unidad de nivel superior, con lo cual quedan 
rebajadas a estados relativos de esta unidad todas las contextu- 
ras reales del nivel inferior con todos los saltos discretos de las 
mismas. 

Frente a la indudablemente esencial infragmentabilidad (que 
está en conexión con la esencial infragmentabilidad del flujo de 
conciencia en una pluralidad de nexos monádicos) existe, por 
otro lado, cierta PARTICIÓN del alma, a saber, una diferenciación 
en ESTRATOS DEL ALMA que corresponden a estratos de concien- 
cia. Los estratos más elevados pueden faltar y entonces el alma 
tiene una distinta variedad de niveles, como por ejemplo el 
alma que duerme de manera constante, en la cual no se ejecuta 
cogito alguno. O el alma animal, en la cual falta el estrato del 
pensar teórico en sentido estricto, y similares. Fenomenológi- 
camente nos convencemos de que las antiguas doctrinas de las 
“partes del alma” y las variedades de alma entrañan realmente 
problemas con sentido y, en la medida en que aquí las posi- 
bilidades esenciales 9% puedan ser exploradas en la intuición, 
problemas fenomenológicos. 

En todo caso, la estratificación más importante está insinua- 
da en la distinción entre ALMA y SUJETO ANÍMICO, entendido este 
último como una realidad, pero como una unidad incrustada en 
el alma, no independiente ante ella y, sin embargo, abarcándola 
a su vez en cierta manera; unidad que es a la vez tan prominen- 
te que domina preponderantemente el modo de hablar general 
sobre sujetos humanos y / animales. Con todo, ahora no he- 
mos llegado todavía tan lejos como para aproximarnos más a 
los difíciles problemas que lleva consigo el yo anímico. Antes 
dejamos su delimitación algo indeterminada y nos quedamos 
con el alma en su generalidad. 


/135/ 


OD Br A A 


/136/ 


174 1.4 CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL. 


Todavía no hemos considerado con más precisión su DEPEN. 
DENCIA DE LAS “CIRCUNSTANCIAS”. En este respecto se da también 
cierta estratificación, conforme a la cual podemos diferenciar: 
1) el lado psicofísico (o mejor fisiopsíquico), 2) el lado idio- 
psíquico, 3) las relaciones de dependencia intersubjetivas de la 
realidad del alma. Por lo que atañe a lo primero, es sabido que 
la psique depende del cuerpo y por ello de la naturaleza física 
y de sus muchas referencias. Esta dependencia se da íntegra. 
mente en primer lugar por lo que toca a las sensaciones en 
su conjunto (incluidas las sensaciones sensibles del sentimiento 
y el impulso), luego también por lo que toca a las REPRODUC 
CIONES inherentes, y ya por ello la VIDA DE CONCIENCIA ENTERA €s 
ABRAZADA POR ESTA DEPENDENCIA, pues las sensaciones y las repro- 
ducciones de sensaciones (fantasmas) desempeñan su papel por 
todas partes. No necesitamos discutir aquí hasta qué punto lle- 
ga la dependencia para los múltiples fenómenos de conciencia 
por encima de esta mediación; en todo caso existen, por lo que 
hace a la vida del alma, muy extensas dependencias “fisiológi- 
cas” que en cierta manera alcanzan, en efecto, el interior de 
todo curso de conciencia. En correspondencia con ellas, para 
lo real del alma tenemos un lado fisiopsíquico. Con ello natu: 
ralmente no se quiere decir más que esto: que la aprehensión 
constituyente de lo real del alma LE asigna propiedades reales, 
las cuales hallan sus “circunstancias” en el cuerpo y sus causa- 
lidades corporales. 

En cuanto a lo segundo, la CONCIENCIA se nos ofrece (si an- 
te todo dejamos hablar a la aprehensión que hallamos y no 
a desencaminadas interpretaciones teóricas que le son ajenas) 
cOmO DEPENDIENTE, por decirlo así, DE SÍ MISMA. En el interior de 
una y la misma alma, La COMPOSICIÓN VIVENCIAL TOTAL RESPECT! 
VA €S DEPENDIENTE DE LAS COMPOSICIONES VIVENCIALES ANTERIORES; 
o: si en circunstancias internas dadas, esto es, en el interior del 
respectivo / estado total de conciencia, sobreviene una alte- 
ración en forma de un estado que se presenta con calidad de 
novedoso, también ello depende de lo que ha sido el estado Ax: 
TERIOR de la misma alma. Sin duda no únicamente en atención 
al primer punto. Pero incluso donde una sensación interviene 
como “efecto de estímulos externos”, la manera de su “acogida 
en la conciencia” está codeterminada por esta nueva regulación. 


LA REALIDAD ANÍMICA 175 


Las vivencias anteriores no han desaparecido sin dejar huella; 
cada una de ellas sigue teniendo efectos. A la esencia del alma 
pertenece una continua innovación o transformación de dis- 
posiciones bajo los conocidos títulos de asociación, costumbre, 
memoria, también cambio motivado de parecer, cambio moti- 
vado de convicciones, de direcciones afectivas (disposiciones 
para tomas de posición afectivas o para las abstenciones co- 
rrespondientes), de direcciones volitivas, las cuales, conforme 
al sentido de la aprehensión, no son sin duda reducibles a una 
mera asociación. El alma tiene así complejos de disposiciones 
y con ello contexturas reales que se manifiestan en ella como 
surgidas de ella misma, dimanadas de la propia influencia y no 
de alguna relación externa. Está claro que con menos razón 
aún que en el caso de la condicionalidad por circunstancias ex- 
ternas, se consideraría a esta especie de dependencia como un 
análogo de la causalidad física. Qué puesto tiene en este res- 
pecto el yo anímico en cuanto sujeto de las cogitaciones que 
se presentan en el alma, aquí no podemos todavía ponderarlo. 
Es seguro, al menos, que también los estados del alma, los que 
nosotros denominamos así (y el alma abarca en efecto el curso 
entero de las vivencias), son dependientes desde ambos puntos 
de vista, sea meramente a través del soporte sensible, sea en 
cuanto todo. 


$33. Determinación más precisa del concepto de realidad 


Después de las exposiciones sobre las diferencias entre la na- 
turaleza material y lo anímico, la idea de la realidad requiere, 
pues, de una delimitación más exacta. Ámbos se conforman 
a la idea formal: “unidad de propiedades permanentes con 
referencia a circunstancias pertinentes”. Pero tiene que dife- 
renciarse conforme a la especie particular de “propiedades” y 
de “circunstancias”. Las “circunstancias”, como vimos, pueden 
ser externas o internas, o también en parte lo uno y en parte lo 
otro. Las circunstancias internas no son naturalmente estados 
de lo real mismo en el fragmento temporal dado / al que se 
refiere la consideración; tomamos más bien el estado total, es 
decir, lo real tal como es en un punto temporal dado, y pre- 
guntamos por aquello de lo que depende en cuanto estado real. 


/137/ 


176 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


En ello se muestra ahora algo notable: que las COSAS MATERIALES 
están exclusivamente condicionadas desde fuera y no están con. 
dicionadas por su propio pasado; SON REALIDADES SIN HISTORIA, 
Ello se deriva (y esto a la vez determina distintamente el sentido 
de la exposición) de que a la esencia de la realidad material le 
pertenece la posibilidad de la identidad material en todo cam- 
bio de alteraciones, y justo de tal modo que no tiene lugar por 
ello un incremento o un fraccionamiento de la materialidad (los 
cuales en efecto pertenecen, en todo caso, a la esencia de tal 
realidad como posibilidad ideal). De igual modo le pertenece 
la posibilidad ideal de retornar en procesos cíclicos a idéntica. 
mente las mismas circunstancias externas en las cuales ya ha 
estado, por muy improbables que éstas fueran en un caso da: 
do. Pero la realidad material es de tal índole que en tal retorno 
cíclico tendría que tener idénticamente el mismo estado total, 
Frente a ello, a la esencia DE LA REALIDAD ANÍMICA pertenece el No 
poder retornar*! por principio al mismo estado total: las rea- 
lidades anímicas tienen precisamente una HISTORIA. Dos ciclos 
de circunstancias externas contiguos uno del otro afectarían de 
igual manera la misma alma, pero en el alma misma los cursos 
anímicos de los estados no podrían ser los mismos, porque el 
estado anterior determina funcionalmente al posterior. 

Así pues, las realidades parecen distinguirse, hablando formal- 
mente y por principio, en meras REALIDADES-DE-LA-NATURALEZA, 
REALIDADES SOBRENATURALES (anaturales, que no tienen lados na- 
turales o determinaciones naturales de ninguna índole) y reali: 
dades mixtas, que, como el alma, tienen un lado de naturaleza 
y un lado idiopsíquico. La posibilidad intermedia es para noso- 
tros una posibilidad vacía y es cuestionable si en general puede 
ser acreditada. En el mundo espacio-temporal, “objetivo”, tales 
realidades no pueden ser. 

Conforme a ello tenemos, por un lado, una composición 
de propiedades permanentes, determinables lógico-matemáti- 

/138/ camente según su “en sí”; por el otro lado, “propiedades” / de 
una especie completamente distinta, unidades que según su 
esencia son concebidas en una transformación y desarrollo 
constantemente fluyentes y que por principio no admiten ma: 
tematización alguna. 


a ——— A 


LA REALIDAD ANÍMICA 177 


Si los CONCEPTOS DE “NATURALEZA” Y “REALIDAD” se guían POR 
LA ESENCIA DE LA COSA MATERIAL, entonces según ello tenemos 
que decir que no convienen a lo anímico como tal. Pero me- 
diante su nexo con lo corpóreo, lo anímico tiene ENLAZAMIEN- 
TOEN LA NATURALEZA y “EXISTENCIA” EN UN SEGUNDO SENTIDO, €exis- 
tencia en el espacio, existencia en el espacio-tiempo. Y así tiene 
también, podemos decir, una cuasinaturaleza y una cuasicau- 
salidad: con tal que, justamente, ampliemos los conceptos de 
naturaleza o sustancia y causalidad, y designemos como sus- 
tancia (existencia cósica, real) a todo existente que esté referido 
a circunstancias condicionales de la existencia y se encuentre 
bajo leyes de existencia, y como causal a toda propiedad que 
se constituya aquí como determinada condicionalmente. Sin 
embargo, el mencionado “enlazamiento” en el cuerpo corporal 
procura a esta “cuasinaturaleza” incorporación en el nexo de la 
naturaleza en sentido estricto. Yo capto al “hombre” como uni- 
dad concreta en la “experiencia externa”. En esta apercepción 
reside un sistema de indicaciones experimentales en virtud del 
cual una vida-de-yo, con contenido parcialmente determinado 
y un horizonte de indeterminación u horizonte de desconoci- 
miento, está “ahí” dada a una con el cuerpo y ENLAZADA con él. Y 
en la índole de esta apercepción radica que desde un principio 
sean aprehensivamente concientes relaciones de dependencia 
entre lo anímico y lo corporal y, con la atención correspon- 
diente, entren en el foco visual temático. Lo corporal mismo 
está dado a su vez como entrelazado en el nexo causal de la 
naturaleza física. El hombre es aquí HOMBRE EN LA NATURALEZA 
y está en la naturaleza solamente por cuanto, ante todo, el cuer- 
po es cosa material en la naturaleza espacial. La realidad anímica 
está constituida como realidad solamente a través de las depen- 
dencias psicofísicas. Ella tiene su unidad en sí, pero aquí entra 
en consideración como unidad en el nexo. Justamente en la 
consideración psicofísica observo una sensación singular, una 
percepción, un nexo de recuerdo y similares. Pero éstos son 
momentos de la corriente de vivencias subjetiva y estados del 
“alma”, la cual, en cuanto / unidad, es portadora de causali- 
dades (en sentido ampliado); tal como, justamente, pongo de 
relieve el estado físico singular, por ejemplo, del nervus opticus, 
y lo sigo hasta el proceso cerebral: pero éste es precisamente 


/139/ 


A 


178 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


proceso cerebral, el nervio es órgano en el sistema nervioso, 
y el sistema nervioso es el del cuerpo cerrado, que en cuanto 
cuerpo es PORTADOR de las relaciones de dependencia psicofí- 
sicas. Esto radica en la esencia de la apercepción dominante 
que determina el sentido. La unidad del alma es unidad Rea; 
porque, EN CUANTO UNIDAD DE LA VIDA ANÍMICA, ESTÁ VINCULADA CON 
EL CUERPO en cuanto unidad de la corriente corporal del ser, la 
cual es, por su lado, miembro de la naturaleza. 

El resultado de la consideración que debía haber esclarecido 
para nosotros el sentido de lo que quiere decir hablar del “alma” 
y de la “naturaleza anímica”, nos lleva de regreso, según ello, 
al punto de partida de toda la discusión: lo que tenemos que 
contraponer a la naturaleza material como segunda especie de 
realidades no es el “alma”, sino la UNIDAD CONCRETA de cuerpo y 
alma, el sujeto humano (o animal). 


$ 34. Necesidad de la diferenciación de la actitud naturalista y la 
personalista 


Antes de poder entrar en el tratamiento más detallado de la 
constitución de esta realidad, tenemos todavía que intercalar 
una breve consideración para desvanecer fáciles reparos. En 
relación con el yo anímico, tomado como la unidad que pen- 
samos constituida mediante las dependencias fisiopsíquicas* e 
idiopsíquicas, surgen las siguientes dificultades: 

Lo que tenemos dado a una con el cuerpo humano en cuan- 
to sujeto humano en inmediata aprehensión de experiencia, es 
la persona humana, que tiene su individualidad espiritual, sus 
habilidades y destrezas intelectuales y prácticas, su carácter, su 
mentalidad. Este yo está sin duda aprehendido como depen: 

140/ diente de su cuerpo y a través de él del resto de la / naturaleza 
física, e igualmente como dependiente de su propio pasado. Pe- 
ro lo que sigue es sorprendente: LA APREHENSIÓN en la que nos 
es dado EL HOMBRE EN EL CUERPO HUMANO, en la que nos es dado 


d Como muestran las consideraciones siguientes, las dependencias fisio 
psíquicas no son suficientes para la constitución del sujeto anímico y de sus 
propiedades, como al comienzo las concebimos (p. 121 s). Más bien, el concep" 
to de las “circunstancias externas” tiene que ampliarse a los objetos que motivan 
al sujeto en su comportamiento. 


LA REALIDAD ANÍMICA 179 


como personalidad que vive, obra, padece, y en la que nos es con- 
ciente como personalidad REAL que en las circunstancias de su 
vida personal se comporta tan pronto así, tan pronto asá, PARECE 
CONTENER UN PLUS qUe no se da como mero complejo de momen- 
tos de aprehensión constitutivos del tipo que hemos descrito. 
Meditemos: el sujeto humano, por ejemplo, yo mismo, la per- 
sona, vivo en el mundo y me encuentro dependiente de él. Me 
encuentro en un entorno cósico. En él, las cosas son dependien- 
tes unas de otras y yo de ellas. Tomamos por ello en cuenta que 
mi cuerpo precisamente está en el nexo cósico y ciertas alteracio- 
nes materiales suyas tienen, de manera determinada, correlatos 
psicofísicos. Esto mismo entra en la aprehensión en la medida 
en que en todo tiempo, en conformidad con su sentido, PUEDO 
decir: mi mano ha sido tocada por el palo, POR ESO siento el con- 
tacto, la presión, un ligero dolor. Pero, por otro lado, es notable 
que me encuentre determinado por cosas de un modo tan varia- 
do sin que parezcan entrar en juego dependencias psicofísicas 
de esa índole: a saber, en la aprehensión misma. Entre las cosas 
de mi entorno, ÉSA DE AHÍ ATRAE A SÍ MI MIRADA, su forma particu- 
lar “ME SORPRENDE”; elijo la pieza de ropa POR sus bellos colores, 
POR la suavidad de su tela; el ruido de la calle me “irrita”, me 
determina a cerrar la ventana; en suma: en mi conducta teóri- 
ca, emocional y práctica —en mi experimentar y pensar teórico, 
en mis tomas de posición del agrado, del alegrarme, esperar, 
querer, desear, tener voluntad— ME SIENTO CONDICIONADO POR CO- 
Sas; pero manifiestamente esto no quiere decir condicionado 
psicofísicamente. Como me aprehendo a mí, así aprehendo a 
todos los demás: como igualmente dependientes directamente 
de cosas (pero de ningún modo psicofísicamente condiciona- 
dos) en referencias semejantes. Si conozco a la persona, enton- 
ces sé, a grandes rasgos, cómo va tal vez a comportarse, Para 
esta aprehensión realizadora, las referencias psicofísicas, / así /141/ 
estén contenidas también en esta aprehensión-de- hombre, no 
desempeñan obviamente ningún papel esencial actual. Tampo- 
co las aprehensiones idiopsíquicas pueden intervenir constitu- 
tivamente en tal realización, por mucho que tomen parte en el 
juego. Yo me aprehendo en los actos de mi comportamiento 
como dependiente de las cosas mismas, de sus bellos colores, 
de su forma particular, de sus propiedades agradables o peli- 


/142/ 


180 LA CONSTITUCIÓN DE J,A NATURALEZA ANIMAL 


grosas: no me aprehendo EN TALES ACTOS COMO dependiente de 

mi cuerpo o de mi historia. Lo mismo vale en medida aún más 

sorprendente respecto de las dependencias en las cuales Unas 

personas se saben dependientes de otras personas, y no mera. 

mente de personas singulares, sino de personas-comunidades, 

instituciones sociales, del Estado, las costumbres, el derecho, 

la Iglesia, etc. La aprehensión del hombre como personalidad 

real está completamente determinada por tales dependencias; 

él es lo que él es como un SER QUE, en su trato con las cosas de 

su mundo circundante cósico y con las personas de su mundo 
circundante personal, SE PRESERVA A SÍ MISMO y con ello SOSTIENE 
SU INDIVIDUALIDAD. Y se preserva a sí mismo además frente a 
las FUERZAS ESPIRITUALES OBJETIVAS, que, como instituciones ju- 
rídicas, costumbres, prescripciones religiosas, le hacen frente 
precisamente como objetividades. En estas relaciones, el hombre 
se encuentra tan pronto atado, constreñido, tan pronto desata: 
do, libre; también se siente tan pronto receptivo, tan pronto 
creativamente activo. Pero como siempre: se encuentra como 
referido realmente a su mundo circundante cósico y espiritual. No 
es casual cómo se comporta el hombre en él: quien lo conoce 
puede prever su conducta; su realidad como persona consiste 
precisamente en tener propiedades reales (como propiedades 
personales) que poseen referencias reguladas a este mundo cir- 
cundante. Ahora bien, por un lado está muy claro que en la 
aprehensión de sujeto respecto de todos los estados de acto, la 
dependencia fisiopsíquica e idiopsíquica está de algún modo 
acogida; que, empero, no desempeña un papel propiamente di: 
cho en todos los nexos específicamente personales en los cuales 
la personalidad manifiesta sus propiedades PERSONALES. Lo no- 
table en ello es que decimos que el YO ANÍMICO y el PERSONAL 
son en su subsuelo EL MISMO; la conciencia entera del yo perso 
nal con todos sus actos y el resto de su subsuelo anímico no €s 
precisamente otra / que la del yo anímico: estamos incluso 
inclinados a decir que es EL MISMO yo. Y sin embargo: el mismo 
estado de conciencia se halla BAJO UNA APERCEPCIÓN TOTALMENTE 
DIFERENTE. En un caso el “MUNDO CIRCUNDANTE” ofrece el sistema 
de circunstancias reales; en el otro caso, el mero CUERPO y el nexo 
de conciencia transcurrido. 


LA REALIDAD ANÍMICA 181 


Una situación enigmática. Quien esté acostumbrado a pen- 
sar COMO CIENTÍFICO NATURAL, dirá aquí ahora mismo que, en 
“verdad objetiva”, la individualidad en el nexo de las individua- 
lidades se disuelve en un nexo de cuerpos en la naturaleza física, 
con el cual está vinculado un sistema de correlatos psíquicos, 
a los cuales pertenecen regulaciones idiopsíquicas (en la medi- 
da en que éstas no puedan también disolverse en psicofísicas). 
A ello se añade, de una manera que hay que esclarecer “en la 
ciencia natural” (en la física o en la psicología), que en las uni- 
dades anímicas se constituyen sujetos-yos, y con ello adquieren 
representaciones de otros hombres y de un mundo circundante 
en sentido amplísimo, y desarrollan modos de representación 
en los que se ven a sí mismas como referidas directamente a 
este mundo circundante. 

La cuestión será si esta respuesta basta. En todo caso, al con- 
sentir que el yo anímico esté constituido de la manera indicada 
únicamente por componentes de aprehensión fisiopsíquicos e 
idiopsíquicos, nosotros aquí no estamos decidiéndonos por es- 
ta respuesta. En fiel descripción, tenemos más bien que reco- 
nocer aquí DOS maneras de aprehensión (no solamente como 
hechos dados en la experiencia, sino en ideación fenomenoló- 
gica) como maneras de aprehensión esencialmente diferentes 
cuya peculiar compenetración requiere aún de aclaración. 

En adelante permaneceremos, en primer lugar, en la actitud 
en la que pensamos al yo anímico constituido exclusivamente 
por sus dependencias; no podemos hacer nada contra el hecho 
de que el yo personal, que funge por así decirlo como regens del 
alma, concurra a su lado, pero ahora este yo personal, en cuan- 
to a todos sus actos y estados, se nos disuelve en lo anímico. 
Estamos y permanecemos en la actitud en la cual la naturaleza 
material está precisamente ahí en realidad; ahí están realmen- 
te los cuerpos y, psicofísicamente una cosa con ellos y realmente 
existentes, los datos psíquicos que pertenecen como correlatos 
a los procesos fisiológicos centrales, datos con los cuales se en- 
trelazan causalmente repercusiones / disposicionales de las 
vivencias anteriores de la misma alma. 

Más tarde investigaremos por extenso ambas actitudes o 
aprehensiones en su relación mutua o en su significado para 


182 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 

la constitución de diferentes mundos y ciencias. Terminológi. 
camente distinguimos la APREHENSIÓN y experiencia PSICOLÓGICA 
de la APREHENSIÓN o experiencia CIENTÍFICO-ESPIRITUAL (personal). 
El yo en cuanto “psíquicamente” aprehendido es el anímico; el 
aprehendido científico-espiritualmente es el yo personal o el 
individuo espiritual. La experiencia psicológica se dispone en 
la científico-natural en sentido amplio, en la ciencia de la natu- 
raleza física y de la naturaleza anímico-corporal fundada en la 
física. Paralelamente con ello, hablar del hombre se vuelve am- 
biguo. El hombre en el sentido de la NATURALEZA (como objeto 
de la zoología y de la antropología en cuanto ciencia de la natu- 
raleza) - el hombre como REALIDAD ESPIRITUAL y como miembro 
del mundo espiritual (como objeto de las ciencias del espíritu). 


CAPÍTULO TERCERO 


LA CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA A 
TRAVÉS DEL CUERPO % 


$35. Paso a la consideración constitutiva del “hombre como natu- 
raleza” 


El tema de las siguientes consideraciones va a ser ahora la cons- 
titución de la REALIDAD NATURAL HOMBRE (o ser animal), esto es, 
del hombre como se ofrece en la consideración naturalista: co- 
mo cuerpo material sobre el cual se edifican nuevos estratos 
de ser, los anímico-corporales. Es posible que en esta consi- 
deración constitutiva tengan que introducirse muchas cosas 
que posteriores investigaciones muestren como inherentes al 
yo personal o espiritual. La distinción definitiva entre el “hom- 
bre como naturaleza” y el “hombre como espíritu”, así como el 
establecimiento de sus relaciones recíprocas, sólo podrán pro- 
porcionarse cuando ambas objetividades hayan sido sometidas a 
una consideración constitutiva. 

Si buscamos ahora el punto de partida para nuestro análisis 
constitutivo, entonces tenemos que tomar en cuenta lo que se 
nos ha puesto de manifiesto en la constitución de la naturaleza 
material: a saber, que ella, con toda su composición intuitiva, 
está referida a sujetos animales. Por tanto, si abordamos la cons- 
titución del objeto natural “hombre” no podemos presuponer 
ya su cuerpo como cosa material plenamente constituida, sino 
que ante todo tenemos que perseguir lo que se constituye ya 
antes que la naturaleza material del sujeto psicofísico o correla- 
tivamente a ella. Y aquí como allá, primero trataremos de ver 
cuán lejos llegamos en consideración solipsista. 


/144/ 


_— 


184 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


$ 36. Constitución del cuerpo como portador de sensaciones localiza. 
das (ubiestesias)" 


Hemos visto que en toda experiencia de objetos cósico-espaciales, 
EL CUERPO “CONCURRE” como órgano perceptivo del sujeto expe- 
rimentante,* y ahora tenemos que afrontar la constitución de 
esta corporalidad. Aquí podemos elegir de inmediato el caso 
particular en que el cuerpo experimentado espacialmente que es 
percibido mediante el cuerpo es el mismo cuerpo corporal. Pues 
también él se experimenta en efecto externamente, si bien den. 
tro de ciertos límites que no permiten tenerlo sin más por una 
cosa como otras en el nexo cósico. Así, hay partes del cuerpo que 
ciertamente pueden ser percibidas palpándolas, pero no pue- 
den ser vistas.? Podemos, empero, prescindir primero de ello 
y empezar por las partes que son a la vez palpables y visibles. 
Puedo recorrerlas viéndolas y palpándolas como otras cosas, y 
las apariciones tienen, en este respecto, enteramente el mismo 
nexo que otras apariciones de cosa. Pero ahora hay una diferen- 
cia entre las apariciones VISUALES y las TÁCTILES referentes, por 
ejemplo, a una mano. Tentando la mano izquierda tengo apari- 
ciones táctiles, esto es, no solamente siento, sino que percibo y 
tengo apariciones de una mano blanda, lisa, formada así y asá. 
/145/ Las sensaciones de movimiento indicadoras y las / sensacio- 
nes táctiles representantes, que son objetivadas como notas en 
la cosa “mano izquierda”, pertenecen a la mano derecha. Pero 
al tentar la mano izquierda encuentro también en ella series 
de sensaciones táctiles; éstas están “LOCALIZADAS” en ella, pero 
no son constituyentes de propiedades (como aspereza y lisura 
de la mano, de esta cosa física). Si hablo de la cosa FÍsIca “mano 
izquierda”, entonces hago abstracción de estas sensaciones (una 
bola de plomo no tiene nada semejante e igualmente cualquier 
cosa “meramente” física, cualquier cosa que no es mi cuerpo).* 
Si las tomo en cuenta, entonces la cosa física no se enriquece, 
sino que SE VUELVE CUERPO, SIENTE. Las sensaciones-de-“toque” 


* El neologismo “ubiestesia” traduce el término alemán arcaico "Empfind: 
niss”, que Husserl utiliza aquí en el sentido que da el propio texto. En su signi- 
ficado normal, “Empfindniss” era sinónimo de “Empfindung” (= “sensación”. 

e Cfr. p.55 ss. y 126 ss. 

5 Sobre la constitución del cuerpo como cosa, cfr. p. 157 ss. 


A 


A 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA A TRAVÉS DEL CUERPO 185 


pertenecen a todo sitio espacial objetivo aparente de la mano to- 
cada, cuando es tocada precisamente en este sitio. Igualmente, 
la mano que toca, que por su lado aparece a su vez como cosa, tie- 
nesus sensaciones de toque en el sitio corpóreo-espacial donde 
ella toca (0 es tocada por la otra). Igualmente: si la mano es pe- 
llizcada, oprimida, golpeada, pinchada, etc., si es tocada por 
cuerpas ajenos o toca cuerpos ajenos, entonces tiene sus sensacio- 
nes de toque, de pinchadura, de dolor, etc., y si esto sucede por 
medio de otra parte del cuerpo, entonces tenemos lo mismo DU- 
PLICADO en ambas partes del cuerpo, porque cada una es para la 
otra precisamente cosa externa que toca, que produce efectos, y 
cada una es a la vez cuerpo. Todas las sensaciones ocasionadas 
tienen SU LOCALIZACIÓN, esto es, se diferencian por los sitios de 
la corporalidad aparente y pertenecen fenomenalmente a ella. 
El cuerpo, por ende, se constituye primigeniamente de manera 
doble: por un lado es cosa física, MATERIA, tiene su extensión, 
a la cual ingresan sus propiedades reales, la coloración, lisura, 
dureza, calor, y cuantas otras propiedades materiales similares 
haya; por otro lado, encuentro en él, y SIENTO “en” él y “den- 
tro” de él: el calor en el dorso de la mano, el frío en los pies, 
las sensaciones de toque en las puntas de los dedos. Difundi- 
das sobre la superficie de segmentos más vastos del cuerpo, 
siento la presión y la tirantez de la ropa; al mover los dedos 
tengo sensaciones de movimiento, y con ello la difusión de la 
sensación pasa de manera cambiante sobre la superficie de los 
dedos, pero en el complejo de la sensación hay a la vez un com- 
ponente que tiene su / localización en el interior del espacio /146 
del dedo. La mano descansa sobre la mesa. Experimento la me- 
sa como algo duro, frío, liso. Moviendo la mano sobre la mesa 
tengo experiencia de ella y de sus determinaciones cósicas. Á la 
vez, empero, en todo momento puedo poner atención en la ma- 
no y encuentro en ella sensaciones táctiles, sensaciones de lisura 
y de frío, etc.; en el interior de la mano, corriendo paralelamen- 
te al movimiento experimentado, sensaciones de movimiento, 
etcétera. Al levantar una cosa experimento su peso, pero a la 
vez tengo sensaciones de peso que tienen su localización en el 
Cuerpo. Y así en general mi cuerpo, al entrar en relación física 
con Otras cosas materiales (golpe, presión, sacudida, etc.), no 
depara meramente la experiencia de sucesos físicos referidos al 


/147/ 


186 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL, 


cuerpo y a las cosas, sino también sucesos corporales específi- 
cos de la especie que llamamos UBIESTESIAS. Tales sucesos faltan 
en las “meras” cosas materiales. 

Las sensaciones localizadas no son propiedades del cuerpo 
como cosa física, pero, por otro lado, SON propiedades de la cosa 
cuerpo, y justo propiedades de acción. Se presentan si el cuerpo 
es tocado, presionado, pinchado, etc., y se presentan AHÍ DONDE 
lo es y CUANDO lo es; solamente en ciertas circunstancias per- 
duran más que el toque. Toque significa aquí un suceso físico: 
dos cosas sin vida también se tocan; pero el toque del cuerpo 
condiciona sensaciones en él o dentro de él. 

Ahora hay que poner atención en lo que sigue: para traer 
aquí a la percepción la cosa táctil pisapapeles, la palpo, digamos 
con el dedo. Experimento entonces táctilmente la superficie de 
vidrio lisa, las finas aristas del vidrio. Pero si reparo en la ma- 
no o en el dedo, éste tiene sensaciones de toque que todavía 
resuenan cuando la mano se ha retirado; igualmente el dedo y 
la mano tienen sensaciones cinestésicas: precisamente las mis- 
mas sensaciones que fungen como denunciantes o presentantes 
respecto de la cosa pisapapeles, fungen como EFECTOS del toque 
del pisapapeles en la mano y como ubiestesias producidas en 
ella. La misma sensación de presión en la mano que descansa 
sobre la mesa <es> aprehendida en un caso <como> percep- 
ción de la superficie de la mesa (propiamente de una pequeña 
parte de la misma), y da por resultado, en “otra dirección de la 
atención”, en la actualización de otro / estrato de aprehensión, 
sensaciones de presión del dedo. Igualmente se comportan el 
frío de la superficie de la cosa y la sensación de frío en el dedo. 
En el toque de mano con mano tenemos lo mismo, sólo que 
más complicado; tenemos entonces dos sensaciones y cada una 
doblemente aprehensible o experimentable. 

Con la percepción táctil de la mesa (esta aprehensión percep- 
tiva) está necesariamente enlazada una percepción del cuerpo 
con su sensación de toque inherente. Este nexo es un nexo de 
necesidad entre dos aprehensiones posibles: pero correlativa 
mente pertenece a él un nexo de dos cosidades que se constitu- 
yen. Empíricamente, la posibilidad de una representación del 
mundo en los ciegos de nacimiento prueba que todo puede ocu- 
rrir en la esfera extravisual, que aquí las apercepciones pueden 


A 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA A TRAVÉS DEL CUERPO 187 


ordenarse de tal modo que estas correlaciones pueden cons- 
(itulrse. 


$ 37. Diferencias entre el ámbito visual y el táctil 


Encontramos ahora una diferencia sorprendente entre la esfera 
de lo visual y la de lo táctil. En el ámbito táctil tenemos el os. 
JETO EXTERNO que se constituye táctilmente y un segundo objeto, 
CUERPO, que también se constituye táctilmente, por ejemplo, el 
dedo que palpa, y tenemos además dedos que palpan el dedo. 
Aquí se presenta, pues, aquella aprehensión doble: la misma 
sensación de tacto aprehendida como nota del objeto “externo” 
y aprehendida como sensación del objeto-cuerpo. Y en el caso en 
que una parte del cuerpo es a la vez objeto externo para la otra, 
tenemos las sensaciones dobles (cada una tiene sus sensaciones) 
y la aprehensión doble como nota de una u otra parte del cuer- 
po como objeto físico. NADA parecido tenemos en el OBJETO QUE SE 
CONSTITUYE DE MODO PURAMENTE VISUAL. Se dice a veces, es cierto, 
que “el ojo en cierto modo tienta el objeto al lanzarle su mirada”. 
Pero notamos de inmediato la diferencia. El ojo no aparece vi- 
sualmente, y no ocurre que en el ojo que aparece visualmente 
aparezcan localizados como sensaciones (y justamente localiza- 
dos visualmente en correspondencia con las diferentes partes 
visuales de su aparición) los mismos colores que en la aprehen- 
sión de la cosa externa vista son adscritos al objeto / y se vuelven /148/ 
notas para objetivarlo. Y así tampoco tenemos una ocularidad 
difundida de manera que un ojo pudiera recorrer progresiva- 
mente el otro ojo y el fenómeno de la sensación doble pudiera 
originarse; tampoco podemos ver la cosa vista como si la pasá- 
ramos sobre el ojo que ve, “tocándolo” continuamente, como 
podemos, con un Órgano realmente palpante, por ejemplo la 
palma de la mano, andar sobre el objeto y con el objeto andar 
sobre la palma de la mano. No me veo a mí mismo, a mi cuerpo, 
como me palpo a mí mismo. Lo que llamo cuerpo visto no es 
algo visto que ve, como mi cuerpo en cuanto cuerpo palpado 
es algo palpado que palpa.” Falta una aparición visual de un 


* Nose dirá, naturalmente, que veo mi ojo en el espejo; pues mi ojo, el que 
ve en cuanto que ve, no lo percibo; veo algo de lo cual juzgo indirectamente, 


/149/ 


188 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


objeto que ve, esto es, en el que la sensación de luz sea intuida 
como existente en él, Falta, por ende, la sensación análoga a la 
sensación de tacto, que es realmente captada con la mano que 
palpa. El papel de las sensaciones de visión en la constitución 
correlativa del cuerpo y las cosas externas es, por tanto, distinto 
del de las sensaciones de tacto. Aquí sólo pudemos decir: si 
no se abre el ojo no hay aparición de visión, y así por el esti. 
lo. Si finalmente, sin embargo, el ojo como órgano y con él las 
sensaciones visuales se adjuntan al cuerpo, ello sucede por vía 
indirecta mediante las sensaciones propiamente localizadas. 

El ojo TAMBIÉN es, pues, campo de localización, pero SOLAMEN. 
TE PARA SENSACIONES DE TOQUE, y como todo órgano “libremente 
movible” por el sujeto, es campo de localización para sensa- 
ciones musculares. Es un objeto táctil para la mano; pertene- 
ce primigeniamente a los objetos meramente palpados y no 
vistos. Primigeniamente no quiere decir aquí nada temporal- 
causal; se trata de un grupo primario de objetos que se cons- 
tituyen de modo directamente intuitivo. El ojo es palpado y 
él mismo suministra sensaciones táctiles y de movimiento; por 
ello es necesariamente apercibido como perteneciente al cuer- 
po. Todo esto está dicho desde el punto de vista de la intuición 
simple de experiencia. No se confundirá la referencia del co- 
lor visto de la cosa al ojo que ve, “con” el cual vemos, el “estar 
dirigido” del ojo abierto a / la cosa vista, el apuntar retrospec- 
tivamente a esta dirección de los ojos que yace en el tener las 
apariciones de visión, y luego la relación, que de ahí resulta, 
de las sensaciones de color con el ojo, no se confundirá todo 
ello con el tener dadas estas sensaciones a la manera de una 
“ubiestesia” localizada. 

De igual modo sucede con el ofr. El oído “concurre”, pero 
el sonido sentido no está localizado en el oído. (Aquí no hay 
que excluir ni siquiera el caso del “zumbido del oído” y soni: 
dos similares que se hallan en el oído. Éstos residen en el oído 
como los sonidos de violín residen afuera, en el espacio; pero 
no tienen por ello todavía el carácter peculiar de ubiestesias 


por “empatía”, que es idéntico a la cosa mi ojo (que se constituye, por ejemplo, 
mediante el tacto), tal como veo el ojo de otro. 


CONSUTUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA ATRAVÉS DELCUERPO 189 


ela localización que le es peculiar a éstas.*) Sería una tarea 
importante explorar en este respecto los diferentes grupos de 
sensaciones sensoriales. Por importante que esta exploración 
sea para una teoría acabada de la constitución fenomenológica 
de la cosidad material, por un lado, y del cuerpo, por el otro, 
para Nosotros basta con la diferenciación general. Para cercio- 
rarnos de ella, tenemos que tener completamente en claro que 
la LOCALIZACIÓN DE LAS UBIESTESIAS €s de hecho algo POR PRINCIPIO 
DISTINTO DE LA EXTENSIÓN DE TODAS LAS DETERMINACIONES MATERIALES 
pe cosa. Ciertamente, aquéllas se difunden en el espacio, cubren 
a su manera superficies de espacio, las recorren, etc. Pero esta 
DIFUSIÓN y propagación es precisamente algo esencialmente dis- 
tinto de la EXTENSIÓN en el sentido de todas las determinaciones 
que caracterizan la res extensa. La ubiestesia que se dilata sobre 
la palma de la mano y hacia dentro de ella no es una contextura 
real de cosa (hablando siempre en el marco de las intuiciones y 
sus daciones) como la aspereza de la mano, su color, etc. Las 
últimas propiedades de cosa reales se constituyen a través de un 
esquema sensible y multiplicidades de matización. Para la ubies- 
tesia no tiene ningún sentido hablar de algo semejante. Si volteo 
la mano, si la acerco o la alejo, entonces, por ejemplo, el color 
inalterado de la mano me está dado siempre de modo distinto, 
precisamente se exhibe, y el color inicialmente constituido (el 
del esquema sensible) manifiesta una propiedad óptica real de 
la mano. / También la aspereza se exhibe, táctilmente, en múl- 
tiples sensaciones táctiles que se mudan continuamente una en 
otra, a cada una de las cuales pertenece una difusión. Pero las 
ubiestesias táctiles, las sensaciones que de modo continuamen- 
te cambiante se hallan en la superficie del dedo que palpa, no 
son, tal como allí se hallan dilatadas en la superficie, nada da- 
do a través de matización y esquematización. No pertenecen en 
absoluto al esquema sensible. La ubiestesia táctil no es ESTADO 
de la cosa material mano. Sino precisamente la MANO MISMA, que 
para nosotros es más que cosa material, y la manera en que ella 
está en mí trae consigo que yo, el “sujeto del cuerpo”, diga: lo 
que es cosa de la cosa material es cosa suya y no mía. Todas las 
ubiestesias pertenecen a mi alma, todo lo extendido a la cosa 


Y Cfr Anexo lil, p. 311. 


/150/ 


¡(E _ o o—————————_—>=> TT 


190 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


material. EN esta palma de la mano siento yo sensaciones de 
toque y similares. Y precisamente por esto ella se manifiesta 
inmediatamente como mi cuerpo. Puede también añadirse: si 
me convenzo de que una cosa percibida no es, si sucumbo a 
un engaño, entonces, con la cosa, es tachado todo lo extendido 
en su extensión. Pero las ubiestesias no desaparecen. Solamente 
lo real desaparece del ser. 

Con la ventaja de la localización de las sensaciones táctiles 
están en conexión diferencias en la complexión de las aprehen. 
siones visuales-táctiles, Cada cosa que vemos es una cosa palpa- 
ble, y como tal indica una referencia inmediata al cuerpo, pero 
no merced a su visibilidad. Un SUJETO QUE MERAMENTE TUVIERA Ca. 
PACIDAD OCULAR NO PODRÍA TENER UN CUERPO APARENTE EN ABSOLUTO; 
en el juego de las motivaciones cinestésicas (que él no podría 
aprehender corporalmente) tendría sus apariciones de cosa; ve: 
ría cosas reales. No se dirá que quien sólo ve, ve su cuerpo, pues 
le faltaría el distintivo específico como cuerpo, y ni siquiera el 
movimiento libre de este “cuerpo”, que va de la mano con la 
libertad de los cursos cinestésicos, haría de él un cuerpo. Sería 
entonces solamente como si el yo, a una con esta libertad en 
lo cinestésico, pudiera mover inmediata y libremente% la cosa 
material cuerpo. 

El cuerpo sólo puede constituirse primigeniamente como tal 
en la tactualidad y todo lo que se localiza con las sensaciones 

151/ táctiles, como calor, frío, dolor, y similares. También / las sen- 
Ñ saciones de movimiento desempeñan un papel importante. Veo 
cómo se mueve mi mano, y sin que se mueva tentando, siento 
sensaciones de movimiento, pero a una con sensaciones de ten: 
sión y sensaciones táctiles, y las localizo en la mano que se 
mueve. Y así para todos los miembros. Si palpo, entonces la 
sensación táctil recibe al mismo tiempo localización en la su: 
perficie palpante de la mano. Bien mirado, las sensaciones de 
movimiento deben acaso su localización solamente al constan- 
te entrelazamiento con sensaciones primariamente localizadas. 
Pero ya que aquí no impera un paralelismo exactamente escalo- 
nado como el que hay entre las sensaciones de temperatura y las 
sensaciones táctiles, las sensaciones cinestésicas no se difunden 
escalonadamente a través de la extensión aparente; experimen- 
tan solamente una localización bastante indeterminada. Ésta no 


A 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA A TRAVÉS DEL CUERPO 191] 


carece por ello de significación; hace más íntima la unidad entre 
el cuerpo y la cosa libremente movible, 

El cuerpo, naturalmente, también es visto como cualquier 
atra cosa, pero solamente se convierte cn CUERPO mediante la 
introducción de las sensaciones en el palpar, mediante la intro- 
ducción de las sensaciones de dolor, etc., en suma, mediante 
la localización de las sensaciones en cuanto sensaciones. En la 
localización también participa luego el cuerpo visual, porque 
coincide con el táctil, como por lo demás también coinciden 
las cosas (o los fantasmas) constituidas visual y táctilmente, y así 
surge la idea de una cosa sensitiva, que “tiene” y puede tener en 
ciertas circunstancias ciertas sensaciones (sensaciones de tacto, 
de presión, de calor, de frío, de dolor, etc.), y justamente como 
localizadas en ella primaria y propiamente, esto es, acto segui- 
do, precondición para la existencia de todas las sensaciones (y 
apariciones) en general, incluso las visuales y las acústicas, que 
no tienen en ella, sin embargo, una localización primaria, !% 


$ 38. El cuerpo como órgano de la voluntad y como portador del 
movimiento libre 


El distintivo del cuerpo como campo de localización es la presu- 
posición para los demás distintivos del cuerpo frente a todas las 
cosas materiales: en particular el de que, ya tomado como cuer- 
po (a saber, como la cosa que tiene su estrato de sensaciones lo- 
calizadas) es ÓRGANO DE LA VOLUNTAD, el / ÚNICO OBJETO que para 
la voluntad de mi yo puro es MOVIBLE DE MANERA INMEDIATAMENTE 
ESPONTÁNEA y medio para producir un movimiento espontáneo 
mediato de otras cosas, las que, por ejemplo, mi mano movida 
de modo inmediatamente espontáneo empuja, agarra, levanta 
y similares. Las meras COSAS MATERIALES son sólo MECÁNICAMEN- 
TE MOVIBLES y ESPONTÁNEAMENTE MOVIBLES SÓLO DE MODO MEDIATO; 
solamente los cuerpos son movibles de modo inmediatamente 
espontáneo (“libre”), y justamente a través del yo libre que les 
pertenece y de su voluntad. Estos actos libres son aquellos gra- 
cias a los cuales —como antes vimos— puede constituirse para 
este yo cn múltiples series de percepciones un mundo de objetos, 
un mundo de cosas corpóreas-espaciales (entre ellas también la 
cosa cuerpo). El sujeto que se constituye como contramiembro 


/152/ 


/153/ 


192 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


de la naturaleza material es (hasta donde aquí hemos llegado 
a ver) un yo al cual le es inherente un cuerpo como campo de 
localización de sus sensaciones; tiene la “capacidad” (“yo pue. 
do”) para mover libremente este cuerpo o los Órganos en que 
se articula, y para percibir mediante ellos un mundo externo. 


$ 39. Significado del cuerpo para la constitución de objetidades 
superiores 


Ahora bien, más allá de eso, el cuerpo también está cabe todas 
las otras “funciones de conciencia”, y ello tiene sus diferentes 
fuentes. No solamente las sensaciones sensibles que tienen fun. 
ción constitutiva para la constitución de las cosas de los sentidos, 
de los objetos espaciales aparentes, tienen localización dada en 
intuición inmediata y, fundada en ella, referencia al cuerpo, 
sino también las SENSACIONES DE GRUPOS ENTERAMENTE DISTINTOS, 
como los sentimientos “sensibles”, las sensaciones de placer y 
de dolor, el bienestar que invade y llena el cuerpo entero, el 
malestar general del “cuerpo destemplado” y similares. Se in- 
cluyen aquí por ende grupos de SENSACIONES QUE PARA LOS ACTOS 
DE VALORACIÓN, las vivencias intencionales de la esfera del senti- 
miento, O PARA LA CONSTITUCIÓN DE VALORES Como sus correlatos 
intencionales, DESEMPEÑAN, COMO MATERIA, UN PAPEL ANÁLOGO AL 
DE LAS SENSACIONES PRIMARIAS PARA LAS VIVENCIAS INTENCIONALES DE 
LA ESFERA DE LA EXPERIENCIA O para la constitución de / objetos có 
sico-espaciales. Aquí se incluyen además diversas sensaciones de 
difícil análisis y discusión, las cuales forman el soporte material 
de la vida desiderativa y volitiva, sensaciones de contracción y 
relajación de la energía, sensaciones de inhibición, parálisis y 
liberación interiores, etc. Todos estos grupos de sensaciones 
tienen, como UBIESTESIAS, una localización corporal inmediata; 
para todo hombre, por ende, PERTENECEN DE MODO INMEDIATAMEN 
TE INTUITIVO AL CUERPO EN CUANTO SU CUERPO!%! MISMO, COMO UNA 
objetividad subjetiva que se diferencia de la mera cosa material 
cuerpo por todo este estrato de las sensaciones localizadas. CON 
ESTE ESTRATO SE ENLAZAN EMPERO LAS FUNCIONES INTENCIONALES; las 
materias reciben conformación espiritual, como ya arriba las 
sensaciones primarias experimentan APREHENSIÓN, se integran 
en percepciones, sobre las cuales luego se construyen juicios de 


——— 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA A TRAVÉS DEL CUERPO 193 


percepción, etc. De esta manera, pues, la CONCIENCIA TOTAL. DE UN 
HOMBRE está ENLAZADA EN CIERTA MANERA CON SU CUERPO MEDIANTE 
su SOPORTE HYLÉTICO; pero está claro que las vivencias intencio- 
nales mismas YA NO están directa y propiamente!% LOCALIZADAS, 
ni forman ya un estrato en el cuerpo.!% La percepción en cuan- 
to aprehender táctil de la figura no se asienta en el dedo que 
palpa, en el cual está localizada la sensación de tacto; el pensar 
no está realmente localizado intuitivamente en la cabeza como 
las ubiestesias de tensión, que sí lo están, y similares. Que con 
frecuencia hablemos como si así fuera no es prueba alguna de 
que realmente lo aprehendamos así en la intuición. Los conte- 
nidos de sensación entretejidos tienen realmente localización 
intuitivamente dada, no las intencionalidades, y solamente por 
transferencia hablamos de ellas como referidas al cuerpo o in- 
cluso como existentes en el cuerpo. 


$ 40. Precisiones sobre la localización de las ubiestesias y las propie- 
dades no-cósicas del cuerpo 


Ahora bien, si todo lo material está localizado corporalmen- 
te o referido corporalmente mediante localización, y es por 
ello constitutivo para la objetidad propia cuerpo, entonces tene- 
mos que preguntar cómo hay que entender esta constitución, y 
QUÉ CREA AQUÍ UNIDAD. El / cuerpo físico!% es ciertamente una /154/ 
unidad constituida y solamente a ella pertenece el estrato ubies- 
tesia. ¿Cómo se liga el contenido de sensación a lo constituido, 
y cómo tiene el cuerpo, que es a la vez cosa material, los con- 
tenidos de sensación dentro de él y en él? Esto ciertamente 
no es del modo como el contenido de sensación cualidad de 
sonido y el contenido de sensación intensidad tienen una uni- 
dad de esencia, o como el contenido de sensación color con 
el momento de la difusión (no de la extensión espacial, de la 
cual no puede hablarse con sentido tratándose de contenidos 
de sensación). Aquí tenemos en efecto, por un lado, no conteni- 
dos de sensación, sino unidades reales constituidas, ¿y tenemos 
propiamente, por el otro, los meros contenidos de sensación? 
Meditemos. Si un objeto pasa sobre la superficie de mi piel 
tocándola mecánicamente, tengo obviamente una sucesión de- 
terminadamente ordenada de ubiestesias; si pasa siempre de la 


/155/ 


194 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


misma manera, con la misma presión, tocando los mismos si. 
tios del cuerpo con la misma velocidad, entonces el resultado es 
obviamente siempre de nuevo el mismo. Todo ello es “obvio”; 
radica en la aprehensión: este cuerpo corporal precisamente 
en tales circunstancias se conduce de tal manera que no es en 
general estimulable, sino estimulable de determinada manera 
en determinadas circunstancias, que todas las influencias esti. 
mulantes tienen su sistema, que al sistema de los cuerpos-cosas 
que le aparecen le corresponden diferencias de lugar, mien. 
tras que, sin embargo, a todo lugar semejante le es inherente 
una determinada dimensión ulterior de posibles diferencias que 
depende de la especie de la influencia estimulante. A la locali 
dad en la extensión le corresponde un momento-de-lugar en la 
sensación, y a la fuerza del estímulo y la especie del estímulo, 
momentos determinados que hacen a la sensación modificable 
concretamente y de maneras aproximadamente conocidas. Así, 
en las sensaciones radica un orden “que coincide” con las exten- 
siones aparentes; pero ello está desde un principio implicado 
en la aprehensión, de modo que las influencias estimulantes 
no aparecen como algo ajeno y solamente provocado, sino co- 
mo algo INHERENTE al cuerpo corporal aparente y al orden ex- 
tensivo, algo ordenado en un orden COINCIDENTE. En ninguna 
sensación corporal se capta la mera sensación, sino que ésta es 
aprehendida como inherente a un sistema —exactamente corres 
pondiente al orden extensivo— de consecuencias funcionales 
posibles que lo materialmente real / tiene que experimentar 
en consecuente paralelo con influencias materiales posibles. 
También hay que advertir aquí que los campos de sensación 
que están en cuestión están siempre íntegramente colmados, 
y que cada nuevo estímulo no suscita una sensación absoluta: 
mente primera, sino un cambio de sensación correspondiente 
en el campo de sensación. Así pues, el campo experimenta una 
aprehensión como variadamente alterable y, en la índole de su 
alterabilidad, dependiente de la extensión. El campo recibe lo: 
calización y en él la recibe cualquier alteración nueva como 
consecuencia de las circunstancias estimulantes particulares. El 
nuevo estrato que la cosa ha recibido por la localización del cam 
po, adquiere, en consideración a la constancia!%5 del campo, tl 
carácter de una especie de propiedad real. El cuerpo, podemos 


q 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA A TRAVÉS DEL CUERPO 195 


decir, tiene siempre estados de sensación, y cuáles tiene en par- 
ticular depende del sistema inherente de circunstancias reales 
en las cuales siente. En las circunstancias reales de la “punzada” 
en tal o cual sitio del cuerpo, ingresa en el campo de sensación 
(como campo-estado) la sensación de estado “sensación de pun- 
zada”; en las circunstancias reales que designamos como entrada 
en una habitación cálida, ingresa una alteración en todo el cam- 
po localizado respecto de su estrato total sensación de calor, en 
el sentido del aumento de calor, etc. Así pues, la sensitividad 
del cuerpo se constituye por completo como una propiedad 
“condicional” o psicofísica. Y ello entra en la apercepción del 
cuerpo, tal como es percibido “externamente”. A la aprehen- 
sión de la corporalidad como tal no le pertenece solamente la 
aprehensión de cosa, sino la Coaprehensión de los campos de 
sensación, y éstos están justamente dados como inherentes, a 
la manera de la localización, al cuerpo corporal aparente. “In- 
herentes”: fenomenológicamente se expresan así relaciones del 
“si-entonces” fenomenal: yo siento si la mano toca, si es golpea- 
da, etc. La mano no se encuentra ahí como un cuerpo físico al 
cual se ligara una consecuencia extrafísica; está, desde un princi- 
pio, aperceptivamente caracterizada como mano CON su campo 
de sensación, con su estado de sensación siempre coaprehendi- 
do, el cual se altera a consecuencia del influjo externo, esto es, 
como una UNIDAD FÍSICO-ESTESIOLÓGICA. Abstractivamente puedo 
distinguir estrato físico y estesiológico, / pero precisamente /156/ 
sólo abstractivamente: en la percepción concreta, el cuerpo es- 
tá ahí como una unidad de aprehensión de nueva especie. Está 
constituido como una objetidad propia, que se ordena en el con- 
cepto formal-general de realidad como una cosa que preserva 
sus propiedades idénticas frente a las circunstancias externas 
cambiantes. En ello, empero, las relaciones de dependencia 
en las que se encuentra hacia la naturaleza externa son dis- 
tintas de las que tienen las cosas materiales entre ellas. (Ya se 
ha mencionado, y en lo sucesivo se discutirá con más detalle, 
que además el cuerpo también se dispone en cuanto cosa mate- 
rial, como todas las otras, en el nexo de la realidad en sentido 
estricto —el causalmente regulado.) 

En la intuición de algo real radica, con generalidad, que 
en su aprehensión deje abiertas otras dependencias reales que 


A 


a 


196 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


todavía no pertenecen determinadamente (así sea determina. 
damente sólo según la naturaleza particular) a la composición 
de la aprehensión ejecutada. Es por tanto referible, en nuevas 
aprehensiones y ampliaciones de la antigua, a nuevas circuns. 
tancias como algo dependiente de ellas, con lo cual se consti. 
tuyen propiedades reales del mismo objeto real. El sentido de 
la aprehensión ampliada prescribe entonces la especie que la 
marcha de la experiencia tiene que verificar y determinar con 
más precisión. Con la determinación más precisa, la aprehen. 
sión misma se configura entonces necesariamente de manera 
más plena. 

De esta manera, tampoco el cuerpo es solamente aprehendi- 
do como dependiente respecto del estrato de sensaciones pri- 
mario, su estrato propiamente localizado, sino también respecto 
de los campos de sensaciones y grupos de sensaciones que se 
le adjuntan mediatamente y no están propiamente localizados, 
como por ejemplo respecto del campo visual. Cómo se colma 
el campo de sensación visual, qué motivaciones pueden pre- 
sentarse ahí: por ello también qué puede ser experimentado 
por el sujeto en el campo visual de la mirada y en qué ma- 
neras de aparición puede ofrecerse,!% todo ello depende de 
ciertas contexturas del cuerpo, específicamente de las del ojo, 
más aún, de sus nexos corporales en particular con el sistema 
nervioso central y muy particularmente de este sistema mismo, 
y por otro lado de estímulos externos pertinentes. Con ello se 
constituyen, por ende, nuevas propiedades reales del cuerpo, el 
cual patentemente participa aquí como cuerpo ya en otra par 

/157/ te / constituido. La estimulabilidad en general se convierte 
así en un título general para una clase de propiedades reales 
que tienen una fuente enteramente distinta que las propieda- 
des propiamente extensivas (y por ello materiales) de la cosa, 
y de hecho pertenecen a una dimensión enteramente distinta. 
Pues mediante este estrato, mediante este nuevo grupo de pro- 
piedades reales, que se acreditan como reales en tanto que se 
constituyen en lo real mediante la referencia a circunstancias 
reales, se entrelaza el cuerpo material con el alma; lo que €s 
aprehensible como estrato localizado del cuerpo, y más, lo que 
es aprehensible como dependiente del cuerpo (en pleno senti 
do, incluyendo ya este estrato) y de los “órganos sensoriales”, 


CONSIITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA ATRAVÉS DEL CUERPO 197 


todo ello compone, bajo el título de materia de la conciencia, 
un subsuelo de la conciencia y experimenta su aprehensión rea- 
lizadora a una con ésta en cuanto alma y yo anímico. Este yo, 
o «l alma, “tiene” un cuerpo; ello no quiere decir meramente 
que existe una cosidad físico-material que mediante sus procesos 
materiales brinda precondiciones reales para “sucesos de con- 
ciencia”, o también a la inversa, que en sus procesos suceden 
dependencias respecto de sucesos de conciencia en el interior 
de un “flujo de conciencia”. La causalidad pertenece, si la pala- 
bra ha de guardar su sentido preciso, a la realidad, y la realidad 
la tienen los sucesos de conciencia solamente como estados aní- 
micos, o en cuanto estados de un yo anímico. El alma y el yo 
anímico “tienen” un cuerpo; existe una cosa material de cierta 
naturaleza, que no es meramente cosa material, sino cuerpo, 
o sea: una cosa material que como campo de localización de 
sensaciones y de mociones afectivas, como complejo de órga- 
nos sensoriales, como miembro y contramiembro fenomenal 
de todas las percepciones cósicas (y lo demás que conforme a lo 
anterior pueda aquí venir al caso), compone un terreno funda- 
mental de la dación real del alma y del yo. 


$41. Constitución del cuerpo como cosa material en contraste con 
otras cosas materiales * 


Hemos visto cómo, correlativamente al mundo material, se 
constituye un sujeto de capacidades corporales-anímicas (de 
facultades sensoriales, / facultad de movimiento libre, de aper- /158/ 
cepción, etc.), en que el cuerpo se presenta a la vez como cuerpo 

y como cosa material. Hicimos, sin embargo, la restricción de 

que se presenta como una cosa de especie particular, de modo 

que no cabe sin más clasificarlo como un miembro de la natu- 

raleza como todos los demás. Esto tenemos que discutirlo un 

poco más detalladamente. 


2) Fl cuerpo como centro de orientación 


Si consideramos el modo como el cuerpo y como las cosas se 
exhiben, encontramos la siguiente situación: cada yo tiene su 


*Cfr.p. 1445. 


—e— a 


AAA e a e Tia 


/159/ 


198 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


dominio perceptivo cósico, y necesariamente percibe las cosas 
en cierta orientación. Las cosas aparecen, y lo hacen por este 
v por aquel lado, y en esta manera de aparición radica insu- 
primiblemente encerrada la referencia a un aquí y sus direccio- 
nes fundamentales. Todo ser espacial aparece necesariamente 
de tal modo que aparece más cerca o más lejos, como arriba 
o abajo, como a la derecha o a la izquierda. Ello vale respecto 
de todos los puntos de la corporeidad aparente, que a su vez 
tienen, en relación unos con otros, sus diferencias con respecto 
a esta cercanía, a este arriba y abajo, etc., los que como tales son 
aquí cualidades de aparición peculiares que se escalonan como 
dimensiones. Ahora bien, el cuerpo tiene para su yo el distin- 
tivo peculiar de que porta en sí el PUNTO CERO de todas estas 
orientaciones. Uno de sus puntos espaciales, que incluso puede 
no ser un punto realmente visto, está siempre caracterizado en 
el modo del aquí central último, esto es, un aquí que no tiene 
ningún otro fuera de sí en referencia al cual él fuera un “allf. 
Así, todas las cosas del mundo circundante poseen su orienta: 
ción relativamente al cuerpo, tal como todas las expresiones de 
la orientación llevan consigo esta referencia. Lo “lejos” es lejos 
de mí, de mi cuerpo; la “derecha” remite al lado derecho de mi 
cuerpo, digamos la mano derecha, etc. Gracias a su capacidad 
de movilidad libre, el sujeto puede ahora poner en movimiento 
el sistema de sus apariciones y con ello las orientaciones. Estas 
alteraciones no significan alteraciones, y específicamente no 
significan movimientos, de las cosas del entorno: el cuerpo del 
sujeto “cambia su puesto” en el espacio; las cosas de su entorno 
aparente están siempre orientadas, todas las apariciones de cosa 
conservan su sistema fijo de acuerdo con la forma; la / forma 
de la intuición, la legalidad de la matización y con ello la for: 
ma del orden de la orientación con un centro, permanecen ne 
cesariamente conservadas; pero mientras que el sujeto siempre, 
en cada ahora, está en el centro, en el aquí, desde donde ve to- 
das las cosas y ve hacia el mundo, el lugar objetivo, el sitio espacial 
del yo o de su cuerpo es un sitio cambiante. 

En tanto, en las presentes alturas de nuestra investigación nO 
estamos todavía tan adelantados como para poder adjuntar al 
yo un “lugar objetivo” semejante. Provisionalmente tenemos que 
decir: yo tengo todas las cosas frente a mí, todas están “allí” con 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA A TRAVÉS DEL CUERPO 199 


excepción de una única, precisamente el cuerpo, que siempre 


está “aquí”. 


p) Peculiaridad de las multiplicidades de aparición del cuerpo 


Otras peculiaridades del cuerpo están en conexión con el dis- 
tintivo descrito. Mientras que yo, frente a todas las otras cosas, 
tengo la libertad de cambiar a discreción mi posición respecto 
de ellas y con ello a la vez de variar a discreción las multiplici- 
dades de aparición en las cuales vienen a dárseme, no tengo la 
posibilidad de alejarme de mi cuerpo o de alejarlo a él de mí, 
y en correspondencia con ello las multiplicidades de aparición 
del cuerpo están en determinada manera restringidas: ciertas 
partes del cuerpo sólo puedo verlas en un peculiar acortamiento 
perspectiva, y otras (por ejemplo, la cabeza) son invisibles para 
mí. El mismo cuerpo que me sirve como medio de toda per- 
cepción me estorba en la percepción de sí mismo y es una cosa 
constituida de modo curiosamente imperfecto. 


c) El cuerpo como miembro del nexo causal 


Si a pesar de ello lo aprehendemos como una cosa real, esto se 
debe a que lo encontramos integrado como miembro del nexo 
causal de la naturaleza material. Hablamos de la peculiaridad 
del cuerpo (en cuanto cuerpo) de ser movido “espontánea” o 
“libremente” por la voluntad del yo. Al lado de estos cursos 
cinestésicos libres se presentan otros que están caracterizados, 
en lugar de como algo “hecho por mí”, como algo “hecho a 
mí”, como transcursos pasivos en los que la espontaneidad no 
tiene ninguna participación. En este caso tenemos a la vez un 
experimentar el proceso / del movimiento corporal y una da- 
ción de este proceso con el carácter “anímico” del padecer; no 
entendido en el sentido de un dolor, de una repugnancia, si- 
no simplemente en el sentido del “mi mano es movida, mi pie 
es empujado, arrimado”, etc. De modo parecido, también en el 
Caso de la espontaneidad experimento el movimiento mecánico 
del cuerpo en cuanto cosa material como el de una cosa en gene- 
ral, y a la vez lo encuentro caracterizado como un movimiento 
espontáneo en el sentido del “yo muevo mi mano”, etcétera. 


/160/ 


E 


200 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


Así pues, movimientos «de mi cuerpo son aprehendidos co. 
mo procesos mecánicos igual que los de las cosas externas, y el 
cuerpo mismo como una cosa que produce efectos en otras y 
en la cual otras producen efectos. Todos los casos anteriormen. 
te mencionados de referencia condicional entre cosa y cuerpo, 
admiten también cambios de aprehensión gracias a los cuales 
los procesos de que se trata aparecen como meramente físicos, 
Si un cuerpo pesado descansa sobre mi mano (eventualmente 
una de las manos sobre la otra) tengo entonces, prescindien. 
do de la sensación de presión o de dolor que se presenta, el 
fenómeno físico de un cuerpo que presiona a otro, que even. 
tualmente lo deforma por el golpe. Si corto en mi dedo con 
un cuchillo, entonces un cuerpo físico es hendido por la intro- 
misión de una cuña, el líquido contenido en él escurre hacia 
afuera, etc. Igualmente: la cosa física “mi cuerpo” se calienta o 
se enfría por contacto con cuerpos calientes o fríos; puede car- 
garse eléctricamente al conectarlo en una corriente eléctrica; 
con iluminación cambiante adopta diferentes colores; golpeán- 
dolo puede uno arrancarle ruidos. Los dos últimos casos se 
diferencian, empero, de los anteriores. Allá tenía un proceso 
psicofísico, que puedo descomponer abstractivamente en un 
proceso físico y su consecuencia “psíquica” (o a la inversa). 
El proceso físico “iluminación roja de mi mano” no es seguido 
por la sensación-rojo de la misma manera que el calentamiento 
de mi mano es seguido por la sensación de calor, y el proceso 
físico al cual se liga la sensación de color —los rayos de luz ro- 
jos que dan con mis ojos— no me está dado. Falta el “punto de 
transbordo”, emplazado en el cuerpo, entre el proceso causal y 
el condicional. 


/161/ $42. Caracterización del cuerpo constituido de modo solipsista!” 


Si buscamos ahora caracterizar resumidamente cómo se cons 
tituye un cuerpo para el sujeto solipsista, encontramos: 

1) Visto desde el “interior” —en “actitud interna” aparece 
como órgano libremente movible (o como sistema de tales Órga- 
nos), mediante el cual el sujeto experimenta el mundo externo; 
aparece además como portador de las sensaciones y, gracias 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA A TRAVÉS DEI. CUERPO 20] 


al entrelazamiento que éstas consienten con el resto de la vi- 
da del alma en su totalidad, formando con el alma una unidad 
concreta. 

9) Considerado desde fuera —en la “actitud externa”— se ha- 
lla como una realidad de especie propia; a saber, en un caso 
como una cosa material de modos de aparición particulares, 
que está “insertada” entre el resto del mundo material y la esfe- 
ra “subjetiva” (el sujeto junto con lo mencionado en (1)): como 
centro alrededor del cual se agrupa el resto del mundo espa- 
cial, y estando en relaciones causales con el mundo externo 
real; a la vez, empero, como “punto de transbordo” en el que 
las relaciones causales se traducen en relaciones condicionales 
entre el mundo externo y el sujeto anímico-corporal, y, gracias 
a esto, como inherente a este sujeto y a sus propiedades espe- 
cificamente corporales y a las anímicas enlazadas con ellas. Lo 
constituido en actitud externa y lo constituido en actitud inter- 
na están ahí uno con otro: copresentes. 

En experiencia solipsista no alcanzamos, sin embargo, la da- 
ción de nosotros mismos como una cosa espacial como todas las 
demás (una dación que obviamente ocurre en nuestra experien- 
cia fáctica) ni el objeto de la naturaleza “hombre” (ser animal) 
que conocimos como correlato de la “actitud naturalista”: cosa 
material sobre la cual están edificados los estratos superiores 
de la animalidad específica, en la cual están en cierta manera 
incluidos, “introyectados”. Para llegar hasta ahí tenemos que 
tomar otro camino: tenemos que salir del sujeto propio y vol- 


vernos a los animales que nos salen al encuentro en el mundo 
externo. 


CAPÍTULO CUARTO 


LA CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA EN 
LA EMPATÍA 


: 43, La dación de animales ajenos 


En la experiencia, en la esfera de la constitución primigenia, es- 
tá primigeniamente dada, en múltiples apariciones, la multitud 
de las cosas en el espacio y el tiempo, y, también primigeniamen- 
te dados, Eva, entre ellos hombres (seres vivos “racionales”): no 
como enlaces de lo dado separadamente, sino como unidades 
dobles, unidades que permiten diferenciar en ellas dos estra- 
tos, unidades de cosas y sujetos con su vida anímica. Con la 
apercepción-hombre está también dada eo ipso la posibilidad de 
las relaciones mutuas, de la comunicación entre hombre y hom- 
bre. Luego también la identidad de la naturaleza para todos los 
hombres y animales. Dados están ulteriormente los enlaces so- 
ciales más simples y más complejos, amistades, matrimonios, 
asociaciones; éstos son enlaces instituidos entre hombres (en el 
nivel más bajo, ya entre animales). 

Siexplanamos lo que yace en la expuesta “apercepción-hom- 
bre” unitaria, entonces tenemos en lo más bajo el cuerpo corpo- 
ral material que, en cuanto cosa material, tiene como todas las 
Otras su puesto en el espacio y viene a dárseme en apariciones 
múltiples, variables a discreción, en orientaciones constante- 
mente cambiantes: es percibido primigeniamente. 


$44. Protopresencia y apresencia 


Si denominamos PERCEPCIÓN PRIMIGENIA a la vivencia en la que un 
sujeto tiene dado el objeto percibido en presencia primigenia, 


/162/ 


/163/ 


204 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


entonces ello quiere decir que el objeto está ahí “realmente”. 
“en el original”, y no meramente “copresentado”. “Tenemos por 
ende una diferencia fundamental entre PROTOPRESENCIA y APRE, 
SENCIA. La última remite a la PROTOPRESENCIA. Hay que advertir 
que la protopresencia de un objeto no significa protopresen. 
cia de todas sus determinaciones internas o sus propiedades; 
bastan algunas, como en todas las cosas físicas. Hay entonces 
para / el yo la posibilidad de traer el objeto a protopresencia 
en continuas percepciones primigenias respecto de cada una 
de las propiedades que le son inherentes, mientras que el ob. 
jeto mismo, en este continuo perceptivo, está constantemente 
conciente en protopresencia. 

Los objetos perceptivos (es decir, objetos individuales, obje- 
tos que tienen un presente temporal y duración temporal) se 
dividen entonces: 

1) En objetos que pueden estar protopresentes no solamen- 
te para un sujeto, sino que, si están protopresentes para uno, 
pueden idealiter estar idénticamente dados protopresentemente 
a todo otro sujeto (tan pronto como éstos estén constituidos). 
La totalidad de los objetos posiblemente protopresentes que 
forman para todos los sujetos en comunicación un dominio 
de protopresencia común, es la NATURALEZA EN SENTIDO PRIMERO Y 
PRIMIGENIO. Es la naturaleza espacio-temporal-material. El único 
espacio, el único tiempo, el único mundo de cosas para todos: el 
único que puede estar dado protopresentemente para todos. 

2) En lo subjetivo frente a lo objetivo: lo individual-irrepetible, 
lo temporal, la composición total de lo primigeniamente pre- 
sente, que en cada caso solamente puede estar dado como pro- 
topresente a un sujeto. Aquí se incluye cada sujeto mismo con 
todos sus actos, estados, correlatos noemáticos, y además con 
la corporalidad y las propiedades o capacidades que se consti- 
tuyen para él en actitud interna. 


$ 45. Los animales como cuerpos corporales protopresentes con inle- 
rioridad apresente 


Ahora hay que advertir, empero, que lo experimentable en sen- 
tido primigenio, el ser protopresentable, no es todo el ser, Ni 
siquiera todo el ser experimentable. Realidades que no pueden 


[APA 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA EN LA EMPATÍA 205 


ser dadas en protopresencia para varios sujetos, son los AN?. 
waces: éstos incluyen en efecto subjetividades. Son objetidades 

culiares, cuya dación primigenia es de tal índole que presu- 
pone protopresencias, mientras que ellas mismas no pueden 
darse en protopresencia. l.os hombres en cuanto miembros del 
mundo externo están dados originariamente en la medida en 
que son aprehendidos como unidades de cuerpos corpóreos y 
almas: los cuerpos que se hallan frente a mí externamente los 
experimento, Como otras / cosas, en protopresencia; la interio- /164/ 
ridad de lo anímico, por apresencia. 

En mi mundo circundante físico encuentro por ende cuer- 
pos, es decir, cosas materiales del tipo de la cosa material “mi 
cuerpo” constituida en la experiencia solipsista, y los aprehen- 
do como cuerpos, es decir, empatizo en ellos en cada caso un 
sujeto-yo con todo lo que le pertenece y con el contenido parti- 
cular que cada caso exige. Con ello se transfiere a los cuerpos 
ajenos ante todo aquella “localización” que ejecuto en los dife- 
rentes campos sensoriales (campo táctil, calor, frío, olor, sabor, 
dolor, placer sensible) y ámbitos sensoriales (sensaciones de mo- 
vimiento), e igualmente mi localización indirecta de actividades 
espirituales. 

En conformidad con la localización experimentada tiene lu- 
gar entonces también una continuada coordinación de lo físico 
y lo psíquico, y con razón. Pues las dependencias —que van jun- 
to con la localización— de lo localizado respecto de los soportes 
físicos, ocasionan, donde tienen lugar dependencias similares, 
que se ejecute también una coordinación: por ejemplo, la lo- 
calización de procesos psíquicos en el cerebro, en los lóbulos 
frontales, etc. Por supuesto, ésta no es una localización expe- 
rimentada, la cual es una apercepción peculiar. Mi mano, par- 
tes de mi cuerpo, son aparentes, y aparecen enlaces reales con 
datos de los sentidos. Los lóbulos de mi cerebro no me apa- 
recen. La coordinación funcional en la mano y en el campo 
úctilmano es tal que, siempre que en la mano experimento un 
toque (como proceso físico), en mi campo táctil se presentan 
"sensaciones de toque”, o —en el toque de una mano ajena— 
concurren ahí a la manera de la apresencia. El lóbulo de mi 
frente no es, empero, portador de un campo táctil y en gene- 
ral para mí no es algo aparente. Y tampoco al cerebro ajeno 


e o 


LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


206 


puedo “verle” los procesos psíquicos inherentes en apresencia 
inmediata. 

Pero el cuerpo en cuanto objeto físico está sujeto a influencias 

físicas, a las cuales se ligan “consecuencias” psíquicas, sin que 

yo conozca su más preciso nexo. Y finalmente llego hasta el ce. 

rebro, a sus estructuras y los procesos físicos que tienen lugar 

en él, que están en correspondencia con procesos psíquicos, 

/165/ una correspondencia que / encierra en sí alteraciones, depen- 

dencias funcionales. Si se altera un proceso del cerebro, ocurre 

una alteración del grupo de vivencias concerniente, del grupo 

de sucesos psíquicos, y quizá también a la inversa. En la mano 

encuentro al principio sólo esto: el toque condiciona una alte- 

ración del campo táctil de la especie pertinente. Pero después 

encuentro una determinada estructuración de la mano, ner- 

vios de sensación, finalmente corpúsculos táctiles y procesos 

físicos en ellos, y es natural que diga que el campo táctil “per- 

tenece” especificamente a estas terminaciones nerviosas. No 

puedo “verles” a éstas el campo, y aunque haga una disección, 

tampoco podré palparlo. Ésta es por ende, primigeniamente, 

una coordinación empírica que pertenece a la aparición, y lue- 

go una coordinación empírica que pertenece a lo teóricamente 
elaborado. 

Exigiría una investigación más detallada el sistema de las 
apresentaciones, el cual, por un lado, en el sujeto solipsista, 
tiene su modelo primigenio en los enlazamientos primigenios 
de la coexistencia regular,!% de suerte que los miembros y se- 
ries de miembros enlazados no están ahí solamente juntos en 
su COPRESENCIA, sino que indican unos a otros; por otro lado, 
empero, nace sólo como sistema ordenado de signos indica" 
tivos mediante la experiencia persistente de otros hombres ya 
constituidos por empatía. En el sujeto solipsista tenemos el seña- 
lado campo táctil en copresencia con las superficies aparentes 
del cuerpo, y a una con ello el campo del calor; en segundo 
término, la localización indeterminada de los sentimientos y 
sensaciones comunes (incluso los espirituales), y además de la 

interioridad corporal, mediada por la localización del campo 
táctil. Por ejemplo, yo “siento mi corazón”; al presionar sobre 
la superficie del cuerpo “en la región cardiaca”, tropiezo, por 
así decirlo, con esta “sensación del corazón”; ésta se vuelve más 


[PAR 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA EN LA EMPATÍA 207 


fuerte, se modifica en algo; no pertenece ella misma a la super- 
ficie táctil, pero está en conexión con ella. Igualmente cuando 
no sólo toco la superficie de mi cuerpo, sino que presiono fir- 
memente sobre ella, hundo la carne, y “entresiento”, pues, con 
el dedo que palpa, mis huesos o mis partes blandas internas 
ide modo parecido a como le entresiento su interior a otros 
cuerpos), y ahora se enlazan, con las sensaciones generales de 
presión y tacto, nuevas sensaciones particulares que se adscri- 
ben a las concernientes partes del cuerpo entresentidas. Más 
aún: / solipsistamente, en cada caso pertenece a la posición de 
mis ojos un aspecto- “imagen” del objeto visto y por ende una 
imagen del entorno orientado. Pero también al palpar un ob- 
jeto, a la posición de mi mano y mis dedos pertenece en cada 
caso un aspecto-táctil del objeto, así como, por otra parte, una 
sensación táctil en el dedo, etc.; y naturalmente, en el lado vi- 
sual, cierta imagen de mi mano que palpa y de sus movimientos 
de palpación. Todo ello está copertenecientemente dado para 
mí mismo en copresencia, y se transfiere luego a la empatía: la 
mano palpante del otro, que yo veo, apresenta para mí la visión 
solipsista de esta mano y luego todo lo que tiene que pertenecer 
a ella en copresencia representada. 

A la aparición del hombre ajeno le pertenece, empero, ade- 
más de lo mencionado, también la interioridad anímica de los 
actos. Sobre esto hay que decir que también aquí el comienzo 
es una copresencia transferida: al cuerpo visto le PERTENECE, 
como al mío, una vida anímica. Pero si está dado un comienzo 
de entendimiento de la vida anímica ajena, entonces cooperan 
diferentes indicaciones apresentadas en sí indeterminadas; es 
FNTENDIDO el ser anímico, que para el espectador tiene movi- 
mientos corporales codados en copresencia, y por cierto regu- 
larmente, los cuales ahora, por su parte, se vuelven con fre- 
cuencia nuevos signos indicativos, a saber, para las vivencias 
anteriormente indicadas o conjeturadas, y justo en casos don- 
de éstas no son indicadas de otra manera. Se conforma así 
paulatinamente un sistema de signos indicativos, y al final hay 
realmente una analogía entre este sistema de signos de la “ex- 
presión” de sucesos anímicos, de los pasivos y de los activos, y 
el sistema de signos del lenguaje para la expresión de pensa- 
mientos, prescindiendo de que el lenguaje mismo —en cuanto 


/166/ 


208 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


realmente hablado— se incluye en aquél. Se podría directamente 
partir de ahí (y esto en efecto ya se ha intentado) para estu. 
diar sistemáticamente la “expresión” de la vida anímica y poner 
de manifiesto, por decirlo así, la gramática de esta expresión, 
Puesto que aquí esta expresión múltiple apresenta la EXISTENCIA 
anímica en la corporalidad, se constituye con todo ello preci. 
samente una objetividad unitariamente doble: el hombre -—sin 
“introyección”. 


/167/ $46. Significación de la empatía para la constitución de la realidad 
“yo-hombre” 


Tenemos por tanto, bajo el título “otro hombre”, un cuerpo y 
este cuerpo a una con campos sensoriales y por así decirlo cam- 
pos anímicos, o con un sujeto de actos. Esta inherencia existe 
naturalmente también para MÍ MISMO. Fragmentos de estas co- 
pertenencias me estaban en efecto originariamente dados en mi 
caso (y sólo en mi caso podían estarlo); el resto es luego amplia: 
ción empírica, transferencia en el pensamiento experimental. 
Ahora bien, en la actitud de la “experiencia de mí mismo”, sin 
embargo, en modo alguno se me habría podido ocurrir seria- 
mente introducir en mi cuerpo, “introyectar”, todo lo psíquico 
mío, mi yo, mis actos, incluso mis apariciones con sus datos 
de sensación, etc. Tampoco puede decirse, sin duda, que en la 
experiencia solipsista de mí mismo encuentre, con mi cuerpo 
perceptivamente dado, todo lo subjetivo mío como una realidad, 
esto es, en forma de una PERCEPCIÓN, aunque mi cuerpo tiene 
con lo subjetivo una tan múltiple unidad. Únicamente con la 
empatía y con la constante dirección de la consideración ex- 
perimental a la vida anímica apresentada con el cuerpo ajeno 
y constantemente tomada objetivamente junto con el cuerpo, se 
constituye la unidad conclusa hombre, y ésta la transfiero sub- 
secuentemente a mí mismo. 

En lo que concierne a la experiencia de otros, cada hombre, 
por su cuerpo, se encuentra ahí en el nexo espacial, entre las 
cosas, y a cada cuerpo por sí le pertenece su vida anímica total y 
determinadamente empatizada, de tal modo, por tanto, que si 
el cuerpo se mueve y está siempre en lugares cada vez nuevos, 


A AS 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA EN LA EMPATÍA 209 


ambién su alma en cierto modo se comueve: es en efecto, 
incesantemente, una con el cuerpo. 

En cierto modo se mueve: “Cuando algo está enlazado con 
algo movible, entonces es comovido con su movimiento, eigual- 
mente es movido el todo formado por ambos.”* Pero ello sólo 
vale si el enlace es el de un todo físico.!% Pero el alma no está 
en ninguna parte, y su enlace con el cuerpo está solamente fun- 
dado por nexos funcionales: el cuerpo es “órgano” del sujeto 
y todas las apariciones están / referidas a la corporalidad a 
través de los nexos de las sensaciones con ésta, etc. El “estar- 
enalguna-parte” del hombre tiene por cierto su buen sentido, 
pero “estar regularmente coordinado y por ello localizado” y 
“estar ello mismo en el espacio” son dos cosas distintas. Para 
establecer entre yo y otro una relación de trato, para comunicar- 
le algo, etc., tiene que estar establecida una relación corporal, 
una conexión corporal a través de procesos físicos. Tengo que 
ir hacia él y hablarle. El espacio desempeña por ende un gran 
papel e igualmente el tiempo: pero ello tiene que entenderse 
siempre de acuerdo con su sentido y su función. Que cuerpo y 
alma formen una unidad de experiencia propia y gracias a esta 
unidad lo anímico reciba su sitio en el espacio y el tiempo: en 
ello consiste la legítima “naturalización” de la conciencia. Loca- 
lizados y temporalizados de tal manera están ahí para nosotros 
los sujetos ajenos. El dominio de lo que está apresentado con 
el cuerpo visto comprende también los sistemas de apariciones 
en los cuales les está dado a estos sujetos un mundo externo. 
Puesto que en la empatía los captamos como análogos de noso- 
tros mismos, su lugar nos está dado como un “aquí”, frente al 
cual todo otro lugar es “allá”. Pero a la vez que esta analogiza- 
ción, que no da por resultado algo nuevo frente al yo, tenemos 
al cuerpo ajeno como “allá” e identificado con el fenómeno- 
delcuerpo-aquí. Ahora tengo movimiento objetivo en el espa- 
cio, el cuerpo ajeno se mueve como cualquier otro cuerpo, y a 
una con ello “se” mueve el hombre con su vida anímica. Ahora 
tengo una realidad objetiva como enlace de dos lados, el hombre 
incorporado en el espacio objetivo, en el mundo objetivo. Pongo 
ahora con esta realidad un análogo de mi yo y de mi mundo 


* Aristóteles, De anima A 3. 


/168/ 


/169/ 


210 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


circundante, esto es, un segundo yo con sus “subjetividades”, 
sus datos de sensación, apariciones cambiantes y cosas que apa. 
recen en ellas. Las cosas puestas por otros son también las mías; 
en la empatía cohago la posición del otro, identifico por ejem. 
plo la cosa que tengo frente a mí en la manera de aparición a, 
con la cosa puesta por el otro en la manera de aparición f, A 
ello pertenece la posibilidad del intercambio mediante el cam- 
bio de emplazamiento; todo hombre tiene en el mismo sitio del 
espacio “las mismas” apariciones de la misma cosa —si, como 
podemos admitir, todos tienen igual sensibilidad— / y por ello 
se objetiva también la “vista” de una cosa; cada uno tiene desde 
el mismo sitio del espacio, bajo la misma iluminación, la misma 
vista, por ejemplo, de un paisaje. Pero el otro nunca puede te- 
ner al mismo tiempo que yo (en el contenido vivencial asignado 
a él originariamente) la misma aparición que yo. Mis aparicio- 
nes me pertenecen a mí, las suyas le pertenecen a él. Solamente 
a la manera de la apresencia puedo yo tener, codadas con su 
cuerpo, sus apariciones y su “aquí”, al cual están referidas. Des: 
de este aquí puedo yo ahora también considerar mi cuerpo 
como objeto de la naturaleza, esto es, desde este “aquí” mi cuer- 
po está “allá” como el cuerpo ajeno desde mi aquí, en un punto 
del espacio objetivo, y yo lo considero como cualquier otra cosa 
que es idéntica no solamente para mí, sino para todo otro, y 
me lo represento tal como lo tiene dado cualquier otro que a 
una con él encuentra a un hombre; yo me sitúo en el punto de 
vista del otro, y de todo otro cualquiera, y reconozco que cada 
uno halla a cada otro como ser de la naturaleza hombre, y que 
yo me tengo que identificar por ende a mí mismo con el hombre 
desde el punto de vista de la intuición externa. El objeto hom- 
bre es, por tanto, un objeto externo trascendente, objeto de una 
intuición externa, y ésta es justo una experiencia de dos estratos: 
con la percepción externa protopresentante está entrelazada la 
empatía apresentante (o introyectadora en lo externo), y justo 
en una apercepción que REALIZA la vida anímica y el ser aními: 
co entero en una especie de unidad de aparición, a saber, en 
algo idéntico de múltiples apariciones y estados localizados en 
él que se unifican en forma de disposiciones. 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA EN LA EMPATÍA 211 
$47. Empatía y constitución de la naturaleza 


Ahora bien, la empatía conduce, como vimos antes, a la cons- 
titución de la objetividad intersubjetiva de la cosa y por ello 
también del hombre, ya que ahora el cuerpo físico es objeto 
científico-natural. El objeto científico-natural es la x de las cua- 
lidades “matemáticas”, a cuya substrucción obliga el análisis 
causal y el pensamiento basado en él. Las cosas vistas, las co- 
sas realmente experimentadas con las causalidades realmente 
esperimentadas, se muestran como subjetivamente condicio- 
nadas en cuanto a las cualidades intuitivas. Así pues, el hombre 
tiene ahora, como / objeto científico-natural, una estructura 
peculiar. El cuerpo físico es substrucción matemática (“teóri- 
ca") que remite a las apariciones “meramente subjetivas” (que 
primigeniamente se denominan cosas); el estrato superior es la 
subjetividad localizada en el cuerpo espacial matemático subs- 
truido, el alma con sus vivencias de conciencia pero también 
con sus entidades intencionales presuntas, entre ellas los objetos 
de experiencia primigenios en cuanto experimentados por este 
sujeto. Mis objetos de experiencia, tal como yo los experimento, 
se insertan ahora en mí, como hombre, en cuanto “aparicio- 
nes" inherentemente mías y en cuanto existentes en el modo de 
“apariciones”. Si pongo yo, el investigador experimental, una 
cosa como objetivamente real, entonces también pongo con ella, 
para todo sujeto puesto, unidades de aparición existentes, esto 
es, unidades de validez que son índices para reglas de vivencias 
del percibir y el percibir posible, referidas intencionalmente a 
estas “apariciones”. “Todas estas cosas “fenomenales” son lo que 
son solamente en cuanto correlatos noemáticos de las viven- 
cias de percepción del hombre de que se trata. Son meramente 
“subjetivas”, tienen una “verdad meramente subjetiva” (“exis- 
lente” de modo meramente subjetivo). En la aprehensión de la 
naturaleza, la naturaleza física es absolutamente puesta y lo este- 
sológico es absolutamente puesto, e igualmente toda vivencia. 
Además son puestas, como unidades de aparición, las cosas que 
el sujeto de que se trata experimenta y que tienen en el mundo 
matemático sus correlatos verdaderos. Estas cosas no son pues- 
tas como meros noemata, sino como existencias relativas, y las 
verdades referibles a ellas tienen su verdad relativa, subjetiva. 


/170/ 


212 LA CONSTITUCIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL 


Ellas existen relativamente: a saber, solamente si el sujeto exis. 
te (esto es, el hombre) y tiene realmente el cuerpo conformado 
como corresponde y tiene realmente la vida anímica pertinente 
en la referencia pertinente a la cosa misma “existente en sí” (la 
cosa física). 

Mundos subjetivos de esta índole hay tantos cuantos indiyj- 
duos-hombres en la “naturaleza”, que es la verdad en sí corres. 
pondiente a ellos. Los estratos indicados de la constitución de 
la naturaleza nos enseñan cómo puede evaluarse esta aprehen. 
sión: en lo más bajo se constituye, de la manera antes descrita, 
el mundo material intuitivo y, correlativamente a él, el sujeto 
experimentante, que tiene cuerpo y alma pero no es todavía 
unidad real “hombre”, / no es todavía objeto de la naturaleza. 
Luego se constituyen los sujetos ajenos, que son apercibidos co- 
mo análogos del propio y a la vez como objetos de la naturaleza; 
la naturaleza se constituye como intersubjetivamente común y 
objetivamente (exactamente) determinable, y el sujeto propio co- 
mo miembro de esta “naturaleza objetiva”. La relatividad de las 
cosas de experiencia en referencia a los hombres singulares es 
por tanto indudable, y también es indudable que con la posi- 
ción, que se ejecuta con la empatía, de un mundo intersubjetivo 
en la forma de la ciencia de la naturaleza, se abre la posibilidad 
de determinar “teóricamente” lo intersubjetivamente puesto, de 
tal manera que el contenido de determinación se vuelve inde- 
pendiente de los sujetos singulares o consiste exclusivamente 
en determinaciones que TODO sujeto puede alcanzar a partir de 
sus daciones, tomándolas de las apariciones mediante el proce: 
der metódico de la ciencia de la naturaleza, y con un sentido 
que es idénticamente el mismo para todo sujeto que investiga 
científico-naturalmente, y de tal manera que cada uno puede re- 
ferir retrospectivamente las determinaciones a sus apariciones 
en su dependencia de su sujeto. Es por tanto indudablemente 
correcto decir: las cosas experimentadas con sus propiedades de 
experiencia intuitivo-sensibles y sus dependencias de experien: 
cia, existen sólo relativamente; son dependientes unas de otras 
en los componentes de su ser, y co-dependientes de los cuer- 
pos de quienes experimentan y de sus almas. Y en todo ello 
se documenta una naturaleza “objetiva”, que es determinable 
como lo intersubjetivo inherente a todas las existencias subjet! 


_— 


CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA EN LA EMPATÍA 213 
vas (unidades de aparición), como lo “aparente” en ellas en un 
sentido superior: como tal y conforme a este sentido también 
puede verse como índice de la regulación intersubjetiva de las 
unidades de aparición con referencia a sus sujetos. Toda esta 
aprehensión presupone, empero, lo que jamás puede ser con- 
vertido en un “índice”: el SUJETO ABSOLUTO con sus vivencias, 
sus entidades presuntas, sus actos de razón, etc., PARA el cual 
se constituye la naturaleza en su totalidad, tanto la física como 
la animal. La naturaleza es una unidad de apariciones puesta 
y susceptible de ser puesta por sujetos, y justo susceptible de 
ser puesta en actos de razón. Pero estos sujetos absolutamente 
presupuestos no son los sujetos en cuanto naturaleza, los hom- 
bres; estos mismos son, en efecto, objetividades intersubjetivas, 
los cuerpos son x idénticas en cuanto índices de regulaciones 
legales / de apariciones corporales de sujetos en el nexo de la /172/ 
naturaleza física en su totalidad; las almas enlazadas con estas 
x objetivamente determinadas, también son objetivamente deter- 
minables en la unidad sustancial-real con ellas: son unidades 
dependientes de los objetos de la naturaleza “cuerpo físico” y 
enlazadas con éste de modo objetivamente real como realidades 
en el espacio y el tiempo. 

El análisis de la naturaleza y la consideración de la naturaleza 
muestra, por ende, que está menesteroso de complemento, que 
alberga en sí presuposiciones y apunta por ello más allá de sí, 
hacia otro sector del ser y de la investigación: éste es el campo 
de la subjetividad que ya no es naturaleza. 


SECCIÓN TERCERA; 


LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


g 48. Introducción” 


Las investigaciones siguientes están dedicadas a la aclaración de 
un grupo conexo de distinciones metafísicas y de teoría de la 
ciencia que en conjunto tienen su fuente en la difícil distinción 
entre ALMA y ESPÍRITU, que es por ende la fundamental en todo 
este grupo de distinciones. Obviamente dependen de ella las 
oposiciones entre NATURALEZA Y MUNDO DEL ESPÍRITU, entre cien- 
cias de la naturaleza y ciencias del espíritu, entre doctrina del 
alma científico-natural, por un lado, y doctrina de la personali- 
dad (doctrina del yo, egología), así como doctrina de la sociedad 
(doctrina de la comunidad), por el otro. Nuestra cosmovisión 
entera está determinada esencial y fundamentalmente por la 
aclaración de estas distinciones. En el interior de la fenomeno- 
logía les corresponden grandes dominios de investigación. Ya 
desde hace décadas se hacen valer reacciones frente a la inter- 
pretación naturalista de las ciencias del espíritu como meras 
ciencias descriptivas de la naturaleza, interpretación compren- 
sible de suyo para la época científico-natural. En primera línea, 
Diurhey se ha ganado aquí un mérito imperecedero. Él fue 
aquí el primero / en percatarse de las diferencias esenciales, y 
también el primero en alcanzar viva conciencia de que la psico- 
logía moderna, una ciencia natural de lo anímico, era incapaz 
de suministrar a las ciencias del espíritu concretas la funda- 
ción científica que reclaman conforme a su esencia peculiar. 
Es menester una “psicología” nueva y de especie esencialmente 
distinta, una ciencia general del espíritu que no es “psicofísica” 
Ni es científico-natural. Dilthey, un hombre de intuición genial, 


* Otro borrador de la introducción: cfr. Anexo 1V, p. 311 ss. 


/173/ 


218 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 
pero no de una teorización rigurosamente científica, vio en 
verdad los problemas que entrañaban metas susceptibles de ser 
alcanzadas, las direcciones del trabajo que había que llevar a 
cabo: pero no llegó a penetrar en las formulaciones decisivas 
de los problemas ni en las soluciones metódicamente seguras, 
por grandes progresos que haya hecho en ello justamente en los 
años de sabiduría de su vejez. La fuerza de su pensamiento se de- 
mostró en que la crítica de Hermann Ebbinghaus, elegante pero 
sólo disolvente de una configuración científica deficiente de las 
ideas diltheyanas, no pudo detener, pese al aplauso general de 
los naturalistas, la marcha del desarrollo. Con las de Dilthey se 
vincularon otras investigaciones significativas a cual más nove- 
dosa: Windelband, Rickert, Simmel, Múnsterberg, entre otros, 
se esforzaron por hacer justicia, desde nuevos lados, a las opo- 
siciones en disputa. Sin embargo, a través de ellos no hemos 
penetrado en aclaraciones realmente acabadas y en concepcio- 
nes y fundamentaciones rigurosamente científicas. Solamente 
una investigación RADICAL dirigida a las fuentes fenomenológi- 
cas de la constitución de las ideas de naturaleza, cuerpo, alma, 
y de las diferentes ideas de yo y persona, puede brindar aquí 
las elucidaciones decisivas y a la vez conceder su derecho a los 
motivos valiosos de todas esas investigaciones. 


CAPRLULO PRIMERO 


OPOSICIÓN ENTRE EL MUNDO NATURALISTA Y El. 
PERSONALISTA 


+49. La actitud personalista en oposición a la naturalista 


Anudamos nuestras consideraciones a las comprobaciones que 
en las secciones anteriores llevamos a cabo en análisis / pu- 
ramente fenomenológicos. En estas secciones, las investigacio- 
nes estaban referidas a la actitud naturalista, En ella llevamos 
a cabo nuestros análisis. Es fácil entender, sin embargo, que 
todas estas investigaciones admiten el carácter de puramente 
fenomenológicas simplemente al ejecutar de manera adecua- 
da las reducciones fenomenológicas. En tanto que vivimos en 
actitud naturalista, ella misma no está dada en nuestro ám- 
bito de investigación; ahí está apresado sólo lo que en ella 
es experimentado, pensado, etc. Pero si ejecutamos la refle- 
xión y la reducción fenomenológicas, si convertimos la actitud 
misma en tema, referimos a ella lo explorado en ella, y eje- 
cutamos luego la reducción eidética y la depuración de todas 
las apercepciones trascendentes: entonces todas nuestras in- 
vestigaciones se transforman en puramente fenomenológicas. 
Como sujeto de la actitud naturalista tenemos entonces al yo 
puro, Es cierto que ante todo nos encontraremos a nosotros en 
la reflexión como yo empírico; ante todo la ejecutamos preci- 
samente como una nueva actitud naturalista, la cual, por ende, 
en la reducción fenomenológica, se incluye en el paréntesis. 
El sujeto último, el fenomenológico, que no sucumbe a nin- 
guna desconexión y es él mismo sujeto de toda investigación 
fenomenológica eidética, es el yo puro. Por lo demás, aquí co- 
MO en otras partes, todo lo “desconectado” se nos conserva en 


/174/ 


LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


220 


la modificación del paréntesis: o sea, el mundo entero de la 
actitud naturalista, la “naturaleza” en el sentido más amplio de 
la palabra. 

Como sabemos, pertenece a la esencia de esta naturaleza —la 
cual por consiguiente se presenta aquí como SENTIDO PURO de 
los actos que componen la actitud natural, como su correlato 
constitutivo— que esté ejecutada una continua posición fun. 
damental como posición de la naturaleza en el primer senti- 
do, el de la naturaleza física, en la cual todo lo demás que se de- 
nomine naturaleza toma su sentido en cuanto fundado en ella, 
Respecto de las ESPECIES FUNDAMENTALES DE APREHENSIÓN CONSTI. 
TUYENTES, se han construido, pues, una encima de la otra: la 
experiencia física como fundante, y descansando en ella y a la 
vez abarcándola, la experiencia del cuerpo, la constituyente del 
hombre y el animal; a la última le es inherente la experiencia 
del alma como estrato constitutivo. El sistema de las experien- 
cias naturalistas en su conjunto comprende el todo de la natu- 
raleza como el dominio total de las ciencias de la naturaleza 

/175/ en sentido estricto y amplio. / Por tanto, aquí hay que contar 
también a la psicología como la ciencia natural del ser anímico 
de los animales (de los hombres y animales), la cual encuentra 
su lugar en la antropología o en la zoología general en cuanto 
ciencias de la naturaleza. El ser anímico comprende el sujETo- 
Yo anímico, el SUJETO-YO EN CUANTO NATURALEZA. Recordamos, no 
obstante, que hay dificultades y reparos que se refieren a este 
yo y que tienen que ver con una diferenciación del mismo res- 
pecto del YO COMO PERSONA y COMO MIEMBRO DEL MUNDO SOCIAL. De 
esta diferenciación —que se impone pero que pese a ello no se 
hace valer correctamente— vamos a ocuparnos, y justo en una 
investigación fenomenológicamente constitutiva, 


a) Introyección del alma como presuposición incluso para la 
actitud naturalista 


Partamos del ALMA. Para la ciencia de la naturaleza ella no €s 
nada por sí; es un mero estrato de sucesos reales en los cuerpos. 
En la naturaleza material —naturalmente, la objetivamente verda- 
dera, respecto de la cual la que me aparece a mí y a todos los 
otros (el mundo de cosas con cualidades “secundarias”) es pre: 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 221 


cisamente mera aparición— figuran, así lo decimos todos, en 
la actitud naturalista ciertas cosas señaladas, esto es, señaladas 
por un estrato de contexturas reales que no son específicamente 
fisicas, no son “materiales”, “extensivas”: las propiedades de la 
estimulabilidad, de la sensitividad. Las nuevas propiedades se 
constituyen en la forma de la “LOCALIZACIÓN” y según su sentido 
son dependientes de la corporalidad física y a través de ella de 
la naturaleza física en general. Igualmente, el estrato superior, 
el especificamente ANÍMICO, es experimentado de una manera 
que, en la medida en que también está en cierto modo “localiza- 
do”, es similar a la experiencia de lo estesiológico, PRECISAMENTE 
COMO ESTRATO EN LA COSA CORPORAL. El alma anima el cuerpo y el 
cuerpo animado es un objeto de la naturaleza en el interior de 
la unidad del mundo espacio-temporal. 

Veo el gato que juega y lo miro ahora como naturaleza, tal 
como lo hace el zoólogo. Lo veo como organismo físico, pero 
también como cuerpo sensitivo y animado, justo como gato. 
Lo “veo” en el sentido general en que se habla del / ver en 
cualquier parte. Una piedra es vista mediante alguna aparición 
perceptiva en la cual sólo muy poco “de ella” cae en la per- 
cepción “real”, “propia”. Si en virtud de esta unilateralidad y 
otras múltiples imperfecciones no permitiéramos que ver valie- 
ra como un “ver”, como un “percibir”, entonces hablar de ver 
perdería en general su sentido esencial. En efecto, no hay nin- 
gún ver de una cosa física que no sea de esta suerte “imperfecto”; 
según su esencia, la percepción física encierra indeterminacio- 
nes, pero en cuanto determinabilidades. A su manera también 
el gato es visto, y en el ver es experimentada su existencia en 
cuanto existencia de este animal gato. Esta experiencia tiene la 
especie de imperfecciones correspondiente a la especie funda- 
mental de la experiencia animal; pero como siempre, en ella 
está el gato ahí en persona, y justo como cosa física con super- 
ficies sensitivas, con Órganos sensoriales, etc. El estrato de la 
sensación no está ahí como algo al lado de la cosa física; ahí 
está un cuerpo que tiene a una contexturas físicas y estesioló- 
gicas. Así mismo, el cuerpo es experimentado también como 
cuerpo de un alma, y la palabra alma significa de nuevo un 
PStrato de contexturas, y justo un estrato fundado todavía más 
elevado. El alma no está dilatada sobre el cuerpo a la manera 


/116/ 


/ 


1/ 


222 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


de la “localización” propiamente dicha; no se ofrece como al. 
go semejante a un complejo de “campos anímicos” —pensados 
como análogos de los campos sensoriales— que llegarían in. 
mediata o mediatamente a la coincidencia fenomenal, o a una 
determinada coordinación por puntos O por fragmentos, con 
los fragmentos extensivos integrantes del cuerpo. No obstan. 
te, lo anímico es experimentalmente uno o realiter uno con el 
cuerpo, en tanto que es algo en él o dentro de él, sólo que 
sin localidad particular discernible. Podría usarse la expresión, 
equívoca sin duda, de INTROYECCIÓN; expresaría entonces pre. 
cisamente esta situación. En el mundo objetivo, en el espacio 
objetivo del mundo aparece aquí y ahora este gato objetivamente 
real; es físico y se mueve físicamente como las demás cosas, sólo 
que más allá de las contexturas meramente físicas tiene tam- 
bién, persistentemente, contexturas estesiológicas y anímicas. 
El excedente de realidad por encima de la cosa meramente física 
no es nada por sí separable, nada al lado de ella, sino en ella; se 
mueve por ende 'con' ella; alcanza su determinación espacial 
mediante el ser En lo espacial mismo. 

Así como podemos dirigir la mirada analizadora sobre otras 
propiedades, también podemos dirigirla sobre estas propieda- 
des anímicas, que se destacan entonces como “estrato”, como 
anexo realmente inseparable del cuerpo físico y de la cosa (que 
sería por su parte pensable sin tales estratos, pero por supues- 
to solamente con la alteración correspondiente, que se llama 
decadencia del organismo, muerte orgánica). Todo esto no son 
invenciones caprichosas, sino despliegues puros de lo que yace 
en el SENTIDO de la aprehensión naturalista de “lo real animal”, 
una aprehensión que es a priori determinante para el sentido de 
todos los juicios y conocimientos zoológicos, en tanto que éstos 
en efecto extraen primigeniamente de tal aprehensión el con- 
tenido significativo de sus conceptos. Lo que está encerrado a 
priori en el sentido de la experiencia zoológica, en el contenido 
de sentido de este tipo esencial de la experiencia, “hace posible” 
la ciencia zoológica precisamente en el sentido en que el con: 
tenido encerrado en el tipo esencial “experiencia física” (con 
sus leyes de esencia) hace posible una ciencia de la naturaleza 
física. Si cancelamos mentalmente una u otra de estas especies 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 223 


de experiencia, entonces desaparecen eo ipso los conceptos de 
experiencia, los juicios y ciencias de experiencia inherentes. 


b) Localización de lo anímico!?? 

Todavía nos sorprende aquí lo siguiente: cada estrato es una 
unidad constituida. Podemos considerar según su esencia lo 
“material” de la constitución disociándolo de la aprehensión 
ralizadora (“formadora”); podemos dirigir la mirada al mate- 
rial de sensación y deponer lo que trae consigo la aprehensión 
en cuanto ubiestesia del cuerpo; igualmente podemos dirigir 
la mirada a la unidad de la corriente de vivencias y deponer 
la aprehensión en la cual esta corriente se halla como estado 
vivencial de una cosa animal que tiene vivencias. Después, en 
lo múltiple que en cada caso se ofrece, podemos también ha- 
llar unidades que ya no son ahora unidades de la naturaleza, 
En particular puede verse que con tal cambio de actitud, con 
tal desprendimiento de lo previamente aprehendido como aní- 
mico del cuerpo físico, se pierde toda inserción en el mundo 
objetivo, en el espacio del mundo y en el tiempo del mundo. El 
alma está en el cuerpo y allí donde el cuerpo está justamen- 
te ahora. Allí están también tales y cuales grupos de ESTADOS 
de conciencia, tales y cuales / representaciones, mociones de /178/ 
pensamiento, juicios, etc. En cuanto actos y estados de este gato, 
digamos, que mediante su cuerpo tiene su sitio en el espacio 
objetivo, también tiene en efecto su sitio todo lo que con el gato 
es realmente uno, aunque en sí mismo no tenga nada de ex- 
tensión. Tan pronto como la conciencia pierde la aprehensión 
aperceptiva como estado anímico, como estrato en el cuerpo, 
tan pronto como está puramente puesta como ella misma en la 
reducción fenomenológica (aunque ésta no sea a la vez eidéti- 
ca), se cancela su inserción empírica en el espacio objetivo. Esto 
también puede expresarse así: la conciencia en sí, digamos esta 
“egitatio singular en su nexo, es pensable sin una naturaleza; 
la apercepción misma de la naturaleza puede ser puesta en sí 
misma como “iesto aquí!”; es, sin embargo, pensable que ella, 
más exactamente, que la posición de la naturaleza que yace en 
vila, no pueda experimentar en general ninguna acreditación, 
Que no haya en absoluto una naturaleza. Ahora bien, entonces 


QE_—_ | 


Y179/ 


224 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


tampoco hay un espacio objetivo y la conciencia no es susce 
tible de ser puesta como existente natural (como estado de un 
animal), sino que es absolutamente inespacial. 


c) Temporalización de lo anímico (tiempo inmanente y espacio. 
tiempo) 


Lo mismo sucede con el tiempo. La conciencia pura es un cam. 
po de tiempo propio, un campo de tiempo “fenomenológico”, 
Éste no debe confundirse con el tiempo “objetivo”, el que se cons. 
tituye concientemente con la naturaleza. Á través de la aprehen. 
sión anímica, las vivencias de conciencia reciben el sentido de 
estados psicofísicos, y con ello su inserción en el tiempo objetivo, 
la forma de la naturaleza objetiva: a la localización correspon- 
de la temporalización. Puesto que el tiempo fenomenológico 
inmanente en la corriente de conciencia es una multiplicidad 
unidimensional “constante” de propiedades exactamente análo- 
gas a las del tiempo QUESE EXHIBE (“aparente”) en las vivencias de 
la percepción física, y “coincide” con él punto por punto; puesto 
que también en este tiempo aparente se manifiesta, en la última 
objetivación, el tiempo “absoluto” del mundo, entonces la tem- 
poralización del tiempo de conciencia es particularmente pro- 
funda, en tanto que el último coincide perfectamente, en cierto 
modo, con el tiempo absoluto. Ésta es todavía más perfecta que 
la localización del campo táctil, al cual le falta, precisamente 
para una perfección igual de la coincidencia con la extensión 
objetiva aparente /-del cuerpo, la tridimensionalidad, es de 
cir, la coincidencia regulada de constancia tridimensional con 
constancia tridimensional. Respecto del tiempo, se transfieren 
ahora a la conciencia la medida del tiempo y la determinación 
del tiempo objetivas, físicas, que pertenecen exclusivamente al 
mundo material: los estados de conciencia tienen ahora, Con: 
forme al sentido constitutivo de la coincidencia de su tiempo 
con el tiempo de la naturaleza física, un tiempo medible me: 
diante protomanifestación; una confirmación que ciertamente 
tiene que interpretarse exactamente en el sentido que esta si- 
tuación prescribe, y a la cual se atribuye algo psicológicamente 
falso si ese sentido no adquiere una perfecta nitidez. No es aqui 
nuestra tarea llevar a cabo íntegramente esta explicitación. 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 225 


dy Examen del método 


En estas consideraciones hemos hecho uso del derecho de la 
REDUCCIÓN FENOMENOLÓGICA, y lo salvador de este método funda- 
mental indudablemente válido de la más primigenia determi- 
nación de sentido, es que nos libera de las barreras de sentido 
de la actitud natural y así de toda actitud relativa. El hombre 
natural, y en particular el investigador de la naturaleza, no ad- 
vierte estas barreras; no advierte que todos sus resultados están 
afectados por un índice determinado que denuncia su sentido 
meramente relativo. No advierte que la actitud natural no es 
la única posible, que deja abiertos giros de la mirada a través 
de los cuales resalta la conciencia absoluta constituyente de la 
naturaleza, en referencia a la cual toda naturaleza tiene que ser 
relativa merced a la correlación esencial entre lo constituyente 
y lo constituido. Lo INSTRUCTIVO DE LA REDUCCIÓN FENOMENOLÓGI- 
ca radica también, sin embargo, en que nos hace en general 
receptivos para la captación de cambios de actitud que tie- 
nen el mismo rango que el de la actitud natural o, como de- 
cimos ahora más nítidamente, de la actitud natural,13 y que 
por ende solamente constituyen, como ésta, correlatos de ser y 
de sentido relativos y restringidos. Los nuevos correlatos remi- 
ten así mismo, por ende, a la conciencia absoluta en el sentido 
fenomenológico; su plena aclaración reclama el retroceso al 
nexo de esencia originario y pleno / de esta conciencia abso- /180/ 
luta. Por medio de la reducción a este nexo estamos en todo 
tiempo en disposición de colocar en la relación justa y de con- 
trastar de modo absoluto las daciones de las diferentes actitudes 
lo las maneras de apercepción fundamentalmente diferentes 
que les son inherentes).*?* 

Ahora hemos puesto la mira en una ACTITUD NUEVA semejan- 
te, que en cierto sentido es muy natural, pero NO NATURAL.!!* 
"No natural”: esto quiere decir que lo experimentado en ella 
NO ES NATURALEZA EN EL SENTIDO DE TODAS LAS CIENCIAS DE LA NATU- 
RALEZA, sino por así decirlo una CONTRAPARTE DE LA NATURALEZA. 
Obviamente, la dificultad enteramente extraordinaria de no 
“blo captar la oposición, sino de comprenderla desde dentro, 
"radica en la ejecución de las actitudes. Pues si prescindimos 
de la actitud sin duda artificial orientada a la conciencia pura, 


e tl 


/181/ 


226 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


a este residuo de las diferentes reducciones, entonces constan. 
temente nos deslizamos sin ningún esfuerzo de una actitud a 
la otra, de la naturalista a la PERSONALISTA, y en las ciencias res. 
pectivas, de las científico-naturales a las CIENTÍFICO-ESPIRITUALES, 
Las dificultades radican en la reflexión y en la comprensión fe- 
nomenológica de los cambios de aprehensión y de experiencia 
y de los correlatos constituidos a través de ellos. Sólo en el 
marco de la fenomenología, mediante la referencia de las dj. 
ferencias de ser de los objetos que se constituyen a los nexos 
de esencia correlativos de las correspondientes multiplicidades 
constituyentes, pueden estas diferencias sostenerse sin confu. 
siones, en una separación absolutamente segura, libres de to- 
das las malinterpretaciones que tienen su origen en cambios 
de actitud involuntarios y, por falta de una reflexión pura, in- 
advertidos. Mediante retroceso a la conciencia absoluta yal 
totalidad de los nexos de esencia que hay que perseguir en ella, 
hay que comprender en primer lugar las relatividades de senti- 
do de las respectivas objetividades de una y otra actitudes y sus 
recíprocas referencias esenciales. 


e) Actitud naturalista y actitud natural 


Vayamos ahora a la investigación. 

Lo que quiere decir HOMBRE Y ALMA HUMANA / EN CUANTO NA- 
TURALEZA (bástenos lo humano como representante de lo an:- 
mal en general), lo mantenemos firmemente fijo. No hallamos 
entonces dificultades en que el alma humana, entre otros es 
tados anímicos, tenga por así decirlo estados yoicos, sucesos 
del tipo cogito. Como lo anímico en general, en la experiencia 
naturalista éstos se adjuntan o se “introducen” al cuerpo físi- 
camente aparente, y se localizan y temporalizan con él de la 
manera conocida. Pertenecen al conglomerado de la natura: 
leza real (sustancial-causal). Esto concierne al yo empírico que 
vive en estos estados. Ese hombre de allí ve y oye; sobre la base 
de sus percepciones, ejecuta tales y cuales juicios, tales y cuales 
valoraciones y voliciones en cambio multiforme. Que “en” él, 
en ese hombre de allí, emerge un “yo pienso”, es un factum de la 
naturaleza, fundado en el cuerpo y en los sucesos corporales, 
determinado por el nexo sustancial-causal de la naturaleza, la 


OSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 227 


ol 


cual, precisamente, no es mera naturaleza física, mientras que, 
ciertamente, la física es fundamentante y codeterminante de to- 
da otra naturaleza. Ese hombre de allí se entrega a un sueño sin 
weños o pierde el conocimiento; ello tiene tales y cuales razo- 
nes físicas. El “yo pienso” se separa de la corriente de sus sucesos 
anímicos. En el curso de estas vivencias, que son sus estados 
naturales y que como tales tienen referencia real a circunstan- 
cias determinantes reales, se manifiestan disposiciones, rasgos 
decarácter, conocimientos, etc., que son por su lado “propieda- 
des" naturales-reales del hombre real y pueden ser exploradas 
“inductiva-científico-naturalmente”, análogamente a las propie- 
dades físicas. 
A los estados anímicos pertenecen también los actos en los 
cuales el hombre tiene conciencia de sí y de sus congéneres y 
de toda otra realidad real en torno suyo; los ve ante sí, toma co- 
nocimiento de ellos, está referido a ellos en el pensar ordinario 
velevado, o también está referido en las maneras del afecto y la 
voluntad. Á estos actos pertenecen, por ejemplo, aquellos en los 
que el hombre ejerce la ciencia física de la naturaleza, la psico- 
logía, la historia, etc., o también actúa como hombre de acción 
en la vida práctica, hace uso de las cosas DE SU MUNDO CIRCUNDAN:- 
Te, las remodela de acuerdo con sus fines y a la vez las valora 
de acuerdo con puntos de vista estéticos, éticos, utilitarios; / 
o aquellos actos en los cuales se pone en relación comunicativa 
con sus congéneres, habla con ellos, escribe cartas, lee acerca 
de ellos en el periódico, se enlaza con ellos en actividades co- 
munes, les hace promesas, etc. Se incluye aquí un sinnúmero de 
notables relaciones entre el sujeto y su “mundo circundante”, to- 
das ellas fundadas en el hecho de que el hombre “sabE” de sí, de 
sus congéneres y de un mundo circundante común a todos ellos, 
Éste mundo circundante no contiene meras cosas, sino objetos de 
uso (vestidos, enseres domésticos, armas, herramientas), obras 
de arte, productos literarios, utensilios para las ceremonias re- 
ligiosas o judiciales (sellos, collares de dignatarios, insignias de 
coronación, símbolos eclesiásticos, etc.); y contiene no solamen- 
te personas singulares: las personas son más bien miembros de 
"omunidades, de unidades personales de orden superior que 
llenen su vida en cuanto todos, se mantienen persistiendo en 
“tiempo pese al ingreso o la salida de personas singulares, tie- 


/182/ 


228 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


nen sus contexturas comunitarias, sus ordenamientos morales 
y jurídicos, sus modos de funcionamiento en la colaboración 
con otras comunidades y con personas singulares, sus depen. 
dencias de circunstancias, su alterabilidad regulada, su modo 
de desarrollarse o de mantenerse constantes en el tiempo se. 
gun las circunstancias determinadas del caso. Los miembros 
de la comunidad, del matrimonio y de la familia, de la clase 
social, de la unión, del municipio, del Estado, de la Iglesia, etc,, 
se “saben” sus miembros, se encuentran concientemente depen: 
dientes de ellos y eventualmente repercutiendo concientemente 
en ellos, !!6 

Tan pronto como nos representamos de modo plenamente 
vivido cualesquiera de estas relaciones personales y, por decir- 
lo así, nos vivimos como los portadores personales de estas 
relaciones, tan pronto como ponemos luego en la reflexión 
sus maneras de darse bajo la lupa fenomenológica, notamos 
que ahí estamos en una actitud esencialmente distinta respec- 
to de la actitud naturalista que hasta entonces practicábamos, 
En la última estaba o está ahí para nosotros la naturaleza fk 
sica “objetiva” en su conjunto, sirviendo de fundamento a los 
cuerpos, sensitividades y vidas anímicas esparcidos en ella. To- 
dos los hombres y animales que consideramos en esta actitud 
son, cuando seguimos intereses teóricos, objetos antropológicos. 
o con más generalidad: zoológicos: podemos también decir: .' 
fisio-psíquicos, donde la inversión de la expresión usual “psicoft- 
sico” hace alusión justamente al orden de la fundación. Lo dicho 
atañe a todos los congéneres tanto como a nosotros mismos —en 
tanto que precisamente nos consideramos teóricamente a noso- 
tros mismos en esta actitud: somos cuerpos animados, objetos de 
la naturaleza, temas de las respectivas ciencias de la naturaleza. 
— Enteramente distinta es la ACTITUD PERSONALISTA, en la que esta- 
mos todo el tiempo cuando vivimos uno con otro, le hablamosa 
otro, le damos la mano a otro al saludarlo, nos relacionamos uno 
con otro en el amor y la aversión, en la intención y el hecho, en 
el decir y el contradecir; en la que estamos, igualmente, cuando 
vemos las cosas de nuestro entorno precisamente como nuestro 
entorno y no como naturaleza “objetiva”, como en la ciencia de 
la naturaleza. Se trata, pues, de una actitud totalmente natural 
y no de una actitud artificial que tuviera que ser conquistada 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 229 


y descubierta mediante recursos extraordinarios. Así pues, en 
la vida natural del yo no vemos el mundo siempre —nada, en 
efecto, más lejos que ello— de modo predominantemente natu- 
ralista como si practicáramos física y zoología; como si nuestro 
interés teórico y extrateórico tuviera que estar dirigido ciega- 
mente a lo psíquico en cuanto fundado en el cuerpo, en cuanto 
ralmente dependiente del cuerpo, entrelazado con él de mo- 
do real-«causal. Esto no siempre es así, ni siquiera para el zoólo- 
go y el psicólogo naturalista; sólo que él ha adoptado una firme 
costumbre cuyos límites ya no se permite por regla general rom- 
per y que consiste en que, tan pronto como adopta en general 
una actitud CIENTÍFICA, lo hace ciegamente en la forma de la acti- 
tud naturalista (o, lo que es equivalente, en la actitud dirigida a 
la realidad “objetiva”). Tiene las anteojeras del hábito. Como in- 
vestigador solamente ve “naturaleza”. Pero como persona vive 
como todos los demás y se “sabe” constantemente como sujeto 
de su MUNDO CIRCUNDANTE. Vivir como persona es ponerse a sí 
mismo como persona, hallarse en relaciones de conciencia y 
entrar en relaciones con un “mundo circundante”. 

En una consideración más exacta incluso se pondrá de ma- 
nifiesto que aquí no hay dos actitudes con igual derecho y de 
igual orden, o dos apercepciones con derechos completamen- 
te iguales y que se compenetran simultáneamente, sino que la 
actitud naturalista se subordina a la personalista, y adquiere 
cierta independencia mediante una abstracción, o más bien me- 
diante una especie / de olvido de sí mismo del yo personal, 
con lo que ilegítimamente absolutiza a la vez su mundo, la na- 
turaleza, 

Tratemos de hacer claridad aquí. 

Hemos introducido arriba a la persona y sus maneras de 
comportamiento personales como partes integrantes de la Na- 
TURALEZA humana. De hecho, visto de modo naturalista, toda 
conciencia, en general todo vivenciar, está corporalmente fun- 
dado, esto es, por tanto, también el acervo total de lo que 
en las personas constituye intencionalmente el mundo con to- 
das sus propiedades.!!? La persona ve cosas alrededor suyo: 
todas las aprehensiones de cosas, las posiciones de cosas con 
sus componentes de materias y formas noéticas, son algo aní- 
mico (fisio-psíquico). Igualmente, la persona valora la cosa, la 


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/185/ 


230 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 

concibe como algo bello o útil, como prenda de vestir, como 
vaso para beber, etcétera, y ésta está como tal ahí percepti. 
vamente para ella. Las apercepciones que se retrotraen a las 
esteras de la emoción y de la voluntad y todo lo que a ellas per. 
tenece, los sentimientos e impulsos sensibles, !18 los modos de la 
conciencia valorativa y práctica referidos a las cosas, todo ello, en 
la consideración de la naturaleza, pertenece fenomenalmente 
al hombre en cuanto cuerpo animado. E igualmente respecto 
de todos los actos sociales. La socialidad entera le concierne 
al psicólogo, con más generalidad, al investigador de la natu- 
raleza, pero solamente como una suma de cuerpos físicos con 
fundaciones anímicas inherentes, donde, por la vía mediata que 
tales fundaciones prescriben, también se producen causalida- 
des interhumanas: las relaciones causales interfísicas posibilitan 
también, mediante las excitaciones de estímulos distribuidas en 
los cuerpos singulares y los sucesos estesiológicos-anímicos que 
funcionalmente se vinculan inmediatamente a ellas, el surgi- 
miento real de vivencias anímicas de “entendimiento mutuo” y 
en ulterior consecuencia de las vivencias de la CONCIENCIA SO- 
CIAL. Todos éstos son aquí, por ende, facta particulares de la 
naturaleza, no distintos de los demás facta de la percepción y 
del saber, que se presentan a una con el cuerpo y con un con: 
tenido de tal índole que el yo inherente tiene conciencia de 
tales y cuales cosas en cuanto orientadas a él así y asá, aparen- 
tes a él con tales y cuales cualidades sensibles, etc. Así pues, 
los facta de la personalidad en su conjunto se presentan, en esta 
manera de consideración naturalista, precisamente como fac- 
ta de la naturaleza / y reclaman como tales su consideración 
científico-natural. En última instancia, ésta nos lleva obviamen- 
te al dominio de la naturaleza física, y es por ende psico-física 
en el buen sentido primigenio. Los datos anímicos personales 
forman solamente una PARTE de los datos anímicos y en general 
de los datos naturales: desde el punto de vista de la naturaleza, 
todo lo personal es algo subordinado. ?!? 


$ 50. La persona como punto central de un mundo circundante!" 


Abordemos ahora por otro lado la ESENCIA DE LA SUBJETIVIDAD 
PERSONAL CON MÁS DETALLE; traigámosla a que se nos dé intuitiva" 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 231 


mente; familiaricémonos enteramente con ella. Entonces, como 
sa seinsinuó, se hará por sí mismo patente que la actitud en la 
cual vivimos en el mundo personal, como sujetos en el mundo 
de los sujetos, es de hecho una actitud esencialmente distinta 
de la naturalista, y que por ende se requiere de hecho de un 
siro aperceptivo para llegar a tematizar lo personal de modo 
natural. Persigamos, pues, los fenómenos de la personalidad e 
intentemos describirlos. 

Como persona soy lo que soy (y toda otra persona es lo que 
es) en cuanto SUJETO DE UN MUNDO CIRCUNDANTE. Los conceptos 
de yo y mundo circundante están inseparablemente referidos el 
uno al otro. Así, a cada persona le pertenece su mundo circun- 
dante, mientras que a la vez varias personas en comunicación 
unas con otras tienen un mundo circundante común. El mundo 
circundante es el mundo percibido, recordado, intelectualmen- 
te apresado, conjeturado o revelado en cuanto a esto o aquello 
POR LA PERSONA en sus actos, el mundo del cual este yo personal 
es conciente, que está ahí para él, respecto del cual él se com- 
porta así o asá, por ejemplo, experimentando temáticamente 
y teorizando en referencia a las cosas que le son aparentes, o 
sintiendo, estimando valorativamente, actuando, conformando 
técnicamente, etc. Y él se “comporta” respecto de este mundo 
en actos sobre los cuales puede reflexionar, tal como lo hace, 
por ejemplo, cuando toma nota de sí mismo como yo personal, 
asi como cada uno de los otros reflexiona sobre estos mismos 
actos, si bien de una manera correspondientemente modificada 
(reflexión en la empatía), en tanto que capta estos actos como 
actos de la persona respectiva, por ejemplo, siempre que con 
clara comprensión habla de ella precisamente como persona. 
La persona es precisamente una persona que piensa, siente, va- 
lora, aspira, actúa, / y en cada uno de estos actos personales 
está en referencia a algo, a objetos de su MUNDO CIRCUNDANTE, 

Por tanto, la realidad física no es pura y simplemente y en ge- 
neral el mundo circundante actual de cualquier persona, sino 
solamente en la medida en que la persona “sabe” de ella, en la 
medida en que la capta a través de apercepción y posición o la 
ene conciente en su horizonte de existencia como co-dada y 
presta para ser captada —clara o no claramente, determinada o 
indeterminadamente— en tanto que ésta sea precisamente una 


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II 


232 LA CONSTLLUCIÓN DEL MUNDO ESPIRUEGAL 


conciencia ponente, Stno sabe nada de los hallazgos de la físi. 
¿a, emonces el ando con los contenidos de sentido de la física 
NO pertenece susu imuudo civandante actual. (Así misino, hátu. 
valmente, para la estero de ses psicológica en relación con los 
hallazgos de la psicología.) 1% Dicho con toda generalidad, el 
mundo cacundante no es ua mundo "en sí”, sino mundo “para 
nv”, precisamente mundo chcundante be su sujeto-yo, mundo 
experimentado por el, o conciente de algún otro modo, puesto 
en aus vivencias intencionales con un respectivo contenido de 
sentido, Como dl, siempre está en cierta manera en devenir, 
en un constante producirse mediante variaciones de sentido y 
configuraciones de sentido siempre nuevas con sus inherentes 
posiciones y tachaduras. 

El mundo es ante todo, en cuanto a un NÚCLEO, mundo sen: 
siblemente aparente y caracterizado como “ahí delante”, dado 
en simples intuiciones de experiencia y eventualmente captado 
actualmente, Á este mundo de experiencia el yo se halla referi- 
do en actos nuevos, por ejemplo, en actos valorativos, en actos 
de agrado y desagrado. En ellos el objeto es conciente como 
valioso, como agradable, bello, etc., y justo de diferente mane 
ra, por ejemplo, en dación primigenia, donde sobre el soporte 
del representar meramente intuitivo se edifica un valorar, que, 
silo presuponemos,!22 desempeña en la inmediatez de su moti- 
vación viva el papel de una *percepción”-de-valor (en nuestras 
palabras: valicepción) en la cual el carácter de valor está dado 
él mismo de modo primigeniamente intuitivo. Al escuchar el 
sonido de un violín, está dada originariamente la gracia, la be- 
lleza, si el sonido mueve mi emoción de modo primigeniamente 
vivo, y la belleza como tal está primigeniamente dada precisa- 
mente en el medio de este agrado, y así mismo el valor mediato 
del violín como productor de tal sonido, en tanto que lo vemos 
a él mismo al ser tocado y captamos intuitivamente la relación 
causal que / aquí es fundante. Igualmente, está dada inmediata 
y primigeniamente la belleza de su factura exterior, su elegante 
forma, donde las singularidades y enlazamientos que motivan 
el agrado destacan realmente en la unidad de la intuición cons 
tituyente y ejercen su fuerza motivante. La conciencia del valor 
también puede, empero, tener el modo del agrado no origina 
rio y de la valoración de lo grato como tal, ya sin que la emoción 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 233 


sea tocada de modo “primigeniamente” vivo: el análogo de las 
representaciones Oscuras frente a las claras en la esfera de la 
emoción. Cuando, por ejemplo, encuentro a primera vista que 
un violín es “bello”, “una obra de arte”, el agrado es entonces 
un agrado imperfecto, si es que la belleza está ella misma dada. 
Puedo ver el violín y encontrarlo bello sin que mi emoción sea 
“propiamente” excitada de ningún modo. 

Algo similar ocurre con los objetos de los actos del deseo y los 
actos prácticos. Los objetos experimentados, como objetos de 
estesentido de experiencia, estimulan mi deseo o satisfacen ne- 
cesidades en relación con ciertas circunstancias concientemente 
constituidas, por ejemplo, con la necesidad de alimentación 
que con frecuencia se hace sentir de nuevo. Posteriormente 
son aprehensibles como algo que sirve para la satisfacción de 
tales necesidades conforme a esta o aquella propiedad, y enton- 
ces están ahí aprehensivamente como comestibles, como objetos 
útiles de alguna especie: combustibles, azadas, martillos, etc. 
Veo el carbón, por ejemplo, como combustible; lo reconozco, y 
lo reconozco como algo que sirve y que está sirviendo para ca- 
lentar, como apto para producir calor y destinado a ello. — Veo 
que algo se quema o arde; me acerco, de ahí emana calor: eso 
también lo sé experimentalmente, y el objeto está “caliente”, 
aun cuando no sienta yo ningún grado de temperatura. El calor 
es propiedad objetiva que se manifiesta actualmente en la sen- 
sación de calor y las aprehensiones de la emanación de calor 
del objeto, Éste difunde calor, y el calor, como propiedad obje- 
tiva suya, es un calor eventualmente inalterado, siempre igual, 
mientras que yo, acercándome o alejándome, tengo sensacio- 
nes de calor desiguales. Experimento además que el objeto, 
por la fricción o porque le prende fuego un cuerpo que ya está 
quemándose o ardiendo, llega él mismo a arder: es material 
“inflamable” / (primero sin referencia práctica). Ahora puedo 
utilizarlo como combustible; me resulta valioso como posible 
propagador de calor, o me resulta valioso con referencia al he- 
cho de que puedo producir calefacción en una habitación y 
mediante ella sensaciones agradables de calor para mí y para 
otros. Bajo este punto de vista lo aprehendo: yo “puedo utilizar- 
lO para eso”, me es ÚTIL para eso; también otros lo aprehenden 
45, y recibe un valor de uso intersubjetivo; en el conglomerado 


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234 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRTIUAL 


social es estimado y digno de estimación como algo que sirve 
de tal modo, como útil al hombre, etc. Así será ahora “visto” 
de modo inmediato; luego además como una “mercancía” que 
se vende para eso, etcétera. 

"Todos éstos son objetos fundados que de la manera descrita 
se han constituido para el yo aprehensivamente mediante actos 
fundados, y, de nuevo, que están constituidos, ya en una con- 
ciencia originariamente dadora mediante tales actos, o en actos 
que no dan así, en actos plenamente desarrollados o propios o 
en actos impropios. 

Pero si en general se ejecutan actos fundados de esta espe- 
cie, en cualquier modo que sea, entonces los respectivos objetos 
provistos de caracteres de valor, de caracteres de deseo y carac. 
teres prácticos, son de nuevo para el yo objetos de su mundo 
circundante, respecto de los cuales puede comportarse en nue. 
vos actos personales: los valora como más o menos buenos o 
malos, apropiados o inapropiados. El yo les da forma, ahora 
se convierten en sus “engendros”, sus “chapuzas”, y como tales 
ingresan de nuevo en el mundo circundante del yo: son, por 
ejemplo, valorados como obras, acaso a la vez como bellezas; 
eventualmente sirven como piezas de trabajo para nuevos pro- 
ductos, que luego por su parte ejercen una función en tomas 
de posición ulteriores, fundan nuevos estratos de aprehensión, 
nuevas objetivaciones, etc. Por tanto, el sujeto ejecuta siempre ac- 
tos de distinto nivel de toda especie posible, actos de los cuales 
pueden nacer mediante giros apropiados objetivaciones siempre 
nuevas, de niveles siempre superiores. Viviendo en éstas, tiene 
los objetos constituidos del caso precisamente como sus “ob- 

jetos”, que determinarán ahora su comportamiento ulterior y 
que para él mismo son concientes ahí como determinantes. 

Se ve aquí qué sentido fundamentalmente nuevo tiene la re- 
lación del hombre como sujeto personal hacia sus objetivida- 
des!* circunmundanas / frente a la relación natural entre el 
hombre entendido de modo natural (como realidad psicofisica) 
y otras realidades. Específicamente, del objeto físico de la natura- 
leza emanan, se dice, “estímulos”. Se dice que los nervios de los 
sentidos son estimulados por excitaciones físicas. Luego se dice 
también eventualmente que el alma es estimulada: las excitacio- 
nes que se propagan en el sistema nervioso terminan en una 


OPOSICIÓN ENTRE. MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 235 


excitación (inal en el sistema nervioso central, la cual funciona 
por su parte como “estímulo” para el alma y la hace reaccionar 
en la sensación. Pero si nos situamos sobre el suelo de la refe- 
rencia intencional sujeto-objeto, de la referencia entre persona y 
mundo circundante, entonces el concepto de estímulo adquie- 
re un sentido fundamentalmente nuevo. En vez de la relación 
causal entre cosas y hombres como realidades de la naturaleza, 
se presenta la RELACIÓN DE MOTIVACIÓN entre personas y cosas, y 
estas cosas no son las cosas de la naturaleza que existen en sí 
-de la ciencia exacta de la naturaleza con las determinaciones 
queésta hace valer como únicas objetivamente verdaderas—,!2 si. 
no cosas experimentadas, pensadas o ponentemente presuntas 
de alguna otra manera, como tales, objetividades intenciona- 
les de la conciencia personal. Así pues, de las cosas que como 
realmente existentes el yo personal “trae en mientes” conciente- 
mente, como tales, parten “estímulos”. Fenomenológicamente, 
las unidades-cosa (las unidades noemáticas) son puntos de par- 
tida de tendencias más o menos “fuertes”. Ya como concientes, 
pero aún no captadas (rondando en el fondo de la conciencia), 
atraen al sujeto hacia sí, y si la “fuerza estimulante” es suficiente, 
el yo “sigue” el estímulo, “cede” y se vuelve; luego ejerce sobre 
ellas actividades explicitantes, conceptualizantes, teóricamente 
judicativas, valorativas, prácticas. Ahora las cosas, por su ser o 
su modo de estar hechas, por su belleza, su encanto, su utilidad, 
suscitan su interés, excitan su deseo de disfrutarlas, de jugar con 
ellas, de emplearlas como medios, de remodelarlas conforme a 
los propósitos que ha pensado, etc. Funcionan luego en niveles 
siempre nuevos como estímulos para su hacer (o, para no olvi- 
dar lo negativo, para su padecer). Por lo demás, el sujeto de la 
motivación puede tan pronto ceder a los estímulos, tan pronto 
resistirse a ellos —todas éstas son relaciones fenomenológicas 
que solamente en la esfera puramente intencional pueden ser 
halladas y descritas. En un sentido amplísimo podemos / tam- 
bién designar la actitud personal o actitud de motivación como 
la actitud PRÁCTICA: se trata siempre del yo que actúa o padece, 
' justo en el auténtico sentido interno. 


/190/ 


A 


236 LA CONSTITUCION DEL MUNDO ESPIRITUAL 


851. La persona en el conglomerado de personas al 
El sujeto encuentra concientemente en su mundo circundante, 
empero, ho solamente cosas, sino también otros sujetos; los ve 
como personas que actúan en su mundo circundante, determi. 
nadas por sus objetos y siempre de nuevo determinables. En esta 
actitud no se le ocurte en absoluto “meter” el espíritu al cuerpo, 
esto es, considerarlo como algo en el cuerpo, como algo fun- 
dado en él, algo perteneciente con el cuerpo a una realidad; no 
se le ocurre, pues, ejecutar la apercepción real correspondiente 
(la natural). Si lo hacemos, entonces el hombre mismo está 
puesto como una cosa. No se le hace así justicia al espíritu como 
persona, de igual orden que nuestra persona, como miembro 
que es del conglomerado de personas. Funge ahí solamente 
como ser anímico en el sentido de la consideración de la na- 
turaleza, como algo causalmente dependiente del cuerpo en el 
cual aparece injertado. 
“Tratar como meras cosas” a los hombres y los animales tiene 
ciertamente un sentido diferente: un sentido jurídico y moral, 
y por otro lado un sentido científico. Pero ambos tienen algo 
en común. Moral-prácticamente trato a un hombre como mera 
cosa cuando no lo tomo como persona moral, como miembro 
en el conglomerado moral de personas en el que se consti- 
tuye un mundo moral. Igualmente, no trato a un hombre co- 
mo sujeto de derecho cuando no lo tomo como miembro de la 
comunidad de derecho a la que pertenecemos ambos, sino co- 
mo mera cosa, tan sin derecho como una mera cosa. De modo 
enteramente análogo, trato a un hombre TEÓRICAMENTE como 
cosa cuando no lo incluyo en el conglomerado de personas con 
referencia al cual somos nosotros SUJETOS DE UN MUNDO CIRCUN- 
DANTE COMÚN, sino que lo trato como mero anexo de los objetos 
de la naturaleza en cuanto puras cosas y, por tanto, como algo 
cósico él mismo. Esto es legítimo dentro de ciertos límites, y so- 
lamente se vuelve ilegítimo si desconozco que la naturalización 
de personas y almas sólo puede brindar al conocimiento cier- 
tas / relaciones de dependencia de la existencia y la sucesión / 19 
objetivas, que precisamente subsisten entre el mundo de cosas 


5 Cfr. p. 288 y la nota en ella. 


AS 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 237 


natural y los espíritus personales, en la medida en que ambos 
pertenecen a la unidad del mundo espacio-temporal objetivo de 
las realidades; 127 si desconozco que, no obstante, los espíritus ha- 
cen posible y exigen una manera de investigación distinta y más 
significativa, precisamente conforme al hecho de que tienen 
ser suyo-propio como sujetos-yo, y son así indispensables como 
contramiembros para todas las cosidades e investigaciones re- 
lativas a Cosas, y como tales se refieren en su vida intencional al 
mundo en forma de su mundo circundante.!% Quien por todas 
partes ve solamente naturaleza, naturaleza en el sentido y, por 
así decirlo, con los ojos de la ciencia de la naturaleza, es precisa- 
mente ciego para la esfera del espíritu, el dominio peculiar de 
las ciencias del espíritu. No ve personas ni objetos que cobran 
sentido por obras personales —no ve, pues, objetos-de-"cultu- 
ra”; no ve propiamente personas, aunque se ocupe con perso- 
nas en la actitud del psicólogo naturalista. — Pero esto requiere 
aún una exposición más fundamentada. 

En la EXPERIENCIA COMPREHENSIVA DE LA EXISTENCIA DEL OTRO lo 
comprendemos por ende, sin más, como sujeto personal y por 
tanto como referido a objetidades a las que también nosotros esta- 
mos referidos: a tierra y cielo, a campo y bosque, a la habitación 
en la que esta“mos” juntos, a un cuadro que vemos, etc. Esta- 
mos en referencia a un mundo circundante común - estamos 
en un conglomerado personal: una cosa va con la otra. Podría- 
mos no ser personas para otros si no estuviera ante nosotros un 
mundo circundante común, en una comunidad, en un enlaza- 
miento intencional de nuestra vida; dicho correlativamente: lo 
uno se constituye por esencia con lo otro. Cada yo puede, para 
sí y para otro, volverse persona en el sentido normal, persona 
en el conglomerado personal, sólo cuando la comprehensión 
produce la referencia a un mundo circundante común. 

El mundo circundante COMÚN adquiere comunidades de un 
sentido nuevo y de nivel superior mediante los actos de determi- 
nación personal mutua que tienen continuamente lugar sobre 
la base de comprehensiones mutuas. Con estos actos surgen 
posibilidades no solamente para un comportamiento que corre 

/192/ paralelamente y es mutuamente entendido hacia objetos / del 
mundo circundante comunitario como tales, sino también pa- 
ra un comportamiento enlazado-unitario de las personas hacia 


238 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 
tales objetos, un comportamiento en el cual participan en co. 
mún como miembros de un todo enlazado. Las personas no se 
aprehenden comprehensivamente sólo de la manera sin duda 
primera y fundante en la cual el uno comprende la corporalidad 
del otro que pertenece a su mundo circundante, y el sentido es. 
piritual de ésta como cuerpo, interpretando ademanes, gestos, 
palabras habladas como notificación de la vida personal, sino 
también de tal modo que se “determinan uno a otro” y actúan 
en común y no sólo singularmente, actúan, pues, personalmen- 
te enlazados. 

Así como, según lo expuesto antes, las meras cosas físicas 
“motivan”, esto es, ejercen como aparentes, como realidad ex- 
perimentada, estímulos sobre el sujeto de la experiencia, lo “dis- 
ponen” a un comportamiento (lo que fenomenalmente es una 
relación de experiencia inmediata entre un objeto del mundo co- 
mo objeto de la experiencia y un sujeto de la experiencia) —así 
ejercen los hombres unos sobre otros, en igual sentido gene- 
ral, efectos personales “inmediatos”, efectos intuitivos. Tienen 
unos para otros “fuerza motivante”. Pero no producen efec: 
tos meramente como lo hacen las cosas físicas de la experiencia, 
meramente en la forma de estímulos, aunque ocasionalmente 
también así (veo, por ejemplo, a un hombre insoportable y lo 
esquivo, tal como esquivo una cosa repugnante). Pero hay preci- 
samente aún OTRA forma en que las personas producen efectos 

sobre las personas: en su proceder espiritual se DIRIGEN UNAS A 

OTRAS (el yo al otro y a la inversa), ejecutan actos con la intención 

de ser comprendidas por su enfrentante y de determinarlo, en 

su captación comprensiva de estos actos (en cuanto exterioriza- 
dos con esa intención), a ciertas maneras de comportamiento 
personales. A la inversa, el así determinado puede acoger esta 
influencia de buen grado o rechazarla con disgusto, y por el 
hecho de que no solamente se comporta en conformidad con 
ella, sino que mediante la comunicación da a entender su buena 

o mala disposición, determinar a su vez reacciones en quien lo 

determina a él. Se forman así RELACIONES DE INTRACOMPRENSIÓN: 

al hablar le sucede la respuesta; al reclamo teórico, valorativo O 

práctico que uno hace al otro, le sucede el revirarse / por así de- 

cir responsivo, el asentimiento (el estar de acuerdo) o el rechazo 

(el no estar de acuerdo), eventualmente una contrapropuesta, 


y195 


/194/ 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 239 


etc.!2 En estas relaciones de intracomprensión se produce con- 
cientemente una RELACIÓN MUTUA de las personas y a la vez una 
relación unitaria de ellas mismas hacia el mundo circundante 
común. Éste puede ser, por lo demás, no meramente un mundo 
circundante físico y animal (o personal), sino también un mun- 
do circundante ideal, por ejemplo, el “mundo” matemático. El 
mundo circundante respectivo abarca en efecto la totalidad de 
las “objetidades” —incluso las ideales— que “hacen frente” a la 
persona (a cada una de las personas en comunicación unas con 
otras) como concientemente las mismas, y a las cuales ella reac- 
ciona en sus maneras de comportamiento intencionales. 

130 AL MUNDO CIRCUNDANTE que se CONSTITUYE en el experimen- 
tar a otros, en el recíproco entendimiento y EN LA INTRACOMPREN- 
sión, lo designamos como COMUNICATIVO. Según su esencia, es 
relativo a personas que se hallan ellas mismas en él y lo hallan 
como su enfrentante. Esto vale, por tanto, respecto de él así co- 
mo respecto del “mundo circundante egoísta” de la persona 
pensada en aislamiento, esto es, de la persona que, en su refe- 
rencia al mundo circundante, está pensada abstractivamente de 
tal modo que no comporta relaciones de intracomprensión con 
otras personas (ninguna referencia del conglomerado social). 
Hablando idealiter, toda persona tiene, en el interior de su mun- 
do circundante comunicativo, su mundo circundante egoísta, en 
tanto que puede “hacer abstracción” de todas las relaciones de 
intracomprensión y de las apercepciones fundadas en ellas, o 
más bien, puede pensar éstas separadas. En este sentido hay por 
ende “desprendibilidad unilateral” de un mundo circundante 
en relación con el otro, y el mundo circundante egoísta com- 
pone un núcleo esencial del comunicativo, de tal suerte, pues, 
que es preciso primero un proceso abstractivo a partir de éste 
para que el primero haya de venir a destacarse. 

Si pensamos en un sujeto meramente aislado, y por tan- 
to también en su mero mundo circundante egoísta extraido 
abstractivamente,?*! entonces éste obtiene a la postre, cuando 
suprimimos la abstracción,?*2 nuevos estratos intencionales al 


presentarse relaciones de intracomprensión; se constituye el 
conglomerado de personas y el mundo comunicativo relativo a 
él, Su mundo circundante, que no sólo es mundo en torno, ex- 
terno, sino que comprende en él al conglomerado mismo. / 


9.40 LA CONS TELUCIÓN DEL MUNDO FSPIRFTUAL 


Hay que poner aquí atención en que así como a un mundo 
cucundante egosta pueden ya pertenecer personas, asía un 
mundo cicuadante comunicativo pueden pertenecer personas 
extracomunicativas, lo que aquí quiere decir: personas que es- 
tan tuera del respectivo onglomerado social de personas, Las 
personas que pertenecen al conglomerado social están dadas 
unas a otras como “a IMPAÑNEROS”, 110 COMO OBJELOS, SINO COMO 
ANTESEJELOS" que viven y tratan unos “con” Otros, que están re- 
teridos unos a otros, actual o potencialmente, en actos de amor 
y amor condigno, de odio y odio condigno, de confianza y con: 
fianza condigna, etcótera. 

Según lo antes expuesto, entre los actos de la comprensión 
unilateral de la vida de yo ajena, los actos de la RELACIÓN 
SOCIAL RECÍPROCA son particularmente señalados. No basta que 
los otros sean comprendidos como personas, y que quien com: 
prende se comporte así y asá unilateralmente hacia los otros o se 
atenga a ellos; para ello no necesitaría haber ninguna intracom- 
prensión con los otros. Pero ésta es justamente la cuestión. La 
socialidad se constituye mediante los ACTOS ESPECÍFICAMENTE SO- 
CIALES, COMUNICATIVOS, actos en los cuales el yo se vuelve a otros, 
y estos otros también le están concientes al yo como aquellos a 
quienes se vuelve y quienes además comprenden este volverse, 
eventualmente se atienen a él en su comportamiento, se vuel- 
ven a su vez en actos de consonancia o discrepancia, etc. Estos 
actos son los que, entre personas que ya “saben” unas de otras, 
producen una unidad de conciencia superior e incluyen en ésta 
el mundo de cosas en torno como mundo circundante común 
de las personas que toman posición; y en esta inclusión aper- 
ceptiva también el mundo físico tiene carácter social; es mundo 
que tiene significado espiritual. 

Hasta aquí hemos tomado muy ESTRECHAMENTE el concepto 
de MUNDO CIRCUNDANTE, como mundo de lo enfrentante de un yo 
personal o de un yo que está en el conglomerado comunicativo, 
el cual abarca todas las objetividades y está constituido para él 
MEDIANTE SUS “EXPERIENCIAS”, mediante sus experiencias cósicas, 
axiológicas, prácticas (en las cuales, por ende, también entran 


* Juego de palabras en el original entre “Gegenstánde” (aquí “objetos”, 
literalmente, “antepuestos” o "contraestantes”) y “Gegensubjekte”. 


Es 


s, 
ps 


4 


¿l 
Fe 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 241 


aprehensiones axiológicas y prácticas). Este mundo circundante 
es, como ya se dijo antes (p. 185 s.), un mundo que se altera 
constantemente con el progreso de la experiencia actual, de la 
actividad actual del / sujeto en la experiencia natural, en el 
pensar teórico, en el valorar, querer, crear, en el configurar ob- 
jetos siempre nuevos, etcétera. 

Para cada individuo personal se constituye, empero, UN MUN- 
DO CIRCUNDANTE CON HORIZONTE ABIERTO, que abarca objetidades 
que, en el nexo con la marcha de su constitución actual de 
objetos circunmundanos (cosas, objetos de valor, etc.), PODRÍAN ul- 
teriormente ofrecerse y, en circunstancias dadas, se OFRECERÍAN. 
Las experiencias actualmente ejecutadas motivan posibilidades 
para nuevas experiencias; los objetos para el sujeto son expe- 
rimentados por él como objetos que tienen su existencia, sus 
órdenes de ser, sus dependencias, todo lo cual puede ser perse- 
guido. Los sujetos en comunicación unos con otros pertenecen 
unos para otros, recíprocamente, al mundo circundante, que es 
relativo al yo que en cada caso mira en torno suyo y constituye 
su mundo circundante. Y, merced a la conciencia de sí mismo y 
a la posibilidad del múltiple comportamiento dirigido a sí mis- 
mo, este mismo yo pertenece a su propio mundo circundante: 
el sujeto es “SUJETO-OBJETO”. Por otro lado se constituye en el 
conglomerado intersubjetivo un MUNDO ÚNICO, en el cual hay ni- 
veles: los sujetos en comunicación unos con otros constituyen 
unidades personales de nivel superior, cuya suma total, hasta 
donde se extienden los lazos personales reales y posibles, com- 
pone el mundo de las SUBJETIVIDADES SOCIALES. De este mundo 
de las subjetividades sociales hay que distinguir el que es corre- 
lativo e inseparable de él: el mundo PaRa estas subjetividades, 
el MUNDO DE LAS objetidades SOCIALES, como nosotros decimos. 

Aquí por tanto SE REQUIEREN DIFERENTES FORMACIONES DE CONCEP- 
TOS. Primero distinguimos arriba un SUJETO Y SU MUNDO CIRCUN- 
DANTE. Tuvimos luego también que diferenciar un CONGLOMERA- 
DO DE SUJETOS Y SU MUNDO CIRCUNDANTE, con lo cual el sujeto, en 
cuanto objetivable y objetivado para sí mismo, pertenece a la vez 
asu mundo circundante.!31 Por tanto, no nos basta con aquella 
distinción, por necesaria que sea. Para un círculo de amigos, 
para una asociación, su “mundo externo” es el mundo restante 
entero, por ende los restantes espíritus, comunidades espiritua- 


/195/ 


/196/ 


LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL, 


les, las cosas físicas, incluso los / objetos de la cultura, las ciencias 
las artes, Cn tanto que precisamente son objetos de sus intereses, 
de sus ocupaciones, etc. Al mundo circundante de un círculo 
semejante y en general de una subjetividad social (de un conglo. 
merado de sujetos constituido comunicativamente) pertenece, 
una vez más, esta subjetividad misma, en la medida en que ella 
también puede llegar a ser objeto para sí misma en la referencia 
retrospectiva del conglomerado a sí mismo, así como también 
cada sujeto singular del mismo puede llegar a ser objeto. En con- 
secuencia es útil distinguir, tanto en el sujeto singular como en 
un conglomerado de sujetos (como subjetividad social), entre 
MUNDO CIRCUNDANTE EN SENTIDO PLENO y mundo circundante en el 
sentido de MUNDO EXTERNO, el último de los cuales excluye, por 
ende, al sujeto objetivado. 

Ahora se trata, empero, de REUNIR en una a TODAS LAS OBJETIDA- 
DES SOCIALES (con el caso límite del individuo aislado idealmente 
posible) que están en comunicación unas con otras. Aquí hay 
que advertir que la IDEA DE COMUNICACIÓN se extiende patente- 
mente del sujeto personal singular TAMBIÉN A conglomerados 
SOCIALES de sujetos, los cuales exhiben unidades personales de 
nivel superior. Todas estas unidades, hasta donde alcanza su 
comunicación fácticamente producida, o conforme a su propio 
horizonte indeterminadamente abierto de comunicación sus- 
ceptible de ser producida, no constituyen solamente una CoLEC 
CIÓN de subjetividades sociales, sino que se reúnen para formar 
una subjetividad social más o menos íntimamente organizada, 
que tiene su enfrentante común en un mundo circundante o 
mundo externo, en un mundo que es PARa ella. Si es un mun: 
do circundante que ya no contiene sujetos (sujetos que estén 
por tanto en el dominio prácticamente posible de una comu: 
nicación actual susceptible de producirse, como los eventuales 
hombres en Marte, y los que como éstos estén abiertos en cuanto 
a su realidad), 1% sino meros objetos, entonces éstos ciertamente 
son, sin embargo, objetos para las personas enlazadas y las uni- 
dades personales superiores, objetos que cualquier subjetividad 
semejante puede hallar en Su mundo circundante, y justo de tal 
modo que también cualquier “compañero” podría hallarlos en 
el suyo. Este PODER co-pertenece esencialmente como potencia 
lidad ¿deal al sentido del mundo circundante. Se constituye a la 


¡q___ _—_— A a TT AT 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 243 


vez la idea del mundo como MUNDO DEL ESPÍRITU en la forma de la 
suma total de los sujetos sociales de nivel inferior o superior (e 
incluimos aquí a la persona singular como caso límite cero de la 
subjetividad social) que están unos con otros en comunicación 
actual, o en parte actual y en parte potencial, / a una con la /197/ 
inherente suma total de las objetidades sociales. Para cada suje- 
to que de esta manera es miembro de un conglomerado social 
total, se constituye uno y el mismo mundo de espíritus, aunque 
aprehendido y puesto desde el “punto de vista” de este sujeto 
con un sentido aprehensivo correspondiente (es decir, cambian- 
te de sujeto a sujeto): una multitud enlazada de sujetos, de 
espiritus singulares y comunidades espirituales, referidos a un 
mundo de cosas, un mundo de “objetos”, esto es, una realidad! 
que no es espíritu, sino realidad PARA el espíritu, y que, por 
otro lado, sin embargo, en cuanto realidad para el espíritu, está 
siempre también espiritualizada, es ESPIRITUALMENTE SIGNIFICATI- 
va, portadora en sí de sentido espiritual y siempre dispuesta a 
recibir nuevos sentidos espirituales." 


Este mundo de cosas es en el nivel inferior la naturaleza ma- 
terial intersubjetiva como campo común de la experiencia real 
y posible de los espíritus individuales, de los singulares y los 
que están en mancomunidad experimentante. Á él pertenecen 
todos los cuerpos individuales. Con la experiencia sensible se 
enlazan los sentimientos e impulsos sensibles. — En el nivel su- 
perior esta naturaleza entra en consideración como campo de 
acciones teóricas, axiológicas y prácticas, de actividades de los 
espíritus en sus diferentes niveles de socialidad. La naturaleza 
se convierte en el dominio de las ciencias de la naturaleza, en el 
campo de las valoraciones estéticas o del trabajo práctico real 
O posible, de un trabajo que, por su lado, puede tener fines 
científicos, estéticos, éticos o de otra índole. La subjetividad 
individual o social (social en el nivel respectivo) pone los fines; 
ésta es también la que coordina los medios y caminos con los 
fines, con lo cual luego fines, medios y caminos pueden a su 
vez acabar en productos de la valoración individual y social, 
desatar nuevas reacciones espirituales, determinar nuevas posi- 
ciones de fines, etc. Nacen apercepciones de diferentes niveles, 


* Para el siguiente párrafo, cfr. Anexo V, p. 315. 


/198/ 


244 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


en lo cual hay que prestar particular atención a que los objetos 
respectivos pueden ser apercibidos COMO objetos de valoracio. 
nes posibles o conjeturales, de posiciones de fines o de medios. 

Si miramos más detenidamente, entonces hay que distinguir 
además: 

1. el MUNDO CIRCUNDANTE O MUNDO EXTERNO DEL ESPÍRITU COMÚN, 
Es el mundo de las objetividades intersubjetivamente consti. 
tuidas, de espíritus, de comunidades espirituales, de cosidades 
espiritualizadas y meras cosas de la naturaleza, objetivida- 
des que todo sujeto perteneciente al conglomerado de la co- 
munidad puede, a su manera, desde su punto de vista, traer a 
darse, y a la vez puede reconocer mediante mutuo entendimien: 
to que las dadas a él y a sus compañeros son una y la misma; 

2. LA ESFERA MERAMENTE SUBJETIVA DEL SUJETO SINGULAR. Éste tie- 
ne un entorno que de manera primigenia es MERAMENTE el suyo, 
que por tanto no puede estar DADO ORIGINARIAMENTE A NINGÚN 
OTRO. En la comunidad comunicativa ve cada uno lo que yo 
veo, oye cada uno lo que yo oigo, O PUEDE ver y oír lo mismo, Ex- 
perimentamos las mismas cosas y procesos, experimentamos los 
animales y hombres que están ante nosotros, les vemos a ellos 
la misma vida interior, etc. Y, sin embargo, cada uno tiene sus 
apariciones exclusivamente propias, cada uno tiene sus viven: 
cias exclusivamente propias. Éstas las experimenta solamente él 
en su mismidad “en persona”, de modo enteramente originario. 
En cierta manera experimento yo también (y en esto hay dación 
de sí mismo) las vivencias del otro: en la medida en que la empa- 
tía (comprehensio) ejecutada a una con la experiencia originaria 
del cuerpo es en verdad una especie de representación, pero 
funda, sin embargo, el carácter de la co-existencia “en perso- 
na”. En tal medida tenemos por ende experiencia, percepción. 
Pero esta co-existencia (“APRESENCIA” en el sentido anteriormen- 
te indicado)? no puede por principio convertirse en existencia 
originaria inmediata (protopresencia). Lo peculiar de la empa- 
tía es que remite a una conciencia-cuerpo-espíritu originaria, 
pero como conciencia que yo mismo no puedo ejecutar origí: 
nariamente, yo, que no soy el otro y solamente funjo para él 
como un análogo que comprende. 


d Cfr. p. 162 s. ($44). 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 245 


Tropezamos aquí con una distinción ideal que obviamente 
también es significativa desde el punto de vista de la génesis 
constitutiva, a saber, la distinción entre la “idea” 


l. de la SUBJETIVIDAD PRESOCIAL, de la subjetividad que aún no /199/ 
presupone empatía alguna. Esta subjetividad sólo conoce:!37 


a) EXPERIENCIA INTERNA, que es absolutamente originaria y no 
contiene ningún elemento de la representación, de un cabo a 
otro captación “en persona” sin co-captación, salvo en forma de 
“horizontes”, 


b) EXPERIENCIA EXTERNA, por completo solamente experiencia 
de tal co-posición (“aprehensión” o “apresentación”),138 la cual 
puede ser saldada en transiciones a experiencias “en persona”; 


2. de la SUBJETIVIDAD SOCIAL, del mundo del espíritu común. 
Aquí tenemos experiencia de otros sujetos así como de sus vidas 
interiores; experiencia en la que vienen a dársenos su carácter, 
sus propiedades; experiencia de las formas comunitarias, co- 
sidades comunitarias, objetos espirituales. La experiencia com- 
prende aquí por todas partes un momento de representación 
mediante empatía, la cual jamás puede ser saldada mediante la 
presentación inmediata. Al mundo de los sujetos sociales perte- 
necen también los sujetos en cuanto objetos, y también los actos 
(vivencias) de estos sujetos, sus apariciones, etc. Éstos vienen a 
percepción originaria (presentación) solamente para los suje- 
tos a los cuales son inherentes. Vienen a percepción PURAMENTE 
originaria pero solamente como datos “inmanentes”, no como 
fragmentos integrantes del mundo intersubjetivo con el tiempo 
intersubjetivo, de la realización intersubjetiva, como inherentes 
a la corporalidad espacial y por ello a la espacialidad de la na- 
turaleza. Lo objetivo (es decir, lo intersubjetivo), se distingue 
siempre por la manera de darse en dos grupos: 


1. lo que el sujeto personal (el miembro del mundo comuni- 
cativo) puede inmediatamente experimentar ORIGINARIAMENTE 
SEGÚN SU PROPIO CONTENIDO, así le sean inherentes también una 
forma de inserción o forma de realidad, como digo mejor, que 
pertenezca a su objetividad intersubjetiva. Aquí se cuentan todas 
las vivencias del sujeto y también el sujeto para sí mismo, en 


Ni NI 


/200/ 


246 LA CONSTITUCIÓN DEI. MUNDO ESPIRITUA1. 
cuanto objeto “interiormente” perceptible y realmente apercih;. 
do, en cuanto sujeto-objeto. 


2. lo que el sujeto personal en verdad experimenta, pero ex. 
perimenta SÓLO MEDIATAMENTE, en tanto que, sobre la base de 
lo experimentado real y / perceptivamente o lo perceptible en 
experiencia progresiva, experimenta un COpresente que no es 
perceptible, que no puede saldarse en sus percepciones, esto es, 
según su propio contenido de ser. Á mí mismo puedo experi- 
mentarme “directamente”, y eS SOLAMENTE MI FORMA DE REALIDAD 
INTERSUBJETIVA lo que por principio no puedo experimentar; 
para ello requiero de los medios de la empatía. Puedo expe- 
rimentar a otros, pero solamente mediante empatía; sólo ellos 
mismos pueden experimentar sus propios contenidos mediante 
percepción originaria. Igualmente: mis vivencias me están di- 
rectamente dadas, las vivencias según su contenido propio. Pero 
las vivencias de otros son experimentables por mí sólo mediata- 
empáticamente. Por ello, empero, tampoco ninguna de mis 
vivencias es directamente experimentable como fragmento in- 
tegrante del “mundo” (de la esfera de realidad espacio-temporal 
objetiva); la forma de realidad (la de la objetividad intersubjetiva) 
no es una forma inmanente. 


APÉNDICE!?? 


En la “EXPERIENCIA SOCIAL” nos son dadas las objetividades sociales. 
¿Qué es experiencia social? Puedo “comprender” lo que es un matri- 
monio en tanto que puedo empatizarme en un matrimonio con plena 
claridad si yo mismo he ingresado a un matrimonio, si he pasado por 
él y ahora lo capto según su esencia. (Esto sería “percepción”.) Lo 
así “dado” puedo ahora representármelo intuitivamente modificado; 
puedo producir formas de alteración intuitivas del matrimonio y, con- 
forme a ello, captar en esencia diversas diferencias de “matrimonio”, 
y así tengo, por ejemplo, el material para valoraciones comparativas. 
Otro ejemplo: la amistad. Estoy en relación amistosa con otro. La 
amistad puede no ser una amistad “ideal”; puedo empero modificar 
la representación intuitiva, lo que exige que pueda traer intuitivamente 
a validez maneras de motivación que dado el caso no son las eficaces 
o las predominante y regularmente eficaces, y para ello, por ejemplo. 
desconectar estas o aquellas maneras de motivación egoístas o repre: 
sentármelas desconectadas, y luego perseguir las modificaciones que 


A E, 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 247 


preceden esencialmente a la formación social ideal. Así mismo puedo 
aclararme esencialmente una asociación. Parto, digamos, de una aso- 
ciación de estudiantes en la cual había tomado parte vivamente, en la 
cual había participado como miembro íntima y activamente. Lo mis- 
mo el municipio: alcanzo la más plena comprensión como ciudadano 
activamente participante, viviendo todas las actividades cívicas perte- 
necientes al territorio del municipio, conociendo la constitución del 
municipio, y no sólo en forma verbal, consultando acerca del estatuto 
del municipio y acerca de los usos y costumbres que corresponden a 
esta esfera, o instruyéndome mediante los relatos de otro, sino expli- 
cándome el “sentido” de todo ello, haciéndome intuitivas las leyes en 
su aplicación a la praxis y conforme a su función para la regulación 
de la misma, y trayéndome así su “esencia” a claridad más plena. Si 
no puedo hacerlo omnilateralmente, entonces basta en todo caso con 
que lo haga en algunos casos ejemplares. 


$ 52. Multiplicidades de aparición subjetivas y cosas objetivas /201/ 


A la segunda clase de objetos pertenece la infinitud entera de las 
APARICIONES de las cosas, de las cosas de la naturaleza física inter- 
subjetivamente constituida. Esta naturaleza aparece a cada uno, 
pero a cada uno, como ya se mencionó, de una manera distin- 
ta por principio. Cada uno tiene sus apariciones de cosas; en el 
mejor de los casos uno puede tener, intercambiando las circuns- 
tancias subjetivas del experimentar, apariciones iguales a las 
que el otro ha tenido antes; pero diferentes sujetos en el mismo 
punto temporal del tiempo intersubjetivo (“objetivo”) nunca pue- 
den tener las mismas apariciones. En la medida en que un sujeto 
pertenece al mundo circundante del otro, también el acervo de 
las apariciones actuales del uno pertenece obviamente al mun- 
do circundante del otro. Pero solamente en esa medida. Así 
sucede con TODA multiplicidad de fenómenos constituyentes, 
en los cuales para cada sujeto se constituye una realidad idénti- 
ca se constituye como idéntica, como objeto intersubjetivo del 
mundo de la comunidad gracias a las intracomprensiones que 
la unifican y que posibilitan actos de identificación intersubje- 
tiva (actuales o potenciales, por lo demás). Á éstos pertenecen 
por ende todos los esquemas sensibles, matizaciones, materias 
sensibles, de los que hablamos al ocuparnos de la constitución 
de la cosa: son ESPECÍFICAMENTE “SUBJETIVOS”. 


VU NN A: 


248 LA CONSTITUCIÓN DEL, MUNDO ESPIRITUAL 


Aquí uno podría proseguir de inmediato y decir que lo mis. 
mo vale, como se comprende de suyo y con más razón, para 
los caracteres de aprehensión aperceptivos y finalmente para la 
corriente de conciencia en su totalidad. Sin embargo, no hay 
que pasar por alto la diferencia esencial. En la corriente de las 
vivencias subjetivas se manifiesta el sujeto como personalidad 
real: las vivencias son a la vez sus estados. Por el contrario, en 
los esquemas sensibles, en las apariciones subjetivas de cosas, 
no se manifiesta el sujeto, sino que se manifiestan sus cosas cir. 
cunmundanas. Ciertamente, las apariciones no son estados de 
las cosas mismas, pues también los estados de las cosas se mani- 
fiestan antes que nada en apariciones. Que éstas no son estados 
del sujeto resulta claro por el hecho de que son trascendentes 
respecto de los estados reales de éste, respecto de las vivencias, 
Esto no es nuevo para nosotros; en ello se muestra precisamente 

/202/ la manera fundamentalmente diferente / como se constituyen 
el sujeto real y los objetos reales: esto vale tanto para el sujeto aní- 
mico como para el personal, lo que se verá con plena nitidez 
tan pronto como hayamos determinado la relación de ambos. 

Si retomamos lo que antes (p. 151 s.) hemos establecido sobre 
el sujeto y el mundo de objetos que le es dado, entonces vemos 
que el mundo circundante cósico de la persona, en cada caso 
intuido o intuitivo, coincide con el mundo tal como aparecía 
al sujeto solipsista: cosas que, aparentes en multiplicidades de 
matizaciones, se agrupan en el espacio alrededor de un aquí 
central. 

Otros sujetos que se hallan frente a mí y que yo, comprendién- 
dolos, aprehendo como tales, pueden tener dadas las mismas 
cosas en las mismas determinaciones, pero sus multiplicidades 
actuales de apariciones no son por principio las mismas. Cada 
uno tiene su “aquí”, y éste es distinto que el mío para el mis- 
mo ahora fenomenal. Cada uno tiene su cuerpo fenomenal, sus 
movimientos corporales subjetivos. Cada uno puede en verdad 
convertir en su aquí los mismos lugares en el espacio intersubje- 
tivamente identificable (el espacio común del entorno) que YO 
acabo de convertir en mi aquí uno después de otro; pero para 
cada punto del tiempo concebido de modo intersubjetivamente 
idéntico, mi aquí y el suyo están separados. 


, 


AA 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 249 


Es preciso todavía mostrar que hablar del “espacio intersub- 
jerivo” y el “tiempo intersubjetivo” tiene aquí su justificación. 
Vimos antes que lo anímico experimenta temporalización y lo- 
calización y en virtud de ello se vuelve naturaleza en el sentido 
ampliado. Pero INCLUSO COMO ESPÍRITU, aprehendiéndome y po- 
niéndome a mí y a otros no como naturaleza, ME ENCUENTRO A 
MÍ Y A OTROS EN El. MUNDO ESPACIAL Y TEMPORAL. 110 

Yo soy ahora y fui antes y seré después. Simultáneamente, 
en el mismo tiempo (en el tiempo objetivo, ciertamente), son 
los otros; sus actos y los míos tienen, los unos respecto de los 
otros, puesto temporal según la simultaneidad, según el antes y 
el después, y este tiempo es el mismo que el tiempo de nuestro 
mundo circundante. 

Algo similar sucede respecto del espacio. Todo está referi- 
do al aquí que es mi aquí. Yo, la persona, estoy en el espacio 
en este sitio. Los otros están allá, donde están sus cuerpos. / /203/ 
Van a pasear, hacen una visita, etc., con lo cual ciertamente 
sus espíritus cambian con los cuerpos sus sitios en el espacio, 
en el espacio del mundo circundante objetivo uno. Los puestos 
locales son medidos y determinados como cualesquiera otros 
puestos espaciales; y por lo que toca a los temporales, son medi- 
dos por relojes, por cronómetros de toda índole, aparatos que 
ciertamente tienen su significado científico-natural. Y toda me- 
dición semejante nos remonta a ciertas mediciones espaciales 
que pueden llevarse a cabo en la naturaleza física, en conexión 
con sucesos espaciales periódicos en el mundo físico. 

Según ello parece ciertamente no haber ninguna diferencia 
esencial entre la aprehensión científico-natural y la científico- 
espiritual de lo espiritual. 

A ello hay que responder: toda persona tiene como tal (por 
esencia) su mundo circundante, en primer lugar su mundo de 
aparición subjetivo y luego, por referencia al nexo de personas, 
a la vez una referencia al mundo circundante objetivo común, 
respecto del cual el mundo circundante subjetivo es una mera 
aparición. A cada yo personal pertenece la dación de un mundo 
circundante físico con su orientación determinada, y cada uno 
tiene su centro, desde el cual percibe las cosas; tiene su cuerpo 
como cosa central alrededor de la cual, en la medida en que 
abarca el centro, se disponen y se exhiben en su orientación 


/204/ 


250 LA CONSUTUCIÓN DEL. MUNDO ESPIRITUAL 


todas las otras cosas que le aparecen, El mundo es ahí, junto 
con el cuerpo, enfrentante del yo, entorno del mismo, dado a 
él en todo momento en una manera de aparición perteneciente 
especificamente a él. “Yo estoy aquí” no significa: yo soy objeto 
de la naturaleza. 

Yo, el hombre como objeto de la naturaleza, soy cuerpo cor- 
poral, y el cuerpo corporal es —considerado egoísta-subjetiva- 
mente— objeto de mi entorno en el “aquí” y está, considerado 
objetivamente, en el lugar del espacio objetivo que se exhibe en 
el aquí subjetivo, Más aún: en general este cuerpo es en to. 
do y por todo en primer lugar objeto de mi entorno, y por 
otro lado, en cuanto a todo lo que él es en "verdad objetiva”, 
cosa en la naturaleza objetiva (la de la ciencia de la naturale. 
za). Este cuerpo corporal objetivo no es aún el hombre, sino en 
primeras portador de un estrato de ser estesiológico y corporal- 
anímico, y este todo es ahora el objeto del mundo circundante 
COMÚN PARa todos los sujetos referidos al mismo que investigan 
científico-naturalmente.**! / Todo hombre ajeno está conce: 
bido como naturaleza de manera todavía más directa, en la 
actitud científico-natural ejecutada por mí y por todos los suje- 
tos que investigan la naturaleza, actitud en la cual la naturaleza 
pertenece a mi entorno espiritual —pero no por ello estoy ahí 
en actitud científico-espiritual (personal), puesto que precisa" 
mente no tengo ahí la personalidad y su mundo circundante 
como esfera temática.1* En esta actitud el hombre ajeno está 
constituido como ser fundado que tiene su espacialidad y tem- 
poralidad mediante el cuerpo fundante. 

Pero si estoy en la actitud científico-espiritual, en la cual el 
espíritu ajeno está temáticamente puesto como espíritu y no co- 
mo fundado en el cuerpo físico (no como realidad fundante de 
la realidad total del hombre de la historia natural, del ser 200- 
lógico), entonces este cuerpo corporal, como todo lo que no es 
espíritu, es mundo cósico en torno; es una cosa que tiene signi: 
ficado espiritual, que sirve a un ser espiritual, a una persona y Su 
comportamiento espiritual, como EXPRESIÓN, como órgano, etc. 
El espíritu, aunque no está aquí aprehendido como naturaleza, 
tiene, sin embargo, por ello una coordinación con el cuerpo Y 
por ella con una parte objetiva del espacio. El espacio del mun- 
do en torno, junto con las cosas que le son inherentes, es en 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 251 


todo momento objetivable como espacio científico-natural, co- 
mo espacio de la naturaleza científico-natural: a la esencia de 
la situación pertenece en efecto la posibilidad de la actitud y 
la investigación de la naturaleza naturales y científico-naturales. 
Así, por ende, también al espíritu, que es él mismo naturalizable 
de la manera determinadamente precisada, le está coordinado 
“su” lugar, su alejamiento de otras cosas del entorno, etc. El es- 
píritu, el hombre como miembro del mundo humano personal, 
no tiene un lugar tal como tienen un lugar las cosas (ni siquiera 
en el sentido secundario, en el cual tiene un lugar un cuerpo 
fundado en la cosidad y un hombre fundado al modo de la his- 
toria natural); sino que decir que tiene un lugar quiere decir 
que está en constante referencia funcional a un cuerpo, el cual 
por su lado tiene su lugar en el mundo en torno y en la deter- 
minación científica de este mundo como mundo físico, un lugar 
eventualmente determinable con instrumentos físicos. 

Igualmente por lo que respecta al rIÉmPO. Las diferentes per- 
sonas tienen su diferente tiempo subjetivo en la medida en que 
los sujetos singulares (en tanto que ninguna empatía esté aún 
temáticamente ejecutada y no esté temáticamente / producido 
el conglomerado personal, en el cual la persona como tal se 
ha constituido)!** tienen por su lado!** su temporalidad en el 
curso de su conciencia. Cada presentación del yo puro tiene su 
sitio en este tiempo; cada acto del yo tiene en él su extensión 
temporal. Pero también todas las unidades constituidas tienen 
su tiempo, y pertenece a la esencia de la constitución de uni- 
dades de la aparición que se constituyan como temporales, de 
tal suerte que el tiempo egoístico-trascendente constituido esté 
(por esencia) en relación con el tiempo de las vivencias cons- 
tituyentes, y a la vez de tal modo que corran hacia allá y hacia 
acá de determinada manera relaciones de lo simultáneo, de lo 
anterior y lo posterior. La cosa-aparición que se constituye pri- 
mariamente, la unidad intuitiva-sensorial, se halla ahí, respecto 
de su duración, como simultánea con la continuidad de la per- 
cepción y su duración noética. 

Esto se transfiere a todas las unidades que se constituyen in- 
tersubjetivamente en tanto que, a priori, el tiempo objetivo y el 
tiempo subjetivo (mi tiempo inmanente y mi espacio-tiempo) 
son un único orden de tiempo: en los espacio-tiempos subje- 


/205/ 


/206/ 


LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


tivos en cuanto “apariciones”, en cierto modo se exhibe, “apa- 
rece” el tiempo objetivo, siempre que la aparición sea en este 
respecto una aparición válida. Esta temporalización y locali 
zación del espíritu es algo esencialmente distinto que la de la 
"introyección” (cfr. p. 190 s.). 

Así pues, en un ahora que como presente intersubjetivo es 
IDÉNTICO para los diferentes sujetos que están en entendimiento 
mutuo, no pueden tener ellos el mismo “aquí” (el mismo pre. 
sente espacial intersubjetivo) y tampoco las mismas apariciones, 
El índice de esta situación fenomenológica es la incompenetra- 
bilidad de los diferentes cuerpos simultáneos como tales. Dos 
cuerpos pueden estar objetivamente enlazados, “amalgamados” 
como una cosa, pero fusionarse en una cosa no crea un cuerpo 
que llene la misma duración temporal, un aquí, un espacio de 
orientación fenomenal, y la identidad de las apariciones de co- 
sa respecto del mundo de cosas del entorno de ambos sujetos. 
Las apariciones de dos sujetos no pueden confluir en apari- 
ciones idénticas como las apariciones ópticas de los dos ojos. 
Diferentes sujetos tienen, por ende, objetidades fenomenales que 
en el tiempo intersubjetivo fenomenal están necesariamente / 
separadas y por principio no son jamás de igual consistencia 
esencial.1% A ambos pueden en verdad aparecerles actualmen- 
te las mismas cosas, pero las apariciones, estas cosas “en su modo 
de aparición respectivo”, en sus contexturas subjetivas del relie- 
ve, de la orientación, de las coloraciones que se exhiben justo 
así, etc., son distintas —solamente que hay relaciones de inter- 
cambio según las cuales la misma cosa que me estaba dada ahora 
en cierto modo de aparición, en la efusión del tiempo intersub- 
jetivo puede INMEDIATAMENTE DESPUÉS estar dada también al otro 
en un modo completamente igual, y a la inversa. Obviamen- 
te, en otra referencia, la intercambiabilidad está por esencia 
excluida; el aquí central al que están referidos los modos de 
aparición y que confiere individuación a su contenido esencial 
concreto en el ahora inherente, no es intercambiable, y tampo 
co son intercambiables los fenómenos individuales, como €n 
general nada subjetivo en su individualidad. Así, por ejemplo, 
también el “yo me muevo”, que es mío propio, de este yo, y C0- 
mo tal nunca puede serle “empatizado” a otro yo. Lo que a éste 
le es intracomprendido no es mi yo, sino precisamente su yo; nO 


A | 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 253 


mis, sino sus subjetividades en vivencias, modos de aparición 
“subjetivos”, etcétera. 

Diferentes sujetos describen los objetos de su mundo circun- 
dante sobre la base de las apariciones de cada cual; en la medida 
en que los sujetos que están en posible comunicación tengan, 
si no también iguales apariciones actuales, sí iguales grupos de 
apariciones (a saber, apariciones perceptivas reales y motivada- 
mente posibles), de suerte que con el mero intercambio de sus 
puestos en el espacio las apariciones de un sujeto tendrían que 
mudarse en iguales apariciones del otro, en esa medida también 
las cosas aparentes son las mismas para los diferentes sujetos y 
pueden ser descritas por ellos de la misma manera. Sabemos ya 
que cierta igualdad de las multiplicidades de aparición enteras 
es condición de posibilidad de la comprensión mutua, y que por 
ello las diferencias solamente son posibles en ciertas direccio- 
nes. Tales diferencias se ponen de manifiesto en el intercambio 
de las descripciones; sobre la base de la concordancia intersub- 
jetiva de la experiencia se destaca la discordancia, y solamente 
así puede llegar a ser conocida. 

De ahí parten las líneas de las diferencias posibles y conocidas 
de / las personas humanas “NORMALES” frente a las ANORMALES: /207/ 
una normalidad que está referida a una multitud de personas 
de un conglomerado en comunicación, que en término me- 
dio, con regularidad preponderante!* están en conformidad 
en sus experiencias y por consiguiente en las enunciaciones de 
experiencia, frente a otras personas del mismo conglomerado 
que hacen enunciaciones acerca de su mundo circundante que 
se desvían en direcciones de descripción singulares, y son por 
ende aprehendidas por aquéllas, en la comprehensión, como 
personas que experimentan las mismas cosas de otra manera, 
no realizable empíricamente por quien entienda en el marco 
de la motivación respectiva. Además parten de aquí las líneas 
hacia la constitución de la objetividad Física de la cosa en la inves- 
tigación intersubjetiva de la naturaleza. Aquella objetividad que 
se constituye intuitivamente para los sujetos singulares y que 
viene a expresión en sus enunciaciones descriptivas, e incluso 
aquella que se constituye como correlato de una comunidad 
de personas que se estiman mutuamente como normales, va- 
le ahora ella misma como mera “aparición” de una objetividad 


_—— 


/208/ 


254 LA CONSTTTUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


“verdadera”; la naturaleza común de la experiencia intuitiva, 
solamente como “aparición” de una naturaleza en sí esencial. 
mente inintuitiva, una naturaleza determinable intersubjetiva y 
hasta teóricamente, pero no directamente experimentable, por 
ende no propiamente descriptible, no determinable mediante 
conceptos de experiencia inmediatos. Dicho en giros cartesia- 
nos: se distingue la naturaleza de la imaginación de la natu- 
raleza de una intelección pura, y en ello prescindimos de que 
desde Kant esta naturaleza de la teoría científico-natural suele 
a su vez tomarse como aparición de un “en sí” incognoscible, 
metafísico problemático. Pero todas estas maneras de expre- 
sión esconden anticipaciones muy peligrosas, que ante todo no 
pueden ser tomadas al costo.!*” — Toda conformidad de los su- 
jetos de la comunidad respecto de los predicados de aparición 
de los objetos individual e interindividualmente aparentes, vale 
como factum contingente; en cambio, su conformidad respecto 
de todas las determinaciones objetivas (físicas) que se ponen de 
manifiesto en el pensamiento experimental racional, vale como 
necesaria. A esto se añade además el hecho de que por medio 
de estos conocimientos de la naturaleza teóricos objetivos, todas 
las diferencias / y conformidades reales y posibles de los suje- 
tos en sus fenómenos (los componentes cósicos inmediatamente 
experimentados) pueden ser “explicadas”, o sea, cognoscibles 
ellas mismas a su vez como necesarias, tomando en cuenta la 
organización corporal y anímica de los mismos sujetos, la cual 
es también objetivamente explorable. 

Así, felizmente, hemos ido a parar de nuevo a la ciencia de la 
naturaleza, en primer lugar a la de la naturaleza física y luego 
a la ciencia de la naturaleza en general. Las diferencias —que 
resaltan en la intracomprensión intersubjetiva— de las “imáge- 
nes del mundo”, esto es, de los mundos de cosas empíricamente 
intuitivos que pese a la discrepancia de su contenido se acre: 
ditan en la comprensión intersubjetiva como experiencias DEL 
mundo, de uno y el mismo mundo, y <la> imposibilidad que 
de ahí resulta de llegar sobre la base de la experiencia real a 
juicios incondicionalmente válidos sobre este mundo, '* vuel: 
ven obligada la investigación teórica en forma de la ciencia de 
la naturaleza. Ésta trae a conocimiento la naturaleza “objetiva”, 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 255 


la cual por su lado pertenece ahora al mundo circundante del 
espíritu de la comunidad. 


$53. La relación entre la consideración de la naturaleza y la consi- 
deración del espíritu 


Es tiempo ahora de detenernos a reflexipnar. Sentimos aquí 
una dificultad incómoda, cierta tensión entre la naturaleza que 
estaba al principio y la naturaleza que surgió para nosotros 
ahora en el nexo de la comunidad. Partimos de la actitud na- 
turalista (científico-natural) en la que la naturaleza viene a la 
dación y al conocimiento teórico como naturaleza física, cor- 
poral, anímica. Este mundo considerado naturalistamente no 
es ciertamente EL mundo. Más bien: predado está el mundo en 
cuanto mundo cotidiano y en su interior surge para el hombre 
el interés teórico y las ciencias referidas al mundo, entre ellas, 
bajo el ideal de las verdades en sí, la ciencia de la naturaleza. 
— El mundo predado se explora en primer término en cuanto 
a La naturaleza. Luego toca el turno a los animales, ante todo 
los hombres. Y aquí lo primero es precisamente: investigarlos 
en cuanto sujetos-yo. Se retorna a su vida. Ésta es determina- 
ble inductivamente —en cuanto individualmente fáctica, como 
la persona misma—, en el mundo espacial por lo que a su sitio 
respecta, sólo de manera psicofísica. Sea como fuere, tenemos 
una / serie de investigaciones psicofísicas. Pero precisamente 
esto no es todo.!1%9 — Éste es el mundo “objetivo” uno, con el 
espacio uno, el tiempo uno, en el cual “todo” se ubica —incluso 
las personas que en unidad con los cuerpos conducen su vi- 
da personal. Hacer consideraciones, reflexionar, dar razón del 
mundo en esta actitud, quiere decir ejecutar de antemano preci- 
samente la posición teórica de la “naturaleza”, y al aproximarse 
a algo dado cualquiera éste adquiere inclusión en la naturale- 
za, la persona, por ejemplo, es eo ¿pso aprehendida como ente 
natural, como anexo corporal.!%0 

Nos adentramos luego en la esencia del ser personal como 
ser de personas y para personas. Ejecutamos un fragmento de 
vida personal actual, o nos fantaseamos muy vivamente en uno 
de esos fragmentos, incluso nos empatizamos en la vida per- 
soral de algún otro, y entonces describimos en algunos pasos 


/209/ 


/210/ 


256 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 
la correlación entre el sujeto personal y el mundo circundante 
personal. Observamos cómo las personas entraban en relacio. 
nes personales, cómo se constituían conglomerados personales 
como objetividades peculiares de nivel superior, cómo nacía 
un mundo del espíritu como mundo de la comunidad inter. 
subjetiva, y cómo frente a él se destacaba un mundo particu. 
lar para cada sujeto personal: cómo cada uno encuentra como 
suyas multiplicidades sin fin de apariciones, y así en general 
objetividades!5! exclusivamente inherentes a él. Así pues, cada 
uno se halla, o, dirigiendo adecuadamente la mirada, puede en 
todo momento hallarse, como SUJETO, esto es, COMO PORTADOR DE 
UN MUNDO MERAMENTE SUBJETIVO que por principio no puede ser 
el mismo para ningún otro sujeto, o más bien como portador de 
una manera de aparición subjetiva DEL mundo, O UNA APARICIÓN 
del mundo, en la cual, sin embargo, precisamente aparece real. 
mente el mismo mundo.!%? Y en este contraste, con referencia 
a la relación entre aparición y lo objetivo aparente, tropezamos 
de nuevo con la naturaleza y la ciencia de la naturaleza: la natu- 
raleza ahora como una objetividad que se constituye en el nexo 
del mundo personal, esto es, como idénticamente la misma que 
todos los miembros racionales de la comunidad, los reales o 
incluso los que posiblemente ingresen a ella, experimentan con- 
cordantemente como existente, y que en nivel superior hay que 
poner de relieve en / las actividades científico-experimentales, 
en las formaciones predicativas que se llaman verdad y ciencia. 
Parece que aquí caímos en un círculo vicioso. Pues si al comien- 
zo pusimos la naturaleza pura y simplemente, de la manera en 
que lo hace todo investigador de la naturaleza y quienquiera 
que esté en actitud naturalista, y apresamos a los hombres co- 
mo realidades que tienen un PLUS sobre su corporalidad física, 
entonces las personas eran objetos de la naturaleza subordina- 
dos, fragmentos integrantes de la naturaleza. Pero al ir en busca 
de la esencia de la personalidad, la naturaleza se exhibió como 
algo que se constituye en el conglomerado intersubjetivo de las 
personas, por tanto como algo que lo presupone. 

¿Cómo vamos a poder encontrar aquí el camino? Dije arriba 
que el sumergirse en la personalidad y su mundo circundante 
nos pone por sí mismo en una nueva actitud, una actitud esen: 
cialmente distinta de la naturalista, por ejemplo la del investi- 


OPOSICIÓN ENTRE MUNDO NATURALISTA Y PERSONALISTA 257 


gador de la naturaleza. Intentemos obtener claridad acerca de 
la contraposición de estas actitudes. 

Cambio de actitud no quiere decir otra cosa que: transición 
temática de una dirección de la aprehensión a otra, a la cual 
corresponden correlativamente objetividades diferentes. Para 
nosotros aquí se trata de cambios radicales de esa índole, de 
transiciones a aprehensiones de tipo fenomenológico funda- 
mentalmente diferente. Por tanto, nuestra cuestión es si aquí 
comparecen tales diferencias de la aprehensión, y por ende de 
la “experiencia”, en correspondencia con las cuales los nóemas 
con sus objetividades noemáticas (las experimentadas “como ta- 
les”) son fundamentalmente diferentes; o, con referencia a los 
nexos de la acreditación experimental posible y el conocimiento 
de experiencia que ha de basarse en ella, si los objetos de ambos 
lados pertenecen a “regiones” fundamentalmente diferentes. 
¿Se trata realmente de dos mundos, de la “naturaleza” por un 
lado, el mundo del espíritu por el otro, separados ambos por 
cardinales diferencias de ser? Esto no necesita significar, y no 
debe hacerlo tampoco, que ambos mundos no tienen nada que 
ver uno con el otro, que sus sentidos no establecen referencias 
esenciales entre ellos. Conocemos, en efecto, otras diferen- 
cias cardinales de “mundos”, que sin embargo están mediadas 
por referencias de sentido y de esencia. Podríamos mencionar la 
relación del mundo de las ideas y el mundo de la experiencia o 
la relación del / “mundo” de la conciencia pura, fenomenológi- 
camente reducida, con el mundo de las unidades trascendentes 
constituidas en él; o la del mundo de las cosas como aparicio- 
nes (las cosas de las cualidades “secundarias”) y el mundo de las 
cosas físicas. Todas estas diferencias están en conexión con di- 
ferencias cardinales de “actitud”, con especies de aprehensión 
o de experiencia fundamentalmente diferentes, y las objetivi- 
dades correlativas, por fundamentalmente diferentes que sean, 
están sin embargo mediadas por referencias de sentido que ya 
resaltan en las designaciones: las cosas como apariciones son 
precisamente apariciones de las cosas de la física, la conciencia 
pura es constituyente para estas O aquellas unidades constitui- 
das, y así sucesivamente. 15 

Ahora bien, por lo que atañe a la actitud cuyo correlato es la 
naturaleza (el mundo de las realidades en la espacio-temporali- 


/211/ 


5 


258 LA CONS HU TUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


dad objetiva y de la causalidad que impera en los cambios que 
tienen lugar en 0, solamente necesitamos recordarla, pues 
la hemos estudiado con suficiente profundidad, Aquí se experi 
menta, en lo mas bajo, la munuraleza material (física), y fundada 
en ella estalla experiencia del ser corporal y anmico. Lo es. 
tesiológico y anímico es “anexo”” del cuerpo físico, localizado 
en len un sentido ampliado, alcanzando a través de él puesto 
espacial objetivo e inserción en el tienpo de la naturaleza, De 
esta suerte aprehendemos, por ende, a todo hombre eventual. 
mente como “naturaleza”, poniendo en su cuerpo propiedades 
anímicas, psicolísicamente dependientes; e igualmente a noso- 
tros mismos, si eso queremos, aunque ello tiene sus apreciables 
dificultades, Que clase de dificultades son éstas, se verá níti- 
damente por sí mismo cuando pasemos ahora a la actitud v la 
experiencia personalistas. 


es E 


* Anexo significa: coexistir regulado, y la regulación del cambio 
“causalidad”, una causalidad inductiva. 


CAPÍTULO SEGUNDO 


LA MOTIVACIÓN COMO LEY FUNDAMENTAL DEL 
MUNDO ESPIRITUAL 


$54. El yo en la inspectio suit! 

En esta actitud me tomo simplemente a mí mismo como el que 
usualmente / me tomo a mí mismo al decir: “yo”, y esto en un 
"yo pienso” cualquiera (yo estoy convencido, yo dudo, yo creo 
posible, yo amo, yo me alegro, yo quiero, etcétera). No se trata 
en absoluto de que yo miente o encuentre ahí a mí y a mi cogito 
como algo en el cuerpo, como fundado y localizado en él como 
anexo. Más bien a la inversa: el cuerpo es MI cuerpo, y es mío 
ante todo como mi enfrentante, mi OBJETO, como la casa es mi 
objeto, algo que miro o puedo mirar, algo que toco y puedo to- 
car, etc.; “mío”, pero no fragmento integrante del yo, por tanto 
dado a mí mediante múltiples percepciones concordantemen- 
te sintéticas que yo ejecuto como sujeto, y en cuanto a lo no 
percibido por mí, “co-dado” a mí precisamente mediante estas 
percepciones: las percepciones posibles están motivadas de ma» 
nera regulada por las percepciones actuales. Ciertamente, en 
el cuerpo encuentro localizado el estrato de la sensación, y en 
éste el placer sensible y el dolor sensible; pero con ello solamen- 
te se muestra que este estrato no pertenece al dominio de lo 
propiamente yoico; como el cuerpo en general, así todo “No-yo” 
que lo compone como objeto está frente al yo y solamente es 
inherente al yo a la manera del enfrentante, precisamente como 
objeto existente!*? de sus experiencias. Toda objetividad cósica 


2 Cfr. Anexo Vi, p. 316 s.; además, para éste y el siguiente $, los $$ 4-11 
de la primera sección. 


/212/ 


1213/ 


260 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 
de mi experiencia es de esta manera inherente-al-yo: tiene un 
carácter de subjetividad en la medida en que es experimentada 
por el yo y por tanto existente para é1,157 en la medida en que es 
blanco de su atención, sustrato de sus actos teóricos, afectivos 
y prácticos, etcétera, 

Ahora bien, el yo también puede ciertamente reflexionar so- 
bre sus experiencias, sobre las direcciones de su mirada, sobre 
sus actos valorativos o volitivos, y entonces también éstos son 
objetivos y están frente a él. Pero la diferencia salta a la vista: 
éstos no son ajenos al yo, sino yoicos ellos mismos; son ACTUACIO. 
NES (ACTOS), ESTADOS DEL YO MISMO; no son meramente inherentes 
al yo en calidad de algo experimentado o de algo pensado; no 
son meros correlatos de identidad de lo que primaria y primi- 
geniamente es yoico, subjetivo. 

El cuerpo tiene ciertamente sus virtudes particulares frente 
a otras cosas, y por mor de ellas es “subjetivo” en un sentido 
señalado, a saber, como portador de los campos sensoriales, 
como / órgano de movimientos libres, es decir, como órgano 
de la voluntad, como portador del centro y de las direcciones 
fundamentales de la orientación espacial; pero todo ello son 
YOIDADES MERCED A LAS YOIDADES PRIMIGENIAS. Así como los obje- 
tos son objetos PARA el yo, son su entorno mundano, gracias 
a sus aprehensiones, posiciones de experiencia, etc. (a saber, 
como unidades dadas ahí en el modo de “existentes”), así tam- 
bién este cuerpo es MI cuerpo, y justamente también mío en el 
sentido particular palpable, porque yo ya soy y en cierta ma- 
nera le confiero a él las virtudes particulares; por ejemplo, 
el centro de la orientación pertenece al contenido noemáti- 
co de mi percepción-de-cosa-cuerpo como tal, y en la posición 
de experiencia pertenece a la objetividad intuitivamente cons 
tituida cuerpo, esto es, a un nivel de apariciones que ya €5 
aparición constituida. Ella es, por tanto, merced al yo (o a la 
intuición yoica originaria) —lo que naturalmente no quiere de- 
cir: por el caprichoso arbitrio del yo.? 

Encontramos, pues, COMO LO PRIMIGENIA Y ESPECÍFICA MENTE SUB 

JETIVO AL. YO EN SENTIDO PROPIO, el yo de la “libertad”, el que presta 


b Cfr. Anexo VII, p. 318 ss. 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL. DEL MUNDO ESPIRITUAL 261 


atención, Considera, compara, distingue, juzga, valora, es atraí- 
do, repelido, se aficiona, se fastidia, desea y quiere: el Yo que es 
en todo sentido “ACTIVO”, QUE TOMA POSICIÓN. Pero éste es sola- 
mente uno de los lados. Frente al activo está el yo PASIVO, y el yo 
es siempre, donde es activo, a la vez pasivo, tanto en el sentido 
de afectivo como de receptivo —lo que desde luego no excluye 
que pueda también ser meramente pasivo; “RECEPTIVIDAD” es, 
desde luego, según el sentido, una expresión que ENCIERRA un 
NIVEL ÍNFIMO DE ACTIVIDAD, si no también la auténtica libertad de 
la toma de posición activa. Subjetivo en el sentido primigenio 
es también el yo “pasivo” (en un segundo sentido) en cuanto El. 
YO DE LAS “TENDENCIAS”, que experimenta estímulos de las cosas 
y las apariciones, es atraído y meramente cede al tirón. Subje- 
tivos son también los “EsraDos” del yo, estados de tristeza, de 
alborozo, el deseo pasivo, la renuncia en cuanto estado. El “ser 
afectado” como por lo que proviene de una noticia / es subje- /214/ 
tivo desde el objeto; “reaccionar” ante ello, rebelarse ante ello, 
contenerse, es subjetivo desde el sujeto. 

De lo propiamente subjetivo, del yo mismo y su comporta- 
miento —tanto el activo como el pasivo—, tememos ahora que 
distinguir por un lado lo objetivo, FRENTE a lo cual el yo se 
comporta activa O pacientemente, y por otro lado el SOPORTE 
“MATERIAL” sobre el cual se edifica este comportamiento. Pues, 
en toda vida de conciencia, el estrato de las tomas de posición, 
de los actos en general, se edifica sobre estratos inferiores. Po- 
demos aquí enlazar con lo anteriormente dicho ($$ 4-10). Los 
objetos del mundo circundante, frente a los cuales el yo actúa en 
sus tomas de posición, por los cuales está motivado, están to- 
dos ellos constituidos primigeniamente en actos de este yo. Los 
bienes, obras, objetos de uso, etc., remiten a actos valorativos y 
prácticos en los cuales las “meras cosas” recibieron este nuevo 
estrato de ser. Si prescindimos de estos estratos de ser, nos ve- 
mos llevados a la “naturaleza” como el dominio de las meras 
cosas, y luego más atrás a las síntesis de diferentes niveles en 
las cuales el yo actúa como constituyente de la naturaleza. Re- 
corriendo hacia atrás los estratos de la constitución de la cosa, 
llegamos finalmente a los datos de sensación como protoobje- 
tos primitivos últimos que no están ya constituidos por ninguna 
actividad del yo, sino que son, en el sentido más estricto, PRE- 


OD gg 


/215/ 


262 LA CONSTITUCIÓN DLL. MUNDO ESPIRITUAL. 
DACIONES para toda actuación del yo. Son “subjetivos”, pero no 
ACTOS O ESTADOS DEL YO, sino TENENCIAS que se imponen At yo, 
los primeros “HABERES SUBJETIVOS” del yo. Pero ya vimos ante. 
riormente que todo lo que primigeniamente se constituye en 
actos espontáneos del yo, se vuelve en cuanto constituido “ha. 
ber” del yo y predación para nuevos actos del yo: así las “cosas 
de los sentidos” de diferentes niveles para las síntesis superio- 
res respectivas, los objetos de la naturaleza intuitivos plenamente 
constituidos para la actividad teórico-científica, para el compor- 
tamiento valorativo y práctico, etcétera. 

Tenemos por ende que diferenciar: 

1) un ser subjetivo como ser y comportamiento del yo: el 
sujeto y sus actos o estados; actividades y pasividades; 

2) un ser subjetivo como SER PARA El. SUJETO: €l HABER del yo, 
consistente en el material de la sensación y la totalidad de los 
objetos que se constituyen para el sujeto en el curso de su géne- 
sis. A ello pertenece también el yo- hombre propiamente dicho 
que aparece como miembro de la naturaleza, pero también ya 
la UNIDAD CORPORAL-ANÍMICA constituida solipsistamente y presu- 
puesta para aquél, e incluso también la corporalidad somática, 
en tanto que se constituye en actitud interna: aunque ésta —a 
semejanza del material de la sensación— tiene una particular 
inherencia al yo y no es “enfrentante” del yo de la misma mane- 
ra que el mundo externo constituido y sus apariciones. De lo 
dado en actitud interna, queda entonces solamente el SUJETO DE 
LA INTENCIONALIDAD, de los actos, COMO LO SUBJETIVO EN EL. SENTIDO 
PRIMIGENIO Y PROPIO. 


$55 El yo espiritual en su comportamiento hacia el mundo cir 
cundante 


Este yo de la intencionalidad está referido en el cogito a su mun- 
do circundante y en especial a su mundo circundante real, por 
ejemplo, a las cosas y hombres que experimenta. Esta referencia 
no es inmediatamente UNA REFERENCIA REAL, SINO UNA REFERENCIA 
INTENCIONAL a algo real. Hay por ende una diferencia: 1) esta 
REFERENCIA INTENCIONAL: tengo el objeto dado, lo tengo dado en 
cuanto así y asá aparente; en un giro de la mirada adecuado 


1.A MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL. DEL MUNDO ESPIRITUAL 263 
tengo dada la aparición del objeto; tengo la aparición, pero es- 
toy atento al objeto, o por otro lado: estoy atento a ella, etcétera. 

9) La REFERENCIA REAL: el objeto C está en referencia real-causal 
a mí, al yo-hombre, o sea, en primer lugar al cuerpo que se 
llama mi cuerpo, etc. La referencia real se suprime cuando la 
cosa no existe: la referencia intencional permanece. Que en 
cada caso, cuando el objeto existe, corre “paralelamente” a la 
referencia intencional una real, esto es, que en tal caso desde el 
objeto (de la realidad real) se dilatan en el espacio vibraciones, 
alcanzan mis órganos sensoriales, etc., y a estos procesos se 
enlaza mi experiencia, eso es un factum psicofísico. Pero no 
radica en la / referencia intencional misma, que nada padece 
por la no-realidad del objeto, sino que cuando mucho se altera 
por su conciencia de la no-realidad. 

Consideremos las relaciones del sujeto hacia su MUNDO CIR- 
CUNDANTE en cuanto EL mundo PUESTO POR ÉL, al cual pueden 
pertenecer no meramente realidades, sino también, por ejemplo, 
espectros, y lo tomamos de nuevo ante todo como sujeto único, 
como solipsista: hallamos entonces una plétora de referencias 
entre los objetos puestos y el SUJETO “ESPIRITUAL”, como llama- 
mos ahora al sujeto de la intencionalidad, las cuales son, en 
el sentido designado, referencias entre lo puesto como realidad 
y el yo ponente, pero no referencias reales, sino REFERENCIAS DE: 
SUJETO-OBJETO. A ellas pertenecen referencias DE LA “CAUSALIDAD” 
SUBJETIVO-OBJETIVA, una causalidad que no es causalidad real, sino 
que tiene un sentido completamente propio: el de la CAUSALI- 
DAD DE MOTIVACIÓN. Los objetos experimentados del mundo cir- 
cundante son tan pronto atendidos, tan pronto no, y si lo son, 
ejercen entonces un “ESTÍMULO” mayor o menor, “despiertan” un 
interés y gracias a este interés una tendencia a volverse, y esta 
tendencia se desahoga libremente en el volverse o se desaho- 
ga sólo tras haber debilitado o superado tendencias opuestas, 
etc. Todo ello ocurre ENTRE EL YO Y EL OBJETO INTENCIONAL. El 06- 
jeto ejerce un estímulo, eventualmente gracias a su manera de 
aparecer, que es muy agradable. “El mismo” objeto puede serme 
dado en una manera de aparecer desagradable, y yo experimen- 
to el estímulo de cambiar adecuadamente mi posición, mover 
los ojos, etc. Y ahí está ahora la aparición agradable; el telos del 
movimiento fue alcanzado. Aquí entran de nuevo en considera- 


/216/ 


—— 


1217/ 


264 LA CONSTEFUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


ción los movimientos del cuerpo y de los ojos no Como procesos 
reales de la naturaleza, sino que me está peculiarmente presen- 
te un dominio de libres posibilidades de movimiento, y al “yy 
PUEDO” le sigue, conforme a los estímulos y tendencias impe- 
rantes, un “yo hago”. Correlativamente, el fin tiene el carácter 
de una meta. El objeto me estimula merced a sus PROPIEDADES 
EXPERIMENTADAS: no las físicas, de las cuales no necesito saber 
nada, y si sé de ellas, entonces ellas no necesitarían en verdad 
ser. Me estimula (en el interior de la intencionalidad de la / 
experiencia o de un saber de experiencia indirecto gracias a las 
propiedades atribuidas a él correlativamente) a comer. Es un 
bien de la clase de los alimentos. Me dispongo entonces a co- 
merlo. Ésta es una nueva especie de “efecto” subjetivo-objetivo, 
El objeto tiene contexturas de valor y es “experimentado” con 
ellas, apercibido como objeto de valor. Yo me ocupo de él, él 
ejerce sobre mí estímulos para que me ocupe de él; yo lo con- 
templo: cómo se comporta como objeto de tal índole, cómo se 
acreditan estas nuevas propiedades que no son propiedades de 
la naturaleza, cómo se determinan con más precisión, etc. Pero 
yo no soy solamente un sujeto que valora, sino también un suje- 
to que quiere, y me verifico como tal no solamente como sujeto 
de las experiencias de valor y del pensamiento que juzga, etc., 
en esta referencia; puedo también transformar creativamente 
estas cosas, utilizarlas actualmente para los fines para los cuales 
sirven, etc. Ellas también acreditan ahí su existencia como na- 
turaleza en cierto nivel inferior intuitivo. En caso contrario, no 
son nada, ya no me determinan o motivan en esta referencia; 
eventualmente, empero, actúan sobre mí los objetos ilusorios 
como tales, los noemata en su tachadura, a su manera, como 
antes a la suya los noemata en su carácter de ser protodóxico. 1% 

Tenemos ahí la RELACIÓN DEL REACCIONAR ANTE ALGO, experi: 
mentar estímulos por ello, estar motivado por ello en un sen- 
tido determinado. Soy motivado a volverme, a volverme con 
atención, con agrado; experimento el estímulo de la belleza. 
Algo me recuerda a otra cosa similar; la similitud me estimula 
a la comparación y la diferenciación. Algo fragmentariamen- 
te visto me determina a levantarme e ir hacia allá. El mal aire 
en la habitación (que yo experimento como tal) me estimula 
a abrir la ventana. Siempre tenemos ahí el “PADECER POR ALGO”, 


1.A MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


265 


ser PASIVAMENTE determinado por algo, y REACCIONAR ANTE ELLO 
ACTIVAMENTE, pasar a un hacer, y este hacer tiene una META. Aquí 
se incluye todo elaborar, transformar objetos físicos, pero tam- 
bién todo “yo muevo” (la mano, el pie, etc.) e igualmente “yo 
golpeo”, yo empujo, yo jalo, yo le opongo resistencia a una 
cosa, etc. Ciertamente el ocurrir del movimiento MECÁNICO de 
mi mano y su efecto mecánico sobre la bola “golpeada” es un 
proceso físico-real. Igualmente, el / objeto “este hombre”, “este 
animal”, es según su “alma” partícipe en este ocurrir, y su “yo 
muevo la mano, el pie” es un proceso psicofísicamente entrela- 
zado, que en el nexo de la realidad psicofísica puede explicarse 
real-causalmente. Pero AQUÍ no tenemos delante este proceso psi- 
cofísico real, sino la relación intencional: yo, el sujeto, muevo la 
mano, y lo que eso es en la manera de consideración subjetiva, 
excluye toda apelación a los procesos cerebrales, a los proce- 
sos nerviosos, etc., y lo mismo para el “yo golpeo la piedra”. 
El miembro corporal mano que concientemente APARECE asi y 
asá, es como tal sustrato del “yo muevo”, es objeto para el sujeto 
y, por así decirlo, TEMA de su libertad, de su libre hacer, y en 
el golpear es el medio “mediante el cual” la cosa, que también 
me es dada intencionalmente, puede llegar a ser y llega a ser 
“tema” del golpear (del “yo golpeo”). 

Así pues, como es patente, a la relación intencional entre el 
SUJETO y el OBJETO TEMÁTICO pertenece esencialmente el CoGITo 
que define el objeto temático (objeto para mí, para este yo) o la 
relación temática: es objeto ahí aparente, percibido, recordado, 
representado en vacío, pensado conceptualmente, etc. La tesis 
de ser (la de la experiencia, del pensar, etc.) puede ser falsa: la 
cosa no existe; se dice entonces en mi subsiguiente juicio crítico 
o en el de algún otro: en realidad no golpeo nada, no bailo, 
no salto. Pero la evidencia (la vivencia evidente) del “yo padez- 
co” o “hago”, del “yo me muevo” no es afectada por ello, no 
es suprimida. (Puede decirse que también el “yo golpeo”, “yo 
bailo” y similares es un cogito, solamente que de tal índole que 
co-encierra en sí una tesis-de-trascendencia, y también alberga 
en sí en esta forma mixta el “ego sum”.) El mundo es MI MUNDO 
CIRCUNDANTE —esto es, no el mundo físico, sino el mundo temá- 
tico de mi y nuestra vida intencional (y además lo conciente 


219/ 


2066 LA CONSTLUTUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


extratemático, co-afectante y accesible a mis posiciones temáti. 
cas, mi horizonte temiitico), 159 

Este mundo circundante es eventualmente, o alberga en sí, 
Mi MUNDO CIRCUNDANTE TEÓRICO; más nítidamente: este mundo 
circundante puede para mí, el sujeto real, no para mí, el hom. 
bre, ofrecer temas teóricos absolutamente por todas partes, / 
y yo puedo, explorando teóricamente los nexos de la realidad, 
llegar a practicar la ciencia de la naturaleza. Partiendo en bus. 
ca de lo real o poniendo de relieve la realidad real, alcanzo la 
"verdadera naturaleza”, que se manifiesta como apariciones en 
las cosas dadas del mundo circundante. Aquí está comprendido 
también que me erija a mí mismo y a mi vida anímica en objeto, 
que persiga los nexos corporales-anímicos y me explore a mí, el 
hombre, como realidad entre realidades; pero entonces la cien- 
cia de la naturaleza y el ser científico-naturalmente verdadero 
es determinación que pertenece a mi mundo circundante y que 
se presenta ella misma en su vasto ámbito, !% 

El mundo circundante puede luego ser para mí TEMA DE LA TÉC. 
NICA CIENTÍFICO-NATURAL, tema, en general, DE CONFIGURACIONES 
PRÁCTICAS con referencia a valoraciones y posiciones de fines. 
Practico entonces la técnica, el arte, etc. En ello puedo poner 
y aceptar valores, y en vista de ello ver y encontrar valores de- 
rivados, valores-medios, contemplar fines como fines últimos, 
ponderarlos en la conciencia hipotético-práctica, elegirlos, y 
luego acogerlos en la praxis real y coordinar medios posibles 
con estos fines. Pero puedo también juzgar acerca de valo- 
res, plantear finalmente cuestiones últimas de valor y de fines 
y practicar así TEORÍA DE LOS VALORES, teOría DE LA PRAXIS RACIONAL, 
teoría DE La RAZÓN. 

Damos así un vistazo al campo de los hechos-de-yo propios. 
El yo es siempre SUJETO DE INTENCIONALIDADES, y en ello radica: un 
nóema y un objeto noemático está inmanentemente constituido 
(“apercepción”), un objeto es hecho conciente, y en particular: 
un objeto puesto como existente, que es conciente en su cómo, 
entra en una referencia “intencional” al sujeto en un nuevo sen- 
tido: el sujeto SE COMPORTA hacia el objeto, y el objeto ESTIMULA. 
MOTIVA al sujeto. El sujeto es sujeto de un padecer o de un es 
tar activo, pasivo O activo en referencia a los objetos que están 
noemáticamente ante él, y correlativamente tenemos “EFECTOS” 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEI. MUNDO ESPIRITUAL 267 


EN El SUJETO que parten DE LOS OBJETOS. El objeto “se impone al 
sujeto”, ejerce sobre él estímulos (estímulos teóricos, estéticos, 
prácticos), quiere en cierto modo ser objeto del volverse, toca 
a / la puerta de la conciencia en un sentido específico (a saber, /220/ 
el del volverse), atrae; el sujeto es atraído, hasta que finalmente 

el objeto es atendido. O atrae prácticamente, quiere en cierto 

modo ser agarrado, invita al disfrute, etc. Hay un sinnúmero 

de tales referencias y un sinnúmero de estratos noemáticos que 

el objeto adopta con estos actos de volverse, los cuales se super- 

ponen sobre el nóema primigenio, en las cosas sobre el puro 

nóema de cosa. 


$56. La motivación como ley fundamental de la vida espiritual 


Vemos por ende que bajo el YO ESPIRITUAL O PERSONAL hay que 
comprender el sujeto de la intencionalidad y que La MOTIVACIÓN 
es La LEY DE LA VIDA ESPIRITUAL. Qué es la motivación, ciertamente 
requiere todavía una investigación más detallada. 


a) Motivación de razón!*! 
Fijemos primero la vista en el modo y manera como, por ejem- 
plo, las percepciones y similares motivan juicios, cómo los jui- 
cios se legitiman y rectifican mediante experiencias, es decir, 
cómo la atribución de un predicado se confirma en el expe- 
rimentar concordante del mismo, cómo en el conflicto con el 
experimentar se motiva la negación tachadora, o cómo el juzgar 
está motivado en el inferir por otro juzgar, pero también, de una 
manera enteramente distinta, cómo están motivados los juicios 
por afectos y los afectos por juicios, cómo están motivadas las 
conjeturas o preguntas, cómo los sentimientos, los deseos, las 
voliciones, etc. —en breve: la motivación de tomas de posición 
por tomas de posición (para lo cual siempre están presupuestas 
ciertas “motivaciones absolutas”: algo me agrada en sí, “por 
mor de sí mismo”, y similares, sin importar que en el interior 
de las motivaciones impere la razón o no). 

Sin embargo, la razón no debe por ello ser excluida, en tanto 
que precisamente existe el caso señalado de la motivación de ra- 
zón, de las motivaciones en el marco de la evidencia, las cuales, 


PARRA 


268 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


cuando imperan en pureza, producen unidades de conciencia 
constitutivas de nivel superior con correlatos de la región “ser 
verdadero” en el sentido más amplio, Aquí se incluye en particu. 
lar todo / ejemplo de fundamentación lógica. Así que tenemos 
que diferenciar: 1) Motivaciones de actos activos por actos ac. 
tivos en la esfera que se halla bajo normas de razón. Aquí la 
diferencia es entre la motivación del yo y la motivación de los 
actos. 2) Otras motivaciones distintas. 

La motivación puede tener en ello el sentido más propio, en 
el cual LO MOTIVADO €S EL YO: YO le confiero mi tesis a la conclu- 
sión, porque yo he juzgado así y asá en las premisas, le he dado 
a ellas mi tesis. Esto ocurre igualmente en la esfera del valorar 
por sí mismo y el valorar por mor de otro, del querer derivado 
en cuanto decidirse por mor de otro. Por todas partes ejecuto 
yo aquí mi cogito y me determino por el hecho de que he ejecuta- 
do otro cogito. Obviamente, en ello la tesis de la conclusión está 
referida a la tesis de las premisas. Son tesis-de-yo, pero por otro 
lado no son ellas mismas el yo, y por ende tenemos también 
como motivación una peculiar relación de las tesis. Pero las te- 
sis en cuanto tesis tienen su “MATERIA”, y también ello da por 
resultado líneas para dependencias: las proposiciones plenas y 
correlativamente!%? las vivencias plenas tienen un “vínculo de 
motivación”, 

Puede hablarse de MOTIVACIONES DE RAZÓN PURAS EN UN DOBLE 
SENTIDO: puede aludirse a las meras relaciones y nexos de exi- 
gencia entre los que pueden PROPIAMENTE llamarse “actos”. El 
sujeto es aquí lo “activo”; en cierta manera está aquí por todas 
partes “actuando”, incluso en el pensar puramente lógico. La ra- 
zón puede llamarse ahora razón pura cuando y en la medida en 
que está intelectiva y por completo intelectivamente motivada. 
Pero éste no necesita ser el caso. Bajo el título de motivación 
de razón caen también inferencias inválidas. Su “materia” es 
tal vez sedimento de actos de razón, pero ahora surge de mo- 
do unitario-confuso y así sustenta la tesis. La razón es aquí una 
razón “relativa”. Quien se deja llevar por impulsos e inclinacio- 
nes, que son ciegos porque no parten del sentido de las cosas 
que fungen como estímulo, porque no tienen su fuente en él, es 
impulsado irracionalmente. Pero si tengo algo por verdadero, 0 
una exigencia por moral, como surgida, pues, de los valores co- 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDA MENTAL, DEL, MUNDO ESPIRITUAL. 269 


rrespondientes, y sigo libremente la verdad presunta, o el bien 
moral presunto, entonces soy racional —pero relativamente, en 
tanto que puedo en efecto equivocarme en ello. / Esbozo una 
teoría en razón relativa en la medida en que cumplo las inten- 
ciones que están delineadas para mí por mis presuposiciones. 
Pero puedo haber pasado por alto que una de mis presuposicio- 
nes no era correcta. Acaso sigo ahí una tendencia ciega. Creía 
recordar que la proposición estaba probada; la tendencia no es 
completamente ciega, en tanto que el recuerdo tiene su razón. 
Finalmente llegamos aquí a las cuestiones fundamentales de la 
ética en el sentido más amplio, que tiene como objeto el com- 
portamiento racional del sujeto. 

La doctrina de los afectos de Spinoza y Hobbes trata a gran- 
des rasgos de las motivaciones inmanentes. 


b) La asociación como motivación 


Se incluye aquí además el reino entero de las ASOCIACIONES y COS- 
TUMBRES. Son referencias entre conciencia anterior y posterior 
instituidas en el interior de una conciencia de yo. La motiva- 
ción transcurre, empero, en la conciencia “de ahora”, a saber, 
en la unidad del curso de conciencia que está caracterizada co- 
mo conciencia actual del tiempo (conciencia originaria). Aquí 
no se trata de la motivación de tomas de posición por tomas 
de posición (tesis activas por tesis activas), sino de vivencias de 
cualesquiera especies, y justo O bien de aquellas que son “sedi- 
mentos” de actos de razón u obras de razón anteriores, o que, 
por “analogía” con aquéllas, se presentan como unidades aper- 
ceptivas sin estar realmente formadas por la acción racional, 
O bien de aquellas que carecen completamente de razón: la 
sensibilidad, lo que se impone, lo predado, el engranaje en la 
esfera de la pasividad. Ahí lo singular está motivado en el sub- 
suelo oscuro, tiene sus “FUNDAMENTOS anímicos” * POR LOS CUALES 
PUEDE PREGUNTARSE: ¿CÓMO LLEGO AHÍ?, ¿qué me ha llevado a eso? 
Que se pueda preguntar de ese modo caracteriza a toda motiva- 
ción en general. Los “motivos” están a menudo profundamente 


* Pues en la estera “sin yo” habla uno del yo que ha sido motivado, ¿Es 
ahí el yo la corriente misma? 


/222/ 


270 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL, 


ocultos, pero pueden sacarse a luz mediante “psicoanálisis”. Un 
pensamiento me “recuerda” a otros pensamientos, trae de nue. 
vo al recuerdo una vivencia pasada, etc, En algunos casos esto 
puede ser percibido. En la mayoría de los casos, sin embargo, la 
motivación está en verdad realmente presente en la / concien- 
cia, pero no llega a destacarse, está inadvertida o inadvertible 
(“inconciente”). 

El contraste de que aquí se trata entre motivaciones asociati- 
vas y motivaciones en el sentido estricto de la motivación del yo 
(motivación de razón), puede ponerse de relieve de la siguiente 
manera, ¿Qué quiere decir el hecho general de la “motivación 
pasiva”? Si una vez se ha presentado en una corriente de con- 
ciencia un nexo, entonces en la misma corriente subsiste la 
tendencia de que un nuevo nexo que se presenta, similar a un 
fragmento del primero, se continúe en el sentido de la simili; 
tud y aspire a completarse en un nexo total que sea similar al 
anterior nexo total. Planteamos ahora la pregunta: ¿de dón- 
de sé eso? Ahora bien, si reflexiono sobre un nexo anterior 
y luego sobre un segundo nexo que esté con él en la relación 
indicada, entonces, tras el fragmento inicial, espero en moti- 
vación racional un fragmento similar, y luego lo encuentro en 
realidad. Para nosotros que cuestionamos, ponderamos y com- 
probamos los hechos de la asociación, se presenta aquí algo 
nuevo: la existencia del fragmento similar exige la existencia 
del fragmento de complementación similar. Ésta es una LEY DE 
MOTIVACIÓN; se refiere a las POSICIONES EXISTENCIALES. La exigen: 
cia es una exigencia “primigenia”, una exigencia de razón. Hay 
por ende motivaciones de razón para posiciones existenciales, 
así como para juicios y para tomas de posición de la creencia 
en general (a las que pertenecen las lógico-formales).* Pero hay 
igualmente motivaciones de razón para tomas de posición de 
la emoción y la voluntad. 

Naturalmente, la creencia y toda toma de posición es un suce- 
so en la corriente de conciencia, sometido por ende a la primera 
ley, la de la “costumbre”. Si una vez he creído M con este sen- 


% Tendrían que tratarse aquí las motivaciones existenciales correlativas en 
lo constituido, como el “bajo similares relaciones objetivas (en la naturaleza) 
es de esperarse lo similar”, etcétera. 


AN e a E a | 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 271 


tido y en Cierta manera de representación, entonces subsiste 
la tendencia asociativa de volver a creer M en un nuevo caso. 
Cuando pondero si Á es, y paso al asentimiento de que Á es, 
entonces en un nuevo caso puede enlazarse “por costumbre”, 

con la ponderación de si A” (que pensamos similar a A respecto 

de su materia) es, el asentimiento de que A' es, / No es distinto /224/ 
cuando habiendo en una ocasión aprehendido y puesto objeti- 

vamente como Á un contenido de sensación, puedo de nuevo | 
en otra ocasión aprehender y poner como A” un contenido | 
de sensación similar (con las relaciones y circunstancias simila- | 
res inherentes). Luego tenemos de nuevo formas de transcurso 
en la corriente. Pero está claro que no debo confundir los su- 
cesos de la costumbre con los sucesos de la motivación en la 
esfera de las tomas de posición, que es por cierto lo único que 
en el lenguaje ordinario se llama motivación. 

Sin embargo, una y otra especie de motivación se entrelazan: 
la “causalidad” en los subsuelos de la asociación y la apercepción 
y la “causalidad” de la razón, la pasiva y la activa o libre. La libre 
es pura y completamente libre donde la pasividad solamente 
desempeña su papel para la aportación del protomaterial que 
ya no contiene tesis implícitas. 


c) Asociación y motivaciones de experiencia 


Hemos hablado ahora de motivaciones inadvertidas, “ocultas”, 
que se encuentran en la costumbre, en los sucesos de la corrien- 
te de conciencia. En la conciencia interna toda vivencia está ella 
misma dóxicamente “caracterizada como existente”. Ahí yace 
empero una gran dificultad. ¿Está realmente caracterizada co- 
mo existente, o solamente existe por esencia la posibilidad de 
la reflexión, que en la objetivación le imparte necesariamente 
a la vivencia el carácter de ser? Y ni siquiera esto está todavía 
suficientemente claro. La REFLEXIÓN sobre una vivencia es pri: 
migeniamente una conciencia ponente. ¿Pero está la VIVENCIA 
misma dada o constituida en una conciencia ponente? Si éste 
fuera el caso, entonces con la reflexión podríamos dar un paso 
atrás —<no llegaríamos entonces a un regreso infinito? 

Sin embargo, esto puede quedar aquí indeciso. Es seguro que 
hay motivaciones ocultas. Incluso aunque no ejecutemos los ac- 


A 


272 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


tos de creencia, éstos entran en motivaciones. De ello ofrece 
ejemplos el reino de la EXPERIENCIA, el campo infinito de las 
motivaciones que están encerradas en toda percepción exter. 
na, en todo recuerdo, e incluso (sólo que modificadas) en toda 
fantasia cósica. Las aprehensiones de cosas y nexos cósicos son 
,225; “enrejados de motivación”: se construyen por completo / a 
partir de rayos intencionales que con su contenido de sentido 
y su contenido de plenitud indican prospectiva y retrospecti- 
vamente, y se dejan explicitar al entrar el sujeto ejecutante en 
estos nexos. Tengo la intencionalidad unitaria en la cual con 
una mirada tengo dada una cosa. Entonces cualquier manera 
del recorrer da como resultado una serie de actos continuos 
que transcurren en el sentido inicialmente puesto y en el senti- 
do concordante en cuanto a toda dación ulterior: todo, se dice, 
está aquí “motivado”; cada posición nueva o cada fase de la po- 
sición unitaria total y cada nueva posición parcial que pueda 
eventualmente destacarse pero no que tenga que destacarse. Y 
esto concierne igualmente a cualquier contenido nuevo; está 
motivada precisamente la posición CON su contenido, cualidad 
y materia: pero cada uno interviene ahí de diferente manera. 
En cada momento tengo una materia “partible” y una cualidad 
unitaria que se dilata sobre la materia, es decir, también ele- 
mentos y enrejados de motivación en la coexistencia, unidades 
de la “copertenencia” a “una cosa”. Frente a ello: “lo similar 
motiva lo similar en circunstancias similares”. Mejor: la dación 
de lo similar (en la conciencia ponente) motiva la de lo similar. 
¿Cómo están conectadas ambas cosas? Una vez tengo, en la 
unidad de una vivencia, eventualmente de un nexo de viven: 
cias, bajo el título de “motivaciones”, enlaces “intencionales”, 
tendencias que corren hacia acá y hacia allá, que se sacian O 
permanecen abiertas. Se levantan y se sostienen, y también 
aquí tenemos motivaciones de razón: la existencia motiva la 
co-existencia, etc. Así en todas partes en que una “unidad de 
conciencia” se refiere a una unidad trascendente de algo obje- 
tivo en la captación de algo dado. (Habría que meditar si en la 
mera unidad de la corriente de conciencia no existe también 
una unidad en la que cada fragmento motiva el contiguo. ) 
Por otro lado tenemos motivaciones que llegan más allá de 
la continuidad del nexo contiguo e interno, e igualmente más 


A 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 273 
allá de la continuidad de lo unitariamente dado por el lado 
constituido. Tampoco ahí necesita el yo ejecutante vivir en las 
motivaciones. Lo similar me recuerda lo similar, y por analogía 
de lo que por un lado ha sido dado con lo similar, espero lo 
similar por el / otro. Esto se asocia a ello y lo “recuerda”, pero 
en cuanto análogo de algo recordado en el estrecho sentido 
corriente. 

Pero ahora podría preguntarse: ¿son realmente lo uno y lo 
otro algo diferente? Donde tengo la vivencia de la unidad de 
la copertenencia, donde continuamente las motivaciones trans- 
curren hacia acá y hacia allá, ahí la verdadera situación es, así 
podría decirse, que Á apunta a B como algo inherente por- 
que antes, en casos análogos, Á se ha presentado a una con B, 
Así, toda apercepción cósica, toda apercepción de unidades del 
nexo de varias cosas y procesos de cosas, se basaría en moti- 
vaciones asociativas. Retornamos al con-junto primigenio y la 
con-secuencia primigenia, donde todavía no encontramos nada 
de motivaciones. Pero hasta dónde sería pensable esto, hasta 
dónde también la unidad de una corriente de conciencia po: 
dría ser precisamente unidad sin motivación alguna —ésa es la 
cuestión. 

Tenemos además que distinguir: en la unidad de una con- 
ciencia de cosa en cuanto una conciencia de copertenencia, 
tenemos que explicitar “condicionalidades”, un “porque” y “en- 
tonces”, según diferentes direcciones: si viro los ojos así, si 
pongo así en escena las series de experiencias Ópticas, enton- 
ces tengo que ver esto y aquello, etc. Eso está ahí como unidad 
de una cosa con tales y cuales partes, y la manera de darse de 
una parte sostiene la de la otra. Si ellas han de estar juntas ob- 
Jetivamente en cuanto tal y cual, y la una aparece así, entonces, 
correlativamente, la otra tiene que aparecer asá en circunstan- 
cias de experiencia dadas, etc. Si, por otro lado, se toma el caso: 
en las circunstancias anteriores, en nexos anteriores N, se había 
presentado A - en los similares de ahora N' es de esperarse A” 
O A' está ya dada a consecuencia de ello, entonces hablamos 
también aquí de “estar-co-dado”, de estar A motivado por N, la 
posición-de-A por la posición-de-N: pero el estar motivado tiene 
aquí, sin embargo, otro sentido. 


274 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 
d) Motivación del lado noético y del lado noemático 


Si traemos a la vista la estructura de la conciencia constituyen. 
te de cosas, vemos que toda naturaleza con espacio, tiempo, 
causalidad, etc., está completamente disuelta en un tejido de 
motivaciones inmanentes. En la unidad de la vivencia total, que 

227; es conciencia de una cosa existente allá y un yo existente aquí / 
con su cuerpo, hallamos diversas objetividades distinguibles y 
hallamos dependencias funcionales que no son dependencias 
de la cosa real respecto del cuerpo real y el yo real en el mundo, 
que no son, en suma, dependencias científico-naturales psíqui- 
cas y psicofísicas, pero tampoco dependencias de apariciones 
subjetivas (en cuanto tenidas por el sujeto que vivencia) respec- 
to de objetidades reales que son puestas o aceptadas como reales. 
Podemos ahora considerar las vivencias noéticas en cuanto a 
sus relaciones de motivación, en cuanto al nexo de copertenen- 
cia, y entonces el progreso de posición a posición, es decir, la 
posición “a consecuencia de”, se presenta con este carácter pe- 
culiar. O consideramos los correlatos téticos, los temas, en su 
copertenencia noemática, donde se presenta de nuevo, por este 
lado, el correlativo “a consecuencia de”. 

Tenemos copertenencias ESTÁTICAS y DINÁMICAS, y las estáti- 
cas pasan a dinámicas por alteración de las vivencias (y estas 
alteraciones tienen el carácter de procesos “subjetivos” del “yo 
cambio”, eventualmente yo recorro voluntariamente). Pero aho- 
ra tenemos la dificultad principal. No está dicho que en la 
unidad de mi corriente de vivencias cada vivencia sea necesaria, 
necesariamente condicionada por las vivencias predecesoras y 
co-vivenciadas. Si decimos que cada vivencia de acto está mo- 
tivada, que se halla en entrelazamientos de motivación, ello no 
ha de implicar que cada presunción sea una presunción “a con- 
secuencia de”. Cuando me doy cuenta de una cosa, la tesis que 
reside en el percibir no es siempre una tesis “a consecuencia 
de”; como cuando veo resplandecer una estrella fugaz en el cie 
lo nocturno o escucho súbitamente un chasquido. Ciertamente 
también aquí hay que mostrar una especie de motivación que 
ESTÁ ENCERRADA €n la FORMA DE LA CONCIENCIA INTERNA DEL TIEMPO. 
Esta forma es algo absolutamente fijo: la forma subjetiva del 
ahora, el antes, etc. En ello yo no puedo cambiar nada. Pese 


LA MOTIVACIÓN: 1.EY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 275 
a ello, subsiste aquí una unidad de copertenencia merced a la 
cual la posición judicativa “esto es ahora” condiciona la posición 
de futuro “algo cualquiera será”, o también: ahora vivencio yo 
algo - antes ha sido una vivencia. Aquí tenemos un juicio mo- 
tivado por otro, pero antes del juicio se motivan las formas 
temporales / mismas unas a otras, En este sentido puede de- 
cirse que también la unidad ininterrumpida de la corriente de 
conciencia es una unidad de motivación. En actitud personal 
esto quiere decir: cada acto en el yo está sometido a la aprehen- 
sión constante por la cual está caracterizado como acto “del” 
yo, como “mi” vivencia. !65 


e) Empatía en otras personas como comprensión de sus moti- 
vaciones 


Naturalmente, con la empatía se co-introduce así mismo está 
aprehensión-como-*mi”. Es otro yo, cierto yo que yo al princi- 
pio no conozco, pero que, sin embargo, conozco en cuanto al 
ser-yo general. Sé lo que es “una personalidad”, un hombre, en 
cuanto a lo general, y es cosa de la experiencia por empatía ins- 
truirme en su progreso acerca de su carácter, acerca de su saber 
y poder, etc. Esto es análogo al caso de la apercepción física de 
cosa. Yo percibo de golpe una cosa que tiene estas propiedades 
visibles. “Una” cosa. Lo que además de eso es, tiene que en- 
señarlo la experiencia. La aprehensión perceptiva puede tener 
diferentes alcances: puedo reconocer la cosa como cosa espacial 
(en la oscuridad), más cerca, con mejor iluminación, como ár- 
bol, luego como roble, luego como el roble ya conocido que 
ayer he visto con más detalle, etc. Y luego queda siempre to- 
davía mucho desconocido, mucho imperfectamente conocido. 
Así también en la apercepción “hombre” hay mucho encerrado. 
Sabemos ya por la experiencia de sí mismo que ahí está implí- 
cita una posible aprehensión doble: la aprehensión como objeto 
de la naturaleza y la aprehensión como persona. Esto vale tam- 
bién para la consideración de otros sujetos. Común es en ambos 
lados la dación del congénere mediante comprehensión, pero 
gsta tiene aquí y allá diferente función. En la una lo compre- 
hendido es naturaleza, en la otra espíritu; en la una es yo ajeno, 
vivencia, conciencia introyectivamente puesta, construida sobre 


/228/ 


Ií (EA 


276 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL, 


la aprehensión y posición fundamental de la naturaleza mate. 
rial, aprebendida como funcionalmente dependiente de ella, 
adherida a ella. En la otra ocasión es el yo como persona, como 
"pura y simplemente” puesto y por ello puesto como sujeto de 
su entorno personal y cósico, como referido por comprensión 
e intracomprensión a otras personalidades, como compañeros 
de un nexo social al cual corresponde un mundo circundante 
/229/ social unitario, / mientras que a la vez cada uno de los compa- 
ñeros singulares tiene su propio entorno, que lleva el sello de 
su subjetividad, 

Esto quiere decir que los hombres ajenos son aprehendidos, 
en analogía con el yo propio, como sujetos de un mundo cir- 
cundante de personas y cosas hacia las cuales se comportan en 
sus actos. Ellos están “determinados” por este mundo circun- 
dante, o por el mundo espiritual que tienen en torno y que los 
co-abraza, y ejercen “determinación” sobre él: están sometidos 
a las leyes de la motivación. 


f) Causalidad de la naturaleza y motivación 


El “porque - entonces” de la motivación tiene un sentido ente- 
ramente distinto que la causación en el sentido de la naturaleza. 
Ninguna investigación causal por amplia que sea puede mejorar 
la comprensión que tenemos cuando hemos entendido la mo- 
tivación de una persona. La unidad de motivación es un nexo 
fundado en los actos respectivos mismos, y cuando pregunta- 
mos por el “porqué”, por las razones de un comportamiento 
personal, no queremos conocer otra cosa que este nexo. La cau- 
salidad de la naturaleza en las ciencias de la naturaleza tiene 
su correlato en leyes de la naturaleza, conforme a las cuales 
puede determinarse unívocamente (al menos en la región de 
la naturaleza física) lo que tiene que seguir bajo circunstancias 
unívocamente determinantes. En cambio, cuando en la esfe- 
ra científico-espiritual se dice que el historiador, el sociólogo, 
el investigador de la cultura quiere “explicar” facta científico 
espirituales, eso quiere decir que quiere esclarecer motivacio: 
nes, quiere hacer comprensible cómo los hombres respectivos 
“llegaron a” comportarse así y asá, qué influencias experimen- 
taron y cuáles han ejercido, qué los ha determinado en la co 


A a tada e 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL. 277 


munidad del actuar y hacia ella, etc. Cuando el investigador del 
espíritu habla de “reglas”, “leyes”, bajo las cuales se hallan esas 
maneras de comportamiento o los modos de conformación de 
configuraciones culturales, las “causalidades” en cuestión, que 
encuentran su expresión general en las leyes, nada son menos 
que causalidades de la naturaleza. La pregunta del historia- 
dor es: qué han imaginado, pensado, valorado, querido, etc., 
los miembros de la socialidad en su vida comunitaria. Cómo 
estos hombres se han “determinado” mutuamente y cómo se 
dejan determinar por el mundo de cosas en torno a ellos, cómo 
lo han configurado a su vez retroactivamente, etcétera. 

Todas las maneras de comportamiento espirituales están /230/ 
vinculadas “causalmente” por referencias de motivación, por 
ejemplo, yo conjeturo que Á es porque sé que B, C...son. Oi- 
go que se ha escapado un león y sé que el león es un animal 
feroz, POR TANTO me da miedo andar por la calle. El sirvien- 
te se encuentra con su amo, y porque lo reconoce como su 
amo, lo saluda con respeto. Ánotamos en la libreta lo que nos 
proponemos hacer mañana: la conciencia del proyecto, enla- 
zada con el conocimiento de nuestra mala memoria, motiva el 
anotar. En todos estos ejemplos interviene el PORQUÉ DE LA MOTI- 
vación. Ahí no puede hablarse de una dirección judicativa hacia 
lo real como tal. Nada expresa aquí menos el porqué que una 
causalidad-de-naturaleza (causalidad real). Yo como sujeto de 
las “premisas de la acción” no me concibo de modo inductivo- 
real como causa del yo como sujeto de las “conclusiones de la 
acción”; con otras palabras, yo, que me decido sobre la base 
de tales y cuales motivos, no concibo la decisión como efecto 
natural de los motivos o de las vivencias de los motivos, ni a 
mí mismo en cuanto sujeto de la decisión como producido por 
el yo como sujeto de las vivencias motivantes. Igualmente en 
toda inferencia lógica (no hay que pasar por alto que la inferen- 
cia práctica es un análogo de esencia, pero no algo igual, que 
la inferencia lógica), y así por todas partes en que dé expresión 
a una disposición motivacional en la actitud egológica. Cuando 
mediante empatía soy capaz de comprobar esta disposición en 
el otro, digo yo: “YO COMPRENDO POR QUÉ el otro se decidió así, 
comprendo por qué ha pronunciado este juicio” (en vista de 
qué). — Todas estas "causalidades” pueden ponerse de mani- 


/231/ 


278 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


fiesto de modo plenamente intuitivo, ya que precisamente son 
motivaciones. 

Las causalidades cósicas (naturales-reales, naturales)!%%* tap. 
bién son dadas intuitivamente: vemos cómo el martillo forja el 
acero, cómo el taladro taladra el agujero; pero las causalidades 
vistas son aquí meras apariciones! de “verdaderas” causalida- 
des de la naturaleza, de igual modo que la cosa vista es mera 
aparición de la verdadera, de la cosa física. La VERDADERA NATURA. 
LEZA DEL FÍSICO ES UNA SUBSTRUCCIÓN!%% METÓDICAMENTE NECESARIA 
DEL PENSAMIENTO y sólo como tal puede constituirse; SOLAMENTE 
TIENE SU VERDAD EN CUANTO “MATEMÁTICA”. No tiene en cambio 
ningún / sentido adosarle a la motivación —que hay que cap- 
tar de modo originario-intuitivo—, mediante substrucciones del 
pensar, algo no intuitivo como un índice matemático para una 
multiplicidad infinita de apariciones intuitivas, de las cuales 
la dada del caso es sólo una. Si tomo el espíritu a una con el 
cuerpo como objeto de la naturaleza, entonces también él está 
entrelazado en la causalidad de la naturaleza, que está también 
dada meramente de modo aparicional: ya porque un miem: 
bro de la relación de dependencia, el físico, sólo es aparición y 
sólo puede ser determinado substructivamente. Las sensacio- 
nes, los sentimientos sensibles, las reproducciones, las asocia- 
ciones, las apercepciones, el curso entero de la vida psíquica”" 
fundado en ellos en general, incluso en cuanto a sus tomas 
de posición, es objetivamente (natural-inductivamente)!*” depen: 
diente del cuerpo físico con sus procesos fisiológicos, su estruc: 
turación fisiológica; y dependiente por ello de la naturaleza 
física real.198 Pero los procesos fisiológicos en los órganos sen- 
soriales, en las células nerviosas y ganglionares, no me moti- 
van cuando condicionan psicofísicamente la presentación en 
mi conciencia de datos de sensación, aprehensiones, vivencias 
psíquicas. Lo que yo no “sé”, lo que en mi vivenciar, mi imagi- 
nar, pensar, hacer, no me hace frente como imaginado, como 
percibido, recordado, pensado, etc., no me “determina” espiri- 
tualmente. Y lo que no está encerrado intencionalmente en mis 


* Si quisiéramos conservar el juego de palabras del original (natur-eale, 
naturale), tendríamos que decir algo como: “naturreales, naturales”. 
** En el original: des physischen Lebens = “de la vida física". Se trata casi 
seguramente de una errata. 


A 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 279 


vivencias, así sea inatendida o implícitamente, no me motiva, 
ni siquiera de manera inconciente. 


) Relaciones entre sujetos y cosas desde el punto de vista de la 
causalidad y la motivación 


Ahora bien, ¿qué ocurre cuando consideramos a los sujetos 
como sujetos DE MOTIVACIONES INTERSUBJETIVAS y comprobamos 
por ello que son determinantes de otros y están determina- 
dos por ellos? 16% ¿No estamos aquí ante causación? Ante todo 
hay que decir: cuando hago algo porque escucho que otro se 
ha comportado así o asá, mi hacer está motivado por el escu- 
char y el saber, y ésta no es una causación natural. Pero en 
ello me aprehendo como determinado por los otros hombres, 
por el otro yo real: hablamos en efecto de “acciones” recíprocas 
de unos hombres sobre otros. Esto es similar al caso en que un 
ruido “horrible” en la calle me molesta en el trabajo y yo lo 
encuentro precisamente / horrible, enfadoso, etc.; mi estado /232/ 
de ánimo está entonces condicionado por oír el estrépito con 
el contenido acústico determinado, el sentimiento sensible, etc. 
Decimos que el ruido me enfada, PRODUCE en mí aversión, co- 
mo por otro lado el sonido de una música exquisita me produce 
alegría, entusiasmo, etc. ¿No es ésta una relación causal? ¿Duda 
alguien de que las vibraciones del aire se propagan hasta mi 
oído, etc.? Pero por otro lado también decimos: puesto que M 
y N son, infiero que $ es; mi vivenciar está referido a M y N, a 
los hechos, los cuales son eventualmente geométricos-ideales, y 
a los cuales no les puedo adscribir ninguna acción. 
Siexaminamos las relaciones con más precisión, constatamos 
(como ya antes lo hicimos) que las relaciones de motivación tie- 
nen diferentes facetas. Por un lado se motiva noéticamente el 
inferir por el juzgar las premisas, el querer por un ver, escuchar, 
valorar, etc. Por otro lado, en la esencia de estas MOTIVACIONES DE 
ACTO radica que también subsistan referencias entre los CORRE- 
LATOS DE ACTO y los ACTOS y los CORREI.ATOS MISMOS que también 
tienen su “porque” y su “entonces”. Estos correlatos pueden 
eventualmente ser caracterizados como reales, y entonces po- 
demos tener ahí la conciencia protodóxicamente?”! ponente de 


/233/ 


LA CONSTITUCIÓN DES. MUNDO ESPIRITUAL 


cosas y estados de cosas reules. Pero en estas referencias-de. 
porque entran ellos en cuanto estos correlatos “que radican” 
“en la” conciencia misma, lo intuido como intuido, lo fingido 
como fingido, lo juzgado como juzgado, etc. Precisamente por 
ello no significa una diferencia esencial si los correlatos corres. 
ponden a realidades o no, si en general tienen el “sentido” de 
realidades o no. Me atemorizo ante el espectro, y tal vez me 
horroriza, aunque sé que lo visto no es algo real. La acción de 
la pieza teatral me estremece, aunque no es nada real, como 
muy bien lo sé. Qué cambios muestren los sentimientos y los 
actos de conciencia en general según me halle determinado en 
ellos por cosas reales o por meras cosas de fantasía del arte, para 
nuestra cuestión esto es una sola cosa. 

Según ello, está claro que aquí hay que hacer una distinción 
fundamental, a saber: 

1. entre referencias del sujeto real a objetos reales / (cosas, 
personas, etc.), que son efectos realmente reales, o sea, reales- 
causales. Los objetos y personas están puestos ahí como algo 
natural, como algo real, como dependientes unos de otros en 
cuanto a su ser-ahí y su ser-así reales; 

2. referencias entre sujetos, que no están puestos como ob- 
jetos causales-reales, y las cosas intuidas, juzgadas, etc., “COMO 
TALES”, esto es, entre sujetos y nóemas de cosa, referencias que 
necesariamente tienen su reverso en referencias entre ciertos 
actos de los sujetos, actos de intuición, actos de pensamiento, 
etc. E igualmente entre sujetos y otros hombres y sus actos, que 
no son referencias realmente causales, sino referencias que se 
producen por empatía entre los actos y motivaciones de un su- 
jeto y los del otro. Ahí, el sujeto respectivo que experimenta 
los “influjos” es motivado por sus propias vivencias o sólo por 
los correlatos de estas vivencias, o sea, por los correlatos de 
empatía como tales. 

En ello el sujeto puede, como lo hace en efecto normalmente 
(cuando no ejecuta empatía de sujetos imaginados y similares), 
poner al sujeto empatizado, los congéneres y sus vivencias, co- 
mo realidades y como realidades naturales, tal como puede po- 
nerse a sí mismo como tal realidad, y luego puede, sin embargo, 
transformarse para él la relación de motivación en una relación 
real-causal, el porque-de-la-motivación en un porque real. Me 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 281 
enfado por el ruido de allá afuera —la aprehensión puede ser 
exactamente la misma que: me enfado por la tonada de moda 
que me persigue en la fantasía. En el primer caso el correlato 
está puesto como real, en el último no. Y donde está puesto 
como real, puedo entender la situación causalmente; el cambio 
de la actitud es apenas advertible, aunque es un cambio esen- 
cial. El proceso real afuera actúa causalmente sobre mí como 
realidad, la caida del martillo estremece el aire, los estremeci- 
mientos excitan mi Órgano del oído, etc., y a consecuencia de 
ello se despierta en mí, como yo real, el ruido. 

Algo análogo ocurre con las referencias de dependencia in- 
tersubjetivas. Ciertamente, la personalidad ajena nos está dada 
en la comprehensión como referida a un cuerpo y ella está ahí 
como una con / él. ¿No es, pues, esta unidad una unidad psico- 
física real, una unidad causal? Pero visto más de cerca, viviendo 
en la conciencia comprehensiva, por ejemplo, cuando tenemos 
trato con otras personas, cuando se vuelven a nosotros hablan- 
do y nosotros nos volvemos a ellas, recibimos órdenes de ellas, 
las cumplimos, etc., no encontramos la unidad naturalista entre 
cuerpo y alma,” así como tampoco las cosas que vemos ahí co- 
mo cosas del entorno son las cosas de la naturaleza. Las cosas de 
nuestro entorno son nuestro enfrentante intuitivo; tienen sus 
colores, olores, etc.; son exactamente las que nos muestra la 
experiencia respectiva, dadas en ella ciertamente de modo im- 
perfecto: pero, en efecto, solamente necesitaríamos colocarnos 
más cerca, examinarlas “por todos lados”, y entonces las conoce- 
ríamos “perfectamente” (esto es, perfectamente para nuestros 
fines).17? Las cualidades de cosa que de tal suerte se destacan 
cada vez mejor (las cualidades “sensibles”, “secundarias”) son 
las constitutivas para las cosas del entorno, son las únicas que 
les son peculiares; ninguna ampliación de la experiencia con- 
duce aquí más allá de estas cualidades. Así pues, en el sentido 
de la aprehensión de experiencia ingenuamente personal e in- 
terpersonal, no yacen acaso, tras las cosas realmente intuitivas, 
cosas “físicas”, o tras las cualidades intuitivas otras cualidades 
inintuitivas (“primarias”), de las cuales aquéllas serían meros 
“signos”, meras “apariciones subjetivas”. Las cosas del mundo 


* Aquí comienza la continuación del texto del Anexo VII, pp. 318-320, 


/234/ 


282 LA CONSTITUCIÓN DEL. MUNDO ESPIRITUAL 


que nos es socialmente común, del mundo de nuestra conversa. 
ción, de nuestra praxis, tienen precisamente las cualidades con 
las cuales realmente (optimamente)!”? las vemos. Todo es aquí 
cosidad intuitiva, y nadie aprehende el ver y oír en referencia 
a ella como procesos reales-causales, ni el suyo propio ni el del 
otro. Aquí uno ve precisamente las cosas; éste es un hacer del 
sujeto, pero no una relación natural-causal.!?* El sujeto no es 
objeto científico-natural: hace, pero no es tema. 

Ahora bien, por lo que toca a las personas que nos hacen fren- 
te en la sociedad, naturalmente sus cuerpos, como los demás 
objetos del entorno, están para nosotros intuitivamente dados, y 
a una con ello su personalidad. Pero no encontramos ahí dos 
cosas entrelazadas una con otra exteriormente: cuerpos y per- 
sonas. / Encontramos hombres UNITARIOS que tienen trato con 
nosotros, v los cuerpos co-están en la unidad humana. En su 
contenido intuitivo —en lo típico de la corporalidad en general, 
en muchas particularidades que cambian de caso a caso: de los 
gestos, de los ademanes, de las “palabras” habladas, de su acen- 
to, etc.— se expresa la vida espiritual de las personas, su pensar, 
sentir, desear, su hacer y dejar de hacer. De igual modo ya tam- 
bién su individual índole peculiar espiritual, la cual ciertamente 
viene a darse cada vez más perfectamente en el transcurso de 
los estados que también se vuelven comprensibles para noso- 
tros en su nexo. Todo aquí es intuitivo, tanto el mundo externo 
y el cuerpo como la unidad corporal-espiritual del hombre que 
está allí. 

Escucho hablar al otro, veo sus gestos, incluyo en él tales y cua- 
les vivencias de conciencia y actos y me dejo determinar por ello 
así y asá. Los gestos son gestos vistos y son portadores de senti 
do inmediatos para la conciencia del otro, por ejemplo para su 
voluntad, que está caracterizada en la empatía como voluntad 
real de esta persona y como voluntad dirigida a mí mediante su 
comunicación. Ahora esta voluntad, así caracterizada, o bien 
la conciencia de esta voluntad —conciencia empática y por ello 
ponente a la manera de la empatía—, me motiva en mi voluntad 
condigna, en mi someterme, etc. No se habla de una referencia 
causal (digamos entre la cosa Ópticamente actuante “cabeza” Y 
rostro del otro y la aparición en mí del rostro, la producción 
de la voz del otro v la excitación de mi oído) v mucho menos 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 283 


de cualesquiera otras referencias psicofísicas. El gesto del otro 
me determina (esto ya es una especie de motivación) a anudarle 
un sentido en la conciencia del otro. Y el gesto es precisamente 
el gesto visto, gesto que yo, al verlo, no pongo en referencias 
causales con mi ver, mis sensaciones, apariciones, etc., así como 
no lo hago en el caso de ningún otro percibir sensible simple. 
No es en modo alguno como si captáramos la causalidad sólo 
que defectuosa, superficialmente. En general NO ESTAMOS EN LA 
ACTITUD DE CAPTAR LA CAUSALIDAD DE LA NATURALEZA. En la empa- 
tía están puestas en referencia conciencia con conciencia, mi 
voluntad y la voluntad ajena en un determinado medio de con- 
ciencia, y como en la / conciencia individual, aunque en forma 
algo modificada, aquí un acto motiva al otro. Modificada por- 
que ante todo mi voluntad y <la> empatía de la voluntad del 
otro están en una referencia-de-porque, pero luego también mi 
voluntad y la del otro. Esta motivación tiene sus presuposicio- 
nes necesarias COMO motivación (no presuposición real como 
estado de conciencia real), las conocidas como “veo el gesto del 
otro”. Traer aquí a colación la causalidad de la naturaleza sería 
abandonar la actitud. 


h) Cuerpo y espíritu como unidad comprehensiva: objetos “es- 
piritualizados” 


La unidad completamente intuitiva que se ofrece donde cap- 
tamos una persona COMO TAL (por ejemplo, cuando hablamos 
como persona a personas, o escuchamos lo que hablan, trabaja- 
mos junto con ellas, observamos su proceder) es la unidad de la 
“EXPRESIÓN” y “LO EXPRESADO”, la cual pertenece a la esencia de 
todas las unidades comprehensivas./ La unidad cuerpo-espíritu 
no es la única de esta especie. Cuando leo las “páginas y ren- 
glones” de este libro o leo en este “libro”, capto las palabras 
y oraciones, están ahí delante cosas físicas: el libro es un cuer- 
po, las páginas son páginas de hojas de papel, los renglones 
son ennegrecimientos e impresiones físicas de ciertos sitios de 
estos papeles, etc. ¿Capto esto cuando “veo” el libro, cuando 
“leo” el libro, cuando “veo” que está escrito lo que está escrito, 


f Cfr. Anexo VIIL, p. 320. 


/236/ 


/237/ 


LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


que está dicho lo que está dicho? Estoy ahí obviamente en una 
actitud enteramente distinta. Tengo en verdad ciertas “apari- 
ciones”, la cosa física, los sucesos físicos en ella, aparecen, están 
ahí en el espacio en determinada orientación a “mi” centro de 
aprehensión, esto es, delante de mí, a la derecha, a la izquierda, 
etc., exactamente tal como si yo en mi experimentar estuviera 
dirigido a lo corpóreo. Pero precisamente no estoy dirigido a 
esto. Veo lo cósico en la medida en que me aparece, pero “vivo 
comprehensivamente en el sentido”. Y en tanto que hago es- 
to, ante mí está la unidad espiritual de la oración y del nexo 
de oraciones, y éstas a su vez tienen su carácter, por ejemplo, 
la determinada peculiaridad estilística que se me impone, que 
distingue este libro como producto literario de otro del mismo 
género. 

Ahora bien, podría decirse: con lo físicamente aparente co- 
mo una primera objetidad, está ENLAZADA una segunda, precisa- 
mente el sentido que “anima” lo físico. Pero sobre ello pregunto: 
¿estoy dirigido a una segunda objetidad, sólo externamente vin- 
culada con la primera? ¿No es más bien aquello a lo que estoy 
dirigido una unidad fusionada de un cabo a otro, que no está 
en absoluto JUNTO a la física? Ciertamente aquí no se trata de 
un nexo en el que las partes estén “una fuera de la otra”, una 
vinculación en la que cada parte también pudiera ser por sí, 
prescindiendo de la forma que las enlaza. 

Tomemos un ejemplo adecuadamente modificado: aquí ten- 
go ante mí una joya, y me interesa exclusivamente un hermoso 
zafiro que está engastado en ella. Lo contemplo, estoy vuelto 
a él en una experiencia dirigida a él. El resto de la joya apare- 
ce, pero no cae en el marco de mi percepción observadora. O 
como investigador de la naturaleza miro por sí un órgano que 
voy a disecar; el resto del cuerpo físico del cual lo extirpo, lo 
veo, pero no lo observo, y casos similares. ¿Ocurre esto o algo 
análogo en el caso de la actitud orientada a algo espiritual?; ces 
lo espiritual algo enlazado a lo corporal aparente, a semejan- 
za de una parte física que está enlazada a otra parte física?;!> 
¿pongo la atención en ello, precisamente sin co-atender a lo cor 
poral? Se reconoce sin duda que precisamente la situación €5 
enteramente distinta. 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL. DEL MUNDO ESPIRITUAL 285 


Ciertamente puedo decir que lo físico tiene una animación, 
y en un sentido diferente y no obstante conexo. La palabra, la 
oración, el texto literario entero (el drama, el tratado) tiene su 
contenido espiritual, su “sentido” espiritual. Y en ello aparece 
un nexo de naturaleza física. En todo momento puedo pres- 
tar atención a éste, puedo tomar mi actitud de tal modo que 
la mirada observadora, experimentante, atenta (la intención 
temática), !?6 entra en estas apariciones y MIENTA el ser-ahí que 
aparece espacialmente. Entonces esto está precisamente “ahí”, 
Puedo luego, a partir de ahí, retornar de nuevo a la actitud en 
la cual el drama, el tratado o la oración singular del mismo son 
mi objeto; ahora tengo, empero, un objeto que ya no está AHÍ en 
el espacio, en este sitio; esto no tiene ningún sentido en este 
caso. 

Puedo luego, al reflexionar y confrontar un objeto / COMO 
objeto de una actitud con el otro como objeto de la otra actitud, 
decir: el libro existente, la página de papel existente, tiene un 
sentido particular, está animada por una mención. El libro con 
sus hojas de papel, su pasta, etc., es una cosa. Á esta cosa no se 


engancha una segunda, el sentido, sino que éste PENETRA “ANI- 


MANDO” el todo físico en cierta manera; a saber, en tanto que 
anima cada palabra, pero, de nuevo, no cada palabra por sí, sino 
nexos de palabras que se enlazan mediante el sentido en confi- 
guraciones dotadas de sentido;!?” éstas se enlazan a su vez en 
configuraciones superiores, y así sucesivamente. Al animar las 
apariciones sensibles, el sentido espiritual está FUSIONADO con 
ellas en cierta manera en vez de solamente enlazado en una 
yuxtaposición enlazada. !?8 

Está claro que este análisis, así sea todavía insuficiente, se 
aplica en primer lugar a toda obra espiritual, a toda obra de 
arte y a todas las cosas que tengan un sentido espiritual com- 
prehensivo, un significado espiritual. Naturalmente, se aplica 
por tanto, mutatis mutandis, a todas las cosas de la vida corriente 
en el interior de la esfera de la cultura, de la esfera actual de 
la vida. Un vaso para beber, una casa, una cuchara, el teatro, 
el templo, etc., significa algo. Y siempre es algo distinto ver la 
cosa como cosa y ver la cosa como objeto de uso, como teatro, 
como templo, etc. En lo cual el sentido espiritual tan pronto 
pertenece a una ESFERA puramente IDEAL y no tiene ninguna 


/238/ 


286 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


referencia de existencia, tan pronto tiene una tal REFERENCIA Dg 
EXISTENCIA, mientras que ciertamente nunca es, propiamente en. 
tendido, algo cásico-real, ligado como una segunda existencia a 
la existencia física. Por todas partes consta que es Una MANERA 
DE APERCEPCIÓN FUNDAMENTAL, una peculiar actitud de experien. 
cia, en la cual lo sensiblemente aparente (lo predado)!?? no se 
convierte en algo sensiblemente dado, percibido, experimen. 
tado, pero en su “fluido anímico”, precisamente en la unidad 
de la aprehensión de otra índole, ayuda a constituir una objeti- 
dad de indole peculiar.£ 18% Obviamente tiene ahí otra “función 
subjetiva”, otro modo subjetivo que en el caso de la experiencia 
temática externa. !8! 

Con mayor exactitud tendríamos que decir que los casos son 
diferentes. Así los casos del OBJETO DE USO y de la / obra lite- 
raria, la obra escultórica, etc. En el último caso, los signos de 
la escritura son extraesenciales, pero ya no lo son, en cambio, 
los sonidos de las palabras asociados, que por su lado no es- 
tán puestos como recuerdo o como existentes y no son siquiera 
“aparentes”. En el caso del objeto de uso, ciertas determinacio- 
nes de existencia sensibles del mismo entran en la aprehensión 
total; miro la forma de la cuchara, etc., pues co-pertenece esen- 
cialmente a una cuchara. Aquí se dirá que la percepción con su 
tesis de existencia!$? es directamente soporte para la captación 
espiritual. Pero también ahí consta que lo espiritual no es nada 
segundo, nada ligado, sino precisamente animante; y la unidad 
no es enlace de dos, sino uno, y ahí está solamente uno); el ser fí- 
sico puede ser captado (ejecutando la tesis de existencia)! por 
sí mediante actitud natural como ser de la naturaleza, como ser 
cósico, y en la medida en que uno PUEDA adoptar esta actitud, ella 
está ahí “incluida”. Pero ahora no llega un excedente que fuera 
puesto sobre ello, sino más bien un ser espiritual que encierra 
esencialmente lo sensible y, sin embargo, otra vez, no lo encie- 
rra como parte, como algo físico es parte de otro algo físico. En 
algunos casos tenemos como soporte una naturaleza real, una 
existencia; en algunos también —<omo ya se mencionó arriba— 
algo físicamente irreal que no tiene existencia. La armonía de 


£ La actitud misma no constituye la formación espiritual; lo fistco 
espiritual va está preconstituido, pretemático, predado. 


a A A A ii A 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 287 


los ritmos de una obra literaria dramática no puede ponerse co- 
mo existencia real; así como este drama no está en parte alguna 
como espacialmente existente, !% así tampoco esta armonía está 
en parte alguna. A la unidad espiritual ideal le corresponde la 
armonía ideal.1185 

Dejemos ahora la región de estos “objetos espirituales” en 
parte reales y en parte ideales, configuraciones del “espíritu obje- 
tivo”, y consideremos de nuevo los SERES VIVOS ESPIRITUALES, estos 
peculiares seres animados; diremos los hombres (pero natural- 
mente ocupándonos también de todos los animales). Arriba la 
cuestión era: / ¿es él un enlace de dos realidades?, ¿lo veo como /240/ 
tal? Si lo hago, entonces capto una existencia corpórea; pero no 
estoy en esta actitud cuando veo hombres. Veo al hombre, y al 
verlo veo también su cuerpo. En cierta manera, la aprehensión 
del hombre atraviesa la aparición del cuerpo, que es ahí cuerpo. 
En cierta medida, la aprehensión no permanece en el cuerpo, no 
dirige a él su flecha, sino que lo atraviesa —tampoco la dirige a 
un espíritu enlazado con él, sino precisamente al hombre. Y la 
aprehensión-de-hombre, la aprehensión de esta persona de ahí, 
que baila y charla y ríe divertida o discute cuestiones científicas 
conmigo, etc., no es aprehensión de algo espiritual hilvanado 
al cuerpo, sino la aprehensión de algo que se ejecuta a través 
del medio de la aparición del cuerpo, aprehensión que encierra 
esencialmente en sí la aparición del cuerpo y que constituye un 
objeto del cual puedo decir: TIENE una corporalidad, tiene un 
cuerpo que es una cosa física, con tal o cual contextura, y TIENE 
vivencias y disposiciones vivenciales. Y tiene peculiaridades que 


A En la exposición (que por lo demás es completamente insuficiente) hay 
que mantener separadas dos cosas: 

1. Si lucho contra la ligadura, se puede querer decir que no es un estar 
exteriormente vinculadas dos cosas que precisamente están enlazadas en el 
sentido de la aprehensión total y que en la transición de la mirada de la una a 
la otra aparecen como partes del mismo nivel, o sea, unidad externa de partes 
del mismo nivel. 

2. Mediante lo que da sentido espiritualmente a un soporte sensible (lo cual 
no significa estar vinculado exteriormente según (1)) lo sensible recibe, por así 
decirlo, una vida interna y, como en el caso de una obra literaria (drama), el 
soporte físico es una multiplicidad de miembros sensibles que están animados 
múltiple y unitariamente, de modo que tampoco en este sentido está el sentido 
espiritual JUNTO a lo físico. (Cfr. también p. 243,) 


/241/ 


288 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


poseen a la vez ambos lados: caminar así y asá, bailar así y asá, 
hablar así y asá, etc. El hombre en sus movimientos, acciones, en 
su hablar, escribir, etc., no es un mero enlace, el anudamiento 
de una cosa llamada alma con otra llamada cuerpo. El cuerpo 
en cuanto cuerpo es, de cabo a rabo, cuerpo lleno de alma, 
Cada movimiento del cuerpo está lleno de alma, el ir y venir, 
el pararse y sentarse, correr y bailar, etc. Igualmente toda obra 
humana, todo producto, etcétera.' 

186 La aprehensión del hombre es tal que atraviesa como 
“sentido” la aprehensión del cuerpo: no como si aquí se tratara 
de una secuencia temporal, primero la aprehensión del cuerpo 
y después la del hombre, sino que es una aprehensión que tiene 
la aprehensión del cuerpo que constituye la corporalidad como 
soporte fundante para la aprehensión de sentido comprehen- 
siva: en la base y en cuanto a lo principal, es igual al modo 
como el texto es el “cuerpo” para el “sentido” animador. Más 
aún: la página impresa o la conferencia pronunciada no es una 
dualidad enlazada / de texto y sentido; más bien cada palabra 
tiene su sentido, y eventualmente partes de palabra tienen ya 
carácter de palabra, así como ya el sentido apunta en indicación 
anticipadora a un nuevo sentido, nuevas palabras, así como las 
palabras se enlazan en formaciones de palabras, en oraciones, 
las oraciones en nexos de oraciones, por el hecho de que el 
sentido animador tiene tal acompasamiento, tiene tal entrete- 
Jimiento de sentido, tal unidad, una unidad que tiene empero 
su sostén, o mejor, su corporalidad, en soportes de palabras, 
de modo que el todo de la conferencia es, de cabo a rabo, una 
unidad de cuerpo y espíritu, y en sus articulaciones siempre uni- 
dad de cuerpo y espíritu, cuya unidad es parte de una unidad 
de nivel superior, y finalmente está ahí la conferencia misma 
como unidad del nivel más alto: 

Exactamente así ocurre con la unidad hombre. No es el cuer- 
po una unidad física indivisa, indivisa desde el punto de vista 
de su “sentido”, del espíritu. Sino la unidad física del cuerpo 
que está ahí, del que se altera así y asá o está en reposo, está 
múltiplemente ARTICULADA y, según las circunstancias, ya más 
determinada, ya menos determinada. Y la articulación es una 


* Cfr. Anexo IX, p. 320 s. 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL. 289 


ARTICULACIÓN DE SENTIDO, y esto quiere decir que no es de tal 
índole que pueda hallarse en el interior de la actitud física, y 
como si a cada partición física, a cada diferenciación de pro- 
piedades físicas le conviniera “significado”, a saber, significado 
como cuerpo, o le conviniera un sentido propio, un “espíritu” 
propio. Más bien la aprehensión de una cosa como hombre (y 
con más precisión como hombre que habla, lee, baila, se enfa- 
da y vocifera, se defiende o ataca, etc.) es precisamente de tal 
índole que anima múltiples momentos, pero señalados, de la 
objetividad corpórea aparente; a lo singular le da sentido, con- 
tenido anímico, y a las singularidades ya animadas las vincula 
de nuevo, conforme a las exigencias que yacen en el sentido, en 
una unidad superior y, por último, en la unidad del hombre. So- 
lamente hay que prestar atención todavía a que en cada caso sólo 
un poco de lo corporal cae realmente en la aparición, sólo un 
poco aparece en animación directa, mientras que mucho pue- 
de ser “supuesto”, co-aprehendido, co-puesto, y es co-puesto de 
una manera más o menos indeterminadamente-vaga, y esto es 
algo corporal co-puesto y tiene un sentido co-puesto. Una parte 
mayor puede permanecer completamente indeterminada y re- 
tener todavía, sin embargo, tanta determinación: / cierto algo 
corporal con cierto algo espiritual —algo cierto, que como ho- 
rizonte de experiencia puede determinarse con más precisión 
mediante la experiencia. !8? 

Esta apercepción del espíritu se transfiere al propio yo, que 
en cuanto apercipiente de otros espíritus obviamente no tie- 
ne que estar apercibido para sí mismo de esta manera —como 
unidad comprehensiva, como espíritu—, y cuando no está aper- 
cibido así, funge como yo puro no-objetivado. A la aprehensión 
del hombre (en el sentido espiritual) en referencia a mí mis- 
mo, llego mediante la comprehensión de los otros, a saber, en 
la medida en que no solamente los comprehendo como miem- 
bros centrales para el mundo circundante restante, sino también 
para mi cuerpo, que para ellos es objeto circunmundano. Precisa- 
mente por ello los comprehendo como aprehendiéndome a mí 
mismo de modo similar a como yo los aprehendo; aprehendién- 
dome, pues, como hombre social, como unidad comprehensiva 
de cuerpo y espíritu. Ahí yace una identificación entre el yo 
que encuentro en la inspección directa (como yo, que tengo 


/242/ 


290 LA CONSTITUCIÓN DEL. MUNDO ESPIRITUAL 
enfrente mi cuerpo), y el yo de la representación ajena de mí, 
el yo que el otro, en actos que yo por mi parte le asigno al 
otro, puede comprender y poner a una con mi cuerpo como el 
representativamente “externo” a él, La representación compre. 
hensiva que otros tienen o pueden tener de mí me sirve para 
aprehenderme a mí mismo como “hombre” social, o sea, apre- 
henderme de manera enteramente distinta que en la inspección 
directamente captante. Mediante esta especie de aprehensión 
complicadamente construida ME DISPONGO EN EL CONGLOMERADO 
DE 1.A HUMANIDAD, O forjo más bien la posibilidad constitutiva pa- 
ra la unidad de este “conglomerado”. Ahora por vez primera 
soy propiamente yo frente al otro y puedo ahora decir “noso- 
tros”; y ahora también llego por primerísima vez a ser “yo” y 
el otro precisamente otro; “nosotros” todos somos hombres, de 
la misma especie unos y otros, capacitados como hombres para 
entrar en trato unos con otros y contraer enlaces humanos, 
Todo ello se lleva a cabo en la actitud espiritual y sin “natura- 
lización” alguna. Pero ya sabemos que podemos convertir toda 
UNIDAD COMPREHENSIVA “hombre” en una UNIDAD DE NATURALEZA, 
en la objetividad biológica y psicofísica, en la que ya no funge 
el puro espíritu como miembro de una unidad comprehensi- 

/243/ va, sino que se constituye una nueva unidad fenomenal, / una 
cosidad objetiva. Esto se transfiere a mí mismo como objeto de 
la naturaleza: como se ve, una manera de representación muy 
mediata. Mediante el cambio de la actitud se muda en mí, aun- 
que más mediatamente que en los otros, el yo espiritual en el 
anímico de la doctrina del alma científico-natural. 

Éste es un análisis fundamental QUE COMPRENDE TODOS LOS OBJE- 
TOS ESPIRITUALES, TODAS LAS UNIDADES DE CUERPO Y SENTIDO, es decir, 
no solamente hombres singulares, sino comunidades humanas, 
todas las configuraciones culturales, todas las obras individua- 
les y sociales, las instituciones, etcétera. 

188 Ahora bien, si no pudimos dejar que la relación de cuer: 
po y espíritu valiera, y valiera por todas partes, como un enlace 
de dos cosas, ello no se opone a que por otro lado adscriba- 
mos al cuerpo una unidad corporal y al sentido una unidad de 
sentido, de modo que ahora reconozcamos: la unidad corporal: 
espiritual que llamamos hombre, Estado, Iglesia, encierra en sí 

unidades de dos clases, a saber, unidades corporales como uni- 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 291 


dades materiales-corpóreas (esto último en todos los casos en 
que entra una existencia corpórea en el todo del objeto “espiri- 
tualizado”) y unidades espirituales. En ello hay que distinguir 
que el hombre singular es: 

1. cuerpo unitario, esto es, cuerpo portador de sentido, ani- 
mado, 

2, espíritu unitario; en el Estado, el pueblo, en una unión y 
similares, tenemos una pluralidad de cuerpos que están en las 
referencias físicas que exige el trato mutuo directo o indirecto, 
Lo que pertenece a esto, tiene sentido. Cada cuerpo tiene su 
espíritu, pero están enlazados mediante el ESPÍRITU COMÚN que 
se propaga entre ellos, el cual no es nada junto a ellos, sino un 
“sentido” o “espíritu” que los abraza. Ésta es una objetidad de 
nivel superior. 

En otros objetos espirituales, a saber, los IDEALES, como el dra- 
ma, la obra literaria en general, la obra musical, pero en cierta 
manera también en toda otra obra de arte, ocurre de otro mo- 
do, en tanto que el cuerpo sensible no es algo existente. (El 
cuerpo sensible de la pintura no es la pintura que cuelga en 
la pared. No sería difícil desarrollar más esto. Sin embargo, se 
halla muy lejos del presente contexto.) 

En todo caso, respecto de la unidad del espíritu, la cual / 
compone el “sentido” del cuerpo, en el caso del hombre singu- 
lar tenemos que prestar atención a lo siguiente: 

189 La EmPATÍA DE PERSONAS no es más que aquella aprehen- 
sión que precisamente COMPRENDE €l SENTIDO, esto es, capta el 
cuerpo en su sentido y en la unidad del sentido que ha de por- 
tar. Ejecutar empatía quiere decir captar un ESPÍRITU OBJETIVO, 
ver un hombre, una muchedumbre, etc. Aquí no tenemos un 
aprehender el cuerpo como portador de algo psíquico en el 
sentido de que el cuerpo estuviera puesto (experimentado) co- 
mo objeto físico y le fuera luego añadido algo distinto, como 
si fuera aprehendido como algo en referencia a, o en enlace 
con, algo distinto. Se trata precisamente de una objetivación de 
nivel superior, la cual se superpone a la del otro estrato de apre- 
hensión de modo tal que se constituye la unidad de un objeto 
que, por su lado (sin ningún enlace, el cual presupondría sepa- 
ración), implica un estrato objetivo de nivel inferior y de nivel 
superior, los cuales se diferencian sólo posteriormente. 


/244/ 


E 


999 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


'9 La unidad que está dada en la aprehensión del ser espiri- 
tual se deja diferenciar, mediante cambio de la actitud aprehen. 
siva, en cuerpo y sentido. El cuerpo humano aparece en una 
aparición perceptiva; como correlato de ella, él está ahí como 
realidad, de modo que se dispone en la realidad del entorno 
de quien comprende, de quien con este cuerpo capta a la per- 
sona humana como compañero. Visto con exactitud, no pone 
o capta en sentido propio (el sentido de una tesis actualmen- 
te ejecutada) la realidad del cuerpo cuando capta a la persona 
que se expresa en éste: así como al leer tampoco ponemos el 
signo escrito en el papel en una tesis de experiencia actual ni 
lo convertimos EN “TEMA” de tomas de posición teóricas o hasta 
prácticas; el signo escrito “aparece”, pero nosotros “vivimos” 
en la ejecución del sentido. Igualmente aparece el cuerpo, pero 
nosotros ejecutamos los actos de la comprehensión, captamos 
a las personas y los estados personales que se “expresan” en su 
contenido aparicional. En cuanto expresados, pertenecen sola- 
mente al cuerpo aparente de mi entorno; pero este PERTENECER 
significa aquí una relación peculiar, que nada tiene menos que 
el sentido de la unidad fundada de la naturaleza hombre en 

/245/ cuanto ser animal —en cuanto objeto zoológico—, / sino que más 
bien precede a la constitución de toda unidad semejante. 

En la comparación con las unidades de texto y sentido a que 
recurrimos antes, hay que prestar atención a que en el caso 
de éstas se trata de unidades irreales. La unidad de cuerpo y 
espíritu se constituye, empero, como unidad superior de dos 
unidades reales. Exige multiplicidades constitutivas propias, lo 
que naturalmente se muestra en la acreditación de esta unidad 
en la conciencia de su dación explícita. 

19! Para llegar a la dación, una objetividad de experiencia 
real!% tiene que reunir ambas unidades reales, cuerpo y alma, 
y perseguir unitariamente en la experiencia sus referencias de 
dependencia respecto de circunstancias reales, y la una respecto 
de la otra. En vez de fijarse meramente en el cuerpo, y de nue: 
vo, en vez de, viviendo en la comprensión, fijarse meramente 
en la persona, tenemos en primer lugar que tomar el enlace 
producido entre la expresión y lo expresado como un TODO y 
ver cómo se comporta éste en la experiencia concordante. Se 
tendrá que decir, naturalmente, que ya ANTES del VOLVERSE Y LA 


E 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL. DEL MUNDO ESPIRITUAL 293 


CAPTACIÓN experimentantes, esta unidad de la expresión y lo ex- 
presado es CONCIENTE COMO UNA REALIDAD ÚNICA en el curso de 
las aprehensiones perceptivas inherentes; que está perceptiva- 
mente presente como una formación DE DOS NIVELES, y de tal 
modo que la dependencia de circunstancias de la formación en 
su totalidad encierra esencialmente en sí la dependencia de los 
sucesos del nivel superior respecto de los del nivel inferior. 

De hecho, una unidad de la apercepción realizadora es siem- 
pre vivencia, por la cual, volviéndose, puede internarse la mira- 
da del yo puro y captar la realidad fundada así como sus respec- 
tivos estados y circunstancias. Hay que advertir, empero, que la 
UNIDAD DE EXPRESIÓN €s PRESUPOSICIÓN para la constitución de la 
realidad fundada en cuanto realidad que encierra en sí niveles, 
y que ella no es en sí misma ya esta realidad. Podemos formular 
esto así: por la expresión está para el sujeto experimentante la 
persona del otro primeramente ahí en general, y ésta tiene que 
estar primeramente ahí en general para que pueda entrar como 
nivel en una unidad real de nivel superior, y justo también con 
aquello que sirve como expresión. 

En sí, muy bien sería pensable que todas las referencias reales 
entre cuerpo y espíritu se redujeran a la unidad de expresión. 
El ser espiritual se expresaría en lo corporal en la medida en 
que el espíritu fuera captable, pero faltaría la unidad psicofísi- 
ca; cuerpo y alma no aparecerían en vinculación real. Tal vez 
se objete: el enlace entre la expresión y lo expresado es ya él 
mismo aprehensible como real. Si el cuerpo tiene la peculiari- 
dad de que a su tipo general y en particular a ciertos sucesos 
suyos, llamados gestos, palabra hablada, etc., se enlazan con re- 
gularidad empírica estados personales como estados que hay 
que co-poner, entonces estos sucesos tienen precisamente con- 
secuencias espirituales reales. A la inversa, cuando transcurren 
ciertos estados espirituales y paralelamente se presentan en el 
cuerpo ciertos gestos, ademanes, etc., ahora lo espiritual tie- 
ne entonces consecuencias reales en el cuerpo o es, conforme 
a ello, causalmente experimentado. No obstante, solamente se 
necesita pronunciar tales proposiciones para ver que este pare- 
cer no es sostenible. Un ENLACE PARALELÍSTICO de esta especie no 
Crea una realidad de nivel superior. Tendríamos entonces dos 
realidades, y cada una tendría sus estados y propiedades reales: 


2d 


_— 


/241/ 


294 1.A CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


dentro de ciertos límites habría un corresponderse; los estados 
paralelos podrían inferirse a partir de los estados paralelos, em. 
plear los unos como anuncio de los otros. Pero no surgiría una 
nueva propiedad real única, y tampoco podría hablarse de una 
causalidad que enlazara cuerpo y espíritu; pues ello presupon- 
dría que ambas realidades adoptarían una para la otra, respecto 
de sus estados reales, la función de circunstancias. Pero tal como 
hemos presupuesto la situación, la anulación de una realidad no 
cambiaría nada para la otra; la multiplicidad total de sus estados 
sería la misma. 

Sin embargo, en verdad está frente a nosotros, en actitud ade- 
cuada, el hombre como una UNIDAD REAL con propiedades reales 
que llamamos psicofísicas y que presuponen una causalidad de 
cuerpo y alma, uno en referencia al otro. Precisamente median- 
te tal causalidad se hace posible una peculiar unidad fundada. 
En el sentido de la apercepción natural del hombre hay algo así 
como salud y enfermedad en sus innumerables formas, donde 
la enfermedad del cuerpo / tiene trastornos anímicos, en gene- 
ral múltiples consecuencias experimentables para el alma. En la 
experiencia se dan también causalidades inversas, por ejemplo, 
el hecho de que la voluntad, en tanto que tiene al cuerpo como 
campo de su libertad, arrastre tras sí sucesos corporales. Cierta- 
mente no es preciso enumerar singularmente todas las formas 
de causalidad psicofísica que, aunque negadas en argumenta- 
ciones filosóficamente subsiguientes, dominan, sin embargo, la 
simple aprehensión experimental del ser animal. Lo que aquí 
es importante es que por ellas entra en la aprehensión experi: 
mental algo que no está encerrado sin más en la unidad de la 
“expresión” y lo “expresado”. 

El cuerpo, que aprehendemos como expresión de la vida es 
piritual, es a la vez un fragmento de naturaleza, incorporado al 
nexo causal general, y la vida espiritual, que captamos a través 
de la expresión corporal y comprendemos en sus nexos de moti- 
vos, aparece ella misma, merced a su enlazamiento en el cuerpo, 
como condicionada por procesos de la naturaleza, apercibida 
de modo natural. La unidad de cuerpo y espíritu es una uni: 
dad doble, y correlativamente en la apercepción unitaria del 


1 Cfr. el Anexo X, p. 321 ss. 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 295 


hombre está incluida una doble aprehensión (la personalista y 
la naturalista). 


$57. Yo puro y yo personal como objeto de la apercepción reflexiva 
de sí mismo 


Si tomamos el YO PERSONAL tal como lo encontramos en la ins- 
pectio (o sea, sin considerar su unidad con el cuerpo expresivo 
que nos es dado en la empatía), al principio no parece dife- 
renciarse del yo puro. El cuerpo es entonces mi haber, esto es, 
en el más amplio sentido, frente a mí como todo lo predado, 
ajeno al yo, de modo análogo a las cosas de mi entorno. Cierta- 
mente, el cuerpo tiene ahí (como también ya antes vimos) una 
subjetividad particular, es todavía, en sentido particular, mío 
propio: ÓRGANO y sistema de órganos del yo, órgano de per- 
cepción, órgano de mis acciones en el entorno “externo”, en el 
entorno extracorporal, etc. Yo mismo, empero, soy el sujeto del 
“yo vivo” actual, yo padezco y hago, yo soy afectado, yo tengo 
mi enfrentante, soy afectado, atraído, rechazado, motivado en 
diferentes formas por / lo enfrentante. O más distintamente: /248/ 
LA PERCEPCIÓN DE SÍ MISMO ES UNA REFLEXIÓN (reflexión de sí mis- 
mo del yo puro)!% y presupone, conforme a su esencia, una 
CONCIENCIA IRREFLEJADA. La vida de yo irreflejada, con referen- 
cia a toda clase de predaciones, a un mundo circundante cósico 
ajeno al yo, a un mundo de bienes, etc., adopta una señalada 
configuración, precisamente la de la reflexión de sí mismo o 
percepción de sí mismo, la cual es por ende un modo particu- 
lar del “yo vivo” en el nexo general de la vida de yo. Expuesto 
con más precisión, adopta la configuración: yo percibo que 
he percibido esto o aquello y aún lo percibo continuamente;!* 
que esto o aquello que antes me afectaba sin ser percibido, ha 
atraído mi atención sobre sí; que aún permanezco fijo en ello; 
que una alegría me movió y aún me mueve; que formulé una 
decisión y la mantengo, etc. Mediante tales reflexiones sé de mi 
vida de yo irreflejada; ellas me traen estructuras de tal vida al 
foco visual del advertir. 

La reflexión puede ser una continua y proseguida unidad de 
reflexiones; reflexionando paso de un cogito que se ha vuelto 


* Cfr. el $ de igual nombre en el Anexo X, p. 325 ss. 


A A: 


a qee 


996 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


objeto captado a Otro, y de nuevo a otros, y ahí, por esencia, 
se identifica el yo que es el sujeto en cada cogito; las múltiples 
acciones y pasiones del yo están primigeniamente dadas como 
las del yo idéntico uno, y correlativamente el múltiple haber, lo 
que atecta, lo predado de la esfera inmanente o trascendente 
como haber del mismo yo. Todas éstas son descripciones que 
atañen al yo puro. 

1951 tanto, cuando me muevo así en actos de reflexionar 
vivos, irreflejados, en campos de la reflexión (de las subjetivida- 
des objetivadas), EXPERIMENTO con ello cómo me “comporto” en 
diferentes circunstancias subjetivas, esto es, con referencia a mi 
esfera de las predaciones respectivas (de mi mundo circundante 
en un sentido amplísimo); y si me adentro en el entrelazamiento 
de las motivaciones de mi cogito, en las intencionalidades abier- 
tas y ocultas de la motivación, entonces experimento cómo soy 
motivado por ellas y cómo SUELO estar motivado por ellas, qué 
ÍNDOLE PECULIAR EXPERIMENTABLE PpOS€O EN GENERAL en Cuanto su- 
jeto de motivación de estas!% circunstancias motivantes:!1% 

/249/ / o qué clase de SUJETO PERSONAL soy. '' 198 Todo ello ante todo 
sin la compañía de una fijación conceptual y sin pensar (sin 
“reflexionar” sobre ello en un sentido enteramente distinto, a 
saber, precisamente en el sentido del comportamiento pensante 
y enunciante). Distinguimos, pues, de la REFLEXIÓN DEL YO PURA, 
de la reflexión sobre el yo puro que pertenece por esencia a todo 
cogito, la EXPERIENCIA TEMÁTICA REFLEXIVA sobre la base de la aper- 


l Aquí hay que distingir: costumbres que tengo, pero que en diferentes 
pasados no tenía, sino que tenía otras. Por otro lado: el estilo-de-la-costumbre. 
¿Pero es “costumbre” aquí un buen título? ¿No tengo en cuanto yo mis tomas 
de posición y mi manera de tomar posición, y no por meras costumbres, sino 
por libertad y capacidades de diferente especie? 

ll ¿Debe significar esto: meramente por reflexión repetida sobre las mo- 
tivaciones de mis afecciones y acciones surge una apercepción de experiencia 
del yo como yo-de-afecciones y yo-de-acciones? Pero en cuanto yo personal yO 
soy el hombre entre hombres. ¿Qué va antes, la conformación de la apercep- 
ción inductiva de la especie personal de los otros o de la mía propia? ¿Y se trata 
meramente de la apercepción inductiva-asociativa? La persona es el sujeto de 
las capacidades. La capacidad de un hombre no se constituye puramente como 
formación asociativa, y su devenir y crecer lo llego a conocer en la especie de 


experiencia que le es propia, en la que la asociación libre desempeña un papel 
constante, Aquí todavía hay mucho que aclarar. 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 297 


cepción de la experiencia desarrollada, cuyo objeto intencional 
es este yo empírico, el yo de la intencionalidad empírica, como 
experiencia de sí mismo del YO PERSONAL. con referencia a los 
nexos de experiencia en los cuales este yo personal (o sea, con re- 
ferencia a los actos que ejecuta en las circunstancias motivantes 
pertinentes) se acredita según sus “PECULIARIDADES PERSONALES” 
O RASGOS DE CARÁCTER. 

Para complementar esta exposición hay que tomar en cuenta 
que la reflexión interna que aquí ejecuto no excluye, sino que 
incluye, que en ella me aprehenda como yo humano también 
en las referencias en las cuales me encuentro frente a los otros 
hombres. Como yo personal me comporto en efecto también 
frente a los otros como otros que co-pertenecen a mi mundo 
circundante. Pero está claro que, si me mantengo en el acervo 
de lo que ofrece la pura y propia percepción de sí mismo, y me 
limito a la preservación de mi personalidad en las circunstancias 
de mi comportamiento circunmundano, puedo prescindir del 
estrato aprehensivo que se introduce al representarme a la vez 
como el mismo que los otros aprehenden desde fuera en em- 
patía. / "Y finalmente, aun cuando elimine toda apercepción 
relativa a otros y con ello todo aquello que ésta aporta para la 
apercepción restante del mundo circundante y de mí mismo, 
queda obviamente mi yo que se comporta reguladamente en 
mi puro mundo circundante (natural, cósico) y una apercepción 
personal limitada. En la intuición de sí mismo propiamente di- 
cha (percepción de sí mismo, recuerdo de sí mismo) no entra 
desde un principio nada de la representación de cómo me vería 
yo desde un allá, desde el punto de vista de otro, etcétera, "200 


” El yo personal es el yo-hombre. Yo experimento el comportamiento de 
los otros en sus circunstancias circunmundanas, y de la reflexión repetida so- 
bre su comportamiento igual en circunstancias iguales surge una apercepción 
inductiva. En la medida en que yo mismo me aperciba como hombre en el 
nexo humano, y en tanto que encuentre suficientes ocasiones de observar mi 
propio comportamiento y como comportamiento regulado (mis costumbres, 
mis activas regularidades de comportamiento), llego a conocerme a mí mismo 
como “realidad” personal. Así pues, la reflexión personal que practico es por 
tanto una reflexión intencionalmente muy mediada. 

Hay aquí, empero, todavía algunas cuestiones pendientes. 

En primer lugar: un fragmento de apercepción inductiva concerniente a 
mí mismo surge antes de la experiencia de otros como somatológica. Hay que 


/250/ 


/251/ 


298 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


Yo, el yo personal, soy para mí, tras el desarrollo de la aper- 
cepción de yo empírica, una predación, tal como la cosa me está 
predada una vez que la apercepción de cosa se ha desarrollado, 
Así como la “experiencia”, en el sentido de la observación que 
se prosigue de propósito una vez desarrollada la apercepción de 
cosa y la satisfacción voluntariamente ordenada del interés por 
la cosa en series de experiencias, me da a conocer mejor la cosa 
—lo que conduce hasta la ciencia observacional—, así también 
con respecto al yo empírico. Yo “me interno en la experien- 
cia” de propósito y, eventualmente con un interés puramente 
observacional, llego a conocerme “mejor”. La percepción de sí 
mismo como percepción de sí mismo personal y el nexo de las 
experiencias de sí mismo reflexivas, me “enseña” que mis actos 
de yo puros / se desenvuelven reguladamente en sus circunstan- 
cias subjetivas. EIDÉTICAMENTE veo o puedo ver intelectivamente 
que, en conformidad con estos transcursos regulados, tiene que 
desarrollarse NECESARIAMENTE la “representación” yo-persona, la 
apercepción de yo empírica, y tiene que seguir desarrollándose 
incesantemente; que por ende yo, si reflexiono tras un transcur- 
so de vivencias, tras un transcurso de cogitaciones cualesquiera, 
tengo que encontrarme constituido como yo personal. El correr 
de las vivencias de la conciencia pura es necesariamente un 
curso de desarrollo en el cual el yo puro tiene que adoptar la 
configuración aperceptiva del yo personal, o sea, tiene que con- 
vertirse en el núcleo de toda clase de intenciones, las cuales 
hallarían su acreditación o su cumplimiento en series de expe- 
riencias de la especie aludida. 


meditar seriamente cómo desempeña ahí el yo su papel como polo, y cómo se 
constituye un poder fijo (yo puedo mover la mano hacia allá, yo puedo palpar, 
etc.): mi cuerpo como sustrato de diversas “facultades” corporales. Luego 
múltiples costumbres en mi esfera subjetiva, entren otros ahí en consideración 
para mí o no. Intercambio de la observación de otro y de la observación de sí 
mismo, y con ello ampliación continuada de la apercepción inductiva. 

Sin embargo, aquí entran en consideración, siempre y desde un principio, 
las capacidades yoicas y las somatológicas del estrato inferior. Una capacidad 
activa no es por cierto una costumbre, no es una peculiaridad inductivamente 
constituida, una formación meramente asociativa, si tomamos la asociación 
en el sentido acostumbrado. El análisis de la personalidad es aquí, por ende, 
muy imperfecto. 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL. DEI. MUNDO ESPIRITUAL 


$ 58. La constitución del yo personal antes de la reflexión" 201 


202 Así pues, al reflexionar me encuentro siempre como yo perso: 
nal. Pero éste se constituye primigeniamente en la génesis que 
impera a lo largo del flujo de vivencias. Ahí la gran pregun- 
ta es: ¿se CONSTITUYE el yo personal SOBRE LA BASE de reflexio- 
nes de yo, es decir, de modo enteramente primigenio sobre la 
base de la percepción de sí mismo y la experiencia de sí mis- 
mo puras? Tenemos legalidades, como las que se hallan bajo 
el título “asociación”, que pertenecen a la corriente de viven- 
cias con su composición entera, o sea, tanto a las cogitaciones 
que ahí se presentan como a las demás vivencias. La cuestión 
es, por ende, si meramente gracias a tales legalidades pueden 
desarrollarse en general apercepciones y, en especial, las del 
yo personal que se comporta reguladamente con referencia a 
circunstancias subjetivas, de manera que las reflexiones sobre 
cogitaciones no desempeñan aquí un papel preferente; o si di- 
rectamente éstas tienen ahí una FUNCIÓN CONSTITUTIVA particular 
y enteramente ESENCIAL. ¿Tengo que recorrer en la experiencia 
reflexiva mis maneras de comportamiento para que el yo perso- 
nal como unidad de las mismas pueda llegar a ser conciente, o 
puede ya ser “conciente” en la PREDACIÓN, antes de que haya si- 
do primigeniamente DADO mediante tales series de experiencias 
identificadoras y realizadoras que, en cuanto reflexiones sobre 
las cogitaciones, ponen la vista en el comportamiento en / re- 
ferencia a las circunstancias? ¿Pero qué se organiza entonces en 
la esfera prerreflexiva? Seguramente se forman “asociaciones”, 
se desarrollan indicaciones prospectivas y retrospectivas como 
en el caso de los “fondos” sensibles y cósicos inatendidos. Así 
pues, ya hay ahí una composición, y en la reflexión posterior, 
en el recuerdo, puedo y tengo que encontrar algo configurado. 

ta es la presuposición para la “explicitación”, para la exhi- 
bición “plenamente conciente” del “si” y “entonces” y aquella 
identificación del yo con referencia a circunstancias inherentes 
a él en la cual el yo se constituye “propiamente” como unidad 
personal-real. (Se pregunta si no tiene lugar algo similar también 
para la constitución de cosas, lo que he mostrado de hecho en 
la Lógica trascendental.)?03 


* Sobre este $, cfr. Anexo XII, p. 332 ss. 


299 


/252/ 


A A O ii 


300 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


Pero aun prescindiendo de los nexos asociativos, el yo cons. 
tituido en reflexión remite a otro: primigeniamente no soy 
propiamente una unidad a partir de la experiencia asociativa y 
activa?! (si experiencia significa lo mismo que en el caso de la 
cosa). Soy el sujeto de mi vida, y el sujeto se desarrolla viviendo; 
no se experimenta primariamente a sí, sino que constituye obje. 
tos de la naturaleza, cosas de valor, herramientas, etc. En cuanto 
activo,2% no se forma o se configura primariamente a sí, sino 
cosas para el trabajo. El yo no es primigeniamente a partir de la 
experiencia —en el sentido de la apercepción asociativa*% en la 
cual se constituyen unidades de multiplicidades del nexo—, sino 
a partir de la vida (es lo que es no PARA el yo, sino él mismo el yo). 

El yo puede ser más y distinto que el yo en cuanto unidad 
aperceptiva. Puede tener habilidades (disposiciones) OCULTAS 
que todavía no se ponen de manifiesto, que todavía no son 
objetivadas aperceptivamente, así como una cosa tiene propie- 
dades que todavía no están incluidas en la apercepción de la 
cosa. Todos hacemos estas diferencias incluso en la considera- 
ción personal corriente de los hombres y conforme a ello en la 
consideración científico-espiritual (por ejemplo histórica), en 
la experiencia corriente. Alguien no se “conoce”, no “sabe” 
lo que es; LLEGA a conocerse. La experiencia de sí mismo, la 
apercepción de sí mismo, se amplía constantemente. El “llegar 
a conocerse” es uno con el desarrollo de la apercepción de sí 
mismo, de la constitución del “sí mismo”, y ésta se ejecuta a una 
con el desarrollo del sujeto mismo. 

/253/ ¿Pero qué pasa con un supuesto comienzo? En el comienzo 
de la experiencia aún no está predado, ahí delante como objeto, 
un “sí mismo” constituido. Está completamente latente para sí 
y para otro, por lo menos en la intuición. Los otros, empero, ya 
pueden, empatizando, intracomprender más, en tanto que para 
ellos está experimentalmente delineada la forma de la subjetivi- 
dad como forma que se constituye en el desarrollo. Lo peculiar 
del sujeto espiritual es que en él se presenta la apercepción “yo” 
en la que este “sujeto” es el “objeto” (aun cuando no siempre el 
objeto temático). EN LA cosa no se presenta una apercepción “co 
sa”, sino solamente en sujetos. Tiene por ende que distinguirse: 
“yo, el que soy” por el lado del sujeto y “yo, el que soy” en cuanto 
objeto para mí, que en el yo-soy existente es representado, cons 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 301 


tituido, eventualmente mentado en el sentido específico: el mí. 
Aquí €s mentada *la persona” constituida para mí, el yo que es 
conciente como sí mismo.?0? 

Y no se tiene que decir: el yo durmiente en oposición al des- 
pierto es la completa inmersión en la materia-de-yo, en la hyle, 
el ser-yo inseparado, el hundimiento-del-yo, mientras que el yo 
despierto se contrapone a la materia y es así afectado, hace, pa- 
dece, etc. El yo pone el no-yo y se comporta hacia él; constituye 
siempre su enfrentante, y en este proceso está motivado y siem- 
pre de nuevo motivado, y no caprichosamente, sino ejerciendo 
“AUTOPRESERVACIÓN”. Si prescindimos de un nivel inferior, en el 
que la “objetividad sensible” nace como unidad “sin actos”, en- 
tonces el yo se desarrolla sin cesar, su hacer y padecer tienen 
repercusiones. El yo se ejercita, se acostumbra, en el compor- 
tamiento posterior está determinado por el anterior, crece la 
fuerza de algunos motivos, etc. Se “consigue” habilidades, se 
pone metas y en el alcanzar las metas adquiere capacidades 
prácticas. No solamente hace, sino que también las acciones se 
vuelven metas, e igualmente los sistemas de acciones (por ejem- 
plo, quiero poder tocar sin dificultad una pieza de piano) y las 
capacidades correspondientes. 


$ 59. El yo como sujeto de las capacidades 


El yo como unidad es un sistema del “yo puEDO”. Aquí hay que 
diferenciar entre el “yo puedo” Físico, el corporal y corporal- 
mente mediado, y el ESPIRITUAL. / Yo tengo dominio sobre mi /254/ 
cuerpo, yo soy quien mueve y puede mover esta mano, etc. Yo 
puedo tocar el piano. Pero no siempre me sale bien. Lo he des- 
aprendido, he perdido práctica. Yo ejercito mi cuerpo. En las 
actividades más comunes generalmente no pierdo la práctica. 
Pero cuando he estado enfermo mucho tiempo acostado, luego 
tengo que volver a aprender a andar, y rápidamente vuelvo a ha- 
cerlo. Pero puedo también enfermarme de los nervios, pierdo 
el dominio sobre mis miembros, “no puedo”. En este respecto 
me he vuelto otro. 

"Soy corporal-prácticamente?% normal”, esto es, que pue- 
da mover “libre-naturalmente” mis órganos como órganos per- 
ceptivos y como órganos prácticos de la vida sensorial, es el 


AAA 


/255/ 


302 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


permanente estrato inferior normal. Soy espiritualmente nor- 
mal en el representar cuando puedo ejecutar libremente mis 
experiencias espaciales,2% conformaciones de la fantasía, reco- 
rrer libremente mis recuerdos; en el ámbito típico, natural, no 
ilimitadamente. Tengo una memoria normal, tengo una fanta- 
sía normal, igualmente una ACTIVIDAD NORMAL DE PENSAMIENTO: 
puedo sacar conclusiones, puedo comparar, distinguir, vincu- 
lar, contar, calcular; también puedo valorar y sopesar valores, 
etc., normalmente como un “hombre maduro”. Tengo por otro 
lado MI ÍNDOLE PECULIAR, mi cómo del moverse, del hacer, mis 
valoraciones individuales, mis maneras de dar preferencia, 
mis tentaciones, mis fuerzas para sobreponerme frente a cier- 
tos grupos de tentaciones contra las que soy inmune; otro es 
en esto distinto, tiene otros motivos favoritos, otras tentaciones 
peligrosas para él, otras esferas de fuerza de acción individual, 
etc., pero dentro de la normalidad, específicamente la norma: 
lidad de la juventud, de la vejez, etc. Dentro de esta tipología 
hay naturalmente desarrollos particulares, cultivo conciente de 
sí mismo, conversiones internas, transformaciones mediante fi- 
jaciones éticas de metas, ejercicio, etcétera. 

El yo espiritual puede así ser aprehendido como un organis- 
mo, un ORGANISMO DE CAPACIDADES, de su desarrollo en un estilo 
normal típico con los niveles de infancia, juventud, madurez, 
vejez. El sujeto “puede” variadamente y, conforme a su poder, 
es determinado al hacer por estímulos, por motivos actuales; 
es siempre de nuevo activo según sus capacidades, y las muda, 
enriquece, fortalece o debilita siempre de nuevo a través de 
su / hacer. LA CAPACIDAD NO ES UN PODER VACÍO, SINO UNA POTEN:- 
CIALIDAD POSITIVA que viene en cada caso a actualización, está 
siempre en disposición de pasar a la acción, a una acción que, 
en tanto que es vivencial, remite al poder subjetivo inherente, a 
la capacidad. La motivación, empero, es para la conciencia algo 
abierto, comprensible; la decisión “motivada” es clara como tal 
por la especie y la fuerza de los motivos. Finalmente todo remi- 
te comprensiblemente a la PROTOCAPACIDAD DEL SUJETO y luego a 
la CAPACIDAD ADQUIRIDA, surgida de la anterior actualidad de la 
vida.? 210 


% ¿Debe decirse que el “carácter primigenio” no es nada más que el hecho 


¡A MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 303 


El yo personal se constituye en la génesis primigenia no sola- 

mente como personalidad determinada IMPULSIVA MENTE, desde el 
comienzo y siempre impulsada también por “INSTINTOS” PRIMIGE- 
sos y siguiéndolos pasivamente, sino TAMBIÉN COMO yo SUPERIOR, 
AUTÓNOMO, LIBREMENTE ACTUANTE, guiado en particular por MOTI- 
vOS DE RAZÓN, nO meramente arrastrado y no libre. Tienen que 
cultivarse costumbres tanto para el comportamiento primige- 
niamente instintivo (de modo que la fuerza del impulso de la 
costumbre se enlaza con los impulsos instintivos) como para el 
comportamiento libre. Ceder a un impulso funda el impulso 
del ceder: por costumbre. Igualmente: dejarse determinar por 
un motivo de valor y resistir a un impulso funda una tendencia 
(un “impulso”) a dejarse determinar de nuevo por semejante 
motivo de valor (y eventualmente por motivos de valor en ge- 
neral) y a resistir a un impulso semejante. Aquí SE ENTRELAZAN LA 
COSTUMBRE Y LA MOTIVACIÓN LIBRE. Si de nuevo actúo libremente, 
entonces sigo también en verdad a la costumbre, pero soy libre 
en tanto que sigo al motivo, a la razón en decisión libre. ? 

De todo ello hay que diferenciar, empero, la eficacia de la 
“asociación” en la que se constituye el sujeto empírico? per- 
sonal. Si el sujeto personal significa para la corriente de vivencias 
cierta regla de desarrollo, y justo para las maneras del compor- 
tamiento del yo en circunstancias subjetivas, y cierta regla de la 
manera de comportarse en actividades y pasividades, entonces 
corresponde a esta regla cierta costumbre por así decirlo dóxica, 
cierta cualidad de conocido para el respectivo comportamiento 
del yo, ciertas tendencias de expectativa o posibles tendencias 


de que al comienzo hay una motivación determinada, y en el desarrollo del 
yo cada motivación está co-condicionada por motivaciones ya ejecutadas an- 
tes fácticamente? Pero tendríamos que decir, sin embargo, ¿una determinada 
especie de motivación, y luego solamente para el comienzo? Pero el comienzo 
no debe entenderse sólo temporalmente. 

P Fenomenológicamente, lo “acostumbrado” o lo “experimental” tiene su 
REFERENCIA intencional A CIRCUNSTANCIAS. Si éstas se realizan, entonces lo ex: 
perimental sobreviene como algo esperado, como algo inherente a ellas. Un 
impulso instintivo tendría verdaderamente que estar también referido a cir- 
Cunstancias; en esa medida tenemos una expectativa de experiencia, pero ésta 
tiene implícitamente, en el caso de la costumbre, un horizonte de recuerdos 
similares. — Aún hay que preguntar: ¿qué pasa con la expectativa del ceder 
con su fuerza ascendente y la misma tendencia creciente del ceder? 


/256/ 


/257/ 


304 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


de expectativa que se refieren al presentarse del comportamien- 
to respectivo en la corriente de conciencia. Ahora bien, este 
comportamiento en la conciencia de fondo no es un esperar 
propiamente dicho, sino una PROTENCIÓN dirigida al acontecer 
futuro, la cual puede convertirse en expectativa por un giro 
de la mirada del yo. Pero no solamente eso; se constituye una 
objetividad, precisamente el sujeto de las maneras de compor- 
tamiento; el sistema de tales protenciones y entrelazamientos, el 
cual podría ser convertido en un “si - entonces” actual, en moti- 
vaciones actuales hipotéticas y causales, crea una nueva unidad 
intencional o, correlativamente, una nueva apercepción. 

Por un lado tenemos, por tanto, tendencias que rigen el “yo 
hago”, el “yo padezco”, y fuerzas que le dan reglas. Por otro lado, 
tendencias de conciencia que caracterizan subsiguientemente a 
estos actos y al yo, y le confieren a éste aprehensión. 

En toda la consideración que hasta ahora hemos hecho se 
ha hablado de la unidad-de-yo que se constituye en la corrien- 
te de la vida. Éste es en primer lugar el yo que se desarrolla, 
se co-forma, se constituye, con todas las otras apercepciones, 
ante todo a una con las apercepciones de cosas que se forman. 
Pero no únicamente eso. Yo, en efecto, no soy solamente el 
sujeto, el yo que con cierta libertad puede considerar una cosa, 
mover los ojos viendo, etc. Soy también el sujeto que suele tener 
agrado en éstas y aquellas cosas, que habitualmente desea esto 
y aquello, va a comer cuando llega el momento, etc.: sujeto de 
ciertos sentimientos y costumbres de sentimiento, costumbres 
de deseo, costumbres de voluntad, tan pronto pasivo, dije, tan 
pronto activo. Está claro QUE / AHÍ SE CONSTITUYEN EN LA SUBJETI- 
VIDAD CIERTOS ESTRATOS, en la medida en que ciertos grupos de 
afecciones del yo o actos del yo pasivos se organizan relativa- 
mente para sí y se reúnen constitutivamente para formar una 
unidad empírica. Una investigación más detallada tendría que 
poner de manifiesto estos estratos. 


$ 60. La persona como sujeto de los actos de razón, como “yo libre”?!* 
213 Ante todo, empero, hay que delimitar frente al sujeto empí- 
rico general y unitario a la “PERSONA” EN UN SENTIDO ESPECÍFICO: 
el sujeto de los actos que hay que juzgar desde el punto de vista 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 305 


de la RAZÓN, el sujeto que es “RESPONSABLE-DESÍ-MISMO”, el sujeto 
que es libre y subyugado, no libre; tomando libertad en el sen- 
tido particular, y, ciertamente, en el sentido propio. Una pasiva 
docilidad en el “yo muevo”, etc., es un tener lugar subjetivo, y 
se dice libre sólo en tanto que “pertenece a mi libertad”, esto 
es, en tanto que, como todo tener lugar subjetivo, puede ser 
inhibido y de nuevo liberado centrípetamente a partir del yo; 
es decir, el sujeto “consiente”, dice sí a la exhortación del estí- 
mulo en cuanto exhortación a ceder, y da prácticamente su fiat, 
En referencia a mis actos de yo centrípetos, tengo la conciencia 
del YO PUEDO. Son acciones, y en su curso entero yace precisa- 
mente no un mero ocurrir que va transcurriendo, sino que el 
curso ha salido siempre del centro-yo, y hasta donde esto sea 
el caso llega la conciencia del “yo hago”, “yo actúo”. Si el yo es 
“arrastrado” o “encadenado” de alguna otra forma por alguna 
afección, entonces el “yo hago” propiamente dicho se rompe, 
el yo está impedido como yo activo, es no libre, “movido, no 
moviente”. En el caso de la libertad existe, para las futuras fases 
del hacer que yacen en el horizonte inmediato en referencia al 
horizonte de intenciones prácticas no cumplidas, la conciencia 
del “yo puedo” libre y no la mera conciencia “va a pasar”, “va a 
ocurrir”. 


a) “Yo puedo” como posibilidad lógica, como posibilidad e 
imposibilidad prácticas, como modificación de neutralidad / /258/ 
de actos prácticos y como conciencia primigenia del poder 
(fuerza subjetiva, capacidad, resistencia)? 


Ahora bien, ¿qué quiere decir eso? Lo que yo puedo, de lo 
que soy capaz, para lo cual me sé apto, lo que como tal está 
ante mí concientemente, es una POSIBILIDAD PRÁCTICA. Sólo entre 
posibilidades prácticas puedo “decidirme”, sólo una posibilidad 
práctica puede (éste es otro “puede”, un “puede” teórico) ser 
tema de mi voluntad. Yo no puedo querer nada que no tenga 


Y Lipps, Psychologie, 2a. ed., p. 24 ss. expone la primera discusión funda- 
mental de esto. También indica que aquí nace el concepto más primigenio 
de la posesión, del “yo tengo”; yo tengo mis miembros corporales: yo tengo 
dominio sobre ellos. Cfr. también arriba p. 253, y además el $ 3 del Anexo XII, 
Pp. 333 ss, 


/259/ 


306 1.A CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


concientemente ante los ojos, que no se halle en mi dominio, 
en mi aptitud. “Yo no puedo querer nada” —aquí el “puedo” 
mismo puede estar mentado como práctico, a saber, en tanto 
que el querer mismo puede ser objeto de la voluntad, y solamente 
puede serlo en tanto que está en mi “dominio” (en el alcance de 
mi dominio), en tanto que la ejecución de la tesis misma es para 
mí algo prácticamente posible. ANTES de la voluntad con la tesis 
activa del “fiat” se encuentra el hacer como hacer impulsivo, 
por ejemplo, el involuntario “yo me muevo”, el involuntario 
“yo agarro” mi cigarro; lo deseo y lo hago “sin más”, lo que 
obviamente no es fácil de distinguir del caso del arbitrio en 
sentido estrecho. 

Ahora, ¿qué clase de modificación es el “yo puedo”, “yo soy 
capaz”, “yo soy apto”? 

En la experiencia se distingue, según su carácter fenomeno- 
lógico, el “yo puedo” y el “yo no puedo”. Hay un hacer sin re- 
sistencia, o una conciencia del poder sin resistencia, y un hacer 
en la superación de una resistencia, un hacer con un “contra” 
y una conciencia inherente del poder que supera la resisten- 
cia. Hay (siempre fenomenológicamente) una gradualidad de 
la resistencia y de la fuerza de superación: de la fuerza “activa” 
frente a la “inerte” de la resistencia. La resistencia puede volver- 
se insuperable: entonces topamos con el “no hay manera”, “no 
puedo”, “no tengo fuerzas”. Naturalmente está en conexión con 
ello la aprehensión transferida del actuar y / reaccionar fuera 
de la esfera de mi hacer y poder. Las cosas son “activas” unas 
respecto a otras, tienen unas respecto a otras “fuerzas y con- 
trafuerzas”, se oponen resistencia unas a otras y eventualmente 
la resistencia que una ejerce es insuperable, la otra “no puede 
superarla”. 

La apercepción propia de la resistencia presupone que no se 
trata meramente de algo cósico, sino de algo de la índole de lo 
que cae en la esfera de mi “voluntad”, en la esfera de aquello 
que eventualmente ya he llegado a conocer como algo de lo que 
soy capaz. Todo mi poder en la esfera física está mediado por 
mi “actividad corporal”, por mi poder o ser capaz corporal. 
Por experiencia sé que mis miembros corporales se mueven de 
La manera peculiar que los distingue de todas las otras cosas y 
movimientos de cosas (movimientos físicos mecánicos): por el 


A 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 307 


carácter del mover subjetivo, del “yo muevo”, Y éste es aprehen- 
sible desde un principio como prácticamente posible. En efecto, 
tenemos que formular con generalidad: sólo lo que tiene este 
carácter subjetivo está sujeto a priori a tal aprehensión. Primige- 
niamente sólo aquí se presenta el “yo quiero”; primigeniamente 
aquí y sólo aquí*** un querer representado puede ser afirmado 
y convertirse en un querer real. También aquí puedo topar con 
resistencia. Mi mano está “dormida” —ahora no puedo moverla, 
está de momento paralizada, etc. Lo mismo experimento en el 
dominio de las “consecuencias” externas del movimiento cor- 
poral. La mano hace a un lado lo que le estorba; “lo consigue”. 
Lo consigue a veces “difícilmente”, “con menos dificultad”, “sin 
resistencia”, y a veces no lo consigue en absoluto, la resistencia 
es insuperable pese a toda acometida, 

Ahora bien, ¿cómo pone mi querer manos a la obra cuando 
ejecuto una actividad corporal?, ¿qué es lo que hace INMEDIATA- 
MENTE? ¿Tengo que tener para ello un conocimiento fisiológico? 
Física-objetivamente lo primero es naturalmente un estado mate- 
rial, aunque yo nada sepa o nada tenga que saber de él. “Pero 
cómo puedo ponerlo en escena es”, suele decirse, “un enigma”. 
“La causalidad psíquica es un factum, pero incomprensible” —así 
se dice, o también lo da uno por mera ilusión. Por supuesto tam- 
bién se dice que un causar fisiopsíquico es un enigma. Pero ¿no 
pertenece este “enigma” a la ESENCIA de toda / causación? Esto /260/ 
quiere decir, empero, que no es un enigma. La “causalidad”, 
cuya particularidad radica precisamente en la apercepción ex- 
perimental, pertenece a la esencia de la constitución de la cosa. 
Se tiene por ende que experimentar la cosa como cosa y se tiene 
que determinar fenomenológicamente con más detalle la aper- 
cepción causal en ejemplos de la experiencia actual, y exigir 
Otra cosa no tiene aquí sentido. 

Igualmente en el dominio de la causalidad de la voluntad 
y de la apercepción corporal, de la apercepción de una cosa 
con “miembros” que no solamente son movidos, sino que yo 
muevo y que conforme a ello pueden ser eventualmente mo- 
vidos en el “yo quiero”. ¿Qué es lo primero para la voluntad? 
Ahora bien, es presuposición la apercepción de la mano con 
la posición fenomenal, etc. La investigación y el conocimiento 
fisiológico no son presuposición alguna. La comprensión física 


¡_AA AA+ 


/261/ 


308 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


y fisiológica es enteramente distinta de la práctica. En un caso 
se trata de conocimiento y, más precisamente, de conocimiento 
científico de la cosa como objeto de la naturaleza en la naturaleza 
física (sustancial-causal); en el otro se trata de una comprensión 
práctica, una comprensión del ocurrir práctico, no del proce- 
so según su causalidad física: se pregunta por los FUNDAMENTOS 
PRÁCTICOS (las “causas psíquicas”) del proceso, por su motivo. 
La cosa se mueve PORQUE “yo” le he dado un empujón: estiré la 
mano y la empujé. ¿Pero si muevo la mano involuntariamente? 
¿Por qué se mueve? Porque la posición de la mano es incómoda. 
O “no sé bien por qué”, no me he fijado en ello; pero el fun- 
damento radica en lo psíquico y sus estímulos y motivaciones 
OSCUrOs. 

Sin duda, mi mano TAMBIÉN es una cosa, y cuando YO ejecu- 
to un “yo muevo” subjetivo y no sueño ni me engaño, enton- 
ces también en la naturaleza se lleva a cabo un proceso físico. 
Ciertamente, en la percepción del “yo muevo” está encerrada 
también la percepción del movimiento físico en el espacio, por 
lo que también ahí puede plantearse la cuestión de la causa- 
lidad física. Pero por otro lado no tiene que plantearse, y no 
es de plantearse en la actitud personal, únicamente en la cual 
está puesta la persona que actúa y padece como sujeto de la 
motivación y sujeto de su mundo circundante.” ?15 

Primigeniamente, el “yo muevo”, “yo hago”, precede al “yo 
puedo hacer”.21 <Pero> también hay ahora un “yo puedo” 
vivenciado, desligado del hacer actual. Yo puedo “representar- 
me” que muevo mi mano que ahora está en reposo: voluntaria o 
involuntariamente. ¿Puedo también representarme que muevo 
esta mesa (no “a través” del movimiento de mi mano, por medio 
del mismo)? Puedo naturalmente representarme que se mueve 


" Ahora bien, se podría también objetar que la naturaleza física y su Causa: 
lidad se resuelven en motivaciones de conciencia. Pero éstas forman un grupo 
cerrado, cuyo índice son las cosas puestas y teóricamente determinadas, las le- 
yes de la naturaleza, etc. No puede decirse tampoco que en el excedente sobre 
lo físico tenemos lo psíquico con su “causación” psíquica. Eso sería falso, pues 
se trata de actitudes enteramente distintas: en una la naturaleza está pura y 
simplemente puesta y es tema teórico. En la otra está la naturaleza puesta co- 
mo correlato de las motivaciones que la constituyen, y en la tercera está puesta 
la naturaleza aparente, pero puesta como campo de la praxis. 


LA MOTIVACIÓN: 1.EY FUNDAMENTAL. DEL. MUNDO ESPIRITUAL 309 


“mecánicamente”, Pero su movimiento no puede ser nunca mi 
moverla a ella misma, a no ser que sea “a través” del movimien- 
to corporal, por un golpe, etc. Tengo capacidad de algo sobre 
mi cuerpo, en el mundo físico tengo capacidad sólo en virtud 
de que tengo capacidad sobre mi cuerpo. Si me represento el 
movimiento de mi mano en la forma “yo muevo mi mano”, 
entonces me represento un “yo hago” y no un movimiento me- 
ramente mecánico. Pero esa representación no es todavía un 
“yo puedo”. Manifiestamente, en el “yo puedo” yace no mera- 
mente una representación, sino, más allá de ello, una tesis, la 
cual no solamente me concierne a mí mismo, sino al “hacer”, 
no al hacer real, sino precisamente al poder-hacer. 

Es importante poner de relieve con ejemplos el CONTRASTE 
que aquí resalta entre la posibilidad en el sentido de la Posi- 
BILIDAD meramente “LÓGICA”, la mera posibilidad basada en la 
representación intuitiva, y la posibilidad PRÁCTICA del poder. 

Si finjo un movimiento mecánico u otro proceso de la na- 
turaleza, o finjo una cosa, la que sea, entonces en todo tiempo 
puedo mudar mi conciencia de esta libre ficción?!” de tal modo 
que surja de ahí una tesis de posibilidad referida a lo fingido. Lo 
representable, o en primer lugar lo representado, es posible; el 
“objeto” como tal, en cuanto intuitivamente flotante, es sustrato 
del predicado de posibilidad, esto es, el objeto mentado es un 
objeto posible en tanto que puede ser intuido. Aquí interviene 
de nuevo un “puede”. Un centauro es objeto posible. “Él” es 
intuido, es lo idéntico / de éstas y otras cuasipercepciones que /262/ 
puedo ejecutar libremente. Tiene sin duda que decirse: toda 
intuición admite un giro a un acto que pone como posible el 
“objeto” intuido?!$ en cuanto qué mentado, que lo “experimen- 
ta” en dación originaria.?19 Y una posición de posibilidad sin 
intuición es una intención que, según su sentido, encuentra un 
cumplimiento en una intuición o en un giro de la intuición que 
procura la tesis de posibilidad en forma “propia”. 

Esta posibilidad es la posibilidad lógica dóxica?? (no lógico- 
formal). Bajo este “es posible” cae naturalmente también el “es 
posible que mueva la mano”, si me represento el movimiento 
de la mano y desprendo de esta representación (de una modifi- 
cación de neutralidad) el sentido de la tesis de posibilidad. Pero 
con ello no tengo el “yo puedo” práctico,22! aunque también 


AA2A>2> 


/263/ 


310 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


puede hablarse de poder en aquella clase general de casos. Un 
centauro PUEDE existir; el movimiento de un cuerpo es posible: 
éste puede moverse; “yo muevo la mano” es posible, puede ser 
que yo mueva la mano. Ásí pues, por todas partes: es posible 
que Á sea = puede ser que Á sea; lo que es posible es lo que 
puede ser. Pero aquí no se trata de la posibilidad de ser dóxica, 
lógica, 2? de que yo mueva la mano, de que yo haga algo. Cier- 
tamente, que yo, haciendo, mueva “inmediatamente” la mesa, 
no puede ser; que yo mueva “inmediatamente” la mano, puede 
ser; esto es, un “yo puedo” puede hacerse intuitivo, el otro no. 

¿Pero es eso todo», ¿y el hablar de poder intuir no apunta ya 
hacia otra región? Un movimiento de mi mano no es solamente 
una posibilidad de ser. 

Aquí entran en consideración DIFERENTES ESPECIES DE MODIFICA- 
CIÓN DE NEUTRALIDAD. La modificación de neutralidad de una 
conciencia DÓXICA (conciencia de un ser objetivo)?2 es una “mE. 
RA REPRESENTACIÓN”; si es una percepción o recuerdo (concien- 
cia originaria del ser presente o del ser recordativo), entonces 
la neutralización da por resultado una intuición neutralmente 
modificada. Y de toda intuición neutralizada puede despren- 
derse originariamente una posibilidad teórica (dóxica), un SER- 
posible, que se da como modificación del ser cierto, del ser pura 
y simplemente, o sea, de aquel ser que puede / desprenderse 
de una intuición no neutralizada y primigenísimamente de una 
“percepción” (ser presente). En sentido más amplio, TODA mo- 
dificación de neutralidad de la esfera dóxica admite un giro a 
una conciencia dóxica de posibilidad, aunque la posibilidad (el 
ser posible) ya no tenga entonces el modo de la “evidencia”, de 
la dación de sí mismo.??* 

Igualmente, de toda MODIFICACIÓN DE NEUTRALIDAD “PRÁCTICA” 
puede desprenderse —y eventualmente desprenderse de modo 
originario una posibilidad práctica. Se encuentran, pues, co- 
rrelativamente frente a frente: REPRESENTAR (intuir - intuir 
neutralizado) y ser (o ser representable, ser posible). Igualmen- 
te, hacer y cuasihacer —acción y acción posible, también hecho, 
meta de la acción (como resultado de la acción) y hecho “posi- 
ble”, resultado práctico posible, POSIBILIDAD PRÁCTICA. Del lado 
del sujeto, al “yo hago” le corresponde el “yo puedo hacer”, 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL — 311 


” ou 


igual que en el caso paralelo al “yo creo”, yo tengo por verda- 
dero, por existente”, el “yo tengo por posible”. Por ambos lados 
me traslado a la modificación de neutralidad y de ahí despren- 
do la posibilidad de ser y la posibilidad del hecho. 

La representación INTUITIVA, es decir, la cuasipercepción, de 
que vo quiero algo, de que yo hago algo, decido de éste o aquel 
modo en una situación dada, elijo ésta o aquella posibilidad, no 
sólo presupone naturalmente la representación intuitiva de los 
procesos externos del caso, sino la representación intuitiva de 
los respectivos caracteres de valor y caracteres prácticos, y por 
ende presupone, de nuevo, la originariedad de estos caracteres, 
o sea, tratándose de intuición real, la modificación de neutra- 
lidad de los respectivos actos emotivos y de la voluntad: yo 
tengo, pues, en la modificación, que valorar, desear, querer, etc., 
así y asá. 

Se ve por tanto que mucho depende de la diferencia que en 
las Investigaciones lógicas* se trató como diferencia de la propie- 
dad e impropiedad de las tomas de posición dóxicas.?% Yo no 
puedo representarme intuitivamente que 2. 2 es = 5, esto es, 
no puedo representarme intuitivamente que juzgo, que juzgo 
propia, intuitivamente, por ende, en evidencia, que 2 . 2 es = 
5. Puedo, sin embargo, representarme que juzgo que 2 . 2 es 
= 5, a saber, ejecutando el tema impropiamente, “sin claridad”, 
“confusamente”. Tratándose en particular de materias de pro- 
posición que aún nos son ajenas y que no son captables como 
falsas en una intelección inmediata o fácilmente asequible, y 
cuya falsedad se acredita sólo en largas demostraciones, me re- 


* Estos paralelos tienen naturalmente que pasar por entre todas las clases 
fundamentales. Alegría: ser alegre. Yo me alegro. Cuasialegría: podría ser 
alegre, una alegría posible, eso me podría alegrar. Con ello no está dicho si 
en el caso dado “realmente me alegré”, pero alegre ciertamente podría ser. O 
más simplemente: tengo agrado por algo. — Me traspongo, me pienso a mí 
mismo en un agrado. Si éste es realmente un cuasiagrado, puedo entonces 
desprender de ahí una gracia posible, un poder agradar, un valor posible 
de un cuasivalorar, etc. La ejecución real de un cuasiagrado es el análogo de 
un fantasear (representar-se) realmente-intuitivo. Estar representando en vacío 
no incluye el poder-"realmente”-representarse-lo-mismo. De igual modo en los 
paralelos. Pero en ello también desempeña su papel, por todas partes, el poder 
PRÁCTICO (por ejemplo, como poder-intuir y similares).225 

* Véase el $ 20 de la Investigación VI (Sección primera, Capítulo 111). 


/264/ 


/265/ 


312 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


sulta claro que tales materias, en el modo de lo impropiamente 
dado, son compatibles con toda tesis. 

Algo análogo vale para la esfera total de los actos de razón 
(de los activos, los que propiamente hay que llamar actos) y de 
sus formaciones sintéticas en todas las esferas, incluso la de la 
emoción y la voluntad. Puedo “imaginarme” valorando, y según 
ello descando, queriendo como fin o medio, algo que en una 
consideración más exacta no podría valorar; pudiendo aspirar 
y aspirando, como un medio apropiado, a algo a lo que, consi- 
derándolo, ni aspiraría ni podría aspirar. En una ocasión está 
ahí el “yo puedo”, en la otra no. El “yo podría” quiere decir aquí 
que me adentro en la fantasía, ejecuto por ende la modificación 
de neutralidad de los actos dóxicos, de los actos valorativos, y 
encuentro las respectivas tesis de agrado, de deseo, de la volun- 
tad, compatibles con su soporte. 

Ahora bien, aquí resultan motivaciones de dos clases. En el 
caso de la impropiedad tengo en verdad compatibilidad del sen- 
tido en el modo de la “falta de claridad”, esto es, del sentido 
impropiamente ejecutado (el cual, sin embargo, puede ser in- 
tuitivo en algunos de sus miembros) con cualesquiera tomas 
de posición, con la tesis y las modificaciones téticas. Por otro 
lado — el acto respectivo (el concreto) se presenta, sin embargo, 
“motivado” de algún modo en el nexo de conciencia. Y esto vale 
también en la modificación de neutralidad. Es decir, si en cierta 
medida salgo de mi vida actual y paso a una vida-de-“fantasía” 
(lo cual, empero, quiere decir tanto como que mi vida actual in- 
cluye un rasgo de / “fantasía” en el cual ejecuto una cuasivida), 
entonces esta vida de fantasía es precisamente unidad de vida, y 
es en ello unidad por motivación. Éste es el problema: esclare- 
cer lo peculiar DE ESTA motivación; pues no es una motivación 
cualquiera. 

Nos damos cuenta, empero, de que con esta consideración 
no estamos aún satisfechos: puedo representarme que perpetro 
un asesinato, un robo, etc., y, sin embargo, no puedo represen- 
tarme que lo haría. Podría representarme que juzgo que la suma 
de los ángulos de un triángulo es 3 rectos, y sin embargo no po- 
dría juzgarlo así. ¿Qué clase de antinomia es ésta? 

“Yo podría hacerlo” — esto es la modificación de neutralidad 
del hacer y la posibilidad práctica desprendida de ella. “Yo no 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL. DEL MUNDO ESPIRITUAL 313 


podría sin embargo hacerlo” — me falta la conciencia primigenia 
del poder o del dominio para esta acción (que también en una 
acción ficticia es una conciencia originaria, no-neutralizada); 
esta acción está en conflicto con la índole de mi persona, con 
mi manera de dejarme motivar.! 


b) El “yo puedo” motivado en el conocimiento de la propia 
persona. Apercepción de sí mismo y comprensión de sí mismo 


Yo me conozco por experiencia, sé qué clase de carácter es el 
mío: tengo una apercepción-de-yo, una “autoconciencia” empí- 
rica. Todo sujeto desarrollado no es meramente corriente de 
conciencia con yo puro, sino que también se ha ejecutado una 
centralización en la forma *yo”; las cogitaciones son actos de un 
SUJETO-YO; el yo es una unidad constituida por tomas de posición 
(activas) propias y por costumbres y capacidades propias, y lue- 
go externamente??” aperceptiva, cuyo NÚCLEO es EL YO PURO. De 
ahí en efecto la evidencia *yo soy”. Puedo por cierto engañarme 
en cuanto a mi carácter, pero tengo que ponerme, sin embargo, 
con algún carácter y me pongo como yo con un carácter deter- 
minado (prescindiendo de los horizontes de indeterminación). 
Si ahora fantaseo, si me vivo (como yo que yo soy) en una rea- 
lidad de fantasía o un mundo dado neutralmente-modificado, 
en el mundo conocido de algún modo reformado en la fan- 
tasía, entonces ahora juzgo cómo ACTUARÍAN sobre mí tales y 
cuales motivos / (más exactamente: los cuasimotivos de este /268 
entorno de fantasía), cómo yo, como el que yo soy, actuaría y 
podría actuar, podría y no podría juzgar, valorar, querer. De 
tal modo juzgo o puedo juzgar, EMPÍRICAMENTE, sobre la base 
del conocimiento de experiencia que tengo de mí, en atención 
a mí, el yo constituido para mí en apercepción empírica co- 
mo yo-de-experiencia. Por analogía con las anteriores maneras 
de comportamiento, con las anteriores tomas de posición con 
referencia a sus subsuelos y motivos, espero maneras de com- 
portamiento posteriores.?% Éstas no son solamente inferencias 
de expectativa, sino que surgen caracteres intencionales: tal 
como la apercepción de cosa surge de sistemas de experiencia 


* Cfr. para esto y para todo el inciso siguiente, b), el Anexo XL, pp. 327 ss. 


/267/ 


314 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


de expectativas “posibles”, las cuales aperceptivamente forman, 
empero, una unidad. En todo caso, todo rasgo del objeto inten- 
cional remite a experiencias similares anteriores; no hay en la 
aprehensión de la cosa nada por principio nuevo. Si éste fuera 
el caso, entonces sería ya el comienzo de la constitución de un 
nuevo estrato unitario. 

Pero ahora: ¿no puedo pensarme en SITUACIONES DE MOTIVA- 
CIÓN EN LAS CUALES NUNCA HE ESTADO, COMO nunca las había expe- 
rimentado iguales y similares? ¿Y no puedo ver, encontrar en el 
cuasiver, claramente representable, cómo me comportaría, a pe- 
sar de que pudiera comportarme de otro modo, o sea, aunque 
fuera pensable que decidiera de otro modo, mientras que yo, 
sin embargo, en cuanto este yo personal, no lo podría? Éste es el 
punto decisivo. Y más aún: puedo ya haber estado repetidamen- 
te en situaciones de motivación similares. Pero precisamente no 
soy una cosa que en circunstancias iguales reaccione igual; pues 
me resulta comprensible de suyo que las cosas, por principio, 
en iguales circunstancias causales pueden actuar como las mis- 
mas. Ántes fui motivado de tal modo, ahora de otro, y justo 
precisamente porque en el ínterin me he convertido en otro. 
La motivación, los motivos eficaces pueden ser los mismos, pe- 
ro la fuerza de los diversos motivos es otra. Por ejemplo, para 
todo hombre, el imperio de la sensibilidad en la juventud es 
enteramente distinto que en la vejez. El subsuelo sensible, en 
particular el de los impulsos sensibles, es distinto. La vejez se 
vuelve prudente, se vuelve egoísta; la juventud es precipitada, fá- 
cilmente dispuesta a abandonarse a un noble arrebato; la vejez 
está acostumbrada (por múltiples experiencias) a contenerse, 
a sopesar las / consecuencias. La velocidad de la vida de la 
juventud es, desde luego, más rápida, la fantasía más movible, 
la experiencia, por otro lado, más exigua; no ha llegado a cono- 
cer malas consecuencias, no conoce los peligros, tiene todavía 
el fresco gozo primigenio por lo nuevo, en impresiones, en vi- 
vencias, en aventuras aún no experimentadas, etcétera. 

Así pues, los soportes de motivación, las direcciones y las 
fuerzas de los motivos son diferentes. ¿Cómo llego a conocer- 
los? Como yo, que yo soy, mediante representación fantaseadora 
de situaciones posibles en las cuales “medito” qué clase de es- 
tímulos sensibles o espirituales actuarían sobre mí, qué fuerzas 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 315 


tendrían, cómo, por ende, me decidiría, en qué dirección iría 
el mayor impulso, qué fuerza sería la decisiva, manteniéndose 
igual la situación. Puede ocurrir que, en un caso dado, asoma- 
ran y actuaran algunos otros motivos, que yo sintiera motivos 
oscuros, sin traérmelos a claridad, como hago ahora en la me- 
ditación de la fantasía. Puede ser que en el actuar real esté 
“indispuesto”, que haya dormido mal, que por eso esté apáti- 
co, sin energía, mientras que al fantasear me adentro ahora en 
una lozanía a la cual corresponde una lozanía actual como mi 
hábito de ahora, y a la inversa. Pero éstas son precisamente po- 
sibilidades igualmente legitimadas. Yo en cuanto yo espiritual 
puedo también en el curso de mi DESARROLLO volverme más fuer- 
te; la voluntad débil puede fortalecerse. Entonces puedo decir, 
meditando: yo, como era yo antes, no habría resistido a esta ten- 
tación, no habría podido hacer aquello. Ahora puedo actuar así 
y actuaría así. Por eso digo aquello último, pero ciertamente no 
por experiencia, sino porque desde el principio puedo poner 
a prueba mis motivos y los pongo. Puedo también vigorizar la 
fuerza de la libertad, en tanto que me pongo completamente en 
claro: si cediera, entonces tendría que menospreciarme a mí, 
el sujeto del ceder, y ello fortalecería de tal modo el momento 
del desvalor al cual mi preferencia tiende, que no lo hago, no 
podría ceder. Con ello crece mi fuerza de resistencia. 

El juicio de experiencia y el juicio sobre la base del com- 
prender a la persona como sujeto de motivación (al sujeto de 
motivaciones reales y posibles), del comprender las posibilida- 
des de motivación propias de él, también suelen enlazarse, no 
obstante, en la forma según la cual la experiencia me instruye 
qué “bases” motivantes / son eficaces en la dirección predomi- 
nante de su pensamiento, en la falta de memoria que le conozco, 
en su costumbre de hacerse representaciones de modo no intui- 
tivo, y así por el estilo. “Él nunca habría actuado así si hubiera 
tomado en cuenta la verdadera situación. Él habría sido huma- 
nitario (en el fondo tiene buen corazón) si hubiera tomado en 
cuenta la necesidad de quien le solicitaba ayuda.” Además, él 
lo toma con mucha ligereza, está demasiado ocupado, como lo 
sé por experiencia. Lo que actúa como motivo alberga en sí 
varias clases de implicaciones intencionales; aquí yace incluso 
úna fuente de importantes motivaciones nuevas: perseguir el 


/268/ 


/269/ 


316 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


sentido propio y la verificación del descubrimiento de la “ver- 
dad misma” y dejarse determinar por ella en genuina razón. 
Ahí radican los valores eminentes, de ahí depende, en última 
instancia, el vaL.or de todas las motivaciones y de las acciones 
actuales. Ahí radican también fuentes para leyes formales fun- 
damentales, que como todas las normas noéticas SON LEYES DE 
LA VALIDEZ DE LA MOTIVACIÓN, y a ellas pertenecen a su vez LEYES 
DE LA FUERZA DE MOTIVACIÓN y de los VALORES PERSONALES. El valor 
más elevado lo representa la persona que habitualmente le con- 
fiere la mayor fuerza de motivación a la resolución genuina, 
verdadera, válida, libre. 


c) Las influencias ajenas y la libertad de la persona 


El desarrollo de una personalidad está determinado por la in- 
fluencia de otra, por la influencia de pensamientos ajenos, de 
sentimientos ajenos sugeridos, de órdenes ajenas. La influencia 
determina el desarrollo personal, sepa o no la persona misma 
más tarde algo sobre ello, se acuerde o no de ello, sea o no 
capaz de determinar ella misma el grado y la índole de la in- 
fluencia. Los pensamientos ajenos se infiltran en mi alma, en 
circunstancias cambiantes pueden tener un efecto diferente, un 
efecto inmenso o insignificante, según mi situación psíquica, se- 
gún el estadio de mi desarrollo, el cultivo de mis disposiciones, 
etc. El mismo pensamiento actúa diferentemente sobre dife- 
rentes personas en “las mismas” circunstancias. Se encuentran 
frente a frente: pensamientos PROPIOS, que “nacen originaria- 
mente” en mi espíritu o son alcanzados por mí mismo a partir de 
premisas (que eventualmente pueden apoyarse en influencias 
ajenas), y pensamientos ADOPTADOS. / Igualmente SENTIMIENTOS 
PROPIOS, que proceden originariamente de mí, y SENTIMIENTOS AJE- 
NOS, APROPIADOS, arrogados, inauténticos. Lo ajeno, “asumido” 
por mí, más o menos externo, puede ser caracterizado como 
partiendo del sujeto ajeno, ante todo como tendencia que parte 
de él y que se vuelve a mí, como RECLAMO, al cual cedo even- 
tualmente de modo pasivo, eventualmente de mala gana, hasta 
obligado. Pero eventualmente me lo apropio por mi voluntad, y 
se convierte en mi propiedad. Ahora ya no tiene el mero carác- 
ter de un reclamo al cual cedo, que me determina desde fuera; 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL. 317 


se ha convertido en una toma de posición que parte de mi yo, 
no un mero estímulo que va hacia él, y sin embargo tiene el 
carácter de asunción de algo proveniente de otro yo, de algo 
que tiene en él su protoinstitución. Un caso similar al de mi 
esfera egoísta: protoinstitución y reproducción posterior como 
hábito propio actualizado.?% Al lado de las tendencias que par- 
ten de otras personas, están los reclamos de las costumbres, de 
la usanza, de la tradición, del ambiente espiritual, los cuales se 
presentan en la configuración intencional de la generalidad in- 
determinada: así “se” juzga, así “se” coge el tenedor, y similares, 
las exigencias del grupo social, del puesto, etc. También éstos 
puede uno seguirlos pasivamente o tomar activamente posición 
respecto de ellos, decidirse libremente por ellos, 

La AUTONOMÍA DE LA RAZÓN, la “libertad” del sujeto personal 
consiste, por ende, en que yo no cedo pasivamente a las influen- 
cias ajenas, sino que me decido a partir de mí mismo. Y además 
en que no me dejo “jalar” por otras inclinaciones e impulsos, 
sino que soy libremente actuante, y ello a la manera de la razón. 

Tenemos por tanto que distinguir entre la PERSONA HUMANA, 
la unidad aperceptiva que captamos en la percepción de sí mis- 
mo y en la percepción de otro, y la PERSONA COMO EL SUJETO DE 
LOS ACTOS DE RAZÓN, cuyas motivaciones y fuerzas de motivación 
vienen para nosotros a darse en el vivenciar propio primigenio, 
así como en el vivenciar del otro que comprendo reviviéndolo. 
Aquí la mirada va a lo específicamente espiritual, la vida libre 
del acto. 


d) Lo típico general y lo típico individual en el comprender a 
las personas. 290 


Se trata aquí ante todo de lo típico general para el yo en la 
afección y la acción. Pero luego, además, de lo típico particular 
y lo típico individual: el tipo de este yo-hombre, con más niti- 
dez, el tipo en el comportamiento del yo perteneciente a este 
cuerpo en las acciones y afecciones de su vida que puede ser 
comprendida al revivirla. 

Puedo comprender-reviviendo en sus pormenores cómo está 
motivado este yo: por ejemplo, él agarra ahora la taza porque 
quiere beber, y quiere beber porque tiene sed. Esto no tiene 


/210/ 


318 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


nada que ver con su persona en cuanto a lo general; es algo 
humano-general. Pero que, por ejemplo, deposite la taza re- 
pentinamente, antes de haber bebido, porque mira el hambre y 
la sed de un niño pobre que está cerca, y que le alcance la taza al 
niño, eso manifiesta su “buen corazón” y pertenece a su persona- 
lidad. Ésta se construye, según su esencia, a partir de caracteres 
especiales en el interior del tipo o el carácter general “sujeto- 
hombre”, y por cierto a partir de aquellos que componen como 
especialidades ínfimas el tipo individual de este sujeto huma- 
no. Todo hombre tiene su carácter, podemos decir, su estilo de 
vida en la afección y la acción, en atención a la manera de ser 
motivado por tales y cuales circunstancias; y no meramente lo 
tenía hasta ahora, sino que el estilo es algo permanente por lo 
menos relativamente a los periodos de la vida, y luego de nuevo 
algo que, en lo general, se altera característicamente, pero de 
tal modo que en la secuencia de los cambios se patentiza de 
nuevo un estilo unitario. 

Según ello, hasta cierto punto puede esperarse cómo se con- 
ducirá el hombre en un caso dado si uno lo ha apercibido 
correctamente en su personalidad, en su estilo. La expectativa 
no es en lo general unívoca: tiene sus horizontes aperceptivos 
de determinabilidad indeterminada en el interior de un marco 
intencional delimitante; concierne precisamente a una de las 
maneras de comportamiento, la cual corresponde al estilo. Por 
ejemplo, un hombre “galante” recitará en tal y cual caso huecas 
galanterías, y su modo de hablar tendrá el sello de su estilo; lo 
cual no quiere decir que podamos adivinar las palabras preci- 

/271/ sas con el giro de pensamiento enteramente determinado. / Si 
podemos hacerlo, decimos entonces que el hombre es estereo- 
tipado; si llegamos a conocerlo, pronto conoceremos el arsenal 
de sus giros galantes (o graciosos, si es un bromista), entre los 
cuales podemos elegir, a no ser que tengamos por asociación 
indicios para preferir giros singulares determinados. 

En suma: la persona tiene, en el sentido más amplio, carác- 
ter típico, rasgos de carácter. Todo lo que una persona vivencia 
extiende el marco de sus predaciones, puede entrar de nuevo 
oscura o claramente en el recuerdo, afectar al yo, motivar ac- 
ciones. Pero también sin ello determina la composición futura 


A al 


A 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 319 


de las vivencias conforme a leyes de la innovación de apercep- 
ciones y asociaciones. La persona se forma por “experiencia”. 

Aquí el CONCEPTO DE EXPERIENCIA es sin duda distinto de aquel 
en el cual se habla, en contextos de validez, de fundamentación 
del conocimiento por experiencia, donde experiencia es un títu- 
lo para actos teóricamente fundantes, actos que dan un soporte 
de derecho a actos teóricos (actos del yo del captar perceptivo 
de objetos existentes o del captar recordativo, etc.). Natural- 
mente, también toda experiencia semejante, toda percepción o 
recuerdo activo, etc., tiene sus repercusiones. Pero no menos 
toda percepción o recuerdo inactivo, e igual todo juzgar, valo- 
rar, querer. Todo repercute, pero no en todo respecto, sino en 
la limitación de su tipo. 

Pertenece a la vida personal una tipología que es distinta para 
cada una." 281 Dentro de ciertos trechos esta tipología permane- 
ce la misma, incluso cuando las “experiencias” (el dominio de 
las APERCEPCIONES DE EXPERIENCIA QUE SE FORMAN SIEMPRE DE NUEVO) 
de la persona crecen, y con ello se altera el dominio de las pre- 
daciones. En verdad todo repercute, pero no en todo respecto. 
En la calle me encuentro con los hombres, los carros pasan, 
etc. Esto tiene su tipo aperceptivo dentro del cual se mantiene 
el movimiento de la calle, mientras que lo que individualmente 
ocurre siempre podría transcurrir, en vez de así, también de 
otro modo. Todo lo singular, en lo cual apenas pongo aten- 
ción, que sin embargo co-delinea mi horizonte de vivencias, no 
cambia nada en mi / carácter moral, en mi carácter estético; /272/ 
en estas esferas no corren ningunas motivaciones provenientes 
de ahí. (Si por otro lado se presentan motivaciones que actúan 
en el sentido de una transformación del “carácter”, entonces 
impera siempre, sin embargo, una tipología en la secuencia de 
los periodos de la vida: la tipología de las edades de la vida. Y 
según esta tipología puedo yo, cuando la he destacado con la 
vista, decir que esta persona, si está en estas circunstancias, se 
comportará según el tipo, si las circunstancias cambian, según 
el tipo, )?2 


" Asociación y apercepción son principios de la tipificación de todos los 
actos anímicos. 


/273/ 


320 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


Ésta es una apercepción de experiencia, pero co-presupone 
la comprensión. El yo, el sujeto de las afecciones y acciones, 
está ahí referido a sus predaciones, no está meramente tomado 
como sujeto de las afecciones y acciones SINGULARES. Aquí sin 
duda co-actúa esencialmente la apercepción general de hombre 
(o apercepción de persona). Lo típico-general de la corpora- 
lidad es presuposición de la empatía, y lo empatizado es un 
análogo-de-yo. Esto ya es algo típico: la estructura general “yo, 
predación, afección, etc.”, el yo de una vida y junto con su vida, 

A lo típico-general pertenece también que los hombres en 
general estén determinados experimentalmente en su compor- 
tamiento por el comportamiento anterior. Las decepciones que 
uno ha vivido con los hombres lo hacen a uno desconfiado. 
Las repetidas decepciones de hermosas esperanzas amargan, 
etcétera. 

283 Así como las especies de las cosas se alteran generalmente 
en la experiencia de maneras conocidas, y en el futuro se juzgan 
conforme a ello, así los hombres. Conocemos los objetos según 
su especie, y en el caso dado el comportarse de un objeto nos es 
comprensible si sigue la regla general de su especie. Nos move- 
mos por ende en el dominio de la experiencia intuitiva cuando 
buscamos comprensión. Construimos el desarrollo de un hom- 
bre cuando reconstruimos y hacemos intuitiva la marcha de su 
vida de tal modo que el devenir total del hombre, en particular 
respecto de su manera de dejarse motivar como sujeto, junto 
con las acciones y pasiones determinadas que le son inherentes, 
se vuelve experimentalmente inteligible: experimentalmente, 
esto es, transcurre de tal modo como generalmente lo hace 
en la vida del hombre, los actos de sujeto y sus motivaciones 
se presentan de manera empíricamente comprensible. Esto es 
“conocimiento del hombre”, “ciencia del alma”. 

Yo entro en relación con diferentes sujetos-yo y llego a co- 
nocer, en predaciones, acciones, etc., momentos típicos, y 1.0S 
APREHENDO CONFORME A ESTOS TIPOS, nO COMO si tuviera primero 
los tipos in abstracto (así como no tengo primero el tipo árbol 
in abstracto cuando aprehendo un árbol como árbol), sino que 
en la diversidad de la experiencia se acuña el tipo, o se nos 
graba, y determina una forma aperceptiva y luego un estrato 
en la aprehensión real susceptible de ser abstraído. El hombre 


a MOTIVACIÓN; LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL 32] 


se conduce siempre de nuevo de otro modo, tiene siempre de 
nuevo otro mundo circundante actual, otro campo de predacio- 
nes vivas y latentes: pero él es el mismo, no meramente como 
tipo corporal, sino también como tipo espiritual; tiene sus pe- 
culiaridades empíricas y en cuanto tipo espiritual es una unidad 
comprensible, 

Yo comprendo el pensar y actuar de otro conforme a mis 
maneras de comportamiento y motivaciones corrientes, pero 
no todo juzgar al otro se lleva a cabo solamente ateniéndome 
al, por así decirlo, estilo exterior de su vida, abstraído de la 
experiencia, para lo cual en efecto, no tendría que penetrar en 
el interior de las motivaciones ni en todo caso representarlas de 
modo plenamente vívido. Aprendo, empero, a ver en el interior 
del otro, llego a conocer a la persona misma íntimamente: el 
sujeto de la motivación, que emerge precisamente cuando me 
represento al otro yo como motivado así. 

Ahora bien, qué sucede cuando a partir de cualesquiera mi- 
radas, opiniones, manifestaciones, la índole del carácter de un 
hombre se ilumina súbitamente ante nosotros, cuando “mira- 
mos como hacia un abismo”, cuando súbitamente se nos “abre” 
el “alma” del hombre, “vemos profundidades maravillosas”, etc. 
¿Qué clase de “comprensión” es ésta? Aquí hay que responder 
sin duda lo siguiente: 

En primer lugar, es mucho decir que el comprender empírico 
equivale a alcanzar plena intuición [Anschauung)* de los nexos 
de experiencia. También los nexos de la naturaleza externa se 
iluminan repentinamente, antes de que uno propiamente se ex- 
plane en la intuición [Anschauung], clara y distintamente, cómo 
están dispuestas las relaciones. Eso viene después. Igualmen- 
te los nexos históricos, que se iluminan ahí como por un relám- 
pago, o incluso nexos lógicos —todo antes de la explicitación, 
del posterior establecimiento real de los nexos. Hablamos aquí 
de / “INTUICIÓN” [/mtuition], una palabra que con mucha frecuen- /274/ 
cia quiere decir justo lo opuesto de intuición [Anschauung], a 
saber, un PRESENTIMIENTO, un prever sin ver, un precaptar oscuro, 


* Por razones que en seguida serán obvias, de aquí al fin del apartado dis- 
Ungo, poniéndolas entre corchetes, las dos palabras alemanas que se traducen 
Por intuición. 


_——==— 


LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


o sea simbólico, con frecuencia inapresablemente vacío; el nexo 
real es una meta precaptada, una intención vacía, que está, em- 
pero, determinada de tal modo que perseguimos la tendencia 
determinadamente dirigida, y en cl cumplimiento podemos al. 
canzar un encadenamiento de intuiciones [Anschauungen] reales 
(simples intuiciones de experiencia [Erfahrungsanschauungen] o 
evidencias lógicas, etc.). Ver a un hombre no quiere decir toda- 
vía conocerlo. Ver a un hombre es —como hemos descubierto— 
distinto de ver una cosa material. Cada cosa es de una especie. 
Si conoce uno ésta, está uno listo. Pero el hombre tiene una es- 
pecie individual, cada uno una distinta. En cuanto a lo general, 
es hombre, pero su especie caracteriológica, su personalidad, es 
una unidad constituida en la marcha de su vida como sujeto de 
las tomas de posición, que es unidad de motivaciones variadas 
sobre presuposiciones variadas, y en tanto que uno conoce lí- 
neas análogas por la experiencia de diferentes hombres, puede 
uno captar “intuitivamente” [intuitiv] la complicación particu- 
lar y peculiar que está aquí en cuestión y la unidad que aquí 
se constituye, y tener ahí un hilo conductor para cumplir en la 
intuición [Anschauung] las intenciones mediante la explanación 
de los nexos reales. No debe confundirse, pues, a mi entender, 
esta “intuición” [Intuition] con la intuición [Anschauung] real. 
Se trata aquí del acierto de una apercepción que determina con 
más precisión, la cual, como toda apercepción, ofrece un hilo 
conductor para confirmar en la marcha de la experiencia nexos 
intencionales con frecuencia extremadamente complejos. 

Pero el sujeto no es mera unidad de experiencia, aunque la 
experiencia y el tipo general desempeñan un papel esencial, y 
es importante que ello sea recalcado y claramente dilucidado. 
Yo me pongo en el lugar del otro sujeto: por empatía capto 
lo que lo motiva a él, y cuán vigorosamente, con qué fuerza. E 
interiormente llego a comprender cómo él, puesto que tales y 
cuales motivos lo determinan con tal fuerza, se comporta y se 
comportaría, de qué es capaz y de qué no lo es. Puedo compren- 
der muchas correlaciones interiores por haber profundizado de 
tal modo en él. Su yo está por ello captado: es precisamente yo 
idéntico de tales motivaciones y de tal modo dirigidas y con tal 
fuerza. 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDAMENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL. 323 


Yo alcanzo estas motivaciones poniéndome dentro de su si- 
tuación, sus niveles de formación, su desarrollo juvenil, etc., y al 
ponerme dentro TENGO QUE CO-HACERLOS; no solamente me sien- 
to dentro en su pensar, sentir, hacer, sino que tengo que SEGUIRLO 
a él en ellos; sus motivos se convierten en mis cuasimotivos, los 
cuales, sin embargo, MOTIVAN INTELECTIVAMENTE en el modo de 
la empatía que se cumple intuitivamente [anschaulich].2% Yo co- 
hago sus tentaciones, yo co-hago sus inferencias erróneas; en 
el “co” radica un co-vivenciar interior de factores motivantes 
que llevan en sí su necesidad. Obviamente quedan ahí restos 
no resueltos e irresolubles: las primigenias predisposiciones 
de carácter, que, sin embargo, también puedo hacerme ana- 
lógicamente claras y comprensibles. Soy preponderantemente 
flemático, pero en ocasiones me veo inducido al alborozo y la 
vivacidad; éstos brotan, eventualmente tras tomar estimulantes, 
tienen bases físicas en una modificación de mi corporalidad. 
De modo análogo, aquel de allá está dispuesto permanente y 
preponderantemente al alborozo: él está desde un principio 
y habitualmente tan alborozado como yo cuando tomo vino, 
etc. En este sentido comprendo también a otro. Tengo oca- 
sionalmente “ocurrencias brillantes”, ocasionalmente el pensar 
científico se desenvuelve en mí con facilidad, tengo grandes ho- 
rizontes —por lo menos me lo imagino. Según esta analogía me 
represento el genio, etc., en aumento cuantitativo, eventualmen- 
te también en aumento cualitativo (para lo cual puedo tener de 
nuevo soportes intuitivos [anschauliche]). 


$ 61. El yo espiritual y su subsuelo"2% 


Los subsuelos sobre los cuales se edifica la vida espiritual del 
otro motivada comprensivamente y conforme a los cuales ésta 
transcurre de manera individualmente típica, se exhiben por 
ende como “variantes” de los míos propios. Me hallo ante estos 
subsuelos también cuando quiero COMPRENDER EL DESARROLLO DE 
UN HOMBRE. Tengo entonces que describir de nivel a nivel cuál 
era el mundo circundante en que creció y cómo lo motivaron 
las cosas del entorno y los hombres tal como aparecieron para 


” Cfr. Anexo XUL, $$ 1-3 (p. 332 ss.) 


/275/ 


324 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


/276/ él, tal como él los vio, Con ello llego a una composición/ fáctica 
que en sí es incomprensible. Este niño halla un gozo primigenio 
en los sonidos, aquél no. Uno tiene inclinación al mal genio, 
el otro a la paciencia. Aquí entra también lo causal- natural. A 
consecuencia de una grave caída, el hombre queda inválido, y 
ello tiene consecuencias para su vida espiritual: ciertos grupos 
de motivaciones quedan de ahora en adelante suprimidos. Aquí 
no interesa la explanación real-causal de las consecuencias. El 
conocimiento de la medicina puede, empero, servir para incor- 
porar de manera correcta los efectos psíquicos que vienen al 
caso para el desarrollo subjetivo, y por ello tenerlos en cuenta 
para la explicación de las motivaciones y el desarrollo subjeti- 
vos. Lo físico sirve ahí como indicación para lo que hay que 
incorporar. 

Así pues, si tomamos ahora al yo personal en el nexo de su de- 
sarrollo, entonces encontramos DOS NIVELES que eventualmente 
pueden separarse (por ejemplo, el nivel inferior como animali- 
dad “pura”), una doble “subjetividad”: LA SUPERIOR ES LA ESPECÍ- 
FICAMENTE ESPIRITUAL, el estrato del intellectus agens, del yo libre 
como yo de los actos libres, entre ellos todos los actos de razón 
propiamente dichos, los actos positiva, pero también los nega- 
tivamente racionales. Luego a este nivel pertenece también el 
yo no libre, entendida la no-libertad en el sentido en que ri- 
ge precisamente para un yo real: yo me dejo arrastrar por la 
sensibilidad. Este yo específicamente espiritual, el sujeto de los 
actos del espíritu, la personalidad, se halla a sí dependiente de 
un SUBSUELO OSCURO de predisposiciones de carácter, disposicio- 
nes primigenias y latentes, y por otro lado dependiente de la 
naturaleza. 

Llegamos aquí de nuevo a la antigua distinción, que se im- 
puso ya muy tempranamente, entre RAZÓN y SENSIBILIDAD. La 
última tiene también sus reglas, y en verdad sus reglas intelec- 
tuales de la concordancia y la discordancia; es un estrato DE 
RAZÓN LATENTE, en primer lugar en todo caso hasta donde lle- 
ga la constitución de la naturaleza: pues ciertamente todas las 
complicadas relaciones del si - entonces, todas las causalidades 
pueden convertirse en hilos conductores de explicitaciones teó- 
ricas, o sea, espirituales, de esclarecimientos de la forma: “en la 
concordancia de la experiencia se confirma la doxa de la per- 


ll 


LA MOTIVACIÓN: LEY FUNDA MENTAL DEL MUNDO ESPIRITUAL. 325 


cepción, en la discordancia se suprime el ser o el ser-así puesto”, 
etcétera. 

En la ESFERA SENSIBLE, en la esfera del subsuelo que ha de ser 
amplísimamente concebido, tenemos asociaciones, / perseve- 
raciones, tendencias determinantes, etc. Ello “hace” la consti- 
tución de la naturaleza, pero también va más lejos, UNA VEZ QUE 
la misma está ahí para los espíritus: a través de toda vida del 
espíritu pasa la “ciega” eficacia de asociaciones, impulsos, senti- 
mientos en cuanto estímulos y fundamentos de determinación 
de los impulsos, tendencias que surgen en la oscuridad, etc., 
que determinan conforme a reglas “ciegas” el curso ulterior de 
la conciencia. 

A estos conjuntos de leyes les corresponden MANERAS DE COM- 
PORTAMIENTO ACOSTUMBRADAS del sujeto, propiedades adquiridas 
(por ejemplo, la costumbre de beber por las tardes un vaso de 
vino). Hay que preguntar si éstas son propiedades de su “in- 
dividualidad” o si más bien no se hallan éstas del lado de sus 
actividades propias. Obviamente tiene sentido hablar de la indi- 
vidualidad como ESTILO TOTAL Y HÁBITO DEL SUJETO, que atraviesa, 
como una unidad concordante, por todas las maneras de com- 
portamiento, por todas las actividades y pasividades, y a ello 
contribuye también constantemente el subsuelo anímico entero. 

El nexo de vivencias perteneciente al hombre no es mera- 
mente un haz de vivencias, o una mera “corriente” de concien- 
cia en la cual nadan las vivencias; más bien todo vivenciar es 
vivenciar de un yo, que no corre él mismo como sus vivencias. 
Y ahí está constantemente un subsuelo que el yo tiene predado, 
un múltiple estar-referido-a-ello o ser impulsado; un ejecutar de 
actos específicos y a una con ello un constante enriquecimiento 
de la corriente de vivencias que se logra desde el yo mismo: 
su imperar yoico se vuelve eo ipso vivenciar. Este subsuelo?” de 
la predación remite empero al otro, al subsuelo (que nosotros 
llamamos anímico) del hábito fijamente regulado. 

Pero, a una con ello, el yo es PERSONA realmente unitaria to- 
davía en un sentido más elevado, cuando tiene de cabo a cabo 
cierto estilo unitario, en el modo como se decide al juzgar o 
al querer, en el modo como hace estimaciones estéticas; pe- 
ro también en el modo como se ponen de manifiesto en él 
“ocurrencias” (es, por ejemplo, un hombre que tiene buenas 


/277/ 


(== 


326 LA CONSTITUCIÓN DEI. MUNDO ESPIRITUAL. 


ocurrencias en el pensar matemático), en el modo como se le 
ofrecen metáforas, como impera su fantasía involuntaria, pero 

/278/ también en la índole de su / apercepción en la percepción, en 
la índole peculiar de su “actividad memorativa” (es un hombre 
con buena memoria). Le es fácil o difícil establecer diferencias, 
reacciona en el asociar involuntario más rápida o más lenta: 
mente que otro, etc. El hombre tiene, con ello, un tipo general 
diversamente determinado; cada hombre particular un tipo in- 
dividual particular. Se trata aquí, por un lado, del ir y venir 
de las vivencias en general, por el otro, de que el yo es su- 
jeto “que toma posición”: sujeto de voluntad, sujeto actuante, 
también sujeto pensante. ¿Hemos de añadir también: represen- 
tante, percipiente, recordante, fantaseante? En cierta manera sí. 
El sujeto tiene objetos frente a sí; es “representante”, y éste es 
el fundamento de su “comportarse” hacia los objetos. 

Tenemos que distinguir la intencionalidad: 1) como aque- 
lla conforme a la cual son concientes objetos, mera conciencia, 
REPRESENTAR, y 2) como aquella que compone el comportarse 
de los actos hacia lo representado, las “TOMAS DE POSICIÓN”. Dis- 
tinguimos, por tanto, CONCIENCIA DE OBJETO Y TOMA DE POSICIÓN, 
comportarse hacia el objeto. La subjetividad se muestra en su 
índole peculiar tanto en la especie de la conciencia de objeto 
como en la especie de sus tomas de posición. Por lo que atañe 
al primer punto, tenemos que distinguir: 

1) el objeto está ahí, es objeto en el atender (con los diferentes 
niveles atencionales); 

2) el objeto está ahí, es “por sí” conciente, destacado, delimi- 
tado, apercibido, pero inadvertido. 

El volverse de la atención es también un “comportarse”, pero 
no una toma de posición, sino presuposición de la toma de 
posición. También ahí radica la “índole peculiar” del sujeto, 
en lo que cautiva su atención y en cómo lo hace: uno salta 
fácilmente de objeto en objeto, de tema en tema, el otro se 
queda largo tiempo adherido a su objeto, etcétera. 

Por otro lado, por lo que toca a la constitución de conciencia 
del objeto antes del volverse atencional y de las tomas de posi- 
ción específicas, nos vemos remitidos a constituciones de con- 
ciencia de objetos anteriores y a atenciones anteriores y quizás a 

/279/ anteriores tomas de posición, / nos vemos remitidos a los datos 


pri 


LA MOLIVACIÓN LEY FUNDAMENTAL PEL MUNDO ESPIRDDEAL 4997 


de Sensacion Y a las india actones prospectivas y vel pes tivas 
guess des añaden, et Pocaltnmo Hegamos clas tepreseanacio 
a y cmaplecianos de tepress hactones Com urnas”, “Litentes” 
sie ombiargo. en la medida en que la atencion descinpeba un 
papel en esta constitticion de los unidides + multiplicidades 
avecodeates, tenemos Cuobien alt implstumente un yo que 
wacMporla, poco por otro Lidia, pot ultuno, Es FONDO QU Yair 
INES IM LOBO COMPORTAMIENTO, E que más bien rata presupue: 
to por toda comportamiento, 

se dotingoe, segun lo dicho, la indole pecubiar del sujeto yo 
como dandole peculia habiuual del coraportea se, de la indole 
pecubar ea el tejerse de los londos. Por deculo «st, hy abr un 
milo de TACOS eN OSCULAs profundidades Y 

Pomundo de coso en el que los espiritus viven es un mundo 
bebes constatado a partir de los mundos cucundantes sub 
jetvos, Y es mundo cncundante de los esphuitus objelicionente 
detemmnable, Como regla mtersubjetivamente vigente de apart 
dones posibles, e incluso de posibles complejos de sensaciones 
de los espoitts singulares, temite a un nivel interior de todo 
estár espuitual, Todo espriitu tiene un “lado de naturaleza. 
Este es precisamente el subsuelo de la subjetividad, su concien. 
te (ener sensaciones, su tener reproducciones de sensación, Sus 


asociaciones, su formación de apercepciones, y en verdad de las 
tas bajas, las que constituyen unidades de experiencia, Allado 
de naturaleza pertenece inmediatamente la vida sentimental in 
terior, la vida impulsiva y tombiea, en cierta forma, la función 
de la atención, que es una funcion especifica del ya, igual que 
la función general del volverse. Ella forma cl puente hacia el 
servo y la vidade-yo especiticos. El nivel inletior es la morada 
de la constitución de un mundo de apariciones u objetos de apa: 
rición, el mundo de lo mecanico, de la legalidad muerta: todo 
lo que meramente se encuenta adalo 


Los espiritus son los sujetos que ejecutan cogitaciones, las 
cuales se hallan sobre este subsuelo y están entrelazadas en 
nexos más abarcantes, en los cuales imperan MOTIVACIONES EN 
SENTIDO SUPERIOR —inotivaciones DE TOMAS DE POSICIÓN POR TOMAS 
DE POSICIÓN, MOTIVACIONES DE RAZÓN propiamente dichas. En las 
vivencias del nivel inferior se manifiesta un “ALMA” sensible, a 


/280/ 


328 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


saber, en la medida en que en ellas se manifiestan disposicio- 
nes de representación, / propiedades habituales, que no tienen 
que ver (respecto de sus tomas de posición) con el yo mismo 
que pone atención, que capta, que toma posición. Aquí se en- 
cuentra la REGIÓN DE LA PSICOLOGÍA DE LA ASOCIACIÓN.**% El alma 
sensible, inferior, es una con el sujeto de las tomas de posición; 
ambos forman una única UNIDAD EMPÍRICA, sólo que de ella se 
destaca la unidad DEL SUJETO PERSONAL (del yo que toma posi- 
ción). Esta alma es “mía”, ella “pertenece” a mi sujeto-yo y es 
con él inseparablemente?*! uno. Tendrá que decirse, sin duda, 
que pertenece a la persona como SUBSUELO fundante.**? 

Esta alma no es aquí realidad objetiva (natural),2% sino “ALMA. 
ESPÍRITU”, es decir, el alma en este sentido no está definida como 
unidad real con referencia a circunstancias de la naturaleza ob- 
jetiva, O Sea, NO PSICOFÍSICAMENTE, O bien no necesita ciertamente 
ser definida de esa manera. Hay una legalidad inmanente de 
la formación de disposiciones como soporte para el sujeto que 
toma posición. Por otro lado, esta regulación está en conexión 
con la psicofísica, o es aperceptible de modo natural, de modo 
que ambas se consideran en la psicología. 

El EsPfRITU no es un yo abstracto de los actos que toman po- 
sición, sino que es la personalidad PLENA, YO-HOMBRE, el yo tomo 
posición, el yo pienso, valoro, actúo, llevo a cabo obras, etc. 
A mí me co-pertenece luego un SUBSUELO DE VIVENCIAS y UN SUB- 
SUELO DE NATURALEZA (“mi naturaleza”) que se manifiesta en el 
engranaje de las vivencias. Esta naturaleza es lo anímico in- 
ferior, pero también llega?%* a la esfera de las tomas de posi- 
ción: el yo que toma posición es dependiente del soporte en 
tanto que yo, para experimentar motivaciones en mis tomas de 
posición, tengo que tener precisamente las vivencias motivan- 
tes, y éstas se hallan en el nexo asociativo y se someten a reglas 
de disposiciones asociativas. Pero también las tomas de posi- 
ción mismas se someten a reglas inductivas: con cada toma de 
posición surgen “tendencias” a tomas de posición iguales en 
circunstancias similares, etcétera. 


CAPÍTULO TERCERO 


LA PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL 
FRENTE AL NATURALISTA * 


$62. Imbricación de la actitud personalista y la actitud naturalista 


Al apercibir el “subsuelo” del espíritu como “lado de natura- 
leza”, llegamos a un punto en el que LAS DOS ACTITUDES que 
separamos una de la otra, la naturalista y la personalista, o la 
científico-natural y la científico-espiritual, y correlativamente 
las dos especies de realidad, naturaleza y espíritu, entran EN RE- 
FERENCIA Una a Otra. 

La efusión de la corriente de vivencias está sometida a la 
ley que tiene su índice en la realidad alma, en su dependencia 
del cuerpo de la naturaleza. La realidad cuerpo corporal expre- 
sa una regulación intersubjetiva, una regulación que sobrepasa 
toda conciencia del conglomerado cuerpo-alma.?% La realidad 
alma expresa una segunda regulación y una regulación determi- 
nada, referida a la primera: el alma es dependiente del cuerpo. 
En la medida en que el espíritu es una unidad que se refie- 
re a su mundo circundante, y el mundo circundante consiste 
en lo más bajo en apariciones que cada persona constituye pa- 
ra sí y luego constituye en la comunidad como comunitarias, 
en la regulación cuyo índice es el espíritu entran fragmentos 
integrantes de las regulaciones de lo somático, el alma y la na- 
turaleza. Pero aquí, por así decirlo, se ha efectuado otro corte 
a través de la conciencia absoluta, y se señala una regulación 
peculiar que transcurre en ella. El espíritu en sus actos espiri- 
tuales es dependiente del alma en la medida en que la corriente 


* Para este capítulo, cfr. también los Anexos XIII y XIV, p. 372 ss. y 377 ss. 


/282/ 


330 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


de vivencias deja que los actos broten de ella (o sea, el yo los 
ejecuta sobre la base de la corriente de vivencias restante); así, 
el yo espiritual depende del alma y el alma del cuerpo: está, 
pues, naturalmente condicionado; pero no por cllo está en una 
relación de causalidad con la naturaleza. Tiene un subsuelo 
que es condicionalmente dependiente; como espíritu, tiene un 
alma, un complejo de disposiciones naturales que, como tales, 
están condicionadas por la naturaleza física y son dependientes 
de ella. 

El espíritu en su libertad mueve al cuerpo; con ello lleva a 
cabo un obrar en el mundo del espíritu. Pero las obras son, en 
cuanto Cosas, a la vez cosas en el mundo de la naturaleza, así 
como el cuerpo es a la vez objeto del mundo del espíritu (ya por 
el hecho de que es portador de sentido para la comprehensión) 
y además cosa en la naturaleza. Éste no es solamente aparición 
para mí, sino que está “animado” para mí, es concientemente 
órgano de mis movimientos libres primigenios; cada vez proce- 
den de él, en cuanto dadas, tendencias de movimiento a las que 
puedo ceder o a las que resisto, y al ceder a ellas muevo la mano, 
el pie, etc., o muevo el cuerpo entero. Y todas las tendencias 
procedentes de cosas externas, siempre que las cosas externas se 
vuelven estímulos de la percepción (esto es, las cosas de la apa- 
rición, únicas que son estímulos en el sentido fenomenológico), 
están mediadas por el cuerpo y están mediadas por tendencias 
corporales o tendencias a movimientos que son apercibidos co- 
mo movimientos de ojos y como MOVIMIENTOS DE “ACOMODACIÓN” 
EN EL SENTIDO MÁS AMPLIO. Siempre que las cosas externas de mi 
esfera de aparición fungen como estímulos prácticos, siempre 
que surgen tendencias —dirigidas a mí— a mover las cosas, a 
encargarse de ellas, a alterarlas, etc., median mi cuerpo y ten- 
dencias referentes a él: captar, asir, levantar, empujar, apoyarse, 
golpear, etc. Se enlazan aquí meras tendencias de movimiento 
(o movimientos libres en cuanto operaciones), y de la mano con 
ello, como una nueva dimensión, OPERACIONES DE FUERZA, TENSIO- 
NES DE FUERZA, etcétera. 

Fenomenológicamente, por ende, el cuerpo desempeña en 
lo espiritual un extenso papel. Lo puramente espiritual yace 
en todos los actos activos, que son en parte acciones, en parte 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL. 331 


pasiones. Lo yoico, lo espiritual-subjetivo,? ticne un particular 
“enlace” con el cuerpo propio; claro que primariamente este en- 
lace existe respecto de datos particulares (sensaciones de movi- 
miento, tendencias a cursos de sensaciones de movimiento que 
irradian de sensaciones corporales), que, apercibidos corporal- 
mente, se co-integran a todo lo corporal. Luego está también 
en conexión con ello la “expresión”, que en gran medida auto- 
riza a interpretar los cuerpos ajenos / como cuerpos para la 
vida espiritual. El cuerpo no es solamente para mí, en cuanto 
MI cuerpo, algo subjetivo particular en tanto que es MEDIADOR 
de mis percepciones, de los efectos que produzco en el mundo 
de las cosas; aprehendido por el otro, alcanza un significado, 
un SIGNIFICADO ESPIRITUAL, en tanto que expresa lo espiritual (no 
sólo denuncia la sensibilidad). 

Siempre hay que prestar atención: cada yo es en sí precisa- 
mente yo, punto de identidad sobre el cual influyen “estímulos”, 
del cual parten actos, que es activo o padece, se vuelve o se 
aparta, sigue inclinaciones o se opone a ellas: el yo de las in- 
tencionalidades que, aun cuando éstas estén inejecutadas, tiene 
dirección, la cual procede del yo y a la cual luego el yo even- 
tualmente ingresa activamente en el modo del yo ejecutante. Y 
además hay que prestar atención a que al yo pertenecen esen- 
cialmente los “dominios” subjetivos a los cuales se refiere. 

El espíritu, en cuanto enlazado con su cuerpo, “pertenece” 
a la naturaleza. Pero pese a esta coordinación, pese a esta suje- 
ción, él mismo no es naturaleza. El espíritu “actúa” en la natu- 
raleza y, sin embargo, NO EJERCE SOBRE ELLA NINGUNA CAUSALIDAD 
EN EL SENTIDO DE LA NATURALEZA. La causalidad es la relación de 
una realidad con las realidades correlativas de su circunstancia. 
La realidad del espíritu no está empero referida a circunstancias 
reales que yazcan en el interior de la naturaleza, sino a circuns- 
tancias reales que existen en el “mundo circundante” y en otros 
espíritus: pero esto no es naturaleza. Lo mismo ocurre, por 
otro lado, con las cosas físicas; éstas tienen sus circunstancias 


? No hay que olvidar que subjetivo es también lo tenido, como las apari- 
ciones; pero esto no es pasión o acción, no es perteneciente a la yoidad como 
vida suya, sino que le es inherente como campo, como medio, como algo 
tenido. 


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284/ 


332 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


reales unas en otras y, además, en cuerpos y almas, pero no en 
espíritus. 

Tenemos, pues, que estatuir una relación peculiar entre espí- 
ritu y naturaleza física, una relación entre realidades de dos tipos, 
una relación de condicionalidad, pero no de causalidad en sen- 
tido auténtico. Lo mismo pasa con la referencia entre espíritu y 
alma, o entre espíritu y cuerpo como unidad estesiológica y no 
como cosa física. El cuerpo, en este sentido estesiológico, perte- 
nece al mundo circundante presupuesto de todo sujeto personal 
y es campo de su arbitrio. Ésta es una relación espiritual y una re- 
lación causal. Yo ejecuto mi “fiat” y la mano se mueve “porque” 
yo quiero. El cuerpo es, en cuanto cuerpo libremente movible 
por mí, una realidad espiritual; a la idea de su realidad pertenece 
la referencia / al yo como sujeto del movimiento libre. E igual- 
mente a la inversa. El yo es individualidad como ejecutante de 
tales actos junto a tales otros, como quien consuma operacio- 
nes corporales y luego otras operaciones. Pero igualmente mi 
representar, mi fantasear, acordarme, etc., pertenece a mi cam- 
po espiritual, y con ello la formación de aprehensiones nuevas, 
etc. El alma está presupuesta (como el cuerpo), pero ella es a la 
vez mundo circundante, determinante para el espíritu. 

Aquí tenemos que decir: el cuerpo es una REALIDAD BILATERAL 
como cuerpo, es decir, cuando prescindimos de que es cosa 
y por ello determinable como naturaleza física. Así pues, se 
constituye: 

1. EL CUERPO ESTESIOLÓGICO. En cuanto sensitivo, es depen- 
diente del cuerpo material; pero ahí hay de nuevo que distinguir 
el cuerpo material como aparición y miembro del mundo cir- 
cundante personal y el cuerpo físico. 

2. EL CUERPO DE LA VOLUNTAD, el libremente movible. Éste es 
algo idéntico incluso en referencia a los diferentes movimientos 
posibles que el espíritu libremente activo ejecuta con él. Ello da 
por resultado, por ende, un estrato de realidad propio. 

El cuerpo en cuanto cuerpo tiene, según ello, un doble ros- 
tro, y en primer término dentro de la intuición. Es realidad 
respecto de la naturaleza en cuanto mundo intuitivo de las co- 
sas, y a la vez realidad respecto del espíritu. Es, por ende, una 
REALIDAD DOBLE, a la cual pertenecen dos direcciones de circuns- 
tancias reales. En ello, el estrato estesiológico es el soporte para 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL 333 


el estrato “libremente-movible”. Lo movible está ya presupuesto 
como algo estesiológico, pero el estrato inferior es unilateral- 
mente desprendible. Un cuerpo inamovible es pensable como 
caso límite, como meramente sensitivo, pero la cuestión es si 
entonces lo inamovible no significa el cero del mover en cuan- 
to cuerpo paralizado —y sin duda es así. 2% 

El alma es igualmente una realidad de doble rostro; 

l. en cuanto CORPORALMENTE CONDICIONADA, está físicamente 
condicionada, dependiente del cuerpo físico. En cuanto realidad 
idéntica, tiene sus circunstancias reales en la physis. 

2. en cuanto ESPIRITUALMENTE CONDICIONADA, está en conexión 
de realidad con el espíritu. 

Tenemos, por ende, DOS POLOS: naturaleza física y espíritu / y 
entre ellos cuerpo y alma. Y resulta que cuerpo y alma son pro- 
piamente “NATURALEZA EN EL. SEGUNDO SENTIDO” solamente según 
el lado vuelto a la naturaleza física. En la aparición pertenecen 
al mundo circundante espiritual; pero aparición quiere decir 
precisamente aparición de una naturaleza física, y ello establece 
ahora una referencia al mundo físico. Ello vale ante todo sola- 
mente para el soporte físico, pero en cuanto éste se vuelve físico, 
también el cuerpo y el alma reciben trascendencia físicamente 
determinada. 

Por otro lado, el cuerpo aparente (y en él el estrato determi- 
nado por la sensación, el de las cualidades sensoriales) y el alma 
pertenecen al mundo circundante espiritual, y en él reciben tal 
referencia al cuerpo y a otras cosas, que adoptan el carácter de 
realidades espirituales: la persona actúa sobre el cuerpo en tan- 
to que lo mueve, y el cuerpo actúa sobre otras cosas del mundo 
circundante, de suerte que la persona actúa a través del cuerpo 
sobre estas cosas como cosas del mundo circundante. El libre mo- 
ver mi cuerpo y mediatamente otras cosas es un actuar sobre la 
naturaleza en la medida en que la cosa-cuerpo circunmundana 
es determinable a la vez como cosa científico-natural, El efecto 
del espíritu sobre el cuerpo y del cuerpo sobre otras cosas se eje- 
cuta como espiritual en el mundo circundante espiritual, Pero 
merced al corresponder que aquí impera, se efectúan también 
cambios en la naturaleza en el sentido físico. 

Hablamos de dos “rostros”, dos lados de realidad en el cuerpo 
y el alma; pero hay que prestar atención a la manera correcta de 


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334 LA CONSTITUCIÓN DEI. MUNDO ESPIRITUAL 


entender esto. El cuerpo como cosa en el mundo circundante 
es el cuerpo corporal experimentado intuitivo, y éste es apari- 
ción del cuerpo físico. Este último y la naturaleza física entera 
no es incumbencia del mundo circundante, por lo menos del 
mundo circundante primario. También podemos decir que es 
un MUNDO CIRCUNDANTE SECUNDARIO. Así como la cosa valorada 
se vuelve objeto de valor y luego es de nuevo, en cuanto valor 
objetivo? un objeto del mundo circundante, así la naturaleza 
física determinada teóricamente sobre la base de las “aparicio- 
nes” es objeto secundario del mundo circundante, cuyo primario 
es precisamente la aparición. — El cuerpo como cosa es soporte 
para el cuerpo estesiológico, y con ello tenemos el soporte para 
el cuerpo de la voluntad, el libremente movible, y así el cuerpo 
está en causalidad hacia el espíritu: ahí estamos en una esfera 
homogénea. 

En cambio, porque el cuerpo circunmundano es a la vez 
aparición de la naturaleza en sentido físico, el cuerpo tiene un 
segundo rostro; es el sitio de transbordo de la causalidad espi- 
ritual a la causalidad de la naturaleza. 

Lo mismo pasa con el alma, que tiene su participación en la 
naturaleza en la medida en que está referida al cuerpo. Cosa físi- 
ca (material), cuerpo, alma, se constituyen intuitivamente, o sea, 
por un lado, como algo inespiritual, pero por otro lado como 
algo que está ahí para el espíritu; como “cosa” de nivel ínfimo 
para la constitución de la cosidad meramente física, ulteriormen- 
te como “alma-espíritu”, soporte espiritual para la constitución 
del alma.?% Estas unidades intuitivamente constituidas tienen 
un lado de realidad para el espíritu; son circunstancias de la 
unidad real espíritu, y él también es circunstancia para ellas. 

La identidad de la cosa, sin embargo, no está en cuanto reali- 
dad (de la aparición) referida al espíritu como circunstancia real; 
pero sí la identidad del cuerpo, que recibe un estrato de realidad 
voluntario propio como libremente movible; e igualmente el al- 
ma en cuanto dependiente del cuerpo, pero también al acoger 
sucesos anímicos a través del movimiento voluntario del cuer- 
po y ser directamente influida de cualquier otra forma por el 
espíritu. 

Si pasamos luego a la “naturaleza objetiva”, la cual excluye 
el espíritu como circunstancia, porque abandonamos la actitud 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL 335 


científico-espiritual entera, entonces no tenemos ya nada del 
comportamiento del sujeto, tenemos meramente cosas, depen- 
dencias estesiológicas, dependencias psicológicas y realidades 
objetivas inherentes. 

Si pasamos de una actitud a la otra, entonces el espíritu en 
su actitud produce algo, y en virtud del paralelismo le corres- 
ponden a él cambios dependientes en el mundo objetivo. Que 
éstos son dependientes puede, empero, ponerse de manifiesto 
objetivamente; puedo y tengo que convencerme de si “en la rea- 
lidad” al movimiento corporal le corresponde un movimiento 
real en la naturaleza, etc. Desde el punto de vista del conoci- 
miento objetivo de la naturaleza, en el nexo corporal-anímico 
ingresa (cuando en la actitud científico-espiritual se dice: “la 
persona mueve su cuerpo”), y en verdad como estado de con- 
ciencia, un acto de “fiat”, apariciones inherentes, etc. Y en la 
realidad anímico-corporal todo ello es un estado. El espíritu, 
sin embargo, no es aquí una / realidad; aquí no existe en abso- 
luto como espíritu; existe solamente el cogito como estado, el yo 
en él, etcétera. 

La diferencia entre esta aprehensión y la actitud del espíri- 
tu resalta nítidamente si ahora ponemos teóricamente el lado 
del yo mismo (la persona y su haber), con lo cual ciertamente 
hay también ahí de nuevo sujetos-yo que ponen, frente a los su- 

jetos convertidos en objetos teóricos. Ponemos teóricamente a 
otros sujetos (y a nosotros mismos en la reflexión) al ponerlos 
a ellos y a nosotros precisa y exclusivamente como sujetos de 
vivencias, como estados de nuestra subjetividad o de la suya, 
y como sujetos de cosas y personas en torno, las cuales están 
tomadas exactamente tal como están ahí para el sujeto: preci- 
samente como “en torno”. Entonces estas cosas no son objetos 
científico-naturales —prescindiendo del caso en que los suje- 
tos teóricamente puestos son investigadores de la naturaleza y 
están pensados, pues, referidos a la naturaleza por ellos “ex- 
plorada”, “determinándola”, buscando sus predicados objetivos, 
etc. Pero cuando los sujetos-investigadores de la naturaleza son 
objetos, entonces la naturaleza explorada está puesta entre pa- 
réntesis. Prescindiendo de este caso, las cosas son correlatos 
de las respectivas vivencias; son las cosas que vemos, agarra: 
MOS, tocamos, y tal como nosotros y como los otros las ven, las 


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336 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL. 


agarran, etc. Si los otros las ven de otra manera, entonces las 
vistas de otra manera son precisamente en cuanto vistas por 
ellos sus cosas-correlatos, y si aquéllas son espectros, entonces 
éstas son precisamente espectros. Si (para decir todavía una pa- 
labra sobre el caso excluido) los sujetos teóricamente puestos 
son puestos como sujetos que exploran la naturaleza psicofísi- 
ca y física, entonces lo siguiente llega a la posición: que ellos 
ejecutan los actos de investigación de la naturaleza; que sus apa- 
riciones son, en cierta manera, constitutivas para la “naturaleza 
objetiva”; que reconocen dependencias entre tenencias objetivas 
de la misma, sensaciones, actos, etc., y las cosas de la naturaleza. 
Pero entonces la naturaleza objetiva está puesta entre parénte- 
sis. Ella misma no está ahora teóricamente puesta, sino que está 
teóricamente puesta por el yo teóricamente puesto. En ello, en 
especial, el OBJETO TEÓRICO HOMBRE incluido en la posición teóri- 
ca de la naturaleza (el objeto zoológico, fisiológico, psicológico) 
es distinto del OBJETO TEÓRICO PERSONALIDAD HUMANA. El objeto de 
la naturaleza hombre no Es sujeto, persona, pero a todo / objeto 
de esa índole le CORRESPONDE una persona; así podemos tam- 
bién decir: cada uno “implica” una persona, un sujeto-yo, QUE, 
EMPERO, NUNCA €S UN FRAGMENTO DE LA NATURALEZA, algo conteni- 
do como realidad en la naturaleza, sino algo que se EXPRESA en el 
objeto del entorno “cuerpo humano”, donde el cuerpo humano 
es mero correlato de la posición del sujeto, tomado puramente 
como tal, algo de lo cual sabemos que manifiesta una naturaleza 
que es objetivamente explorable, pero que ahora no experimenta 
esta posición teórica. La aprehensión puede existir, pero no es 
punto por el que atraviese una posición teórica. Igualmente, el 
sujeto puede ser simultáneamente aprehendido como naturale- 
za, pero esta aprehensión, que remite a un sujeto aprehensivo 
que no es a su vez aprehendido como naturaleza, no es punto 
por el que atraviese una posición teórica; así, está puesto el su- 
jeto pura y simplemente, que tras sí solamente tiene al sujeto 
puro.” 


* Según nuestras exposiciones, los conceptos yo-nosotros son relativos; 
el yo exige el tú, el nosotros, el “otro”. Y además el yo (el yo como persona) 
exige la referencia a un mundo de cosas. Así pues, yo, nosotros, el mundo, se 
copertenecen: por lo cual el mundo como mundo en torno común porta el 
sello de la subjetividad. 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL. MUNDO ESPIRITUAL 


$63. Paralelismo psicofísico y acción recíproca 


Traemos ahora a la consideración lo que llamamos naturaleza 
física y también naturaleza objetiva en general, el correlato de 
la CIENCIA DE LA NATURALEZA, la cual, por su parte, es una obra 
cultural interpersonal / en el conglomerado personal, o sea 
que lo presupone; así como la CIENCIA DEL ESPÍRITU es una obra 
cultural semejante. La conciencia absoluta una, una multitud de 
mónadas y yo puros en comunicación,?% es pues, por esencia, 
de tal índole que tiene una UNIDAD DE REGULACIÓN PARALELA, UNA 
regulación paralela y justamente no una mera doble regulación 
que ordene lo mismo doblemente sin que ello cambie nada en 
las COSAS. 

Una regulación es la científico-natural, la otra la científico- 
espiritual. Ambas se complementan y entremezclan. Pero serían 
meramente además sólo dos lados de una y la misma cosa y 
expresarían en ambos lados la misma cosa, si todos los nexos 
que se presentan bajo el título de factum científico-espiritual 


Y a este nexo pertenece toda ciencia; ésta es una actividad intersubjetiva, 
una investigación en la actitud “nosotros y la realidad”. Ella busca validez obje- 
tiva; como ciencia objetiva hace en esta actitud enunciaciones sobre el mundo 
pura y simplemente, es decir, enunciaciones en las cuales nada se dice del no- 
sotros, sino solamente de lo objetivo, ante todo y en lo más bajo de la naturaleza 
fisica. 

Pero ahí constantemente nos encontramos a nosotros, y se encuentra tam- 
bién el investigador de la naturaleza, incluso cuando explora la naturaleza, 
constantemente como persona que vive en el mundo personal, en su mundo 
de la vida: sólo que teóricamente está dirigido exclusivamente a la naturaleza 
fisica o zoológica, etc. La aprehensión como naturaleza se subordina por tanto 
ala aprehensión personal. Al investigar puedo estar dirigido a las meras cosas, 
pero también a personas en relación con las cosas, y justamente: 

a. a personas en cuanto determinadas espiritualmente por las cosas, en 
cuanto motivadas por las cosas, como experimentadas, valoradas por ellas, 
etcétera; 

b. por otro lado, a las personas respecto de su dependencia real de las cosas 
como naturalezas; las cosas están aprehendidas ahí de doble modo: 1) como 
correlato de conciencia de la relación del sujeto; 2) como correlato del co- 
nocimiento científico-natural que las determina objetivamente. 

Las personas están en un caso puestas teóricamente tal como están dadas, 
como personas en el conglomerado de personas; en el otro caso están pues- 
tas como naturalezas, como dependientes de la naturaleza del cuerpo, 


/289/ 


/290/ 


338 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


asomaran también en la ciencia de la naturaleza, sólo que en 
otra aprehensión. Pero ése no es el caso. 

La cosa aparente es una unidad de la causalidad espacio- 
temporal. Puede decirse que ella es lo que ella efectúa en el 
espacio. Los estados son estados de fuerza. 

El individuo personal es así mismo una unidad: el hombre 
es uno y el mismo con referencia a las diferentes circunstan- 
cias conforme a las cuales sus estados cambian. En *“considera- 
ción absoluta” esto quiere decir: hay dependencias entre cuer- 
po humano y otras cosas (lo cual en ambos casos conduce, en 
consideración intersubjetiva, a ciertos nexos de apariciones) 
que no son dependencias físicas. O sea, si en una conciencia 
que se halla en nexo de comprensión intersubjetivo han de po- 
der aparecer cosas como realidades concordantes,** entonces a 
las apariciones tienen que pertenecer datos de sensación, y si és- 
tos han de poder estar ahí, entonces también tienen que poder 
aparecer cuerpos y tienen que tener su realidad física. Esta re- 
gulación concierne, por ende, a grupos de apariciones y es una 
regulación intersubjetiva. Los datos de sensación sólo pueden 
presentarse si “en la realidad objetiva” hay órganos sensoriales, 
sistemas nerviosos, etc. A ello corresponden aprehensiones po- 
sibles de datos sensibles y las regulaciones intersubjetivas inhe- 
rentes. Ahora bien, ¿puede tener sentido admitir que también la 
posibilidad de cualesquiera aprehensiones y de toda conciencia 
en general es dependiente del cuerpo y sus sucesos corporales- 
objetivos? / ¿Que las apercepciones, las tomas de posición de la 
creencia, de la voluntad, etc., son corporalmente dependientes 
en el mismo sentido que los datos de sensación? Si pensamos en 
sujetos monádicos y sus corrientes de conciencia, o pensamos 
más bien en lo mínimo pensable de autoconciencia, entonces se- 
ría sin duda pensable una conciencia monádica que no tuviera 
dado en modo alguno un “mundo”, por ende sin regulacio- 
nes correspondientes en el presentarse de las sensaciones, sin 
posibilidades motivadas de aprehensión cósica. ¿Qué es, pues, 
indispensable para que se presente una conciencia de yo en el 
sentido corriente? Naturalmente, una conciencia humana exige 
un cuerpo aparente y un cuerpo intersubjetivo —un entendi- 
miento intersubjetivo. 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL 339 


Presupongamos ya una pluralidad de sujetos que se entien- 
den intersubjetivamente, por tanto, cierto mundo “objetivamen- 
te” constituido con cosas “objetivas”, cuerpos, espíritus reales y 
objetivos. Ya está en ello presupuesta cierta referencia de las sen- 
saciones al cuerpo objetivo respectivo. Concedamos que ocurra 
en este caso como en realidad ocurre, que mi cuerpo sea un sis: 
tema de órganos sensoriales referido al órgano central O. Que 
de él dependa el presentarse de las sensaciones sensoriales y los 
fantasmas sensoriales. 

La cuestión es entonces si no solamente estos contenidos sen- 
sibles, sino también, en el mismo sentido o en un sentido similar, 
todas las aprehensiones y funciones de conciencia superiores 
pudieran ser dependientes de O; si tal dependencia es pensa- 
ble y en qué medida lo es. Por lo que toca a las sensaciones, la 
dependencia significa: cierto estado corporal (o más bien cierta 
forma de estados corporales, tomando en cuenta el metabolis- 
mo, que suprime la identidad individual de los elementos del 
mismo órgano, de los mismos nervios, ganglios, etc., pero man- 
tiene cierta forma) tiene como consecuencia unívoca y objetiva 
cierta sensación en una corriente de conciencia determinada 
ligada al cuerpo respectivo. ¿Puede ocurrir algo similar respec- 
to de todos los fragmentos integrantes, respecto de todos los 
momentos que se presentan en la corriente de conciencia? 

La conciencia del mundo se constituye en apariciones, más 
precisamente, en apariciones corporales. Se presentan sensa- 
ciones en ciertas aprehensiones, en ciertas regulaciones inter- 
subjetivas, / y aquí se incluye en especial también la regulación 
que corresponde a la realidad objetiva de aquellos órganos cor- 
porales ocultos que llamamos órgano central O, cordones ner- 
viosos, nervios sensitivos, etc. Y ahora el presentarse de toda 
sensación S en mi conciencia C;, o en una conciencia individual 
determinada C, (del hombre H), ha de ser dependiente de la 
parte de aquella regulación que se llama ahí estado determina- 
do O? de mi (del H individual respectivo) O;. Tan pronto como 
las sensaciones entraran en otras vivencias de conciencia co- 
mo momentos constitutivos, todas ellas serían dependientes de 
O, y sus estados. 

Lo mismo vale para los fantasmas. Si ahora todas las sen- 
saciones y fantasmas en el interior de C, son de esta manera 


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340 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


dependientes de la regla señalada de las sensaciones aprehendi- 
das y aprehensibles, de estos grupos de percepciones posibles 
(también por ende de juicios teóricos posibles) que por lo demás 
son intersubjetivos: ¿por qué todas las vivencias de conciencia 
en el interior de una conciencia monádica C, no habrían de po- 
der depender de justamente el mismo grupo intersubjetivo O, 
tomado en conjunto, y así para todo C;, Cy, etc.? ¿Por qué esto 
habría de representar una dificultad si precisamente la causa- 
ción psicofísica se concibe meramente como cierta relación de 
regulaciones funcionales, como lo hemos hecho aquí y como lo 
tenemos que hacer? 

El punto principal que hay que ponderar aquí es el de si 
la esencia de la conciencia, que se formula a priori en leyes de 
esencia, se opone a dicha regulación universal. La esencia de 
la conciencia en general presenta, en efecto, objeciones, exi- 
gencias. Por ejemplo, ¿puede, preguntamos, entenderse la cosa 
de tal modo que los estados cerebrales (estados de O) prece- 
dan objetiva, temporalmente, a las correspondientes vivencias 
de conciencia, o no tienen que ser simultáneos, por razones de 
principio, el estado cerebral y su acompañante de conciencia: 
con arreglo al sentido absoluto de la simultaneidad? ¿No es- 
tá con ello dado eo ¿pso un paralelismo? A saber, del siguiente 
modo: a toda vivencia de conciencia en MI conciencia C, le co- 
rresponde cierto estado en mi O, cierto estado orgánico. Por 
otro lado: a todo lo que compone el O, sin excepción, le corres- 
ponden sucesos reales de cierta especie en CADA sujeto, y por ello 
también, en el mío, ciertas posibilidades reales de percepción, 
aunque si no de este O mismo, entonces de otro que esté en 
conexión científico-natural con él. 

La aprehensión contrapuesta sería la de que una regulación 
universal de tal índole no existe o no puede existir, que más bien 
solamente a los datos sensibles en C, inhieren determinados 
estados de O;, pero no a lo noético de la conciencia en senti- 
do amplio, ya sea en general, ya sea dentro de ciertos límites. 
Y ello a su vez puede significar: esto, lo noético, o bien es ca- 
sual, se presenta sin ley, no está determinado univocamente de 
antemano, o bien está en verdad determinado unívocamente, 
pero no está en dependencia funcional o en referencia parale- 
la al cuerpo físico y con ello al ser físico en general. Si existe 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL. 341 


la univocidad, entonces la conciencia respectiva (prescindiendo 
del componente hylético) puede ser determinada por reglas de 
dependencia interna que prescriben lo que, si ya están dados 
ciertos estadios, y si se presentan en ellos datos de sensación en 
tales y cuales dependencias psicofísicas, tiene en adelante que 
existir y presentarse en la conciencia. 

Aquí tendría también que traerse a colación la empatía, mer- 

cedala cual en la conciencia individual C, con sus componentes 
de sensaciones psicofísicamente determinados, ocurre una in- 
terpretación simple, no delineada por leyes psicofísicas, de la 
vida anímica ajena, que ahora, dada como existente, determi- 
na por motivación la ulterior vida anímica Cj: así pues, un 
“introactuar” de una subjetividad en la otra, mediado por com- 
prehensión. Un introactuar directo está, sin embargo, excluido, 
Todo introactuar presupone que la C, tiene en sí conciencia 
de la vida anímica ajena C;, y esta conciencia es la inmediata- 
mente “actuante” en el interior de C,. Este efecto de alma sobre 
alma, de sujeto sobre sujeto, está por lo demás, empero, psicofí- 
sicamente mediado constantemente de una manera muy distin- 
ta; interviene siempre la causalidad psicofísica, aunque con el 
auxilio de peculiares leyes de la naturaleza puramente anímicas. 
Éstas serían reconocibles solamente en la experiencia intersub- 
jetiva (incluida la experiencia de sí mismo), a saber, mediante el 
conocimiento de la manera general como las vivencias de con- 
ciencia constituyen individualidades en las “mónadas”. Estos 
conocimientos empíricos generales tendrían su conexión con 
las leyes eidéticas generales que pertenecen a la conciencia en 
general y a la constitución de conciencia de la individualidad 
en general. 

Be son posibilidades consideradas con generalidad. En los 
marcos de tales consideraciones cae también el siguiente pro- 
blema importante: en la naturaleza se presentan fácticamente 
cuerpos aislados; así vemos en efecto la naturaleza. Pero habría 
la posibilidad de pensar minuciosamente lo que traería consigo, 
O bien si cabría, y hasta dónde, la posibilidad de que TODA cosa 
física en la naturaleza fuera cuerpo. 

Ahora la pregunta decisiva es en qué medida lo ESENCIAL de 
la conciencia le impondría BARRERAS a posibilidades aceptables. 
Es ciertamente una verdad absolutamente indudable que hay 


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/294/ 


342 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


LEYES ESENCIALES DE LA CONCIENCIA. ¿Es COMPATIBLE con ellas un 
paralelismo psicofísico sin excepción, un paralelismo que deli. 
neara de manera legal para cada estado de conciencia C, una 
dependencia de O, o un paralelo en éste? 

Se impone el siguiente escrúpulo, cuya solidez tenemos que 
considerar: los cambios de O, son alteraciones fácticas, están 
sometidos a leyes de la naturaleza, las cuales también podrían 
ser otras. Sea, pues, así: todas las vivencias de conciencia, tal 
como son, con su entero contenido de partes y momentos, pue- 
den depender de O, y ser en tanto que O, existe. Si ahora, como 
pertenecientes a la esencia apriórica de la conciencia, subsisten 
ciertas necesidades de la secuencia —como, por ejemplo, los mo- 
dos de la retención pertenecientes a la constitución del tiempo 
están atados en sucesiones necesarias (a priori) a cada una de las 
impresiones—, entonces estos nexos de la secuencia no podrían 
estar condicionados por el O, y las secuencias de sus estados 
objetivos. Empíricamente condicionado sólo puede estar lo que 
los nexos esenciales dejan ABIERTO. Podría estar condicionada 
solamente, digamos, la sensación, pero no lo que se ata necesa- 
riamente a ella en las retenciones. O quizá más exactamente: un 
contenido de sensación, e igualmente, en el interior de la forma 
predelineada de la secuencia retencional, un contenido que ella 
deja abierto, a saber, diferencias de la claridad y la distinción, 
etc., a cuyo respecto es discutible, y determinable por experien- 
cia, hasta dónde está condicionado psicofísicamente. Y en todo 
caso podemos decir: Si a priori está excluida una modificación 
de conciencia, si a priori subsiste una ley de incompatibilidad 
en virtud de la cual C' y C” son incompatibles en una concien- 
cia en general, entonces lo que está enlazado con C*, al / que 
pensamos dependiente de O”, ya no está puramente determi- 
nado por un O” enlazado con O”, o en general por un juego 
de estados-de-O, sino que subsiste una legalidad absolutamente 
rígida que no tiene su paralelo en la legalidad empírica de O. 

Hay que señalar también lo siguiente: toda vivencia tiene su 
fondo, su entorno en la coexistencia, así como tiene su entorno 
en el hundirse en el pasado (a través del cual precisamente se 
constituye en el hundirse como unidad del pasado vivo). Éstas 
son relaciones aprióricas: es así y no puede ser de otro mo- 
do. De acuerdo con ello, tenemos una variedad de fenómenos 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL 343 


cuva reducción a dependencia causal de estados-de-O sería un 
nonsens.? 252 

Con tales fundamentos puede uno, me parece, REFUTAR RADI- 
CALMENTE €l PARALELISMO, y la refutación tiene además un estilo 
enteramente distinto del de las refutaciones corrientes que ope- 
ran con torcidos conceptos de causalidad y de sustancia y con 
prejuicios tradicionales de diversa índole, y que desembocan de 
inmediato en la acción recíproca: como si la cuestión parale- 
lismo o acción recíproca fuera la cuestión radical y cabal. Con 
el rechazo del paralelismo no se ha decidido nada en absoluto 
respecto de la acción recíproca. 

Tampoco es esto lo que procede, sino que en primer lugar 
hay que determinar CUÁN Lejos llega la dependencia de C respec- 
to de O. Indudablemente, tan lejos como el soporte sensible de 
la conciencia. Es seguro que la conciencia superior, la propia- 
mente noética, llega a ser co-dependiente de O en la medida en 
que está fundada por lo hylético. Es seguro que no solamente 
las sensaciones sensibles en sentido estricto están determina- 
das por el cuerpo, sino también los sentimientos sensibles y 
las vivencias de los impulsos. / Es seguro que aquí se incluye 
también un buen fragmento de la individualidad, a saber, las 
disposiciones sensibles con su hábito individual. 

Naturalmente, cuán lejos llega todo ello sólo puede deci- 
dirse empíricamente, y de ser posible mediante la psicología 
experimental. En particular, si y en qué medida la índole pe- 
culiar, el ritmo de la conciencia superior, tanto con respecto 


“ Habría además que hacer valer lo siguiente: sería PENSABLE que no 
hubiera cuerpos en absoluto y no hubiera en absoluto dependencias de la 
conciencia respecto de los sucesos materiales en la naturaleza constituida; por 
ende tampoco almas empíricas, mientras que, sin embargo, la conciencia abso- 
luta permanecería como algo pura y simplemente no cancelable. La conciencia 
absoluta tendría entonces en sí un principio de unidad fáctica, su propia regla 
conforme a la cual transcurriría con su propio contenido, mientras que no 
habría ciertamente cuerpo alguno. Si la enlazamos con un cuerpo, entonces 
puede ser dependiente, pero ante todo ella tiene de nuevo, sin embargo, su 
principio de unidad y no solamente por leyes aprióricas de la conciencia en 
general. Así pues, se vuelve dependiente porque con su propia esencia aprió- 
rica e individual se vuelve dependiente, y ello quiere decir que lo que está en 
ella está en verdad condicionado, pero no puede ser mero epifenómeno de 
otro. — Pero ésta es una reflexión cuestionable. 


/295/ 


/296/ 


344 LA CONS UITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


a lo humano-general, pero no lo legal-esencial, como con res- 
pecto a lo que transcurre en el interior del tipo humano (del 
tipo genérico humano) y del tipo individual, está determinado 
por reglas empírico-psicológicas propias, o si estas regularida- 
des en lo típico y lo individual están suficientemente fundadas 
en la organización física con la mera añadidura de las leyes de 
esencia: esto no puede de ninguna manera estipularse a priori, 

Ahora bien, sobre la CUESTIÓN DE LA ACCIÓN RECÍPROCA y en 
particular sobre la cuestión de la acción de la conciencia o, 
más bien, del alma sobre el cuerpo. No debe uno operar natu- 
ralmente con conceptos míticos de actuar, Está bastante claro 
lo que quiere decir “actuar” en el mundo físico. Nos vemos 
remontados a nexos de dependencia de sucesos físicos regu- 
lados legalmente, y puesto que las cosas físicas son lo que son 
en cuanto unidades de apariciones, a dependencias de ciertas 
regulaciones de conciencia intersubjetivas de uno y el mismo 
tipo unas respecto de otras. Cuando respecto de las dependen- 
cias de sensaciones, sentimientos sensibles, etc., hablamos de 
“acciones”, éste es un tipo de dependencia de una especie ente- 
ramente distinta. La ocurrencia de sensaciones en una mónada 
es dependiente de un cuerpo físico en su entorno natural, por 
tanto de cierta regulación subjetiva y además intersubjetiva de 
apariciones y no meramente de sensaciones. Es seguro que toda 
existencia de sensaciones remite a lo corporal, y puesto que las 
sensaciones y las vivencias en general no tienen una existencia 
temporal objetiva, a no ser por referencia al cuerpo intersubjeti- 
vo, entonces se ve uno llevado a que la relación entre sensación 
y corporalidad tiene que ser pensada como simultaneidad, esto 
es, que a la sensación tiene que serle adscrito el tiempo objetivo 
del respectivo proceso cerebral objetivo. 

Hablar de una dependencia inversa no tiene / ningún sen- 
tido, si no admitimos en el alma una causalidad propia, una 
legalidad empírica interna en la producción de las sensaciones, 
la cual puede ante todo transcurrir en sí y llevar a la sensación, 
a la cual pudiera atarse luego el estado de O dependiente: como 
por ejemplo en la producción voluntaria de una alucinación, pe- 
ro también en una producción voluntaria de sensaciones que 
se articulan con ciertas apariciones de cosa, a saber, en el mo- 
vimiento voluntario de miembros corporales. Está en cuestión 


A A: 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL, MUNDO ESPIRITUAL 345 


que alguna vez pueda decidirse empíricamente si aquí existe 
una sucesión empírica o no, o si no el punto temporal objeti- 
vo de la excitación cerebral que pertenece al movimiento de 
la mano tiene que valer como <el> punto temporal idéntico 
de la sensación. Todo estriba aquí en cómo haya que definir el 
punto temporal de un estado de conciencia determinado, por 
ende, en la cuestión del sentido de una determinación temporal 
de una vivencia de conciencia. 

Por lo demás, viene a consideración lo que en otro sitio ya 
se expuso:” si puedo intracomprender a un individuo, obser- 
varlo integramente, entonces sé cómo se dejará motivar, pero 
no lo sé de otro modo que como lo sé respecto de mí mismo. 
Naturalmente, hablo mucho acerca de lo que haría yo en un 
caso dado, porque no tengo las circunstancias completamente 
claras y hay por tanto muchas cosas que no tomo en cuenta, 
Tampoco puedo, en efecto, decir con completa determinación 
lo que haría yo en circunstancias futuras de tal y cual especie, 
porque hasta entonces mucho habrá transcurrido en mi con- 
ciencia que, como motivante, se prolonga al tiempo posterior y 
co-entra así en vigor. Es indudable que el futuro no puede pre- 
decirse FIJAMENTE; sólo hipotéticamente con el complemento de 
alguna pieza intermedia. En cambio, el pasado puede compren- 
derse en el recuerdo claro y traerse en él a comprensión todo 
nexo de motivación. A cada curso de conciencia pertenece una 
individualidad que se deja comprender, “compenetrar”, como 
una individualidad a la cual pertenecen justamente estas ma- 
neras de motivación y no otras. En esto cada uno se distingue 
de cada uno de los otros. Por otro lado, ello no significa nece- 
sidad unívoca de la consecuencia. Por todas partes interviene 
la causalidad de la naturaleza, lo corporal y / lo determina- /297/ 
do en la conciencia por la corporalidad. Estas determinaciones 
no necesitan ser de ningún modo unívocas. El O puede ser 
en efecto una precondición necesaria, pero no suficiente. Si la 
agregamos, entonces el nexo es, como acaso se dirá, un nexo 
necesario, 


* Cfr, p. 266 ss. 


¿E_______ 


/298/ 


346 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 
$ 64. Relatividad de la naturaleza, carácter absoluto del espíritu 


De las consideraciones hechas hasta aquí se desprende el límite 
de la posible NATURALIZACIÓN: el espíritu puede ser concebido 
como dependiente de la naturaleza y él mismo puede ser natura- 
lizado, pero solamente hasta cierto grado. Una determinación 
unívoca del espíritu mediante meras dependencias naturales, 
una reducción a algo así como la naturaleza física, a algo análo- 
go en cuanto a la entera especie de determinación, con la meta 
de la determinación científico-natural unívoca, es impensable. 
Los sujetos no pueden disolverse en ser naturaleza, ya que en- 
tonces faltaría lo que da sentido a la naturaleza. La naturaleza 
es un campo de relatividades omnímodas y puede serlo porque 
éstas siempre son relativamente a un absoluto, que porta por 
ello todas las relatividades: el espíritu. 

El espíritu está determinado por su mundo circundante y 
tiene también una regulación natural, en la medida en que, 
puesto en referencia a la naturaleza que se constituye en rela- 
ción con el mundo personal, muestra dependencias de diversa 
índole. Pero ello no impide que sea ABSOLUTO, IRRELATIVO. Es 
decir, si borramos todos los espíritus del mundo, entonces ya 
no hay naturaleza. Pero si borramos la naturaleza, la existencia 
“verdadera”, objetiva-intersubjetiva,?%% entonces queda siempre 
todavía algo restante: el espíritu como espíritu individual; se 
pierde sólo la posibilidad de la socialidad, la posibilidad de una 
comprehensión, la cual presupone cierta intersubjetividad del 
cuerpo. Ya no tenemos entonces al espíritu individual como 
persona en el sentido estricto, social, referido a un mundo ma- 
terial y con ello también a un mundo personal. Ciertamente 
tenemos, empero, pese al inmenso empobrecimiento de la vi- 
da “personal”, precisamente a un yo con su vida de conciencia, 
y también en ella tiene éste su individualidad, su manera de 
juzgar, de valorar, de dejarse motivar en sus tomas de posición. 

No obstante, en el curso de conciencia del espíritu se mani- 
fiesta en cada caso / su unidad, su individualidad. Si quiero 
comprenderlas, tengo entonces que perseguir este curso, tengo 
que reconstruirlo; si quiero comprenderlo por un lado deter- 
minado, entonces tengo que destacar con la vista los nexos 
correspondientes en su curso de conciencia. La comprensión 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL. 347 


es completamente intuitiva, esta objetividad “individuo” viene 
a darse ahí en su ser propio. 

Yo revivo la vida espiritual ajena y con ello el ajeno mundo 
del espíritu, la objetividad espiritual ajena, y los comprendo en 
su significado individual, o sea, en su significado espiritual: la 
situación política, la época espiritual, la literatura contempo- 
ránea. 

En ello hay que prestar atención a que LA INDIVIDUALIDAD EN 
SENTIDO ESPIRITUAL €s algo enteramente distinto de la INDIVIDUALI- 
DAD DELA NATURALEZA. La cosa tiene su ser individual como lo que 
está aquí y ahora. Pero este “lo que” mismo es algo “general”. 
Esto quiere decir: cada cosa es ejemplar de una generalidad; lo 
es ya la cosa en el nivel de la mera experiencia “sensible” concor- 
dantemente pensada. Cada una puede ser pensada tan frecuen- 
temente repetida como se quiera. Igualmente:?* la objetividad 

física es lo que es, y según cada una de sus determinaciones, 
como existente bajo leyes matemáticamente formulables y en 
determinaciones matemáticamente formulables, 

La cosa en cuanto algo real es dependiente de circunstancias 
reales; es lo que es en el nexo de la naturaleza real, la cual está 
en sí constituida íntegramente como homogénea.*5* 

La consideración puramente objetiva, que se dedica al sentido 
objetivo de la cosidad, exige que las cosas sean dependientes unas 
de otras en lo que a sus estados respecta, que mutuamente, en su 
existencia real, se prescriban algo unas a otras, y justo respecto 
de su contenido de ser y sus estados causales.*% 

Ahora bien, una cosa que en todas las circunstancias es cier- 
tamente UNA cosa, algo idéntico de propiedades, ¿es realmente 
en sí algo fijo, algo rígido respecto de sus propiedades reales, 
a saber, algo idéntico que es sujeto idéntico de propiedades 
idénticas, mientras que lo cambiante en ella son solamente los 
estados y las circunstancias? ¿Se dictaminará, pues, que tiene 
otros estados actuales según las circunstancias a que es llevada, 
o en las que puede ser idealmente pensada? Pero de antemano 


=a / priori— está delineado por su propia esencia cómo pue- /299/ 


de conducirse y luego también cómo se conducirá. Pero <tiene 
toda cosa (o, lo que aquí quiere decir lo mismo: tiene una cosa 
cualquiera) EN GENERAL TAL ESENCIA PROPIA? ¿O la cosa siempre es- 
tá, por así decirlo, en marcha, sin que sea posible en absoluto 


/300/ 


348 LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 


apresarla en esta objetividad pura, y más bien, merced a su refe- 
rencia a la subjetividad, es por principio sólo algo relativamente 
idéntico, algo que no tiene su esencia de antemano o como al. 
go captable de una vez por todas, sino que tiene una esencia 
abierta, que siempre de nuevo puede admitir nuevas propieda- 
des según las circunstancias constitutivas de la dación? Pero ahí 
está el problema: precisar con más exactitud, y por cierto para 
la “objetividad” de la ciencia de la naturaleza, el SENTIDO DE ESTA 
APERTURA. 

¿No significa la “infinitud” del mundo, en vez de una infini- 
tud transfinita (como si el mundo fuera una cosa existente en sí 
de un modo acabado, una cosa omniabarcante o una colección 
conclusa de cosas que contuviera en sí, sin embargo, una infini- 
tud de cosas), no significa más bien una “apertura”? ¿Pero qué 
se está queriendo decir con ello? 

Si, como podemos hacerlo, pensamos la naturaleza múltiple- 
mente cambiada, entonces también es siempre pensable una 
naturaleza en la que hubiera varias cosas iguales, y justo cosas de 
un contenido cualquiera con sólo que sea representable. Son 
pensables varias cosas completamente iguales en cuanto a pro- 
piedades y estados causales, tanto en la coexistencia como en 
la sucesión. La una está aquí, la otra allá, la una ahora, la otra 
después. También es pensable que una cosa vuelva periódica: 
mente al mismo estado idéntico. Lo que distingue a dos cosas 
iguales es el nexo real-causal, que presupone el aquí y ahora. Y 
con ello nos vemos necesariamente remitidos a una subjetivi- 
dad individual, sea una subjetividad singular o una subjetividad 
intersubjetiva,2% únicamente con referencia a la cual se consti- 
tuye la determinación de la posición de lugar y la posición de 
tiempo. NINGUNA COSA TIENE EN SÍ MISMA SU INDIVIDUALIDAD. 

Pero el espíritu es espíritu vivenciante, espíritu que toma po- 
sición, espíritu motivado. Cada espíritu tiene su manera de 
motivación; a diferencia de la cosa, tiene SU MOTIVACIÓN EN SÍ 
MISMO. No es individualidad sólo por estar en un sitio deter- 
minado en el mundo. Individuación absoluta la tiene ya el yo 
puro / de la cogitatio respectiva, la cual es ella misma algo en sí 
absolutamente individual. Pero el yo no es polo vacío, sino por- 
tador de su habitualidad, y en ello radica que tenga su historia 
individual,?5 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL 349 


Las vivencias en el flujo de conciencia tienen su esencia abso- 
lutamente propia, portan su individuación en sí mismas, ¿Pue- 
den las vivencias ser iguales: pueden ser absolutamente iguales 
en un flujo de conciencia? ¿Se diferencian meramente por la 
ecceidad? ¿Y pueden dos vivencias diferenciarse meramente 
porque la una pertenezca a ésta y la otra a aquella conciencia 
(mónada)? Una vivencia ahora y “la misma” vivencia después, 
“meramente repetida”, ¿puede ésta ser la misma según su entera 
consistencia esencial? En el ahora, la conciencia tiene una con- 
sistencia vivencial originaria y un horizonte de lo pasado, de lo 
que en el ahora está representado en forma de un horizonte de 
vivencias del “recuerdo primario”, de la retención en sus con- 
tinuas variaciones-interpenetraciones. ¿Es este medio vivencial 
indiferente para la vivencia que se presenta originariamente, 
por ejemplo, para un nuevo dato de sensación? Si no, entonces 
ahí ya tenemos una diferencia. Pues en el después este medio 
es distinto. ¿Pero no queda en pie, podría objetarse, que toda 
vivencia es pensable repetida JUNTO CON su horizonte, en su ple- 
na concreción? Ciertamente, respondemos, repetida la pienso; 
pero la pienso necesariamente COMO EL MISMO INDIVIDUO; es pen- 
sada como una y la misma, como algo único. 

El problema también puede formularse así: ¿puede hacerse 
en algún lado una separación entre ESENCIA plena, concreta, y 
EXISTENCIA individual? O a la inversa: ¿no puede hacerse esta di- 
ferencia por todas partes a priori y necesariamente y decir que, 
por principio, la plena igualdad de los individuos en la esfera 
de las vivencias es bien posible, que cada vivencia es “idealiter” 
una consistencia esencial que tiene su ecceidad, la cual no es 
una cualidad? ¿Pero no es incluso la haecceitas algo general, en 
la medida en que cada vivencia tiene en sí su haecceitas? Pero 
no hay que preguntar de ningún modo qué distingue un esto 
y otro esto puramente en cuanto esto, y de nuevo, qué tienen 
ambos “en común”. Ello significa ya confundir cualidad y esto. 
Así también cuando hablamos de la “esencia de la ecceidad”. 
La ecceidad es una FORMA. / ¿Qué distingue a este “algo” de 
otro “algo” en cuanto “algo”? “Nada”, puesto que no son cua- 
lidades, no son componentes dotados de contenido cósico que 
produzcan la diferencia. La forma del esto NO es UNA QUIDIDAD 


/301/ 


/302/ 


350 LA CONSTITUCIÓN DEL. MUNDO ESPIRITUAL 


y en este sentido no es una esencia. Es general en el sentido de 
la forma. 

La conciencia tiene una esencia propia, una esencia fluyente 
y no exactamente determinable; pero le está coordinada como 
idea una esencia “exacta”, y con la posición recibe su esto de- 
terminado. 

La cosidad objetiva se determina físicamente, pero, en cuanto 
esto, se determina solamente en referencia a la conciencia y el 
sujeto de conciencia. Toda determinación remite a un aquí y 
ahora y con ello a algún sujeto o nexos de sujetos. 

Lo único primigeniamente individual es la conciencia en con- 
creto con su yo.2% Todo lo otro individual es algo aparente y 
tiene el principio de su individuación en el aparecer real y po- 
sible, que por su lado remite a una conciencia individual. 

La individuación absoluta entra en el yo PERSONAL. El mundo 
circundante del yo alcanza su individuación esencialmente por 
referencia al yo que tiene experiencia de él e intercambia su 
experiencia con otros individuos. Para cada uno, cualquier cosa 
tiene el aquí y ahora en el correlato de la intuición. Un yo o una 
intersubjetividad?%% constituye PARA SÍ el mundo circundante, y 
cuando se deja determinar por su enfrentante circunmundano 
o lo determina a su vez activamente y en ocasiones configu- 
rándolo, entonces éste tiene ciertamente la INDIVIDUACIÓN SECUN- 
DARIA DEL ENFRENTANTE, mientras que en el YO MISMO radica LA 
INDIVIDUACIÓN ORIGINARIA, absoluta. El mismo espíritu no pue- 
de ser dos veces, y tampoco retornar al mismo estado total y 
mostrar su individuación meramente en el hecho de estar en 
diferentes nexos con el mismo contenido. 

Los ESPÍRITUS, PRECISAMENTE, NO SON UNIDADES DE APARICIONES, Si- 
no unidades de nexos absolutos de conciencia, hablando con 
más exactitud, unidades-de-yo. Y las apariciones son correlatos 
de nexos de conciencia que tienen su ser absoluto. Y si las apa- 
riciones están intersubjetivamente constituidas, entonces nos 
remontamos precisamente a una / pluralidad de personas que 
pueden comprenderse. Un correlato como tal tiene el sostén en 
las personas y sus vivencias, y el ser absoluto de éstas precede al 
ser relativo de las apariciones. Toda individuación de estas úl- 
timas pende de la individuación absoluta de las primeras; toda 
existencia natural, de la existencia de espíritus absolutos. 


PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL 351 

¿Pero qué pasa ahora con el alma y el hombre en cuanto 
naturaleza? ¿También él es mero ejemplar de algo general? A 
ello se tendrá que responder: en la medida en que el alma es 
espíritu naturalizado y la individualidad específica pertenece 
al espíritu, no. Sin embargo, por otro lado tenemos que decir: 
todo aquello a través de lo cual el alma se determina como rea- 
lidad de la naturaleza, es ejemplar y general. La individualidad 
no radica en lo que aquí es naturaleza. La naturaleza es la X y 
por principio nada más que X que se determina por determi- 


naciones generales. Pero el espíritu no es una X, sino lo dado 
mismo en la experiencia del espíritu. 


ÁNEXOS 


ANEXO L, a las dos primeras secciones 


Ensayo de una descripción paso a paso de la cons- 
titución de la cosa meramente MATERIAL, del cuerpo, 
de la cosa ANIMADA O del ser vivo, luego del sujero 
PERSONAL, etcétera.?02 


Si perseguimos la constitución de las realidades NATURALEZA Y ESPÍRITU, 
que se hallan referidas la una a la otra, podemos distinguir ideali- 
ter los siguientes estratos. Siguiendo el orden constitutivo, tenemos 
que comenzar con la constitución de la mera esfera de cosas, la DE 
LA NATURALEZA MATERIAL. En lo más bajo podemos distinguir ahí las co- 
sas sensibles como correlatos del yo pensado en aislamiento y todavía 
no realizado. Éste tiene sus percepciones sensibles con multiplicida- 
des perceptivas concordantes idealmente inherentes, en las cuales se 
constituyen escalonadamente (aquí no interesa aclarar esta ordenación 
gradual) cosas reales mediante exhibición, cosas que hay que caracte- 
rizar, en la presupuesta falta de estratos de apercepción superiores, 
Como SUBJETIVAS-INDIVIDUALES. COMO CIRCUNSTANCIAS REALES fungen, en el 
caso de estas COSAS MERAMENTE MATERIALES, PRECISAMENTE TALES COSAS, y en 
este nivel ínfimo, para el cual todavía no se toma en cuenta ninguna 
dependencia del cuerpo, SOLAMENTE tales cosas: UNA COSA MATERIAL SÓLO 
ES pensable EN RELACIÓN CAUSAL CON COSAS MATERIALES, por tanto como 
MIEMBRO DE UN ENTORNO MATERIAL. Esta proposición seguirá siendo váli- 
da también posteriormente, una vez que hayamos hecho intervenir 
Otras realizaciones, que por lo demás no valdrán para nosotros como 
necesidades ideales, sino solamente como posibilidades ideales. 

“El paso siguiente consiste en la introducción del cuERPO per- 
tencciente al sujeto-yo alstano y de las referencias de dependencia 


/305/ 


/306/ 


356 ANEXOS 


que imperan entre él y aquellas realidades.* Entre las cosas subjetivas. 

individuales que se constituyen primero, hay una señaladamente cons- 

tituida como CUERPO DEL SUJETO, como unidad estesiológica, etcétera, 

Las cosas, pensadas constituidas sin tomar en cuenta el cuerpo como 

tal (sino solamente el cuerpo como cosa material entre otras cosas), 

reciben, conforme a la NUEVA ESPECIE DE DEPENDENCIAS FENOMENALES QUE ÉS 

te / introduce, un nuevo estrato de aprehensión (éste es un estrato de 

aprehensión perteneciente esencialmente a Tonas las cosas que hayan 

de constituirse)"5* y con ello la DIGNIDAD DE MERAS “APARICIONES” de cosas 

verdaderas que se exhiben en ellas. La cosa sensiblemente aparente 
como tal, la cose de los sentidos (toda posible cosa de los sentidos), que 
hace un momento era la cosa pura y simplemente, cambia su cualidad 
sensible, por ejemplo su color, cuando me pongo unos lentes azules; 
la cosa verdadera que aquí solamente se exhibe no cambia su “verda 
dera” cualidad. La cualidad sensible no es engaño, sino la aparición, 
requerida en las circunstancias dadas, de la verdadera cualidad insen- 
sible. Ponerse los lentes azules cambia la cosa de los sentidos “normal”; 
las CIRCUNSTANCIAS DEL VER se apartan de la regla acostumbrada. La cosa 
normal vale como la cosa pura y simplemente, es decir, su inherencia 
a las circunstancias dadas (en el interior de la caracterización-dcl-"ser” 
dóxica) no se destaca en tanto que estas circunstancias permanecen 
precisamente constantes en su constelación acostumbrada. Esta nor- 
malidad y anormalidad son permutables entre ellas, puesto que los 
caracteres de lo acostumbrado y lo desacostumbrado pueden permu- 
tar sus papeles, lo desacostumbrado puede volverse acostumbrado. 
No se constituye mediante esto último ninguna ventaja de la objetivi- 
dad verdadera; más bien, en la ininterrumpida dependencia funcional 
del cambio de la cosa de los sentidos respecto de circunstancias cam- 
biantes y en cada caso determinadamente pertinentes, se muestra ALGO 
IDÉNTICO, que según estas circunstancias “APARECE” CUALIFICADO SENSIBLE: 
MENTE TAN PRONTO ASI, TAN PRONTO ASÁ. 

Aquí viene al caso también el complejo de dependencias de las co- 
sas de los sentidos que caen bajo cel TÍTULO DE SALUD Y ENFERMEDAD DEL 
CUERPO. Aquí hay también una especie de NORMALIDAD Y ANORMALIDAD 
a través de la cual la multiplicidad total de apariciones en que una 
cosa de los sentidos aparece como unidad, es traída a dependencia 
del cuerpo que aparece él mismo como cosa de los sentidos. “Topas 
LAS COSAS DE LOS SENTIDOS CON SUS PROPIEDADES SENSIBLES. SON, POR ENDE, DE 
MANERAS REGULADAS, “INHERENTES” a las COSAS DE 1.08 SENTIDOS “CUERPO”, O 
a sus partes y momentos sensibles. A él corresponden aprehensiones 
de nivel superior que de antemano aprehenden unitariamente lo aquí 


2 Cfr. p. 58 ss. 


ANEXO 1 357 


y allá aparente (la unidad de un respectivo grupo de cosas de los sen- 
tidos), conforme, por ejemplo, a las expresiones: Si mi ojo está en 
estado “normal”, entonces —en circunstancias normales del ver, cuan- 
do veo “a plena luz”, sin que se interponga un medio coloreado, etc.— 
el objeto me aparece de la manera pertinente; si mi ojo está en estado 
anormal, entonces de otra manera que también es pertinente a éste 
de una manera más o menos conocida, y, en tanto que lo último sea 
el caso, de una manera que puede determinarse perceptivamente con 
más precisión, pero siempre de una mancra regulada. Ninguna de las 
“cualidades sensibles”, por ejemplo el color, con las que “el” objeto 
“aparece”, le convienen a él “en sí”, sino que cada una le conviene a 
él, al objeto “mismo”, / sólo relativamente a ciertas circunstancias. /307/ 
Estos componentes de indeterminación en la aprehensión indican ha- 
cia vías de determinación experimental, las cuales, en la experiencia 
actual, en tanto que transcurre concordantemente, traen consigo, jun- 
to con la determinación más precisa, también la verificación de la 
aprehensión o de la posición de ser del objeto del sentido constituido 
mediante ella. Ahora bien, si el objeto Es, entonces tiene, frente a to- 
das las coloraciones fenomenales, el color “objetivo” que le conviene 
a él mismo; esto quiere decir: en este relativismo está determinado 
cómo se comportará o habría de comportarse en la experiencia (co- 
mo objeto de su sentido). Este color objetivo no es un color sensible, 
sino una unidad insensible que se “exhibe” como unidad intencional 
en la multiplicidad de las <daciones> sensibles y en referencia a sus 
circunstancias pertinentes —es sensible sólo en la medida en que pre- 
cisamente cs algo intencionalmente unitario que por esencia puede 
estar dado originariamente sólo como tal unidad de sensibilidades, El 
nivel superior de aprehensión inserta en lo sensible (que ya es él mis- 
mo “unidad” frente a una “multiplicidad”) lo INSENSIBLE, que en cierto 
modo cs un ÍNDICE PARA UN RELATIVISMO DE DEPENDENCIAS DE NIVEL SUPERIOR, 
o, en giro noético, un índice para vivencias de experiencia posibles, 
determinadamente estructuradas, que en su curso actual estarían do- 
minadas de parte a parte por la conciencia de la dación originaria cada 
vez más rica de la cosa objetiva idéntica. La determinación TEÓRICA de 
ésta se halla naturalmente en otra línea y requeriría series de actos por 
esencia nuevas, fundadas en tales experiencias. La objetividad de esta 
cosa sigue estando esencialmente referida al sujeto individualmente 
aislado y al cuerpo constituido para él. 

28981 AHORA TRAEMOS AL MARCO DE NUESTRAS CONSIDERACIONES LA COMPREN- 
SIÓN Y SUS OPERACIONES GONSTITUTIVAS, entonces el yo que antes pensába- 
mos aislado capta mediante ella ciertos de “sus” objetos como “OTROS 
CUERPOS” y, a una con éstos, OTROS YOS, los que, empero, NO ESTÁN por 
ello TODAVÍA CONSTITUIDOS COMO SUJETOS REALES. En primer lugar pueden 


- - _—_—_ | 


/308/ 


358 ANEXOS 


constituirse nuevas cosas físicas “objetivas” cn sentido estricto, esto es, 
INTERSURJETIVAS, y subsecuentemente los cuerpos como unidades inter- 
subjetivamente identificables, ?% 

Supongamos ante todo UNA COMUNIDAD “NORMAL” DE YOs, los cuer- 
pos de conformación “normal”, esto es, típicamente “concorde”; los 
suponemos en general de tal modo que para todos los sujetos-yos 
se constituyen iguales cosas de los sentidos y cosas subjetivas-objetivas, 
sólo que están necesariamente diferenciadas cn la manera de darse 
por la orientación que cambia de sujeto a sujeto. Los sujetos pue- 
den permutar sus “puestos”; sí pensamos que tales permutaciones se 
han efectuado, entonces se permutan sus apariciones actuales (las co- 
sas actuales en el cómo de sus / maneras de aparición sensibles), 
presupuesta igual “adaptación”, entendida esta última en un sentido 
ampliado fácilmente comprensible. EN ESTA INTERCAMBIABILIDAD BASADA 
EN LA COMPREHENSIÓN SE FUNDA LA POSIBILIDAD DE LA IDENTIFICACIÓN DE LOS OBJE. 
TOS PRIMIGENIAMENTE RELATIVOS A LOS SUJETOS SINGULARES: vemos “el mismo” 
objeto, cada uno desde su sitio con las maneras de aparición pertinen- 
tes, que serían las nuestras si en lugar de estar aquí estuviéramos allá, 
en el sitio del otro. Añadimos ahora las dependencias que todas es- 
tas multiplicidades de las apariciones perceptivas que no concuerdan 
de un sujeto a otro muestran respecto de organizaciones corporales 
anormales (como el daltonismo, la sordera de nacimiento, etcétera). 

En la esencia de la aprehensión intracomprensiva radica, por ende, 
que mi mundo circundante físico sea el mismo que el de mis compa- 
ñeros, que todos nosotros tengamos “las mismas” multiplicidades de 
apariciones con “la misma” composición de unidades de aparición, 
con las mismas maneras reguladas de la dación según orientaciones 
posibles. Sólo que cada sujeto tiene su cuerpo que le es exclusivamen- 
te propio, y por ello la orientación que le es exclusivamente propia 
con las apariciones actuales pertinentes, las cuales son por principio 
distintas de las del otro. 

A la posibilidad de la aprehensión intersubjetiva o de su contenido 
noemático pertenece la peculiar distribución de las multiplicidades 
ideales de apariciones de las cosas del mundo físico de mi entorno 
(del mundo para el sujeto singular), distribución que éste exige cons: 
titutivamente en cuanto mundo espacial: según lo cual a cada punto 
espacial aparente le corresponde la posibilidad ideal de que, mediante 
un libre “yo me muevo hacia allá, convierta el allá en aquí, en centro 
de las orientaciones”; le corresponde una variación de las apariciones 
actuales en potenciales de <manera> regulada y motivada; según lo 
cual, por ende, para cada punto espacial aparente puedo represen 
tarme cómo se vería desde allá “el” mundo, mientras que mi cuerpo 
siempre está limitado en sus maneras de aparición, y en el traslado a 


ANEXO 1 359 


cada punto del espacio permanece ligado a este marco restringido. Es- 
to se expresa con las palabras: en cada punto espacial que yo convierta 
en centro, en igual postura mi cuerpo se ve igual. 

Por otro lado, éste es una cosa física, y es posible representarse có- 
mo él, o cómo un cuerpo físicamente igual, se vería desde un punto 
espacial cualquiera como centro de la orientación. Si a mí, que estoy 
ahora aquí, me está dado en el allá un cuerpo que desde aquí se ve tal 
como tendría que verse mi cuerpo (por lo menos según el tipo general 
y considerado igualmente desde aquí), entonces es “visto” como cuer- 
po y se le insertan a él como actuales las apariciones potenciales que yo 
tendría al trasladarme al allá, o sea, se intracomprende al cuerpo un 
yo como sujeto, con estas apariciones y las restantes pertenencias del 
yo, vivencias y actos de yo, etc. Es otro yo, pues para mí aquellas / apa- /309/ 
riciones potenciales siguen siendo potenciales y jamás podrán volverse 
actuales en la unidad de mi corriente de vivencias; son incompatibles 
con las apariciones de cosa actuales que ésta contiene. Mi cuerpo no 
puede estar a la vez aquí y allá; solamente puedo tener las apariciones 
que pertenecen al allá mediante un cambio de puesto, es decir, sólo 
en un futuro posible. 

En la esencia de la aprehensión intracomprensiva radica por ende 
que mi mundo circundante físico sea el mismo que el de mis com- 
pañeros, que todos nosotros tengamos “las mismas” multiplicidades 
de apariciones, sólo que cada sujeto tiene su cuerpo exclusivamente 
propio y en él la orientación que le es exclusivamente propia con las 
apariciones actuales pertinentes del mundo circundante físico de entre 
el sistema común de apariciones posibles. 

Cada sujeto tiene, según ello, su puesto en el mismo espacio; cada 
uno, en cuanto sujeto de un cuerpo libremente movible, puede mo- 
verse en este espacio común, cambiar el puesto con su semejante, y 
permutar así sus orientaciones y series de apariciones con las de al- 
gún otro. Éstas se permutan como lo igual con lo igual, no como se 
permuta lo idéntico con lo idéntico, a partir de un sistema igual y 
organizado según el contenido típico, mientras que cada sujeto per- 
manece siempre diferenciado de cada uno por un abismo y ninguno 
puede alcanzar idénticamente las mismas apariciones que las del otro. 
Cada uno tiene su corriente de conciencia con una regulación que pre- 
cisamente abarca todas las corrientes de conciencia o sujetos animales. 
Las cosas de los sentidos y las unidades cósicas subjetivo-objetivas, antes 
referidas exclusivamente al sujeto único, se vuelven ahora unidades 
intersubjetivas, esto es, intersubjetivamente identificables; las viven- 
cias de aparición reciben un contenido de sentido —o bien las cosas 
como correlatos del sujeto singular reciben un sentido— que se vuelve 
común para el grupo entero de sujetos en comunicación: lo que yo y 


> A ===] 


310/ 


360 ANEXOS 


lo que cada uno de los otros ve es lo mismo, sólo que vemos esto mis- 

mo “desde” diferentes puntos del espacio, las propiedades de lo visto 

son ciertamente las mismas aunque consecuentemente se le exhiben 

a cada uno de distinta manera; hasta las propiedades secundarias son 

las mismas, si todos somos perceptores normales en circunstancias 

normales; y en todo caso: para todos, en las cualidades secundarias 
se manifiestan primarias, y justo éstas son objetivamente idénticas, En 

efecto, en la naturaleza de esta situación constitutiva radica que los su- 
jetos en comunicación, mientras no se oponga a ello el intercambio de 
comunicaciones descriptivas, aprehendan las cosas de los sentidos mis- 
mas como identidades intersubjetivas, que luego aprehendan a su vez 
intersubjetivamente los sentidos ya superiores de las unidades cósicas 
subjetivas-objetivas, y por último, que el complemento de las experien» 
cias intercambiables con igual contenido sobre estas cosas, mediante 
otras que no se hallan por igual en todos los sujetos, por ende inter- 
subjetivamente conflictivas en cuanto a la dependencia fenomenal de 
estas diferencias respecto de las de la / índole psicofísica diferente de 
los sujetos, posibilite una vasta constitución de una objetividad inter- 
subjetiva concordante, la cual ahora se convierte a la vez en la válida 
para cada sujeto singular. 

Andando hacia arriba en esta dirección llegamos, por tanto, a las 
relaciones del cuerpo y el alma en su totalidad. En copertenencia se 
constituyen la cosa física como naturaleza, el cuerpo como unidad es- 
tesiológica, el alma como realidad fundada, o sea no independiente, 
sobre el subsuelo del cuerpo (pensado siempre éste constituido sola- 
mente como unidad estesiológica). En esta serie no topamos con el yo 
personal, aunque todo sujeto anímico fundado es sujeto de vivencias 
de acto. Para la constitución del mismo entra también en considera- 
ción que TIENE EL CUERPO COMO LIBRE CAMPO DE VOLUNTAD, y en particular 
ya en atención a que los cursos cinestésicos, que suministran tramas 
esenciales ya en la constitución de las cosas del nivel inferior, están 
caracterizados como cursos libres, a los que se anudan como depen- 
dientes cursos de datos estesiológicos de otra índole, y con ello está en 
conexión la posibilidad de aprehender el CUERPO COMO ÓRGANO SENSORIAL 
GLOBAL LIBREMENTE MOVIBLE, O como complejo de órganos libremente 
movibles también relativamente unos a otros. Al percibir le pertene- 
ce, por ende, si ha de poder ser constituyente de cosa, la posibilidad 
de movimientos corporales como movimientos “libres”. 

Con ello nos encaminamos a la constitución del yo personal. Para el 
yo las cosas están constituidas, pero a una con ellas se constituye el yo DE 
CIERTA MANERA EMPÍRICAMENTE FAMILIAR (por ende, en una especie deter- 
minada de apercepción), comportándose hacia las cosas que aparecen. 
Ejecuta actividades de percepción, y a ellas pertenecen “actividades” 


ANEXO 11 361 


esencialmente corporales. Considerando las cosas aparentes, dirige de 
diversas maneras sus Órganos sensoriales; MUEVE LOS OJOS, LLEVA A CABO 
UNA ACOMODACIÓN CAMBIANTE, alpa con las manos las superficies cor- 
pórcas aparentes, etcétera. 


ANEXO Il, a la segunda sección, p. 111 ss. 


Esta vieja reflexión sobre habitualidad está todavía en la fase de inma- 
durez inicial; aunque todo lo esencial está visto, la descripción no se 
ha llevado puntualmente hasta el fin. 

Ya antes tiene que ser revisada <?> la doctrina del yo puro —en 
primer lugar como polo. 

Como todo polo-objeto, el polo-yo es un polo de identidad, centro 
de una identidad, centro absolutamente idéntico, pero no indepen- 
diente, para afecciones y acciones. 

Ya para la afección (cuyo dominio es la esfera inmanente, en par- 
ticular con lo que en ella se destaca) podrá decirse que como sedi- 
mento de la misma hay en el yo una habitualidad pasiva. / Esto sigue 
siendo problemático. El polo-yo es en todo caso centro apriórico de 
propiedades-de-yo primigenias. Así como un objeto tiene su identi- 
dad como polo de propiedades relativa o absolutamente permanentes, 
y así como toda propiedad es algo idéntico, pero algo idéntico no in- 
dependiente (En EL polo), así para el yo. Éste es polo de actos, los 
actos no son propiedades ni son tampoco afecciones. Pero todo acto, 
ejecutado "por vez primera”, es “protoinstitución” de una propiedad 
permanente que entra a DURAR en el tiempo inmanente (en el sentido 
de algo idéntico duradero). El yo permanece inalterado en tanto que 
“permanece en su convicción, en su opinión”; alterar la convicción es 
alterar“se”. Pero en la alteración e inalteración el yo es idénticamente 
el mismo precisamente en cuanto polo. ¿Cuál es el lugar del yo de los 
talantes, de los estados de ánimo: “estoy de mal humor”, etcétera? 


ANEXO llI, a la segunda sección, p. 149, línea 12 


La LOCALIZACIÓN DEL ZUMBIDO DE OÍDO EN EL OÍDO. 

Aquí hay que prestar atención al fenómeno de la orientación, el 
análogo del fenómeno visual de la orientación. 

Con “mi” acercamiento y alejamiento (en un “yo me muevo” volun- 
tario) un objeto visual, e igualmente uno acústico, cambia su orienta- 
ción merced a una función aproximativa de una gradualidad diferente 
en ambos sentidos (allá la “imagen” visual que permanece semejante 


/311/ 


3692 ANEXOS 


a sí misma, incrementándose con el acercamiento en cuanto a la cla. 
ridad, en cuanto a la riqueza interna de momentos, acá la “imagen” 
acústica), enlazada con incrementos de la esfera de la acomodación, 

Puedo taparme el oído, más o menos fi: memente, así como cerrar 
apretadamente el ojo. Las apariciones que tengo inalteradas sin aco- 
modación o en el cambio voluntario de la misma, no son objetivas. Una 
acomodación siempre da algo mejor, y eso es lo “verdadero”. Para ca- 
da alejamiento, otra acomodación. — ¿Cero de la acomodación? ¿Es 
esto pertinente para el zumbido de oído? Sí, el ir hacia allá, cuando 
lo designamos como acomodación, el acercarme y alejarme mediante 
el movimiento: donde esto no cambia nada, ahí tengo un objeto en el 
aquí. Así mi cuerpo, así un "sonido subjetivo” en el oído, apariciones 
subjetivas de colores que permanecen inalteradas: las localizo en el 
ojo. Pero antes de toda esta inserción en el cuerpo, ello es en sí mismo 
un carácter cero. Hay que volver a meditar sobre ello. 


ANEXO IV, a la tercera sección, p. 172 ss. 


Nuestra meta, poner de relieve con plena claridad la idea de la feno- 
/312/  menología trascendental, exige un estudio profundo de la / relación 
entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu. 

De las investigaciones precedentes se desprende que la fenomenolo- 
gía tiene sus referencias con toda ciencia. Cada una tiene su dominio 
de objetos y cada una tiene su método, sus peculiares maneras de 
apropiarse cognoscitivamente las objetividades del dominio. Tales ob- 
jetividades tienen que ser dadas; la conciencia originariamente dadora 
que a ellas corresponde, desempeña en cada ciencia el papel de la fuen- 
te última de fundamentación. Á ello se añaden las diferentes maneras 
de la fundamentación mediata con los inherentes principios noéticos 
de razón. Todo ello está sujeto a investigación fenomenológica: todas 
las especies de actos que ejecuta el investigador de una ciencia cual- 
quiera, todas las especies de significados que en tales actos median 
la referencia a la objetividad, todas las maneras de aparición en las 
cuales estas objetividades llegan a ser concientes para él, las mane 
ras de apresamiento intelectual y de cualificación noética que ahí se 
presentan, se convierten en la fenomenología en objetos teóricos. Ella 
no explora los objetos que explora el investigador de otras ciencias, 
sino el sistema entero de actos de conciencia posibles, de apariciones 
posibles, de significados, que se refieren precisamente a estos objetos. 
Toda investigación dogmática de objetos exige su conversión a una 
trascendental. En ello la fenomenología, como ha quedado claro en 
nuestras consideraciones, no tiene que ocuparse de cada objeto sin: 
gular o de cada disciplina singular cualquiera, sino más bien del hilo 


=— 


ANEXO 1V 363 


conductor de los principios del ser (de las generalidades regionales) 
o del sistema de las ontologías racionales. Si, por ejemplo, el trabajo 
ienomenológico está efectuado para la región de ser “naturaleza en 
general”, entonces está cocfectuado, en cuanto a lo general, para to- 
das las disciplinas científico-naturales especiales, y entonces ya sólo se 
requiere la consideración de las particularidades. 

Si queremos entrar aquí con más detalle en la “aclaración”” feno- 
menológica de las ciencias de la naturaleza y del espíritu, es que nos 
apremian otros intereses. Estas ciencias y las disciplinas matemáticas 
entrelazadas íntimamente con ellas, nos son ya familiares desde an- 
tes de ingresar en la fenomenología y fueron cultivadas desde antes 
del establecimiento de la misma. Por mucho que para la fenomeno- 
logía sea ahora una cuestión vital forjar sus métodos a partir de sus 
propias daciones, ciertamente no podemos impedir que las costum- 
bres metodológicas que nos hemos apropiado de aquellas ciencias 
dogmáticas, y las intuiciones sobre el método que en ellas nos hemos 
formado reflexivamente, nos determinen y embrollen al comienzo en 
los intentos de establecer una fenomenología pura. Si se trata de ase- 
gurar la peculiaridad del método fenomenológico, entonces tiene que 
traerse a Claridad también lo diferenciante frente a lo aparentemente 
idéntico en los métodos de las / ciencias dogmáticas. Con frecuen- /313/ 
cia se ve uno obligado, por ende, a ponderaciones comparativas. Por 
ejemplo, la fenomenología describe la conciencia y los correlatos de 
conciencia. Esto precisamente lo hace también la doctrina del alma 
científico-mundana. ¿Qué hay de la descripción fenomenológica res- 
pecto de la científico-mundana? ¿Se diferencia de ésta solamente en 
virtud de que es descripción eidética, y la científico-mundana es en 
cambio descripción empírica? ¿Se convierte según ello toda descrip- 
ción fenomenológica, tan pronto como se abandona la actitud eidética, 
eo ipso en una descripción objetiva-natural? A la inversa: ¿puede tam- 
bién la investigación empírica dogmática mudarse en eidética, en tanto 
que en gran escala los nexos empíricos son meras singularizaciones 
de los aprióricos? ¿Significa esto una transición a la fenomenología? 
Nos enfrentamos por ende, desde este lado, a la cuestión de la RELA- 
CIÓN ENTRE FENOMENOLOGÍA Y ONTOLOGÍA de la naturaleza, del mundo en 
general. La ciencia de la naturaleza es ciencia de la naturaleza física o 
ciencia de la naturaleza biológica o psicológica. ¿Qué hay en especial 
de la psicología descriptiva sacada puramente de la experiencia inter- 
ña repetidamente reclamada desde el último tercio del siglo xix, en 
Particular desde Brentano (psicognosia) y Dilthey (descriptiva, analí- 
tica)? Ésta quiere ciertamente esbozar un análisis descriptivo de la 


mh 


La expresión “aclaración” [Klárungj sólo es justa condicionalmente. 


314/ 


364 ANEXOS 


conciencia y sus daciones. En el interior de la psicología misma llega 
mos por tanto, aparentemente, a la fenomenología, y la fenomenología 
eidética tiene que ubicarse como parte de la psicología eidética. Es 
indudable que aquí se formula un elemento de verdad (pero cierta 
mente no la verdad pura), y en conexión con ello está el hecho de 
QUe LA PSICOLOGÍA DESCRIPTIVA OFRECE UN PUNTO DE PARTIDA PROPIO Y NATURAL 
PARA LA ELABORACIÓN DE LA IDEA DE LA FENOMENOLOGÍA. De hecho, éste fue 
el camino que me condujo a la fenomenología. Por otro lado, empe- 
ro, en una investigación más profunda puede asegurarse plenamente 
que la fenomenología, tal como NOSOTROS la entendemos —la eidética 
y a la vez apoyada en la REDUCCIÓN TRASCENDENTAL— NO es en modo al- 
guno psicología descriptiva, y en estricta verdad tampoco tiene con 
ella absolutamente ningún fraginento en común; lo cual no impide, 
sin embargo, que a toda actitud descriptivainmanente pueda estar- 
le coordinada, mediante ciertos cambios aperceptivos que están por 
esencia a nuestra disposición, una fenomenológica-trascendental, y se 
justifica haber hablado arriba de un “elemento de verdad” en la pos- 
tura rechazada. Lo dicho no sólo vale, empero, como se comprende 
de suyo, para la psicología descriptiva-EmPÍRICA en comparación con 
nuestra fenomenología (la que ha de ser en efecto una disciplina eidé- 
tica), sino también para una psicología eidética o racional. Con otras 
palabras: la idea de nuestra fenomenología pura no coincide de nin- 
guna manera con la idea también absolutamente necesaria, aunque 
hasta ahora no realizada explícitamente, de una psicología racional / 
(a saber, respecto de la cimentación eidético-descriptiva inherente a 
una psicología semejante); la transición de lo psicológico-empírico a 
lo psicológico-eidético no exige una previa reducción trascendental 
de lo primero y no conduce por ello a lo fenomenológico-eidético. No 
solamente por razones práctico-metodológicas, sino por razones filo- 
sóficas y de teoría de la ciencia, es sin embargo de gran importancia 
aclarar perfectamente estas relaciones, y a ello tendrán que encami- 
narse nuestros esfuerzos. 

Se alzan cuestiones enteramente análogas respecto de las relacio- 
nes de la fenomenología con la ciencia del espíritu, cuya relación con 
la psicología también es por cierto disputable: unos la colocan fren- 
te a la psicología, otros quieren unirla con ella en una sola. Aquí las 
posturas no están todavía aclaradas y como es sabido son muy deba: 
tidas. Solamente la fenomenología puede ofrecer la decisión, y justo 
mediante análisis fenomenológicos de la misma índole que los que 
hasta aquí hemos ejecutado y que son precondiciones de una cien- 
cia sistemática de la fenomenología. La fenomenología está en gran 
medida interesada en la decisión de estas cuestiones por cuanto la 
claridad plenamente conciente sobre sí misma es el elemento vital de 


ANEXO 1V 365 


la tenomenología, y ésta reclama imperiosamente que el sentido de 
la ciencia del espíritu y de la psicología esté plenamente aclarado. Si la 
esencia peculiar de la ciencia del espíritu se capta puramente y luego 
se capta como distinta frente a la de la psicología científico-natural y 
las disciplinas dependientes de ella, entonces se muestra una nueva 
vía hacia la fenomenología y una vía mucho mejor, de mayor alcance, 
que la que parte de la psicología. 

Aún más, la constitución de una eidética del eseferru (no de la na- 
turaleza anímica en el sentido psicológico) apremia de inmediato a la 
postura de que la fenomenología es una disciplina que se inserta bajo 
ella. De nuevo se alza la cuestión de la legitimación de esta inserción. 
En una investigación más profunda se pone aquí de manifiesto que 
la situación es distinta de la que resultó de la comparación de la fe- 
nomenología y la psicología, pues aquí se muestra que en el caso de 
una concepción, amplísima y completamente atenida a las cosas, de la 
idea de una eidética del espíritu, ésta de hecho encierra en sí a la fe- 
nomenología en su totalidad, tal como —en cierta interpretación, por 
así decirlo en un cambio de signo— por otro lado también a todas las 
ontologías, a todas las disciplinas aprióricas en general. En conexión 
con las investigaciones que hay que dedicar a este problema, podre- 
mos dirimir el otro problema, muy importante para la comprensión de 
sí misma de la fenomenología, de la relación entre la fenomenología y 
la ontología, e igualmente también la CUESTIÓN DE LA RELACIÓN DEL MÉTO. 
DO GENERAL CIENTÍFICO-TEÓRICO DE LA “ACLARACIÓN” INTUITIVA DE CONCEPTOS Y 
PROPOSICIONES NO CLAROS, CON EL / MÉTODO FENOMENOLÓGICO. En esta refe- 
rencia se pondrá de manifiesto que la tarea universal de la aclaración 
DE TODOS los conceptos —entendida con generalidad de principio— y 
la tarea correlativa del análisis de esencia y la descripción de esencia, 
que hay que ejecutar en la más perfecta intuición, DETODAS las objetivi- 
dades y DE TODAS las especies de unidad inherentes por esencia a ellas, 
coincide con la fenomenología. La aclaración aislada no es una labor 
de la fenomenología como ciencia, el análisis aislado en la esfera de la 
intuición no es un análisis fenomenológico; pero se convierte en él tan 
pronto como entra en el marco de un análisis sistemático y descripción 
de esencia de la totalidad de las daciones intuitivas posibles. Puede 
luego verse con intelección que la fenomenología (eidéticamente des 
criptiva) tiene que valer como la ciencia filosófica fundamental, esto 
es, que la filosofía fenomenológica y la filosofía en general tienen que 
serlo mismo; entonces también llegaría a estar claro que la filosofía y la 
filosofía intuitiva tendrían no menos que valer como una sola, con tal 
únicamente que a la palabra intuición se le diera el sentido correcto. 
Este sentido, empero, no puede conquistarse antes de la fenomenolo- 
gía, sino solamente a través de ella. Dicho con más exactitud, si se da 


/315/ 


A a ol 


/316/ 


366 ANEXOS 


uno cuenta de lo que yace en el más primigenio sentido de las intui- 
ciones filosóficas, y qué especie de intuición y de manera intuitiva de 
investigar exigen, entonces, pensando de modo consecuente, se arri. 
ba necesariamente a la actitud fenomenológica y al conocimiento de 
una gran ciencia sobre cuya base tiene que tener lugar todo filosofar, 
precisamente la fenomenología en nuestro sentido, Si se sobrepasa, 
empero, la idea de una fenomenología eidético-descriptiva esbozada 
primigeniamente en la primera parte de las “Ideas”, hacia un desa- 
rrollo sistemático de todas las consecuencias deductivas que yacen en 
ella, se llega al sistema universal de un a-priori que abarca todas las 
ciencias aprióricas concebibles, pero en cuanto emanadas fenomeno- 
lógicamente, fundadas eidéticamente de modo puramente subjetivo a 
partir de las daciones absolutas. Ulteriormente, pero en el retroceso 
a la empiria, por ende en el factum, se llega a un sistema universal de 
ciencias absolutamente fundamentadas, que pueden designarse inclu- 
so como fenomenología universal y naturalmente ampliada. 


ANEXO V, a la p. 197s. 


Las PREDACIONES DEL ESPÍRITU O DE LOS ESPÍRITUS, de las individualidades de 
nivel superior EN LA VIDA ESPIRITUAL. 

Somos una COMUNIDAD HUMANA NORMAL, dentro de la cual, empero, 
pueden figurar hombres anormales; además, diferentes niveles más 
profundos. 

1) Ante todo, la NATURALEZA intuitiva espacio-temporal NORMAL, en 
especial la Tierra y para cada círculo humano su determinado entorno 
terrestre, inorgánico y orgánico. 

2) Los HOMBRES Y LOS ANIMALES en determinadas distribuciones espa- 
cio-temporales movibles, con tal o cual contextura, reposando, traba- 
jando, etcétera. 

3) Los BIENES: obras de arte, objetos de uso, etc. Utensilios naturales. 
Obras, herramientas, etc. Esto remite a la acción espiritual del pasado 
y del futuro. 

4) Usos Y COSTUMBRES, las leyes, la religión, el lenguaje, las uniones y 
los estatutos de las uniones, las diferentes unidades de asociación con 
sus normas particulares deliberadamente estatuidas por el arbitrio de 
la comunidad (convenio), convenciones en estas unidades, rangos, 
círculos profesionales, etcétera. 

Las PERSONALIDADES SOCIALES, las comunidades sociales que no son 
personalidades plenas, que no son comunidades de voluntad y ac: 
ción (comunidades lingúísticas, comunidades nacionales sin “volun- 
tad” nacional, etc., y sus corrclatos). 


ANEXO VI 367 


La GÉNESIS, los orígenes espirituales. Origen de la individualidad sin- 
gular, orígenes de las individualidades espirituales superiores. Cómo 
se constituyen los mundos circundantes correlativos en niveles siem- 
pre nuevos, con lo cual los ya constituidos se vuelven objetividades 
predadas. Tipos de individualidades, individuos singulares e indivi- 
dualidades comunitarias y cómo se originan. El tipo humano de una 
era, de una nación, de un círculo profesional en una época, etcétera. 

Biocrarla: descripción de una individualidad en su desarrollo, 
Siempre ya un tipo individual. 

Historia: descripción de la unidad y desarrollo de una socialidad 
conclusa cn sí con correlatos unitarios. 

TRANSMUTACIONES SOCIALES, tipos dentro de un desarrollo, tipos de 
las socialidades y las formaciones comunitarias en desarrollo. 

ARTE Y DESARROLLO DEL ARTE; la ciencia y su desarrollo. Desarrollo de 
las objetividades irreales como daciones constituidas. 

DESARROLLO DE LA HUMANIDAD, de la índole de su vida interior. La 
tipología de sus individualidades, de sus pueblos, lenguas, de sus ar- 
tes, de sus ciencias, de sus religiones. Las direcciones del desarrollo, 
tendencias de desarrollo; ideas como motores de desarrollo, metas 
del desarrollo, Dios en la historia. 

Desarrollo del hombre como hombre “inferior”. Desarrollo de la 
sensibilidad. Desarrollo de la naturaleza como correlato. Origen del 
hombre a partir del animal. 


ANEXO VI, a la tercera sección, p. 211 ss 


INSPECTIO SU. 

¿Qué encuentro como Yo y qué como antítesis-del-yo, como no-yo, 
COMO AJENO AL YO? 

Las cosas me hacen frente, son no-yo, ajenas al yo. 

También mi cuerpo me hace frente en cuanto cuerpo, pero no en 
cuanto cuerpo; el golpe que alcanza mi mano, mi cuerpo, me alcanza 
a “mí”. — El pinchazo en mi mano: yo soy pinchado, el pinchazo me 
es desagradable. La calidez de la habitación invade mi cuerpo, me es 
agradable. 

Yo como sujeto de agrado y desagrado, yo como sujeto de los “ac- 
tos”. Yo advierto, yo capto, yo reúno al coleccionar, yo comparo, yo 
analizo, yo creo, yo dudo, yo me inclino a creer, yo me decido afirma- 
tivamente, yo rechazo, yo medito, yo valoro, yo vacilo al valorar y me 
decido, e igualmente en el querer. 

Pero los actos son subjetivos en un sentido enteramente distinto 
que mi cuerpo. Mi cuerpo es, por un lado, objeto ajeno al yo, me hace 
frente justo como otras rosas, al ser tomado precisamente como cuerpo 


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368 ANEXOS 


corporal, como la cosa de ahí, que de hecho es cosa como cualquier 
otra. Pero el cuerpo es también portador de campos de sensación, etc, 
Cuando pincho en un pedazo de cera, no tengo en mi campo táctil 
una sensación-de-"pinchazo” como sí la tengo cuando mi cuerpo es 
pinchado. 

Así pues, las SENSACIONES son subjetivas, pero en un sentido entera- 
mente distinto que los actos. Yo TENGO sensaciones — de una manera 
enteramente distinta yo ejecuto actos. El cuerpo corporal como porta- 
dor de datos de sensación que están “localizados” en él, como sustrato 
de campos de sensación, es subjetivo en sentido figurado; pero a ello 
hay que añadir que es campo de movimiento libre, y justo de modo 
que en ciertos campos de sensación se ponen en escena cursos libres, 
a los que luego en otros campos se anudan otros cursos semejantes 
como consecuencias, todo apercibido en conjunto como “yo muevo 
mi mano, mi pie”, etcétera. 

Pero este nexo remite a que todo lo que es en sí enteramente ajeno 
al yo, toda cosa, está dada mediante “apariciones”; las apariciones, las 
sensaciones junto con las aprehensiones inherentes, las “imágenes”, 
son subjetivas. ¿Pero de qué especie es esta subjetividad? Es natural- 
mente una subjetividad enteramente distinta de la de los actos-de-yo. 
Veo un árbol, “tengo” apariciones, imágenes. Miro el árbol, toco el ár- 
bol: vivencio cursos de sensaciones de movimiento (los ojos, la mano 
que se mueve al tocar) y estas vivencias no son solamente vivencias de 
cursos, sino que tienen el carácter del “yo hago”. Todo lo inmediata- 
mente mudable en el “yo hago” es primigeniamente subjetivo. En ello 
no sólo transcurren las imágenes en general, sino que transcurren de 
la manera pertinente, imágenes de lo mismo y en secuencias de cum- 
plimiento, tendencias de transición, y con ello está en conexión: el 
estímulo de la atención, el estímulo a la consideración omnilateral. El 
objeto atrae, estimula, quiere ser considerado. Yo como sujeto del “yo 
hago” voluntario o involuntario. 


ANEXO VII, a la tercera sección, p. 213 a p. 234 


EL YO Y SU ENFRENTANTE 208 


Todo lo que al sujeto le es ORIGINARIAMENTE PROPIO está unido en el 
yo y pertenece por ello al lado del yo. Todo lo demás le hace frente. 
Respecto de todas las “cosas” y “cosas” constituidas, ésta es una relación 
asimétrica, no reversible. Puedo en verdad decir: el yo le hace frente 
a la cosa, pero entonces el hacer frente pierde su sentido específico. 
Solamente un yo puede tener un enfrentante en el sentido que aquí 
está en cuestión. Ciertamente este yo puede también fungir como tal 


ANEXO VII 369 


enfrentante. Entonces TIENE en cuanto yo su enfrentante y a la vez Está 
haciendo frente a otro yo o en la reflexión a sí mismo. Pero el no- 
yo, el objeto que no es sujeto, es lo que es sólo en cuanto enfrentante, 
solamente en cuanto algo constituido con referencia a un yo o a una 
plur alidad abierta de yos y sus peculiaridades primigeniamente yoicas. 

El yo SE HACE FRENTE A SÍ MISMO, es para sí mismo, constituido en sí mis- 
mo. Cada yo puede también hacer frente a uno o varios otros yos, ser 
objeto constituido para ellos, aprehendido, experimentado por ellos, 
etc, Pero precisamente también es constituido para sí mismo y TIENE 
sumundo circundante constituido consistente en no-yo, en meros “ob- 
jetos”, que solamente son en cuanto constituidos para un yo, pero no 
en cuanto que se constituyen en sí mismos, en cuanto yo. No debe 
confundirse el SER-ORBJETO GENERAL. (caso especial del cual es el ser-objeto 
particular del no-yo, pero también el ser-yo en cuanto ser-objeto para 
sí mismo en sentido más amplio) con el ser-atendido, objeto de tesis, 
de tomas de posición, obviamente de un ser-yo. El último presupone 
el primero. Yo me “vuelvo” objeto —objeto de un atender, etc. Pero yo 
soy para mí también objeto solamente en la medida en que tengo “au- 
toconciencia”, aun cuando no reflexione. Si no la tuviera, entonces no 
podría tampoco reflexionar. De igual modo, todo atender es prece- 
dido esencialmente por una conciencia constitutiva de la objetividad 
respectiva. 

Ahora es evidente que no puede sostenerse en modo alguno que 
lo propiamente yoico sea experimentable en el cuerpo o dentro del 
cuerpo, que sea algo unido con él a la manera de un estrato constituido 
en el interior de una objetividad constituida. Toda objetividad y estrato 
semejante pertenece, en efecto, al lado del no-yo, de lo enfrentante, que 
SOLAMENTE tiene sentido como enfrentante de un yo. Así pues, cuando 
veo a un animal o a un hombre como “naturaleza”, entonces él es, 
junto con la naturaleza entera y todos sus cuerpos, cuerpos, animales, 
precisamente naturaleza, cosa, no-yo. 

Éste es nada más un comienzo. Falta todavía mucho para una com- 
prensión plena de la diferencia aquí destacada entre el yo como perso- 
na, como sujeto de su mundo circundante, como sujeto de múltiples 
objetividades, en especial como sujeto de la naturaleza real constituida 
así y asá para él, como sujeto que la experimenta, que es afectado por 
ella, que la conf igura, etc. — y por otro lado, el hombre como objeto 
de la naturaleza, el sujeto humano con alma y contexturas / anímicas 
como sucesos de la naturaleza. Nos falta, por ejemplo, comprender 
cómo el “yo puro”, que antes manejamos, y mucho desde entonces, co- 
mo momento estructural de todas las cogitaciones, 2% se comporta en 
relación con el yo como persona, pues ciertamente el yo puro puede 


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370 ANEXOS 


designarse igualmente como sujeto de todos los objetos. Falta compren- 
der la inserción espacio-temporal, que ciertamente también la persona 
se asigna a sí misma, mientras que a la vez pone frente a sí su cuerpo 
y toda naturaleza como no-yo. ¿No significaba esto, respecto del yo 
anímico, que le debía su inserción en el mundo espacio-temporal a 
la fundación en el cuerpo físico? ¿No es el yo anímico la persona en 
apercepción naturalista? — una apercepción que precisamente exige 
un esclarecimiento más profundo. ¿Y cómo puede el yo personal, cuya 
esencia es tener frente a sí a su no-yo, apercibirse a sí mismo como 
unido con un no-yo?, ¿cómo puede, manteniéndose como yo personal, 
ponerse frente al yo no naturalizado como naturalizado? Más aún: ¿no 
exige el yo como persona el yo como tú, o sea, un enfrentante que es él 
mismo yo? ¿Estriba en contingencias empíricas del trato comunicativo 
que se acuñaran las palabras que, como yo, apuntan a las relaciones 
comunicativas”; ¿o es ésta una relación perteneciente a la esencia de 
la objetivación personal (de la subjetivante), que con ello viene a expre- 
sión? ¿Es la esencia de la persona que solamente pueda constituirse 
en un conglomerado personal, y con persona se designe, por ende, 
una ESPECIE DE SER POR PRINCIPIO RELATIVA —de modo similar a la “cosa ma- 
terial”, que solamente es lo que es en el interior de un posible nexo 
de cosas? — 

La POSICIÓN DEL CONGÉNERE. Para avanzar un trecho, tomemos el si- 
guiente camino. Acabamos de considerar cómo el yo se encuentra a sí 
mismo como persona. Veamos cómo encontramos frente a nosotros 
CONGÉNERES como compañeros nuestros, no como objetos de la natura- 
leza, sino como personas, como sujetos-yos libres. Veamos ahí también 
cómo cambia la actitud en la transición de la consideración naturalis- 
ta del congénere a la personalista. (Pensamos siempre en una actitud 
CONSECUENTE, y justo una actitud teóricamente interesada.)?% Común 
en ambos lados es la dación del congénere por comprehensión, pero 
ésta ejerce una función diferente. En un caso lo comprehendido es 
naturaleza, en el otro espíritu; en un caso, yo ajeno, vivencia, concien- 
cia, es puesto consecuentemente como determinación real del hombre 
real, edificada sobre la aprehensión básica y la posición de la natura- 
leza material, como algo dependiente real-causalmente de ella, algo 
añadido así a ella. Ejecutando en actitud teórica la experiencia y la 
investigación experimental consecuentes, hallamos aquí, como nues: 
tro dominio temático, la naturaleza uNa o mundo de las realidades, con 
las unidades reales fisiopsíquicas (de la naturaleza animal) incluidas en 
ella. En el otro caso el yo, y justo como persona, es “pura y simplemen- 
te puesto”, y puesto así como sujeto de su entorno personal, como / 
referido por comprensión e intracomprensión a otras personalidades, 
como compañeros de un nexo social al cual corresponde un mundo 


ANEXO VIII 371 


circundante social unitario, mientras que a la vez cada uno de los com- 
pañeros singulares tiene su propio entorno, el cual porta el sello de 
su subjetividad. 

Ahora bien, ¿qué significa esta posición pura y simple de la 
personalidad y del mundo circundante personal como correlato suyo? 
Mediante la comprehensión en la cual está dada la otra personalidad, 
se preguntará ahora mismo, ¿no está puesta, pues, precisamente esta 
personalidad en referencia a su cuerpo y a una con él? Trasladémonos a 
una sociedad. Mirando ingenuamente en derredor encontramos ante 
nuestros ojos cosas, cuerpos, hombres. Los cuerpos son también cosas 
y a una con ellos la vida personal que se expresa en ellos. Compren- 
diendo, captamos a las personas. Nos volvemos a ellas, tal como ellas 
se vuelven a nosotros. Las determinamos; ellas nos determinan. No 
encontramos aquí dos cosas entrelazadas extrínsecamente una con la 
otra, sino una sola. Las personas son los hombres mismos que tratan 
personalmente con nosotros; los cuerpos co-están en la unidad humana. 
Todo ello es correcto. No obstante, la unidad así dada no es la unidad 
naturalista, así como tampoco. ..(continuación de este manuscrito: 
p. 234, línea 7 ss.). 


ANEXO VIII, a la tercera sección, p. 236 


De modo similar, cuando leemos el periódico, el papel impreso sen- 
sible-intuitivamente está unido con el sentido que se expresa en los 
signos verbales y que es entendido. Igualmente en toda otra manifes- 
tación literaria, sea hablada, escrita, etc. Ésta tiene, por así decirlo, un 
cuerpo sensible para un sentido espiritual captado en el comprender, 
El “cuerpo” y el “espíritu” están aparicionalmente unidos de manera 
peculiar. La objetividad recién designada como “cuerpo” está dada 
por todas partes de modo simplemente intuitivo, en meras cualida- 
des secundarias; en éstas y no en otras está ella “ahí” precisamente 
para quien comprende, perteneciente a su entorno. Sólo como tal 
objetividad del entorno es considerada por él para las funciones de 
“comprensión” o “expresión” que él tiene que ejercer. Las relacio- 
nes no son, sin embargo, en todas partes iguales, y además el análisis 
más profundo muestra que todas las unidades comprehensivas seme- 
jantes remiten a la unidad de cuerpo y espíritu en el sentido corriente 
y más propio. No obstante, la indicación a ellas puede servir para ver 
con más nitidez la peculiaridad de la unidad que ahora nos interesa. 
El cuerpo humano. .. 

<Continuación en p. 244, línea 18 ss.> 


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372 ANEXOS 
ANEXO IX, a la tercera sección, p. 240 


Por lo demás, ello concierne también a todos los productos huma- 
nos / en la realidad visible. Éstos, como productos del cuerpo ani- 
mado, están animados como lo está todo ocurrir cósico que sea pro: 
ducido, inspirado o suscitado humanamente: un golpc que lleva un 
objetivo, una vara sacudida, un libro escrito, etc., ha asumido su es- 
piritualidad. El movimiento de una máquina tiene su espiritualidad 
tal como la máquina misma. Toda obra, toda creación, toda acción 
expresa una actividad y está caracterizada como obra, como algo he- 
cho: se ve cómo se arrolla el cigarro, se encuentra ahí la expresión 
de la maniobra y, por otro lado, el propósito “visible”. La escritura a 
mano, cada uno de sus rasgos, su “letra” característica, porta el cuño 
del espíritu actuante. En suma: los productos, las obras son de nue- 
vo unidades psicofísicas; tienen su algo físico y su lado espiritual; son 
algo físico “animado”. 


ANEXO X, a la tercera sección, p. 247 ss. 


YO PERSONAL Y MUNDO CIRCUNDANTE 


Esto se entenderá todavía mucho mejor si empezamos a traer a la 
vista la RELACIÓN DE 1.A DETERMINACIÓN RECÍPROCA DEL SUJETO PERSONAL Y SU 
MUNDO CIRCUNDANTE, por ejemplo, el estar determinado del mismo en 
la valoración de un objeto circunmundano, a saber, por las propiedades 
valiosas de éste, su bonito color o su forma y similares, y a la inversa, del 
objeto circunmundano por el sujeto, por ejemplo, por el movimiento 
voluntario del mismo, pero inmediatamente del cuerpo. 

Pero antes que nada preguntamos de nuevo: ¿en qué consiste la 
PURA Y SIMPLE POSICIÓN DEL SUJETO PERSONAL, del “espíritu”, esto es, en qué 
consiste la actitud orientada al sujeto personal pura y simplemente? 
La respuesta reza: viviendo en la comprensión del cuerpo aparente en 
nuestro entorno, ponemos el espíritu, la persona, exactamente como 
está dada en la COMPREHENSIÓN, y ella está dada en la comprehensión, 
esencialmente, de un modo análogo al modo como cada uno de no- 
sotros está dado a sí mismo en la “inspectio sui”, como “espíritu” de 
su Cuerpo y de su restante mundo circundante trascendente, así mis- 
mo como sujeto de sus cosas visuales, de sus apariciones cambiantes 
de sus cosas “externas” y de nuevo como sujeto-yo de sus actos y €s- 
tados (en el “sum cogitans”) en cuanto ejecutor de ellos, como activo, 
como pasivo, receptivo, etc. La diferencia, empero, consiste en que cn 
la inspectio percibo mi mundo circundante subjetivo en la medida en 
que es mundo material, mientras que no percibo el mundo material 


ANEXO X 373 


subjetivo del otro: éste lo intracomprendo en él y lo identifico con 
mi mundo circundante conforme a las cosas reciprocamente comunes. 
El distintivo del mundo circundante material consiste en que en la 
constitución primigenia es mundo circundante del sujeto singular, a 
saber, se constituye en sus percepciones, por ello en sus apariciones 
de cosas visuales (y demás / apariciones de cosas de los sentidos) y 
finalmente en sus plenas apariciones de cosa. Cada persona tiene por 
ende, con sus percepciones y nexos de percepciones, sus cosas mate- 
riales del mundo circundante (las mismas que posteriormente, desde 
el punto de vista de la aprehensión naturalista, han de valer como 
“apariciones” de las cosas físicas), y éstas llegan por vez primera a la 
identificación intersubjetiva en la comprehensión. Y ahora decimos: 
“vemos” las mismas cosas, sólo que cada uno las ve desde su punto de 
vista, en una orientación y en general en una manera de aparición 
que nunca puede ser a la vez la del otro. 

Dicho con más exactitud: en referencia a las mismas cosas del mun- 
do circundante material intersubjetivo, las percepciones de cada uno 
son, por razones esenciales, diferentes en cuanto al contenido de las 
simultáneas de cada uno de los otros; las cosas que aparecen en sus ma- 
neras de aparición son por principio peculiares para cada uno de los 
que experimentan el mismo presente. Se puede expresar la situación 
también así: en el SENTIDO MÁS PROPIO, cada quien ve en sus percepciones 
las unidades intuitivas-sensoriales que se constituyen exclusivamente 
en ellas, o sea, las suyas propias. No mediante el mero ver (median- 
te la mera percepción “sensible”), sino mediante la comprehensión 
fundada en ella, se constituye primigeniamente la cosa intersubjetiva- 
mente “percibida” como una unidad de nivel superior. Si ésta tampoco 
es percibida en el sentido primario y estricto —en tanto que por per- 
cepción entendemos el mero ver, tocar, etc., en el cual se constituye 
la mera “cosa sensible”, atada por completo al sujeto aislado, como 
unidad en el cambio de sus, de este sujeto, imágenes (apariencias) 
cambiantes— entonces, sin embargo, hablar de percibir en el caso 
de la cosa intersubjetiva está justificado en la medida en que ésta se 
constituye PRIMIGENIAMENTE en aquellos actos fundados (y por principio 
solamente en ellos), o sea, con otras palabras, en ellos viene origina- 
riamente a la dación. Empero, de modo enteramente general solemos 
designar como percibir toda vivencia en la que un ser individual viene 
a dación originaria, y para representarla funcionalmente utilizamos la 
palabra “ver”. 

Sensiblemente y en lo más bajo, dijimos, cada quien percibe su mun- 
do circundante subjetivo, en la medida en que vivencia solamente sus 
datos de sensación, sus aprehensiones, y nadie puede vivenciar los del 
Otro, ni siquiera otros completamente iguales a ellos. Esto nos lleva 


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374 ANEXOS 


más lejos: cada quien tiene su corriente de vivencias, sus actos y esta- 
dos, hacia los cuales puede dirigir en la inspectio su mirada reflexiva, 
su yo puro y así mismo su yo personal, que hemos diferenciado del 
puro. Pensemos en la comprehensión, activamente ejecutada, captan- 
te. Pero en la comprehensión cada uno capta, eventualmente, a otras 
personas a una con la percepción sensible de los cuerpos ajenos como 
cuerpos corporales de su mundo circundante físico; las percibe en la 
comprensión primigenia de su “significado” y justo como análogos del 
propio yo de la inspección. El otro está aquí por ende dado de nuevo 
como / “yo”, que encuentra su cuerpo como unidad estesiológica 
y lo mismo como campo libre de su “yo me muevo”, como centro 
de orientación de sus cosas sensibles en cuanto cosas que aparecen de 
manera señalada frente a las cosas de su entorno, las cuales son, con 
generalidad, “las mismas” que yo mismo tengo frente a mí, sólo que 
en orientación a mi cuerpo —mío y dado a mí como mío. Las referen- 
cias dominantes y únicas cuestionables son aquí las del yo a sus actos, 
en los cuales vive y precisamente merced a los cuales se comporta ha- 
cia su mundo circundante, el cual determina su comportamiento, y el 
cual él también por su lado determina; este mundo circundante tiene 
su sentido general y sus referencias, los cuales nacen por vez primera 
con la comprehensión, a saber, el sentido de un mundo circundan» 
te “objetivo”, el cual presupone genéticamente el mundo circundante 
meramente subjetivo como primariamente constituido. 

En ello no debemos, empero, traer a consideración únicamente el 
mundo físico objetivo, sino traer también a colación la referencia en 
la que, igualmente gracias a la comprehensión, entra un yo con el 
otro, la persona con la persona. La oposición cardinal primaria entre 
yo y no-yo (como objeto ajeno al yo) anterior a toda comprehensión, 
determina también las diferencias cardinales de la relación entre yo y 
mundo circundante material, y entre yo y mundo circundante perso- 
nal: así pues, en última instancia, entre yo y otro yo, frente a él y sin 
embargo yo, precisamente “otro”. Mi yo me es dado de modo total- 
mente distinto que una cosa física; no se matiza mediante sensaciones; 
sus estados son, a una con su ser, concientes, vivenciados; no mera- 
mente se “ex”hiben como unidades, las cuales, en efecto, en cuanto 
que se exhibirían, remitirían a vivencias en las cuales aparecerían 
mediante exhibición. En el nexo de las vivencias de conciencia del 
yo en cuanto nexo de daciones absolutas se manifiesta el yo abso- 
lutamente; en el flujo de su vida inmanente, en la especie determi- 
nada de su curso de vida inmanente, manifiesta su unidad personal 
empírica, su “individualidad”. Así pues, los estados yoicos son esta- 
dos “absolutos”, es decir, no constituidos en relación con lo absoluto 
(con las vivencias) como sus unidades intencionales. Gracias a la com- 


ANEXO X 375 


prehensión analogizante, el yo ajeno está intracomprendido al cuerpo 

recisamente como lo que el yo dado a sí mismo es; está por ende da- 
do en manifestación absoluta, en la manifestación de sí mismo, pura 
y simplemente, sin aparición. Así entra en relación el yo con el yo, 
como quien se manifiesta absolutamente con otro que se manifies- 
ta absolutamente. Y así como la personalidad singular es una unidad 
de manifestación absoluta, así también lo es toda especie de uni- 
dad social que, como unidad de nivel superior, se manifiesta en las 
personalidades singulares que la fundan como sujetos de ciertos nexos 
de actos.” Lo hace en estados / que consisten en recíprocas relaciones 
de intracomprensión de los sujetos singulares respectivos y no son en 
todo caso unidades de aparición, no se constituyen mediante “exhibi- 
ción” que se matiza. Todas las unidades personales de nivel inferior 
y superior se conciertan, por ende, desde el punto de vista radical 
de su MANERA DE CONSTITUCIÓN, y lo mismo ocurre, por otro lado, con 
todas las objetividades impersonales circunmundanas, todas las obje- 
tividades cósicas; las últimas constituidas relativamente, las primeras 
absolutamente. 


Los NIVELES DE LA CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD OBJETIVA 


De manera prodigiosa se edifican uno sobre otro los niveles de la 
constitución de la realidad: el yo singular, que solamente se halla a 
sí mismo de modo absoluto, constituye en una secuencia de niveles 
de apariciones su mundo “externo”, un mundo de aparición que le 
es trascendente pero que es relativo a él. Mediante comprehensión 
de los cuerpos que le aparecen ahí, capta yos ajenos como unidades 
que se manifiestan absolutamente; se encuentra en un conglomera- 
do de unidades personales, entra con ellas en intracomprensión y a 
una con ello se constituye, por un lado, la naturaleza física “objeti- 
va” como una unidad idéntica frente a la cual los mundos subjetivos 
(esto es, los mundos constituidos separadamente para cada uno de 
los sujetos singulares puestos comprehensivamente en relación) son 
las multiplicidades constituyentes: por el otro lado se constituyen, 
mediante los entrelazamientos de la intracomprensión, las personali- 
dades sociales de nivel superior, referidas al mundo circundante obje- 
tivo común como el mundo al cual ahora todas las personas se hallan 
referidas comunitaria y aisladamente. Es el mundo de su trabajo comu- 


* Esto va demasiado aprisa. Son ciertamente unidades de nueva índole, 
Que se dan en las unidades de manifestación primordial que llamamos yo, pero 
ciertamente de manera peculiar. No es “aparición”, pero acaso de modo análo- 
80 a la manifestación primordial. Esto hay que pensarlo con más detenimiento, 


/324/ 


/325/ 


376 ANEXOS 


nitariamente significativo, eventualmente también comunitariamente 
efectuado, y en general el mundo que se constituye en actos espe- 
cíficamente sociales, muy variados, cuyo sentido encierra caracteres 
comunitarios, 

Pero con ello se entrelaza todavía un mundo constituido de otra 
manera. Si las personas hallan frente a sí a otras personas referidas 
al mundo común, entonces pueden también ejecutar aquellos cam- 
bios de aprehensión que hemos designado como actitud naturalista. 
Pueden tomar a las personas comprehensivamente captadas en los 
cuerpos aparentes a una con éstos, y luego aprehender estas unidades 
de modo naturalizantc. Lo que entonces está dado no son las unida- 
des puras que se manifiestan absolutamente que llamamos personas, 
sólo que referidas a los objetos fenomenales constituidos circunmun- 
danamente, sino en cierto modo transmutaciones aperceptivas de las 
mismas, que ahora han adoptado ellas mismas el carácter de unida- 
des de aparición. Lo personal, que reside en la unidad psicofísica —el 
sujeto anímico con propiedades y estados anímicos en el sentido de 
la psicología científico-natural—, ha acogido cn sí, gracias a la nueva 
apercepción, que exige el entrelazamiento causal con el cuerpo, mo- 
mentos que solamente pueden constituirse en el nexo constitutivo con 
algo real que se ha de dar aparicionalmente (mediante exhibición que 
se matiza), / por lo que ellos mismos, aunque mediatamente, son de 
índole aparicional, natural. El reino de la naturaleza es el reino de las 
unidades “fenomenales”, esto es, aquí: de las unidades reales que se 
constituyen en o mediante “exhibición”; el reino del espíritu es el rei- 
no de las realidades dadas por manifestación absoluta (manifestación 
de sí mismo y manifestación mediante comprehensión), de aquellas 
que tras sí solamente tienen al yo puro como portador irreal, absoluto, 
de toda manifestación de realidad. 


La relación de persona a persona, de hombre a hombre en el mun- 
do del espíritu es, por ende, una relación esencialmente distinta de 
la relación entre hombres en la naturaleza; y así mismo de la relación 
entre personas y hombres como objetos de la naturaleza (por ejem- 
plo, objetos de la zoología y la psicología científico-natural). El hombre 
en el mundo personal (el mundo del espíritu, como también decimos, 
en cuanto dominio de las ciencias del espíritu) es la unidad, dada en 
la actitud personalista, de cuerpo y expresión del espíritu y de espíritu 
en cuanto expresado en el cuerpo. También aquí puede hablarse de 
unidad fundada en la medida en que el espíritu es comprehendido 
sobre la base de la percepción del cuerpo (en la cual, en cuanto mera: 
mente sensible, el cuerpo está dado como cosa meramente sensible). 


ANEXO X 317 


y naturalmente también la unidad de cuerpo y espíritu es una unidad 
fundada. 


YO PURO Y YO PERSONAL” 


Es ahora tiempo de clarificar la diferencia por todas partes presu- 
puesta entre yo puro y yo personal. Conforme a nuestra exposición 
anterior, el primero es el sujeto puro de todo cogito en la unidad de 
una corriente de vivencias, en cada una algo absolutamente idéntico, 
que se presenta y se ausenta y que ciertamente no se origina o desapa- 
rece. Por ende, captamos este yo en la reflexión en la que captamos 
la conciencia pura (la depurada en la reducción trascendental), y ex- 
traemos el yo que yace en ella pero no que se “manifiesta”. Este yo no 
es una realidad, por tanto no tiene propiedades reales. En cambio, el 
yo personal es una realidad, y ello según el concepto de realidad esta- 
blecido y aclarado por nosotros. El sentido primigenio de la palabra 
"real" apunta a cosas de la naturaleza, y aquí la naturaleza puede ser 
entendida como la sensiblemente aparente relativamente al sujeto sin- 
gular; en nivel superior como la naturaleza imperfectamente objetiva 
que está aperceptivamente referida a un nexo abierto de sujetos que 
experimentan “normalmente”, o, por último, como la naturaleza de la 
ciencia de la naturaleza, la última y perfectamente objetiva. Todos estos 
niveles constitutivamente copertenecientes de objetividades naturales 
hacen frente a las realidades espirituales. La “sustancia” espiritual es 
algo fundamentalmente diferente de la “sustancia” cósica, donde sus- 
tancia / es solamente otra expresión para “objeto real”, portador de 
propiedades reales. 

Ya sabemos, por uno de los lados, en qué consiste la diferencia: las 
realidades naturales son unidades de “apariciones”, y las apariciones 
pertenecen a sujetos-yos, los cuales son a su vez aprehensibles como 
realidades, pero como realidades que son unidades de manifestación 
absoluta. Esto último quiere empero decir que ellas se manifiestan en 
la conciencia absoluta, la cual, en cuanto manifestante, experimenta la 
aprehensión como estado de la unidad espiritual. Es menester ahora 
la aclaración de la manera determinada como esta manifestación es 
posible, y en qué consisten aquí las “circunstancias reales” a las cuales 
está referida la idea de la realidad como unidad de propiedades reales. 
Después de todos nuestros análisis, es fácil dar la respuesta. Ya por 
la referencia que pertenece a la idea del yo puro, ya por el correlato 
objetivo que es conciente en el cogito como su cogitatum, tenemos una 


Ñ6 % El párrafo del manuscrito añadido aquí está integrado en p. 247, líneas 
a2!, 


* Cfr. el parágrafo 57 de igual nombre, p. 247 ss. 


/326/ 


/327/ 


378 ANEXOS 


referencia a la objetividad perteneciente a la esencia del yo puro y por 
ello a todo yo. Para el yo personal, que se constituye como unidad com. 
prchensiva, ello quiere decir que yo y mundo circundante pertenecen 
el uno al otro y son inseparables uno del otro. El yo tiene frente a sí 
cl mundo circundante, y justo como mundo de cosas natural y como 
mundo personal, del cual él es miembro personal. Como hemos des- 
crito antes, el yo ejecuta hacia lo primero circunmundano que le es 
dado, hacia lo cósico y lo personal que le hace frente perceptivamente, 
ciertas maneras de comportamiento activas, valora, desea, actúa, con- 
figura creativamente, o se comporta teóricamente experimentando e 
investigando, etc. Igualmente se comporta pasivamente, experimenta 
“efectos” de las cosas y las personas, se siente determinado por ellas 
a una valoración positiva Oo negativa, a un deseo o una aversión, etc. 
Se encuentra “influido” por las personas, “se guía por ellas”, recibe 
órdenes de ellas o les da órdenes a ellas, etcétera. 

Todo ello se reduce, desde el punto de vista de la conciencia pura, 
a vivencias intencionales con correlatos intencionales inherentes, y pa- 
ra todas estas vivencias, el yo puro es un yo idéntico. Como sujeto de 
todas estas maneras de comportamiento, el yo puro admite, empero, 
una aprehensión realizadora, que puede ser ejecutada por un nuevo 
acto del yo puro en referencia a sí mismo y sus maneras de compor- 
tamiento pasadas recordativamente concientes, o que también puede 
ser ejecutada por un yo puro en actos de comprehensión en referencia 
aotro. O sea: cada yo puro como sujeto idéntico de su conciencia pura 
es aprehensible como un algo que tiene sus maneras determinada- 
mente caracterizadas de comportarse hacia su mundo circundante, su 
determinado modo de dejarse motivar por él en maneras de compor- 
tamiento activas y pasivas; todo aquel que ha madurado se aprehende 
así a sí mismo, se halla a sí mismo como persona. 

El sentido de la aprehensión personal, cuyo correlato es la reali- 
dad personal, se muestra, como el de toda otra especie fundamental 
de aprehensión, / en la experiencia acreditante correspondiente. Si 
la perseguimos, damos de lleno precisamente con una determinada 
tipología del comportamiento hacia el mundo circundante interper: 
sonal común. Sobre la base de la corriente de vivencias entera, median- 
te la cual se constituye para el sujeto respectivo su mundo circundante 
(mundo de cosas y mundo circundante personal), se manifiesta un 
sujeto-yo real, idéntico, y en cuanto idéntico se manifiesta en refe- 
rencia a circunstancias reales: como tales fungen exclusivamente las 
cosas O personas, o sus contexturas, relaciones, etc., que le son Cox: 
CIENTES al sujeto como realidad objetiva (por ejemplo, experimentadas 
actualmente por él o dadas reproductivamente por él como existentes 


ANEXO XI 379 


—posicionalmente— en representaciones claras u oscuras o en posicio- 
nes intelectuales mediatas). Obviamente, las mismas son constituidas 
como unidades intersubjetivas; por tanto, no entran meramente en 
consideración como los correlatos constitutivos del sujeto singular, co- 
mo acreditables en las meras multiplicidades de la experiencia de este 
sujeto singular. La persona está como tal referida al mundo intersubje- 
tivamente constituido, que es uno para todos los sujetos con los cuales 
está enlazada por comprehensión. En este mundo intencional de cosas 
y personas (ante todo sujetos, todos los cuales posteriormente se vuel- 
ven realmente aprehensibles como personas) residen las circunstancias 
reales entre las cuales los sujetos ejercen y experimentan “causalidad”, 
y en las cuales éstos (conforme a la índole regulada de esta causalidad, 
que es precisamente constitutiva para el sentido genuino de causalidad 
y por ello a la vez de sustancialidad) preservan su sustancia idéntica, 
la identidad de la personalidad. 

El mundo como esfera de acción de las personas: esto es una co- 
rrelación constitutiva que, como se ve, está en estrechísima conexión 
con la correlación entre realidad misma (sustancia real) y causalidad 
en la particularización que aquí está en cuestión. A cada realidad per- 
tenece (para utilizar aquí por una vez la palabra en un sentido distinto 
y ampliado) un “mundo circundante” de realidades como dominio de 
las circunstancias reales de su actuar o, como también podemos decir, 
como su campo de acción; a la inversa, cada una pertenece entonces 
también al campo de acción de sus “compañeras” en este “mundo cir- 
cundante”. Así pues, también en nuestro caso el correlato de la realidad 
o sustancia personal es, por ende, su mundo circundante real, y éste es 
ahora un mundo circundante dualista, de cosas y de personas. Claro 
que en ello se ve que las muchas especies de realidad están ellas mis 
mas esencialmente atadas unas a otras por correlación: la realidad de 
las personas exige la realidad de las cosas, pero la de las cosas también 
exige la de las personas. 


ANEXO XI, a la tercera sección del libro segundo, p. 265 s. 


TEMA: 

EL HOMBRE APREHENDIDO DE MODO INDUCTIVO-NATURA!. — LO EMPÍRICAMENTE 
REAL, ESTE HOMBRE, ESTA / PERSONA — NO ES EL YO-DE-LA-CAPACIDAD, NO ES LA 
PERSONA MISMA Y, EN PARTICULAR, NO ES LA PERSONALIDAD LIBRE. 


Imaginándome en mi hacer, cuasirecorriéndolo, cuasiejecutándolo, 
vivencio el “yo soy libre”, “yo lo puedo”. ¿Pero cómo es eso? No como 
mera posibilidad doxológica (posibilidad de la fantasía). Sobre la base 
de esta posibilidad ideal vacía se edifica (a su vez como idealmente 


/328/ 


/329/ 


380 ANEXOS 


posible) el asentimiento práctico y la intelección de que, dado el ca. 
so, el hacer “procedería” a partir del feat. Existen, por otro lado, las 
posibilidades ideales del impedimento o la desviación forzados, etc. Y 
de nuevo posibilidades ideales de que, pese a una más fuerte contra: 
afección, el “yo hago” transcurra, o que yo, sin preocuparme por ello, 
actúe libre, no impelido. Capto entonces la esencia del “yo resisto”, “yo 
empleo mi fuerza de yo (energía)” y “hago”, “la acción brota entonces 
del yo mismo”. Capto precisamente de esta manera la esencia del fiat 
negativo: “yo rehúso mi asentimiento práctico al estímulo que me dis- 
trac”. Pero también la tensión entre ambas “fuerzas”, el aumento de la 
acción de la voluntad (la intensidad de la fuerza activa, de la fuerza del 
yo) frente al estímulo eventualmente también creciente (intensidad de 
la afección, de la fuerza pasiva, que es algo negativo frente a la afección 
y la fuerza del yo positivas). 

27? Ambas en convergencia: algo que afecta sensiblemente es elegi- 
do; la energía es mínima donde no hay una tendencia contrapuesta. 

La cuestión es si todo ello es suficiente. ¿TENGO CONCIENCIA DE La 
LIBERTAD FÁCTICA SOBRE LA BASE DE LA EXPERIENCIA de que hice o de que a 
menudo había dado mi asentimiento práctico? ¿O sea a la manera de 
una apercepción de experiencia? 

La libertad, por ejemplo: yo puedo pensar, puedo plantear una ma- 
teria de pensamiento cualquiera, hacer una hipótesis de que esto es 
así y no asá. Hago el planteamiento inicial y eventualmente lo trans- 
formo en una modificación de neutralidad y sé con seguridad, por 
experiencia, que puedo hacerlo. 

Pero, ¿es esto por todas partes experiencia, mera experiencia? Me 
resisto ante esta suposición. 

Mediante la familiarización con la forma de la neutralidad puedo re- 
vivenciar y, por decirlo así, medir, la fuerza impeditiva de la afección, 
y conforme a ello también cuasi-producir la tensión de la fuerza activa 
que es precisa para una superación. Pero puedo también ver: yo, COMO 
SOY FÁCTICAMENTE, no puedo reunir esta fuerza, yo no tendré esta fuerza. 
Si para mi yo empírico hago la hipótesis de que lo puedo, entonces 
a éste no le conviene la fuerza activa y dado el caso seguramente no 
surgirá en él, seguramente será superado por esta fuerza pasiva. 

Aquí podemos formular (antinomia): 


TEsIS: TODO PODER CONCIENTE ESTÁ DADO COMO PRODUCTO DE LA EXPERIENCIA; EL 
YO MISMO, EL SUJETO DE LAS CAPACIDADES ACTIVAS, ES PRODUCTO DE EXPERIENCIA. 


ANTÍTESIS: HAY UN PODER INTELECTIVO, NO EMPÍRICO, A SABER, UN PODER TAL QUE 
NO SE ORIGINA INDUCTIVAMENTE POR EXPERIENCIAS SIMILARES DEL HACER CORRES 
PONDIENTE, Tengo la fuerza de hacer y puedo “ver” esta fuerza. 


ANEXO XI 381 


Si me finjo a mí mismo en una tentación, yo, el que soy, entonces con 
este planteamiento inicial veo la consecuencia: cancelo la tentación; le 
niego mi asentimiento, la venzo acaso con el refuerzo de tales o cuales 
motivos. O pura y simplemente: es algo malo, No quiero. Esto no es 
mero saber de experiencia, el del “yo suelo comportarme así, reprobar 
así, por tanto lo haré probablemente así en el futuro”. Esto querría 
decir: tengo la PROPIEDAD EMPÍRICA de decidir así en tales circunstancias. 
PERO ESTE NO ES EL SENTIDO DE LA CAPACIDAD AQUÍ CAPTADA, del “yo puedo”. 
El sentido es el de que el planteamiento inicial de la situación y el 

juicio de valor me motivarían a mí, el que soy, como una especie de 
consecuencia, a decidir y a hacer de tal y cual manera: con lo cual no 
está dicho que eso sería lo correcto, pues puedo ahí encontrar también 
que me decidiría en el sentido de la tentación. 

Cuando juzgo a OTRO, entonces sigo, la mayoría de las veces, la expe- 
riencia. Él se ha mostrado repetidas veces como un bribón, entonces 
lo hará también en adelante. PERO ESTESA BER DE EXPERIENCIA NO ES UNA COM- 
PRENSIÓN DEL OTRO. Si lo comprendo, entonces calo en su motivación y 
no necesito en tal caso la apercepción empírica, la apercepción de la 
costumbre. 

Naturalmente, esto tiene que ir luego de acuerdo con la experien- 
cia. La experiencia puede levantar objeciones contra mi aprehensión. 
Pero entonces tengo que considerar si la concordancia de la expe- 
riencia no es ilusoria. Quizá encuentro entonces que precisamente los 
motivos eran fácticamente distintos de los que presupuse, la situación 
no era enteramente la misma. Si él es el que es, realmente el mismo 
yo, entonces es su carácter poder esto y no poder aquello, 


Yo COMO SUJETO DE MIS DECISIONES, de mis tomas de posición, de mis re- 
soluciones y mis firmes posiciones hacia éstas o aquellas cuestiones, 
nacidas de tomas de posición primigenias, instituyentes; y en conexión 
con ello: yo como sujeto de motivaciones en el sentido específico de 
que me dejo motivar así y asá por especies respectivas de motivos 
para tomar tal o cual posición. En cuanto este sujeto, tengo mi es- 
tilo más o menos fijo, aunque no mantenga mis tomas de posición 
en sus pormenores, un estilo que necesariamente se exterioriza, que 
necesariamente pone en juego / asociaciones, que necesariamente 
constituye en mi vida asociaciones de mí mismo, de modo que yo, 
según mi índole peculiar, he constituido siempre una “representación 
externa”, inductiva, de mí mismo y sigo constituyéndola, 

“Qué ocurre a este respecto con el yo de la capacidad y la incapaci- 
dad, el “yo puedo” y el “yo no puedo”? Aquí primero hay que preparar 
el terreno cuidadosamente. En primer lugar viene el “yo hago”, y justo 
el “instintivo”; el “iyo hago!” que le sigue primigeniamente en cuanto 


/330/ 


/331/ 


382 ANEXOS 


“yo quiero” con el lograr y fracasar primigenios. En el repetido lo- 
grar, esto es, <mediante> ejercicio, crece el poder práctico. Crece a 
partir de la “asociación” que pertenece peculiarmente a esta esfera, 
una analogía respecto de la asociación cn el sentido corriente, En vir- 
tud de ello se posibilita de nuevo el querer sobre la base del poder 
experimental precedentemente conciente, en particular la voluntad 
electiva, que racionalmente pondera previamente si puede y qué más 
puede. Por experiencia sé que prácticamente puedo mucho, y sé tam- 
bién que estas mis capacidades no permanecen fijas, que están sujetas 
al ejercicio, pero también a la decadencia por la falta de ejercicio y 
por otras causas. Tengo una representación empírica:inductiva de mi 
yo-de-capacidad y puedo, pensándome también en otras situaciones, 
alcanzar certeza, pero solamente inductiva, de lo que podría. Dicho 
con más exactitud: no sólo tengo la capacidad e incapacidad referida 
singularmente a casos individuales, sino que la apercepción de capa- 
cidad se transfiere, como toda apercepción, a casos similares, y es así 
de hecho apercepción en conformidad con el sentido usual, sólo que 
se trata precisamente de una apercepción de capacidad, de una aper- 
cepción práctica, un análogo de la apercepción de ser, así como la 
asociación de ejercicio que aquí está en cuestión es un análogo de la 
apercepción de ser. Aquí hay que advertir que aquí la transferencia de 
un “yo puedo y consigo” realmente experimentado a un nuevo caso 
no es solamente una creencia de ser inductiva, referida a mi poder 
en Cuanto hecho, sino que yo experimento en la conciencia práctica 
misma un poder posible. 

Tiene que diferenciarse el poder y no-poder que no es cosa de la 
toma de posición, que o bien la presupone como valorar y apetecer, 
etc., O bien la deja abierta, planteándola sólo hipotéticamente, de aquel 
poder y no-poder que se refiere a tomas de posición. Eso no lo he 
hecho en el texto, y pese a lo bueno que allá se ha dicho, aquí esto es 
un defecto esencial. 

Pues ahí puede constatarse una fundamental diferencia de esencia 
que distingue a cualquier otro ocurrir subjetivo (según la especie del 
“yo me muevo”) de todas las tomas de posición. Éstas no se someten al 
arbitrio. En la motivación en la que se presenta, no puedo renunciar 
a mi juicio; e igualmente con otras tomas de posición. En conexión 
con ello, sin embargo, es mucho lo que puedo. Puedo inhibir, plan- 
tear hipotéticamente, etc. Una toma de posición no es una posibilidad 
práctica como cualesquiera cinestesias en el sistema de mi “yo puedo” 
cinestésico. 

Aquí es preciso, sin embargo, volver a reflexionar con cuidado. 
Eventualmente no tengo todavía un juicio, no tengo todavía una vo- 
luntad o una decisión valorativa. Puedo proceder a alcanzarlos. Busco 


AA 


ANEXO XI 383 


motivos a mi alrededor, y si los tengo, entonces surge la decisión, 
no a voluntad sino motivada como consecuencia. Y surge antes de la 
cuestión eventual de la fundamentación intelectiva, a menos que me 
haya planteado semejante fundamentación como meta. Tal como soy, 
como sujeto de mis convicciones precedentes, y tal como a partir de es- 
te circulo los motivos me determinan precisamente a mí en cuanto este 
yo, así procede entonces la decisión. La personalidad propia radica en 
el yo como sustrato de las decisiones y no en el yo de las meras capa- 
cidades. El “yo no puedo ejecutar cierta decisión, por ejemplo, la de 
un asesinato”, “yo no puedo hacer algo así”, quiere decir tal como yo 
soy (y eventualmente, antes, tal como fui, y tal como previsiblemente 
seré); todos los motivos que pertenecen a un asesinato en cuanto po- 
siblemente determinantes de él, no son para mí motivos eficaces. La 
posibilidad del asesinato es una posibilidad práctica en tanto que yo, 
supuesto que lo quisiera, podría llevarlo a cabo. Toda acción volitiva 
se refiere a un dominio práctico, y por ende también ésta. Y en este 
sentido puedo poco más o menos ejecutar toda acción errada (aun- 
que, más precisamente, alguna que ha sido llevada a cabo por otros 
supera mi poder práctico, como por ejemplo escalar edificios). Pero 
respecto de las tomas de posición, es cierto que su posibilidad en ge- 
neral no pertenece al marco de las posibilidades prácticas. En esto 
hay desde luego que diferenciar entre los casos de evidencia y los de 
no-evidencia. De cualquier modo, tal como soy, puedo predecir cómo 
me comportaría (tomando posición) como el que soy en un caso dado, 
para una situación claramente circunscrita y claramente representada 
por mí, mientras que, en tanto que la situación esté indeterminada, 
no podré predecir tampoco nada seguro sobre ella. 
Naturalmente, en cuanto sujeto de tomas de posición y de convic: 
ciones habituales tengo mi estilo, el cual es inductivamente eficaz y 
llevará a una correspondiente apercepción de mí mismo, y así tam- 
bién puede predecirse inductivamente sobre mí y sobre otros cómo 
podrían discurrir las tomas de posición. Pero, por otro lado, una toma 
de posición no es el mero resultado de una asociación, y aun cuando 
es correcto que en la ponderación de cómo me decidiría en un caso da- 
do dependo de mi vida precedente y de mis decisiones anteriores, esta 
dependencia no significa que la respuesta que me doy en tal cuestión 
Ponderativa sea alcanzada inductivamente de modo externo. Depen- 
do de motivos; en la nueva actuación de una vieja decisión dependo 
de la decisión anterior; soy el que ahora soy, determinado por mi ser 
anterior (ser-decidiéndome). Y así soy también en cuanto sujeto per- 
sonal de decisiones reales y posibles, tanto según mi índole peculiar 
primigenia como según las decisiones que han llegado a tener efec- 


tos en las relaciones fácticas, una unidad / de determinaciones (de /332/ 


384 ANEXOS 


sus posiciones y peculiaridades en sus posiciones) que no es unidad 
de mera asociación, sino que la precede. Puesto que tengo una índo- 
le peculiar, puesto que por ello me comporto de manera regulada, 
tengo que ser inductivamente aprehensible y poder volverme tema de 
consideración inductiva. Pero éstas son consideraciones externas; las 
inducciones se verifican o no se verifican externamente; pero aquí cxi- 
gen una segunda verificación mediante el tránsito de la exterioridad 
a la interioridad, en tanto que precisamente yo, el que soy, no soy sólo 
naturaleza, sino que soy un yo que toma posición. 


ANEXO XII, a la tercera sección del segundo libro 


1. La persona — cl espíritu y su subsuelo anímico 
(con referencia al yo como persona)! 


$ 1. Diferenciación de protosensibilidad intellectus agens 


213La esfera espiritual es la de las “subjetividades-yo”, de las cogitatio- 
nes que irradian del yo como actividades, cogitationes que en el interior 
de la subjetividad misma y luego yendo más allá de ella de yo-sujeto a 
yo-sujeto producen enrejados propios de nexos, los cuales (en oposi- 
ción a las unidades reales —espacio-temporales naturales) constituyen 
unidades personales (las personas mismas y las personalidades del ni- 
vel social y todas las comunidades menos rígidas). No obstante este 
nexo propio, esta esfera tiene su subsuelo en lo “anímico” inferior y 
además su teleología inmanente en las transmutaciones legales de lo 
superior en lo inferior, de lo espiritualmente activo en pasividades, 
en una sensibilidad secundaria que crea predaciones para las futuras 
acciones-de-yo, y a la vez caminos delineados de la que hay que llamar 
propiamente re-producción, de la retransformación en actividades. 
Toda actividad espiritual, todos los actos-de-yo, tienen lo propio 
de la intencionalidad activa; ésta es un captar perceptivo, un explici- 
tar del objeto de la percepción, del dirigirse a notas singulares y del 
referirlas restrospectivamente paso a paso al sustrato idéntico de las 
notas, a “lo mismo”; es comparar y diferenciar, es predicar concep- 
tualizante, pensar lo general y aprehender lo particular bajo el punto 
de vista de lo general; es conciencia de lo singular (del uno y el algu- 
no justamente en este significado lógico de la conciencia particular), 
es subordinar un pensamiento particular bajo contenidos generales 
universalmente pensados. Es valorar, y en verdad valorar en sí mis- 
/333/ mo o valorar por mor de un / valor fundamental; es poner fines y 


£ Cfr. $ 61, p. 275 ss. 


ANEXO XII 385 


perseguir-medios, etc. Toda “intencionalidad” personal?”* apunta a ac- 
tividad y tiene su origen en actividades. Pues o bien es intencionalidad 
que nace primigeniamente y es entonces activa, o bien es “sedimento” 
de actividades, significativa como tal y en su “sentido” remitente a 
los nexos activos o constitutivos, y ello en muchos niveles construidos 
unos sobre otros. Todo acto nuevo constituye, como intencionalidad 
nueva, nuevas Objetividades como correlatos de acto siempre produc: 
tivamente experimentadas. El acto es en cierto modo un mentar (en 
un sentido muy ampliado) y toda formación de acto, como un curso de 
pensamiento predicativo, inferencial, demostrativo, o como un curso 
de pensamiento investigativo que se eleva a hipótesis y probabilidades, 
e igualmente todo nexo unitariamente valorativo que el sujeto valo- 
rante ejecuta, o todo nexo de actos de voluntad en la unidad de una 
acción, con los actos que están en su base y los fundan esencialmente 
-todo ello son enlaces de actos que componen ellos mismos, aun en 
su implicación a menudo imponente, la unidad de un acto y hacen 
conciente un correlato objetivo, que ahí, pues, hace “frente” al yo. Y 
todos los actos simples o implicados están bajo el punto de vista de la 
validez o la invalidez, y así pertenece a TODOS ELLOS LA IDEA DE LA VERDAD 
(en su generalización por encima del ámbito del juicio). 

Toda productividad primigenia, primigenia por lo menos en uno o 
algunos pasos, es espontaneidad de acto. Pero toda espontaneidad se 
hunde en pasividad, y esto quiere aquí decir: toda objetividad puede 
ser conciente productivamente de modo primigenio, en su constitu 
ción originaria (o en la cuasioriginaria de la reproducción, del recuer- 
do, de la mera fantasía y semejantes), o puede ser “sensiblemente” 
conciente en forma de posconciencia pasiva, que tras el transcurso 
de la productiva queda a la zaga y permite una mirada retrospectiva 
(la más primitiva espontaneidad unirradial) al objeto que acaba de 
ser activamente constituido, o puede asomar un recuerdo o también 
una transformación de producciones anteriores mediante la eficacia 
de legalidades anímicas, etc. Así, la objetividad puede también ser 
dada pasivamente y según su especie posibilitar explicitaciones, acla- 
raciones, explicaciones, o llevar consigo tendencias a ello. A todas las 
intencionalidades secundarias tenemos que adscribirles tales tenden- 
cias, y éstas son tendencias a la “renovación” o a la conversión en actos 
y nexos de actos espontáneos correspondientes a ellas. 

El espíritu tiene un subsuelo anímico. Éste se muestra en que el 
Sujeto yo no tiene que atenerse a meras retenciones y reproducciones 
de recuerdo. La reproducción sensible gobierna también de tal forma 
que en circunstancias sensiblemente similares emerge lo similar, y por 
ende la similitud sensible actúa haciendo nacer nuevas predaciones 


/334/ 


386 ANEXOS 


de especie sensiblemente similar a las que antes se originaron pro- 
ductivamente, / y entre ellas hay algunas que pese a esta similitud (y 
justo porque esta similitud es con frecuencia precisamente una simi- 
litud meramente “externa” sensible) no pueden convertirse al estado 
de la primigenidad. Así se comprenden contradicciones y contrasenti- 
dos muy diversos, los cuales están presuntamente dados, o que, como 
pensamientos erróneos y sin embargo unitariamente comprensibles 
y pensados, se tienen por verdaderos. La doxa exige que la produc- 
ción se efectúe unitariamente en la verificación; sólo entonces tiene 
su “derecho”, Y algo similar ocurre con toda especie de cualidades 
Léticas. 

Distinguimos aquí SENSIBILIDAD y (decimos) razón. En la sensibili- 
dad distinguimos la PROTOSENSIBILIDAD, QUE NO contiene nada de se- 
dimentos de la razón, y la sensibilidad secundaria, que nace de una 
producción de la razón. En conformidad con ello dividimos también 
la razón en RAZÓN PRIMIGENIA, INTELIECTUS AGENS, y razón sumergida en 
sensibilidad. 


$ 2. La sensibilidad como subsuelo anímico del espíritu 


Hablemos ahora sobre la sensibilidad: por ella entendemos el subsuelo 
“anímico” del espíritu, y del espíritu en todos los niveles concebibles, o 
el subsuelo de los actos del espíritu en todos los niveles concebibles: 
desde los ínfimos, para los cuales nos sirve de ilustración el acto simple 
del irradiar la mirada espiritual a algo que afecta al sujeto, delimitán- 
dolo en el tiempo, apresándolo, considerándolo, o el simple volverse 
en el agrado activo y similares, hasta los supremos actos de razón del 
pensamiento teórico o la creación artística, la actuación ético-social. 
¿Qué es, pues, este subsuelo anímico? La protosensibilidad son los 
datos sensibles, los datos de color en su campo visual de sensación, 
que es una unidad anterior a toda “apercepción” y también después 
de ella puede ser hallado como momento de una apercepción, a saber, 
como momento del aspecto visual. Igualmente los sentimientos sensi- 
bles fundados en estos datos sensibles, pero también los datos sensibles 
del impulso, los impulsos no como cosas supuestas trascendentes a 
la conciencia, sino como protovivencias, siempre pertenecientes a la 
composición del subsuelo anímico. Ésta es una protocomposición de 
sensibilidad. Sin embargo, a la esfera de la sensibilidad le pertenecen 
también leyes propias; no solamente leyes de esencia, sino también 
leyes de hechos en cuanto reglas de una cuasiproducción de sensibi- 
lidades siempre nuevas, en cierto buen sentido también secundarias, 
pero no emanadas de la razón. (Quizá sería terminológicamente me- 
jor distinguir entre sensibilidad propia e impropia, y por este último 


ANEXO XII 387 


lado hablar también de sensibilidad intelectiva o espiritual, y por el 
rimero de sensibilidad sin espíritu.) 

A la sensibilidad pertenecen la asociación, la reproducción (recuer- 
do, / fusión, fantasia). Pero esto es, se dice, una propiedad general 
de toda vivencia, incluso de los actos. En efecto, tan pronto como és- 
tos existen, actúan asociativamente. Tan pronto como éstos existen, se 
someten a la ley de la retención y están bajo las condiciones del recuer- 
do, de la transformación, de la eficacia para la producción de fantasías 
similares, etc. Ahora bien, éste es exactamente el proceso del nacimien- 
to de aquella sensibilidad intelectiva secundaria; y este mismo proceso 
es también determinante para la sensibilidad primigenia. Pero ésta 
no se origina por asociación. La protosensibilidad, la sensación, etc., 
NO nace A PARTIR DE BASES INMANENTES, de tendencias anímicas; ella está 
simplemente ahí, se presenta. Lo protointelectivo tampoco nace “aní- 
micamente” a partir de asociaciones, sino a partir de irradiación desde 
el yo, que no está ahí (como lo ajeno al yo), sino que es precisamente 
absoluto. Por otro lado, el yo presupone la sensibilidad como afección, 
como estímulo, primero la protosensibilidad y luego la secundaria. El 
yo siempre tiene un haber. La protosensibilidad es su protohaber. Un 
segundo haber es la composición intencional de la reproducción (re- 
producción originaria como recuerdo) y de la transformación en la 
fantasía que tiene lugar en la reproducción, la transformación pasiva 
del configurarse-por-sí-mismo con doxa destruida. 

EN La ESFERA DE ESTA PASIVIDAD, de este hacerse por sí mismo o llegar 
de nuevo (una esfera de receptividad: el yo puede mirar, encontrar, 
experimentar estímulos a partir de ahí), tenemos una PROTOESFERA DE 
INTENCIONALIDA D, DE UNA INTENCIONALIDAD IMPROPIA, porque no se habla de 
una propia “intención a”, para lo cual es menester el yo; pero la *re- 
presentación de”, la apercepción, ya está ahí. El recuerdo de algo no 
es un mero tener un momento de sensación “más débil”, etc.; igual- 
mente la constitución del tiempo que le pertenece, y la constitución, 
quizá, del primerísimo nivel del espacio (unidad oculomotora). La ín- 
fima espontaneidad de yo o actividad es la “receptividad”, y con ello 
quiero decir que la constitución del espacio (por ende también la del 
esquema) ya presupone esta espontaneidad ínfima; pero la unidad, 
que nace como dóxica, no es unidad espontáneamente puesta, sino 
receptiva. El espacio es la forma de la sensibilidad: en cuanto surgi- 
do por receptividad, por tanto ya no sensibilidad enteramente pura. 
Se constituye la naturaleza sensible en mera receptividad, el mundo 
de las cosas de los sentidos con sus formas sensibles tiempo, espacio, 
Sustancialidad-causalidad. Luego habrá de examinarse: quizá el reci- 
bir es un mero presenciar, mientras que la unidad intencional nace 
en la pura sensibilidad, tal como antes lo he admitido sin ambages. 


336/ 


388 ANEXOS 


Entonces lo sensiblemente intencional solamente sería un sistema de 
líneas en las cuales la mirada espontánea de la receptividad puede 
penetrar y actuar como un considerar el objeto intencional, así como 
también en la consideración reflexiva de los aspectos, etcétera. 

Tenemos, pues, en la esfera de las vivencias el gran campo de la 
sensibilidad primaria con su enrejado de nexos tendenciosos, / con 
sus constituciones objetivas, con sus regulaciones que se formulan 
por el tema: aparece un mundo objetivo y susceptible de ser manteni- 
do concordantemente. Y en ello imperan leyes primitivas, digamos 
de la asociación y la reproducción, según las cuales nacen “repre- 
sentaciones” con la inferior y más primigenia intencionalidad; toda 
reproducción tiene su intencionalidad. — Fuera de la esfera de viven- 
cias perteneciente a la constitución del mundo (en la que contamos el 
sistema de las vivencias ortoestéticas y heteroestéticas, incluyendo por 
tanto las ilusiones, etc.) tenemos un fluido de fantasías. También hay 
que poner atención en que las representaciones sensibles referidas al 
mundo de cosas se presentan a trechos ordenadas, pero transcurren en 
zigzag; una serie de recuerdos y trechos de recuerdos al lado del curso 
de la percepción, que en la conciencia en vigilia es un curso constante, 
pero ora más rico, ora más pobre. Al dormir también éste está inte- 
rrumpido; al soñar tenemos transcursos de vivencias heteroestéticas 
que no pertenecen al mundo real. 

Todo ello es un campo propio de nexos, de nexos tales que por 
sí mismos transcurren como sucesos objetivos, pero que son puestos 
en escena subjetivamente. ¿Dónde hay que acomodar la empatía? La 
regulación de la sensibilidad es (respecto de la sensibilidad de la sen- 
sación y también respecto de la sensibilidad del sentimiento y de toda 
protosensibilidad) una regulación intersubjetiva. Hay por tanto que 
tomar esto en cuenta en el sitio apropiado. 


Digresión. Impresión y reproducción 


En la esfera universal de las vivencias distinguí antes entre “impresión” 
y “reproducción”. 

La palabra impresión se ajusta, empero, solamente a las sensacio- 
nes primigenias; impresión expresa bien lo que por sí mismo, y en 
verdad primigeniamente, está “ahí”, a saber, lo que está predado al yo, 
ofreciéndose a él a la manera de algo que afecta como ajeno al yo. Los 
actos no son, entonces, ningunas impresiones en este sentido, sino 
su opuesto. Pero los actos tampoco son ningunas reproducciones, si- 
no fuentes para reproducciones posibles. Reproducción significa una 
suerte de modificaciones que remiten en sí a lo no modificado, lo no- 
derivado, según leyes de reproducción (asociación). Esto no-derivado 


ANEXO XII 389 


(“impresión” en el otro sentido) se deshace luego en protosensibilidad 
y en acciones de yo y afecciones de yo. (La terminología sigue siendo, 
pues, poco satisfactoria.)?? 

Las impresiones (sensibles) están sometidas en su presentarse y 
desaparecer a una legalidad que está inseparablemente entrelazada 
con las legalidades de las reproducciones. Las leyes de hecho (leyes 
de existencia) de las impresiones sensibles solamente pueden alcan- 
zarse como leyes psicofísicas, y esto quiere decir que únicamente tras 
la constitución de la naturaleza, o sea, tras el cultivo de la intenciona- 
lidad cuyo correlato es la naturaleza, puede ser producida la regla de 
existencia de los datos de sensación mediante / “indicación retros- 
pectiva”. En ello hay que entender los datos de sensación como datos 
de la protosensibilidad. Estas leyes de hechos conforme a las cuales 
las sensaciones posibles reciben su ordenación fija, y para esto una 
ordenación intersubjetivamente concorde, presuponen leyes elemen- 
tales, leyes de esencia, y en verdad más generales, que llegan más allá 
de la protosensibilidad: las leyes de la asociación y la reproducción de 
la especie de las que, digamos, rezan: si ha habido una vez un con- 
junto de sensaciones, y hay de nuevo un con-junto similar, entonces se 
adhiere a éste una tendencia al recuerdo retrospectivo de lo similar, 
a un surgimiento de la reproducción correspondiente. Igualmente le- 
yes de la expectativa, leyes referidas a protenciones,.a un “arribar” de 
las sensaciones, etc. Además: una reproducción tiene la tendencia a 
producir otras reproducciones: recuerda impresiones y nexos impre- 
sionales anteriores similares. Si esta tendencia se cumple, entonces se 
presentan nuevas reproducciones. 

Inmanentemente encontramos sensaciones y reproducciones afec- 
tadas de tendencias, “intenciones a”, que se cumplen en el arribo de las 
impresiones o reproducciones “intendidas”. Estos impulsos o tenden- 
cias pertenecen a lo sensible mismo y van de lo sensible a lo sensible 
(impresiones a nuevas impresiones, o impresiones a reproducciones, 
de reproducciones a otras reproducciones). La formulación de las 
últimas leyes sigue en pie. (¿Cuál es el significado de los campos senso- 
riales ocupados, del impedimento del cumplimiento de las tendencias 
a datos de los sentidos por datos de los sentidos que a la sazón ocupan 
el campo y pugnan con ellos?) 

Frente a estas tendencias tenemos las otras, que van como AFEC 
CioNÉs hacia el sujeto-yo, como tendencias a la captación. Además 
las tendencias al abandono disfrutante que parten de las sensacio- 
nes afectivas entrelazadas con las sensaciones (vivencias), y a su vez 
de momentos de placer y de displacer reproductivos que pertenecen 
a datos de sensación esperados, además las tendencias de deseo —una 

pasividad activa, por así decirlo, no una actividad que parte del yo. 


/331/ 


390 ANEXOS 


Las tendencias que radican en el terior de ku sensibilidad mis 
ma tienen, empero, relerencia esencial a tendencias afectivas; a saber, 
las tendencias, las intenciones, adheridas a la sensibilidad, se convier- 
ton en VÍAS DELA AFECCIÓN, 1 “objeto intencional”, aquello a lo que la 
tendencia reproductiva esta divigida, tunge “motivando”, actúa coro 
impulso, 

Locke ha visto algo correcto: la sensación es lo primero, en tanto 
que un yo que ejerce una función sobumente puede ser con un ha: 
ber, y en tanto que el haber tiene primero que afectar para que el yo 
reaccione: toda actividad del yo presupone afección, aunque —en el 
sujeto desarrollado--% no justamente la de la protosensibilidad. Pues 
posteriormente interviene la sensibilidad secundaria. Pero no toda 
actividad del yo es mero ceder a una afección, mera receptividad y 
pasividad en el sentido del ceder, abandono al placer en el disfrute, 
padecer como / disfrute negativo: más bien esta reacción pasiva es 
un nivel inferior para una nueva suerte de actos, los actos libres, las 
actividades del yo propiamente dichas, el libre tomar posición frente 
a las afecciones, en vez de una condescendencia ya pasivamente cje- 
cutada como un desaprobarlas, etc. Entonces, eventualmente el ceder 
puede ser a la postre un ceder libre? 


$ 3. Desarrollo del yo - Acción de yo y afección de yo 


Fijémonos ahora en lo yoico. Aquí tenemos algunos nexos, los nexos 
de motivación, que están determinados por los niveles sensibles in- 
feriores, pero tienen su ley propia. Ninguna motivación de yo activa 
se origina por “asociación” y por “legalidad psicofísica”, O sea, no se 
origina como lo hacen todas las formaciones de la sensibilidad. Está 
presupuesto, sin embargo, el engranaje entero de la naturaleza, el “me- 
canismo de la naturaleza”. ¿Puede decirse ahora que lo que parte del 
yo y en el yo ocurre como “afectar”, penetrar en el yo motivando, tirar 
de él hacia sí cada vez más vigorosamente —todavía antes del ceder—, 
no es ya naturaleza? No, la afección pertenece sin duda a la esfera de 
la naturaleza y es el medio del enlace del yo y la naturaleza. El yo tiene 
también, por lo demás, su lado de naturaleza. Toda acción de yo, asi 
como toda afección de yo, se halla bajo la ley de la asociación, se ubica 
en el tiempo, actúa con posterioridad afectando, etc. Pero en el mejor 
de los casos es el yo pensado de modo puramente pasivo el que es 
mera naturaleza y pertenece al nexo de la naturaleza. Pero no cl yo 
de la libertad. 

En todo caso, mera naturaleza es todo “yo-hago mecánico”. Surge 
un impulso sensible, digamos el impulso de fumar; agarro el ciga 
rro y lo enciendo, mientras que mi atención, mis actividades de yo, 


ANEXO XII 391 


mi conciente estar afectado, está enteramente en otra parte: se me 
insinúan pensamientos, los sigo, me comporto hacia ellos activamen- 
te inspeccionándolos, aprobándolos, desaprobándolos, etc.£ Tenemos 
ahi afección de yo y reacción “inconcientes”. Lo afectante llega al yo, 
pero no al yo en vigilia, al yo del volverse u ocuparse “conciente”, 
etc. El yo vive siempre en el medio de su “historia”, todas sus an- 
teriores vivacidades están hundidas y repercuten en tendencias, en 
ocurrencias, transformaciones o similaridades de anteriores vivacida- 
des, nuevas formaciones fusionadas a partir de esas similaridades, etc. 
enteramente como en la esfera de la protosensibilidad, cuyas for- 
maciones también pertenecen al medio del yo, a su haber actual y 
potencial, Todo ello tiene su curso de naturaleza, por ende, incluso 
todo acto libre tiene su cola de cometa en la naturaleza: pero él mis- 
mo no ha llegado a ser a partir de la naturaleza (nacido por la mera 
legalidad de la naturaleza), sino que precisamente ha llegado a ser por 
el yo; yo y naturaleza son contrastes, y todo acto tiene también su lado 
de naturaleza, esto es, su subsuelo de naturaleza: lo que está predado 
afectando, / es formación de la naturaleza, aunque también aquí y allá 
puede haber coactuado algo yoico en la acción anterior, Y todo acto 
tiene su lado de naturaleza principalmente en que la ejecución de ac- 
tos similares anteriores lleva consigo una tendencia asociativa, una 
tendencia de naturaleza, a ejecutarlo de nuevo; esto quiere decir: 9% 
en circunstancias de afección dadas existe una tendencia reproductiva 
dirigida a la reproducción de lo mentado en iguales comportamien- 
tos de acto anteriores; y no sólo eso: también a este comportamiento 
igual (el de ahora). Así pues, una segunda afección dirigida al yo se 
enlaza con la primera, y ahora quizá ceda el yo; pero luego el yo ya 
no ejecuta el acto de un modo enteramente libre, ya no por libertad 
original. Esto hay que analizarlo con más exactitud; aquí hay mezclas. 
Yo puedo decidirme libremente y al mismo tiempo sigo la inclinación 
de la costumbre. Soy enteramente libre cuando no estoy motivado pa- 
Sivamente, esto es, cuando no presto obediencia a la afección, sino a 
“motivos de razón”. Tengo que seguir éstos y no ceder a la afección. 
Pero los motivos de razón, los valores, etc., pueden motivarme ellos 
mismos en segundo nivel como “predaciones”, o yo puedo entregarme 
a ellos libremente, decidirme libremente por ellos. 

Tras todo ello es comprensible cómo se desarrolla la “naturaleza”, 
cómo el subsuelo de naturaleza del alma se organiza en un desarrollo 
de tal modo que en ella se constituye la “naturaleza”, que, digamos, 
ante todo y en general el yo se comporta en su reaccionar como me- 
ra naturaleza, y se desarrolla por ende un yo “animal” y puramente 


£ Cfr. p. 258 ss. 


340/ 


392 ANEXOS 


animal, y que para el yo como sujeto actual de las cogitaciones, que a 
través de todas ellas es algo idéntico, se constituye una nueva preda- 
ción: el yo empírico, que tiene una naturaleza conocida, una natura: 
leza que puede llegar a conocerse en la experiencia, que en el devenir 
de la naturaleza ha llegado desde luego a ser, precisamente con su 
naturaleza, puramente conforme a “leyes de la naturaleza” —todo ello 
es comprensible. 

También comprendemos que en la naturaleza constituida se cons- 
tituye el cuerpo y el alma corporal como unidad y que el yo empírico 
es el yo de la naturaleza anímica-corporal. No es él mismo unidad 
anímico-corporal, sino que vive en ella; es el yo del alma, el yo que 
está referido retrospectivamente a las vivencias del alma de la esfera 
sensible como haber, el que, por otro lado, es en sus actos el sujeto 
constante, “actos” que aquí son empero meros re-actos, reacciones na- 
turales ante el haber. 

Cómo, sin embargo, se desarrolla el hombre, o cómo se desarrolla 
el yo animal hasta el yo humano; cómo se constituye para el yo actual 
una predación yo, el sujeto personal libre con el que luego mi mo- 
mentáneo ego-cogito actual es identificado; cómo mi cogíito, un estado 
momentáneo, una manifestación fugitiva de esta persona permanen- 
te, se vuelve predación objetivamente constituida. ¿Rigen para el sujeto 
personal (libre) leyes propias, y cuáles? 

No son leyes de experiencia, leyes de asociación. Éstas solamente 
gobiernan / en la esfera de la pasividad; donde determinan al yo, 
ponen naturaleza. Son, se dirá, las leyes de razón. ¿Pero qué son leyes 
de razón y cómo determinan el desarrollo? 


II. La subjetividad como alma y como espíritu en actitud 
científico-natural y científico-espiritual 


$ 1. La realidad del alma y del hombre 


22%En la cuestión de la realidad del alma se trata en primer lugar 
de esclarecer dónde tiene su origen el concepto de realidad y dónde 
puede mostrarse la realidad en la forma más simple. Vamos por tanto 
de regreso: 

(ID) a la cosa en cuanto naturaleza. Ella es como tal sustancia intuiti- 
va en el sentido de una unidad intuitiva de propiedades reales. Es en 
lo más bajo cosa sensiblemente intuitiva que se exhibe mediante esque- 
mas. El esquema es aquello en ella que es dado mediante apercepción 
sensible propia. Sobre ella se edifica la apercepción causal: la cosa 


ANEXO XII 393 


de los sentidos es captada como lo idéntico de maneras de compor- 
tamiento. Por vez primera sobre la base de esta apercepción causal 
designamos la cosa como real, y aquí tiene su origen el hablar de la rea- 
tidad. Esta apercepción de la cosa como real es sintética. — En otro nivel 
superior, la cosa es determinada “objetivamente” mediante meras “cua- 
lidades primarias”, frente a las cuales la cosa intuitivamente sustancial 
es vista como “mera aparición” referida a los hombres normales. 

Pero como realidad o naturaleza puede ser considerado también (11) 
el animal y ante todo el hombre, y también aquí podemos de nuevo 
diferenciar entre el animal como unidad intuitiva y el animal como 
unidad de maneras de comportamiento. Nos quedamos en primer 
lugar con el primero: 

281 A) el animal de la intuición: ahí tenemos 

1) en la esfera sensiblemente intuitiva de la dación del cuerpo, 
la sustancia del cuerpo intuitiva con sus propiedades sensiblemente 
dadas. 

2) la “vida anímica” EXPRESADA en el cuerpo ajeno, otro sujeto con 
sus vivencias, su mundo circundante, etc. Esto no hay que entenderlo 
de manera que tengamos uno al lado de otro, separados, el cuerpo 
sensiblemente intuitivo y además la representación de lo subjetivo, 
sino que tenemos la intuición de un homre.* 2% Esto quiere decir: 

a) La expresión crea en todas partes una especie de unidad, como 
la de la expresión linguística y el sentido, el símbolo y lo simbolizado, 
y surgen entonces unidades bilaterales, que mientras más íntimo en- 
trelazamiento de ambos lados muestren, más diversamente articulada 
será la expresión o el expresar, más partes sensibles tendrán funciones 
de significado, y en verdad dentro de la unidad de un significado. 


* Yo experimento al hombre, y en ello se halla como componente: yo 
experimento “externamente” el cuerpo corpóreo y experimento "internamen- 
te” lo anímico. Ésta es una distinción “abstracta”. No necesito abordar aquí la 
manera de la experiencia, aunque ésta es diferente en correspondencia con 
los objetos. La interna es original o empática, pero ambas son “internas”, 
— La experiencia externa y la interna, sin embargo, hacen falta para la uni- 
dad de una experiencia en la que se experimenta un objeto; o sea, unidad 
de determinaciones copertenecientes. La copertenencia pertenece por sí al 
cuerpo corpóreo —esto es causalidad de la naturaleza—, igualmente al alma 
esto es copertenencia-de-motivación, de la que aún hay que tratar. Y final. 
mente; naturaleza y espíritu hacen falta en la copertenencia psicofísica como 
Copertenencia de una “causalidad”. 

(1) Expresión del sentido irreal: apresentación ideal. 

(2) Expresión de lo anímico: apresentación real, que vincula algo real con 
algo real en la unidad de una realidad concreta. 


/341/ 


/342/ 


394 ANEXOS 


b) La expresión es apresentante, lo expresado es co-existente. Exis- 
tente en el sentido propio tempo-local de una res extensa está el cuerpo 
allí como cosa sensiblemente intuitiva. Lo apresentado está co-siendo 
con lo existente y es co-existente, por lo cual participa en la cxisten- 
cia objetivamente espacial y del espacio-tiempo en el modo que aquí 
la apresentación procura,%* y conforme a ella tenemos una especie 
de “intuición” del hombre como una unidad corporal-espiritual, la 
cual persiste a través de las alteraciones intuitivas, los movimientos 
espaciales de la cosa-cuerpo como “organismo”, por lo menos dentro 
de límites empíricos, en el interior de los cuales se mantiene luego 
naturalmente la intuición natural hombre. El cadáver lleva consigo la 
representación del alma humana, pero ya no la apresenta, y enton- 
ces vemos precisamente un cadáver, que fue hombre pero ya no es 
hombre. 

B) Pasamos ahora al siguiente nivel de constitución y compara- 
mos al animal como unidad de modos de comportamiento con la cosa 
constituida realmente. Su realidad se acredita en la dependencia de 
circunstancias; la cosa es relativa a otras cosas y en esta relación tiene 
sus contexturas cósicas: como estados causales y propiedades causales. 
Es lo que es en la unidad de una naturaleza. — 

¿Qué ocurre en cambio con el hombre, con el animal? No sola- 
mente el cuerpo corpóreo es real, cosa física real, sino que el alma está 
en co-alteración, a saber, como consecuencia de existencia se enlazan 
sucesos anímicos a los sucesos reales corpóreo-corporales (que como 
tales están en la causalidad de la naturaleza física). Ello quiere decir: el 
cuerpo corporal no es realidad concreta por sí, es solamente cuerpo real 
del hombre en virtud de que en el alma tiene lugar la co-alteración; 
e igualmente el alma no es realidad por sí, sino que trae consigo alte- 
raciones inherentes a la corporeidad-corporal,%%* esto es, hay sucesos 
anímicos que traen consigo consecuencias en la realidad. 

Ahora hay que replantear la pregunta: ¿es real el alma en el mismo 
sentido que el cuerpo corporal, y es el hombre una realidad vinculada 
a partir de dos realidades y dada por ello también ella misma como 
una realidad? De inmediato saltan a la vista diferencias entre la cosa 
y el alma en cuanto realidad; antes que nada: ésta no está constituida 
sin más en la experiencia universal / de tal manera que?" lo que ella 
es anímicamente <lo es> en relación con otras almas como miembro 
de un universo anímico como todo de todas las almas en general. O: 
todos los cuerpos en general forman un todo de la naturaleza unitario, 
pero no está dicho que todas las almas estén vinculadas como una 
unidad total de lo anímico puramente en sí,2% tal como la cosa de la 
naturaleza es lo que es en cuanto miembro del universo natural, Y? 


ANEXO XI! 395 


Como se expuso antes, merced a la expresión aprehendo la unidad 
hombre: el hombre allí, en la experiencia “externa”.' En esta aper- 
cepción yace un sistema de indicaciones experimentales en virtud del 
cual una vida-de-yo con contenido parcialmente determinado y un ho- 
rizonte de indeterminación, un horizonte de desconocimiento, está 
“ahí” dada a una con el cuerpo y enlazada con él. Y en la índole de es- 
ta apercepción radica que desde un principio sean aprehensivamente 
concientes relaciones de dependencia entre lo anímico y lo corporal 
(que está entrelazado también en el nexo causal de la naturaleza física) 
y entren, con el atender correspondiente, en el foco visual temático: 
a) según el tipo general, b) en estructuras particulares, en cada caso 
fácticas, que pertenecen al tipo según el estilo general.?8 

En la actitud de la experiencia-de-hombre, en la cual esta unidad 
enlazada está dada como allí en el espacio, como espacial y como en- 
lazada con lo espacial por el lado espiritual, tengo de hecho una DOBLE 
REALIDAD. Yo, el observador, y cada uno de los otros en la comunidad 
de los hombres, encuentro o puedo encontrar a este hombre como 
unidad que en la causalidad de la naturaleza se mantiene corpóreo- 
corporalmente, y en tal medida, esta unidad física cumple como uni- 
dad orgánica ciertas condiciones físicas como cuerpo de un sujeto que 
en su vida de sensación y de percepción, en su vida de fantasía y de 
recuerdo (y luego además de manera desconocida), es dependiente de 

las configuraciones físicas del cuerpo y, a la inversa, influye en ellas 
desde dentro. (Co-existencia como ser uno con otro mutuamente en 
estructura general, o sea regulación recíproca de la coexistencia y en 
las alteraciones posibles, o sea causalidad.) 

El cuerpo tiene en esta unidad una ventaja, y justo por las razones 
siguientes: el hombre es hombre en la naturaleza espacial, y está en la 
naturaleza sólo porque ante todo el cuerpo corporal es cosa material en 
la naturaleza. La realidad anímica está aquí constituida como realidad 
en el espacio solamente a través de las dependencias psicofísicas. La 
forma universal absoluta del mundo es espacio-tiempo. Todo lo mun- 
danamente real es en todo caso espacial y ser-en-el-espacio, esto es, 
sercorpóreo. Todo lo real es corpóreo, en todo caso corpóreo, aun- 
que no necesariamente esto solo. No hay la misma necesidad para que 
todo lo real sea anímico o tenga determinaciones irreales, mientras 
que / éstas solamente pueden ser reales por co-enlace (apresenta- /343/ 
ción) con la corporeidad.?% Como unidad, el alma está dada en la 
expresión apresentante. Ella tiene su unidad en sí, pero aquí entra en 


' Cfr. la segunda sección, p. 138, línea 20, hasta el final del parágrafo, 
donde el texto que sigue está en parte tomado literalmente. Para no afectar el 
Contexto de este anexo, no fueron omitidos aquí los pasajes concernientes. 


/344/ 


396 ANEXOS 


consideración como unidad en el nexo: ciertamente en las causalida- 
des psicofísicas considero una sensación singular, una percepción, un 
nexo de recuerdo y similares, pero ésta es momento de la corriente 
subjetiva de vivencias y estado del “alma” de la unidad empatizada, 
que es, en cuanto unidad, portadora «de causalidad; tal como cierta- 
mente pongo de relieve el estado físico singular, por ejemplo, el del 
nervus opticus, y lo sigo hasta el proceso cerebral: pero éste es proceso 
cerebral, el nervio es órgano en el sistema nervioso y el sistema ner- 
vioso es el del cuerpo cerrado, que en cuanto cuerpo es portador de 
la causalidad psicofísica. Ello radica en la esencia de la apercepción 
dominante, determinante del sentido. 

La unidad alma es unidad real porque, en cuanto unidad del ser y 
la vida anímicos, está vinculada con el cuerpo en cuanto unidad de 
la corriente de ser corporal, que por su lado es miembro de la natu- 
raleza. Fue enteramente correcto haber tomado desde un principio 
al hombre como una realidad doble, sólo que la realidad anímica es 
aquí solamente lo que es (en cuanto realidad del mundo) a través de la 
realidad del cuerpo que la funda. Solamente a través de ésta se vuelve 
ella miembro del nexo único en el que no sólo entran en referencias 
reales (referencias de naturaleza) alma con cuerpo, sino también alma 
con alma. 


$ 2. Causalidad psicofísica y nexo causal cósico?”! 
Todavía hay que ponderar aquí una cuestión: he intentado distinguir 
entre condicionalidad psicofísica y causalidad física. Hay sin duda una 
distinción en tanto que la cosa física es lo que es, esto es, tiene propie- 
dades reales, solamente en referencia al nexo causal de la naturaleza 
física. Pertenece a la realidad de la cosa (al sentido delineado para ella, 
delineado por la primigenia constitución de cosa) que toda propie- 
dad de cosa esté referida a circunstancias físicas causales y a ningunas 
otras. Las cosas pueden alterarse por influjos anímicos, en cuyo caso 
no se altera, empero, ni una sola de sus propiedades de cosa; solamen- 
te se alteran sus estados. En el nexo de la naturaleza física, otras cosas 
y su comportamiento en el nexo causal con la cosa dada determinan 
lo que esta cosa es, qué propiedades causales permanentes tiene. Las 
propiedades causales pueden mantenerse o cambiar, y ello depende 
del curso de la naturaleza. Desde luego, la identidad exacta de la cosa 
exige cierta regularidad suprema, una generalísima legalidad de la na- 
turaleza. La forma de una causalidad que se halla bajo reglas estrictas 
(leyes en el nivel superior) pertenece a la forma de la cosidad. 

Dicho acaso más nítidamente: entendida psicofísicamente, toda co- 
sa puede fungir como objeto de estímulo; sus procesos físicos pueden 


ANEXO XII 397 


prolongar sus efectos sobre un sujeto percipiente: pero la “propiedad” 
de “actuar” así sobre el sujeto experimentante no le da a la cosa una 
propiedad interna, constituyente,/ 222 nada que pertenezca a su natu- 
raleza. La multiplicidad de posibles efectos sobre el sujeto no le añade 
nada a lo que ella es, y a la inversa: el alma no tiene injerencia en la 
“naturaleza”, la cual sigue siendo la que “es”, ejerza el alma influencia 
o no. Es cierto que mediante este influjo se presentan transcursos de 
estados de la naturaleza que no estaban ahí, pero ninguna propiedad 
física puede por ello alterarse en el estilo fijo que le prescriben las le- 
yes causales y que su identidad determina, Del curso de la experiencia 
natural depende cómo determinamos con más precisión la cosa física, 
y lo que hemos captado como propiedad con referencia a nexos cau- 
sales predados puede revelarse como manifestación cambiante de una 
propiedad superior. Hasta las propiedades admitidas como fijas incu- 
rren en variación siempre que el curso de la experiencia delata nuevos 
nexos causales en niveles superiores. Pero la causalidad psicofísica no 
puede obrar nada en este respecto; la cosa y la naturaleza entera es 
algo concluso. Á los procesos de la naturaleza se unen consecuencias 
psíquicas, así como las causas psíquicas tienen consecuencias en la 
naturaleza, pero consecuencias de tal índole que en verdad no tienen 
influencia en la naturaleza. 

Está claro que la causalidad de la naturaleza física tiene de hecho 
un sentido señalado. Esta causalidad es una idea constitutiva para la 
idea de la naturaleza, la idea de la cosa física: es decir, todas las notas 
internas de la cosa, como notas de un ser permanente (persistente), de 
una duración, son ellas mismas persistentes, y cada una de estas notas 
expresa un comportamiento persistente (una legalidad de comporta- 
miento persistente) en el nexo causal.* Por principio, lo psíquico no 
pertenece a este nexo. Mediante la causalidad psicofísica no se consti- 
tuye nota constitutiva alguna de ninguna cosa espacial persistente. 


$ 3. Posibilidad de la inserción del alma en la naturaleza! Y* 


¿Pero qué ocurre ahora con la realidad del alma? Ella es naturalmente 
también un ser persistente. Pero este ser persistente no es una “natu- 
raleza”; ella no es, en cuanto lo que es, un complejo de propiedades 


1 Propiedades constituyentes de la cosa: propiedades en las cuales persiste 
como la misma en todas sus alteraciones de estado, que por ende le convienen 
permanentemente en este cambio de los estados. 

% Para este pasaje cfr. $32, p. 126 s. 

! Estas exposiciones se aprovechan parcialmente en la segunda sección; 
éfr. ahí $32, p. 126 ss. 


y345/ 


398 ANEXOS 


persistentes que son unidades de nexos causales. / Así que no está 
aperceptivamente constituida meramente de modo inductivo, Ella es 
unidad de una vida anímica, de una corriente de conciencia; ésta es 
vida de un yo idéntico, una unidad que se prolonga a través del tiempo 
(a través del mismo tiempo en el que el cuerpo dura), y produce “efec- 
tos” en la physis y experimenta efectos provenientes de ella: muestra 
ciertamente una identidad también en tanto que, en conjunto y en cir- 
cunstancias físico-corporales dadas, se “comporta” reguladamente al 
reaccionar, siente así y asá, percibe así y asá, etc. Queremos decir tam- 
bién que, en circunstancias anímicas dadas, algo en la corporalidad se 
altera como consecuencia, la mano se mueve, etc. Pero cuando se le 
adscriben también propiedades psicofísicas en cuanto algo así como 
una naturaleza, entonces ella no £s, sin embargo, esta naturaleza, ella 
por principio no se disuelve en naturaleza. 

Su ser no es “sustancial” en el sentido en que lo es el ser cósico, y 
si a éste le tomamos la idea de sustancia, como lo ha hecho Kant, en- 
tonces sin duda tenemos que decir que no hay una sustancia del alma, 
Y esto mismo significa: el alma no tiene un “en-sí” análogamente a la 
“naturaleza”, ni una naturaleza matemática como la cosa de la física ni 
una naturaleza como la cosa de la intuición. El alma no es una unidad 
esquematizada; y por lo que hace a la “causalidad”, ahora hay que de- 
cir: si llamamos “causalidad” a la relación de dependencia funcional o 
legal que es el correlato de la constitución de propiedades persistentes 
de algo real persistente del tipo naturaleza, entonces, tratándose del 
alma y en la psicología, no puede en general hablarse de causalidad. 
No toda funcionalidad legalmente regulada en la esfera de los hechos 
es, en este sentido, causalidad. El flujo de la vida anímica tiene su 
unidad en sí, y puesto que el “alma” mundanamente real pertenecien- 
te a un cuerpo está en nexo funcional de dependencia recíproca con 
el cuerpo cósico, el alma tiene, desde luego, sus propiedades anímicas 
permanentes, que son expresiones para ciertas dependencias regula- 
das en el presentarse de lo anímico en su dependencia respecto de lo 
corporal. Ella es ente que está referido condicionalmente a circuns- 
tancias corporales, y reguladamente a circunstancias en la naturaleza 
física; e igualmente caracteriza al alma el que los sucesos anímicos 
tengan consecuencias en la naturaleza de modo regulado. 

Por otro lado, este nexo psicofísico y su regulación caracterizan 
también el cuerpo mismo: pero el cuerpo no recibe por ello ningu- 
na “propiedad de la naturaleza” nueva, así como el alma misma no 
es por esa regulación en la existencia anímica naturaleza alguna y no 
recibe ningunas propiedades de naturaleza. No se vuelve por ello una 
mera X de propiedades causales. Pero a través de tales nexos con lo 


ANEXO XII 399 


corpórco (que en la actitud naturalista es puesto pura y simplemen- 
te como existente) tiene el alma copertenencia de existencia con la 
naturaleza, “existencia” como suceso del mundo, existencia “en el” 
espacio, existencia “en” el espacio-tiempo. Y así también tiene ella, 
podemos decir, una cuasinaturaleza y una cuasicausalidad: con tal 
que, justamente, ampliemos los conceptos de naturaleza o / de sus- 
tancia y causalidad, y designemos como “sustancia” (existencia cósica 
real) a todo existente que esté referido a circunstancias condicionales 
de la existencia y se halle bajo leyes de existencia, y como “causal” a 
toda propiedad que se constituya aquí como condicionalmente deter- 
minada. El alma tiene en sí una esencia propia que precede a todas 
las causalidades en las que esté entrelazada. Esta esencia puede con- 
siderarse por sí misma prescindiendo de todo lo anímico-causal (en 
oposición al cuerpo, que es de cabo a cabo causal y no tiene una esen- 
cia propia precedente). Ente mundano, real, es el alma a priori sólo en 
cuanto entrelazada psicofísicamente y mancomunada o susceptible de 
mancomunarse con otras almas. No está todavía dicho, empero, hasta 
dónde es susceptible de ser puesta en esencialidad propia; de seguro 
no como mundana. *%* 

Lo subjetivo, el ser de un sujeto y de su vida de sujeto, desde el punto 
de vista de estos nexos condicionales, es la subjetividad naturalizada, 
es lo “psíquico” en el sentido de la psicología naturalista moderna, 
que considera por ende al hombre como naturaleza y lo inserta en el 
nexo de la naturaleza. 


$ 4. El hombre como sujeto espiritual 


Pero lo que en la vida llamamos un hombre, y lo que en las ciencias 
de la vida, en las ciencias del espíritu se trata (es tema teórico) como 
sujeto, y en las del espíritu objetivado como mundo circundante espiri- 
tual, como cultura, en particular como hombre, ése no es este hombre 
naturalizado. Pues por legítima que sea naturalmente esta naturaliza- 
ción, y por justos que sean los temas de investigación científica que 
aquí comprenda el título naturaleza, este título abarca muy poco la 
esfera específicamente espiritual en sus referencias espirituales. 

Si me interesa el hombre como sujeto humano, como persona en 
el conglomerado personal, entonces obviamente está también ligado 
corporalmente, está para mí allá afuera en el espacio, va hacia allá, se 
sienta, habla a los hombres que se hallan junto a él en el espacio, etc. 
Pero el interés no va a la naturaleza, sino precisamente al sujeto, y no 
es más que un prejuicio pretender que la naturaleza es el verdadero 
ser del sujeto. No puedo estudiar las cosas de otro modo que como 
naturaleza, pues la naturaleza es su esencia y la verdad de la cosa es 


/346/ 


/347/ 


400 ANEXOS 


verdad de la naturaleza, y si busco la verdad “objetiva” tengo que hacer 
física. Pero aquí no es así. Cierto que, lógicamente hablando, conver- 
tir el espíritu en tema quiere decir convertirlo en “objeto” (objeto), en 
objeto teórico. Pero esto ya ni con mucho quiere decir explorar el es- 
píritu en cuanto naturaleza, y si a pesar de ello decimos “naturaleza 
del espíritu”, lo hacemos equívocamente, pues en tal caso naturale- 
za significa esencia, y en este sentido se habla también de la natura- 
leza de los números, etcétera. 


$ 5. La empatía como referencia espiritual (no natural) entre sujetos * 
Con la empatía se le adscriben todas las referencias-de-yo al sujeto 
del cuerpo ajeno, y al respecto hay que advertir desde un principio 
que la apercepción empática apresa “desde fuera” el cuerpo ajeno en 
cuanto cuerpo tal como otros cuerpos y luego como portador de sen- 
saciones y de posibles influjos, y a la vez como órgano de un sujeto 
que es dependiente de él en cuanto a sus sensaciones, percepciones y 
en sus otros actos de sujeto y disposiciones; pero por otra parte, que 
en esta aprehensión realizadora, que aquí ya no es “conciencia expe- 
riencial”, “apercepción”, no radica todavía que yo convierta en objeto 
temático la realidad de naturaleza del otro, el hombre como miembro 
de la naturaleza. Más bien, en la empatía estoy vuelto al yo y la vida de 
yo ajenos y no a la realidad psicofísica, que es una realidad doble con 
el nivel de realidad física como fundante. El cuerpo ajeno es para mí 
pasaje (en la “expresión”, en la indicación, etc.) para la comprensión 
del otro allá, del él; él mueve la mano, él coge esto y aquello, él da un 
golpe, él piensa, es motivado por esto y aquello. Él es centro de un 
mundo circundante —y en éste de un mundo circundante corpóreo— 
que le es aparente, que le está presente recordativamente, es pensa- 
do, etc., y que en parte considerable tiene en común conmigo y con 
otros. El hombre aparece, pero yo estoy vuelto al sujeto-hombre y a la 
subjetividad en sus relaciones de sujeto, en sus nexos de motivación. 
Si hemos recogido a sujetos ajenos en nuestro mundo circundante 
subjetivo y por ello eo ipso nos hemos agregado nosotros a nuestro 
mundo circundante, entonces nace el campo de las referencias sociales 
de la subjetividad: nosotros en cuanto sujetos personales del trabajo 
común, la investigación común, la actividad técnica, etc., y luego se 
originan las correspondientes apercepciones de las labores en cuanto 
labores, de las labores singulares y las labores totales, de las obras 
en cuanto obras, como obras del individuo y obras de la comunidad, 


Las siguientes tres hojas del manuscrito se usan en la tercera sección; 
cfr. ahí 855. “El yo espiritual...”, p. 215-p. 220, línea 8. 


— 


ANEXO XII 401 


pero también de los pensamientos y sentimientos, etc., del individuo 
en cuanto motivado por el medio, por “influencias” de los otros, sea 
de los otros en el trato mutuo inmediato, sea por las vías mediatas del 
entendimiento de sus obras o de la tradición, etcétera. 


$ 6. Yo espiritual y yo psicológico. - Constitución del yo como sí mismo en 
la apercepción de sí mismo. Diferenciación entre el yo primigenio y el sí mismo 
apercibido en la apercepción de sí mismo; la persona, el yo de la experiencia 
de sí mismo, de la autoconciencia 


En la totalidad de estas referencias espirituales del sujeto se abre pa- 
ra nosotros un campo para otra especie de ciencias, diferentes por 
principio / de las ciencias de la naturaleza. Aquí se incluye toda ob- /348/ 
servación del hombre y todo saber sobre el hombre, el estudio de las 
personalidades, de las socialidades y de la conformación y transforma- 
ción de los mundos circundantes para las personalidades —un complejo 
de ciencias que reunimos bajo el título de ciencias del espíritu. 

¿Qué pasa ahora con este estudio de las personalidades humanas y 
mundanas, el estudio “nosotros y nuestro mundo, en el cual nosotros 
mismos nos encontramos” —en relación con el estudio del alma en 
el sentido de la psicología? Partamos de lo primero, el estudio del 
mundo del espíritu, que es el del mundo naturalmente dado. Pues 
van juntos: el estudio de las personas y el estudio de los mundos 
empíricos individuales y comunes. Individualmente, las personas son 
lo que son en referencia a sus predaciones subjetivas, las cuales están 
entrelazadas con su mundo externo; éste es o puede ser patrimonio 
común para todos los hombres normales, 

Pero puedo sin embargo distinguir: estudio el mundo circundante 
material como mundo circundante descriptivo del hombre normal, o 
incluso de los hombres normales de una época. Por otro lado puedo 
estudiar a una persona, los tipos personales, etc., sus predisposiciones 
de carácter, etc., también la esencia y el desarrollo de las personalidades, 
el desarrollo de sus concepciones del mundo, de sus cosas y posiciones 
de cosa; puedo, en suma, entrar en las ciencias del espíritu. Puedo, 
por ejemplo, considerar cómo el hombre histórico se dedica a la física, 
puedo atestiguar cómo concibe la idea de la naturaleza y cómo, guiado 
por ella, conoce la naturaleza.” ?% Pero también puedo entrar en la 


” Estoy, por ende, tanto antes como después, en actitud orientada al mun- 
do en cuanto predado, pero en especial mi terna es el hombre y la humanidad, 
en la medida en que ésta está referida concientemente al mundo como su mun- 
do circundante, y en cada caso a su mundo circundante subjetivo, tal como 
clla tiene en éste, en cada caso, el campo de sus ciencias respectivas, etcétera. 


/349/ 


402 ANEXOS 


física, pues también éste es un campo de la actividad posible del yo 
espiritual, en la cual precisamente nace constitutivamente este campo: 
la determinación lógica del objeto material corno unidad sustancial- 
causal y, por ende, de la naturaleza entera; igualmente la corporalidad 
bajo el punto de vista de la naturaleza, y finalmente el alma. 

En la actitud natural orientada a las almas de los cuerpos corporales 
el tema es el sujeto como alma en la vinculación con el cuerpo (lo 
psicofísico), pero en la actitud espiritual tengo como tema exclusivo 
pura y simplemente los sujetos y sus mundos circundantes. En tanto 
que estos últimos, en lo referente a su estructura de naturaleza fisi- 
ca, son comunes de modo típico-normal, y no son objetivos de modo 
absolutamente riguroso, requieren la matematización cuando se busca 
la objetividad rigurosa; esta objetividad es, empero, una meta de trabajo 
intelectual que constituye nuevas objetividades: las exacta y científi- 
camente “verdaderas”. Éstas no determinan (motivan) al espíritu en 
tanto que no son concientes. Tal como una herramienta solamente 
determina como herramienta a quien la ha aprehendido como tal, o 
como para los chinos una sinfonía de Beethoven no existe y no es por 
tanto determinante. Todo objeto del mundo circundante, / por ejem- 
plo la amapola roja, existe para aquel que al verla la “tiene”, y esta 
existencia es “relativa” (una relatividad peculiar). P? 

Sin embargo, el sujeto personal no es el mero yo puro. El yo perso- 
nal puede engañarse acerca de sus capacidades. Pero tiene entonces 
otras. Tiene que tener algunas; está necesariamente en desarrollo y 
habiéndose desarrollado; tiene su génesis (teleosis) necesaria, y puedo 
estudiarla: ésta está siempre determinada por el vaivén entre el haber 
predado y el volverse y la actuación con ello, y la constitución de una 
nueva objetividad, de un nuevo haber para nuevas objetividades. 

¿Es esto estudio del “alma” en el sentido de la psicología moderna? 
El alma no es el yo” que tiene y se comporta, no el sujeto personal 
de las capacidades, sino lo que, incluido como psíquico en el cuerpo, 
existe en el espacio objetivo y el tiempo objetivo.* 9 Ahí está la dificultad 
principal: determinar esto con claridad. El yo espiritual es punto de 
referencia para todo, el yo que se refiere a todo lo espacio-temporal, 
pero él mismo no está en el tiempo y en el espacio.*% Todo lo temporal 


" Obviamente, tengo que distinguir alma y persona, pero ¿no es la persona 
una determinación del alma, una unidad constituida en ella? 

2 ¿Quiere esto decir ser “científico-naturalmente” en el espacio y en el 
espacio-tiempo —bajo la idea de un “en-sí” como sustrato de “verdades en sí” 
reales? Este ser-en:sí “objetivo” en contraste con el ser de la facticidad subjetiva, 


o sea, del ser-relativamente a mi y mi “aquí” y “ahora”, esto es, en un Caso 
objetivación idealizante, cn el otro subjetivación. 


ANEXO XII 403 


está en el campo de su mirada e igualmente todo lo espacial, todo lo 
ideal y todo lo empírico, etc. Está en particular referido a un cuerpo, 
que en un sentido peculiar tiene por suyo, pero no es algo real enlazado 
con el cuerpo. 

Por otro lado, el animal (el hombre o el animal) puede ser consi- 
derado como cosa en el mundo, como unidad real-causal. Esto ocurre 
cuando el tema es lo psicofísico, el sujeto en el sentido de la psicología 
psicofísica: un algo idéntico de los nexos empíricamente reales entre 
el cuerpo físico y lo psíquico. Así considerado, el hombre es unidad 
real, de doble estrato, en la naturaleza objetiva. Si me sumerjo en lo pu- 
ramente subjetivo, en uno de los estratos, y permanezco precisamente 
en la actitud natural, entonces! él es, empero, la persona idéntica 
referida a su campo de subjetividad, sujeto personal con su campo 
subjetivo. 

Puede entonces preguntarse: ¿no es este SUJETO PERSONAL UNA "FOR: 
MACIÓN GENÉTICA SUBJETIVA”? Tiene sin duda que ser pensado necesaria- 
mente como algo que se desarrolla, que desde el comienzo de este 
desarrollo tiene ya sus disposiciones determinadas. Éstas se manifies- 
tan en la manera como transcurren sus vivencias en la corriente de 
conciencia. De modo que el sujeto puede ser entendido también co- 
mo la unidad que se manifiesta en la corriente de conciencia. Así 
pues, aquí se diferencian: 1) la unidad de la persona, 2) el sí mismo 
en cuanto / la unidad constituida en mí como “yo”, constituida en 
la experiencia de sí mismo, en la apercepción de sí mismo, en cuanto 
presunto con horizonte abierto, cuyo ser verdadero sería el de la per- 
sona conocida. El sujeto personal desarrollado es sujeto conciente 
de sí mismo: el sí mismo como objeto es un producto constitutivo, una 
unidad “aperceptiva”. En el comienzo de su desarrollo, el sujeto no 
es objeto para sí mismo y no tiene una unidad aperceptiva “yo”. Pero 
nunca tampoco en el curso ulterior del desarrollo es ésta una unidad 
definitivamente determinada: yo puedo ser más y distinto que el yo 
en cuanto unidad aperceptiva.? 

A la esencia pura del alma pertenece la polarización-yo; además per- 
tenece a ella la necesidad de un desarrollo en el cual el yo se desarrolla 
hacia la persona y como persona. A la esencia de este desarrollo per- 
tenece que el yo como persona está constituido en el alma mediante 
la experiencia de sí mismo. Un ser personal solamente es posible co- 
mo ser conciente de sí mismo, y el sí mismo de la experiencia de sí 

mismo es, en cuanto experimentado, un sí mismo presunto; el ver- 
dadero sí mismo es la persona misma en cuanto la persona del nivel 


? El texto siguiente del manuscrito se emplea en la tercera sección. Cfr. 
ahí p. 252, línea 26, hasta p. 253, línea 16. 


/350/ 


/351/ 


404 ANEXOS 


respectivo de desarrollo. En la vida, la persona es trascendente —una 
trascendencia interna que, pese a todo autoengaño, es absolutamente 
incancelable. 

Sobre el suelo de la actitud natural distinguimos: 

1) El yo concreto o el alma, explorada según lo psicofísico suyo:** 
la subjetividad psicológica: el sujeto yo (es indiferente si y en qué me- 
dida se apercibe temáticamente a sí mismo) que es en sus “estados” 
(en cuanto su haber real subjetivo), sus apercepciones con sus conteni- 
dos de sentido, sus actos; todo ello tomado concretamente a una, en el 
nexo empíricamente real, con el mundo de cosas absolutamente puesto, 
O el sujeto mismo que vive en su vida anímica y que constantemente 
cambia según el contenido de esta vida, pero que cs una unidad en 
este cambio, se desarrolla en él, tomado a una con todo lo “subjetivo” 
suyo, pero realmente enlazado con el cuerpo, incluida la “persona en la 
naturaleza”, 9) El sujeto en el nexo de motivación, como persona, 
el sujeto espiritual o el alma concreta no como naturaleza, tampoco el 
sujeto personal humano en la naturaleza y enlazado con la naturaleza 
en el sentido estricto (el físico). Es el sujeto que no sólo Es, sino que 
se apercibe a sí mismo como sujeto. El sujeto como espíritu, como 
persona, tiene autoconciencia o un yo (lo que es lo mismo); un alma 
no necesita tener autoconciencia. El sujeto, empero, no solamente se 
apercibe a sí mismo, sino también a otros sujetos, que, igualmente, 
no sólo son, sino que también se aperciben a sí mismos. Y todos estos 
sujetos están en contacto espiritual; se presentan las apercepciones del 
yo y tú, del nosotros, que forman el fundamento / del trato mutuo de 
las personas. Además, cada sujeto tiene su mundo circundante puesto 
por él y dado a él, que finalmente es identificable como el mundo 
circundante común a todos, esto es, el mundo. En la referencia a un 
mundo circundante común se constituyen conglomerados personales 
que pueden ser considerados como personalidades de orden superior. 
También en su caso podemos hablar de una “autoconciencia” y dife- 
renciar, por ejemplo en una nación, el alma nacional y la nación como 
sujeto nacional en el sentido de una personalidad autoconciente. 

El alma según su esencia propia y según los nexos anímicos esen- 
cialmente propios con otras almas: eso es en verdad lo primero en 
una psicología. Pero se requieren otras distinciones. El mundo como 
universo de la experiencia es una unidad inductiva universal, una uni- 
dad de copertenencia “empírica”; en ella una unidad particular: la 
naturaleza. Pero la investigación inductiva no se limita, respecto de lo 
anímico, a lo psicofísico. Uno tiene que esbozar y puede esbozar de 
antemano las posibles enseñanzas de la investigación inductiva. Pero 
ahora falta todavía la diferencia básica: investigación Pura del alma con 
la estratificación en investigación personal y exploración del estrato 


ANEXO XU 405 


inferior de la pasividad anímica, que es preparatoria porque a ella le 
compete la asociación corno hecho espiritual, que hay que diferenciar 
de la asociación como experiencia inductiva, 

Pero aquí hay que poner atención en que la investigación científico- 
espiritual tiene a una cl mundo circundante en validez natural como 
mundo, pero a la vez lo tiene en cuanto mundo circundante subjetivo 
como tema —y sólo así como tema, Las cosas son y entran en consi- 
deración para el investigador personal, para el científico del espíritu, 
solamente como cosas que son en el cómo de la mención de las perso- 
nas, las cuales son ahí las temáticas, 


$ 7. Los sujetos en la consideración de la naturaleza y en la del espíritu 


Enlas ciencias antropológicas*” del espíritu tenemos que ver con suje- 
tos en el sentido mencionado bajo (2), con personas y personalidades: 
el sujeto es conciente de sí mismo y por ello sujeto desarrollado del 
nivel “espíritu” en el sentido leibniziano. El espíritu como unidad del 
yo-de-la-motivación, del yo de las capacidades, se vuelve objeto cuando 
ejecuto, empatizando, la consideración interna y traigo a claridad el yo 
que está ahí empatizado (o el sujeto antes de la autoconciencia), con 
su mundo circundante y con lo que lo motiva en él. Yo mismo perma- 
nezco en mi mundo intuitivo; en cuanto yo, tengo mi entorno y tomo 
lo que ambos tenemos intencionalmente como común, precisamente 
como común. Así lo hago con todos los hombres que encuentro en 
el circulo de mi entorno: me vivo en cada uno y co-vivo su hacer y 
padecer y co-tengo su mundo circundante, poniéndolo en referencia 
al” mío, precisamente en la medida en que subsiste la conformi: 
dad. / Pongo los cuerpos como cosas de mi entorno y, por otro lado, 
como expresiones para los sujetos (que tienen este cuerpo en la visión 
interior); los sujetos están unos con otros en enlace de comunicación, 
de modo tan inmediato como ellos precisamente lo vivencian. En esta 
vida de los espíritus, en su ser activo y su padecer, hasta en su sub- 
suelo sordo, en el dormir, etc., se acredita su “realidad”, su unidad de 
“causalidades de libertad” y falta de libertad espirituales. 

¿Qué sucede ahora si queremos explorar el alma y el hombre como 
naturaleza? ¿Qué clase de dirección de la mirada tenemos ahí? Para 
esta manera de consideración hay que tener a la vista lo siguiente: en 
ella tematizo científicamente las cosas de mi y nuestro entorno no co- 
mo tales, o sea, no como las cosas correlativamente a mí y a nosotros, 
como nuestro enfrentante, sino que las pongo “absolutamente”. Esto 
es, plantco las cuestiones científicas con respecto a su en-sí y exploro 
exclusivamente este cn-sí. Tomo por ende todas las cosas del entorno, 


» 


2/ 


/353/ 


406 ANEXOS 


las mías y las de los otros sujetos, «omo meras apariciones, y las apari- 
ciones no me interesan ahora, o solamente en la medida en que sirven 
para ofrecerme el cn-sí. Convierto en tema todas las “cosas”, convierto 
en tema el mundo entero que vale para mí y para nosotros, no tal 
como es fácticamente válido para nosotros, sino respecto de su ver- 
dadero ser, y tampoco entonces en relación con nosotros bajo la idea 
de nuestra racionalidad, y por ello como un mundo circundante ideal, 
sino precisamente pura y simplemente como el que es realidad “en sí”, 
Pero puesto que los otros y yo mismo co-pertenecemos en todo caso 
a mi mundo circundante predado y al de cada uno y bajo la idea de 
su ser verdadero podemos ser considerados como co-miembros del 
mundo, vienen luego también todas las apariciones a figurar como 
momentos del mundo real.998 

¿Pero qué ocurre entonces con los sujetos? ¿Puedo también aquí 
decir: los tomo como meras apariciones de los sujetos en sí? El yo que 
se expresa ahí en el cuerpo intuitivo, ¿puede ser la aparición de una X 
que hay que determinar? ¿Puede serlo en el sentido en que toda cosa 
intuitiva, la cosa y no un aspecto de la cosa, ha de ser “aparición”, la 
cual lógicamente ha de encerrar en sí un ser verdadero, el “matemá- 
tico”? ¿O sea un producto del pensamiento? En este sentido: no; el 
sujeto ajeno está dado en la empatía y se manifiesta primigeniamen- 
te en su absolutez irreal, y todo el que sea capaz de empatía lo capta 
directamente como el mismo, si en general lo capta correctamente, si 
en general lo comprende. Ásí que el sujeto humano es sin más un ser 
intersubjetivo. 

Pero aquí la cuestión no es si los sujetos son meras unidades de exhi- 
biciones en el mismo sentido que las cosas físicas, sino si los sujetos, 
en cuanto co-pertenecientes al mundo predado, no están precisamen- 
te dados también en maneras subjetivas cambiantes en cuanto así y 
asá apercibidos, representados, presuntos, de tal manera que respecto 
de ellos, como respecto de todo lo mundano predado, quepa la pre- 
gunta por su verdadero ser frente a las / “apariciones” o menciones 
fácticas de ellos. Y éste es el caso, como se comprende de suyo. Pre- 
suposición de todo es que todos nosotros, en la comunicación y en 
la vida personal-singular, en cuanto constantemente referidos a la co- 
munidad, referidos a “el” mundo, “sabemos”: lo que yo experimento 
mundanamente, cualquiera puede experimentarlo <como> lo mis- 
mo, mientras que a la vez sabemos que cada uno tiene sus pareceres, 
sus maneras de aparición, etc. La predación del mundo significa por 
ende: la constancia de una convicción universal del mundo, de un 
tener-mundo, que, no obstante, es a la vez presunción de un ser, sicm- 
pre dación de ser y, sin embargo, en cuanto dación de un ser que tiene 
su verdadero ser sólo delante de sí. Ciertamente, en la vida actual no 


ANEXO XII 407 


necesita uno siquiera estar conciente de que el ser verdadero es una 
idea que yace en lo infinito. 

¿Qué es lo que queda? Sólo esto: que la posición del mundo obje- 
tivo, y en primer lugar, digamos, de la naturaleza física “en sí” (de la 
lógicamente verdadera), la cual se lleva a cabo en cuanto pongo pura y 
simplemente y fuera de su relatividad a mí la cosa relativa del entorno, 
crea un marco en el cual puedo y tengo que insertar al espíritu, al suje- 
to. Las cosas tienen una esencia causal, absolutamente, la experimente 
yo o no. Ellas son con sus determinaciones sin mí. También los sujetos 
tienen su en-sí mundano y en alguna medida su esencia “causal”, sepan 
ellos acerca de ello y sepa yo acerca de ello o no. Subsisten ahí nexos 
psicofísicos, entren o no en el dominio de la intencionalidad actual. 
Así como la naturaleza objetiva fue descubierta por el hecho de que 
la naturaleza experimentada fue convertida en tema puramente como 
res extensa y la naturaleza experimentada fue punto de partida para 
la meta de determinar teóricamente un en-sí objetivo de la naturale- 
za incondicionalmente válido para cualquiera, con otras palabras, de 
ejecutar teoría científico-natural y determinación teórico-lógica del ser 
experimentado por caminos teóricos, así tuvo que llegarse a la meta de 
una verdad en sí para el mundo en su totalidad, y en ello la naturaleza 
matematizada tuvo que servir como soporte en el tratamiento teórico 
de la subjetividad anímica. Pero, ciertamente, sólo una consideración 
universal científico-espiritual trascendental puede aclarar el sentido 
de la naturalización matemática y hasta de su exacta o más general 
transferencia al mundo y poner de manifiesto su derecho.*% 

El hombre en cuanto unidad psicofísica inductiva-real es pues un 
tema legítimo, pero es preciso que no se adose a lo anímico la meta 
de una psicología exclusivamente psicofísica. Lo anímico porta en sí la 
persona con su mundo circundante personal en su aparición y en cada 
caso en posición de validez mediante la persona. Entonces, por ende, 
la investigación científico-espiritual entera está dirigida a una verdad 
que es una parte integrante de la verdad para el mundo real objetivo 
(véase más adelante). Pero sin duda está vista la diferencia fundamental 
de una ciencia del espíritu que ejerce tal función (como ciencia positiva 
en el sistema de las ciencias positivas) / frente a una ciencia absoluta /354/ 
del espíritu. El interés en un conocimiento del mundo, del mundo 
predado de las realidades, es completamente desconectado, y en vez 
de convertir el mundo pura y simplemente en el tema absoluto, me 
convierto a mí mismo en el tema absoluto y también convierto en tal 

mi subjetividad comunicativa, como aquella cuyo mundo circundante 
común a todos— de la verdad es este mundo, o como aquella que 
Pone en validez todo lo que vale como existente, que es sujeto para 
todo lo que es objeto —su objeto—, y como aquella que, si le cuadrara, 


/355/ 


408 ANEXOS 


se entregaría ella misma a una verdad en sí, etc. Yo me pongo a mí 
como sujeto y no conto objeto del mundo ya cuando pongo mi cuerpo 
y luego todo lo que para mí vale como mundano y en todo caso como 
existente, como lo experimentado de mis experiencias, etc., como mi 
haber cognoscitivo, como mi objeto práctico, etcétera. 

En ello hay que advertir que incluso la apercepción personal de sí 
mismo, así como la empatizada en el otro y la apercepción ajena, es 
precisamente apercepción, aparición de sí mismo y aparición de otro, 
y que yo, frente al ser objetivo verdadero de la persona del mundo per- 
sonal, tengo la contraparte en la subjetividad trascendental, en la cual 
la apercepción de ella misma y del polo objetivo “persona” constituido 
en ella es una formación trascendental. 

Y cuando yo, al ejecutar empatía, experimento a otros, no los to- 
mo solamente como lo experimentado de mis experiencias, como mi 
haber, sino como sujetos, como yo mismo soy, es decir, como sujetos 
para su mundo circundante en cuanto válido para ellos y a la vez co- 
mo sujetos para el mismo mundo que en todas nuestras “apariciones” 
circunmundanas (los mundos subjetivamente válidos), conforme a su 
abarcante validez, vale para todos nosotros como el mismo mundo, 
que se da al uno así, al otro de otro modo. También este mismo puede 
ser todavía relativo, en la medida en que eventualmente todos noso- 
tros concordamos en un contenido (como mundo real e idénticamente 
existente) frente al subjetivamente cambiante, mientras que, sin embar- 
go, en la marcha de la historia este contenido mismo puede mudarse, 
pero nosotros estamos de nuevo seguros de que siempre fue el único 
mismo mundo que históricamente a nosotros, o históricamente a las 
diferentes civilizaciones, etc., nos “apareció” en una ocasión así y en la 
otra de otra manera. Si esta manera de consideración se lleva adelante 
universal y consecuentemente hasta el final, alcanzamos la ciencia del 
espíritu universal absoluta —la fenomenología trascendental. 

¿Pero qué pasa ahora con las ciencias del espíritu fácticas? ¿Son 
ciencias en el sentido fenomenológico-trascendental, en el que se des- 
cubre la entera subjetividad absoluta concreta, con su entera vida 
vivida, pero latente, la vida en la que se constituye lo aparente y lo 
verdadero, lo relativo y lo absolutamente verdadero (conforme a una 
idea eventualmente legitimada o sólo parcialmente legitimada)? Las 
ciencias del espíritu son en lo esencial ciencias personales. Tratan de 
personas en conglomerados personales y del mundo circundante per- 
sonal que se origina a partir de actos personales / en motivaciones 
personales. Ello requiere la más fina caracterización y la demostración 
de que aquí hay un campo inmenso de nexos patentes sobre el cual 
puede uno moverse, sobre el cual puede uno ver y por ello comprender 
una racionalidad de las motivaciones, mientras que este campo entero, 


ANEXO XI! 409 
que está y puede estar en la luz, tiene un subsuelo oscuro que hay que 
conquistar; éste cs el subsuelo de las motivaciones y constituciones pa- 
sivas, el que hace que la comprensibilidad científico-espiritual guarde 
siempre también lados de incomprensibilidad. Falta además la pureza 
de la actitud científico-espiritual en la medida en que no se distingue 
entre ciencia del mundo, y especialmente ciencia de la naturaleza y su 
actitud, y ciencia pura del espíritu, y reconoce a su lado una ciencia 
de la naturaleza como ciencia que reside en el mismo plano, en vez de 
transmutarla en ciencia del espíritu. *!! 

El hombre en cuanto unidad psicofísica es obviamente, en cuanto 
tema, en cuanto dirección de la investigación, enteramente distinto 
del hombre en cuanto sujeto de la intencionalidad, referido al ser que 
es ser intencionalmente puesto-como-real y en la medida en que lo es. 
Ciertamente, la naturaleza experimentada es “la misma” que la natura- 
leza objetiva, pero, bien visto, ¿qué quiere decir esto? Esto quiere decir: 
cuando experimento y estoy en la actitud teórica, mantengo firme en 
la marcha subsecuente del pensar científico-natural la X de la determi- 
nación puesta primigeniamente como existente en la experiencia, lo 
que precisamente se determina en la conciencia de lo idéntico. Pero 
cuando no estoy teóricamente dirigido, cuando por lo demás vivo co- 
mo sujeto, entonces la cosa está intuitivamente ante mis ojos, ella está 
ahí y me determina, yo la valoro, etc. Entonces, y ordinariamente, la 
actitud-de-vida del espíritu no es una actitud de determinación teóri- 
ca, y lo que en ella es objeto es lo intuido en el cómo del ser intuido, 
y caracterizado como existente, o lo pensado en cuanto así pensado 
y puesto. Esto así caracterizado me determina y de hecho no es lo 
mismo que la cosa “objetiva” teórica inherente a otra actitud, la cual 
es más bien meta ideal para un trabajo teórico, y en este trabajo no 
tengo la cosa objetiva misma (lo que sería la meta alcanzada), sino que 
me motiva la “idea” de algo indeterminado y que hay que determinar 
sobre la base del experimentar como meta intencional. La actitud del 
sujeto que ejerce su función es por ende, en lo general, distinta de la 
del investigador de la naturaleza. El sujeto personal, que ejerce perso- 
nalmente su función en la vida, es el sujeto de la vida activa que tiene 
su mundo circundante constituido, su haber concordante; y en verdad 
el sujeto-objeto, el sujeto en la apercepción persona, el yo personal de 
la apercepción de sí mismo (de la experiencia de sí mismo humana) 
y, en conformidad con ello, el de la experiencia-tú y la experiencia: 
nosotros.**? No obstante, la actitud del científico del espíritu es de 
huevo una actitud teórica y justo aquella en que convierte en tema 
teórico al sujeto de la apercepción personal y su mundo circundante, , 
y pregunta qué es en ella el sujeto / y lo subjetivo suyo, ahondando en- /356/ 


410 ANEXOS 


páticamente en la actitud de éste.? El sujeto personal y su haber es ahí 
aquello cuyo ser verdadero quiere él determinar, y este ser verdadero 
es unidad en sus motivaciones, una unidad que en estas motivaciones 
está en su índole peculiar y tiene conciencia de sí mismo como tal 
unidad, pero sin conocimiento teórico; como yo autoconciente tiene 
de sí una apercepción, la primigenia apercepción de yo. 


$ 8. Diferenciación de la consideración psicológica y la psicofísica. — Psi. 
cología positiva - psicología naturalista - psicología cientifico-espiritual - 
psicología inductiva 


El hombre como objeto psicofísico tiene en común con el espiritual que 
lo espiritual, con toda su espiritualidad, con todo su comportarse y ser 
motivado, tiene en efecto que ser dado en la apercepción del hombre 
del psicofísico y dado como enlazado con el cuerpo. Pero el espíritu 
en cuanto unidad no es el tema del psicofísico como tal, sino que él 
observa lo que en la vida espiritual, en el tener sensaciones, en el correr 
de las apercepciones, en el correr de sus actos, etc., está condicionado 
psicofísicamente, y a la inversa, lo que en la corporalidad depende de 
ello. El espíritu en cuanto el ente en sí y por sí no es el tema absoluto 
del psicólogo positivo (del antropólogo positivo), sino el espíritu en 
cuanto inherente al mundo ahí delante. El espíritu puramente en sí 
eS TAMBIÉN su tema, así como toda condicionalidad psicofísica, todo lo 
empíricamente inductivo que le es mundanamente inherente; pero la 
actitud es precisamente la positiva y no la absoluta.*!* 

Ello da por resultado entonces un peculiar cambio de actitud en re- 
ferencia a lo espiritual. En la experiencia de sí mismo” *%* y la experien- 
cia del sujeto (del espíritu) en general, los sujetos son experimentados 
como existentes y están dados como unidades de sus maneras de com- 
portamiento en referencia a su haber, a sus esferas de subjetividad, 
sus mundos circundantes: el sujeto es uno y el mundo circundante es 
un correlato; lo subjetivo en cuanto haber no es sujeto. También hay 
que distinguir el sujeto como persona de lo subjetivo como vida.*”* 


9 Ahí tengo una apercepción personal del otro y la distingo de la aper- 
cepción de sí mismo que él tiene y que yo empatizo en él, o de lo que ahí 
es aperceptivamente aparente, lo mentado, del sujeto-objeto mismo, cuya ver- 
dad busca la ciencia del espíritu, con las inherentes motivaciones verdaderas 
(objetivo-subjetivas). 

" “Experiencia de sí mismo” se vuelve ambigua con la ciencia del espíritu 
(como tal y como espíritu absoluto): experiencia de sí mismo precisamente 
como trascendental, o ingenuamente como experiencia de sí mismo científico 
espiritual, experiencia de sí mismo como experiencia de sí mismo mundana. 


ANEXO XI 411 
El sujeto-yo mismo es dependiente de sus esferas subjetivas del haber 
en el sentido del ser afectado, etc.: motivación. Pero en este respecto 
no es dependiente causalmente, o más bien, no es / el animal en la 
naturaleza. No está mentado y puesto como naturaleza, así que no es 
determinable como naturaleza. No tiene sentido alguno considerar- 
lo como causado o como causante en el sentido natural. “Causa” es 
un concepto inductivo, asociativo. Los sujetos están unos con otros 
en causalidad de motivación. Hay condicionalidad psicofísica entre el 
dominio del yo del vivenciar, con todo lo que sucede en él, y la natura- 
leza, ante todo la corporalidad, y en especial, digamos, también entre 
los actos-de-yo, las cogitaciones, y la corporalidad. El sujeto puede ser 
puesto en referencia a la naturaleza misma solamente de tal manera 
que, precisamente, el alma concreta con yo, corriente de vivencias, ac: 
tos, etc., pertenece empíricamente al cuerpo. Los actos-de-yo entran 
allí en cuenta precisamente como sucesos en el tiempo natural, en el 
tiempo del mundo, como el “él mira hacia allá”, “él valora", etc., como 
las vivencias respectivas, tomadas como hechos del mundo, es decir, 
mundana-temporalmente. 

La actitud del psicólogo positivo consiste, por ende, en captar al 
hombre pleno, pero dirigiendo la mirada temática al reino entero de 
los componentes vivenciales y los demás componentes subjetivos del 
hombre, y con ellos también a los objetos circunmundanos del mismo 
meramente como correlatos de vivencias humanas. Lo que en este 
dominio se halla en condicionalidad psicofísica es tema psicofísico. 
Es comprensible de suyo que si el hombre, objetivado de esta manera, 
es puesto en la naturaleza, y la psicología quiere explorar el ser en- 
tero del hombre, tiene ciertamente que co-explorar al sujeto y todos 
los nexos de motivación, la génesis del sujeto. Una psicología objetiva 
plena tiene naturalmente que abarcar todo, incluso todos los nexos de 
motivación. Pero esta psicología objetiva no por ello coincide con la psi- 
cofísica puramente inductiva, y ésta a su vez no coincide con el círculo 
de aquellas investigaciones que exploran al hombre empíricamente co- 
Mo una cosa, puramente según principios inductivos. La psicofísica no 
es en modo alguno una disciplina matemáticamente cerrada, no es una 
psicología propiamente dicha. Considera a los hombres externamen- 
te, puramente en el marco de las regularidades empíricas-inductivas, 
y justo de las psicofísicas. ¿Puede empero esta nota de lo psicofísico 
ser lo que la diferencia de la plena psicología objetiva?* *!'? Como tema 


* Aquí hay que distinguir claramente: 1) el ámbito total de nexos empiri- 
Coinductivos; 2) lo específico de los nexos psicofísicos. De modo que la psi- 
cología inductiva no es psicofísica. Inducción puede haberla también en la 


/357/ 


/358/ 


412 ANEXOS 


de la psicología, el alma tiene propiedades que yacen fuera de la esfe- 
ra de motivación personal subjetiva, por ejemplo, las propiedades de 
la memoria, las asociaciones, etc., que uno puede también observar 
objetivamente y poner de manifiesto experimentalmente, y que, por 
otro lado, de ningún modo pueden ser llamadas nexos psicofísicos. 
Lo inductivo, por ende, no coincide con la condicionalidad corporal. 
anímica, sino que aquí hay que entenderlo como la totalidad de las 
regularidades inductivas / (incluso las regularidades del comportarse 
en los actos), que pueden ser comprobadas considerando al sujeto co- 
mo objeto en el nexo empírico-inductivo, en el nexo de la “expectativa 
de la costumbre”. 

Ciertamente puede preguntarse si en esas mancras de conside- 
ración inductivas y, sin embargo, no psicofísicas no puede estarse 
también en actitud científico-espiritual. Uno tendría entonces que con- 
sentir también cn la posibilidad de una psicología en actitud científico- 
espiritual, que proceda empírico-inductivamente y eventualmente de 
modo experimental, y la psicología experimental no sería ya necesaria- 
mente “científico-natural” (científico-mundana), psicología positiva. 
Por psicología científico-natural puede entenderse una psicología que 
“naturaliza” el alma, esto es, la considera de manera puramente in- 
ductiva como las realidades materiales.*1$ Hay límites en los cuales eso 
está justificado: el alma, el hombre anímico se comporta como una 
cosa empíricamente y de modo regular bajo circunstancias y puede 
entonces ser conocido según reglas e indicaciones externas. 


$ 9. Corriente de conciencia, vivencias y correlatos intencionales como nexos 
de la vida anímica 


Si como tema de la psicología se ha señalado en primer lugar el “alma” 
y al comienzo se ha preguntado por la relación de la actitud psicológica 
con la científico-espiritual, entonces para salir de aquellas dificultades 
tendremos ante todo que agenciarnos un panorama sobre lo que pue- 
de comprender el título “vida anímica del hombre”. 

Ahí tenemos: 

1) A una con el cuerpo, nexos de las sensaciones en los campos de 
sensaciones, complejos asociativos, apercepciones, etc. —una unidad 
de la corriente de vivencias en cuanto corriente del vivenciar. Cada vi- 
vencia recibe un puesto en el tiempo objetivo, y en verdad mediante un 
enlazamiento objetivo en el cuerpo de la naturaleza, y ahí subsisten, así 
sea muy indeterminadas, variadas relaciones objetivas de dependencia 


ciencia del espíritu como un método externo, extracsencial, que precisamente 
no ofrece nada de nexos esenciales, de comprensibilidades. 


ANEXO XUl 413 


entre lo físico y lo psíquico, que son inherentes al tiempo objetivo, a la 
forma de la existencia objetiva, 

2) Las vivencias son ahí, en sí y por sí, unidades del tiempo inma- 
nente de la corriente; otro nexo es, por ende, el del flujo primigenio, 
constituyente de lo inmanentemente temporal, y cl nexo inmanente 
intersubjetivo de la socialidad.**? 

3) En las vivencias intencionales está conciente para el sujeto de la 
corriente de vivencias este y aquel ser “trascendente”, cosas visuales, 
cosas intuitivas, algo pensado, etc, Ahí se habla por tanto de tres cosas: 
vivenciar, sujeto del vivenciar, objeto conciente en el vivenciar, El título 
alma comprende luego, con la corriente de conciencia una, el sujeto- 
yo inherente (ya dormido, ya despierto, ya activo en actos, ya afectado 
por cualesquiera “estímulos”, ya libremente activo, ya padeciente, / 
etc.), y “predados” al sujeto-yo son aquellos objetos “intuitivos” o inin- 
tuitivos múltiples e intencionalmente constituidos, objetos a los cuales 
está dirigido o no está dirigido, etc. Los “objetos” están ahí dados tan 
pronto en forma de “tesis” o caracteres dóxicos como objetos existen- 
tes, posiblemente existentes, probablemente existentes, también como 
objetos de valor, como objetos prácticamente debidos y queridos, etc. 
En cierta manera todo esto mismo pertenece a la corriente de concien- 
cia, pero es en ella mentado, pensado, conjeturado, valorado, etc., en 
esta forma noemática y con las características axiotéticas y sus modi- 
ficaciones y referido al yo. 

El yo, sin embargo, puede referirse también a sus vivencias y a sí 
mismo en la forma de la “autoconciencia”. 


$ 10. Lo espiritual en consideración psicológica y la cuestión de su “explica- 
ción”. Dos conceptos de naturaleza 


¿Qué ocurre ahora con los componentes noemáticos, los “objetos” y 
el yo desde el punto de vista de la psicología empírica y la psicofísica? 
El yo se comporta hacia sus objetos, eventualmente hacia sí mismo y 
sus vivencias —esto hay que considerarlo en cada caso como un factum 
temporal objetivo. Con la temporalización objetiva del alma también el 
yo es temporalizado, aunque él mismo no pertenece efectivamente a la 
corriente de conciencia: todo lo inmanente, en tanto que pertenece al 
tiempo inmanente, es llevado a la coincidencia con el tiempo objetivo, 
y a una con ello el yo, en la medida en que es el yo inseparable de 
esta corriente. Él pertenece “siempre”, “persistentemente” a ella, y 
Cada cogito, cada afección tiene su sitio temporal. Puede preguntarse 
cómo las vivencias, en cuanto facta objetivos, son dependientes de la 
Corporalidad. Aquí se incluye también todo cogito en cuanto vivencia, 
y también el hecho de que el yo toma ahí tal y cual posición hacia el 


/359/ 


/360/ 


414 ANEXOS 


cogitatum, de que se comporta (noemáticamente) así y asá hacia sus 
“objetos”; todo ello es un hecho que es uno con las vivencias mismas: 
las respectivas vivencias se presentan en la corriente como estos y 
aquellos cógitos. Este presentarse es un hecho real objetivo que puede 
aparecer como dependiente de circunstancias físicas, así como a la 
inversa pueden presentarse en la naturaleza objetiva procesos físicos 
como sus consecuencias. Los hechos espirituales (yo, comportándome 
de tal modo en mis circunstancias noemáticas), podemos decir, es un 
Jfactum en la corriente de conciencia, un factum en el ser anímico, el 
cual está atado al cuerpo. Puede ser estudiado como este factum de la 
naturaleza, por tanto también según condicionalidades psicofísicas y 
según todas las demás regularidades empírico-inductivas que haya. 

La persona como tal es la unidad-de-yo central en cuanto una uni- 
dad temporalmente persistente en la multiplicidad de sus afecciones y 
acciones. En la marcha de estos sucesos-de-yo temporales se constituye 
primigeniamente como persona, esto es, como sustrato de caracteres 
personales, / como unidad-de-sustrato en su ser temporal. Tal como 
está en cada caso constituida, funge como sujeto de motivación para 
nuevas afecciones y acciones. A la inversa, se “manifiesta” para quien 
la comprende (yo mismo para mí en la comprensión de sí mismo) 
por la manera como en cada caso se deja motivar o está activa. Hay 
que distinguir, por ende, la constitución primigenia y el experimen- 
tar comprensivo en medio de la constitución y de lo ya constituido, 
cuya comprensión es más plena mientras más llega la constitución al 
descubrimiento. * 

Si se estudia la personalidad unitaria que se manifiesta en sus actos 
y afecciones, entonces se estudia cómo “actúa” sobre otras personalida- 
des e igualmente experimenta espiritualmente efectos de ellas, cómo 
se constituyen personalidades de orden superior, cómo las personalida- 
des singulares y las personalidades colectivas de nivel superior ejecutan 
obras, cómo se constituyen, como correlato de su obrar espiritual, ob- 
jetividades de cultura, órdenes de cultura, etc., cómo se desarrollan 
personalidades singulares y personalidades comunitarias, cómo se des- 
arrollan las formaciones de cultura, en qué formas, en qué tipología 
y otras cosas similares. Naturalmente, en todo ello yace también un 
sistema de sucesos de la “naturaleza” en cuanto orden empírico-causal 
espacio-temporal del mundo, justo en la medida en que a todo ello 
le corresponden precisamente sistemas de vivencias de hombres co- 
mo unidades en la naturaleza espacio-temporal; si, o en la medida 
en que, estas vivencias son psicofísicamente dependientes y se ha- 
llan en general bajo reglas experimentales empíricas-externas, inducti- 
vas, entonces también estos hechos espirituales podrán ser considera- 
dos bajo puntos de vista psicofísicos, en general naturales. 


 — 


ANPAO NU 415 


Asi pues, tiene uno que decie una consideración cientifica de 
la rettidad Y" (una mtogta antropoloya centibica ea cusnto ciencia 
posativa!” de los hombres) encterra en al un estudio crentilico del es 
pirita y con ello de las abras espinitales, puesto que en efecto toda lo 
epiatual esta ca cierta minera euceriado eu los nexos de vivencias de 
los hombres singulares, y éstos Gienen, ent alcance indeterminado y 
que precistnecate hay que explorar mejor, Una condicionalidad psico: 
hncarespecto de la naturadeza sio; con más generalidad: son hechos 
taducti.uncate ermpleicos, y et todo caso, mcluso presciodiendo de 
elo, son y siguen siendo hechos del mundo espaciotemporal, incluso 
donde tales dependencias no están en cuestión. En las vivencias yace 
tunbien encerrado lo que los hombres le confieren como signiticado 
a cuslesquiera cosas en predicados de valor, etc., en predicados de la 
obra, de la maquina, de la pintura, etcétera. 

Cultura es entonces un título, por un lado, para cosas reales que el 
psicólogo científico positivo mismo encuentra objelivamente e identi: 
lica con cosga presuntas del hombre que funge como objeto cientílico 
mundano,29 y, por otro lado, para los actos de este hombre que con 
ficren signiticado en celerencia a sus cosas presse Desde cl punto 
de vista de la consideración de la realidad es por tanto correcto / /361/ 
decir que los predicados de valor, los predicados practológicos, e igual 
mente los predicados de cualidad sensible, de colorido, sonido, etc., 
son “meramente subjetivos”, No predicados de las maneras de apart 
ción “meramente subjetivas” en el sentido de lo real que se constituye 
a través de ellas según contexturas reales, Esto meramente subjetivo 
es, en el más amplio sentido, ideal, o irreal. Es empero, a su mane 
ra, verdaderamente ente, en cuanto verdad mentada y eventualmente 
acreditada frente a meras apariciones, por ejemplo, el color correcto, 
referido a nuestra normalidad como hombres que experimentamos; 
de otra manera, la verdad del valor de la genuina obra de arte, que 
por su lado, por ejemplo, en sus colores y formas vistos, está fundada 
en la verdad normal del ser como meramente subjetiva 

Podría decirse que lo psicológico es por un lado la conciencia, esto 
€s, el ente psíquico efectivo en el nexo psíquico (+ nexo de vivencias), 
y, por otro lado, el ente psíquico-intencional, el correlato intencional 
en forma de una cosa presunta con propiedades de aparición, pro: 
piedades de valor, etc. Pero ahí el psicólogo en cuanto investigador 
positivo o de la naturaleza, ejecuta la posición de la naturaleza física! 
Como posición tundamental y eventualmente co-hace conforme a ello 
la posición en la naturaleza del hombre que le sirve como objeto, pero 


* Naturaleza significa siempre todo de la naturaleza en el sentido del 
mundo universal de las realidades, 


/362/ 


416 ANEXOS 


ella reconoce desde st mismo con bases acreditantes, con lo cual la 
cosa iutencionalmente puesta del último vale a la ves como coa cea! 
de la naturaleza, por lo menos según ciertas circunstancias, y por lo 
demas como cexa real que es presunta o es intuida con tales y cuales 
caracteres subjetivos, 

Naturalmente, toda referencia espiritual de hombre a bomibre, y 
todo lo que se constituye en la espa itualidad de la personalidad supe: 
rior, sercdace, en atención a lo que da ac esta espiritualidad existernota 
espaciotemporal en ebtodo de honaturadeza, 7 alos hombres singula: 
ros psicofisicamente consider ados y los nexos de naturaleza entre ellos, 
La espiritualidad intersubjetiva, puramente tomada, no es en la expe: 
riencia del mundo para sí, sino mundana, por ende natural y tempo- 
ralmente, mediante la fundación determinada de los sujetos singulares 
con sus empatías singulares en los cuerpos reales singulares." En ello 
la “naturaleza” (mundo de la positividad), que cada ciencia de la natu: 
raleza (ciencia positiva)? explora atendiendo a uno de sus dominios, 
está siempre pensada como la unidad del orden temporal de existen- 
cia, la unidad del orden de la coexistencia y la sucesión, en el tiempo 
uno determinado espacio-cdsicamente, de un orden construible,” +8 
previsible, así como suscepuble de ser seguido hacia atrás, reconstrul- 
ble, de indole fisica y al menos parcialmente psíquica. La naturaleza 
tiene que ser un sistema de determinabilidad unívoca de todo ente. 
así se dice el investigador de la naturaleza, guiado por el dominio bá- 
sico de la naturaleza física. El mundo en cuanto naturaleza, el nundo 
objetivo universal es el universo de sustratos para verdades en sí — este 
universo pensado como deducible en una ciencia universal / a partir 
de “axiomas” o de hipótesis — modelo geométrico y físico, esto último 
en una determinada interpretación 34 

Por tanto, sobre la naturaleza física con su legalidad conclusa, que 
garantiza una secuencia temporal fija y univoca en la configuración 
de una naturaleza “dejada a sí misma”, mientras que por otro lado 
deja sin embargo espacio para la espiritualidad y el actuar espiritual 
en lo físico, Gene ciertamente que haber todavía una legalidad psico- 
fisica y una espiritual; en el primer respecto, una legalidad que para 
ciertas constelaciones de ser físicas (si no incluso para todo lo físico) 
exige un “paralelo” espiritual de determinada esencia, y, por otro lado, 
leyes estructurales de la unidad y eventualmente leyes del desarrollo 
esencialmente propio de lo psíquico en cuanto leyes inmanentemente 
psiquicas. Todo hacer, valorar, obrar, crear espiritual de la persona, se 
dispone aquí, pertenece en efecto al reino de los hechos objetivos en cl 
orden tempo-espacial uno. 


"Esto quiere decir: constructibilidad en el sentido del modelo fásico. 


ANEXO XU 417 


Por tanto, tenemos que ver con la naturaleza en dos sentidos: 

1) como la naturaleza física con lo anímico (en el sentido más am- 
plio) legítimamente empatizado en ella, Ésta es el reino de los hechos 
objetivamente reales frente a los “hechos meramente subjetivos”, la to- 
talidad de todo aquello que está dado en la experiencia meramente 
“cósica", cuyos objetos de experiencia presuntos han sido liberados de 
toda determinación meramente subjetiva, de todas las determinacio- 
nes que precisamente no concuerdan, que no tienen que someterse a 
la concordancia de la acreditación, primero en el interior del sujeto 
singular y su concordancia en sus acreditaciones originales, y luego en 
la intersubjetividad. Debe ser, empero, concordancia necesaria y no 
contingente, fundada a priori en la idea de un “en sí”.% Al dominio 
de la concordancia contingente pertenecen también las "cualidades 
secundarias” como aquellas mediante las cuales la naturaleza física ob- 
jetiva se “exhibe” a los sujetos. Con la naturaleza física en este sentido 
se trata, por ende, del universo del ser de los hechos, objetivamente 
determinable, que está libre de todas las determinaciones que en su 
propio sentido predicativo remiten a sujetos y grupos de sujetos co- 
mo quienes las experimentan, en quienes ellas se exhiben, quienes 
sienten, quienes toman posición o actúan respecto de ellas, etcétera, 

Al nexo de esta naturaleza objetiva pertenece también el alma como 
lo enlazado experimentalmente al cuerpo como hecho objetivamente 
real. 

2) También puede entenderse ahí la naturaleza como el dominio 
de las propiedades de experiencia inductivas, y tiene que haber tales 
si ha de tener sentido hablar de una inserción en la naturaleza de lo 
espiritual, de los correlatos de las vivencias. 

De esta manera, todo lo psíquico, todo lo personal, puede ser con- 
siderado desde el punto de vista de un ente, de un acontecimiento, 
de una configuración conexa de un proceso en la naturaleza objetiva 
espacio-temporal, y es ahí siempre parte integrante de / “almas” en 
cosas físicas, en cuerpos. Ahí también una persona es, por ende, un 
suceso en la naturaleza (la objetiva de la ciencia de la naturaleza), al- 
go enlazado a un cuerpo, perteneciente a lo anímico de este cuerpo, 
Montado sobre un cuerpo corporal existente en sí. 

En esta aprehensión surge la cuestión, que fácilmente se ofrece en 
la actitud científico-natural, de la “explicación científico-natural” de 
lo Psíquico, y tiene que examinarse su sentido y su derecho. Ya requie- 
rc Investigación qué significa “existente” tratándose de lo psíquico 
“lo psíquico en cuanto existente). Lo psíquico es la subjetividad en 
a €xperiencia empática; ahí está ella experimentada como coexisten- 
te temporalmente con lo físico-corporal. Todo objeto físico que tiene 
Predicados irreales (predicados en las cosas físicas, como los valores) 


/363/ 


/364/ 


418 ANEXOS 


es puesto sólo como físico. En la actitud natural es puesto precisa- 
mente sólo lo individual, lo que es susceptible de ser puesto de modo 
intersubjetivamente idéntico por cualquiera, en lo más bajo como na- 
turaleza física y, montado sobre ella, como co-experimentable en ella 
en el tiempo objetivo: o sea, lo “psíquico”. El problema es entonces: 
cómo se determina el orden temporal objetivo de lo psíquico empatiza- 
do según su múltiple contenido. Lo físico es de un cabo a otro, según 
su propio sentido de ser, inductivo-empírico.*! ¿Hasta dónde alcanza, 
por encima de ello, lo inductivo-empírico? ¿Qué pasa con lo anímico 
en su peculiaridad? ¿Es también algo inductivo-empírico, no tiene una 
esencia apriórica presupuesta por toda la empiria psíquica inductiva? 
Y si retiramos lo, por ende, esencialmente necesario de la estructura, 
¿no queda todavía algo no inductivo-empírico que explorar?*%? ¿Qué 
especie de distribución temporal objetiva tiene la esfera de la vida in- 
terior que llega más allá del círculo de la indicación inmediatamente 
psicofísica? ¿Qué clase de distinciones son ahí menester respecto de 
los nexos inductivos? Baste con haber puesto estas cuestiones sobre el 
tapete. 


$ 11. La consideración científico-espiritual pone la subjetividad absoluta- 
mente. - Experiencia “interna” y “externa”? 


Nos volvemos ahora a la consideración de la actitud científico-espiri- 
tual. En lugar de emplazar al espíritu, a las personas, las comunidades 
personales, las obras personales en una naturaleza, de anexarlos a una 
naturaleza que está en la base y es puesta (absolutamente) como en sí, 
su carácter consiste más bien en poner la subjetividad absolutamente, 
conocer una naturaleza sólo como mundo circundante intuitivamen- 
te existente, o mundo circundante representado, pensado, presunto 
de las personas, y tomar la naturaleza matemática objetiva, que antes 
era la “verdadera realidad”, sólo (como lo que ella de hecho sólo es) 
como construcción teórica pero racional del hombre como sujeto de 
actividades científicas y en parte personales-singulares, en parte perso 
nales-sociales. 

En la actitud espiritual tenemos como unidades dadas / a las perso- 
nas y sus mundos circundantes y sus actividades en referencia a estos 
mundos circundantes; los perseguimos intuyendo y analizando y los 
traemos a la comprensión científica (apoyada en la intuición). Cienti- 
ficamente regresamos a los nexos de la corriente de conciencia per- 
tencciente al yo respectivo con sus soportes sensibles y perseguimos 
ahí en investigación intencional todos estos nexos y la manera como se 
constituyen ahi unidades personales mediante un ser-determinado cir- 
cunmundano (constituido). Las daciones circunmundanas, las cosas de 


ANEXO XII 419 


la naturaleza, etc., son reducidas a unidades constituidas y regulacio- 
nes intersubjetivas. En breve, todas las ciencias del espíritu se vinculan 
en última instancia en la fenomenología en cuanto fenomenología em- 
pírica (giro de la trascendental). La ciencia del espíritu es ciencia a 
partir de la mera intuición, y su determinación teórica no consiste 
en la construcción de un orden temporal objetivo, sino de un orden 
subjetivo de los fenómenos según motivaciones noéticas y noemáticas 
en un orden temporal subjetivo pero supraindividual, un orden que 
pone todos los flujos inmanentes de vivencias y los correlatos intencio- 
nales en los mismos con sus órdenes temporales inmanentes en una 
referencia unitaria de orden, cuyo índice es el orden temporal objetivo 
constituido trascendentemente. 

La ciencia de la naturaleza parte de la experiencia externa; ésta es 
su subsuelo, de ella provienen sus predaciones. Ella pone de relieve, 
a partir de lo experimentado por el sujeto (o por diferentes sujetos en 
diferentes maneras de darse) —experimentado en cualidades cambian- 
tes (mientras que, sin embargo, pese a la diferencia de la cualificación 
y de los aspectos subjetivos, se verifica como lo mismo y como real- 
mente existente), el “en sí”, la composición de lo suprasubjetivo, lo 
lógicamente invariante para todo sujeto que experimenta lo mismo 
y en referencia a todos los predicados que radican en las múltiples 
circunstancias subjetivas. Lo “objetivo” es el “ser verdadero” invariante 
en lo subjetivo cambiante, en sus multiplicidades subjetivamente cam- 
biantes, y ello es ante todo naturaleza objetiva en el primer sentido, el 
de la naturaleza física. La naturaleza ampliada y segunda nace median- 
te exteriorización, mediante enlazamiento regulado de lo psíquico en 
lo físico. 

La ciencia descriptiva de la naturaleza, la ciencia de las configura- 
ciones de clase y Órdenes de clase intuitivos (que tienen consistencia 
intersubjetiva dado el basamento de una comunidad humana normal), 
es ciencia de la naturaleza solamente en la medida en que es aprehen- 
dida como un estrato inferior que lleva consigo la tarea de determinar 
teórica-objetivamente en el sentido de la ciencia de la naturaleza objetiva 
(exacta) lo subjetivo-general perteneciente a una comunidad huma- 
na normal. También toda morfología científico-espiritual, incluida la 
psicológica-individual, puede considerarse como un estrato inferior 
semejante: o sea, con la meta de una determinación “objetiva”, / /365/ 
de una determinación en la existencia objetiva en cuanto existencia 
espacio-temporal que es captada en la apercepción “experiencia ex- 
terna”. La ciencia del espíritu, empero, se basa pura y simplemente en 
la “experiencia interna” o, mejor dicho, la experiencia fenomenológi- 
Ca; pues experiencia interna en el sentido de la experiencia psicológica 


420 ANEXOS 

de sí mismo y de lo ajeno** en cuanto fundada en la experiencia físi- 
ca, es una forma de la experiencia-de-la-“naturaleza”, de la experiencia 
externa; lo inmanente, lo hallado en mí mismo, se considera temática- 
mente como algo que puede hallarse, como vivencia o algo similar, en 
el alma que pertenece a mi cuerpo. En cierta manera, la ciencia del 
espíritu también utiliza temáticamente la experiencia externa. Pero así 
como la ciencia de la naturaleza exterioriza la experiencia inmancnte 
(mediante la actitud temática naturalizada), así la ciencia del espíritu 
interioriza la experiencia externa. No hace lo externo temático como 
externo, sino temático como obrar interno. El científico del espíritu 
no es, como el científico de la naturaleza, sujeto que ejecuta temático- 
teóricamente el experimentar externo; esto es, su actitud teórica no 
llega a poner el objeto externamente experimentado como tema puro y 
simple, y justo en el sentido de lo que hay que determinar objetivamen- 
te, en pura atención a la cosa, sino que llega a ponerlo como nócma 
del experimentar y como lo circunmundano del sujeto experimentan- 
te O de la comunidad experimentante, y a determinarlo en cl nexo 
subjetivo. La tesis que ahí se cjecuta es la tesis fenomenológica del 
experimentar, la de “un sujeto-yo experimenta esto y aquello”; a ésta 
le es por ello completamente indiferente experimentar la naturaleza 
y experimentar cosas sensiblemente intuitivas, cosas de los sentidos y 
objetidades axiológicas y prácticas similares. El tema es, por ende, la 
subjetividad y el objeto que en lo subjetivo aparece, es puesto, even- 
tualmente es determinado teóricamente, como tal, y así en general; 
la subjetividad como subjetividad aislada e igualmente como comu- 
nitaria y con todos sus correlatos intencionales. Todo lo objetivo de la 
ciencia de la naturaleza se caracteriza entonces como un sistema de se- 
ñaladas formaciones de la subjetividad, en especial como subjetividad 
que investiga la naturaleza de manera racional. El científico del espí- 
ritu retrocede precisamente un nivel, regresa al sujeto que investiga la 
naturaleza y así a todo sujeto racional o irracionalmente activo. 

La determinación de la ciencia-de-la-“naturaleza” como ciencia de 
la objetividad y de la ciencia del espíritu como ciencia de la subjetivi- 
dad es naturalmente antigua y trivial. Pero por vez primera Dilthey 
vio —aunque de ninguna manera pudo llevarlo a claridad teórica, ni si- 
quiera presentarlo en una limpia distinción— que tiene que haber dos 
ciencias de la subjetividad, una de ellas a la manera de la psicofísica, o 
más nítidamente, una de ellas que determine lo espiritual objetivamen- 
te como naturaleza y en la naturaleza, es decir, de modo objetivamente 
mundano;*% la otra, que no es científico-natural, no es ciencia del 
espíritu que se base en la experiencia externa, sino que envuelve a to- 
das las ciencias de la naturaleza, incluso las teorías científico-naturales 

/366/ del espíritu (psicología científico-natural, / antropología), como “for- 


ANEXO XUl 421 


maciones espirituales”, pero también las reconoce como formaciones 
espirituales particulares, junto a las cuales hay muchas otras. Las cien- 
cias del espíritu empíricas dadas son descriptivamente*? intuitivas, 
porque todo lo espiritual puede darse a partir de fuentes intuitivas 
y solamente a partir de ellas, pero no como lo físico en-sí (de las 
ciencias exactas de la naturaleza) mediante el pensar evidente, como 
tormación-de-ideas.9 En ellas se disponen en cierta manera también 
las ciencias-de-la- “naturaleza” descriptivas, que exhiben en ellas tipos 
de formaciones espirituales y como tales pertenecen a la esfera de la 
subjetividad. Lo intuitivamente dado, apresado en conceptos intuiti- 
vos, NO es empero aquí un estrato inferior de la explicación objetivante 
(explicación de la naturaleza), sino de la explicación subjetivante: esto 
es, el hacer comprensible por el lado de las constituciones que forman 
las formaciones y por el lado de todas las motivaciones que corren en 
diferentes estratos correlativos —“motivaciones” que enlazan vivencias 
con vivencias de modo comprensible, motivaciones que corren entre 
el yo y los correlatos intencionales, etc.; en un sentido amplísimo, és- 
tos son nexos de causalidad, del porque (si) y entonces, que hay que 
descubrir de modo puramente subjetivo, puramente intuitivo, * 

Por ende, la actitud del historiador, del lingúista, etc., es una actitud 
científico-espiritual, aunque en cada caso caen en su mirada temática 
solamente un grupo muy limitado de formaciones y limitados estra- 
tos de motivaciones. No las ciencias de la naturaleza, sino las ciencias 
del espíritu, son ciencias que conducen a las profundidades “filosófi- 
cas”; pues las profundidades filosóficas son las profundidades de lo 
existente último. 

En la medida en que tenemos intuición realmente original, tene- 
mos precisamente algo original. Y lo intuitivo realmente original, que 
en la actitud de la ciencia de la naturaleza se denomina “meramente 
subjetivo” y que, porque sus intereses teóricos reclaman su descone- 
xión, es tratado como algo sin importancia, es lo verdadero en el mejor 
sentido. Es lo absoluto de donde todo brota; tiene la validez absoluta 
en sí mismo y no meramente validez como producto constitutivo de 
la experiencia científica, que en verdad última ciertamente sólo es un 
índice para la subjetividad regulada. 

El inmenso significado práctico de la objetivación, su significado 
para la tarea necesaria del “cálculo” de los cursos de acontecimientos 
objetivos, ha vuelto ciega a la época moderna para el derecho prístino 
de las daciones de la intuición y para el hecho de que aquí reside la 
fuente de todo derecho, y que esta fuente no se difunde, digamos, en 
las ciencias de la naturaleza, sino que ella contiene verdad únicamente 
€n su forma pristina, y que su desarrollo tiene que conservar la forma 
de la intuición, mientras que la ciencia de la naturaleza solamente se 


/367/ 


4922 ANEXOS 


ubica en el reino de la verdad filosófica cuando es interpretada como 
algo que brota y en su significado subjetivo (y no en el significado 
absoluto que le da la concepción dogmática del mundo). 


$ 12. La naturaleza en la actitud científico-espiritual - Actitud científico- 
espiritual y fenomenológica 


Estas exposiciones útiles en conjunto requieren, empero, de delimita- 
ción y complemento. 

El científico del espíritu, por ejemplo el lingúista, el historiador, 
“ejecuta” constantemente la experiencia externa; la “naturaleza” está 
para él ahí, y ésta es la naturaleza común a todas las personas que 
están en el nexo de la comunidad, experimentada por todas ellas y 
en común, y que a todas se acredita como existente. Pero teóricamen- 
te él no quiere determinar la naturaleza común, por ende tampoco 
la naturaleza anímica “enlazada” con la determinada teóricamente en 
la ciencia de la naturaleza. Su tema teórico es la subjetividad perso- 
nal en referencia a su mundo circundante: y la naturaleza intuitiva- 
mente dada es intuida como mundo circundante intuitivo inmediato 
de las personas, dado a ellas inmediatamente precisamente de mo- 
do intuitivo. Eventualmente, empero, también la naturaleza pensada 
científico-naturalmente es mundo circundante, a saber, para los res- 
pectivos investigadores de la naturaleza y en tanto que saben de ella 
en sus teorías. El científico del espíritu no requiere ninguna reducción 
fenomenológico-trascendental a los fenómenos de la fenomenología, 
al cogito trascendental-puro, a la multitud trascendental de los sujetos 
cogitativos y su ser-pensado. El mundo experimentado es para él pre- 
cisamente experimentado, y experimentado en el sentido natural, el 
de la vida práctica, vivenciada en el experimentar, en el simple “ex- 
perimentar” omnilateral del mundo constituido**% de las cosas, de los 
hombres y animales, de las cosas como cosas naturales, eventualmente 
de las cosas como valores económico-nacionales, utensilios o instru- 
mentos generales, etc., en el “experimentar” de las obras de arte, de 
los productos literarios, etc. El mundo simplemente “experimentado” 
es el mundo en el que las personas viven referidas pasiva-activamente a 
él, toman posición hacia él juzgando, valorando, configurándolo prác- 
ticamente, etc. El científico del espíritu no tiene que desconectar nada 
de esta esfera con una metodología artificial. Por supuesto: el méto- 
do para una psicología interna científico-espiritual exige “reducción 
psicológica”. Pero las ciencias del espíritu históricas concretamente 
descriptivas se apoyan en la experiencia y sus unidades de experien- 
cia y no requieren de una reducción fenomenológico-psicológica como 


ANEXO XII 423 


método riguroso; no abordan un análisis de elementos constitutivo úl- 
timo, leyes de esencia elementales de la intencionalidad y sobre ésta 
una “explicación” científico-espiritual última! Para el científico del 
espíritu todo queda en pie; él también se ocupa reiteradamente de 
ello; como científico del espíritu se ocupa de los hombres, de sus con- 
glomerados personales recíprocos y de las obras de éstos, de su obrar 
y del logro de su obrar, etcétera. 

Pero en tanto que su exclusivo interés investigativo se dirige a los 
sujetos personales, los sujetos singulares así como los sujetos comuni- 
tarios (los cuales, por su lado, surgen a través del actuar personal de 
los sujetos singulares unos sobre otros), / y a obras subjetivas persona- 
les, al obrar y el logro del obrar, entonces para él toda objetividad (la 
que vale siempre directamente),** toda naturaleza, pero también las 
demás objetividades (también obras, bienes, etc.), sólo entra en consi- 
deración en la medida en que los objetos son objetos experimentados, 
o concientes de algún otro modo, de las personas, o incluso se cons- 
tituyen como objetos nuevos mediante activas acciones de conciencia 
de las personas. 

Bajo el título de estudios científico-espirituales (quiero decir, en 
nuestras denominadas “ciencias del espíritu” históricamente cultiva- 
das)'* tenemos los que se proponen la comprensión esclarecedora 
de obras específicamente personales como obras subjetivas activas y 
de sus “productos”, sus formaciones activas; pero entre ello queda 
entonces para nuestro científico del espíritu una esfera de incom- 
prensibilidad, que naturalmente no está limpiamente separada; en el 
explicar científico-espiritual queda mucho que para este mismo es en 
general algo inexplicable, pero que también por ello se caracteriza 
como algo extra-científico-espiritual, como algo que no se origina en 
actos activos de personas predadas existentes mundanamente, en su 
nexo de motivación. 

La psicología de las motivaciones activas de las personas concretas 
tendría que explorar ahí lo apriórico y lo empírico genérico de esta 
esfera; por otro lado, la psicología también tendría naturalmente que 
encargarse de la esfera de las afecciones pasivas y de las maneras de 
comportamiento pasivas de los sujetos, de sus fantasías, asociaciones, 
etc. La psicología científico-espiritual, empero, en cuanto dirigida con 
generalidad a una explicación última, no puede ser mera psicología de 
las motivaciones activas. No puede, en efecto, querer quedarse con al- 
go incomprensible. La ciencia del espíritu concretamente-descriptiva 
puede darse por satisfecha, porque busca un comprender concreta- 
Mente intuitivo que es posible sin una comprensión, por leyes de 
esencia, de los elementos de la constitución última, es decir, un co- 
nocer explicativo universal de la fenomenología. 


/368/ 


/369/ 


424 ANEXOS 


Análogamente, la ciencia descriptiva de la naturaleza y su com- 
prensibilidad en el interior de la descripción (no frente a la ciencia 
teórica de la naturaleza en cuanto "explicativa por leyes elementales” 
—pues la descripción intuitiva no es una descripción del en-sí natu- 
ral) Siempre queda ahí el mundo intuitivo presupuesto y puesto. 
Pero cl mundo intuitivo es precisamente el mundo puramente como 
unidad de sus maneras de aparición interpersonales. 

El espacio “es” en verdad espacio “objetivo”, pero el interés científico 
del científico del espíritu no cs determinar simplemente esta objetivi- 
dad y bajo la idea de una objetividad incondicionada, y determinar las 
cosas espaciales según su ser "en sí verdadero” incondicionado para 
cualquiera y en cualquier tiempo. Las cosas “mismas” son las identifi- 
cadas en el aquí y allá, pero entran en consideración como las de los 
sujetos personales solamente en cuanto aquí y allá aparentes, aunque 
siempre identificadas e igualmente cualificadas como las que en cada 
caso aparecen así intuitivamente. El espacio es** / índice para el sis- 
tema de las orientaciones. Todas las cosas son consideradas tal como 
son dadas en orientación; el sujeto se comporta hacia la cosa espa- 
cial yendo "de aquí hacia allá”, etc. Estas cosas orientadas, cualificadas 
sensiblemente así y asá, y a menudo cualificadas individualmente de 
modo muy variado, le están predadas a cada sujeto como su mundo 
circundante, y está dado que cada uno tiene sus aspectos de “las” cosas, 
sus percepciones, etcétera. 

Habría que hacer ahora la distinción 1) entre la ciencia del espf 
ritu concreta como ciencia de las personas y sus comportamientos 
personales en referencia a su mundo circundante, y de este mismo 
—la ciencia descriptiva universal “del inmundo personal”, subjetivo. — 
2) La exploración científica de la interioridad personal, de la subjetivi- 
dad constitutiva mundana pre-personal oculta en la actitud mundana 
personal —la propiamente trascendental. Más aún: la diferencia en- 
tre actitud y ciencia concreta (histórica) descriptiva, y por otro lado 
una ciencia dirigida a la generalidad legal, o sea, no una mera mor- 
fología en la facticidad, que siempre sigue siendo histórica. Llegamos 
entonces a 1) una eidética de los mundos posibles personales y 2) una 
fenomenología eidética.*6 

Si uno se propone ahora describir más bien, en vez de las cosas 
idénticas, con la contextura intuitiva con que se dan, también las apa- 
riciones de cosa cn el sentido relativamente noético, esto es, describir 
en primer término las múltiples apariciones exhibidoras de las cosas 
intuitivas (las siempre puestas intuitiva e idénticamente) para el suje- 
to, perseguir sus nexos y la manera como se exhiben fenomenalmente 
en la conciencia de los sujetos y en el nexo de empatía de los sujetos 
entre sí y surgen concientemente conforme a sus diferentes niveles, y 


ANEXO XUl 425 


el modo como en los sujetos se desarrollan aperceptivamente unida: 
des como unidades de cosa y se vuelven predaciones respecto de las 
cuales los sujetos pueden tomar posición, logra uno entonces el es- 
clarecimiento “comprensivo” más profundo del ser circunmundano, 
que por lo demás es para las ciencias del espíritu ser predado; logra 
uno un esclarecimiento fenomenológico de los últimos fundamentos 
de las ciencias del espíritu y su esclarecimiento, es decir, el del ente 
predado, como factum —aplicando naturalmente la “fenomenología” 
cidética psicológico-espiritual, no la trascendental.” % La actitud ha- 
cia el mundo predado / no está ahí cambiada. Lo aparente en la /370/ 
naturaleza está todavía puesto de manera natural, sólo que el tema de 
la investigación científica y la determinación teórica es la subjetividad, 
y en verdad, a fin de cuentas y aquí, la subjetividad en tanto que en 
cierta medida produce en sí como conocimiento, como su representa 
ción y como así y asá existente, la naturaleza, la naturaleza existente, 
en múltiples maneras de aparición y en maneras de conciencia en las 
cuales la subjetividad se trae intencionalmente a la aparición y a la 
posición cognoscitiva como existente precisamente esta naturaleza; a 
lo cual se agrega luego el conocimiento científico-natural, que en es- 
te contexto se convierte en esclarecimiento científico-espiritual de la 
ciencia de la naturaleza. 

Todo ello, pues, sin que se lleve a cabo expresamente una “re: 
ducción fenomenológica”, SIN QUE SE DEJE DE PONER LA REALIDAD NATURAL. 
Igualmente, en efecto, todas las personalidades históricas, los Estados, 


Y ESCLARECIMIENTO TRASCENDENTAL: Fundamento de la ciencia del espí- 
ritu como ciencia positiva a su manera es la ciencia eidética de la mundani- 
dad personal (también en lo idealmente mundano); en ello se encierran los 
conocimientos fundamentales del método de todas las ciencias como obras 
personales. — La ciencia del espíritu o personal no se encarga, empero, de 
la vida constituyente que ocurre “en” las personas. Pero más aún: la ciencia 
del espíritu, la históricamente descriptiva y la ciencia de esencias, tienen siem- 
pre predado el mundo fáctico (o el mundo posible) del espíritu, tal como en 
la actitud “natural” está presupuesta la naturaleza. Actitud natural en general 
es; tener predado el mundo natural del espíritu, y en ella se dispone la acti: 
tud natural y la naturaleza misma como tema de conocimiento. — Pero ahora 
puedo practicar la epojé; haciéndolo respecto del mundo del espíritu, lo hago 
también respecto de la naturaleza física y luego de la naturaleza en el sentido 
ampliado, ¿Qué permanece? Yo soy cl yo que tiene como fenómeno mi yo 
personal y, así, el mundo personal entero. — Y entonces llego a lo nuevo, a la 
subjetividad trascendental, absoluta, y el universo de sus fenómenos. Pero si 
ño ejecuto ninguna epojé, entonces alcanzo solamente una ciencia del espíritu 
y psicología científico-espiritual sobre la base natural del mundo del espíritu, 
un paralelo de la psicología natural. 


A A o e 


lY/ 


126 ANFXOS 


iglesias. ete, estan puestas de antemano y posteriormente son “explica 
das”, hecha comprensibles, de modo subjetivo-cientiticoespiritiral, Y 
deigual nunmera, por tanto, el nundo predado es hecho comprensible 
a parte de la subjetividad, sin que haya sido puesto entre paréntesis. 

Segun estiaprebension, tendriamos ENDAS CIENCIAS DEA ESPÍRILO DIFE: 
RENTES YIVEL ES DE ESCLARECIMIEN TO y en conespondencia con ellos tam- 
ben diferentes disciplinas. En las cioncias del espiritu concretas, Las 
personas. comunidades personados, obras como procesos del obrar, 
lor maciones producidas en la obra - todo ello pertenece, cuando se 
trata precisamente de algo personal en el sentido especifico, al teino 
de la subjetividad libre, activa o padeciente en actos propiamente di. 
chos. Para traer adación Las objetividades respectivas se requiere de la 
experiencia aque, la experiencia de unidades personales y sus lor ma 
ciones y las actividades que las producen y los motivos de éstas en una 
palabra, de la estera de la “espiritualidad” que hay que caracterizan en 
particular y que se reúne pira formar una estera de ser mundana pro- 
pia. Esta caracterización es la rea particular, asícomo para la biología 
física el ser vivo orgánico. Pero ahora bay que advertir que a la compost 
ción del mundo circundante personal co-pertenece el mundo idéntico 
espaciotemporal de las realidades —pero tal como está determinado 
intuitivamente pira la comunidad personal. Para traer esto a dación, 
se requiere de** la intuición originariamente dadora “interna”, even- 
tualmente reproductiva y entonces cuasioriginariamente dadora). Esto 
precede a la ciencia, + aunque se añade al círculo del método cienti- 
fico. Alguien puede hacer que para él cobre vida intuitivamente una 
personalidad en su actuar y crear, sin hacer aún enunciación cientifica 
alguna. Á ello pertenece ante todo la descripción con conceptos cien: 
tificamente descriptivos. Aquí se añade naturalmente la morfología 
de la espiritualidad y también la morfología del desarrollo. 

En la producción de la intuición constituyente reside ya un com- 
prender, en la descripción correspondiente reside ya un comprender 
científico —en particular, en tanto que las necesidades cidéticas de la 
motivación se reconocen o hasta se producen adrede y se aplican al 
caso dado, tenemos un comprender explicativo. Así pues, comprende- 
mos concretamente y comprendemos científicamente con generalidad 
recurriendo a leyes de motivación. Comprendemos líneas singula- 
res, lados singulares, acciones, rasgos de carácter de una subjetividad 
personal o de objetividades-corrclatos personales; otros lados permi 
necen desconocidos, incomprendidos. Planteamos la meta de poner 
de manificsto, intuitivamente y según conceptos y leyes de motivación, 
La unidad de la vida espiritual, los grandes nexos estructurales que la 
abrazan. Queda, empero, algo irracional, en tanto que aquí permane- 
cen fuera de la investigación los subsuelos de la pasividad. 


ANEXO XII 427 


MOTAREAS CIENTÍFICAS: 
1) La PRODUCCIÓN DE UNA EXPERIENCIA PERSONAL Y A LA VEZ UNIVERSAL. Las 
personas como idénticamente existentes, pero desconocidas en cuanto 
a su “historia”, desconocida su vida personal anterior, En la experien- 
cia entra meramente, con la empatía, lo indicado directamente y una 
evocación más o menos oscura de las “aprehensiones” particulares 
que se agregan a la apercepción general persona. El descubrimien- 
to de la temporalidad personal llena, con las mundanas e inherentes 
apariciones, menciones, motivaciones, actividades, acciones externas 
e internas en su nexo personal, el cual hasta cierto grado tiene que 
ser igualmente descubierto. 
A la apercepción persona pertenece el nexo personal y pertenece el 
horizonte sin fin de la historia, en la que se “desarrolla” toda persona- 
lidad singular y en unidad de los nexos personales. La historiografía 
<es> producción de la historia verdadera como una experiencia his- 
tórica concordante bajo la idea de una concordancia que se mantiene 
firme en la marcha de la producción descubridora de esta experiencia, 
concordancia que sin cesar da como resultado la misma verdad (verdad 
de experiencia), sólo en una determinación ininterrumpidamente más 
precisa. El descubrimiento <tiene lugar> desde el presente histórico 
actual, que es necesariamente inherente al historiador mismo. 
La expresión lingúística no tiene aquí ante todo la función de una 
conceptualidad absolutamente fija, sino que es una expresión “pictó- 
rica”, / descriptiva en el primer sentido, a saber, destinada más bien /372/ 
a despertar la intuición. Aquí se justifica todo medio. 
2) La ciencia en el sentido estricto, en cuanto afanosa de “exac- 
titud”, requiere una METODOLOGÍA que determine y fije lo intuido bajo 
conceptos esencialmente propios, en identidad absoluta de la esen- 
cia conceptual. 
Ello conduce a una morfología universal que busca conceptos-tipos 
fijos y a la vez crea, para lo histórico, una “historia natural” que se 
mueve ya en generalidades. 
3) IDEALIZACIÓN EIDÉTICA: variación libre y búsqueda de las necesida- 
des de esencia y las leyes de esencia. 
Al tema eidético de la personalidad y el mundo personal pertenece 
luego también el mundo natural (real) idéntico, pero de manera doble, 
tal como la idea de un mundo personal en general es doble: 1) como 
idea morfológica: idea de un mundo personal existente, existente en el 
flujo y así en cuanto morfológico; a ella pertenece un horizonte abier- 
to, pero no por ello todavía una infinitud. Por lo menos está primero 
En cuestión si, cuando nosotros y cuando una personalidad descubre 
su horizonte y lo encuentra sin fin, la infinitud puede ser reivindicada 


1373/ 


428 ANEXOS 


como realmente existente. — 2) Formamos la idea de una personali- 
dad que se mantiene en lo infinito con la infinitud correspondiente 
del mundo real idéntico que se mantiene para ella. La idea infinita 
es la de un mundo existente en sí como sustrato de verdades en sí y 
absolutamente válidas. Ésta, tomada como norma del conocimiento 
para la personalidad viviente en su mundo circundante personal (rela- 
tivo), da por resultado la meta práctica de una “ciencia exacta” infinita 
aproximativa que tiende hacia esta idea. 


ANEXO XIII, a la tercera sección, en particular $ 64 


La “SUBJETIVIDAD PERSONAL” COMO TEMA TEÓRICO — frente a aquel sujeto 
y vida de sujeto que es considerado como REALIDAD unida con la na- 
turaleza física y en especial con la corporalidad física, como punto * 
de anudamiento de las condicionalidades psicofísicas; éste es el sujeto 
que tiene ahora sensación de rojo porque tales y cuales vibraciones 
del éter tocan su retina que funciona fisiológicamente de modo nor- 
mal, y porque a partir de ahí se propagan excitaciones nerviosas al 
sistema nervioso central, etc. El “sujeto viviente” es sujeto de su mun- 
do circundante, y en él de su mundo circundante cósico-espacial, pero 
también de su mundo de valores y de bienes, de su mundo circundan- 
te personal y social; el sujeto que es él mismo persona cntre personas, 
ciudadano de un Estado, sujeto de derecho, miembro de asociaciones, 
oficial, etc., y que como tal es afectado por sus objetos circunmundanos 
dados del caso, padece por ellos y en referencia a ellos está activo, etc. 
Este sujeto viviente es el / SUJETO DE LA VIDA ACTUAL, QUE está con sus 
iguales en nexo de empatía, conforme al cual le atribuye al otro y se 
atribuye a sí, ante todo en la experiencia, uno y el mismo mundo cir- 
cundante común, con lo que cada uno tiene este mundo circundante 
común en sus maneras de darse subjetivas. 

Así pues, el hombre en la naturaleza como naturaleza; la naturaleza, 
el correlato de la actitud científico-natural — el hombre como centro de 
su mundo circundante. Limitémonos al mundo circundante material 
y consideremos: 

1) el sujeto en referencia a una cosa corpórea circunmundana, 

2) el sujeto como naturaleza en la relación real con la misma cosa, 

digamos nuestra catedral. 
Sobre 1) En la actitud de la vida actual reside un tener el yo concien- 
temente los objetos como tener-enfrente inmediato, una conciencia del 
presente en persona de la catedral. Si a mi lado está otro, la mirada di- 
rigida a esta catedral, lo comprendo sin más. Su ver, que le empatizo, 
cs igualmente un inmediato tener-frente-a-sí, el objeto inmediatamente 
dado. Con cada paso que doy se altera la “vista” de la catedral, su 


ANEXO XI! 429 


orientación, pero la veo inmediatamente a ella misma. Y todo mi pro- 
ceder se dirige a lo visto, por ello soy afectado en todos los intereses 
vactividades, etc. Si convierto en tema al hombre de la vida, enton- 
ces tengo que tomarlo, pues, como sujeto de su mundo circundante, 
como centro de la intencionalidad en referencia a los objetos para él 
concientemente “existentes”. 

Sobre 2) En la actitud científico-natural, el hombre es corpórca- 
mente un cuerpo entre cuerpos, entre los cuales se encuentra la catedral 
en una determinada disposición espacial real. A mí y a los otros los 
experimento COMO UNIDADES CORPÓREAMENTE ANÍMICAS, los experimento 
ahora, pues, psicofísicamente: las apariciones perceptivas anímicas 
recihen ahora el sentido real de miembros terminales de un proceso 
físico-causal y psicofisicamente condicional, por ejemplo con este con- 
tenido: vibraciones del éter, provenientes del cuerpo físico “catedral”, 
se propagan en el espacio del mundo, actúan como estímulos físicos 
sobre mis nervios corpóreos y sobre los de los otros, etcétera, 

¿Es ésta la verdad real y frente a ella El VER INMEDIATO de los sujetos 
vivientes es UNA MERA ILUSIÓN? Pero sin entrar en discusiones de teoría 
del conocimiento, queda claro, sin embargo, que semejante interpre- 
tación estaría EQUIVOCADA, puesto que ciertamente todo conocimiento 
psicofísico, todo conocimiento de realidades se apoya en la experien- 
cia inmediata. Con otras palabras: la actitud natural es una actitud 
particular EN EL INTERIOR de la vida; sólo que no convierto en tema al 
yo en cuanto sujeto intencional de la vida y de esta vida interesada 
naturalmente. Esto permanece en el olvido de sí mismo. Más aún: el 
ver inmediato sólo podría ser una ilusión si en su propio sentido ence- 
rrara una / mención que nos fuera refutada por la verdad psicofísica. 
Pero no se trata de esto. Más bien: 

LA PERCEPCIÓN SIMPLE NO CONTIENE EN SU SENTIDO PERCEPTIVO NADA DE UNA 
APREHENSIÓN DE UNA REFERENCIA CAUSAL ENTRE MI ALMA, tnis sensaciones, mis 
apariciones, Y La COSA. 

A mi cuerpo también lo tengo yo, el que ve, como inmediatamen- 
te visto, y sólo en series de experiencias propias me percato de que 
algunos de mis órganos (inmediatamente percibidos o perceptibles) 
son órganos de percepción, que ellos tienen algo que ver realiter con 
el ver todas las cosas, y finalmente, que aquí subsisten tales y cuales 
causalidades psicofísicas. 

La APREHENSIÓN PSICOFÍSICA NACE EN UNA ACTITUD PARTICULAR que puede 
Hegar a ser consecuente con la actitud teórica y psicofísicamente cientí- 
fica. Igualmente, ya la aprehensión temática de la Cosa COMO NATURALEZA 
ten el sentido de la ciencia de la naturaleza —pero ya también antes 

de la ciencia, sólo que no con consecuencia tenuitica) nace mediante 


/374/ 


/3715/ 


430 ANEXOS 


una actitud temática particular orientada al verdadero ser-en-sí de lo 
visto, a lo que esto es en sí, sustrato de propiedades causales. 

De igual modo, la aprehensión del ALMA COMO REALIDAD En el mundo 
real nace cn una actitud justamente semejante. A ella pertenece luego 
precisamente todo lo que la subjetividad convierte en un componente 
real de la realidad humana, de esta realidad psicofísica, o sea, la causa- 
lidad psicofísica en su totalidad. 

¿Es la ACTITUD TEÓRICA HACIA LA NATURALEZA —hacia el mundo de la 
unidad total de las realidades— LA ÚNICA ACTITUD TEÓRICA POSIBLE? No, ella 
es en efecto una vida-de-yo y habitualidad de la vida-de-yo particular, 
en la cual, empero, precisamente esta misma permanece anónima; otra 
actitud posible es 1.A ACTITUD HACIA LA “SUBJETIVIDAD VIVIENTE” O hacia el 
espíritu —en las ciencias del espíritu. 

Toda ciencia parte de la base natural; mejor: se halla sobre ella, 
La ciencia de la naturaleza se ocupa de la realidad y los nexos reales- 
causales; la ciencia del espíritu, del ser y la vida personales naturales 
y los nexos de vida personales (vida-de-yo que padece y actúa). El 
mundo de la naturaleza y el mundo del espíritu son correlativos, son 
“mundos” que no se estorban. A la ciencia de la naturaleza, aunque 
explora el todo de las realidades, se le escapa el mundo de la vida de 
las personas; a éste no lo toca la más sutil teoría científico-natural, y 
simplemente porque la dirección temática intelectual del investigador 
de la naturaleza que investiga la realidad de la vida, proviene de una 
corriente teórica que lo abandona desde el mismo principio, y sólo 
retorna a él en la forma de la técnica y de cualquier otra aplicación 
científico-natural en la vida. 

El sujeto de la vida tiene frente a sí cosas —esto es, a su propia vida 
le pertenece necesariamente un horizonte de vida intuitivo, y a ella en 
cuanto vida humana le es inherente un horizonte de cosas que no son 
meros cuerpos, sino objetos de valor, bienes, etc., todo lo experimentado 
por él en apercepciones, y objetos concientes de alguna otra forma y 
puestos, que son su haber en cuanto residen y afectan en el marco de 
la subjetividad —al pensar, valorar, desear, hacer. 

La relación fundamental en este mundo de la vida, la cual delinca 
el punto de vista del método, no es la de la causalidad, sino la de 
la motivación. El sujeto solamente puede llegar a ser motivado por 
aquello que él “vivencia”, por lo que le es conciente a él en su vida, lo 
que a él subjetivamente se le da como real, como cierto, como conjetu- 
ral, valioso, bello, bueno. Estos caracteres se presentan como motiva- 
dos, así como, por otro lado, son motivantes. El sujeto de la motivación 
se pone a sí mismo como tal en la experiencia original de sí mismo 
y pone a otros en la experiencia de la empatía. La empatía no es un 


ANEXO XII 431 


experimentar mediato en el sentido de que el otro sería experimen:- 
tado como psicofísicamente dependiente de su cuerpo corporal, sino 
una experiencia inmediata del otro. 

Algo similar vale de la experiencia de la comunicación con otros, 
del trato mutuo con ellos. Si nos vemos uno a otro a los ojos, entonces 
sujeto y sujeto entran en un contacto inmediato. Yo le hablo a él, él me 
habla a mí; yo le ordeno, él obedece. Éstas son relaciones personales 
inmediatamente experimentadas, aunque en esta experiencia de otros 
y de la comunicación con ellos están en juego representaciones pecu- 
liares, y yo tengo experiencia perceptiva original sólo de lo subjetivo 
mío. La mediatez de la expresión no es mediatez de una inferencia 
de experiencia. “Vemos” al otro y no meramente el cuerpo del otro; 
él está para nosotros presente él mismo, “en propia persona”, no sólo 
corporal, sino espiritualmente. 

El mundo de la vida es el mundo natural —en la actitud del natural 
dejarse vivir somos sujetos que ejercemos nuestra función de modo 
viviente, a una con el círculo abierto de otros sujetos que ejercen su 
función. Todo lo objetivo del mundo de la vida es dación subjetiva, 
nuestro haber, el mío, el de otros, y a una, el de todos en común 
generalidad. Sujeto y haber no están en pie de igualdad; los sujetos 
son pura y simplemente; lo no personal es mundo circundante, lo 
vivenciado de su vivencia, lo visto, lo pensado, etcétera. 

Ahora bien, ¿cómo la vida, cómo los sujetos y su haber se vuelven 
temas científicos? Se vuelven tales al tomarlos precisamente como lo 
que son, y al preguntar ahora qué les conviene como sujetos, como 
afectados por su entorno, como padecientes, como activos; y al pre- 
guntar también qué obran, qué crean ellos en su mundo circundante, 
cómo su mundo circundante, a través de sus obras singulares y en mo- 
tivación recíproca, se convierte en obra total y crece y se desarrolla 
como tal. La ciencia es función de un interés teórico que pertenece 
él mismo a la esfera subjetiva. El interés teórico puede volverse a la / 
subjetividad misma como la de su mundo circundante, como la que 
obra y actúa en el mundo circundante, y a lo efectuado por ella como 
tal. La tarea puede ser describir esta subjetividad, su vida, su actuar, 
crear, sus formaciones como formaciones, y explicarla en el sentido 
que a partir de aquí puede obtenerse. 

DESCRIPCIÓN INDIVIDUAL, MORFOLÓGICA. Finalmente, una morfología 
Universal del mundo natural como mundo de un pueblo en común 
generalidad, de una comunidad cualquiera. En este mundo circun- 
dante en cuanto válido para todos en común, se presentan también 
causalidades como causalidades intuitivas. Todo en él puede afectar, 
puede eventualmente también despertar interés teórico y conducir al 
problema del verdadero ser de este mundo. Entonces nace la “ciencia 


/376/ 


A 


432 ANEXOS 


objetiva? Estacmistua pertenece con sus conocimientos al mundo cu 
cundante para la personalidad, la cual, digamos, tiene participación 
en ellos. Este os solamente un caso particular. El tema genera es y 
gue siendo la subjetividad en general y su mundo crcuudante, 

DesorirciOn arerórica: Lo que le pertenece ca general. La toria 
escocia de un mundo cucundimte y del mudinmento chcunminda: 
ho conrelaivamente a la forma esencial de la personalidad, Varmbién 
la forma escuicial de los subsuelos personales. A la cuestión esencial 
pertenece la esteucrn a cocunmaundanamente necesatla en atención 
a que la subjetividad tactica tiene ua mundo que se mantiene fine 
unitariamente en una experiencia universal que tiende a la concor 
dancia, y solamente en dla producción constante de la concordancia 
puede tener en validez un mundo ininterrumpido, Ello conduce a la 
estructura esencial de un mundo que pel manece intullivamente, que 
se0mantene firme y válido para cualquiera, “Mundo Uascendental 
estetico.” El concepto natural de mundo como una validez necesaria 
semejante y como cunpo de todas las ciencias del mundo posibles. Y 
alu vuelve también de nuevo la subjetividad humana, que en cuan: 
to circunmundana, en cuanto corporalecorpórea, ha de explorarse 
cientifico naturalmente, psicofísicamente en cuanto corporalanímica, 
en cuanto puramente subjetiva; también ciertamente aquella que en 
cuanto "viva? es sujeto del mundo de la vida y ejerce su función, y por 
cllo también de nuevo la descripción de éste. 

Mombres y animales son percibidos como objetos del mundo. Se 
vuelven con ello temas de ciencias objetivas, en primer término des 
criptivas. Lo anímico es luego co-percibido, coubjetivo. 

La cosa fisica es “en sí”, y este ensí es, cientifico- naturalmente, solo 
una regla for mal metódica de unidad, según la cual todos los que están 
en la unidad del entendimiento mutuo, referidos convencionalmente 
a ciertos hechos-protoposiciones (nacimiento de Cristo y semejantes), 
pueden construir las cosidades intuitivas de su mundo circundante (las 
"apariciones”), La cos1 FÍSICA DE LA CUENCIA DE LA NAFURALEZA TIENE SOLA- 
MENTE UNA ESENCIA FORMAL, tiene solamente su FÓRMULA, y por lo demás 
su esencia solamente consiste en que es unidad intencional, regulada 

/377/ según esta fórmula, / de las apariciones infinitamente múltiples “de 
todas los hombres”. 

Pero todo suero tiene una ESENCIA REAL; no Cs solamente algo rela 
tivo (en la concordancia de una multiplicidad infinita de sistemas de 
apariciones que tienen en sujetos sus términos de relación últimos y 
absolutos), sino algo estáicahí y es susceptible de ser captado para sí y en 
sí, y sólo con posterioridad, gracias a la comunicación, para otros, que 
pueden comprender su esencia intuitiva, por ende “adecuadamente”, 
al revivirla (a saber, en una similarización que hay que ejecutar sobre 


ANEXO XIV 433 


la base de la visión del ser anímico propio en grados de perfección y 
determinación). 


ANEXO XIV, a la tercera sección 


ACTITUD CIENTÍFICO-ESPIRITUAL — LA CIENCIA DE LA NATURALEZA SITUADA EN 
LA ACTITUD CIENTÍFICO-ESPIRITUAL. 


Como se desprende de lo último, La INVESTIGACIÓN ESTÁ pensada como 
UNA INVESTIGACIÓN TRASCENDENTAL-FENOMENOLÓGICA: por ende, la actitud 
científico-espiritual y sus daciones se describen como fenómenos en 
el interior de la subjetividad trascendental, y por ello se hace uso de la 
doctrina de la constitución y de los análisis elementales de estructuras. 
Pero lo esencial quedaría también preservado si la investigación fuera 
llevada a cabo en la actitud natural, 

Estamos personalmente en referencia a un mundo circundante co- 
mún: estamos en un conglomerado personal —ambas cosas van juntas. 
No podríamos ser personas para los otros si no se hallara frente a no- 
sotros un mundo circundante común. Lo uno se constituye con lo 
otro. Cada yo solamente puede volverse persona en el conglomerado 
personal, cuando la comprehensión produce referencia a un mundo 
circundante.” 

Ahora queremos volver nuestro interés al mundo de la experiencia 
COMO EXPERIENCIA COMUNITARIA, y en verdad en primer lugar: 

Nuestro interés teórico puede estar vuelto A UN CONGLOMERADO PER: 
SONAL DADO, a un conglomerado concluso (naturalmente en referencia 
a su mundo circundante), pero de modo que éste sólo venga a con- 
sideración en la medida en que esté fácticamente referido al mundo 
circundante en sus motivaciones, o en la medida en que la referen- 
cia de motivación de las personas fácticas a su entorno fáctico pueda 
alcanzar comprensión intuitiva, 

Comprensión intuitiva quiere aquí decir: yo como historiador o 
nosotros como historiadores que trabajamos en comunidad, construi- 
mosa partir de datos de experiencia real representaciones legítimas del 
ser personal en obras personales y formaciones de obras en progresi- 
va unificación. Producimos constructivamente, en tal representación 
sistemáticamente / unificada, una experiencia global cada vez más 

amplia, una experiencia mediata constructiva, que se mantiene en 
marcha y no vuelve a deshacerse por discordancia. 
- Esta especie de experiencia es experiencia inferencial, no un inferir 
Judicativo conceptual, sino intuitivo, cuyo resultado no son proposi- 


” Este párrafo se utiliza en la tercera sección; cfr, ahí, p. 191, líneas 24-33. 


/318/ 


434 ANEXOS 


ciones, sino intuiciones sistemáticamente unificadas, mientras que lo 
objetivo-intuitivo es ahí el ser y la vida personal mismos, como serían 
o podrían ser directamente intuitivos para la personalidad temática o 
para otros en su nexo... 

Éste es pues el NIVEL DE LA HISTORIA. Ésta quiere producir compren- 
sión intuitiva para los espíritus en referencia a su mundo circundante 
espiritual común. (A ello se añade una morfología como doctrina ge- 
neral de las formas de configuración intuitivas de las personalidades y 
los conglomerados de personalidades.) 

EXPOSICIONES MÁS PROFUNDAS: 

Yo considero a los sujetos en referencia a su mundo circundante: 
cómo se dejan motivar. Así, llego a conocerlos como personalidades, co- 
mo individualidades espirituales; los llego a conocer en sus personales 
ocupaciones, tal como éstas se desarrollan; de igual modo las comuni- 
dades en su individualidad, en sus obras comunitarias; exploro cómo 
éstas se desarrollan, se forman, se transforman. De todo ello, de su 
ser y devenir, de su “historia”, alcanzo una comprensión intuitiva. 

Respecto del mundo circundante hay que advertir que por un lado 
es mundo circundante de cosas, mundo circundante cósico, experimen- 
tado en experiencias de cosas, en experiencias individuales y luego en 
comprehensiones que se complementan, se intercambian, se rectifi- 
can, etcétera.* 352 

Pero ahora hay que tomar en cuenta lo ya antes dicho: las cosas, 
que ante todo son solamente cosas circunmundanas en cuanto objetos 
comunes que hacen frente, llegan a ser objetos espirituales de nivel su- 
perior mediante apercepciones de valor, apercepciones prácticas, etc. 
Llegan, por ejemplo, a ser valorados en común como alimentos, co- 
mo combustible, como bienes para la “propia preservación”, y ahora 
son precisamente “bienes”, entran al mundo circundante como obje- 
tos de orden superior, en cuanto constituidos en estas apercepciones 
determinan nuevas maneras de comportamiento, a través de las cuales 
pueden constituirse nuevos objetos. Así tenemos en el mundo circun- 
dante en primer término cosas como mera naturaleza, luego todas las 
configuraciones culturales cósicas como cosas de nivel superior. 


* Más exactamente: Primera distinción: el mundo circundante es por un 
lado cósico y, por otro, mundo circundante que consiste en personas y conglo- 
merados de personas. (Oposición: personas y no-personas.) 

Segunda distinción: los objetos circunmundanos en general, o bien están 
libres de significados personalmente conferidos, o los tienen, son cultura. En 
especial: las cosas son mera naturaleza o cosas culturales, esto es, cosas con 
significado espiritual, con caracteres de obras personales. 


ANEXO XIV 435 


a) Interés por la personalidad misma: podemos ahora considerar 
personas y conglomerados personales con respecto a cómo “se com- 
portan” rente a personas? o cosas predadas de cualquier nivel de su 
mundo circundante, cómo se dejan “motivar” por ellas, manifestando 
en ello su individualidad, cómo se desarrollan ahí en el estilo que su 
individualidad traza, 

bh) Interés por las obras culturales individuales y por la cultura so- 
cial (trabajo comunitario): también podemos considerarlos, empero, 
respecto a cómo se crean ahí un mundo circundante, cómo se produ- 
cen un mundo cultural, cómo se dejan determinar siempre de nuevo 
por lo producido hacia nuevas producciones, etcétera. 

Ello da ocasión para las más diversas labores de investigación: las 
que se ocupan más de las personas y los conglomerados persona- 
les, y las que se ocupan más de los correlatos de las mismas, aunque 
ciertamente ambas cosas se copertenecen. Uno puede, por ejemplo, 
proceder de modo puramente histórico y entresacar la historia del 
pueblo o del Estado alemán, y allí uno pone al pueblo o al Estado 
como unidades personales en el centro de la investigación. Pero uno 
puede también escribir una historia de la cultura alemana, de la lite- 
ratura o el arte alemanes, etc. Naturalmente ambas cosas, como ya lo 
dijimos, van de la mano. Igualmente las morfologías: una morfología 
de los enseres domésticos, de las armas, de las religiones, los símbo- 
los, etc. Por todas partes puede aquí la investigación considerar los 
objetos que están ahí para los sujetos sólo como tales, como los que 
éstos experimentan, de los cuales ellos y los compañeros saben, como 
aquellos por los cuales se dejan motivar. 

Por tanto, la investigación aquí solamente puede y debe ocuparse de 
lo que puede ser intuitivamente comprendido al revivirlo, o aquí los 
objetos pueden traerse a la dación <como> lo que son solamente en el 
comprender reviviendo. Toda física y química está por tanto excluida. 

MERA NATURALEZA, PERO COMO MUNDO CIRCUNDANTE, DE MODO PURAMENTE 
INTUITIVO; . 

El límite inferior de los objetos no personales son las puras co- 
sas. Éstas tienen la más extrema lejanía al yo o ajenidad al yo que en 
general es posible, el mínimo que es en general exigible para que las 
cosas y las personas puedan ser constituidas en referencia unas a otras. 
Son los objetos “sensibles”, la “mera naturaleza”, que se halla frente 
al espíritu como ajena al espíritu. Si se plantea la tarea científica de 
explorar sistemáticamente el mundo del espíritu, entonces a esta tarea 
se subordina también la de la descripción de la “mera naturaleza”, El 


2 También las personas son “objetos culturales” circunmundanos, 


/379/ 


/380/ 


436 ANEXOS 


mundo circundante de las personas generalmente conocido tiene pa- 
ra cualquiera un horizonte de abierto desconocimiento. Respecto de 
la naturaleza intuitiva ajena al yo, ello da por resultado la posibilidad 
de una investigación intuitiva histórica-natural, que es ahistórica en la 
medida en que aquélla no era realmente conocida. + 4 

Pero también sabemos ahí que el mundo tiene un horizonte abierto 
sin fin: el mundo en el presente sentido de nuestro mundo circundan- 
te cósico. El mundo de cosas que se halla frente a mí y frente a mis 
vecinos, frente a mi comunidad humana como mundo circundante 
“objetivo”, es sin fin, en correspondencia con el sentido de la aprehen- 
sión del mundo-de-cosas. Pero también el murndo-de-personas mismo, 
la suma de las personas que están o pueden ser puestas en referencia 
personal a mí, es infinito. El entorno personal es un entorno abierto, 
siempre pueden ingresar a nuestra experiencia nuevas personas, otras 
retirarse, y finalmente nada se opone a que ingresen, por ejemplo, se- 
res de Marte, etc.; "infinitudes”, pues, conforme a la posibilidad ideal. 
En este sentido puede ahora intentarse penetrar en este horizonte. El 
interés puede ampliarse al interés por el universo de las personas en 
comunicación con nosotros y el correspondiente mundo circundante 
cósico universal. En primer lugar, digamos, por el lado de la “mera 
naturaleza”, pero luego también por el de la espiritual. El investigador 
se interna en parajes desconocidos y mos los da a conocer mediante 
su descripción. Un grupo propio de ciencias (ciencias descriptivas de 
la naturaleza) efectúan en primer término la ampliación puramente 
descriptiva del horizonte de lo conocido (una exploración descriptiva 
universal, una exploración del mundo circundante humano univer- 
sal), y la efectuaron antes de la intromisión de la ciencia física exacta 
de la naturaleza. Estas ciencias describen nuestro mundo circundante 
humano, el puro mundo de cosas, el mundo circundante animal, en 
la antropología el mundo circundante antropológico. Se originan, por 
ende, en la actitud personalista; o al menos podemos verlas de ese mo- 
do. (Ellas pueden también servir como escalones de transición para 
ciencias de la naturaleza o para “ciencias objetivas”.)%% En el mundo 
circundante en cuanto nuestro enfrentante se encuentran razas huma- 
nas; en cada una de ellas, estos y aquellos pueblos; pero luego también 
culturas, ciencias, artes de estos pueblos, etc. Las ciencias del espíri- 
tu están aquí finalmente referidas retrospectivamente a sí mismas, y 
ello radica en su índole peculiar. Como alemán, con más generalidad, 


* A esto hay que añadir lo siguiente: partamos de la actitud personal de 
la vida práctica común. En ella estaremos dirigidos a un círculo de personas 
RESTRINGIDO (si bien abierto), nuestra familia, nuestro círculo social, etc., y a 
un mundo circundante RESTRINGIDO. 


ANEXO XIV 437 


como europeo (como persona de la comunidad de vida y de cultura 
europea), puedo recorrer y describir el horizonte de nuestro unitario 
mundo en torno, Tropiezo entonces con todas las culturas europeas 
y después con todas las culturas, con todo mundo, animalidad, hu- 
manidad, y finalmente también con la propia ciencia, con ella como 
formación cultural de la cultura europea, de la cultura alemana. 

LAS DIFERENTES ESPECIES DE LA CAUSALIDAD INTUITIVA EN El. INTERIOR DEL MUN- 
DO PERSONAL, 

Estudiamos la vida espiritual y las comunidades espirituales con 
sus mundos circundantes no solamente 

1) in concreto, no sólo las estudiamos en sus individualidades, en 

sus desarrollos individuales, 

2) las estudiamos también morfológicamente, perseguimos las ge- 

neralidades empíricas atendiendo a todas las direcciones cósicas 
y personales. 

En ambos lados vale: encontramos ahí 1) causalidades de la mo- 
tivación. Los espíritus se dejan “determinar” a actos en los cuales se 
documentan sus personalidades. Encontramos 2) causalidades de las co- 
sas entre ellas como cosas meramente físicas, cosas de la naturaleza. 
El bloque de piedra cae y destruye lo que se halla al paso. Éstas son 
causalidades vistas y comprensibles, que por lo demás se acreditan, co- 
mo todo lo experimentado, mediante ulterior experiencia, o mediante 
comprensión intersubjetiva. Cada una a su manera. Las cosas materia- 
les son “aparentes” mediante exhibición en perspectiva; las personas 
son dadas mediante nexo con cuerpos aparentes, pero en cuanto a su 
individualidad no son “aparentes” en este sentido.* 

3) Tenemos también causalidad cósica-espiritual (cósica-personal): 
el espíritu personal mueve el cuerpo, la mano se mueve en el espacio 
entre estas cosas de ahí porque yo la muevo. Ésta es una relación inme- 
diatamente comprensible. ¿Entra aquí algo físico en una motivación? 
Ciertamente, aquí hay que andarse con cuidado. Agarro la goma de 
borrar, la saco para borrar con ella. La acción de agarrar, etc., en la 
que el movimiento espacial está empíricamente encerrado, está mo- 
tivada por la voluntad de borrar. No está motivado de esta manera, 
digamos, el movimiento físico de la mano, acaso, digamos, por el co- 
rrelato de la voluntad que hace de él una acción. Las cosas como tales 
se mueven golpeadas mecánicamente, etc. Las cosas llamadas “miem- 
bros corporales” se mueven en la regencia voluntaria, en el “yo hago”, 
“yo procuro”, “yo abro y cierro la mano”, etc. %7 El sujeto personal 


aa 


-Onstitutivamente, la cosa corpórea cuerpo es una unidad de apercep- 
ciones corpóreas y tiene su horizonte de propiedades causales co-constituido 
en la respectiva apercepción o experiencia actual, 


/381/ 


/382/ 


438 ANEXOS 


ejecuta “obras” físicas. Éstas tienen, como otros actos personales, sus 
motivos; pero aquí tenemos una especie propia del porque. El proceso 
físico transcurre porque el yo del cuerpo lo ejecuta a la manera de la 
acción. 

Distinguir los diferentes “porque” es una importante / tarca feno- 
menológica. Con razón hablamos, en todo caso, de una causalidad del 
espíritu en referencia al cuerpo, de una causalidad personal o libre. 

A la inversa, el cuerpo como objeto circunmundano determina al 
espíritu, por ejemplo, su pretendida belleza determina al yo al enva- 
necimiento, el dolor corporal a... etcétera. 


AHORA BIEN, ¿QUÉ CLASE DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICO-ABSTRACTAS, NOMOLÓGLI- 
CAS, CIENTÍFICO-ESPIRITUALES (PERSONALISTAS) HAY AHÍ? 


Considero: 

a) los espíritus como sujetos, tal como precisamente son, como 
personas, ejecutando actos en referencia a su mundo circundante. 
Considero los actos y me remonto a los nexos de vivencias de las 
personas. Ahora la fenomenología me da a conocer la esencia de la 
“conciencia”, la esencia de todas las especies de actos y de las especies 
de vivencias pasivas que los fundan, y en estos nexos, de nuevo, rela- 
ciones propias del porque y el entonces. Soy llevado a las relaciones 
del “yo experimento” con sensaciones, matizaciones, cosa visual, etc., 
a las “motivaciones” implícitas, relaciones entre series cinestésicas y 
datos visuales inherentes, etcétera. 


En la apercepción cuerpo como sistema de miembros corporales u “órga- 
nos”, está, empero, cada uno de esos miembros corporales constituido como 
movible subjetivamente y también como movible voluntariamente. Ahí tene- 
mos, por ende, varios niveles de motivación: el sistema asociativo de la cosa 
corpórea está motivado por el sistema asociativo de los movimientos cinesté- 
sicos subjetivos, éstos a la vez apercibidos como movimientos de órganos de 
percepción (el miembro corporal como cosa apunta a otros miembros corpora- 
les como órganos de percepción, porque los cursos cinestésicos que ahí están 
en cuestión son apercibidos como movimientos corporales). Los sistemas son 
empíricamente asociativos y los cursos en la aparición inmediatamente sub- 
jetivos (cinestésicos) o subjetivos por derivación. Luego el “intervenir” de la 
voluntad: éste no es ya asociativo, pero se basa en las constituciones empiri- 
cas. Por tanto, el ejecutar un movimiento subjetivo en el mundo de las cosas 
como movimiento voluntario, el “intervenir”, no es comprensible tal como un 
proceso físico meramente intuitivo, sino que tiene un estrato hiperfísico. Cfr. 
por lo demás lo que sigue. 


A 


A 


ANEXO XIV 439 


La fenomenología pura, o la psicología científico-espiritual,? 99 
explora aquí las necesidades esenciales y posibilidades esenciales cons- 
titutivas. La ciencia empírica tendría que explorar las reglas generales 
empíricas del ser fáctico. Aquí se incluiría la entera psicología empiri- 
ca de la memoria y de la asociación, en tanto y con tal que deje a un 
lado toda referencia a las llamadas explicaciones fisico-fisiológicas, y 
toda investigación psicológica se conduzca por ello como “puramente 
psicológica”, y se persiga la mera empiria general de la vida espiri- 
tual. Está claro el inmenso significado que en la vida personal tiene 
que alcanzar la separación de los nexos fenomenológicos esenciales y 
los nexos empíricos. Los actos, las cogitaciones específicas, se ejecu- 
tan en un medio anímico más profundo y tienen que ser explorados 
empíricamente en éste. 

b) La CIENCIA DE LA NATURALEZA EN EL INTERIOR DE LA CIENCIA DEL ESPÍRITU. 

Permanecemos en actitud personalista (científico-espiritual). Sea- /383/ 
mos miembros de una comunidad de investigadores científico-natu- 
rales que, sobre la base de sus experiencias teóricas de cosas, quieren 
explorar el “verdadero ser” de las cosas conforme al sentido de la aper- 
cepción de cosa. El ser intuitivo, presumible ser verdadero, es el ser que 
se constituye en regulaciones de vivencias de quienes experimentan, 
de personas que están en el conglomerado personal. Toda naturaleza 
objetiva se reduce en verdad a regulaciones de la conciencia pura de 
las personas que se encuentran en el conglomerado personal —pero 
en cuanto objetividad de la ciencia exacta de la naturaleza, no de las 
meras personas fácticas, ni siquiera en abierta comunidad y con hori- 
zonte abierto de temporalidad intersubjetiva— como el ser verdadero, 
como el que se pondría de manifiesto, presumiblemente en adelante 
y prácticamente siempre, en la experiencia concordante posible; más 
bien la nueva ciencia de la naturaleza, en particular en cuanto cien- 
cia clásica, idealiza siempre esto, absolutiza la infinitud abierta como 
espacio-temporalidad infinita, no sólo externa sino también interna- 
mente infinita, y como divisibilidad infinita. Ella crea y emplea para 


% Sila investigación se lleva a cabo como examen de la especie de actitud 
e investigación científico-espiritual sobre el suelo natural, no se puede invocar 
ningún resultado de la fenomenología. Pero tendría entonces que mostrarse 
que una investigación personal tiene sus niveles, y que en primer término se 
descubre el mundo práctico-personal con sus nexos prácticos de motivación 
especificamente personal; que, sin embargo, a cada persona pertenece una 
vida intencionalmente latente, cuyo descubrimiento el ser personal capta por 
vez primera en su concreción. Éste es el camino hacia una psicología feno- 
menológica científico-espiritual, la paralela de la psicología fenomenológica 
naturalista y diferenciada de ella sólo por la actitud temática. 


A __ 


384/ 


440 ANEXOS 


ello una matemática de las infinitudes absolutas, y matematiza la na- 
turaleza y su entera estructura de ser, Pero con ello infinitiza también 
el mundo del espíritu como mundo externa e internamente infinito. 
Las verdades en sí de la matemática y las presumibles verdades de la 
ciencia exacta de la naturaleza tienen el sello de la idealidad de esta 
infinitud. ¡Aeterna veritas! (Podría preguntarse si ello no se halla ya 
encerrado en todo eidos, en toda consideración esencial.) 60 

Este conglomerado de personas es, pese a su apertura, un conglo- 
merado fijo merced a la referencia al investigador, Pero en la inves- 
tigación científico-natural no se exploran los sujetos ni tampoco su 
conciencia, las vivencias constituyentes reales y posibles; sino que la 
investigación científico-natural está dirigida al ser físico que se docu- 
menta en la experiencia, al que se pone de relieve en su “objetividad” 
(la “absoluta”) mediante el intercambio intersubjetivo de las descrip- 
ciones, o mediante los métodos de la ciencia de la naturaleza. En esta 
investigación no nos ponemos a nosotros mismos, los investigadores, 
y, de igual modo, tampoco ponemos a otros espíritus, sino las co- 
sas circunmundanas, las cosas de nuestro mundo del espíritu, y las 
determinamos “objetivamente” en su ser-en-sí exacto o absolutamente 
verdadero. Sabemos lo que quiere decir esto. Sabemos que las cosas 
físicas son ante todo “apariciones” de los sujetos singulares, que las 
apariciones son intercambiables hasta cierto grado, que pueden esta- 
blecerse las diferencias entre normalidad y anormalidad, que el sujeto 
singular se muestra dependiente de su corporalidad incluso respecto 
de sus estados espirituales, establece y puede establecer diferencias 
de la normalidad y la anormalidad; además, que la ciencia de la ob- 
jetividad absoluta de las cosas supera estas diferencias tomando en 
consideración todas las posibles dependencias (pero también absolu- 
tiza las infinitudes) / y lleva adelante la idea de la realidad según todos 
sus lados.” Presuponer relaciones “normales”, esto es, dejar fuera de 
consideración ciertas circunstancias cambiantes y propiedades depen- 
dientes inherentes que suelen ser constantes. Se muestra que lo que 
vale como cosa acccesible a muchas personas, provista de propiedades 
secundarias, solamente puede valer como “aparición” de una cosa exis- 
tente en sí que hay que poner de relieve mediante el pensamiento, la 


% No se presta atención a los problemas de la biología como ciencia fí- 
sica (ciencia de la naturaleza), que ciertamente no es una física en el sentido 
corriente, pues la corporalidad física, exactamente considerada, remonta en 
verdad a una “construcción” con elementos físicos, pero es una formación 
de “metabolismo” y de desarrollo; un individuo-tipo dado intuitivamente en 
individuos-tipo empíricamente intuitivos, pero en exactas reducciones a lo f;- 
sico, sigue siendo, sin embargo, un tipo conforine a leyes. 


ANEXO XIV 44] 


cual, por su lado, es el índice para las regulaciones de los fenómenos, 
lo cual hace que la cosa intersubjetiva de una comunidad normal sea 
dependiente de las “anormalidades” motivantes, es decir, de la orga- 
nización corporal y física de la persona. ASf ESTA LA FÍSICA ESENCIALMENTE 
REFERIDA A LA FISIOLOGÍA Y LA PSICOLOGÍA. 

EXPUESTO CON MÁS PRECISIÓN: 

Entre las cosas físicas intuitivamente dadas, los cuerpos tienen el dis- 
tintivo de que a ellos se ligan datos psíquicos, entre ellos aquellos que 
son condiciones de posibilidad del conocimiento de cosas. Los cuer- 
pos pueden ser explorados como objetos en una comunidad personal 
de investigadores biológicos, tal como otros objetos físicos (objetos-tipos 
que mantienen su tipo en el metabolismo, se configuran en el desa- 
rrollo, se propagan, etc.). Se distinguen ahí los cuerpos que ejercen su 
función en los investigadores, que la ejercen de tal modo que posibi- 
litan su conocimiento, y los cuerpos que son objetos. Pero los cuerpos 
de los investigadores pueden igualmente ser explorados por otros in- 
vestigadores, etc. Los investigadores están espiritualmente en estado 
“normal” (con entendimiento normal, pero acaso con sentidos defec- 
tuosos); en ellos transcurren fácticamente las series de vivencias que 
son series de conocimiento objetivo y que en su esencia corresponden a 
las normas del conocimiento empírico válido. En su intercambio de co- 
nocimientos, los investigadores experimentan motivaciones merced a 
las cuales se vuelven posibles nuevos conocimientos, etc. Los métodos 
mismos están acreditados, en el pensar y conocer intersubjetivamente 
motivado, como válidos, como métodos que corresponden a las leyes 
de esencia del conocimiento válido para series de apariciones inter- 
personalmente constituidas. 

Poner de relieve el mundo objetivo significa: las cualidades senso- 
riales de las cosas aparentes se eliminan porque son dependientes del 
funcionamiento del cuerpo (por ende, los juicios de percepción co- 
rrespondientes son relativos). La fisiología de los sentidos, ante todo 
como estesiología, luego como psicofísica en general, explora estas 
dependencias.“ 361 / Ellas forman un estrato propio. Queda una plé- /385/ 
tora de referencias mediante las cuales la cosa aparente se determina 
idénticamente de tal modo que también es identificable en la aparición 
sensible desviada. Las cosas sensiblemente cualificadas son ahora me- 
ramente subjetivas, pertenecen a los sujetos, y muchos sujetos pueden 
tener iguales cosas de los sentidos, Pero entonces las tienen acciden- 
talmente, en tanto que tienen cuerpos que son modificables de tal 


“% Sin embargo, no únicamente la estesiología, que en efecto todavía no 
sabe nada de cualidades sensoriales, sino solamente <de> campos sensoriales, 
Por ende también la psicología, fundada en el método fenomenológico, 


A 


386/ 


442 ANEXOS 


modo que con ello las cosas sensiblemente aparentes se alteran como 
tales, y en verdad de manera diferente para diferentes sujetos. Si la 
cosa ha de permanecer idéntica, tal como se da como idéntica, enton- 
ces, por tanto, tiene que distinguirse entre la cosa misma, que no está 
determinada sensible, sino asensiblemente, mediante meros predica- 
dos físico matemáticos, y la cosa de los sentidos de las “apariciones” 
subjetivas, referida a las subjetividades “accidentales”. 

En la actitud puramente espiritual (la fenomenológica) se distingue 
precisamente: 

1) la vida espiritual que realmente transcurre en cada uno de los 
sujetos (con la persona que ahí se constituye para el sujeto mismo 
como predación), 

2) las unidades de experiencia trascendentes-naturales que se consti- 
tuyen en los sujetos y en cada uno a su manera (cuerpo — cosa externa); 
y ello significa: cada sujeto tiene sus experiencias “externas”, en to- 
do momento su horizonte de ser verdadero, su idea constante de la 
verdadera naturaleza en sí, y justo en cuanto puesta en una posición 
racional y verificada hasta ahora en todo tiempo, en cuanto concor- 
dancia motivada para el futuro. Todo sujeto PUEDE poner esta natura- 
leza TEÓRICAMENTE, pero también puede ponerse a sí mismo y a todos 
los otros (teóricamente), puede incluso poner la unidad intersubjetiva 
de los espíritus y “desconectar” la naturaleza. La investigación teórica 
de las referencias que aquí subsisten; posición teórica de la naturale- 
za, posición e investigación teóricas de los espíritus (conforme a 1) en 
referencia a la naturaleza, etcétera. 

En la actitud natural, la naturaleza está ahí preteóricamente, los 
otros <están> ahí y referidos a la misma naturaleza, y está ahí la 
comunidad de los espíritus, lo cual, empero, sólo la fenomenología 
pone limpiamente en claro. Puedo explorar teóricamente la naturale- 
za (ciencia de la naturaleza), el espíritu en referencia a la naturaleza o 
en ella (investigación del espíritu dirigida naturalmente), explorar final- 
mente los espíritus en referencia a su naturaleza noemática, aparente, 
presunta, pero tenida por verdadera, la naturaleza en la espiritualidad 
en cuanto existente de modo verificado.*? 

Pero a ello se añaden otras dependencias, las del estrato fisiológico 
superior. De los cuerpos dependen también las reproducciones y con 
ello las apercepciones.“ %% Las reproducciones están / en el nexo 


“ Tienen que distinguirse claramente: 1) las dependencias estesiológicas, 
las de los datos de sensación corporalmente localizados, los que entran en 
consideración para las cualidades sensibles como los datos que las exhiben y 
motivan. 2) Las funciones de la exhibición misma, que remontan a asociación 
y apercepción. 


ANEXO XIV 443 


asociativo de la subjetividad. Por ellas se determinan las apercepcio- 
nes, y esto es a su vez significativo para las cosas que hacen frente a los 
sujetos y eventualmente hacen frente como iguales a muchos sujetos. 
Qué tienen los sujetos enfrente como mundo, depende de los cuer- 
pos y de lo propio de la psique. La exploración de estas dependencias 
puede empero relegarse a ciencias propias. 

a) Por un lado tenemos la comprobación científica de la realidad 
objetiva de lo experimentado por las personas, lo experimentado fí- 
sicamente o lo experimentado empáticamente.*% Las apercepciones, 
las experiencias que las personas tienen, poseen en sí su derecho y 
la acreditación de su derecho. Ésta está prescrita por su propia esen- 
cia. De manera conocida nos convencemos si la cosa experimentada se 
confirma como realidad en la marcha de la experiencia y si es confir- 
mada por otros o no. Es real cuando se confirma para todos nosotros 
y podemos presuponer que se confirmaría para todo nuevo sujeto 
del conglomerado. Si yo viera algo, y en consecuencia concorde ha- 
llara confirmado en mi experiencia lo que ningún otro vería en la 
orientación correspondiente, entonces los otros dirían que estoy “en- 
fermo”, o yo lo diría de ellos. Lo que está aquí entrañado es asunto 
de investigación particular. Igualmente tengo maneras conocidas de 
confirmarme a mí si la experiencia comprehensiva es correcta o no; de 
reconocer si se confirma concordantemente o se suprime, y ello para 
cada especie de experiencia. Cómo, por ejemplo, a la esencia noética 
de las diferentes especies de experiencia pertenecen reglas noéticas de 
la validez y la invalidez; cómo el pensar experimental puede ser me- 
dido como válido o inválido, qué nexos de esencia subsisten aquí, lo 
explora la noética que se basa en la fenomenología. Lo que ella pone 
genéricamente de manifiesto, se particulariza en las evidencias, las in- 
telecciones, que ejecutamos y vivenciamos en cada caso en el pensar 
experimental claro. La ciencia de la naturaleza “objetiva”, matemática, 
tiene sus métodos de convencerse de la objetividad del ser material, 
de determinarlo como algo objetivo, determinarlo, por ende, elimi- 
nando aquello que depende de los sujetos “accidentales”. Sus enun- 
ciaciones no aspiran a ser repetidas por todo sujeto, a ser actualmente 
Juzgadas y vistas con intelección, pero sí a PODER, con posibilidad de 
principio, ser revisadas y confirmadas por todo sujeto pertenecien- 
te al mismo conglomerado personal de investigadores matemáticos. 
Precisamente esta posibilidad no existe para las enunciaciones que 
se fundan en cualidades secundarias y en todas las determinaciones 
Meramente subjetivas, que en correspondencia traen consigo meros 
conceptos subjetivos. 

b) Pero la investigación objetiva omnilateral%” exige también la ex- 
ploración de estas subjetividades eliminadas. Éste es el dominio de 


1965 


444 ANEXOS 


la doctrina del alma y del cuerpo objetiva (natural-mundana), que es- 
tá referida a la física objetiva. Tenemos entonces, por un lado, la cosa 
/387/ material de la física matemática objetiva, para / la cual todas las cosas 
intuitivamente dadas son meras apariciones. Por cel otro, las multipli- 
cidades para estas unidades objetivas, las válidamente constituyentes y 
las inválidamente constituyentes, y tenemos los sujetos y las vivencias 
de sujetos en los cuales a su vez las apariciones, que son en efecto 
unidades ellas mismas, se constituyen mediante otras unidades de ni- 
vel más profundo, hasta llegar hacia abajo a lo unitario último y la 
corriente de vivencias misma con su composición de fondos oscuros, 
primeros planos claros y los actos específicos. Todo este engranaje de 
sujetos con sus vivencias y correlatos de vivencias exige una investiga- 
ción objetiva, que forma cl complemento para la exploración objetiva 
de la naturaleza material. La dificultad consiste aquí en explorar inter- 
subjetivamente LO SUBJETIVO, en determinarlo intersubjetivamente. Tal 
determinación exige conceptos intersubjetivamente intercambiables. 
¿Cómo es esto posible? Ahora bien, ante todo la naturaleza objetiva 
misma es un índice para conceptos y conocimientos, y también fenó- 
menos, intersubjetivamente intercambiables. Si no hubiera ninguna 
subjetividad intercambiable, entonces no habría tampoco ninguna po- 
sibilidad de un conglomerado personal, porque no habría la de un 
entendimiento intersubjetivo. 

Más todavía: un acervo de fenómenos intersubjetivamente inter- 
cambiables de las especies particulares que son eliminadas como cua- 
lidades secundarias, existe de facto, como enseña la historia natural 
descriptiva. Hay, en general, extensos grupos de enunciados descripti- 
vos e intersubjetivamente comprensibles. En cercanía con lo intercam- 
biable, también lo meramente subjetivo puede ser luego hasta cierto 
grado indirectamente descrito, determinado. Determinamos indirec- 
tamente el ver del anormal mediante ecuaciones de color, mediante 
análogas ecuaciones de sonido, etc. Utilizamos medios físicos para la 
producción de sensaciones, por ejemplo de sensaciones visuales, por- 
que la anormalidad por lo general no llega tan lejos como para que 
no hayan de excitarse vivencias Ópticas mediante estímulos adecuados, 
que posibiliten por tanto una intracomprensión óptica en el interior 
del marco más general, o un constituir intersubjetivo de datos visuales. 
Todo esto tiene que ser estudiado en detalle y puesto de manifiesto 
en su significado científico. Obviamente, la ciencia del ser objetivo del 
cuerpo y de todas las subjetividades y finalmente del espíritu mis- 
mo como sujeto, procede experimentalmente sicmpre que encuentra 
posibilidades para ello. En el nexo único del mundo, en el mundo 
objetivo uno, explora todas las dependencias, y naturalmente, donde 


A 


ANEXO XIV 445 


es posible varía a voluntad las circunstancias para poder observar las 
consecuencias dependientes, 

Los espíritus en cuanto sujetos individuales de la motivación de 
acto. Ejecutando actos y motivados en esta ejecución: 

Los espíritus como sujetos que tienen un alma;Y a saber, sujetos / /388/ 
que ejecutan cogitaciones, las cuales están sobre un subsuelo de viven- 
cias y contienen en sí aprehensiones que están entrelazadas en nexos 
más abarcantes, en los que imperan motivaciones en el otro sentido. 
En las vivencias se manifiesta un “alma” natural en la medida, pues, en 
que en ellas se manifiestan disposiciones de representación, propie- 
dades habituales, que no tienen que ver con el yo que toma posición 
(respecto de las tomas de posición). Aquí se encuentra el dominio de 
la psicología de la asociación. El alma natural es una con el sujeto de 
las tomas de posición; ambos forman una única unidad empírica, sólo 
que de ella se destaca la unidad del sujeto (la unidad del yo que toma 
posición). Esta alma es mía, ella “pertenece” a mi sujeto y es una con él. 
Tendrá que decirse, sin duda: pertenece a la persona como subsuelo. 

El “alma” no es aquí realidad objetiva, sino el alma-espíritu. Esto 
quiere decir: “alma” en este sentido no está definida como unidad 
real con referencia a circunstancias de la naturaleza objetiva, por ende 
no psicofísicamente, o no necesita ser definida de esa manera. Hay una 
legalidad inmanente de la formación de disposiciones como soporte 
para el sujeto que toma posición. Por otro lado, esta regulación está 
en conexión con la psicofísica, de modo que ambas se consideran a 
una en la psicología. 

El espíritu no es, en efecto, un yo abstracto de los actos que toman 
posición, sino yo, la personalidad plena, yo-hombre, el yo tomo po- 
sición, el yo pienso, valoro, actúo, llevo a cabo obras, etc. Á mí me 
pertenece luego un subsuelo de vivencias y un subsuelo de naturaleza 
pasiva (“mi naturaleza”) que se manifiesta en el engranaje de las viven- 
cias. Esta naturaleza pasiva es lo anímico en el sentido de la psicología 
fisiológica, natural, pero también llega a la esfera misma de las tomas 
de posición; también éstas tienen un lado de naturaleza, entran en 
disposiciones. 

La palabra subsuelo, empero, también significa: el sujeto que toma 
posición es dependiente también de este soporte, en la medida en 
que yo, para experimentar motivaciones en mis tomas de posición, 
tengo que tener precisamente las vivencias motivantes, y éstas están 
én nexo asociativo y bajo reglas de disposiciones asociativas. Pero 


% Éste y los dos párrafos siguientes se emplean en la tercera sección, p.279, 
línea 32 - p, 280, línea 29; puesto que esta adopción no fue enteramente literal, 
NO se omitieron aquí. 


A a o 


/389/ 


446 ANEXOS 


también las tomas de posición mismas están bajo tales reglas; con cada 
toma de posición nacen “tendencias” a iguales tomas de posición en 
circunstancias similares, etc. Con todo, soy “libre”. Aquí los problemas 
de la libertad y de la peculiaridad del sujeto de la toma de posición 
como un sujeto libre frente al sujeto asociativo psicológico. Están por 
ende frente a frente: el sujeto libre —el sujeto de los impulsos, de las 
tendencias permanentes, del alma permanente de la naturaleza.*% 

¿Qué clase de ciencia objetiva es esa que se sujeta al marco de la 
actitud de la personalidad, en el interior de la actitud “espiritual”? Y 
frente a ello: ¿qué clase de ciencia objetiva es la ciencia del espíritu 
misma? O: ¿qué relación hay entre la objetividad / de la naturaleza 
física, anímica, psicofísica, que según lo expuesto se dispone sin más 
en la actitud espiritual (y pierde por ello su carácter absoluto) y la 
objetividad de los “objetos” específicos (objetos temáticos) de las ciencias 
del espíritu??? 

Tenemos por un lado la objetividad física, por otro la objetividad de 
las almas ligadas a los cuerpos físicos, con sus mociones oscuras, con 
sus aprehensiones, sus apariciones como correlatos de aprehensión, 
entre ellas también aquellas que son constitutivas para la naturaleza 
objetiva, a saber, aparecen o <son> experimentadas como aquello que 
es el soporte válido para el conocimiento de cosas objetivo posible. 

Consideramos ahí objetividades copertenecientes, vinculadas una a 
otra mediante relaciones de dependencia, con señalamientos de la una 
a la otra. ¿QUÉ SIGNIFICA AHÍ “OBJETIVIDAD”? En el sentido más amplio sig- 
nifica (se habla de la objetividad empírica, no de la objetividad de la idea) 
un ser que en un conglomerado personal abierto es pensado de tal 
modo determinable, o de tal modo determinado, que por principio es 
determinable de manera absolutamente idéntica y en todo tiempo por 
todo sujeto-yo del conglomerado como sujeto investigador posible. 

En este respecto, empero, se distingue esencialmente EL SER QUE ES 
EXPERIMENTADO MEDIANTE APARICIONES, y similarmente todo ser que me- 
diante su vinculación real con lo así experimentado adopta él mismo 
el carácter de algo aparente, así sea secundariamente, y, por otro lado, 
un ser para el cual no es éste el caso. En el último respecto está menta- 
do naturalmente EL SER DE LAS PERSONAS MISMO. Éstas son experimentadas 
o a) en la inspección o b) en la manera de la comprehensión, de la cap- 
tación comprehensiva de quien inspecciona, que es una modificación 
peculiar de la inspección. 

a) En la inspección: la persona tiene “apariciones” como su enfren- 
tante, pero ella misma no aparece y no <es> nada dependiente de lo 
aparente. Su relación con el ser aparente consiste en que ella lo “tiene” 
por cuanto ejecuta aprehensiones en las cuales le aparecen los objetos, 
a los que dirige su mirada, hacia los cuales ella se comporta en tales 


ANEXO XIV 447 


y cuales actos, toma posición, etc. En la manera de este comportarse 
la persona manifiesta su individualidad. La persona llega a la capta- 
ción inspectiva, a la captación de sí misma, cuando la mirada del yO 
va a la serie de las afecciones-de-yo y actos-de-yo en los cuales éste se 
comporta así y asá como algo idéntico hacia los respectivos correlatos 
de acto, entre ellos hacia los objetos experimentados y puestos como 
existentes por él mismo. 

b) La persona puede también, empero, ser captada comprehensi- 
vamente por otras personas, captada como “expresión” de una vida 
subjetiva en un cuerpo. Su yo con su corriente de vivencias, la de los 
actos que en ella sobresalen, es captada intracomprensivamente, y en 
la índole de las motivaciones ahí co-captadas, en el tipo habitual de las 
mismas, es captada la / individualidad. La persona ajena es captada /390 
en su vida-de-yo, en su querer-de-yo, su actuar-de-yo, etc. Todo yo tiene 
su vida-de-yo, pero cada uno es también persona, es individualidad y 
diferente individualidad.* 

“Esta objetividad de la persona y de las objetividades personales 
de cada persona del conglomerado es, por principio, comprensible, 
accesible en un comprender posible. EsTa O8/ETIVIDAD es €l campo de 
las CIENCIAS DEL ESPÍRITU y en la exploración general es el objeto de la 
ciencia general del espíritu. 

Tal ciencia es posible en la forma de una doctrina de esencias, de 
una ontología del espíritu, o en la forma de una morfología, historia 
o biografía empíricas. Según el caso, opera con meras intuiciones de 
esencia o con intuiciones empíricas. 

MEnteramente distinto es lo que ocurre con el ser físico y el ser 
estesiológico o psicológico fundado en él, 

Las cosas físicas aparecen; la experiencia que las da, da solamente las 
cosas tal como ellas aparecen, no como ellas son en sí. Esto quiere de- 
cir: en el método de las ciencias de la naturaleza, la experiencia es el 
sostén para un proceder intelectual que es por principio ejecutable 
para todo sujeto del conglomerado, y que, correctamente ejecuta 
do, conduce en cada uno al mismo resultado, a una determinación 
del ser intersubjetivamente identificable que es, ella misma, intersub- 
jetivamente identificable, frente a las meras determinaciones fenome- 
nales, que por principio no tienen que ser reconocibles por cada sujeto 
del conglomerado. 

Por lo que hace a lo anímico natural, donde encuentra su lugar todo 
lo meramente subjetivo de las objetividades aparentes (de las aparicio- 
nes en el sentido ontológico y de cualquier especie) en cuanto correlato 
de las aprehensiones anímicas, es una objetividad que complementa la 
realidad física y está entrelazada con ella. 


y PEE On 


/391/ 


- 


No por el lado de la física, sino porque cuando nosotros ponemos 
y exploramos la naturaleza como objetividad verdadera, también en- 
contramos cuerpos como cosas físicas de la naturaleza, y “en” ellos 
después lo “anímico” ante todo como lo subjetivo objetivamente espacio- 
temporal. Pero ahora encontramos, guiados por el contenido dc sen- 
tido de la empatía, lo anímico dependiente del cuerpo. (La naturaleza 
física fue lo primero, lo anímico lo que la complementa como mun- 
do objetivo. Lo complementario depende de lo fundantc.) Y ahora la 
exposición ulterior tiene pies y cabeza, a saber, que en el sistema de 
las dependencias experimentales de lo psíquico respecto de lo físico 
se constituye una especie de “realidad”. Pero esta “realidad” no es, sin 
más, el alma plena, sino que el alma (el excedente objetivo por encima 
del cuerpo corporal) tiene un estrato de realidad frente a la corporeidad 
corporal.**! La plena realidad alma es la subjetividad objetiva-mundana 
entera, que como complemento de la naturaleza puesta teóricamen- 
te de modo puro y simple, completa el mundo objetivo. Realidad son 
estos sujetos existentes distribuidos espacio-temporalmente, en la me- 
dida en que en condiciones objetivas cambiantes (circunstancias) se 
comportan reguladamente y tienen conforme a ello sus / propie- 
dades regulares “reales”. Comportamiento quiere aquí decir, empero, 
lo mismo que en el caso de las cosas. Lo existente temporalmente es 
alterable, y, en cuanto algo real, dependiente en las alteraciones de 
circunstancias reales.*?? 

La física reclama, por ende, la fisiología estesiológica y la psicología: 
porque el color, por ejemplo, depende en cuanto cualidad secundaria 
de cosa de la organización del ojo y del sistema O, el color es desco- 
nectado como no-físico y tomado como mera manifestación de una 
cualidad objetiva, del correlato físico del color. Pero precisamente por 
ello, puesto que la sensación entra en la percepción, lo anímico depen- 
de de lo corporal, y esto, como se expuso, va luego más lejos: en estas 
dependencias se manifiesta una “realidad”. La esencia de la realidad 
en general es ser unidad de dependencias. Ya en la esfera intuitiva 
resaltan dependencias de esta especie y determinan una apercepción, 
la apercepción del cuerpo y la apercepción del alma, como una aper- 
cepción fundada; y, como unidad real, el cuerpo animado está para 
nosotros intuitivamente ahí, mientras que lo anímico está dado como 
localizado en el cuerpo y temporalizado en la unidad del tiempo de 
la naturaleza. Si perseguimos temáticamente esta unidad real, y pro- 
poniéndonos en verdad un conocimiento “válido para cualquiera”, 
tenemos entonces que determinar el cuerpo como cosa físicaquímica, 
biológica, y luego determinar el alma en referencia a esta corporalidad 
física (con lo que regresamos a nuestra exposición anterior). 


448 ANEXOS 


ANEXO XIV 440 


Lo anímico real puede ahora darse ello mismo e intuitivamente 
respecto de sus “estados”. En los estados anímicos está dada intuitiva 
mente la realidad anímica misma en la medida en que, por ejemplo, 
hacemos la experiencia “el beber vino alegra”, etc. Pero esta causa- 
lidad psicofísica intuitiva es tan poco dación de la causalidad “verda- 
dera" como una causalidad física intuitivamente experimentada (por 
ejemplo, que se rompa la copa a consecuencia de la caída) es dación 
de la causalidad “objetiva” correspondiente. El caso es, por tanto, en- 
teramente distinto del de la causalidad de la motivación. 

c) Los espíritus y personas están en referencia causal a sus cuerpos 
y por ella al resto del mundo circundante.% Por un lado tenemos las 
referencias del espíritu al cuerpo, por el otro, las referencias inversas. 

En el primer respecto entra en consideración el cuerpo como cam- 
po de la voluntad, y además el cuerpo como “expresión” involunta- 
ria de la vida anímica. La vida del alma se refleja en los sucesos 
corporales-sensoriales; paralelamente a estos últimos sucesos, que hay 
que estudiar experimentalmente, corren sucesos anímicos que en la 
experiencia también son aprehendidos como causales. Éstas son cau- 
salidades psicofísicas en la esfera intuitiva. Por ejemplo, el hombre se 
avergúenza —se sonroja porque se avergúenza, pero no se avergúen- 
za porque se sonroja. Su pulso se acelera porque está entusiasmado, 
etcétera. 

En la dirección inversa yacen las dependencias que fundan las es- /392/ 
pecificamente anímicas, a saber, las constitutivas para el cuerpo como 
unidad estesiológica. Además: las experiencias de la salud y la enfer- 
medad, en cuyo contraste resaltan las diferencias entre la constitución 
corporal normal y la anormal y las dependencias de las anomalías es- 
pirituales respecto de las corporales. La experiencia conduce aquí a 
considerar la dependencia como una dependencia fisio-psíquica; así 
en la anestesia, la analgesia, en los diferentes trastornos del lenguaje, 
etc, En ello se muestra que no solamente las sensaciones, sino también 
las reproducciones correspondientes (fantasmas), son dependientes 
del cuerpo, y todos los otros fenómenos fundados por ellas están me- 
diados por ellas. 

Todas las investigaciones semejantes pertenecen, en tanto que se 
mueven en el marco de las daciones concretas, a la morfología, a las 
disciplinas descriptivas de la zoología, la antropología, etcétera. 

La cosa es distinta si, en primer lugar, sometemos los cuerpos y la 
naturaleza física entera, por sí, a una investigación “objetiva” exacta. 


% El espíritu abarca aquí naturalmente el subsuelo anímico natural, y en 


general tiene en efecto su naturaleza, y con esta naturaleza es dependiente del 
Cuerpo. 


A rl 


393/ 


450 ANEXOS 


Una fisiología que practica meramente una anatomía descriptiva y 
que persigue dependencias concretamente intuitivas, pertenece por 
completo a la antropología morfológica. Es distinta una fisiología que 
intenta alcanzar la objetividad última y a todo lo físicamente aparente 
en la corporalidad le sustituye algo físico-químico. Nos vemos llevados 
por tanto a la “física”. (No está considerada la ciencia orgánicatísica, 
la llamada “biología” en el sentido corriente.)3” 

El mundo objetivo o el todo de la naturaleza con el espacio objetivo 
y cl tiempo objetivo, en la cual se ubican todos los cuerpos y hombres 
precisamente como naturalezas, es por tanto el correlato de las cien- 
cias de la naturaleza,*”* y justamente como ciencias de la naturaleza 
trascendente, por ende de la física en el más amplio sentido, además 
de la estesiología y la psicología. 

Por otro lado se hallan, empero, las ciencias de la subjetividad, que 
son enteramente distintas: las ciencias de la personalidad, de los con- 
glomerados de personalidades, de los correlatos de las personalidades. 
En lo más bajo, la teoría de la naturaleza puramente “estética”, que 
no es ciencia de la naturaleza objetiva en el sentido de la física, sino de 
la naturaleza fenomenal, tal como ella es mundo circundante común 
de los normales. En niveles superiores se incluyen aquí naturalmente 
todas las llamadas ciencias de la cultura. 

Tenemos, por ende, una tajante distinción entre ciencias de la natu- 
raleza y ciencias del espíritu: la ciencia de la naturaleza se hace cargo 
de la realidad (la sustancialidad y la causalidad) en el mundo de la 
aparición. La ciencia del espíritu se hace cargo de la individualidad 
personal y la causalidad personal, la causalidad de la libertad y la mo- 
tivación. Aquí se ubican, empero, las ciencias de la naturaleza, como 
ciencias, en la esfera del espíritu. No es la naturaleza la que se ubica 
en las objetividades de las ciencias del espíritu, pero sí la ciencia de la 
naturaleza, la psicología, etc.; y la naturaleza como correlato, como 
lo conocido del / nivel respectivo, como “imagen del mundo” de la 
ciencia de esta o aquella época, pertenece naturalmente a la ciencia 
del espíritu, a la historia. 

Hemos descubierto ahí un paralelismo notable. Todo lo científico 
espiritual admite una transmutación en lo científico-natural en tanto 
que la naturaleza intuitiva es aprechensible como aparición de una na- 
turaleza objetiva, y en tanto que todo factum espiritual, toda persona 
en sus actos y estados, es aprehensible como “manifestación” de un 
alma referida a un cuerpo (que en la otra actitud la expresa) como cosa 
fisica?” 

Obviamente aquí no se puede, como ha hecho Dilthey, confundir 
la antítesis de descripción y explicación con la antítesis de ciencia del 
espíritu y ciencia de la naturaleza. Pues al poner frente a frente la 


DÑA O 100 O 0 ar a 


ANEXO X1V 451 


descripción y la explicación (conforme a ello las ciencias descriptivas 
y las explicativas), apresamos la descripción como nivel inferior de la 
explicación. Si esta contraposición ha de tener su sentido, entonces 
en la descripción y en la explicación estamos dirigidos a lo mismo: 
a algo “objetivo”. En verdad, encontramos ahora en cada una de las 
esferas, en la esfera de la naturaleza pero también en la del espíritu, 
que esta diferencia de descripción y explicación es decisiva. Pero de 
facto, si lo vemos más de cerca, las llamadas ciencias descriptivas no 
son soportes de las “explicativas” correspondientes, y es indispensable, 
ante todo respecto de las ciencias de la naturaleza, llevar aquí claridad 
a las relaciones que carecen de ella. 


APÉNDICE CRÍTICO 


l 


SOBRE LA CONFORMACIÓN DEL TEXTO 


Como base documental para el texto de la presente edición sirvió la 
redacción del profesor Landgrebe, que procede de 1924-1925, Es la 
última versión y la más acabada; a partir de ella fueron examinadas 
retrospectivamente las diferentes fases de la obra, las cuales se fundan 
una sobre la otra. Una parte de la documentación estaba ya registrada 
en el Archivo como perteneciente a las “Ideas 11 y 111” (entre otras 
cosas, gracias a los trabajos de archivo de la doctora L. Gelber); una 
serie de los documentos autógrafos de Husserl tuvo que ser rebuscada 
primero en el muy vasto legado póstumo (para lo cual los sumarios 
de título y paginación que el profesor S. Strasser elaboró para todos 
los manuscritos del legado fueron en especial de la mayor utilidad). 
Finalmente hubo de admitirse que cierta parte de la documentación 
había sido ya destruida por Husserl. Como resultado se tienen los 
siguientes documentos: 


A. Autógrafos de Husserl: 


1) Primer borrador de 1912 (manuscrito a lápiz) 

2) Redacción de 1915 

3) “Hojas-H”: el manuscrito de la tercera sección (1913) 

4) Hojas de diferentes manuscritos, sobre todo de los años de la 
guerra hasta el comienzo de 1917. 


B. Redacciones: 
1) Primera redacción de Stein de ca. 1916 
2) Segunda redacción de Stein de ca. 1918 
3) Redacción de Landgrebe de 1924-1925 


Los autógrafos de Husserl: sobre A 1) El manuscrito de 1912 fue escrito 
inmediatamente después del manuscrito del libro primero. Compren- 
de 84 hojas estenografiadas en escritura muy apretada, y sobre todo, 


456 APÉNDICE CRÍTICO 


por cierto, con lápiz. Signatura del Archivo: Y HI 1, 1-84. Las hojas 
4-36 pertenecen al libro ll, las hojas 37-84 al libro 111; cl manuscrito 
se escinde por ende en 2 grupos. 

Las dos primeras hojas del Grupo 1 llevan la advertencia: “del 
manuscrito para Ideas 1” y “terminado”. Las hojas siguientes fueron 
paginadas originalmente de 13 a 22, con muchas numeraciones in- 
termedias; tres de ellas fueron escritas en viejas invitaciones de la 
Universidad de Gotinga: hoja 7: una invitación para el “21 de nov., 
1912”; hoja 17 para el 28 de nov., 1912; hoja 18 para el 4 de diciembre. 
Dado que Husserl mismo dató el manuscrito en 1912, tal vez procede 
por ende de noviembre-diciembre de 1912. El tamaño y la forma de 
la letra son muy uniformes y también indican que este borrador fue 
escrito de un solo golpe. 

El Grupo II está datado por Husserl mismo en nov.-dic. 1912. La 
vieja paginación corre, de nuevo con numerosas hojas intercaladas, de 
la 22a hasta la 45; la letra es igualmente uniforme como en cl primer 
grupo. Los numerosos añadidos deben de haberse hecho también 
muy poco tiempo después de la primera escritura. Este manuscrito 
conforma la base del libro 111, sin complementos posteriores. 

Sobre A 2) La Redacción de 1915 comprende 108 hojas estenografia- 
das, casi todas escritas por los dos lados, aunque con una letra menos 
apretada que en el primer manuscrito a lápiz. Signatura de Archivo: 
F 111 1, hojas 86-194. Husserl anota en la carátula: “Ideas Il, hasta 
p. 305” (de la segunda redacción de Stein, o sea hasta la mitad del 
833 de nuestro texto) “mi refundición y documentación para la seño- 
rita Stein”; en la primera hoja: “del curso de 1913 y 1915”. La última 
observación indica ya que aquí no se trata, como en el manuscrito 
a lápiz, de un texto unitario, sino más bien de una recopilación de 
diferentes investigaciones, e incluso, además de los cursos de 1913 y 
1915, deben de haberse recogido aquí también otros manuscritos, a 
cuyo efecto estos documentos pudieron haber sido en parte copiados 
en limpio por Husserl; finalmente, quizá una parte del manuscrito fue 
escrita como texto de enlace precisamente para esta redacción. La le- 
tra y la paginación antigua pueden aclarar aquí la correlación original 
de las hojas. 

Mientras que la parte uniforme en cuanto a letra, tinta, etc., del 
manuscrito de Edith Stein fue numerada con lápiz de 8-124, varios 
grupos de hojas llevan viejas signaturas, provienen por ende de otros 


| Sobre el ordenamiento de los manuscritos en el Archivo, véase H. L. van 
Breda, “The Husserl Archives in Louvain”, en Philosophy and Phenomenological 
Research, 7 (1946-1947), pp. 487-491, o “Les Archives-Husserl 4 Louvain”, en 
Revue Néoscolastique de Philosophie, agosto 1940 - agosto 1945, pp. 347-351. 


Sn a 


SOBRE LA CONFORMACIÓN DEL TEXTO 457 


comiextos y fueron intercalados posteriormente (probablemente con 
motivo de la segunda redacción de Stein). Se trata (junto a otras hojas 
sueltas) de los grupos 132-142 (viejas signaturas: W 84, 747, 74914, 
W 8», 748), 146-149 (7436), 171-178 (NB 46%, 6-4. (1) y 191-193 
(1, m, p). El último de estos grupos lleva la fecha temprana 1908. 

Sobre A 3) Las “Hojas-H”, el Manuscrito principal de la tercera sección 
(La constitución del mundo espiritual), conforman un manuscrito en 
tamaño folio en letra cursiva que no se ha conservado sin interrupcio- 
nes. Según las anotaciones de Husserl, en la redacción de Landgrebe 
este manuscrito debía acompañar al de 1912 junto a otros comple- 
mentos, y estaba ya pensado como copia en limpio para ser impresa. 
Husserl advierte: “la redacción en limpio no llegó entonces más allá 
de un fragmento inicial”; se trataba, con todo, de 69 páginas ceñida- 
mente escritas, a las cuales se adjuntaron según Landgrebe las hojas 
estenográficas no conservadas 70-80 y P 1-6, Ya que no hacía falta 
transcripción, puesto que Husserl no había hecho ningún complemen- 
to estenográfico, una parte de estas hojas fue intercalada en la segunda 
redacción de Stein; pero como el original, sin embargo, fue revisado 
por Husserl y era poco legible, Edith Stein transcribió las hojas co- 
rrespondientes. En este caso, las hojas del manuscrito apenas se han 
conservado y ciertamente tenemos que considerarlas destruidas. De 
anotaciones e indicaciones incidentales en las transcripciones se infie- 
re que este manuscrito comprendía ca. de 71 hojas, a las que todavía 
puede añadirse una serie de hojas intercaladas. Husserl mismo lo data 
en 1913. 

Sobre A 4) Mientras que el tercer libro de las “Ideas” se basa ex- 
clusivamente en el manuscrito a lápiz de 1912, las “Ideas 11” fueron 
ampliadas con otros numerosos manuscritos, de tal modo que los tres 
grupos mencionados contienen solamente el andamiaje básico del tex- 
to. Sobre todo la segunda mitad de la segunda sección, empezando en 
el $32, es una recopilación de los más diferentes manuscritos; también 
las “Hojas-H” de la tercera sección han sido ampliadas con pasajes de 
otros manuscritos. Es probable que estos manuscritos hayan estado 
reunidos en una carpeta en el momento de la segunda redacción de 
Stein y acaso también todavía en 1925 para el profesor Landgrebe. 
Tras la redacción de Landgrebe, Husserl quizá destruyó una parte de 
ellos; en todo caso ya en 1935, en la gran reordenación de los ma- 
nuscritos, solamente existía una pequeña parte de ellos. Al hacer esta 
reordenación, los restos pueden haberse separado, esto es, haber sido 
colocados en diferentes legajos. Para comparar las redacciones lo más 
extensamente posible con los documentos originales, el legado póstu- 
mo fue total y cuidadosamente examinado. Además de los manuscritos 
principales mencionados bajo A 1-3, hallamos: 


E | 


458 APÉNDICE CRÍTICO 


Para la segunda sección, partes de FF IV 3 (hojas 144-148). (“Natura- 
leza y espíritu”, nov.-dic. 1916) y hojas sueltas de K II 4 (hojas 35 y 
36), cuyo hatillo está fechado “antes de 1917”. Se ha perdido aproxi- 
madamente una cuarta parte de la documentación de esta sección. 

Para la tercera sección casi la mitad de la documentación tiene que 
considerarse destruida, ya que en efecto también del manuscrito prin- 
cipal solamente se conserva ca. de la mitad. Aquí pudieron ser identi- 
ficadas con las redacciones: partes del manuscrito del Anexo XIV; A 
IV 17, hoja 46 (sin fecha); A VI 2, hoja 8 (1916); A VI 10, hojas 7, 8, 10, 
25, 26, 50-52 (1912); F IV 3, hojas 149-152, 154 (1917). El empleo de 
estos manuscritos no es continuo; más precisiones acerca de los sitios 
de su adopción en el texto se obtienen del panorama comparativo de 
las páginas al final del apéndice.” 


Las redacciones: sobre B 1) La primera redacción de Stein de 1916 se con- 
serva solamente en la medida en que una gran parte de las hojas ha 
sido incluida en la más extensa segunda redacción, donde pueden ser 
reconocidas gracias a la antigua signatura. Además se conserva una 
tabla de contenido de esta primera versión de Stein, de modo que es 
posible una “reconstrucción”. Lo esencial sobre ella se ha dicho ya en 
la introducción y aquí tenemos que presuponerlo (véase la “Introduc- 
ción del editor”, p. V). Repetiré que exclusivamente los originales de 
1912 y 1915 (A 1 y 2) sirvieron de basc, y además faltaban en el manus- 
crito de 1915 los grupos intercalados más tarde, W 8 a, b; 743_14; 3; 
NB 46 b-i; 1 e, m, p, así como algunos textos intercalados del original 
de 1912. La primera redacción de Stein consistía por tanto en una 
transcripción del grupo principal 8-124 de la redacción de Husserl 
de 1915 (paginación del Archivo, véase bajo A 2), y proseguía luego 
con las hojas 11-36 del manuscrito de 1912; a las últimas corresponde 
en esta edición el Anexo l del Libro 111. 

Sobre B 2) La segunda redacción de Stein tiene que haber sido hecha 
alrededor de 1918, y probablemente Edith Stein trabajó en ella todavía 
en los primeros meses de 1919. Si bien su primera redacción, de la 
que acabamos de hablar, fue más una transcripción, Stein emprendió 
aquí significativas recopilaciones. La fecha más temprana entre los 
manuscritos empleados llega hasta 1908, la última hasta 1917. Puesto 
que, sin embargo, solamente una pequeña parte de los manuscritos 
está fechada, estos límites siguen siendo aproximados. Como ya se dijo 
en la introducción, esta redacción comprendía ya el texto completo 
de la edición que aquí se presenta con excepción de los anexos. Edith 


” Este panorama comparativo no se ha incluido en la presente edición 
española. 


SOBRE LA CONFORMACIÓN DEL. TEXTO 459 


Stein numeró para esta redacción todos los manuscritos con lápiz azul, 
de 1-182. 

Sobre B 3) En 1924-1925, el profesor L. Landgrebe, quien desde 
1923 era asistente de Husserl, hizo una redacción sobre la lrase de 
la segunda redacción de Stein, cuyas secciones 1 y Il, tras el cotejo 
con los manuscritos originales (que tuvo ante sí), adoptó inalteradas. 
La sección 11 (constitución del mundo espiritual) fue reelaborada 
entre tanto por Husserl y llenada de anotaciones estenográficas, las 
que entonces tuvieron que ser integradas; además, en varios pasajes 
Husserl quería volver a las “Hojas-H” (A 3), donde Fdith Stein había 
incluido otros manuscritos. Para el tercer libro se adoptó inalterada 
la primera redacción de Stein. 

Para que el lector pudiera tener un panorama de los grandes ma- 
nuscritos unitarios, Landgrebe incluyó en los Anexos VII, VIII y X los 
pasajes de las “Hojas-H” que fueron sustituidos en la redacción por 
olros manuscritos y que no fueron empleados, y en el Anexo | del 
tercer libro, los pasajes no empleados del manuscrito de 1912, El gran 
Anexo X1l procede igualmente de la redacción de Landgrebe. 


Sobre el texto de la presente edición. La redacción de Landgrehe es- 
crita a máquina fue revisada por Husserl varias veces y a fondo, y 
sobre todo, hasta 1928. Pueden diferenciarse con claridad tres ca- 
pas de anotaciones, de las cuales la más temprana fue hecha a lápiz; 
probablemente ya en 1925 Husserl encargó a uno de sus alumnos la 
numeración y transcripción de la última. Para la edición, el texto y las 
anotaciones fueron cuidadosamente cotejadas con los originales, y se 
intentó conformar un texto unitario y lo más íntegro posible, aunque 
sin emprender alteraciones independientes. A través de las notas crí- 
ticas será posible echar una mirada sobre las versiones previas, pues 
en ellas se consignan todas las alteraciones posteriores, en la medida 
en que su contenido tiene importancia. 


U 


NOTAS CRÍTICAS" 


Explicación de las abreviaturas: H. = Husserl, L. = versión de Landgrebe, 
St. = versión de Stein, ed. = editor, ms. = manuscrito. 


1. El título del capítulo es adición de H. en L. Anotaciones marginales 
de H. en L. al primer capítulo: Manuscrito mal compuesto y mal 
redactado, verdaderamente no redactado. Este capítulo tiene 
que ser redactado completamente de nuevo. 


2. Tras ...como sinónimas. en L. el siguiente texto, marcado por Husserl 
con dele: Persigamos entonces la correlación entre experiencia y 
naturaleza; si tomamos el punto de partida de la experiencia 
por el lado de la conciencia, entonces por experiencia se en- 
tiende en primer término una conciencia cualquiera, en la cual 
vienen a dársenos realidades individuales, y por cierto espacio- 
temporalmente extendidas. Distinguimos el pensamiento de ex- 
periencia, el pensamiento que saca de experiencias su funda- 
mento de derecho, y las experiencias mismas. Éstas son actos en 
los cuales las objetividades espacio-temporales, más precisamen- 
te, las cosas, las propiedades cósicas, los procesos cósicos, etc., son 
concientes de manera intuitiva y por tanto como existentes. En- 
tre los actos intuitivos están en primer sitio las percepciones: en 
ellas lo objetivo está conciente como presente en persona. Frente 
a ellas están los recuerdos, que se caracterizan fenomenológi- 
camente como representaciones de experiencias anteriores del 
sujeto que recuerda. Lo objetivo suyo está caracterizado como 
algo que ha sido presente en persona. En comparación con el 
recuerdo, la percepción es experiencia originaria. El recuerdo es 
no-originaria. Algo semejante vale para otras representaciones. 


Algunas de las notas de este apéndice no fueron traducidas por concer- 
MIT a cuestiones de redacción que no se reflejan en la traducción. 


DO 


14. 


15. 


APÉNDICE CRÍTICO 


Las determinaciones que acaban de ser dadas son empero dema- 
siado amplias. La percepción, el recuerdo, y la percepción cósica, 
el recuerdo cósico, no coinciden. A la esencia de cada especie de 
objetividad individual es inherente que en posibilidad ideal le 
corresponde a ésta un percibir, una conciencia originariamen- 
te dadora, e igualmente una conciencia representante, como el 
recordar y el esperar, 


. Con el texto antes citado tuvo que quedar suprimida también la oración 


siguiente, que en L. se agregó a objetos individuales en general: Así 
pues, la correlación que hasta aquí hemos descrito está descrita 
con mucha generalidad. 


temática ... naturales ... dóxico Adiciones de H. en L. 


del interés teórico Adición de H. en L., y además anotación marginal 
de H. en L.: interés dóxico (teórico) 


dóxicos añadido de H. en L., objetivantes puesto entre paréntesis 
vivencias dóxicas Mejora de H. en L.; originalmente: tales 


Desde Una cosa es ver, hasta aquí, adiciones de H. en L.; original- 
mente rezaba la conclusión del $: Es distinto ver que ejecutar el ver 
en el sentido específico, “vivir” en la ejecución del ver de mane- 
ra eminente. Es distinto captar que el cielo azul es, que vivir en 
la ejecución del juicio: el cielo es ahora azul. Á los actos dóxicos 
en esta actitud, en esta manera de la ejecución, los llamamos 
actos teóricos. Las adiciones están dadas en parte como anotaciones 
marginales, sin que haya sido señalado el sitio de su intercalación 


vivencias intencionales Cambio de H. en L.; originalmente: actos 


. el ego que pertenece inseparablemente a todo cogito Adición de 


H. en L. 


Desde que capta y pone cambio de H. en L.; originalmente: ...que 
apresa y pone y además determina judicativamente una objetivi- 
dad en su sentido 


. Ms.: constituir L.: constitución 


Hasta aquí ... predaciones Complemento de H. en L. 


análogas a las objetividades ... originariamente Complemento de 
H. en L. 


La más primigenia ... predicación Complemento de H. en L.; ori: 
ginalmente: Pero este componente emotivo no es un acto en 


NOTAS CRÍTICAS 463 


cuya ejecución vivimos, sino al contrario, vivimos exclusivamen- 
te en una actitud teórica, ejecutamos un acto de la objetivación 
“cognoscitiva”, el cual, empero, según su esencia, presupone la 
respectiva vivencia emotiva. Presupuesta está ahí, sin embargo, 
la vivencia emotiva precisamente en el modo del no-vivir-en- 
ellaejecutándola. Las objetividades predadas están, en primer 
término, en la ejecución de los actos emotivos, concientes con 
los caracteres de la gracia y la falta de gracia, de la belleza y la 
fealdad, la adecuación al fin o la inadecuación al fin, etc. Están 
concientes de tal modo, pero no concientes en espontancidad 
teórica como objetos-sujetos con los predicados del nuevo ni- 
vel, los predicados grato, bello, etc. Para ello se requiere de 
la actitud teórica con los correspondientes giros objetivantes de 
la mirada y nuevas espontaneidades teóricas, con las cuales en- 
tonces se constituyen de nuevo objetos de nivel superior. Este 
texto está marcado con dele 


16. Esta capacidad ... lo “descubre” Complemento de H. en L. 
17. Esta remisión ... misma validez Complemento de H. en L. 


18. Anotación marginal de H. en L.: Esto tiene que decirse mucho 
antes. 


19. El texto de las [dos últimas] notas al pie = anotaciones marginales de 
H. en L. 


20. (si ello es en general posible) Adición de H. en L. 

21. (si algo semejante es en general posible) Adición de H. en L. 

22. Tropezamos así ... estados de cosas Complemento de H. en L. 

23, En una, la vinculación ... notas sensibles Complemento de H. en L. 


24. El texto de las [dos últimas] notas al pie = anotaciones marginales de 
H, en L. 


25. Volvamos ahora de nuevo ... espacio-temporal Hoja extra de H. 
en L., seguida de una anotación con lápiz: El 811 entero no es toda- 
vía suficiente y no se enlaza con las más profundas exposiciones 
de las investigaciones precedentes, y tampoco está concluido. Es 
menester también el concepto de la experiencia estética (sensi- 
ble) y poner en claro el correlato del saber por experiencia. 


26. Anotación marginal de H. en L.: Esto, tal como está, induce a 
error. 


4604 


da 


28. 


29, 


30. 


Y 


: aprendemos ... fusión corpórcea puesto por H. en 1.. entre paréntesis 


. Desde indagar estos nexos marcado por H. en 1.. con dele 


. La secuencia del texto fue alterada tras los señalamientos de 1. en L.; 


APENDICE GRÍFICO 


ER 2 entera, verán el señalamiento de H, en L., ha sido ampliado al 
volver sabre el ms. St y Lo. dan de nuevo el original sólo que abreviado 


Ly St: solamente [nio | en vez de nunca [nie] (lectura) 


Anotación marginal de Hen Lo: Cualidad corpórea como un con- 
cepto preciso de cualidad de la rosa 


Desde Pero la extensión modificado tras los señalamientos de 1. en 
L. y al volver sobre el ms, Lo reza: Pero la extensión corporea no 
es on el mismo sentido rayo del ser real, propiamente no es una 
propiedad »eal, sino una forma esencial de todas las propiedades 
reales. Por ello es el espacio vacio realiter una nada, es solamente 
en tanto que una cosa con sus propiedades cósicas se extiende 
en el 

En este sentido es la extensión, pues, aunque clla, incluso 
precisamente porque no es una propiedad real (marcado por Ll. 
con ?, la... A esto observa Husserl: Esto 10 es correcto, ¡Mejorar! 


H. en L., anotación marginal: Esto así todavía no es suficiente. 
Hace falta, en variación libre, en la constitución de algo puro 
y libre en general, alcanzar el necesario estilo esencial que lo 
abrace todo, lo que para “algo semejante” en general es estilísti- 
camente necesario, 


con dele 


H. en L., anotación marginal: Falta la diferencia entre esquema y 
apariencia [Apparenz] como lo dado del esquema, el lado del es- 
quema, el lado de la superficie como tal, como exhibidor del 
esquema pleno 


Ello es de hecho ... (desprendimiento unilateral) Inserción de 
H. en L. 


H. en L., anotación marginal: Tema: cl mismo cuerpo espacial en 
“maneras de aparición” visuales, táctiles, etc.; en el sentido aquí: 
las inismas propiedades, eventualmente dadas de manera visual 
o también táctil, etc. — no sólo analogía de las apariciones, sino 
identidad de lo aparente Nota al pie de H. en L, 


Anotación marginal de 11, en L.: ¿“Causalidad vista”? 


en l. estaban las secciones desde el principio del 8 hasta este lugar tras 


a 


NOTAS CRÍTICAS 465 


el párrafo que termina reglas de la dependencia de circunstancias 
más adelante 


39. H. en L,, anotación marginal: Pero ahí falta la aclaración ontoló- 
gica de la alteración como continuo (?) de “reposos” 


40. H. en L., anotación marginal: Hasta p. 54 ningún texto propia- 
mente dicho 


41. En vez de investigación en el ms. método 
42. L. aquí en vez de de ningún modo (lectura) 
43. L. unidad cósica ms. pluralidad cósica 


44. Hoja extra de H. en L.: Hasta p. 54 análisis estético de la cosa 
material como aistheton —como sentido objetivo, como materia 
de la posición dóxica. 

P. 55 ss. la referencia al cuerpo de este sentido objetivo, de la 
aisthesis. No fue descrito antes el sistema de las “exhibiciones” 
subjetivas, matizaciones (en un sentido ampliado), en las cuales 
se constituye sintéticamente el esquema y cada momento del 
esquema y según todos los estratos del esquema. 

Falta entonces la orientación, la “manera de aparición” del 
esquema según “cerca” y “lejos” y con ello de la cosa misma —su 
matizarse, podemos también decir, en el sistema de matización, 
que se llama sistema de orientación, con las unidades interme- 
dias de las “cosas a distancia”. Se pregunta si estas unidades 
intermedias deben ser tratadas ya en la doctrina del esquema. El 
esquema en cuanto cuerpo espacial lleno sería unidad —el cuerpo 
espacial mismo unidad de las exhibiciones corpóreo-espaciales, 
a saber, de los “cuerpos a distancia” (cuerpo de cerca, cuerpo de 
lejos) y dependiente de ello las formaciones de unidad de las 
cualificaciones de los cuerpos a distancia. Pero quizá es mejor 
tratar esto aquí por vez primera, como doctrina de lo subjetivo 
sistemático de las maneras de darse (maneras de aparición, ma- 
neras de matización) y luego, comenzando por la orientación, 
descender; las cosas a distancia son ellas mismas unidades consti- 
tuidas, pero lo constituyente no entra en lo constituido; entonces 
tampoco las cosas a distancia mismas (éstas no son ningunos es- 
tados). El “constituir” significa algo enteramente distinto en las 
palabras “a partir del esquema se constituye realidad”, y en a par- 
tir de las cosas a distancia, a partir de datos de sensación, etc., 
“se constituye” unidad. 


466 


45. 


50. 


52. 
53. 


54. 


55. 


APÉNDICE CRÍTICO 


Título del capítulo de H. en L.; completo, dice: Los aistheta (cosas 
materiales como tales en su estructura estética) en relación con 
el cuerpo cstético. Aquí se advierte: Ya está presupuesta la cdifi- 
cación constitutiva de los esquemas a partir de cosas a distancia 
(matización de orientación) y de las cosas a distancia a partir 
de matizaciones de sensación, además la misma constitución del 
cuerpo. Parece entonces que la p. 143 ss. (el tercer capítulo de la 
segunda sección: La constitución de la realidad anímica a través del 
cuerpo) tiene que ir antes, como también en mi primer borrador. 
Este primer borrador es el ms. de 1912. La transposición propuesta 
no habría sido posible sin una intromisión en el texto, por lo cual se 
mantuvo la versión de Landgrebe. 


. Anotación marginal de H. en L.: Ha sido descrito el sentido obje- 


tivo cosa 


. sensibles Adición de H. en L, 


. L.: Multiplicidades de matizaciones de sensación, de unidades 


esquemáticas ... de matizaciones de sensación tachado por H. en 
L. con la observación: no se trataba de esto 


. Cuerpo del sujeto experimentante ... Adición de H. en L.; L.: suje- 


to experimentante; anotación marginal de H. en L.: a) orientación, 
al) están en juego dos clases de “sensaciones”, datos exhibidores 
y “sensaciones” que funcionan 'cinestésicamente' en sus diferen- 
tes referencias correlativas. A ello observa H. más tarde: Pero hasta 
aquí no se ha hablado de datos de sensación 


Anotación marginal de H. en L.: Pero el sentido del tacto como 
sentido de cerca —cfr. también la página siguiente 


. Anotación marginal de H, en L.: De aquí en adelante todo parece 


necesitar mejora 
elementos tachado por H. en L. 


Desde el principio del párrafo, modificado por H. en L.; L. reza: Si la 
cosa es (y la concordancia en la posición de ser y de identidad en 
el nexo de la experiencia es un fundamento de razón primigenio 
de la enunciación “esto es”), entonces tiene que ser lógicamente 
determinable de un modo 


Desde Esto nos recuerda a la lógica formal /párrafo anterior] hasta 
aquí, puesto por H. en L. entre paréntesis con dele 


Anotación marginal de H. en L.: Esto no está desarrollado 


NOTAS CRÍTICAS 467 


56. Anotación marginal de H, en 1..: ¿desarrollo? 


87. Pronto tiene que mostrarse ... en efecto, único añadido por el ed. 
conforme al manuscrito 


58. Anotación marginal de H, en L.: ¿pero “en sí”? 


59, Anotación marginal de Fl. en L.: Pero ciertamente es mucho lo 
que ahí se incluye, ya naturaleza idéntica 


60. H. en L.:? 


61. El texto ¿Hemos de decir ... de los órganos sensoriales estaba en 
L. entre paréntesis 


62. L. y Ms.: de inteligencia normal [Normalsinnige] cambiado por el 
ed. a de sensibilidad normal [Normalsinnliche] 


63. Anotación marginal de H. en L.: Pero yo mismo en cuanto aislado 
estoy excluido de la anomalía sensible y variantes de mi normali- 
dad constitutiva primigenia; por ende, la física no tiene primero 
referencia a la intersubjetividad 


64. Esto también vale ... no intersubjetivo adición de H. en L. 


65. Modificación de H. en L.; L. reza: ... espacio puro (que puede ser 
llenado sin cualidades)... 


66. Cada sujeto ... son apariciones adición de H, en L. 


67. sensible-intuitivo modificación de H. en L.; L. reza: concreto 


68. Anotación marginal de H. en L.: Esto tendría que haberse dicho ya 
antes. — Pero entonces sería una mera determinación de aquella 
subjetividad en la que se constituye. 


69. Anotación marginal de H. en St.: No se toma aquí en cuenta el 
concepto de organismo 


70. Nota al pie = hoja extra de H. en L. 


11. Transposición conforme al ms., L. dice: ...sólo que no justo a priori 
de un cuerpo material 


72, Modificado conforme al ms., L.: y de hecho existe 
13, polo-yo interpolación de HH. en L. 
14. Anotación marginal de H. en L.: ¡impedimento de la libertad! 


75. del polo-yo interpolación de H. en L. 


AA 


408 


76. 


79. 


APÉNDICE CRÍTICO 


No soy un momento efectivo: en esto hay que poner la atención 
particularmente ¿ntercalado conforme al ms. 


- L.: corporal en vez de espacial, modificado conforme al ms. 


L. y St.: ningún [kein) en vez dean [ein] (lectura) 


El ms. reza: ...buen sentido (pero no el de Kant), si... 


. Anotación marginal de [E en 1..: Para esto se necesita una nueva 


redacción siguiendo los mejores manuscritos posteriores 


. instituye de +. en Lo, L.: fija 


. Anotación marginal de H. en L.: ¿Puede hablarse aquí para las 


nóesis de duración en sentido propio? 


. L.: rota en vez de derribada, modificado conforme al ms. 


. que puedo captar ... que siempre tengo no en L., intercalado con- 


forme al ms. 


. como protoinstitución interpolación de H. en L. 


L.: haber-vivido-como-impresión en vez de haber-tenido-como- 
impresión (lectura) 


L.: al comportamiento sensible en vez de en el comportamiento 
sensible modificado conforme al ms, 


. L.: de la vida en vez de del alma modificado conforme al ms. 


. a respectivamente interpolación de H. en L.: que reflexiona refle- 


xivamente Tanto ms. como L.: respectivamente 


. L.: motivaciones en vez de modificaciones (lectura) 

. ínfimos falta en L., intercalado conforme al ms. 

. junto falta en L., intercalado conforme al ms. 

. L.: meras posibilidades en vez de posibilidades esenciales (lectura) 


- L.: ...no poder retornar en la identidad de las mismas circuns- 


tancias externas puesto por H. en L. entre paréntesis con dele 


. Fítulo del capítulo, H. en L. cuerpo 143-162 (este capítulo) ames 


de 55-142 (esto es, antes del tercer capítulo de la primera sección) de 
162-172 empatía (cuarto capítulo de la segunda sección) 


- L.: que no es cuerpo; mi intercalado conforme al ms. 


NOTAS CRÍTICAS 469 


97. Marcado y señalado con signo de interrogación 


98. L.: pudiera mover hacia adelante en vez de pudiera mover inme- 
diata y libremente modificado conforme al ms. 


99, pero a una ... sensaciones táctiles interpolación de H. en L, 


100. Anotación marginal de H, en L.: Este parágrato no basta, ¡el mover 
subjetivo antes del querer! 


101, como su cuerpo interpolación de H. en L. 
102. directa y propiamente interpolación de H. en L. 


103. Anotación marginal de H. en L.: Pero esto está demasiado orienta- 
do por las ubiestesias táctiles. Los datos visuales no están tampo- 
co directamente localizados, ni siquiera las apariciones visuales 
de las cosas. Aquí redactar, reelaborar con más cuidado. 


104. físico interpolación de H, en L. 
105. L.: componentes en vez de constancia modificado conforme al ms. 


106. L.: ...tienen que presentarse ahí en vez de pueden presentarse 
ahí; por ello también ... puede ofrecerse ampliado conforme al ms. 


107, Anotación de H. en L. acerca del $ 42: de otro contexto enteramente 


distinto y no inteligible marcado con dele 


108. Ms.: coexistencia regular y ordenada 


109. La oración Pero ello ... todo físico reza en el ms.: Sí. Cuando ello 
mismo es algo físico, cuando el enlace es un enlace en un todo 
físico. 


110. como organismo físico, pero también interpolación de H. en L. 
111. pero por supuesto ... muerte orgánica interpolación de H. en L. 


112. Anotación marginal de H. en L.: Nulo hasta la p. 180. Es incorrec- 
to. ¿Hablo de mi conciencia, la del que filosofa? Pero aquí vienen 
al caso la intersubjetividad y la empatía. Dele hasta el punto e) 


113. Ms.: naturalista en vez de natural modificado por H. en L., además 
anotación marginal en el ms.: ¿es pues la actitud natural la misma 
que la naturalista?, ¿y no hay que tachar la página entera? 


114. Anotación marginal de H. en L.: Falta por todas partes la doctrina 
de la reducción intersubjetiva. 


115. Ms. y L.: naturalista en vez de natural modificado por H. en L. 


A — ————2—— AA AAA AA e 


470 APÉNDICE CRÍTICO 


116. Desde A los estados anímicos hasta aquí: Anotación marginal de H. 
en Ms.: Exposición inutilizable en toda la página 


117. Oración modificada por H. en L.; ms. y L. rezaban: ...el acervo total 
de lo que constituye intencionalmente a la persona con todas sus 
propiedades personales. 


118. £.: anímicos en vez de sensibles modificado conforme al ms. 


119. Una hoja extra de H. en L.. se incorpora al 8 49: 
El comienzo de Ideas Il, actitud naturalista y personalista. La 
persona singular y las comunidades personales. Las vivencias, 
actos, logros personales, las obras logradas, formaciones en ge- 
neral referidas en su ser cada una de ellas como personales: 

La especie de ser de las vivencias “en” la persona. La especie 
de ser de la persona, que se manifiesta en la pregunta personal 
“¿Quién es?” y una pregunta que cada persona puede plantearse 
en referencia a sí misma en el “¿Quién soy yo?” Y en referencia 
a otro: “¿Quién es él?”, dónde está metido el “otro”. 

La persona es, yo soy — percipiente, pensante, etc., yo soy 
afectado por estímulos, yo soy “en” cada vivenciar en cuanto el 
que vivencia. — Yo estoy acostumbrado, estoy convencido, estoy 
decidido. — Soy en mis habituales direcciones de representación, 
direcciones de juicio, de valoración, de querer; éstas son mis 
determinaciones habituales. 

Yo tengo apercepciones, “representaciones” en generalidad 
— apercepciones de cosa, apercepciones-personales. Ellas se han 
formado en mí, yo soy capaz de percibir nuevas cosas en sensibi- 
lidad simple. Yo tengo memoria — mi memoria, la esfera de mis 
recuerdos y en cada nuevo momento una transformada de nue- 
vo. Yo tengo la habilidad, la capacidad, de despertar el acervo de 
recuerdos, como capacidad pasiva y activa, tengo un horizonte 
de experiencia, un horizonte de representaciones posibles (0b- 
jetos de representación en su modo subjetivo), un horizonte de 
posibilidades, de representabilidades, es decir, en cada momen- 
to es y ha sido determinado lo que es “accesible” a mi percepción 
y mi experiencia. 

Yo soy sujeto de la capacidad — e incapacidad. Soy ciego y sor- 
do. Yo y nosotros somos diferentes en nuestra facultad puramen- 
tc sensible (mejor: la facultad de sensación). Pero podríamos 
también ser diferentes en nuestras representaciones. En cuanto 
referidos al mundo tenemos en común las facultades de la exte- 
rioridad sensible (experiencia externa). Pero en cuanto sujetos 
de las facultades de razón superiores — diferentes apercepciones 


120. 


121 


122. 
123, 
124, 
125, 
126, 
127, 
128. 
129, 
130. 


NOTAS CRÍTICAS 471 


culturales, como facultades del logro de cultura, la obra lograda 
misma. Carácter humano — propiedades personales frente a los 
“estados” cambiantes. — Los “estados de conciencia”, ¿qué quie- 
re decir eso? Las vivencias de conciencia como vivacidades de 
conciencia. Propiamente no pueden denominarse estados. Habi- 
tualidades pasajeras, el pasar es un pasar de la toma de posición, 
entendida como mención de ser habitual, etc. Yo permanezco 
en la posición, en la decisión: 

a) permaneciendo a la manera de la memoria — a la manera 
del ser temporal inmanente —b) permaneciendo en la validez — o 
no permaneciendo. La facultad de la memoria está presupuesta, 
pertenece a la persona humana normal. Cada quien su esfera de 
memoria, su universo de los recuerdos posibles para él. Pero 
cada quien tiene con cada cual la comunalidad que fundamenta 
el hablar del mismo mundo de experiencia. Típico-individual 
— el mismo mundo circundante, en referencia a él se comporta 
cada quien tomando posición y en actividad práctica. Cada quien 
a su manera personal-individual. Cada uno tiene en referencia a 
ello sus peculiaridades, su poder y no-poder, sus maneras de 
decidirse y de no decidirse, etc. El carácter se refiere a las tomas 
de posición actuales y habituales. 


El título del $ fue tachado por H. en L., anotación marginal: ¡Espe- 
cialmente para la aclaración de la conciencia social! 


La oración Así mismo, ... de la psicología está marcada con dele por 
H. en L. 


si lo presuponemos interpolación de H. en L. 

en nuestras palabras: valicepción interpolación de H. en L. 
L.: objetos en vez de objetividades modificado conforme al ms. 
de la ciencia exacta ... verdaderas inserción de H. en L. 

no se le ocurre, pues, ... (la natural) inserción de H. en L. 

en la medida ... realidades inserción de H. en L. 

y como tales ... mundo circundante inserción de H, en L. 
Anotación marginal de H. en L.: esto no basta 


Anotación marginal de H. en L.: no enteramente claro y hay que 
proseguirlo mejorado 


147. 


148. 


149. 


APÉNDICE CRÍTICO 


- L.: constituido en vez de extraído abstractivamente modificación 


de H. en L. 


. Cuando suprimimos la abstracción interpolación de H. en L. 


. comprensión unilateral interpolación de H. en L., L.: intracom- 


prensión 


. Anotación marginal de H. en L.: ¡Aislar todavía el concepto del 


mundo externo! 


. (sujetos que estén ... su realidad) inserción de H,. en L. 


. L.: que es una realidad en vez de esto es, una realidad modificado 


conforme al ms. 


. Anotación marginal de H. en L.: ¡mejorar! Nulo 
. O “apresentación” no en el ms. 


. El texto del apéndice se basa en una hoja extra de H. en L., que está 


fechada alrededor de 1910-1911 


. Desde Es preciso hasta aqui, anotación marginal de H. en L.: ¡ahi 


va! aquí siempre me han desconcertado las tortuosidades 


. Anotación marginal de H. en L.: ¿Pero el estrato superior del alma 


que no está localizado en la esfera egoísta? 


. pero no por ello ... esfera temática inserción de H,. en L. 


. en tanto que ... se ha constituido puesto por H. en L. entre paréntesis 


con dele 


. L.: por un lado en vez de por su lado modificado por el ed., no se 


conserva el ms. 


. y por principio ... esencial intercalado conforme al ms. 


. Anotación marginal de H. en L.: expresar más claramente y me- 


jorar 


Dicho en giros cartesianos: ... tomadas al costo inserción de 
H, en L. 


pese a la discrepancia ... sobre este mundo, ampliaciones de H, en 
L.; L. rezaba: que ciertamente se hacen pasar ahí por uno y el 
mismo mundo 


Este mundo considerado naturalistamente ... Pero precisamente 
esto no es todo inserción de HH. en L. 


E 
A A 


NOTAS CRÍTICAS 473 


150. ejecutar de antemano ... como anexo corporal puesto por H. en 
L. entre paréntesis con dele y con la anotación marginal:, esto está 
totalmente tergiversado 


21. L.: objetidades en vez de objetividades modificado por H. en L. 
152. o más bien como ... el mismo mundo inserción de H. en L. 


153. Para nosotros aquí se trata ... y así sucesivamente puesto por H. 
en L. entre paréntesis con dele 


154. (el mundo de las realidades ... tienen lugar en él) inserción de 
H. en L. 


155. El texto de la nota al pie de página se basa en una anotación de 
H.en L. 


156. L.: objeto-correlato en vez de objeto existente modificación de 
H. en L. 


157. y por tanto existente para él interpolación de H. en L. 


158. los noemata en su tachadura, ... de ser protodóxico puesto por H. 
entre paréntesis con dele, protodóxico interpolación de H. en L. 


159. de mi y nuestra vida intencional interpolación de H. en L. (y ade- 
más lo, ... mi horizonte temático) tachado ligeramente con lápiz, y 
puesto entre paréntesis con dele, por H. en L. 


160. pero entonces ... en su vasto ámbito inserción de H. en L. 


161. Anotación marginal de H. en L.: distinguir con claridad: concepto 
noético y noemático de motivación 


162. las proposiciones plenas y correlativamente interpolación de 
H. en L. 


y 


163. En actitud personal ... “mi” vivencia falta en L., intercalado por 
el ed. conforme a St., igual que el siguiente punto e), que en St. fue 
marcado con dele y consecuentemente faltaba en L. H. observa en L.: 
¿Por qué suprimido? La empatía como tema de la motivación va 
muy bien aquí 


164. naturales-reales, naturales interpolación de H. en L. 
165. Interpolación de H. en L.: meras apariciones naturales 


166. £.: construcción en vez de substrucción modificado conforme al ms. 


167. (natural-inductivamente) interpolación de H. en L.. 


A 


474 APÉNDICE CRÍTICO 


168. L.: objetiva en vez de real modificado por H. en L. 


169. £.: ...los comprobamos como otros y determinantes de ellos... 
modificado por el ed., el ms. no se conserva 


170, natural interpolación de H. en L. 
171. protodóxicamente interpolación de H. en L. 
172, esto es, perfectamente para nuestros fines interpolación de H. en L, 


173. óptimamente interpolación de H. en L. 


174. natural interpolación de H. en L. 

175. a semejanza ... parte física interpolación de H. en L. 

176. (la intención temática) interpolación de H. en L. 

177. dotadas de sentido interpolación de H. en L. 

178. Anotación marginal de H. en St.: todo esto insuficiente 
179. lo predado interpolación de H. en L. 

180. Texto de la nota al pie = inserción de H. en L. 

181. Obviamente tiene ... temática externa inserción de H. en L. 
182. con su tesis de existencia interpolación de H. en L. 

183. (ejecutando la tesis de existencia) interpolación de H. en L. 
184. como espacialmente existente interpolación de H. en L. 


185. El texto de la nota al pie se basa en un anexo de H. en St. y ya está 
dado en L. como nota al pie 


186. Aquí se halla en L. una hoja extra de H. con la observación: Podría 
ser importante para las consideraciones alrededor del 50 (mejo- 
rado en el 48) lo siguiente (ms. p. 50 = p. 245s., ms. p. 48 = p. 231, 
21 ss.) cuatro hojas, importante puesto que faltan las otras tres hojas, 
L. no incorporó el texto El intracomprender tiene como correlato 
la relación de intracomprensión: es sin duda una relación de 
indicación, una existencia indica otra existencia. Ahora podría 
preguntarse: ¿puede una existencia indicar otra existencia sin 
causación? Así tenemos indicaciones en el interior de la unidad 
de la naturaleza ya constituida, pero no todo lo constituido en 
ella es indicación de algo real por algo real. No todas las relacio- 
nes si-entonces son relaciones de indicaciones reales a algo real. A 
la aprehensión de mi cuerpo le pertenece el que yo aprehenda, 


NO LAS EORÍLICAS 175 


como mbierente al cerdo con poral, ala cora constituida “de ante- 
maño” como unidad de posibles apariciones (esto es, esta unidad 
es tundamentad, el estrato de sensación tactil, el campo de sen- 
sICIÓN que, como localizado, se difunde sobre La super fiore del 
espa corporal Pero esto no es desde un prinapio una relación 
catisal, bajo do cual entendemos una relación de dependencia 
de umdades sustancialmente reales vespecto de sus estados con 
telerencia a cticunstamcios rales. Ame todo, el esparto de sen. 
sición noO es una realidad, tampoco un estado real. Igualmente 
ocurre con todo le corporal, incluso con su libre moverse. To 
menos luego ademas el sujeto, el yo, que ejecuta percepciones, 
owila entre aprehensiones, ejecuta tan pronto esta aprehensión, 
tan pronto aquella, ditige la atención tan pronto hacia aca, fin 
pronto hacia alla, toma posicion valorando, queriendo, eto, y 
que le os “empatizado” al cuerpo. No es empatizado al propio 
cuerpo. “Prinugentamente? este yo es puro sujeto que tiene Hren- 
tea silos objetos aparentes y entre ellos su cuerpo corporal, y no 
solamente el cuerpo corporal, smo también el cuerpo con sus es: 
pecilicas vontexturas de cuerpo. No es todavía el sujeto que es 
persona en el mundo, el sujeto social. Pero cierta unidad de la 
realidad yace ya constituida de manera latente, si bien no objett 
veda tematicamente, en cl nexo constitutivo de las vivencias de 
vo, ¿Pertenecen a él los datos de sensación? No. Éstos se distri: 
buyen entre los campos sensoriales, y estos mismos pertenecen 
al cuerpo. Este es constituido como una realidad, Estrato infe- 
rior; la realidad corpórea, Estrato superior: lo especificamente 
corporal, Y ahí tenemos relaciones reales cute el cuerpo, que es 
una realidad propia, y otras realidades meramente corporcas. La 
causalidad corre de modo que los objetos externos, por ejemplo 
al ser golpeados, etc., actúan sobre el doble estrato realidad de 
tal manera que en algunas circunstancias actúan de modo meti 
mente físico, en otras actúan Gambién ala vez estesiológicamente: 
donde lo último presupone lo primero, Si el golpe externo, ete., 
es muy débil, por debajo de cierta “magnitud”, entonces no hay 
hinguna sensación, Pero el cuerpo puede actuar hacia el exterio! 
sólo como cuerpo, La relación es unilateral, Gonsideremos ade: 
más al sujeto; está fundado en la corporalidad, “Puede” mover 
el cuerpo a voluntad, Fl cuerpo, empero, también se mueve in: 
voluntariamente, La experiencia enseña que según mis estados 
de ánimo, según esté alegremente emocionado o acongojado, 
según mis ocurrencias, etc. Aquí se interrumpe el ms, 


187. cierto algo corporal... la experiencia interpolación de H. en L.. 


476 


188. 
189. 
190. 


191. 
192. 


193. 
194, 
195. 


196. 


197. 
198. 


199. 


200. 
201. 


202. 


APÉNDICE CRÍTICO 


Anotación marginal de H. en L.: repetido p. 244 
Anotación marginal de H. en L.: repetida la página siguiente 


Anotación marginal de H. en L.: repetición de p. 243 con algunos 
buenos giros 


Anotación marginal de HH. en L.: profundizaciones cn la repetición 


L.: una posición de experiencia en vez de una objetividad de 
experiencia real modificación de H. en L. 


reflexión de sí mismo del yo puro interpolación de [1. en L. 
y aún lo percibo continuamente ¿interpolación de H. en L. 


Anotación marginal de H. en L.: desde aquí inutilizable, seguro 
tengo de eso mucho mejores manuscritos 


Anotación marginal de H. en L.: Nulo 
Texto de la nota al pie = Anotación marginal de H. en L. 


Texto de la nota al pie: ¿Debe significar esto: ... yo-de-acciones? 
Anotación marginal de H. en St. Pero en cuanto yo personal ... 
mucho que aclarar Anotación marginal de H. en L. 


Anotación marginal de H. en L.: poco claro El texto fue tachado 
por H. en L. como repetición del Anexo XII, pero no se trata aquí de 
repeticiones literales, como en las páginas siguientes, donde los textos 
fueron tachados en cada caso en el anexo, cfr., entre otras, la nota de 
la p. 350 


Texto de la nota al pie = hoja extra de H. en L. 


Anotación marginal de H. en L.: Ahí también “Yo como sujeto de 
las capacidades”, p. 253. En la tabla de contenido y 253 en L. hace H. 
las mismas observaciones, de modo que en 253 se empezó un nuevo $ 


En las repeticiones de este $ con el Anexo XII, se dejaron fuera los 
pasajes correspondientes del anexo; cfr. las remisiones en él 


. lo que he mostrado ... Lógica trascendental interpolación de H. en L. 
. asociativa y activa interpolación de H. en L. 


. En cuanto activo interpolación de H. en L. 


. asociativa interpolación de H. en L. 


207. 


208. 
209. 


NOTAS CRÍTICAS 


477 


el mí. Aquí es ... sí mismo inserción de H. en el ms no tomada 
y 
cuenta en L. en 


corporal-prácticamente interpolación de El. en L. 


experiencias espaciales interpolación de H. en L. 


. Texto de la nota al pie: en parte anotación de H. en St, en parte 


anotación de H. en L. 


. empírico interpolación de H. en L. 
. Interpolación de H. en L.: La persona racional 
. Interpolación de H. en L.: Libertad 


. sólo aquí ... y sólo aquí interpolación de H. en L. 


El texto de la nota al pie fue puesto entre paréntesis por H. en L., por 
lo cual aquí se incluyó solamente como nota al pie 


Primigeniamente, ... “yo puedo hacer” inserción de H. en L. 


L.: mi libre ficción en vez de mi conciencia de esta libre ficción 
modificación de H. en L. 


. intuido interpolación de H. en L. 


. que lo “experimenta” en dación originaria interpolación de H. 


en L. 


. dóxica interpolación de H. en L. 
. L.: real en vez de práctico modificación de H. en L. 


- L.: posibilidad lógica en vez de posibilidad de ser dóxica, lógica 


interpolación de H. en L. 


- L.: conciencia de objetividad en vez de conciencia de un ser obje- 


tivo modificación de H. en L. 


- aunque la ... dación de sí mismo interpolación de H. en L. 


- La ejecución real de un ... poder-intuir y similares) inserción de 


H. en L. 


. Anotación marginal de H. en St.: impropiamente es ambiguo: 


ejecutar explícitamente cada tesis parcial o ejecutarla en cum- 
plimiento intuitivo 


- Constituida por ... luego externamente inserción de H. en L. 


A AAAAAAAAAAA<<>>> O 


478 


228. 
229. 


230. 


231 
232. 


233. 
234. 


238. 


239. 


240. 


241. 


242. 


243. 
244. 


245. 


APÉNDICE CRÍTICO 


Anotación marginal de H. en L.: ¿o sea que sólo inductivamente? 


y sin embargo tiene ... hábito propio actualizado inserción de 
H. en L. 


Anotación marginal de H. en L.: Apenas legible. Bosquejos super- 
ficiales mal unidos. 


Texto de la nota al pie = anotación marginal de H. en L. 


(Si por otro lado ... según el tipo.) puesto por H. en L. entre parén- 
tesis con la observación: poco claro 


Anotación marginal de H. en L.: desde aquí mejor 


Anotación marginal de H. en L.: intuición [/ntuition], en particular 
intuición [/ntuition) de la personalidad entera de un hombre 


. que se cumple intuitivamente ¿interpolación de H. en L. 


. El $61 comienza en L. un párrafo después, en Así pues, si tomamos... 


y ha sido adelantado conforme al señalamiento de H. en L. 


. L.: ..que se consigue desde el yo mismo: su imperar se vuelve 


un vivenciar, que se impulsa adelante a sí mismo. Este subsuelo... 
modificado por H. en L. 


Anotación marginal de H. en L.: Comportamiento se refiere ob- 
viamente al yo 


Anotación marginal de H. en St.: No se ha hablado ahí de impulsos 
y tendencias. 


Anotación marginal de H. en L.: El alma en sentido pleno es cierta- 
mente el excedente sobre la corporalidad corpórea en la actitud 
objetiva natural, natural 


inseparablemente interpolación de H,. en L. 
fundante interpolación de H. en L. 
(natural) interpolación de H. en L. 


L.: Esta naturaleza es lo anímico en el sentido de la psicología 
natural, pero también llega... modificado por H. con la anotación 
marginal: ¿En el sentido de la psicología natural? Tengo por 
equivocada esta concepción del alma. 


H.enL.:? 


257. 


258. 
259, 
260. 
261. 


NOTAS CRÍTICAS 479 


. L.: Un cuerpo inamovible es pensable, y por cierto como mera- 


mente sensitivo. Oración modificada y ampliada por H. en L. 


. de nuevo, en cuanto valor objetivo interpolación de H. en L. 
, del alma puesto entre paréntesis por H. en L. 

. El texto de la nota al pie está dado en L. como anexo 

. en comunicación interpolación de H. en L. 

, como realidades concordantes interpolación de H, en L. 


. El texto de la nota al pie, que en L. está en el texto mismo, fue puesto por 


H. en L. entre paréntesis con dele. En St. observa H.: eso se señala 
en el manuscrito como una reflexión cuestionable 


. intersubjetiva interpolación de H. en L. 
. lo es ya la cosa ... se quiera. Igualmente: interpolación de H. en L. 


. la cual está en sí constituida íntegramente como homogénea 


interpolación de H. en L. 


. tras estados causales en £. el siguiente párrafo, tachado por H. en 


L.: Por ejemplo, como resultado se tiene ahí también la pregun- 
ta: ¿puede haber una única cosa y solamente una? De modo que 
todas sus causalidades fueran internas, las causalidades de sus 
partes? ¿Y qué sucede con las partes? ¿Puede cada parte, ideal: 
mente pensable gracias a la extensión espacial, ser tratada como 
una cosa? ¿Es una cosa un continuo de partes, las cuales a su vez 
son de nuevo cosas in infinitum? ¿No son aquí pertinentes las an- 
tinomias kantianas? ¿Qué diferencia una cosa y una pluralidad 
de cosas? ¿Puede cada pluralidad de cosas ser vista eo ¿pso como 
una cosa? 


sea una subjetividad singular o una subjetividad intersubjetiva 
interpolación de H. en L. 


Pero el yo ... su historia individual interpolación de H. en L. 
en concreto con su yo interpolación de H. en L. 


o una intersubjetividad interpolación de H. en L. 


Al último $ le corresponde un pasaje del ms. no empleado en L.: Aho- 
ra bien, está claro, cuando con la cosa estamos así referidos a 
una multiplicidad de sujetos que están en relación de empatía, 
que tienen apariciones, entendiéndose sobre ellas intersubje- 
tivamente mediante empatía, pudiendo experimentar en ellas 


APÉNDICE CRÍTICO 


intersubjetivamente algo idéntico (en cuanto intersuhjetivamen- 
te idéntico), que estos sujetos mismos por principio no pueden 
tener a su vez su ser como tal ser intersubjetivo de unidades de 
apariciones. Si por ende las cosas físicas tienen un ser verdade- 
ro como una “naturaleza objetiva”, que es algo completamente 
vacío, provisto de fórinulas matemáticas, y su ser verdadero se 
deshace en ser naturaleza objetiva, entonces los sujetos no pue- 
den en similar sentido deshacerse en tener una naturaleza obje- 
tiva, pues entonces faltaría lo que da su sentido a la naturaleza 
en cuanto unidad de multiplicidades de aparición, las cuales no 
pueden ser a su vez, precisamente, mera naturaleza. Por ende ya 
está claro: dar a todo ser una especie de naturaleza física, querer 
concebir científicamente todo ser mediante algo así como una 
física (así sea una física de nueva especie), considerar que la cien- 
cia de la naturaleza es la única ciencia genuina e interpretarla 
según la física como ciencia de la naturaleza “supremamente de- 
sarrollada”: eso es un sinsentido consumado. Más bien entran 
en una relación de complementación las dos clases de conceptos 
del ser: la mera “naturaleza”, que es lo que es en referencia a 
sujetos en comunicación y la inherente ciencia de esta naturale- 
za (que es objetiva en el sentido de intersubjetiva, esencialmente 
referida a nexos de empatía), y ser en otro, y ahora irrelativo, 
sentido: irrelativo, a saber, en atención a que no está de nuevo 
necesariamente referido a sujetos a los cuales aparece; y cuyo ser 
pudiera consistir en ser algo idéntico vacío de apariciones. 


Al Anexo l. El manuscrito del anexo consiste en 11 hojas tamaño folio con la 
paginación 16; — 95, 66 y 67. Las hojas 68 y 69, que según la anotación de 
H. debían seguir a la portada, no se conservan. Todos los indicios atestiguan 
que se trata de una parte del gran manuscrito sobre la “Constitución del 
mundo espiritual” (de una parte de las “Hojas-H”), y justamente el texto 
sigue inmediatamente al Anexo X, que termina en la p. H 65. Aunque según 
el manuscrito el anexo pertenece a la tercera sección, aquí se da como primero, 
ya que a la vez resume e introduce las dos primeras secciones. El manuscrito, 
compuesto en cursivas, no fue transcrito ni por St. ni por L. 


262. Anotación de St.: superfluo en vista de la primera sección 
263. Anotación de St.: desde aquí eventualmente parágrafo 18 
264. (éste es un estrato ... constituirse) adición de H. 


265. Anotación de St.: eventualmente p. 79 (corresponde al $ 18 f) 


NOTAS CRÍTICAS 481 


966. Aquí seguía en el ms. la oración tachada más tarde: Las cosas físicas 
están imperfectamente realizadas además en la medida en que 
son realizadas (esto es, constituidas como realidades) meramente 
respecto de circunstancias físico-cósicas y luego también respecto 

de los sucesos corporales en los cuerpos experimentados. 


967. En el ms. seguía el texto siguiente, más tarde tachado: Igualmente, 
el movimiento libre del cuerpo le sirve para aprehender en el 
cuerpo ajeno indicios de la vida anímica ajena. La aprehensibili- 
dad del yo como sujeto de tales modos corporales de actividad 
del percibir, se co-pertenece esencialmente con la posibilidad de 
la experiencia de cosas, o la posibilidad de perseguir en la expe- 
riencia las peculiaridades cósicas. Esto es ya un estrato inferior 
de la constitución de la personalidad. El yo captado en la com- 
prehensión se comporta no sólo hacia su mundo circundante 
(intersubjetivamente constituido) como percipiente, captante de 
él en actividades de percepción. En este comportamiento activo 
hay entre los diferentes sujetos, en tanto que son corporalmente 
normales, conformidad. Sin embargo, eventualmente las anor- 
malidades obstaculizan su libertad, y hay en general diferencias 
individuales en la manera como cada uno manda sobre su cuer- 
po, domina en él o está condicionado por él. 


Al Anexo Il. Una hoja intercalada por H. en L., quizá escrita apenas después 
de 1924. Puesto que no es posible incorporarla inmediatamente en el texto, se 
da aquí como anexo. 


Al Anexo [H1. Una hoja introducida al manuscrito a lápiz de 1912, que quizá 
fue escrita alrededor de 1915 o antes. L. ubica los análisis como anotación 
en el Anexo XV; aquí se refiere inmediatamente al lugar del texto principal 
con el que se liga. 


Ál Anexo IV. El manuscrito consiste en 7 hojas tamaño folio escritas en 
cursivas y quizá fue escrito junto con el manuscrito principal de la tercera 
sección. Husserl mismo lo data en 1913. Por el contenido, podria quererse 
colocar esta introducción en el tercer libro, pero Stein observa en la portada: 
“Esbozo de una introducción a la tercera sección (constitución del 
mundo espiritual)”; en favor de esta colocación hablan también la letra y 
la forma del manuscrito, que corresponden totalmente a las “Hojas-H”. 


Al Anexo V. Una hoja en estenografía intercalada por H. en el ms. principal 
de la tercera sección (Hojas-H), que está tomada de otro ms. La antigua 
signatura W 14 a está tachada y reemplazada por para H 25. En el reverso 


482 APÉNDICE CRÍTICO 


una vieja carta de negocios con la fecha 6.9.1916; el texto, por tanto, fue 
escrito después de esta fecha. L.a hoja extra ya estaba presente desde la segunda 
redacción de Stein, y se incluye ahí, y correspondientemente también en L., 
como anexo. 


Al Anexo VI. Como en el anexo anterior, se trata de una hoja extra al ms, 
principal de la tercera sección, señalada: para H 41 ss., sin signatura an- 
tigua, y por ende aparentemente escrita para la segunda redacción de Stein, 
después de 1916. St. la incorpora al texto principal, L. la da como anexo. 


Al Anexo VII. Se trata de las Hojas H 43 - H 46 del ms, principal de la 
tercera sección, del cual St. se aparta aquí para recoger las exposiciones más 
amplias de 213,17 hasta 234,7 de acuerdo con otros manuscritos. 


268. Anotación de H. en L.: no vale mucho 


269. como momento estructural de todas las cogitaciones inserción de 
H. en L. 


270. (Pensamos siempre ... interesada.) inserción de H. en L. 


271. Anotación marginal de H. en L.: ¿Qué quiere decir personalidad 
en cuanto tema puro y simple? 


Al Anexo VIII. Como en el anexo precedente se trata de una parte del manus- 
crito principal para la tercera sección, que fue sustituido en la redacción por 
exposiciones más amplias de otros manuscritos. Esta hoja, H 48, da el texto 
paralelo a 236,14 hasta 244,18. 


Ál Anexo IX. Como en los anexos V y VI se trata de una hoja ya anexa- 
da al manuscrito principal para la tercera sección, cuyo texto, sin embargo, 
solamente se conserva en la transcripción de St.; el ms. ya no existe. Una 
parte fue incluida en el texto principal por L.; el anexo incorpora la parte no 
empleada. 


Al Anexo X. Se trata, como en los anexos VII y VIII, de hojas del manuscrito 
principal para la tercera sección no recogidas en la redacción, de las Hojas-H 
52 a 65. El manuscrito-H, internamente conexo, ya no se utiliza como base a 
partir de 247,11. Según la paginación del manuscrito sigue inmediatamente 
el Anexo l. En 1913, H. anticipa en L. la siguiente tabla de contenido: 

Yo personal y mundo circundante. 

Actitud orientada al sujeto personal como espíritu, esto es, actitud 
orientada a la persona, justo como ésta está dada en la comprehensión, 


AA 


NOTAS CRÍTICAS 483 


y ésta me está dada análogamente a mí, tal como yo mismo (como 
empatizante) me encuentro en la inspectio. 

321 abajo ss. De mi mundo circundante percibo la naturaleza, en 
percepción original. El otro tiene una naturaleza original empatiza- 
da, para él percibida, pero no para mí. Identificación intersubjetiva. 
Las cosas físicas objetivas: una unidad constitutiva de nivel superior. 
Concepto ampliado del percibir. 

322,35 ss. En general: cada uno tiene su yo puro, su corriente de 
vivencias, sus aprehensiones, en ello su mundo circundante físico cons- 
tituido para él (su esfera original). (La comprehensión ejecutada como 
actitud orientada al otro.) Transición a la comprehensión. El yo ajeno y 
su esfera subjetiva le es intracomprendido al cuerpo ajeno justo como 
yo estoy dado a mí mismo, por ende el yo ajeno está dado a sí mismo. 
Las subjetividades de orden superior. Contraste de la manera de la 
constitución de todas las unidades personales de orden inferior y su- 
perior y la constitución de las objetividades impersonales, cósicas. Las 
últimas constituidas “relativamente”, las primeras “absolutamente”. 

324,9 ss. Niveles de la constitución de la realidad objetiva. Constitu- 
ción del mundo en actitud espiritual (mundo circundante personal), 
transición a la actitud naturalista. 

324,31ss. El hombre como persona entre personas — como objeto 
de la naturaleza entre objetos de la naturaleza (zoología). 

Lo siguiente está empleado en el texto principal, cfr. anotación p. 325: 
Cómo llego yo a aprehenderme a mí mismo como hombre; yo puro y 
personal. 

325,9 ss. Aclaración del yo personal como realidad espiritual; el yo 
personal como yo de la comprehensión y la comunicación. 

326,31ss. Aprehensión realizadora del yo puro, — en referencia 
al mundo circundante de las cosas y las personas intersubjetivamen- 
te constituido como “circunstancias reales”, pero en cuanto intencio- 
nales... 


H. observa en L. sobre este anexo: ¡Muy importante! 


Ál Anexo XI. Hasta 329,37, dos hojas intercaladas por H. en St., probable- 
mente de los años de la guerra, que ya están dadas en L. como anexo. - Lo 
que sigue son dos hojas intercaladas por H. en L., que llevan la advertencia 


“Al Anexo XI, Ideas” y probablemente no fueron escritas antes de los años 
veinte. 


H. observa en L. sobre este anexo: Importante 


272. interpolación de H. en L.: configuración nula. 


AAA A a a sl 


484 APÉNDICE CRÍTICO 


Al Anexo XI, Una recopilación de manuscritos de los años de la guerra hasta 
1917, que ya tuvo a la vista incluso St. y que están en parte recogidos en 
su redacción (véanse las remisiones a los pasajes empleados en el texto del 
anexo). l.os manuscritos fueron en parte escritos para las “Ideas II”, en parte 
se le adjuntaron más tarde como anexos. 1.. había ya hecho una transcripción 
con el título “Complementos a la tercera sección de las Ideas 11”, en la 
cual H. insertó numerosos complementos, a menudo muy extensos. El ms. se 
articula en dos grupos que corresponden a las dos partes del anexo: 

El ms. de la parte 1. El espíritu y su subsuelo anímico, consiste en 13 
hojas, numeradas 1-11, y además dos hojas como suplementos (signatura 
de archivo F 1V 3, hojas 130-142). Fue escrito en estenografía a fines de 
enero de 1917, probablemente de un tirón. L. y también la versión que aquí 
se presenta comienza con la hoja 3 del ms. 

El ms. de la parte 11. La subjetividad como alma y espíritu, consiste 
en 26 hojas sobre pruebas de imprenta del Anuario (signatura de archivo 
F IV 3, hojas 144-169) y, según la paginación original, fue recopilado de 
distintos grupos: 

Hojas 144-148 = signatura original 1-5 = Naturaleza y espíritu, oct.- 
nov. 1916 = 340,8-346,41. 

Hojas 149-151 = sign. orig. 1-3 = 215-220,8. (Texto principal) 

Hoja 152 = sign. orig. W 15 t = 347,1-35. 

Hojas 153-157 = sign. orig. 3-7 = 347,36-358,17. 

Hojas 158-169 = sign. orig. 4-4” = 358,18 hasta el final del anexo. En 
el tiempo estos grupos son cercanos unos de otros; todos ellos deben de haber 
sido escritos en los años 1916 y 1917. 

Las dos primeras hojas, no recogidas en la redacción, dicen: 

Diferentes direcciones de pensamiento históricas y diferentes co- 
rrientes de problemas. 

1) La dirección de pensamiento natural ingenua hacia el mundo 
de la experiencia. El mundo le está dado al hombre por experiencia, 
en cuanto inmediatamente dado está para él en parte él mismo ahí, el 
hombre lo tiene en la conciencia, tenerlo a él mismo en persona con 
sus propiedades claras. Esto vale en primer término y propiamente 
de la naturaleza en el primero y más estricto sentido, la naturaleza 
material. las cosas son experimentadas en el espacio de manera in- 
mediatamente intuitiva, sus relaciones espaciales y temporales y sus 
nexos causales son inmediatamente captados. El dominio de la expe- 
riencia directa está rodeado de un horizonte de experiencia posible. 
Lo que nosotros todavía no hemos experimentado en las cosas, pode- 
mos tracrlo a dación en la ejecución libre del experimentar ulterior e 
igualmente siempre podemos traernos a experiencia y conocimiento 
de experiencia nuevas cosas y relaciones cósicas, O traernos a nueva 
experiencia las antes experimentadas, en tanto que aún son. 


a 


NOTAS CRÍTICAS 485 


De una manera algo modificada esto también concierne a la expe- 
riencia de sujetos ajenos. Si bien sólo sus cuerpos son realmente ex- 
perimentados ellos mismos, y sus propiedades anímicas solamente 
están co-dadas por empatía, tenemos con todo también para los hown- 
bres en cuanto unidades corporales-anímicas una conciencia del “ahí 
en el original”; su vida interna no la vivimos como nuestra propia 
vida-propia (la única que captamos en el original), pero la co-vivimos 
y pertenece al acervo de lo dado a nosotros mediante intuición expe- 
rimentante en sentido amplio. 

Con más detalle, el interés teórico que despierta va por un lado a la 
naturaleza física, la describimos, fijamos las determinaciones de expe- 
riencia que encontramos en las cosas intuitivas, clasificamos estas cosas 
subordinándolas a conceptos de experiencia generales, perseguimos 
igualmente los cambios y formas de cambios que se ofrecen en la ex- 
periencia en las circunstancias relativamente constantes o cambiantes 
en las cuales ocurren, y perseguimos en la intuición experimentante 
las dependencias causales, etcétera. 

De igual manera estudiamos la interioridad anímica y personal de 
los hombres y los animales. Sin embargo, aquí hay dos direcciones 
espirituales intuitivas y descriptivas. 

a) En una consideramos lo anímico como anexo de la corporalidad, 
como realmente enlazado con ella y parte integrante de la “naturaleza” 
corporal-anímica; perseguimos los nexos causales-reales entre lo aní- 
mico y lo corporal y los nexos de la interioridad anímica, en la medida 
en que se encuentran bajo reglas del nexo, de modo similar a la natu- 
raleza física. Es decir, aquí queda fuera de juego qué hace el yo como 
sujeto libre, como sujeto de sus actos propiamente dichos de pensar, 
sentir, querer, y similares, qué afecciones experimenta concientemen- 
te, cómo se comporta hacia ellas activamente en actos-de-alma. La 
ciencia de la naturaleza en el sentido más amplio considera el mun- 
do como un sistema de realidades, y ser real es ser pasivo, que en el 
curso de sus cambios, de sus cambios espaciales y cualitativos, se ha- 
lla bajo leyes del nexo, que en la medida en que no interviene una 
subjetividad libre como principio independiente, transcurre como un 
acontecer regulado, y en investigación más profunda como un “por sí 
mismo” rigurosamente regulado. 

b) La consideración complementaria es la espiritual en el sentido 
específico, la personal. El hombre no es sólo naturaleza y miembro de 
la naturaleza; es también persona y miembro del nexo personal. En 
éste se lleva a cabo una vida espiritual propia. En los actos personales 
de los sujetos-yo se presentan como un grupo señalado los específica- 
mente sociales, en los cuales un sujeto no solamente tiene en general 
frente a sí empáticamente a uno o varios otros sujetos, sino que los 


486 


APÉNDICE CRÍTICO 


capta como referidos a sí mismos igual que él, y se vuelve a ellos como 

sujeto a sujetos, les plantea preguntas o peticiones, les imparte conse- 
jos, o imparte [?]*” en actos responsivos correlativos en el sentido más 
amplio. Al entrar en relación sujetos con sujetos y al referirse también 
como sujetos a su mundo en torno, en cuanto conciente para ellos 
y concientemente determinante de ellos en actos singulares o actos 
sociales, al verificarse como actuantes singularmente o en común, al 
llevar a cabo obras comunitarias, o al formar comunidades sociales, 
en particular comunidades voluntarias y así eventualmente constituir 
personalidades de orden superior, no se encuentran meramente co- 
mo naturaleza en la naturaleza, sino como sujetos de un mundo del 
espíritu. Este mundo del espíritu, el mundo social, el mundo al cual 
están dados familias, razas, pueblos, asociaciones, Estados, en cuanto 
sujetos y poderes determinantes unos de otros, es el mayor campo de 
intereses humanos y también de los primeros intereses teóricos. A él 
se refieren las ciencias específicas del espíritu. 


273. Anotación marginal de H. en L.: l. no maduro 

274. personal interpolación de H. en L. 

275. La terminología ... poco satisfactoria interpolación de H. en el ms. 
276. en el sujeto desarrollado interpolación de H. en L. 

277. Anotación de H. en L.: expresión inadecuada 

278. Anotación de H. en L.: imás preciso! 


279. Anotación de H. en el ms.: importantísimo; encabezado en el ms.: 
La naturalización del hombre; anotación de H. en L.: importante 


$8 1-4 
280. Desde 1. a la cosa hasta aquí, tachado por H. en L. 
281. Anotación de H. en el ms.: muy bueno 
282. Texto de la nota al pie = inserción de H. en L. 


283. Anotación de H. en L.: Pero primero tiene que discutirse qué es 
lo que compone la unidad de un alma 


284. Ello quiere decir: ... corporeidad-corporal inserción de H. en L. 
285. ésta no está ... manera que inserción de H. en L. 


como todo de todas ... puramente en sí inserción de H. en L. 


El signo de interrogación entre corchetes es del original. 


NOTAS CRÍTICAS 487 


287. Aquí sigue en el ms. y en L. el siguiente texto tachado por H. en 


288. 
289. 
290. 


291. 
292. 
293. 
294. 
295. 
296. 


297. 


298. 


1..: Además, para comparar de nuevo de manera muy concreta, 
preguntamos: des un suceso anímico que es condicionalmente 
dependiente de un suceso físico-corporal, estado de la realidad 
alma en el mismo sentido en que, por ejemplo, la coloración 
momentánea es estado de la realidad intuitiva cosa? La cosa tiene 
el color en la iluminación respectiva, con referencia a ella. El 
alma del otro tiene el dato de sensación, por ejemplo la sensación 
de golpe a consecuencia del golpe, a saber, del golpe físico sobre 
el cuerpo corporal y al lado de los efectos físicos en él, Tiene 
sensación de color cuando un cuerpo iluminado tiene color con 
referencia a esta iluminación, y cuando la luz coloreada reflejada 
llega al ojo, excita la retina, etc. En el alma del otro se presenta el 
tener del aspecto-de-cosa determinado así y asá en cuanto al color, 
la “percepción de cosa”, cuando lo mismo tiene lugar, cuando 
la posición del cuerpo hacia la cosa respectiva es tal y cual, y un 
aspecto cambiado, otra “percepción”, cuando un vidrio azul está 
entre su ojo y la cosa, etcétera. 


a) según el tipo ... estilo general inserción de H. en L. 
(Co-existencia ... o sea causalidad.) inserción de H. en L. 


La forma universal absoluta ... con la corporeidad inserción de 
H, en L. 


Anotación de H. en L.: ¡importante! 

Texto de la nota al pie = interpolación de H. en L. 

Anotación de H. en L.: también importante 

El alma tiene ... no como mundana adición de H. en L. 
Anotación marginal de H. en L.: Nada esencialmente novedoso. 


Ampliación del título desde Diferenciación entre... en adelante de H. 
en L.; anotación de H. en L.: Ciencia del espíritu 


Puedo por ejemplo considerar ... conoce la naturaleza y el texto 
de la nota al pie son anotaciones de H. en L. 


Tras ...peculiar). sigue en el ms. y en L.: Los sujetos son absoluta- 
mente puestos. ¿Qué quiere decir eso? Son en efecto puestos en 
referencia a sus respectivos mundos circundantes; o sea, cierta- 
mente una vez más de modo relativo. ¿Pero ambos precisamente 
en esta relación? Sin embargo, ¿no distinguí existencia real y 
existencia ilusoria de un objeto circunmundano? Éste determina, 


488 


299. 
300. 


301. 


302. 
303. 


304. 


305. 


306. 
307. 


APÉNDICE CRÍTICO 


pero no por ello es real. En cambio el sujeto existe necesariamen- 
te; es absoluto con su ilusión circunmundana y su ser determina- 
do. Este texto está tachado por H. en L.; H. observa además: Ahí me 
he malentendido. Si estoy en la “actitud natural”, si soy, pues, in- 
vestigador del mundo, entonces tengo naturalmente a hombres 
concretos como realidades en el mundo, cuerpos, unidos psicofísi- 
camente con almas, y la dirección de la investigación puede ser: 
antropológica, psicofísica y puramente psíquica. Naturalmente, 
la consideración psicofísica del hombre y en especial del alma 
presupone alguna consideración puramente psíquica. En la pu- 
ramente psíquica me topo con la intencionalidad, con el yo y el 
mundo circundante, etcétera. 


Texto de las dos últimas notas al pie = adiciones de H. en L. 


Interpolación de H. en L.: ¡Pero ahí caigo dentro de la actitud 
trascendental! 


Si me sumenjo ... actitud natural, entonces modificación de H. en 
L., originalmente: En otra manera de consideración 


Así pues, aquí ... persona conocida inserción de H. en L. 


A la esencia pura del alma ... lo psicofísico suyo inserción de 
H. en L. 


la subjetividad psicológica: ... la “persona en la naturaleza” ta- 
chado por H. en L. 


Desde El alma según su esencia propia hasta el final del 8, inser- 
ciones de H. en L. 


antropológicas interpolación de H. en L. 


Ms.: poniéndolo en referencia de unidad al... Sobre referencia H. 
escribe en L. síntesis 


. Convierto en tema ... del mundo real inserción de H. en L. 


. Tras ser intersubjetivo sigue en el ms. y en L.: Pero yo no puedo 


en efecto captar perfectamente su mundo circundante, eventual- 
mente no capto sus colores si estoy ciego, etc.; queda, por ende, 
meramente lo “normal”. También el subsuelo de costumbres lo 
conozco sólo según lo normal, si lo conozco. A. raya este texto en 


L. y añade [párrafo siguiente]: Pero aquí la cuestión no es ... idea 
que yace en lo infinito. 


NOTAS CRÍTICAS 489 


310. así tuvo que ... poner de manifiesto su derecho inserción de H, en 


311. 


312. 


313. 
314. 
315. 
316. 


317. 


318. 


319, 


320. 
321. 


AAA AAA 


322, 


323, 


L.; originalmente: así descubro la naturaleza anímica-corporal, 
al apercibir la unidad hombre como unidad psicofísica, y ahora 
persigo teóricamente esta unidad real-causal ahí constituida, pa- 
ra determinarla teóricamente. Lo que encuentro ahí son nexos y 
reglas para nexos, que son, transcurren, existen, sepa yo de ello 
u otro cualquiera sepa de ello o no, caigan en el dominio de la 
intencionalidad o no. Este texto original está tachado por H. en L. 


pero es preciso que no se adose /cuatro párrafos atrás] ... en vez 
de transmutarla en ciencia del espíritu inserción de H. en L. 


El sujeto persoral, que ... la experiencia-nosotros inserción de 
H. en L. 


El espíritu en cuanto ... no la absoluta inserción de H. en L. 
Texto de las dos últimas notas al pie = inserciones de H. en L. 
También hay que ... como vida interpolación de H. en L. 


“Causa” es un ... causalidad de motivación interpolación de 
H. en L. 


Anotación marginal de H. en L.: Todo está revuelto. En seguida el 
texto de la nota al pie como inserción 


Originalmente: La psicología científico-natural es aquella que na- 
turaliza el alma. modificado y adicionado por H. en L. 


y el nexo inmanente intersubjetivo de la socialidad inserción de 
H. en L. 


La persona como tal ... al descubrimiento inserción de H. en L. 


Originalmente: de la naturaleza en vez de de la realidad modificación 
de H. en L. 


Originalmente: doctrina de la naturaleza en vez de ciencia positiva 
modificación de H. en L. 


Originalmente: científico-natural en vez de científico-mundano 
modificación de H. en L. 


- No predicados ... meramente subjetiva inserción de H. en L. 
- en atención a ... todo de la naturaleza interpolación de H. en L. 


- La espiritualidad intersubjetiva ... reales singulares modificación 


de H. en L.; en vez ello, originalmente: así como a que, precisa- 


490 


327 
328. 
329. 


. 


330. 


APÉNDICE CRÍTICO 


mente merced a la empatía puede tener lugar una referencia 
intencional (puramente espiritual) de una conciencia a una con- 
ciencia ajena (y así en general un enlace puramente espiritual, 
una aproximación entre ellas), que a la vez desde el punto de 
vista de la verdad objetiva, o del psicólogo que comprueha y juz- 
ga, realmente existe, ligada renlmente a otro cuerpo existente en 
sí en la naturaleza (las realidades plenas participadas o los par- 
ticipados cuerpos corporales de los hombres) todo lo puesto entre 
paréntesis es interpolación de H. en L. 


mundo de la positividad y ciencia positiva interpolación de H. en L. 
Texto de las notas al pie = interpolaciones de H. en L. 


El mundo en cuanto naturaleza ... determinada interpretación 
interpolación de H. en L. 


que precisamente no concuerdan ... idea de un “en sí” inserción de 
H. en L.; en vez de ello, originalmente: que remiten a cualesquiera 
sujetos singulares o grupos de sujetos limitados y aquí se incluyen 
también las “cualidades secundarias”... 


. Lo físico es ... inductivo-empírico interpolación de H. en L. 
. ¿Qué pasa con ... empírico que explorar? inserción de H. en L. 


. Título del $, originariamente: Consideración científico-natural y 


científico-espiritual de la subjetividad, en la científico-espiritual 
la subjetividad es puesta absolutamente. — Experiencia “interna” 
y “externa”. 


. y de lo ajeno interpolación de H. en L. 

. No hace lo externo ... interno interpolación de H. en L. 

. o sea de modo objetivamente mundano interpolación de H. en L. 
. descriptivamente interpolación de H. en L. 

. pero no como lo ... formación-de-ideas interpolación de H. en L. 


. en un sentido amplísimo ... puramente intuitivo inserción de 


H. en L. 


. del mundo constituido interpolación de H. en L. 


. Por supuesto: ... científico-espiritual última inserción de H. en L. 


. (la que vale siempre directamente) interpolación de H. en L. 


NOTAS CRÍTICAS 491 


343. (quiero decir, ... históricamente cultivadas) interpolación de H. 
en L. 


344, La psicología científico-espiritual ... del cn-sí natural inserción de 
H. en L. 


345. pero el interés científico ... El espacio es inserción de H. en L. 
346. Habría que hacer ... fenomenología eidética. inserción de H. en L. 


347. Texto de la nota al pie = inserción de H. en L, 
348. de la experiencia —aquí ... se requiere de inserción de H. en L. 


349. Desde Tareas científicas hasta el final del $, inserción de H, en L. 


Al Anexo XIII. El ms. de este anexo consiste en 6 hojas; de ellas, las primeras 
4 están en escritura estenográfica en limpio, las dos últimas en transcrip- 
ción a máquina, en parte tachadas y marcadas con adiciones estenográficas. 
Estas últimas hojas fueron tomadas de otro contexto y llevan la numeración 
4 y 5. H. observa sobre la primera página: “Transcripción de una refle- 
xión sobre pruebas de imprenta del Anuario (1917), Anexo para las 
Ideas 11”. El manuscrito original pertenece por ende, en cuanto al tiempo, a 
la segunda parte del Anexo XII. La transcripción, que difícilmente pudo ser 
literal, parece proceder de la primera mitad de los años veinte. Las inserciones 
e interpolaciones están hechas ya conforme a la copia en limpio y no están 


por tanto destacadas aquí. El ms. se hallaba en la transcripción de L. del 
Anexo XII. 


Al Anexo XIV. El ms. de este anexo se hallaba junto con el del precedente. 
Está ya revisado por St. y fue marcado con encabezamientos; dos pasajes 
del mismo fueron recogidos en la segunda redacción de Stein (véanse las 
indicaciones pp. 377 y 387). L. sostuvo que el ms. estaba superado por el 
Ánexo XI, H. insiste en que se incluya como anexo y lo coloca en la versión 
de L. El ms. consiste en 11 hojas tamaño folio, numeradas de W 3 a W 10 
con las hojas intermedias “a W 8”, “W 9a”, “tal vez W 9b”, cuya inserción 
nunca estuvo clara. También el acomodo de las anotaciones marginales, muy 
numerosas y en parte extensas, fue con 'frecuencia difícil. Las resultantes 
faltas de uniformidad del texto solamente podrían limarse con una nueva 
refundición, que habría rebasado, sin embargo, las facultades del editor. El 
ms, fue escrito ciertamente antes de 1917, aunque no puede ser datado con 
precisión. Las últimas anotaciones deben de haber sido hechas ya en 1927, 


350. Como se desprende de ... actitud natural adición 


351. Comprensión intuitiva ... otros en su nexo adición 


352. 
353. 


366. 


367. 
368. 


369. 


APÉNDICE CRÍTICO 


Texto de la nota al pie - adición 


El mundo circundante de ... realmente conocida adición 


. Las dos últimas notas al pie adiciones tardías 

. Se originan, por ... “ciencias objetivas” .) adiciones tardías 
. Anotación marginal: ahí W 5a la hoja falta 

. Nota al pie = adición 


. Anotación marginal: hasta aquí investigaciones comprensibles in- 


tuitivamente 


. Nota al pie = adición 


pero, en cuanto objetividad ... consideración esencial.) adición 
Las dos últimas notas al pie = adición 


En la actitud puramente espiritual ... existente de modo verifi- 
cado adición tardía 


. Nota al pie = interpolación 


a) Por un lado tenemos ... experimentado empáticamente adición 


Anotación marginal: ¿Qué quiere decir eso de investigación ob- 
jetiva omnilateral? Antes tuvo que decirse, ciertamente, que no- 
sotros, remitidos desde la investigación teórica de la naturaleza 
a la corporalidad, encontramos ésta como portadora de una 
espiritualidad espacializada; que sobre la base de la empatía po- 
demos tomar una dirección de la mirada al ser objetivo de los 
sujetos en la naturaleza y luego tener un mundo objetivo que es na- 
turaleza física y está complementado con sujetos incorporados 
a él y unidos con cuerpos 


Desde Los espíritus en cuanto sujetos individuales [unos párrafos 
atrás] hasta aquí, hoja extra para W 8, para espíritu y alma El lugar 
de la inserción no está dado. 


¿Qué clase de ciencia ... las ciencias del espíritu? adición 


Anotación marginal: Personas, pero también objetos espirituales, 
personales, que han recibido a través de las personas un "signi- 
ficado espiritual”. 


Anotación marginal: El concepto de comprensibilidad no está 
aquí aclarado. 


370. 


371. 
372. 
373. 


374. 


375. 


NOTAS CRÍTICAS 493 


Anotación marginal: Desde aquí ya no está desarrollado ordena- 
damente. 


No por el lado de la física ... corporeidad corporal adición 
La plena realidad ... circunstancias reales adición tardía 


c) Los espíritus y personas ... en el sentido corriente.) hoja extra 
con las observaciones: b) es página W 6 = 383; en la redacción 
original están b) y c) intercambiadas. Esta hoja tendría que ser 
puesta a punto, así en torno a W 9 b. Las exposiciones precedentes 
son W9a 


A correlato de las ciencias de la naturaleza la siguiente anotación 
marginal: mejor: el correlato de la naturaleza material y del 
lado de naturaleza de lo espiritual, como aquello en él que se 
constituye como dependiente de la corporalidad (o sea de la 
naturaleza material) y se ubica en la unidad de la causalidad de 
la naturaleza. 


Hemos descubierto ... como cosa física signo de interrogación al 
margen 


GLOSARIO 


En la segunda columna se dan los términos empleados en esta 
traducción; en la tercera, los que se encuentran en la traducción 
de José Gaos del Libro Primero de Ideas. El símbolo “=” indi- 
ca que el término correspondiente se traduce igual en ambas 
obras; el símbolo “—” indica que el término no se encuentra en 
la obra respectiva. Cuando los términos son varios, el orden en 
que aparecen indica cierta preferencia. 


abbildlich 


abgehoben 
abgeschlossen 
abheben 
Abschattung 


Abstraktum 
abstúcken 
Abstúckung 
Affektion 
Aggregat 
Ahnlichkeit 
Aistheta 


Akte, vollzogene (un- 
vollzogene) 


aAktuell 
AMeinheit 
Allgemeine (das) 


allgemein 


Ideas II 


en imagen 


destacado 
concluso 
destacar 


matización 


abstractum 
fraccionar 
fraccionamiento 
afección 
agregado 
similitud 
aistheta 


actos ejecutados (no 
ejecutados, inejecu- 
tados) 


actual 
unidad total 


(lo) general 


general, universal 


Ideas [ 


por medio de “imáge- 
nes”, por medio de 
una “imagen” 


= 


cerrado 


— 
= 


matiz, escorzo, matiz 
y escorzo, matiz o 
escorzo 


abstracto 


o. 
ce 
o”. 


semejanza 


actos llevados (no lle- 
vados) a cabo 


= 


general, rasgo gene- 
ral 


= 


allgemeinsam 


Alinatur 


Analogon 


Anblick 
ándern (sich) 


Ánderung der Ein- 
stellung 


Animal 
animalisch 


annehmen 


anschauen 
anschaulich 
Anschauung 
Anzeige 
anzeigen 
Apparenz 
apparierend 
Apprásentation 
ásthetisch 
auffassen 


Auffassung 


Auffassungssinn 
aufmerken 
Auftritt 
ausbreiten (sich) 
Ausbreitung 


GLOSARIO 


Ideas [l 
en común generali- 
dad 


todo de la naturaleza 


análogo (sus.) 


vista 
alterarse 


cambio de actitud 


animal (sus.) 
animal (adj.) 


admitir, adoptar, su- 
poner 


intuir 

intuitivo 

intuición 
indicación, anuncio 
indicar, denunciar 
apariencia 

que aparece 
apresentación 
estético 
aprehender 


aprehensión, concep- 
ción 

sentido aprehensivo 

atender 

presentación 

difundirse 


difusión 


Ideas 


todo de la naturaleza, 
Universo — natural, 
naturaleza 


análogo (adj.), algo 
análogo, — paralelo 
(adj.) 


alterarse, cambiar 


ser animado 
animado 


admitir, aceptar, aco- 
ger, tomar 


señal 
indicar, señalar 


apercibir,  aprehen- 
der 
apercepción, concep- 


ción, concebir 


aparición 
extenderse 


extensión, extender- 
se 


Ausdehnung 


Ausdehnungsbe- 
stimmitheit 


Aussehen 
AuBenwelt 
ausstatten mit 


ausweisen 
ausweisen (sich) 
Ausweisung 
auswerten 
Auszeichnung 


bekunden 
bekunden (sich) 
Bekundung 


beobachten 
berechtigen 
berechtigen (sich) 
berechtigt 


Berechtigung 
Berúhrung 
Beschaffenheil 


Beschaffenheitsver- 
halte 


beseelt 
Beseelung 
Bestand 


Bestandstúck 


GLOSARIO 


Ideas 1 


extensión 


determinación cxten- 
sional 


aspecto 
mundo externo 
provisto de 


acreditar 
acreditarse 
acreditación 
contrastar 


distintivo 


manifestar 
manifestarse 
manifestación 


observar 

legitimar 

legitimarse 

legítimo, legitimado, 
justificado 

legitimación 

toque, contacto 

contextura 


estados cualitativos 


animado 
animación 


composición, consis- 
tencia, acervo 


fragmento integrante 


497 


mundo exterior 


provisto de, nutrido 
de 


comprobar 


comprobarse 
comprobación 
valorar 


privilegio, nota dis- 
tintiva 


dar a conocer, delatar 
darse a conocer 


denunciarse, forma 
de denunciarse 


legitimar, justificar 


legítimo, justificado 


cualidad, propiedad, 
constitución 


[formas de] “animar” 
contenido, elemento 


parte integrante 


498 


Bestandteil 
beurkunden (sich) 
Beurkundung 


bewubiseinsmiBig 


bezeichnen 
Beziehung 
Bezogenheit 
Bild 


Bildvorstellung 


Blickfeld 


Blick 
Blickpunkt 
Blickwendung 


Charakteranlage 


darbicten (sich) 
darstellen (sich) 


Dasem 


Dasciende 


Charaktereigenschaft 


GLOSARIO 


Ideas UU 


parte integrante 
protomanifestarse 
protomanifestación 


concientemente, con- 
ciente, en concien- 
cia, de conciencia 


designar 

referencia, relación 

referencia 

imagen, cuadro, pin- 
tura 

representación imagi- 
nativa 


campo de la mirada 


mirada 
foco visual 
giro de la mirada 


predisposición de ca- 
rácter 
rasgo de carácter 


ofrecer(se) 
exhibirse 
existencia,  ser-ahí, 
existir 


existente 


Ideas 1 


ingrediente 


— 


conscientemente, en 

la conciencia, en 
forma consciente, 
en forma de con- 
ciencia 


imagen, “imagen”, re- 
producción 

representación por 
medio de "“imáge- 


nes”,  representa- 
ción de “imágenes” 
campo de visión, 


campo visual 
mirada, vista 
foco de atención 
desviación (vuelta, 
cambio de direc- 
ción) de la mirada, 
desviar (volver, diri- 
gir) la mirada 


propiedad caractero- 
lógica 


existencia 


existente, aquello que 
está ahí 


Daseinshorizont 


Dascinsthesis 
dastehen 
Deckung 


Diesheit 

Ding 

Ding, physikalisches 

Dingaufflassung 

Dinggegenstand 

Dinggegenstándlich- 
keit 

Ding, physikalisches 

Dingkonstitution 


dinglich 
dingliches 
Dinglichkeit 
dad] 
Dinglichkeit [objeto] 


[cuali- 


Dingschema 
durchfúhlen 
durchstreichen 


egoistisch 
eigentúmilich 


einstellen auf (sich) 


Einstellung 
Einstellung. naturale 


GLOSARIO 


Ideas Il 
horizonte de existen- 
cia 
tesis de existencia 
estar ahí 
coincidencia 


ecceidad 

cosa 

cosa física 
aprehensión de cosa 
objeto-cosa 


e 


cosa física 
constitución de cosas, 


constitución de la 
cosa 


cósico 
lo cósico 
cosidad 


cosidad 

esquema de cosa 
entresentir 
tachar 


egoísta 
peculiar 


tomar actitud orien- 
tada a, estar en ac- 
titud orientada a 


actitud 


actitud natural 


coincidencia, identi- 
ficación, correspon- 
dencia, correspon- 
derse 


individualidad 

cosa 

cosa física 
apercepción de cosa 


cosa 


cosa física 


constitución de una 
cosa 


de (laX(s) cosa(s) 
cosas 
tipo de cosa 


cosa 
esquema de cosa 


orientar(se) hacia, en- 
focar, en actitud... 


500 


einstimmig 
Einstimmigkeit 
Einverstándnis 


Einverstchen 


einverstehen 
empfindend 
Empfindlichkeit 
Empfindnis 
Empfindsamkeit 
Empfindungsdatum 
Empfindungsfarbe 


Erfahrungshewuñt- 
sein 


Erfahrungsding 
erfassen 


erfúllen 


erfúllend 
Erfúllung 


Erklárung 
erleben 
Erleben 
Erlebnis 
Erscheinen 
erscheinend 


GLOSARIO 


Ideas 11 


concordantemente 
concordancia 
intracomprensión 


intracomprender, in- 
tracomprensión 


intracomprender 
sensitivo 

sensibilidad 
ubiestesia 
sensitividad 

dato de sensación 
color de la sensación 


conciencia experien- 
cial 


cosa de (la) experien- 
cia 
captar 


cumplir (la intuición 
una intención; una 


condición), llenar 
(las cualidades sen- 
sibles una exten- 


sión; el tiempo o la 
duración) 


que llena, que da 
cumplimiento 


cumplimiento, llena- 
do 


explicación 

vivenciar 

vivenciar 

vivencia 

aparecer 

aparente, que apare- 
ce 


Ideas [ 


con coherencia 
coherencia, armonía 
inteligencia mutua 


que siente 


dato de la sensación 
sensación de color 
conciencia empírica 


aprehender, apresar, 
adueñarse 

llenar (la intuición 
una intención; las 
cualidades sensibles 
una extensión; el 
tiempo o la dura- 
ción) 


impletivo, que llena 


llenar, plenitud 


= 


vivir 
vivir, vivencias 


hacer aparecer 


que aparece, presen- 
te, fenoménico 


Erscheinung 


Erscheinungsfarbe 

erscheinungsmáBiy 
(adj. 

erscheinungsmálig 
(adv.) 


Explikation 
explizieren 


Fáhigkeit 
Fakta 
Faktum 
Fúlle 
Fúllung 


fundieren 


Fundierung 


Gebiet 


Gefallen 

gefallen 

gefállig 

Gefúhl 
Gegehenhcit 
Gegenstand 
gegenstándlich 
Cegenstándlichkeit 
gegenstimmig 


GLOSARIO 


Ideas ll 


aparición, apariencia 
[raro], fenómeno 
[sentido no técni- 
co) 

color aparente 


aparicional 


aparicionalmente, de 
modo aparicional, 
por lo que toca a la 
aparición 

explicitación 


explicitar 


habilidad, aptitud 
facta 

factum 

plenitud 

llenado 


fundar 


fundación 


dominio, ámbito, 
sector 


agrado 
agradar 
grato 
sentimiento 
dación, dato 
objeto 
objetivo 
objetividad 
discrepante 


A 


501 


Ideas E 


aparición, aparccer, 
apariencia 


bajo la forma del apa- 
recer, bajo la forma 
de apariencia 


explicitación, explica 
ción 


capacidad 
facta, hechos 
factum, hecho 


fundar, servir de fun- 
damento 


fundamentación, lo 
fundado 


dominio, campo 


grato, agradable 


dato, dado 


objetividad, objeto 


502 


Gegenúber 


Gehabtheit 

Geist 

Geisterwelt, einheitli- 
chen 


Geistesleben 


Geistesseele 


Geisteswelt 


Geisteswissenschaf- 
ten 


Gemeinsamkeit 


gemúthaft 
Gemútsakt 
Gemútscharakter 


Gemúts- 


GenieBen 
genieBen 
Genosse 
Geschichte 
Gesellschaft 
Gespenst 
Gestaltung 
Gewohnheit 


gewohnheitsmáBig 


gewóhnlich 
Grundart 


GLOSARIO 


Ideas II 


enfrentante 


tenencia 
espíritu 


vida espiritual, vida 
del espíritu 
alma-espíritu 


mundo del espíritu, 
mundo espiritual 


ciencias del espíritu 
comunidad 


emocional 
acto emotivo 
carácter emotivo 
- de emoción, - emo- 
tivo 
disfrute 
disfrutar 
compañero 
historia 
sociedad 
espectro 
configuración 
costumbre 


por costumbre, de 
costumbre 


corriente 


especie fundamental 


Ideas Í 


aquello que hace 
frente, algo fronte- 
ro 


uni-verso de los espí- 
ritus 


comunidad,  identi- 


dad 


acto del sentimiento 


- de(l) sentimiento, 
afectivo 


fantasma 
forma, estructura 
hábito 


por obra del hábito 


corriente, habitual 


especie fundamental, 
forma fundamental 


Grundtorm 


Habe 

Haben 
Hineinwirken 
Hintergrund 
Hinweis 


Hinweise und Rúck- 
weise 


hinweisen auf 


hinweisen und  zu- 
rúckweisen 


Historie 
Hyle 


ichlich 
Ichlichkeit 
Ich-Mensch 
Ichstrahl 
ideal 
Idealitát 
ideel 
irrational 
irreal 


Irrealitát 


Kinaesthetisch 
Kolligieren 
Komprehension 
Kónnen 
konstitutierend 
Konstitution 


konstitutiv 


GLOSARIO 


Ideas 1 


forma fundamenta] 


haber 

tener 

introactuar 

fondo 

señalar, indicación 
indicaciones prospec- 


tivas y retrospecti- 
vas 


apuntar a, indicar 


indicar prospectiva y 
retrospectivamente 
historia 


hyle 


yoico 
yoidad 
yo-hombre 
rayo del yo 
ideal 
idealidad 
ideal 
irracional 
irreal 
irrealidad 


cinestésico 
coleccionar 
comprehensión 
poder 
constituyente 
constitución 


constitutivo 


503 


LS 
-— 

e 
_ 
— 


señalar 


apelar a, señalar a, 
aludir a 


— 


! 


ideal 
irracional 
irreal 
irrealidad 


504 


Kórper 
kórperlich 
Kórperlichkeit 


Korrelatspháre 


Lebenswelt 
Leib 
leibhaft(ig) 
Leibkórper 
leibkórperlich 
leiblich 
Leiblichkeit 
Leistung 


Macht 
Material 
Materie 
materiell 
Mehrheit 
Menschenleib 
Merkmal 


NachbewuBtsein 
nachfúhlen 
nachkommend 


nachleben, die frem- 
den Akte 


Nachverstehen 


nachverstehen 


natural 


GLOSARIO 


Ideas Il 
cuerpo 
corpóreo 


corporeidad 
esfera de correlatos 


mundo de la vida 
cuerpo 

en persona 

cuerpo corporal 
corporal-corpóreo 
corporal 
corporalidad 


obra, operación, la- 
bor, logro 


dominio, imperio 
material 

materia 

material 
pluralidad 
cuerpo humano 


nota 


posconciencia 
compenetrar 
subsiguiente 


revivir los actos aje- 
nos 


comprender revi- 
viendo (al revivir) 


comprender revi- 
viendo (al revivir) 


natural 


Ideas Í 


cuerpo 
corporal 


lo corpóreo, lo cor- 
poral 


- 


cn persona, personal 


cuerpo 
operación, labor, ac- 
ción, efecto 


lo material 


ur 
= 


pluralidad, mayoría 


nota, señal 


subsiguiente, ulte- 


rior, posterior 


natural 


naturalistisch 


Naturerfah rung 
naturhaft 


naturhistorisch 
Naturkausalitát 


natúrlich 
Naturwahrnehmung 


Naturwissenschaft 


Nebenmensch 


Objekt 
Objektitát 
objektiv 
objektivierend 


Objektivitát 
Objektschicht 


personal 


personalistisch 
Personalitát 
persónlich 
Persónlichkeit 
Perzeption 
Phantasma 
Phantom 
physikalisch 
Physis 


GLOSARIO 


Ideas Il 


naturalista 


experiencia de la na- 
turaleza 


natural 


de la historia natural 


causalidad de la natu- 
raleza 


natural 


percepción de la na- 
turaleza 


ciencia de la natura- 
leza 


congénere 


objeto 
objetidad 
objetivo 
objetivante 


objetividad 
estrato objetivo 


personal 


personalista 
personalidad 
personal 
personalidad 
percepción 
fantasma 
fantasma 


físico 
Physis 


505 


natural, de naturale- 
za 


ciencia de la natura- 
leza, ciencia natural 


prójimo 


objeto 

objeto, objetividad 

objetivo 

objetivante, que obje- 
tiva 

objetividad 


personal, de perso- 
nas 


personal 
personalidad 


imagen 
físico, de la física 


506 


rational 
Rationalitit 


Raumgestalt 


ráiumlich-zeidich 


Raumphánomen 
Raumzeit 
raumzecitlich 


real 


Reales 


realisieren 


Realitát 


reell 
reflektiert 
Regung 
Reich 
Rúckdeutung 


Rúckweisung 


Sache 
sachhaft 


sachlich 


Sachlichkeit 


GLOSARIO 


ideas 11 


racional 
racionalidad 


figura espacial 


espacio-temporal 


fenómeno espacial 
espacio-tiempo 
espacio-temporal 


real 


lo real 


realizar 
realidad 


efectivo 
reflejado 
moción 
reino 


indicación retrospec- 
tiva 


cosa 
en atención a la cosa 


relativo a cosas, cósi- 
co 


cosidad 


Ideas 1 


racional 

racionalidad 

figura espacial, for- 
ma espacial 

espacio-temporal, es- 
pacialtemporal, del 
espacio y del tiem 
po, en el espacio y 
en el tiempo 


real, real en sentido 
estricto 
lo real, algo real, co- 


sa real, cosa real en 
sentido estricto 


realizar, encarnar 


realidad, verdadera 
realidad, realidad 
en sentido estricto 


real, ingrediente 


reflejado, reflejo 


indicación de remon- 
tar 


material, objetivo, de 
las cosas, efectivo, 
de contenido 


objetividad 


scheinbar (adj.) 
scheinbar (adv.) 


Schema 
Schicht 
Seelenleben 


Sehding 
Sehen 


Seiende 


Selbstgegebenheit 
Selbstheit 
sinnenanschauliche 
Sinnending 
Sinnengegenstand 
Sinnenleben 
Sinnesempfindung 
Sinnesfeld 
Sinnesorgan 


Sinnesqualitát 


Sinnesspháre 
Sinnesvermógen 


Sinngebung 


Sinnlichkeit 


Sosein 


stimmen mit 
Stoff 
stofflich 


GLOSARIO 


Ideas Il 


ilusorio 

en apariencia, apa- 
rentemente 

esquema 

estrato 


vida anímica, vida del 
alma 


cosa visual 
visión, ver 


ente 


dación de sí mismo 
mismidad 
intuitivo-sensorial 
cosa de los sentidos 
objeto de los sentidos 
vida sensorial 
sensación sensorial 
campo sensorial 
órgano sensorial 


cualidad sensorial 


esfera sensorial 
facultad sensorial 
dación de sentido 


sensibilidad 


ser-así 


estar de acuerdo con 
materia 


material 


507 


Ideas 1 


= 


capa 
vida psíquica 


cosa visual 

ente, ser, cosa que 
existe, (lo) que es 

darse en sí mismo(a) 

identidad 


cosa sensible 


_— 


cualidad sensible, 
cualidad de los sen- 
tidos 


dar sentido, opera- 
ción de dar sentido, 
obra de dar sentido 


ser de un modo, ser 
de la manera que es 


materia 


material 


508 


taktuel] 
tasten 
Tatsache 
Teilung 


transzendierend 


úbereinstimmend 
umgebend 


Umgebung 


Umgebungswelt 
Umschlagspunkt 
Umschlagstelle 
Umstand 
Umwandlung 


umweltlich 
Umwendung 


uneigentlich 
Unendlichkeit 
unreflektiert 


unstimmig 
Unstimmigkeit 
Untergrund 
Unterlage 
Unterschicht 


unverándert 


unvernúnftig 


GLOSARIO 


Ideas 11 
táctil 
palpar, tocar 
hecho 
partición 


trascendente 


concorde 


en torno 
entorno 


mundo en torno 
punto de transbordo 
sitio de transbordo 
circunstancia 
transmutación 


circunmundano 
conversión 


impropio 
infinitud, infinidad 
irreflejado 


discordante 
discordancia 
subsuelo 
soporte 

estrato inferior 


inalterado 


irracional 


ldeas I 


división 


que trasciende 


que rodea, que cir- 
cunda 


contorno, medio cir- 
cundante 


transformación, con- 
versión 


transformación, tra- 
ducción 


no reflejado, antes de 
toda reflexión, sin 
reflexión, no refle- 
jo 


incoherencia 

base, cimiento 

base 

subcapa, capa infe- 
rior, capa básica 

inalterado, no muda- 
do 


unwirklich 
Unwirklichkeit 


Urbestand 


Urgegenstand 
Urpráscnz 


Urstiftuny 


Veránderlichkeit 
verándern (sich) 
Veránderung 


Veranschaulichung 


Verband 
Verborgenheit 
verborgen 

verbreiten (sich) 
Verbreitung 
verflechten 
verflechten mit (sich) 
vergegenstándlichen 
vergegenwártigen 
Vergegenwártigung 
Vergemeinschaftung 
vergemeinschaften 
Verhalten 


Verháltnis 
Vermeinen 
Vermeintheit 
vermeint 
Vermógen 


vernúntug 


Vernúnftigkeit 


GLOSARIO 


Ideas ll 
irreal 
irrealidad 


protocomponente, 


protocomposición 


protoobjeto 
protopresencia 


protoinstitución 


alterabilidad 
alterarse 
alteración 


intuitivación 


conglomerado 
latencia 

latente 

dilatarse 
dilatación 
entrelazar 
entrelazarse con 
objetivar 
representar 
representación 
mancomunidad 
mancomunar 
comportamiento 


relación 
presunción 
entidad presunta 
presunto 

facultad, capacidad 
racional 
racionalidad 


509 


Ideas | 


objeto prístino 


alteración, cambio 


conversión en intuiti- 
vo, intuición 


asociación, conjunto 
oculto, escondido 


entretejer 
entremezclarse con 


representar 


representación 


manera de portarse, 
actitud 


mentar 


mentado 


— 


510 


Verstándlichkeit 
Verstándnis 


verwandeln (sich) 
Verwandlung 
Vielheit 
Vollstándigkcit 
Vordergrund 
Vordeutung 


Vorgang 
vorgebend 
vorgegehen 
Vorgegcbenheit 
vornherein (von) 


vorzeichnen 


wach 
wandeln (sich) 


Wechsel 

Wechselverkehr 

Wechselverstándi- 
gung 


Wechselwirkung 
Weltall 
Weltanschauung 
wenden (sich) 
Werk 
WertbewuBtsein 


GLOSARIO 


Ideas HU 
comprensibilidad 
comprensión 


convertirse 
transformación 
multitud 
integridad 
primer plano 
indicación 
dora 


anticipa- 


proceso 
predador, que predá 
predado 

predación 

desde un principio, 
desde luego 


delinear 


en vigilia 


mudarse,  transfor- 


marse 
cambio 
trato mutuo 


entendimiento mu- 
tuo 


acción recíproca 
orhe 

cosmovisión 

dar vuelta 

obra 

conciencia del valor 


Ideas I 


comprensión, 
prender 


com- 


cambio 
pluralidad 


primer término 

(no técnicos:) prime- 
ra referencia, indi- 
cación 


previamente dado 


desde luego, de ante- 
mano, por anticipa- 
do 


trazar, diseñar 


convertirse 


comprensión mutua, 
inteligencia recípro- 
ca 


universo 
visión del mundo 


conciencia del valor, 
conciencia de valor 


Werlgegenstand 


Wertheit 

Wermehinen 
Werinehmung 
Wertobjekt 

Wesen (cuando desig- 


nia un individuo 
concreto) 


Willkúr 


willkúrlich 


wirklich 
Wirklichkeit 
Wirkung 


Zeitfúlle 
zerstúckbar 
Lerstúckung 
zufállig 


zugehórig 


Zugchórigkeit 
¿usammengehóren 


rusaminengehórig 


GLOSARIO 


ideas 11 


objeto de valor 


valiosidad 
ralicepción 
valicepción 
objeto de valor 


ser 


arbitrio 


voluntario, arbitrario 


real 
realidad 
efecto 


llenado temporal 
fragmentable 
fragmentación 


contingente, acciden- 
tal, casual, capri- 
choso 


inherente, pertinente 


inherencia, pertenen- 
cia, intervención 


copertenecer 


coperteneciente 


511 


Ideas [ 
objeto que es el valor, 
objeto-valor 


objeto-valor 


ser, ente 


arbitrio, albedrío, in- 
tervención de la vo- 
luntad 

voluntario; arbitraria- 
mente (adv.), capri- 
chosamente (adv.) 


real, real de veras, 
verdadero 
realidad, realidad en 
general 


e 


contingente 


perteneciente, Co: 
rrespondiente, que 
pertenece, conexo 


— 


estar en estrecha rela- 
ción 

inherente, relaciona- 
do, coherente 


Zausammengehórig- 
kcit 
zusammenhángend 
zusammenhángen 
Zusammen 


zusammenschliessen 
zu (sich) 


Zustand 
zustándlich 
Zustándlichkeit 
Zuwendung 


GLOSARIO 


Ideas El 


copertenencia 


conexo 
estar en conexión 
con-junto 


reunirse para formar 


estado 
de estado 
estado 


volverse, acto de vol- 
verse 


Ideas 1 


correspondencia 


coherente, compacto 
relacionarse 


fundirse 


volverse 


ÍNDICE GENERAL 


Presentación ......- perenrano anar arrananeess 5 
introducción del editor aleMáN......oooocooorooco o, 19 


Sección primera: 
La constitución de la naturaleza material 


I. LA IDEA DE LA NATURALEZA EN GENERAL 


$ 1. Delimitación provisional de los conceptos de naturaleza y 
de experiencia (exclusión de los predicados de significa- 


O o E 31 
$ 2. La actitud científico-natural como actitud teórica........ 32 
$ 3. Análisis de la actitud teórica, del interés teórico.......... 33 
$ 4. Actos teóricos y vivencias intencionales “predadoras”.... 34 
$ 5. Espontaneidad y pasividad; actualidad e inactualidad de la 
CONCIENA e 41 
$ 6. Distinción entre la transición a la actitud teórica y la tran- 
sición a la reflexión .........ooooomomoormmoccrcarcanaranos 43 
$ 7. Actos objetivantes y no objetivantes y sus correlatos ........ 45 
$ 8. Los objetos de los sentidos como protoobjetos constituti- 
VOS A E AA AAA AS 46 
$ 9. Sintesis categorial y estética (“sensible”)... ..0oommmmoocoss 47 
10. Cosas, fantasmas espaciales y datos de sensación ......... 51 
- La naturaleza como esfera de meras COSAS ...0ooomocoooos 54 
IL LOS ESTRATOS DE SENTIDO ÓNTICOS DE LA COSA 
INTUITIVA COMO TAL 
5 eS y aturaleza material y animal...ooomommorrrrrrr 57 
>- La significación de la extensión para la estructura de las ES 


£0sas” en general y en particular de las cosas materiales. . 


$ 14, 


$ 15. 


$ 16. 


$17. 


g 18. 


ÍNDICE 
La AS de la extensión para la estructura de los 


La esencia de la niiecialidad (sustancia). .......ooommmm... 
a) El análisis fenomenológico de la dación de cosas como 
vía para la determinación de la esencia “cosa material” 
b) Movilidad y alterabilidad como elementos constituti- 
vas de la cosa material; el esquema de c054............. 
c) Acreditación de la materialidad de la cosa mediante su 
dependencia de circunstanciaS .....ooooccococcoromocmos. 
d) El esquema como determinación real de la cosa material 
e) Determinación más precisa, redeterminación y supre- 


sión de la experiencia de COSAS ....0oooooooorooomomm.s 
Constitución de las propiedades de la cosa en multiplicida- 
des de relaciones de dependencia. ....o.oo.oooocmmncornco. 
Materialidad y sustancialidad ........ Nah 


II. LOS AISTHETA EN RELACIÓN CON EL CUERPO 
ESTÉSICO 


Los factores subjetivamente condicionados de la consti- 
tución de cosas y la constitución de la cosa material obje- 
PUB rr 
a) Dependencias de las contexturas intuitivas . de la co- 

sa material respecto del cuerpo del sujeto experimen- 


b) La significación de las condiciones normales de la per- 
cepción para la constitución de la cosa intuitiva y las 
anomalidades (alteración del cuerpo, alteración en la 
COSA a A A ac 

c) La significación de la condicionalidad psicofísica en 
los diferentes niveles de constitución ............o.... 

d) La cosa física........ooooo..... RS 

e) Posibilidad de la constitución de una “naturaleza obje- 
tiva” en el nivel sOlipsiSta........oooooocccccccnnmc..m... 

f) Transición de la experiencia solipsista a la intersub- 
A A O ad dead 

g) Caracterización más precisa de la cosa física .......... 

h) Posibilidad de la constitución de una “naturaleza obje- 
tiva” en el nivel intersubjetivo de la experiencia...... 


62 
63 


64 
65 


71 
73 


74 


76 
85 


87 


87 


ÍNDICE 


Sección segunda: 
La constitución de la naturaleza animal 


INTRODUCCIÓN 
$ 19. Tránsito a la consideración del alma como objeto de la na- 
Luraleza......oooooocoororcor ron 125 
$2 El sentido del discurso corriente sobre lo “anímico” ..... 126 
$21. El concepto de “yo-hombre” .oooococococcccccono coccion os 128 


I. EL YO PURO 


g 22. El yo puro COMO POÍO-yO ..ooocccocccooncccananannncn ro 133 
5 23. Captabilidad del yo puro (del polo-yO) .....ooooooorooooo. 137 
g 24. “Mutabilidad” del yO purO .....oocoococccccorcrorocorcaoo 140 
$ 25. Polaridad de los actos: yO y ODjetO ......oooooocoooommmmmo... 141 
$ 26. Conciencia en vigilia y conciencia Sorda................. 144 
$27. “Yo-hombre” como parte integrante del entorno del yo 

PUTO coorococcone ccoo carro rr rra rr rare rr 145 
5 28. El yo real constituido como objeto trascendente — el yo puro 

dado ¡nmMmanentemente ...cooooccccocnconcacnr car cara ro 147 


$ 29. Constitución de unidades en el interior de la esfera inma- 
nente. Las menciones permanentes como sedimentos en 
OL YO PUTO coooccccccoconccn corr rar 148 


IL. LA REALIDAD ANÍMICA 


$30. El sujeto anímico Teal ........ooooooooocccacincncnccnccno oo 159 
$31. Concepto formal-general de realidad .............o..oo.... 164 
$ 32. Diferencias fundamentales de la realidad material y la aní- 
AN 165 
$33. Determinación más precisa del concepto de realidad ..... 175 
$ 34. Necesidad de la diferenciación de la actitud naturalista y 
la personalista .....ooooococccorroncocrrcrnc narra 178 


1. LA CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA 
A TRAVÉS DEL CUERPO 


$35. Paso a la consideración constitutiva del “hombre como 
maturaleza” ....oooccoorco cono 183 

$36, Constitución del cuerpo como portador de sensaciones 

localizadas (ubiestesias)......oooooooorncrrrrrnr corra 184 


o 


ÍNDICE 

$37. Diferencias entre el ámbito visual y el táctil .............. 187 

$ 38. El cuerpo como órgano de la voluntad y como portador 
del movimiento libTE.......oooooooooooocrccrcncocanrar o ro. 191 

$39. Significado del cuerpo para la constitución de objetidades 
SUPERO ii E e rio 192 

$ 40. Precisiones sobre la localización de las ubiestesias y las 
propiedades no-cósicas del CUErpO.....ooccoccccccncnccc o. 193 

$ 41. Constitución del cuerpo como cosa material en contraste 
con otras cosas materiales .......oooococcrorocrnaccarcrro 197 
a) El cuerpo como centro de orientación ............... 197 

b) Peculiaridad de las multiplicidades de aparición del 
CUPO aa AOS 199 
c) El cuerpo como miembro del nexo causal............ 199 


$ 42. Caracterización del cuerpo constituido de modo solipsista 200 


IV. LA CONSTITUCIÓN DE LA REALIDAD ANÍMICA 
EN LA EMPATÍA 


$ 43. La dación de animales ajenos......oooocorccocrorcnrnarr ro 203 
$ 44. Protopresencia y apresencia.....ooooococccccocconcora rro 203 
$ 45. Los animales como cuerpos corporales protopresentes con 
interioridad APresente ....oocoocccocorccnrcnron rr 204 
$ 46. Significación de la empatía para la constitución de la rea- 
MAA YO-LOMDTO Sci RdA EA 208 
$ 47, Empatía y constitución de la naturaleza.................. 211 


Sección tercera: 
La constitución del mundo espiritual 


9:48; INTFOdUECIÓN ir cra 217 


1. OPOSICIÓN ENTRE EL MUNDO NATURALISTA 
Y EL PERSONALISTA 


$ 49. La actitud personalista en oposición a la naturalista ..... 219 
a) Introyección del alma como presuposición incluso pa- 
ra la actitud naturalista .......o.ooooococorcccconccoos. 220 
b) Localización de lo anímiCO........o.oooomooommnomooo.. 223 
c) Temporalización de lo anímico (tiempo inmanente y 
ESPACIO TEMPO) cir it 224 
d) Examen del método.........0oooooooccnronnroncracr rs 225 


e) Actitud naturalista y actitud natural.................. 226 


INDICE 


5 50. La persona como punto central de un mundo circundiune 
gol. La persona en el conglomerado de personas 
52, Multiplicidades de aparición subjetivas y cosas objetivas ... 
g 53. La relación entre la consideración de la naturaleza y la 
consideración del espíritu 


e. ...o.o nourss». 


Lora ra rss arras 


1. LA MOTIVACIÓN COMO LEY FUNDAMENTAL, 
DEI MUNDO ESPIRITUAL 


$ 54. El yo en la inspectio sui 


LO... .+.....s... ........<...o.0......... 


$55. El yo espiritual en su comportamiento hacia el mundo cir- 
CUNd AMO RA AAA dd 

$56. La motivación como ley fundamental de la vida espiritual 
a) Motivación de razón 


... o... ..»....1...0...10.010.<...«<.«.0—.. ..<. 0... ... 


b) La asociación como motivación 


c) Asociación y motivaciones de experiencia............ 
d) Motivación del lado noético y del lado noemático.... 


c) Empatía en otras personas como comprensión de sus 
motivaciones 


e... .» o. ..ooonnSponsS$.r.oonoeoono pon...» 


f) Causalidad de la naturaleza y motivación ............ 


g) Relaciones entre sujetos y cosas desde el punto de vista 
de la causalidad y la motivación 


e ..oo oo. .npoc9”9$9$<o$r$posS$oS$aoso 


h) Cuerpo y espíritu como unidad comprehensiva: objetos 
"espiritualizados” 


$57. Yo puro y yo personal como objeto de la apercepción re- 
flexiva de sí mismo 


$ 58. La constitución del yo personal antes de la reflexión 
$ 59. 


El yo como sujeto de las capacidades......0ooomommmmmmo.. 
$ 60. 


La persona como sujeto de los actos de razón, como “yo 
libre” 


1.00... uu... o... ...Peooo$... +... .» + .<0.0- 0.00 10000. .0.0.. o... 


a) “Yo puedo” como posibilidad lógica, como posibili- 
dad e imposibilidad prácticas, como modificación de 
neutralidad de actos prácticos y como conciencia pri- 


migenia del poder (fuerza subjetiva, capacidad, resis- 
tencia) ...... 


e... ..».«. +. ....... 0... o. Lone... ...». +... + ++» 


br) El “yo puedo” motivado en el conocimiento de la pro- 


pia persona. Apercepción de sí mismo y comprensión 
de sí mismo 


Pe... ..... ....... . +. ......<. .... (0. +... pr. «0...» 


c) Las influencias ajenas y la libertad de la persona..... 


d) Lo típico general y lo típico individual en el compren- 
deradas Personas a id 


$ 61. El yo espiritual y su subsuelo 


e... .....-<. .o vo. .o.o.»v2a..9.1.....0...< 


230 
236 
247 


259 


262 
267 
267 
269 
271 
274 


275 
276 


279 
283 
295 
299 
301 


304 


ÍNDICE 


IL. LA PRIMACÍA ONTOLÓGICA DEL MUNDO ESPIRITUAL. 
FRENTE AL NATURALISTA 


$ 62. Imbricación de la actitud personalista y la actitud natura- 
Ad a Ra 329 

$ 63. Paralelismo psicofísico y acción recíproca. ....oom.omo..omo.. 337 

$ 64. Relatividad de la naturaleza, carácter absoluto del espíritu 346 


ANEXOS 
Anexo Il. Ensayo de una descripción paso a paso de la constitu- 
COI O a 355 
Anexo ll. El yo como polo y el yo de las habitualidades........ 361 
Anexo Ill. La localización del zumbido de oído en el oído..... 361 


Anexo IV. Esbozo de una introducción a la “constitución del 
mundo espiritual a rin 362 


Anexo V. Las predaciones del espíritu en la vida espiritual .... 366 


Anexo VI. Inspectio sui ("yo hago” y “yo tengo”). ...oooooomoo.oo 367 
Anexo VII. El yo y su enfrentante......ocooooroncccrccanaconao 368 
Anexo VIII. Sobre la unidad de “cuerpo” y “espíritu”.......... 371 
Anexo IX. Productos espirituales ........ooooooocmoccrocromo... 372 


Anexo X. Yo personal y mundo circundante (372) - Los niveles 
de la constitución de la realidad objetiva (375) - Yo puro y yo 


PETSORAU(S IT irc AECA AA AI RA 372 
Anexo XI. El hombre aprehendido de modo inductivo-natural y 
la personalidad IDE a A A 379 


Anexo XII. Complementos a la tercera sección del segundo libro 384 


I. La persona - El espíritu y su subsuelo anímico 


$ 1. Diferenciación de protosensibilidad e intellectus agens. 384 
$ 2. La sensibilidad como subsuelo anímico del espíritu. .. 386 

Digresión: impresión y reproducción .......oocooomoo.. 388 
$ 3. Desarrollo del yo. - Acción de yo y afección de yo .... 390 


IL La subjetividad como alma y como espíritu en actitud 
científico-natural y científico-espiritual 


8 1. La realidad del alma y del hombre... ........o..ooooooc... 392 
$ 2. Causalidad psicofísica y nexo causal cósicO............. 396 


ÍNDICE 
g 3. Posibilidad de la inserción del alma en la naturaleza .. 
g 4. El hombre como sujeto espiritual .......oo....o.. AA 
$ 5. Laempatía como referencia espiritual (no natural) entre 
iS E da ss de a dd 
8 6. Yo espiritual y yo psicológico, - Constitución del yo 
como apercepción de sí mismo ...... pda 
$8 7. Los sujetos en la consideración de la naturaleza y en la 
del espíritu ...... ies O Dafa das 
$ 8. Diferenciación de la consideración psicológica y la psi- 
cofísica ..... AR AI RA 
$ 9. Corriente de conciencia, vivencias y correlatos intencio- 
nales como nexos de la vida anímica.............ooo.o.. 


$ 10. Lo espiritual en consideración psicológica y la cuestión 
de su “explicación”. - Dos conceptos de naturaleza ... 
$ 11. La consideración científico-espiritual pone la subjetivi- 


dad absolutamente. - Experiencia “interna” y “ex- 
A 
$ 12. La naturaleza en la actitud científico-espiritual. - Acti- 
tud científico-espiritual y fenomenológica...... PA 


Anexo XIII. La "subjetividad personal” como tema teórico... 


Anexo XIV. Actitud científico-espiritual - la ciencia de la natura- 
leza situada en la actitud científico-espiritual (433) - Mera na- 
turaleza y mundo circundante (435) - Las diferentes especies 
de la causalidad intuitiva (437) - Investigaciones científico- 
abstractas (438) - La ciencia de la naturaleza en el interior 
de la ciencia del espíritu (439) - El concepto de la objetivi- 
A 


APÉnalICO CUCA Aa 
Sobre la conformación del textO .......oooomooononoommm»o rs. : 
Notas Erica De 


GÍIOSATIO 000 A 


397 


418 


422 
428 


Ideas relativas a una fenomenología pura y una 
filosofía fenomenológica. Libro segundo: Investiga- 
ciones fenomenológicas sobre la constitución se ter- 
minó de imprimir en noviembre de 2005 en 
los talleres de Impresión Comunicación Grá- 
fica, S.A. de C.V., Manuel Ávila Camacho 689, 
colonia Santa María Aztahuacán, 09500 Meé- 
xico, D.F. Para su impresión se utilizó papel 
cultural de 90 gr; en su composición y forma- 
ción, realizadas por computadora, se utiliza- 
ron el programa TÉX y tipos New Baskerville. 
El tiraje consta de 1000 ejemplares. 


Napo ao 


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